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19/2/2018 Unidad 4.

Control de constitucionalidad y convencionalidad

Unidad 4. Control de constitucionalidad y


convencionalidad

Sitio: Cursos
Curso: Introducción al derecho electoral mexicano
Libro: Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad
Impreso por: Virgilio Adolfo González Tijerina
Fecha: lunes, 19 de febrero de 2018, 22:46

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Tabla de Contenidos
Introducción

4.1 ¿Qué es el control de constitucionalidad?

4.2 ¿Qué es el control de convencionalidad?

4.3 ¿Cuáles son las facultades de la SCJN en la materia?

4.4 ¿Cuáles son las facultades del TEPJF en la materia?

Fin de la unidad

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Introducción
En las unidades previas de este curso tuviste oportunidad de revisar algunos conceptos básicos
para entender las democracias modernas, el papel que los ciudadanos desempeñan en ellas y
cómo ha evolucionado el régimen democrático en México a partir de la construcción de
instituciones que han hecho efectivo el sistema electoral. Estos insumos son elementales para el
estudio de los contenidos de la presente unidad y las siguientes, en las que se abordarán temas
más específicos del derecho electoral.

En el caso de México, las autoridades jurisdiccionales en materia electoral juegan un papel muy
importante, a tal grado que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)
representa la máxima autoridad en este ámbito a nivel nacional (CPEUM, artículo 99). Ello se
explica a partir de los antecedentes históricos que igualmente ya revisaste, es decir: la existencia
de un sistema político con modelo de partido hegemónico permitió que durante décadas se
llevaran a cabo elecciones que no eran efectivas, debido a que no existía una competencia real
entre las distintas fuerzas políticas; una vez que comenzó la etapa de transición fue necesario
crear instituciones que garantizaran equidad en la contienda y confianza en los resultados
electorales, así como estructurar un entramado jurídico que les diera sustento. Así fue como se
crearon instancias jurisdiccionales para garantizar que todos los actos que tuvieran lugar en el
marco de un proceso electoral se llevaran a cabo con estricto apego a la Constitución y a las
leyes, es decir, mediante el ejercicio de un control jurisdiccional.

En esta unidad estudiarás, en particular, a qué se refieren los conceptos de control de


constitucionalidad y de convencionalidad, y cuáles son las autoridades encargadas de ello en el
ámbito electoral, partiendo de la premisa de que los jueces deben ser los guardianes de la
legalidad.

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4.1 ¿Qué es el control de constitucionalidad?


Para responder a esta pregunta, es necesario primero conocer la importancia de la Constitución
para regular el orden social de una comunidad determinada y establecer límites al poder
público.

El contractualismo como antecedente del constitucionalismo


Desde la época del Renacimiento y la Ilustración, autores como Thomas Hobbes, después John
Locke y posteriormente Jean Jacques Rousseau han estudiado los derechos y la voluntad
individual versus el poder del Estado a partir de una doctrina contractualista, es decir, en función
de un pacto social. Aunque la teoría del Estado lo explica de una forma mucho más compleja,
esto se podría sintetizar en el hecho de que las personas aceptan que su voluntad individual se
vea limitada por el Estado a cambio de la protección generalizada de este, a efecto de evitar que
se imponga una voluntad individual sobre otra u otras, como ocurriría en una sociedad salvaje o
en una tiranía. Ese pacto social es una idea abstracta, pero en buena medida se materializa en
una Constitución; un instrumento jurídico superior en el que se define el poder público del
Estado, su forma de gobierno, sus límites territoriales y sus obligaciones, entre otros aspectos,
además de que en las constituciones se establecen los derechos fundamentales individuales que
el Estado está forzado a hacer valer.

Autores clásicos de la teoría del Estado, representantes del contractualismo.

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La idea del pacto social podría explicarse en el hecho de que las personas
aceptan que su voluntad individual se vea limitada por el Estado a
cambio de la protección generalizada de este, a efecto de evitar que se
imponga una voluntad individual sobre otra u otras.

Importancia de la Constitución
En la Unidad 1 estudiaste por qué es deseable que el poder público se fragmente a modo de
establecer contrapesos entre sí, pero para hacerlo es necesario fijar reglas que delimiten la
esfera de competencia de cada uno de esos poderes, a modo de favorecer un equilibrio. Al
respecto, vale la pena señalar que el poder público queda limitado cuando la actividad que le es
propia está regulada, a su vez, por normas supremas sujetas a ciertos requisitos que restringen
la posibilidad de imponer normas coactivas; de ello resulta el principio de primacía de la ley, es
decir, de la superioridad de la norma sobre el poder (Camacho 2007, 3). En estos términos, la
Constitución representa la ley suprema de una nación, que regula el ejercicio de poder del
Estado y, al mismo tiempo, limita la voluntad individual de los ciudadanos.

