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HIGIENE E EL TRABAJO.
UNIDAD I
Así como sucede con muchos términos, la palabra relación ostenta una
multiplicidad de usos y aplicaciones en diversos contextos.
Todo acto en el que intervengan dos o más personas es una relación humana. Se considera
que las relaciones humanas son el contacto de un ser humano con otro respetando su cultura
y normas, compartiendo y conviviendo como seres de un mismo género en una sociedad.
El hombre se relaciona con los demás, ya sea de manera familiar, colectiva o
laboral. Éste intercambia con otros, ideas, opiniones, anécdotas, experiencias, inclusive
cosas más personales.
Una relación se puede definir como el trato o unión que hay entre dos o más
personas o entidades. (Relaciones comerciales; relaciones laborales; relación de parentesco,
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El campo de las relaciones humanas es muy importante en el ámbito laboral, ya que
si no se desarrollan en forma amistosa, pueden afectar la productividad y la eficiencia de la
empresa. Por eso, los directivos siempre deben esforzarse por conformar equipos de trabajo
donde existan buenas relaciones humanas, minimizando las discordias y evitando los
ambientes conflictivos.
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VALORES EN LOS QUE SE SUSTENTAN LAS RELACIONES HUMANAS
El valor es aquella escala ética y moral que el individuo posee a la hora de actuar,
esta es la que nos ayuda a discernir lo bueno de lo malo. De esto se deriva lo que llamamos
principios que son actitudes consecuentes de los valores asumidos. Priman valores como el
respeto, la libertad, la justicia, responsabilidad, solidaridad y tolerancia.
Los valores son importantes y necesarios, pues son los pilares sobre los que se
cimienta la identidad humana, nos sirven de guía para poder convivir sobre la base de la
sinergia social, y son la condición que forma y distingue a una comunidad.
Los valores son las propiedades, cualidades o características de una acción, una
persona o un objeto considerados típicamente positivos o de gran importancia.
Referido al ser humano, se suele hablar de valores humanos, valores universales;
que son el conjunto de características y normas de convivencia del ser humano
consideradas como cualidades positivas y validas en una época determinada. Se suelen
considerar innatos a la naturaleza humana.
Valores sociales y valores culturales, estos son aplicados a un grupo de personas, los
valores que están influidos o determinados por una determinada sociedad y una cultura.
El hombre por naturaleza es un ser sociable que actúa asociado con otros mediante
vínculos de muy diversa modalidad y se dan en dos hechos importantes:
El objeto: está dado por los hechos y fenómenos en los que nosotros
mismos estamos inmersos.
Obramos socialmente de determinada manera aceptada por la
sociedad o el grupo en el que actuamos; y no es fácil analizar a la sociedad ya que
no es un sujeto, ni un ente, sino un conjunto de procesos diferentes.
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culturales que se interrelacionan y que dan lugar a un sin número de dinámicas y relaciones
nuevas. Esto implica entonces considerar a la familia dentro de la sociedad y la cultura
como un espacio de influencia recíproca en los procesos de producción y reproducción
social.
La familia por tanto es generadora de hábitos, estilos de vida, sistemas de valores,
normas, actitudes y comportamientos, que a su vez reproducen y son elementos
constitutivos de la cultura y la sociedad. De tal manera que no se puede mirar aisladamente
a la familia sin una interrelación con el contexto social y cultural donde se ubica.
La familia según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento
natural y fundamental de la sociedad, y tiene derecho a la protección de la sociedad y del
Estado. Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad
derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio,
que, en algunas sociedades, solo permite la unión entre dos personas mientras que en otras
es posible la poligamia. Y vínculos de consanguinidad, como la filiación entre padres e
hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre.
Nos parece relevante hacer referencia al concepto de vínculo, siendo que este es
fundamental en la consideración de la familia conceptualizada como una producción
humana, por lo tanto básicamente simbólica, y es a su vez un factor de humanización que
tiene a su cargo transmitirla. También el lenguaje es un producto humano y a través de él el
ser biológico adquiere una cualidad por la cual se puede decir que el ser humano es algo
más que el funcionamiento armónico de sus órganos y la familia algo más que una reunión
de personas que conviven durante un tiempo prolongado en un lugar determinado.
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dimensión, que muchas veces produce un grado de sufrimiento muy importante, no es nada
fácil, ya que intervienen en ella múltiples atravesamientos.
En un principio psicoanalíticamente se utilizó el término vínculo como sinónimo de
relación, refiriéndose así tanto a relación con él objeto interno como con los objetos
externos. Luego la palabra vínculo, fue adquiriendo mayor especificidad con relación al
tratamiento psicoanalítico de grupos, parejas y familias.
