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El texto comienza haciendo referencia

a que la psicología del siglo XIX


heredo la preocupación por
alinearse con las ciencias de la
naturaleza y por reencontrar en el
hombre la prolongación de las
leyes que rigen los fenómenos
naturales.
Así es como el destino de esta
psicología, que quiso ser un
conocimiento positivo, vino a
descansar
sobre dos postulados filosóficos: que
la verdad del hombre se agotaba en su
ser natural y que el
camino de todo conocimiento
científico debía pasar por la
determinación de vínculos
cuantitativos, la
construcción de hipótesis y la
verificación experimental.
Siguiendo al autor, toda la historia de
la psicológica, hasta mediados del
siglo XX, es la historia
paradojal de las contradicciones entre
ese proyecto y estos postulados; por
perseguir el ideal del
rigor y la exactitud de las ciencias de
la naturaleza fue llevada a renunciar a
sus postulados. La idea
de un precisión objetiva y casi
matemática en el dominio de las
ciencias humanas no es aceptable si
el hombre mismo no es más del orden
de lo natural. De modo que la
psicología se obligó a sí misma,
en el curso de su historia, a una
renovación total y al descubrir un
nuevo status del hombre, se
impuso a sí misma como ciencia un
estilo nuevo.
Para el autor, La renovación radical de
la psicología como ciencia del
hombre, no es, por lo tanto,
solo un hecho histórico cuyo
desarrollo pueda situarse en los
últimos cien años; es una tarea
incompleta que queda por cumplir y
en ese sentido, permanece a la orden
del día.
Foucault hace referencia a que la
psicología, en su afán de desprenderse
de la filosofía va a
convertirse en una psicología que va a
tomar el método de las ciencias
naturales. Pero dirá que la
psicología del siglo XX tendrá que
separarse necesariamente de este
método intentando ver ,en la
conducta humana, el actuar del
hombre como un objetivo. Se refiere a
que el hombre no es
solamente naturaleza. Es ese nuevo
status el que tendrá que sostener, al
referirse a los objetivos
que se manifiestan cuando el hombre
actúa, habla, atribuyéndole un
significado, un sentido. Lo
significativo es una equivalencia, por
esta razón la psicología va a buscar
respuestas a estas
significaciones regidas en la conducta
y comportamientos del hombre y va a
buscar una idea de ser
humano, no solamente visto desde el
aspecto de la psicología.
Foucault expresa que todas las
escuelas van a decir algo sobre las
acciones humanas. Estas van a
tener un significado según cada
escuela y desde allí se ira poniendo en
duda o cuestionando, el
método de las ciencias naturales como
referencia para las actividades de la
psicología del siglo XX
¿marcadas por una reflexión
lingüística?
Se puede decir que la psicología
contemporánea es en su origen, un
análisis de lo anormal, de lo
patológico, de lo conflictivo, una
reflexión sobre las contradicciones del
hombre consigo mismo. Y si
se transformó en un psicología de lo
normal, de lo adaptativo, de lo
ordenado, es de una manera
secundaria, como un esfuerzo por
dominar esas contradicciones.
El problema de la psicología
contemporánea –que es para ella un
problema de vida o muerte – es el
de saber en qué medida es capaz
efectivamente de dominar las
contradicciones que la hicieron
nacer, a partir de ese abandono de la
objetividad naturalista que parece ser
su otro rasgo destacado.
Esta es la pregunta que la historia de
la psicología debe responder por sí
misma
El prefacio comienza haciendo referencia a un texto de Borges el cual cita una
clasificación de animales en base a una enciclopedia. A raíz de esto intenta analizar cual
es el orden de las cosas, en base a que lugar común se establecen las distintas categorías
de Orden. Afirma que no se puede hacer ninguna taxonomía desde un criterio universal
de verdad. 

En la historia de las ciencias, en una cultura y época dada, hay siempre un orden
regulador del saber, es decir existe todo un sistema que subyace y regula el saber (un
orden mudo). Este orden mudo es el que posibilita la constitución del saber, la
producción del conocimiento científico en cada época. 

Lo que tratará de analizar, es de qué manera a partir del siglo XVI se ha manifestado en
nuestra cultura, que hay un orden y que tiene leyes. Que modalidades del orden han sido
reconocidos, puestos, anudados con el espacio y el tiempo para formar “los
conocimientos”. Lo que se intenta sacar a luz es el campo epistemológico, la episteme
que condiciona y regula las producciones científicas. Episteme: Son todas las relaciones
que han existido en determinada época entre los diversos campos de las ciencias. Todos
los fenómenos de relaciones entre las ciencias o entre los diversos “discursos” en los
distintos sectores científicos. 