Para Roberto L. Blanco (1994, 31) la Constitución ha sido concebida como un documento
político y jurídico al mismo tiempo. Es político en la medida en que organiza y disciplina el
ámbito funcional de los poderes del Estado, sus relaciones y limitaciones; es jurídico en función
de que se conforma como un ordenamiento del Estado que no sólo es aplicable a los
operadores políticos, sino que también resulta determinante entre estos y los particulares,
configurándose así como supremo derecho del Estado. Muchas constituciones hacen explícito
este vínculo desde su denominación, entre ellas la de México: Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM).

Ahora bien, al igual que sucede con el concepto de democracia, la mayoría de las personas tiene
una noción mínima de lo que significa una Constitución, pero para tener una base más precisa,
a continuación se presentan algunas perspectivas a partir de las cuales entenderla, propuestas
por Humberto Suárez Camacho (2007), quien toma como referente las ideas de Biscaretti di
Ruffia:

Sentido institucional. Desde esta arista se puede entender por Constitución al esquema fundamental determinado por
el conjunto de las principales instituciones de un Estado. Se trata de una connotación básicamente semántica.
Sentido sustancial. Se entiende por Constitución todo aquel complejo de normas jurídicas fundamentales, escritas o
tácitas, capaz de trazar las líneas maestras del mismo ordenamiento. Desde esta perspectiva, ya no sólo se reconoce la
existencia de la estructura normativa, sino que se le otorga un significado de directriz a las aspiraciones sociales.
Sentido formal. La Constitución se refiere a un complejo de normas legislativas que se distinguen de las ordinarias
por un proceso formativo más arduo y solemne. Desde esta óptica, la Constitución adquiere supremacía desde el
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método de su configuración.
Sentido instrumental. La Constitución se entiende como un acto fundamental en el cual han sido formuladas
solemnemente la mayoría de las normas materiales.

Una perspectiva integral de estas cuatro premisas permite entender la Constitución como la
matriz del cuerpo jurídico de un Estado, cuyo diseño demanda solemnidad por esta condición
de supremacía, y en torno a la cual es posible estructurar un orden social.

Miguel Carbonell (2012) señala que, desde un punto de vista estrictamente jurídico, la
Constitución es la norma que determina la validez del resto del ordenamiento jurídico y que tal
determinación puede ser de los siguientes tipos:

Formal o procedimental. Una Constitución determina la validez del resto de normas del ordenamiento, ya que
establece las competencias de los distintos poderes para dictar normas jurídicas, así como los pasos que deben llevar a
cabo para que estas se incorporen al corpus iuris.
Material o sustantivo. Una Constitución actúa sobre todo como un límite a la creación normativa, pues contiene
prohibiciones para el legislador, mandatos de actuación, normas ordenadoras de fines que deben perseguir los poderes
públicos, etcétera.

Considerando que en la Constitución se fundamenta el Estado y la organización de la vida


política de una nación, en ella también suelen contenerse las disposiciones generales para la
renovación del poder público. Para el caso de México, por ejemplo, en la Constitución se
establecen principios que rigen el ámbito electoral y que deben prevalecer de manera obligada,
precisamente por formar parte de la ley suprema, como ya se ha señalado en las unidades
previas.

Es conveniente señalar que la Constitución guarda estrecha relación con las democracias
representativas en la medida en que se trata de un producto legislativo. En este orden de ideas,
el origen de una nueva Constitución en las sociedades modernas suele derivar de un proceso
deliberativo que se da en el seno de una asamblea o congreso constituyente, los cuales se
integran por representantes de los ciudadanos. En México, un caso muy ilustrativo, por su
actualidad, se puede observar en la Constitución de Ciudad de México, aprobada el 31 de enero
de 2017 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 5 de febrero del mismo año, la cual
fue consecuencia de los trabajos realizados por la Asamblea Constituyente de Ciudad de
México, aunque es pertinente señalar que no todos los constituyentes que participaron en este
proceso fueron electos por voto popular.