Hasta aquí vínculo quiere decir relación estable y mantenida en el tiempo,
persistente.
El término vínculo (Puget, Berenstein, 1988), en castellano tiene su origen latín en
vinculum, de vinculare: atar. Se quería significar unión o atadura de una persona o una cosa
con otra. Atar, a su vez, remite a unir, juntar o sujetar como con ligaduras estables y
duraderas. Se supone que los nudos atan duraderamente.
La definición sugiere la idea de una relación estable. Lo mismo ocurre, por lo
general, con el uso de este concepto aplicado a las parejas. Toda relación matrimonial y
familiar parece estar asociada a la fantasía así como en el imaginario popular a una
condición estable en el tiempo y el espacio.
Dice Berenstein11: “Toda familia contiene el conflicto nunca resuelto entre dos
tipos de vínculos: los de sangre y los de alianza. Estos parecen acompañar al ser humano en
su devenir, a partir de su acceso a la cultura, mediante el establecimiento de alguna ley o
regla, de la cual el paradigma es el tabú del incesto, sosteniendo la condición de estructura
familiar.”
Veamos entonces cómo se describen los vínculos en una familia (Berenstein, 1990).
Hay dos tipos de vínculo:
I) los de sangre circunscriben el parentesco sobre el hecho de base
biológica, como el que liga a la madre y al padre con los hijos tenidos entre sí;
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erigir su identidad y son las convicciones familiares y sociales las que marcan el vínculo
como de sangre o de alianza, pasando el primero a simbolizar lo más firme e indisoluble.
El prototipo del vínculo de sangre es la relación madre-hijo y por extensión se llama
vínculo de consanguinidad al de los hermanos entre sí (aquellos que descienden del mismo
tronco o raíz).
El prototipo de vínculo de alianza es la relación de tipo matrimonial, este tipo de
vínculo tiende a fundar otra familia, cualquiera sea su definición y extensión. Es la manera
de concretarse el principio general de intercambio y asegurar la transmisión de significado,
el cual puede trasladarse con las familias y a través de ellas.
La estructura familiar es un elemento intermedio entre lo sociocultural y lo
altamente individual, trata de armonizar ambas instancias y mediar a su vez en el conflicto
latente que tiene lugar entre los vínculos de alianza y los de consanguinidad.
El vínculo también es una construcción conjunta generada por el intercambio
afectivo entre quienes lo componen y que constituyen de esta forma un ámbito de sentido,
pero también es una diferencia que no está a la vista, pero que es necesaria para producir
los procesos de construcción y de-construcción de los sujetos, donde a su vez hay impuesto
un juego de poder y sexualidad que implica un trabajo psíquico continuo entre ambas
partes, ya que las diferencias van a estar siempre presentes.
La llamada ajenidad del otro, que implica aquello que impacta, que desconcierta y
atrae a la vez, es ineludible para el establecimiento del vínculo, ya que lo que se intenta
capturar es lo inasible del otro. Por ello para que se establezca un vínculo tiene que haber
algo distinto, algo del otro que cautive por ajeno y que es vivenciado como la necesidad de
transformar al otro, conjuntamente con el deseo de inscribirse en esa zona desconocida del
otro. La distancia, siempre presente y necesaria para el establecimiento del vínculo por
momentos puede parecer desaparecer, como por ejemplo en las parejas en el
enamoramiento inicial, que tiende a ocultar las diferencias entre los yoes y produce que se
perciba al otro como idéntico, esto ocurre también en la tipología de pareja de la mellicez.
Esto nos hace pensar que la ajenidad es eliminada por momentos, pero esto no es
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En todo encuentro los sujetos se construyen y de-construyen, en la medida en que
son capaces de reconocer en el otro un semejante, dando comienzo de este modo a los
procesos de subjetivación.
Si el estar insertos en la cultura, constituye un modo de existencia sano,
imprescindible para los sujetos, ya que como contrapartida el aislamiento constituye una
grado de enajenación y violencia extrema que conduce a la desintegración psíquica; tiene
que haber algo en la relación vincular que es constitutivo para el ser humano como tal, para
su aparato psíquico y por ende para la especie, ya que según considero hasta desde una
mirada antropológica si se quiere, pudo ser lo vincular lo que habilitara mecanismos de
sobre vivencia de la especie.
Tal vez hay algo en la formación inconsciente del vínculo que funciona como
operador, basado en la relación de presencia del otro, como reforzador de la integridad
psíquica, que otorga la ilusión de complementariedad mediante la presencia del otro, y
encuentra en el hacer con el otro, un facilitador en la resolución de las conflictivas.
Algo ocurre en el interior de los sujetos que lleva a producir y reproducir
permanentes modalidades grupales, hablando en un sentido amplio, ya que cada vínculo es
único e irrepetible.