Mas que una historia, lo que trata de realizar Foucault es una Arqueología del saber
(aquello que da cuenta de las formas mas profundas de la cultura). La arqueología
tratara de investigar esa episteme que condiciona y configura las diversas formas de
cocimiento empírico Esta investigación arqueológica muestra dos grandes
discontinuidades en la episteme de la cultura occidental: 1- Aquella con la que se
inagura la época clásica (S.XVII) enfocado en el análisis entre la teoría de la
representación y las del lenguaje. 2- Aquella que a principios del S.XIX señala el umbral
de nuestra modernidad, tomando al hombre como objeto de estudio. 

Al hacer esta investigación entre estas dos edades, hace un análisis de las ciencias
naturales, la lingüística y la economía, planteando que es posible encontrar en ellas una
similitud, a pesar de ser tan diversos. Esto que tiene en común está a nivel inconsciente
del discurso científico y lo llamara “Inconsciente Positivo del Saber”. Es decir, tratara de
traer a la luz, de poner en relieve, o de forma consciente, aquella similitud que tenían
ambas ciencias, y que hasta el momento no se sabía o no se tenía en cuenta, es decir, se
mantenía en forma inconsciente. Lo que tenían en común estas tres ciencias, es que
utilizaban los mismos modos para producir el conocimiento, es decir, utilizar las
mismas reglas para definir objetos propios de su campo de estudio, para formar
conceptos y construir teorías. 

Las nociones establecidas por Foucault, son de gran importancia para el estudio de la
historia de la psicología. Por medio de la Arqueología, puede dar cuenta de los cambios
de episteme que hubo en esta ciencia, en las diferentes épocas y como estas estaban
determinadas por el tiempo en que se encontraban y la cultura. 

Las prácticas discursivas de las ciencias, pueden parecer libres, pero se hallan
fuertemente condicionadas por las estructuras epistemológicas. A su vez, estos
conocimientos darían lugar a las diversas direcciones que fue tomando esta ciencia. La
arqueología es el método que le permitirá definir el modo en que las ciencias sociales, se
han constituido, entre ellas la psicología. Propone la representación como
reordenamiento del saber, la que dará lugar al surgimiento de esta como disciplina
científica. Es decir al hacer a la ciencia más flexible, incorporaría la ciencia del hombre
como campo del saber científico. 

Orden: es la ley interior de las cosas, la red secreta según la cual se miran en cierta
forma unas cosas con otras, que se encuentre impuesto desde el lenguaje. Los cambios
en las ciencias sociales, no significan progreso necesariamente, el sistema de orden que
lo rige, es el que cambia. 
La aparición de la noción de hombre en la historia de las ciencias, no es casual, también
esta determinado por cambios epistémicos. Su antropología se opone, expresa y
abiertamente, a la idea de ser humano, fundante e incondicionada, propuesta por la
humanidad. 

Poder: No es algo que limita, sino que produce. Se ejerce y se impone, no como una
potencia que dice NO, sino a través de la producción del saber y de la verdad por la
organización de los discursos. Más que prohibir, el poder gobierna, presenta al
individuo alternativas validas para la acción. Induce, encausa, produce cosas. Hay que
considerarlo como una red productiva, un dispositivo que pasa a través de todo cuerpo
social, en lugar de ser una instancia negativa aquí tiene por función reprimir

Arqueología del saber


En su obra “Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas”
publicada en 1966 Foucault va a tratar la historia del orden de las cosas (historia de lo
Mismo). El autor  se va a centrar en el ámbito discursivo. Su tema central, como reza el
subtítulo, es preguntarse por la emergencia en el saber del objeto hombre y por la
configuración de unas ciencias humanas. Tal cuestión significa enfrentarse con la idea
de que el hombre, tal como funciona en nuestro saber, sea la más antigua preocupación
humana desde los griegos. Además, la historia se convierte en un proceso sin sujeto ni
fines en la que el hombre es un efecto de la red de relaciones que lo constituyen.

La investigación abarca del Renacimiento a nuestros días, estudiando tres grandes


epistemes (discontinuidades): Renacimiento, época clásica (mediados XVII a fines del
XVIII) y el período inaugurado en el XIX.En el Renacimiento, en un mundo mágico y
analógico, reina el orden de la semejanza, todo consiste en descifrar y buscar semejanzas
entre órdenes diferentes; ciertos signos (signaturas) nos permiten reconocer similitudes.