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La asamblea constituyente de Ciudad de México desahogó sus trabajos en las antiguas


instalaciones del Senado de la República

La Constitución representa la ley suprema de una nación, en torno a la


cual los ciudadanos acceden a sujetar su voluntad individual, y que al
mismo tiempo regula el ejercicio de poder del Estado. La Constitución
guarda estrecha relación con las democracias representativas en la
medida en que deriva de un proceso deliberativo que se da en el seno de
una asamblea o congreso constituyente, los cuales se integran por
representantes de los ciudadanos.

El control de constitucionalidad
Si se pretende dotar de operatividad al concepto de Constitución –es decir, entenderla como
norma y no solo como un concepto abstracto– es necesario ejercer un control respecto a esta:
“Sólo si existe control de la actividad estatal puede la Constitución desplegar su fuerza
normativa y sólo si el control forma parte del concepto de Constitución puede ser entendida
ésta como norma” (Aragón 1987, 16). Así, el control de constitucionalidad constituye una valiosa
herramienta de control para el poder estatal y, en esa medida, un presupuesto básico del
equilibrio de poderes, además de una garantía para hacer prevalecer la Constitución misma
como máxima norma (Highton 2010, 107).

Con base en lo que se ha expuesto en esta unidad, queda claro que todas las normas y los actos
tanto jurídicos como administrativos deben ajustarse a la Constitución, por su supremacía. Así,
el control de constitucionalidad podría entenderse como un examen para corroborar la
regularidad o conformidad de las normas generales y actos de autoridad con el contenido de
las disposiciones fundamentales de un ordenamiento jurídico superior, es decir, la Constitución.
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En otras palabras, este tipo de control jurisdiccional se refiere a vigilar que tanto los actos
jurídicos, como las normas generales y cualquier acto de autoridad sean apegados a la
Constitución, la cual representa la base legal y política del Estado.

Por la supremacía de la Constitución, se entiende que cualquier norma o acto que no se ajuste a
ella no es válida y, por lo tanto, no puede ser aplicada. Es así como se aplica el control y los
jueces, como intérpretes de la Constitución, son los encargados de hacerlo, aunque no todos
ellos, como verás enseguida.

Para poder realizarse, el control de constitucionalidad demanda de un conjunto de instrumentos


procesales y de otorgar a ciertos órganos la facultad de resolver asuntos derivados de la
interpretación y aplicación de las normas a la luz del texto constitucional. Al respecto, Elena I.
Highton (2010, 108-9), identifica tres tipos de control constitucional a partir de los órganos
encargados de realizarlo, a saber:

Modelo americano (judicial review). En este modelo se deja en manos de los jueces que integran el Poder Judicial la
tarea de interpretar y aplicar la ley a casos concretos, respetando en sus sentencias el principio de supremacía
constitucional. A este mecanismo suele denominársele control difuso de constitucionalidad, ya que confiere a todos
los jueces la tarea de control.
Modelo europeo. El ejercicio de control de constitucionalidad se concentra en un órgano único que no forma parte del
Poder Judicial, llamado Tribunal Constitucional. A este modelo suele denominársele control concentrado de
constitucionalidad.
Modelo mixto. Cuenta con jueces especializados dentro del Poder Judicial que pueden constituirse como una sala del
Tribunal Supremo, como Corte independiente o como parte del máximo órgano de justicia nacional, que aplican un
control difuso, pero que coexisten con un único organismo que determina en última instancia la interpretación que se
hace de la Constitución.

El control de constitucionalidad puede clasificarse también en razón del momento en que se


realiza, es decir, bien puede ser a priori o a posteriori. Como es fácil inferir, el control a priori
es realizado antes de la promulgación de una norma general, cuyo ejemplo principal es el
Consejo Constitucional francés, que examina la constitucionalidad de las leyes previamente a su
promulgación, mientras que el control a posteriori —que es el más común— es el que realizan
los órganos jurisdiccionales que con motivo de una controversia tienen como tarea examinar la
constitucionalidad de las normas generales y los actos de autoridad.

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El Consejo Constitucional de Francia (a la izquierda) es un ejemplo de órgano de control a priori,


mientras que el Tribunal Constitucional de España (a la derecha) es ejemplo de control a
posteriori.

En el caso de México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el TEPJF ejercen un


control concentrado de constitucionalidad, puesto que son las únicas autoridades facultadas
para determinar la conformidad, o no, de una norma secundaria o general respecto a la
Constitución, aunque este es un tema que verás más adelante.