Pienso que el vínculo que se constituye con el otro-os es generador de psiquismo, es
decir que el vínculo va creando estructuración psíquica y por ende otros niveles de
comunicación entre los sujetos, ya que desde el comienzo de la vida si no hay otro con
quien vincularnos, no sobrevivimos.
Necesitamos de la presencia de otro-os desde la concepción si se quiere. Partiendo
de la reproducción por la unión celular de los padres (otros), se va conformando luego un
lugar psíquico y vincular para ese hijo; que si bien la definición de vínculo, nos habla de la
imposición de la presencia del otro, se me ocurre, que desde los inicios de la vida
intrauterina, esa presencia ya se va conformando cada vez más, a partir de que la madre
comienza a percibir los primeros movimientos de su hijo. Es decir, que sin la presencia
externa aún del bebé, considero que ya hay un vínculo sobre el que posteriormente se
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comprensión del otro como un semejante, mientras que el otro a su vez, re-apuntala mi
psiquismo en un movimiento de ida y vuelta donde los seres humanos se moldean.
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familia), como tenidos por los mismos padres. Cuando uno de ellos se convierte en
el dador de la hermana, es instalado en otra posición de la estructura. En relación a
los comportamientos afectivos de nivel psíquico y social, podemos decir que hay
actitudes prescriptas según el grado de parentesco: respeto riguroso al padre,
familiaridad respecto del tío, hostilidad, afección, competencia o solidaridad con el
hermano, etc.
Las relaciones básicas postuladas por Bion son: amor, odio y conocimiento.
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El lugar de la madre comprende dar vida material y emocional al hijo, ayudarlo con
las funciones de autoconservación, narcisizar su cuerpo y la representación mental de él
mismo como diferente del propio, instalarse como objeto de deseo después de ser el hijo un
objeto deseado, transmitir la intuición de una presencia por fuera de los dos, aquella que a
través de la evolución y expansión se desplegará como la función del Padre.
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ESTRUCTURA FAMILIAR INCONSCIENTE.
Sabemos que mucho antes de su llegada al mundo alguien le dirá a un niño quién es
y formulará los enunciados que darán base y punto de partida a su constitución subjetiva:
cuándo nacemos, de qué forma, en qué lugar, en cuál familia y grupo social corresponden a
un orden no electivo que nos aliena.
La persona que nace adquiere nombre, sentido y particularidad a partir de un medio
social que define ciertas exigencias y expectativas para los individuos que lo habitan en
cada época y lugar.
Es así como cada cultura específica constituye subjetividades y modalidades
vinculares en relación a sus valores, ideales y significaciones. El grupo familiar funciona
como intermediario y transmisor entre el sujeto y el macrocontexto en los inicios de la vida.
Como hemos visto hasta ahora, la idea de “familia” en el contexto del psicoanálisis
excede el sentido explícito de la familia visible o manifiesta. Para dar cuenta de esto, de las
implicancias y significaciones diversas de la idea de familia, tomaremos el concepto de
Estructura Familiar Inconsciente.
Cada grupo familiar presenta variadas y complejas modalidades de relaciones que
podemos describir y percibir. Esta modalidad que es empírica y observable corresponde a
lo que denominamos orden manifiesto pero, para poder comprender el sentido de estas
manifestaciones y las relaciones entre sus miembros tendremos que recurrir a un orden
latente, no consciente para sus miembros, que proviene de la estructura familiar
inconsciente.
La Estructura Familiar Inconsciente es una organización que regula las relaciones
familiares, que otorga significación y las determina. Este concepto se refiere a un orden
inconsciente eficaz que organiza y da sentido a las relaciones familiares observables. Es un
conjunto integrado por cuatro tipos de relaciones que ya hemos analizado en el capítulo
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La Estructura Familiar Inconsciente es una matriz simbólica y los lugares y sus
vínculos dan lugar a las relaciones familiares. Estas son la realización de cada yo en
conjunción con el mandato de la cultura. En una forma de transacción, cada yo ocupa esos
lugares a su manera, de acuerdo con la disposición de lo subjetivo de sí y de los demás.
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BIBLIOGRAFÍA
- Berentein, Isidoro: “Del ser al hacer”. Ed. Paidos, Bs. As. 2007.
- Gottlieb, Nelson: “Lo común de los vínculos” II Congreso de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares.
Perspectivas vinculares en Psicoanálisis. Las prácticas y sus problemáticas 15, 16 y 17 de mayo de 2008.
- Puget, Janine: “Por qué pensar en términos de configuraciones vinculares” Tramas. Perspectiva psicoanalítica vincular.
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