En el Quijote de la Mancha, de Cervantes, aparece con claridad esa ruptura que termino 
por desalojar a la semejanza y permitió tejer la red del lenguaje desde la función de la
representación. En la primera parte del libro -aparecida en 1605-  Don Quijote sale al
mundo en busca de semejanzas, de identidades. Busca leer, en el mundo, los signos de la
escritura.

Los libros de caballerías le sirven de guía. Pero, su fracaso es testimonio de que ya no


hay ajuste entre las palabras y las cosas. Al volver, en la segunda parte, ya se toma a sí
mismo como objeto. Don Quijote es ya una realidad, a tomado cuerpo en el lenguaje.
Surge así, en la literatura del Siglo XVII, el “poder representativo del lenguaje”. Por ello
dice Foucault que la novela cumbre de Cervantes es la primera de las obras modernas.
Allí, el lenguaje se toma a sí mismo como objeto y su función es ahora “representar” el
mundo. El loco (Don Quijote) es aquél que añora el imperio de la semejanza.

El “saber clásico” en palabras de Foucault, adquiere a partir del subimiento de la


representación, una función. No es, como habitualmente se entiende, un saber
mecanicista, tampoco racionalista. Está ligado, más bien, a la función de mathesis, en
tanto “ciencia universal de la medida y del orden”. No se trata de matematizar las
relaciones entre las cosas del mundo. Se trata aquí de un ordenamiento de las relaciones
entre los seres del mundo. A partir de esto comenzarán a surgir, casi a germinar, una
serie de dominios del saber que no existían hasta entonces.

Aparecerán –según expresa Foucault- la gramática general, la historia natural y el


análisis de las riquezas. Son, todas ellas, ciencias del orden: una el dominio de los seres,
otra en el de las palabras y la última en el de las necesidades.

Estas tres ciencias no funcionan si no a condición de hacer figurar las realidades


sensibles en un discurso ordenado, sin aparecer la génesis o modo de producción y
evolución.
A finales del siglo XVIII se produce en los anteriores campos del saber una mutación
que asigna un cambio de episteme, dando lugar al triedro del saber moderno: filología
(lenguaje), biología (vida) y economía política (trabajo).  Se constituye la Historia como
objeto de saber, como condición de posibilidad de nuevos dominios empíricos.
Pero es, sin duda, la representación, una condición de posibilidad de su aparición y del
advenimiento correlativo de las ciencias sociales. Al introducir un muro –a decir de
Lacan- entre el sujeto y el mundo, al disociar palabras y entes, ha establecido una
condición fundamental para que las cosas puedan “representarse”.

La historia del saber o la llamada historia de las ideas pretenden recoger lo que se ha
dicho en orden sucesivo, situándose a nivel de superficie visible de las cosas. Foucault
pretende colocar su discurso en un orden más profundo, aquel que hace posible emerger
toda forma de saber. A este método lo llama arqueología (evocando aquí las ideas de
excavación y registro), como técnica para descubrir lo que en una época dada es decible,
lo que está por debajo de las ciencias, las concepciones no enunciadas explícitamente
que constituyen las condiciones del saber. Si entendiéramos por archivo, como quiere
Foucault, el juego de reglas que determinan en una cultura la aparición y desaparición
de los enunciados y objetos que el saber fabrica, su actividad cabría llamarla de
archivista.

El inconciente positivo del saber


 
Foucault, al hacer un análisis de las ciencias naturales, la lingüística y la economía,
plantea que es posible encontrar en ellas una similitud a pesar de ser tan diversas
(isomorfismo). A eso que tienen en común estas ciencias, que se encuentra a nivel
inconciente del discurso científico Foucault llamara Inconsciente positivo del saber. Lo
similar en ellas es que utilizaron las mismas reglas para definir objetos propios de sus
campos de estudio, para formar conceptos y construir teorías. Es decir, que estas tres
ciencias utilizaron los mismos modos para producir conocimiento.
 