Como cierre de esta sección, conviene señalar que el control de constitucionalidad, como se
entiende hoy, se sustenta en las constituciones estadounidense y francesa (Aldrete 2008, 133), lo
que explica que se trate de un producto liberal que no sólo buscó en su origen establecer
límites al poder, sino también fijar obligaciones al Estado para salvaguardar los derechos
fundamentales de las personas. De hecho, sobre esta premisa descansa el otro tipo de control
que estudiarás en esta unidad, el de convencionalidad.

El control de constitucionalidad puede entenderse como un examen para


corroborar la regularidad o conformidad de las normas generales y actos
de autoridad con el contenido de las disposiciones fundamentales de un
ordenamiento jurídico superior, es decir, la Constitución.

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4.2 ¿Qué es el control de convencionalidad?


En México —y en la mayoría de los países de Latinoamérica— existe otro tipo de control
jurisdiccional, el cual deriva del derecho internacional, pero cuyo ámbito de competencia es
sustancialmente el de los derechos humanos: el control de convencionalidad.

Antecedentes del control de convencionalidad


Como ya revisaste, el control de constitucionalidad tiene por objetivo, principalmente, verificar
que las normas secundarias no contradigan a la Constitución o que no exista conflicto de
competencias o de atribuciones entre entidades territoriales u órganos estatales, pero también
es útil para verificar que no existan actos lesivos provenientes de autoridades, funcionarios o
personas que violen los derechos fundamentales del individuo (Eto 2015, 325). Para ambos
propósitos, el parámetro normativo es la Constitución. Sin embargo, a la luz del sistema
interamericano de protección de derechos humanos, varios países de la región han adoptado
un sistema de control de convencionalidad, en el que el parámetro normativo es la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, también conocida como Pacto de San José.

En noviembre de 1969 se celebró en San José de Costa Rica la Conferencia Especializada


Interamericana sobre Derechos Humanos, en la cual se dieron cita los delegados de los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) con el objeto de redactar la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, que entró en vigor el 18 de julio de 1978
(Corte IDH s/f). La Convención forma parte del catálogo de instrumentos internacionales que la
comunidad internacional ha desarrollado con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, con el
objeto de salvaguardar los derechos humanos y prevenir atrocidades como las cometidas en el
contexto de ese conflicto bélico, por lo tanto, es obligatorio para aquellos Estados que lo
ratifiquen y se adhieran a él.

La Convención instrumentó dos órganos competentes para conocer de las violaciones a los
derechos humanos: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). La Comisión fue creada de manera previa a
la discusión de la Convención, en 1959, por medio de una resolución de la Quinta Reunión de
Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Santiago de Chile, llevada a cabo ese año;
inició sus funciones un año después, una vez que el Consejo de la OEA aprobó su estatuto y
eligió a sus primeros miembros.

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El 20 de marzo de 2015 se llevó a cabo el primer encuentro del actual Secretario General de la
OEA, Luis Almagro, electo ese año, con el pleno de la CIDH

La Corte IDH, en cambio, se estableció hasta que entró en vigor la Convención, específicamente
el 22 de mayo de 1979, durante el Séptimo Período Extraordinario de Sesiones de la Asamblea
General de la OEA. En este contexto, los Estados parte de la Convención Americana eligieron a
los primeros jueces que integrarían la Corte Interamericana. La primera reunión de la Corte se
celebró entre el 29 y 30 de junio de 1979 en la sede de la OEA en Washington, D.C., aunque en
septiembre de ese mismo año la Corte se trasladaría a su sede actual, en San José de Costa Rica.

Integrantes actuales de la Corte IDH, entre los que se encuentra el mexicano Eduardo Ferrer
Mac-Gregor

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El parámetro normativo del control de convencionalidad es la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, la cual instrumentó
dos órganos competentes para conocer de las violaciones a los derechos
humanos: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

El control de convencionalidad
Ya se adelantó que el parámetro normativo para ejercer el control de convencionalidad es la
Convención Americana de Derechos Humanos y que el órgano encargado de ejercerlo es la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es decir que la lógica de control jurisdiccional es
similar al de constitucionalidad, pero en este caso se ejerce respecto a, y por medio de,
elementos supranacionales: la Convención y la Corte IDH.