Un estudio arqueológico del la historia de las ciencias, dará cuenta de las reglas de
formación de estas producciones científicas. Entendiendo por arqueología el
introducirse en lo profundo de cada cultura. De esta manera, tratara de investigar cual
es la episteme que condiciona y regula las producciones científicas. La  episteme
estructura los diversos campos de saber de determinada época y son todas aquellas
relaciones que han existido en una época entre los distintos campos de la ciencia, o los
diferentes discursos en los sectores sociales de aquella.
La arqueología del saber se ocupa del estudio de las epistemes, captando la sucesión de
las mismas en su devenir, lo que no implica ni progreso ni sentido alguno.
Podemos asociar el el concepto de “inconsciente positivo del saber “con la forma de
ejercer el poder implícita en cada época. Foucault va a decir que el poder se ejerce y se
impone no por el ejercicio de la fuerza sino por la producción del saber, de la verdad y
por la organización de los discursos.
 
Lo que hace que el poder se sostenga, que sea aceptado, es esencialmente que no pesa
sólo como potencia que dice “no”, sino que cala de hecho, produce cosas, induce placer,
forma saber, y produce discursos. Hay que considerarlo como una red productiva que
pasa a través  de todo cuerpo social en lugar de ser una instancia negativa que tiene por
función reprimir.
Importancia de Foucault en la historia de la psicología

En el texto “La psicología de 1850 a 1950”, Foucault hace un análisis sobre la Historia de
la Psicología, desde sus inicios hasta nuestros días. 
El texto comienza haciendo referencia a que la psicología del siglo XIX heredo la
preocupación por alinearse con las ciencias de la naturaleza y por reencontrar en el
hombre la prolongación de las leyes que rigen los fenómenos naturales.

Así es como el destino de esta psicología, que quiso ser un conocimiento positivo, vino a
descansar sobre dos postulados filosóficos: que la verdad del hombre se agotaba en su
ser natural y que el camino de todo conocimiento científico debía pasar por la
determinación de vínculos cuantitativos, la construcción de hipótesis y la verificación
experimental.
Siguiendo al autor, toda la historia de la psicológica, hasta mediados del siglo XX, es la
historia paradojal de las contradicciones entre ese proyecto y estos postulados; por
perseguir el ideal del rigor y la exactitud de las ciencias de la naturaleza fue llevada a
renunciar a sus postulados.  La idea de un precisión objetiva y casi matemática en el
dominio de las ciencias humanas no es aceptable si el hombre mismo no es más del
orden de lo natural. De modo que la psicología se obligó a sí misma, en el curso de su
historia, a una renovación total y al descubrir un nuevo status del hombre, se impuso a
sí misma como ciencia un estilo nuevo.
Para el autor, La renovación radical de la psicología como ciencia del hombre, no es, por
lo tanto, solo un hecho histórico cuyo desarrollo pueda situarse en los últimos cien años;
es una tarea incompleta que queda por cumplir y en ese sentido, permanece a la orden
del día.

Foucault hace referencia a que la psicología, en su afán de desprenderse de la filosofía va


a convertirse en una psicología que va a tomar el método de las ciencias naturales. Pero
dirá que la psicología del siglo XX tendrá que separarse  necesariamente de este método
intentando ver ,en la conducta humana, el actuar del hombre como un objetivo. Se
refiere a que el hombre no es solamente naturaleza. Es ese nuevo status  el que tendrá
que sostener, al referirse a los objetivos que se manifiestan cuando el hombre actúa,
habla, atribuyéndole un significado, un sentido. Lo significativo es una equivalencia, por
esta razón la psicología va a buscar respuestas a estas significaciones regidas en la
conducta y comportamientos del hombre y va a buscar una idea de ser humano, no
solamente visto desde el aspecto de la psicología.

Foucault expresa que todas las escuelas van a decir algo sobre las acciones humanas.
Estas  van a tener un significado según cada escuela y desde allí se ira  poniendo en duda
o cuestionando, el método de las ciencias naturales como referencia para las actividades
de la psicología del siglo XX ¿marcadas por una reflexión lingüística?
Se puede decir que la psicología contemporánea es en su origen, un análisis de lo
anormal, de lo patológico, de lo conflictivo, una reflexión sobre las contradicciones del
hombre consigo mismo. Y si se transformó en un psicología de lo normal, de lo
adaptativo, de lo ordenado, es de una manera secundaria, como un esfuerzo por
dominar esas contradicciones.
El problema de la psicología contemporánea –que es para ella un problema de vida o
muerte – es el de saber en qué  medida es capaz efectivamente de dominar las
contradicciones que la hicieron nacer, a partir de ese abandono de la objetividad
naturalista que parece ser su otro rasgo destacado. Esta es la pregunta que la historia de
la psicología debe responder por sí misma

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