Así, el control de convencionalidad puede ser entendido como: “la potestad que tiene un
órgano de jurisdicción supranacional para resolver controversias que derivan de normas, hechos
o actos contrarios a las Convención y los demás tratados de la región. El control de
convencionalidad tendrá como eje cotejar y comparar si un determinado ordenamiento interno
se adecua y acata a la Convención o no” (Eto 2015, 326).

Adicionalmente, tal como sucede con el control de constitucionalidad, el de convencionalidad


no sólo somete a examen la conformidad de las normas nacionales con un parámetro
normativo internacional, sino también los actos de autoridad. Es necesario recordar que el
Estado no está obligado únicamente a reconocer derechos humanos, sino a salvaguardarlos y,
en su caso, reparar los daños cuando sean vulnerados. Por ello, “también es materia de revisión
judicial de la Corte IDH la omisión a la observancia de dispositivos de fuente, de tal forma que
hechos y omisiones son motivo de justiciabilidad” (Flores y Rojas 2013, 8).

Otra similitud del control convencional con el constitucional consiste en los modelos de
aplicación. En este sentido, es claro que corresponde a la Corte IDH realizar el control concreto
de convencionalidad, pero también existe un control difuso que corresponde a los jueces
nacionales.

Nestor Pedro Sagües —citado en Flores y Rojas (2013, 9)— señala que: “El control difuso de
convencionalidad permite que las autoridades de los Estados, principalmente los jueces, aunque
no sólo ellos, salvaguarden los derechos humanos previstos tanto en su orden interno como los
que los Estados han reconocido en los instrumentos internacionales”. Este tipo de control lo

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detentan las judicaturas de cada país, “cuyos efectos serán aplicables sólo para el país al cual sus
jueces prefieran aplicar los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos de la
región antes que sus normas internas” (Eto 2015, 327).

El control difuso de convencionalidad encuentra sus antecedentes directos en el inicio del nuevo
milenio, en los votos particulares del juez mexicano Sergio García Ramírez, en los casos
resueltos por la Corte IDH: Myrna Mack Chang vs. Guatemala (25 de noviembre de 2003,
considerando 27) y Tibi vs. Ecuador (7 de septiembre de 2004, considerandos 3 y 4).
Progresivamente, la doctrina de la Corte ha transitado hacia una plena adopción del control
difuso de convencionalidad por parte del pleno, particularmente a partir de la sentencia:
Almonacid Arellano y otros vs. Chile (26 de septiembre de 2006, párrafos 123 y 124).
Por su importancia para este tema, a continuación se reproduce el contenido íntegro de los
párrafos 123 y 124 de esta resolución, con énfasis en algunas ideas:

123. La descrita obligación legislativa del artículo 2 de la Convención tiene


también la finalidad de facilitar la función del Poder Judicial de tal forma que el
aplicador de la ley tenga una opción clara de cómo resolver un caso particular. Sin
embargo, cuando el Legislativo falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar
leyes contrarias a la Convención Americana, el Judicial permanece vinculado
al deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma y,
consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier normativa contraria
a ella. El cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley
violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional del Estado, y es
un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional del Estado,
recogido en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en el sentido de
que todo Estado es internacionalmente responsable por actos u omisiones de
cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de los derechos
internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención
Americana.

124. La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes
en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato
del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de
efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie
de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que
aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos

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Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente


el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana, intérprete última de la Convención Americana.

En la sentencia para resolver la responsabilidad del Estado chileno en el asesinato de Luis


Alfredo Almonacid Arellano, la Corte IDH adoptó plenamente el modelo de control difuso de
convencionalidad

El órgano encargado de ejercer el control concentrado de


convencionalidad es la Corte IDH, sin embargo, los jueces de cada Estado
están obligados a aplicar un control difuso de convencionalidad tomando
como parámetro normativo la Convención Interamericana de Derechos
Humanos.

Carta de naturalización en México del control de


convencionalidad
A partir de la sentencia Almonacid Arellano y otros vs. Chile, la Corte IDH continuó fijando
jurisprudencia en materia de control de convencionalidad, sin embargo, para el caso de México
este proceso pasó prácticamente inadvertido durante los siguientes tres años, pero en 2009 se
presentó un punto de inflexión, cuando la Corte IDH resolvió el caso Radilla Pacheco vs. Estados

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Unidos Mexicanos (23 de noviembre de 2009). Los hechos que le dieron origen tenían que ver
básicamente con la desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco por parte del
ejército en 1974 y la omisión del Estado para conocer su ubicación todavía a finales de los años
noventa.

La sentencia de la Corte IDH ordenó al Estado mexicano diversos deberes de reparación a la


familia Radilla, que correspondían a la Procuraduría General de la República, el Poder
Legislativo, el ejército, la Secretaría de Educación Pública, el presidente de la República y —
principalmente, para los propósitos de este curso— al Poder Judicial, al que le mandataba “de
manera explícita, capacitar a los juzgadores y, de manera implícita ejercer control de
convencionalidad, acatar la jurisprudencia interamericana y en casos futuros permitir a las
familias intervenir” (Nieto 2014, 30).

La Corte IDH ordenó a México, entre otras cosas, reconocer públicamente la responsabilidad del
Estado en el caso Rosendo Radilla

En razón de que la Corte IDH se pronunció directamente sobre la responsabilidad del Poder
Judicial como parte del Estado mexicano, la SCJN resolvió el expediente Varios 912/2010, para
dar cumplimiento a la sentencia Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos.

El expediente fue resuelto por la SCJN el 14 de julio de 2011, pero aproximadamente un mes
antes se presentó otro evento trascendental, ya que el 10 de junio de ese año se publicó una
reforma constitucional en materia de derechos humanos, que justamente pretendía permear
todo el contenido de la Carta Magna con un enfoque de prerrogativas individuales
universalmente reconocidas. De esta forma, la nutrida discusión que se suscitó en la SCJN sobre
el control difuso de convencionalidad que ordenaba la Corte IDH se hizo a la luz del nuevo

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contenido del artículo 1 constitucional, entre otros, y del nuevo sentido que con ello adquirió el
artículo 133. Así, a partir de la reforma constitucional de 2011, los primeros tres párrafos del
artículo 1 a la letra dicen (CPEUM, artículo 1):

En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales
de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su
protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos
y bajo las condiciones que esta Constitución establece.

Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de


conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la
materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más
amplia.

Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de


promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad
con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y
progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y
reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la
ley.

Por otra parte, el artículo 133 de la CPEUM señala:

Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y
todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se
celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán
la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada entidad federativa se
arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones
en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de las entidades
federativas.

En el expediente Varios 912/2010, la SCJN estableció que todos los jueces del país debían
ejercer un control de convencionalidad ex officio, considerando como parámetro de análisis los
siguientes elementos, en ese orden:

1. Todos los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal (con fundamento en los artículos 1º y 133),
así como la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial de la Federación.
2. Todos los derechos humanos contenidos en Tratados Internacionales en los que el Estado mexicano sea parte.
3. Criterios vinculantes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos establecidos en las sentencias en las que
el Estado mexicano haya sido parte, y criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes de la citada Corte,
cuando el Estado mexicano no haya sido parte.

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En la misma resolución, la SCJN determinó que la interpretación por parte de los jueces
nacionales presupone la realización de tres pasos:

1. Interpretación conforme en sentido amplio. Ello significa que los jueces del país, al igual que todas las demás
autoridades del Estado mexicano, deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos
establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los cuales el Estado mexicano sea parte,
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.
2. Interpretación conforme en sentido estricto. Ello significa que cuando hay varias interpretaciones
jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes, preferir
aquélla que hace a la ley acorde a los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los tratados
internacionales en los que el Estado mexicano sea parte, para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de
estos derechos.
3. Inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son posibles. Ello no afecta o rompe con la lógica
del principio de división de poderes y del federalismo, sino que fortalece el papel de los jueces al ser el último
recurso para asegurar la primacía y aplicación efectiva de los derechos humanos establecidos en la Constitución y
en los tratados internacionales de los cuales el Estado mexicano es parte.

Conforme a estos antecedentes, la SCJN proporcionó una guía de acción a los operadores
jurídicos y reconoció la aplicación del principio pro persona, que implica, sustancialmente, que
cuando haya conflicto entre dos disposiciones normativas —nacionales, internacionales o entre
ambas— el juez tiene que preferir la que mejor proteja los derechos de las personas y también
hacer una interpretación de la ley desde la misma perspectiva garantista para favorecer la
protección más amplia.

Con el propósito de profundizar en este tema, puedes observar el siguiente video del Dr. Miguel
Carbonell:

Video 1. El control de convencionalidad

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

×
El Control de Convencionalidad

Haz clic en la imagen para ver el video

En el siguiente recurso podrás consultar todos los tratados internacionales ratificados por
México y que por lo tanto forman parte del parámetro de control convencional para nuestro
país.

Recurso 1. Tratados internacionales suscritos por México en materia de derechos humanos

×
México es parte de 210 tratados
internacionales, tanto del sistema universal
como del sistema interamericano, en los
que se reconocen los derechos humanos.
Para saber cuáles son estos tratados, así
como el año en que fueron ratificados, haz
clic en las categorías.

D á t P l
Elaboración propia con base en SCJN 2012
Haz clic en la imagen para ver el recurso

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Ahora que sabes a qué se refieren el control de constitucionalidad y de convencionalidad, en las


siguientes secciones verás cómo se relacionan estos temas con la materia electoral, qué
autoridades se encargan de ejercer este tipo de control en México y cuáles mecanismos existen
para ello.

El caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, el expediente


Varios 912/2010 –resueltos por la Corte IDH y la SCJN, respectivamente–
y la reforma constitucional en materia de derechos humanos de junio de
2011 son los precedentes más importantes para la adopción del control
de convencionalidad en México.

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

4.3 ¿Cuáles son las facultades de la SCJN en la materia?


En México, la SCJN cuenta con tres mecanismos para ejercer el control concentrado de
constitucionalidad, a saber: el juicio de amparo, las controversias constitucionales y las acciones
de inconstitucionalidad.

El juicio de amparo
El juicio de amparo encuentra sus antecedentes históricos en el México post independiente,
aunque más precisamente a mediados del siglo XIX. De acuerdo con Humberto Briseño (1990,
44 citado en Mercader 2006, 231), el 18 de mayo de 1847 el presidente interino de México hizo
del conocimiento de los habitantes de la República que el Congreso Extraordinario
Constituyente había decretado un Acta de reformas constitucionales que en su artículo 25
establecía lo siguiente:

Los tribunales de la Federación ampararán a cualquier habitante de la República,


en el ejercicio y conservación de los derechos que le conceda esta Constitución y
las leyes constitucionales, contra todo ataque de los poderes legislativo y
ejecutivo, ya de la federación, ya de los Estados, limitándose dichos tribunales a
impartir su protección en el caso particular sobre que verse el proceso, sin hacer
ninguna declaración general respecto de la ley o del acto que lo motivare.

Como puede advertirse, el amparo desde su origen fue configurado como un mecanismo de
control constitucional que buscaba hacer prevalecer los derechos reconocidos en la misma
Carta Magna contra todo abuso del poder público.

En la actualidad, el juicio de amparo puede ser definido como una institución jurídica que tiene
como finalidad la defensa de los derechos humanos reconocidos en la Constitución Federal para
los gobernados, incluidas las personas morales que busquen la defensa de sus intereses
patrimoniales. Por medio de este mecanismo, quien presenta el amparo puede exigir que se
declare que un acto o disposición normativa de una autoridad vulnera sus derechos
constitucionales y, en consecuencia, puede igualmente exigir la restitución de su derecho y del
estado de cosas previo a la vulneración (Suárez 2007, 155-6).

El amparo es un mecanismo que no es procedente en la materia electoral, sin embargo, la Ley


General de Medios de Impugnación en Materia Electoral (LGSMIME) considera un mecanismo
equivalente para la protección de los derechos político-electorales, aunque este es un tema que
estudiarás a detalle en la siguiente unidad. Por lo pronto, en este apartado se incluyó

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

información general sobre el juicio de amparo, en razón de que se trata del mecanismo de
control de constitucionalidad quizás más representativo en este tema, por vincularse con la
protección de derechos fundamentales.

Como dato adicional, cabe mencionar que el 6 de junio de 2011 se publicó una reforma
constitucional que modificó los artículos 103 y 107 de la Constitución Federal, en los que se
reconoce la existencia del juicio de amparo y se describe de manera general su funcionamiento.
Con esta reforma, el juicio de amparo se vio impactado por una perspectiva de
convencionalidad. El artículo 103, por ejemplo, en la actualidad señala que los tribunales de la
Federación resolverán las controversias que se susciten, en primer lugar, por normas generales,
actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos reconocidos y las garantías
otorgadas para su protección, tanto por la Constitución como por los tratados internacionales
de los que México sea parte.

El juicio de amparo es un mecanismo de control constitucional erigido


como un medio de defensa de los derechos humanos fundamentales, sin
embargo, no es procedente para la defensa de los derechos político-
electorales.

Las controversias constitucionales


Se trata de un medio de control que encuentra sus orígenes en la Constitución de 1824, ya que
en su artículo 137 se consideraba como una atribución de la SCJN:

Conocer las diferencias que pueda haber de un Estado a otro Estado de la


Federación, siempre que se reduzcan a un juicio verdaderamente contencioso en
que deba recaer formal sentencia, y de las que se susciten entre un Estado y uno
o más vecinos de otro, entre particulares, sobre pretensiones de tierras, bajo
concesiones de diversos Estados, sin perjuicio de que las partes usen de su
derecho, reclamando la concesión a la autoridad que la otorgó (Tena 1998, 188 en
Mercader 2006, 294)

La controversia constitucional evolucionaría a lo largo de casi dos siglos y en la actualidad se


entiende como un proceso jurisdiccional mediante el cual se dirimen conflictos competenciales
entre las entidades del poder público. Fix Zamudio (1991, 735 citado en Mercader 2006, 296) la
define de forma más precisa como: aquella controversia de carácter jurídico que puede surgir
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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

entre los integrantes de la Unión, cuando las mismas son planteadas directamente por las
entidades afectadas ante la SCJN, de acuerdo con lo establecido en el artículo 105
constitucional.

El contenido actual de este artículo constitucional señala que la SCJN es la autoridad encargada
de resolver las controversias que se presenten entre la Federación y una entidad federativa; la
Federación y un municipio; el Poder Ejecutivo y el Congreso de la Unión mediante alguna de sus
Cámaras o la Comisión Permanente; una entidad federativa y otra; dos municipios de diversos
estados; dos poderes de una misma entidad federativa, sobre la constitucionalidad de sus actos
o disposiciones generales; una entidad federativa y un municipio de otra, o una demarcación de
Ciudad México, sobre la constitucionalidad de sus actos o disposiciones generales; dos órganos
constitucionales autónomos y entre uno de éstos y el Poder Ejecutivo de la Unión o el Congreso
de la Unión sobre la constitucionalidad de sus actos o disposiciones generales.

Es muy importante aclarar que las controversias que se susciten en materia electoral no pueden
ser resueltas por la SCJN, de acuerdo con lo señalado en el mismo artículo 105 de la
Constitución federal. Por ello, no se ahonda en el tema y solo se explica brevemente para
ilustrar los tipos de control de constitucionalidad.

A inicios de 2017, la jefa delegacional de Miguel Hidalgo de Ciudad de México interpuso una
controversia constitucional por el presupuesto asignado a su demarcación, que aparentemente
era menor al asignado a otras delegaciones

Las controversias constitucionales solo pueden ser resueltas por la SCJN


para determinar la competencia de las entidades en conflicto a la luz de
la Constitución. Sin embargo, como sucede con el amparo, las
controversias constitucionales no pueden tratar sobre la materia
electoral.

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Las acciones de inconstitucionalidad


A diferencia de las controversias constitucionales y el juicio de amparo, existe un medio de
control constitucional de competencia de la SCJN que sí puede relacionarse con la materia
electoral: la acción de inconstitucionalidad. Este mecanismo de control constitucional es mucho
más reciente que los descritos previamente, apenas del año 1994, cuando fue incorporado a la
Constitución.

La acción de inconstitucionalidad es un procedimiento que corresponde resolver a la SCJN,


como máximo guardián del orden constitucional, que tiene por objetivo hacer prevalecer la
supremacía de la Constitución mediante la derogación de leyes que sean contrarias a ella.

Una definición más precisa es la propuesta por Juventino V. Castro (1994 en Mercader 2006,
333), quien se refiere a las acciones de inconstitucionalidad como: “Los procedimientos
planteados en forma de juicio ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por órganos
legislativos minoritarios, por partidos políticos con registro federal o estadual, o por el
Procurador General de la República, en los cuales se controvierte la posible contradicción entre
una norma de carácter general o un tratado internacional, por una parte, y la Constitución por la
otra, exigiéndose en el juicio de invalidación de la norma o del tratado impugnados para hacer
prevalecer los mandatos constitucionales”.

Tabla 1. Sobre acciones de inconstitucionalidad

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Elaboración propia con base en CPEUM, artículo 105, fracción II

Como se puede advertir, más que un juicio entre partes, la acción de inconstitucionalidad
representa una petición de control de validez normativa dirigida a la SCJN para que determine si
una norma es conforme con la Constitución, o no.

http://campusvirtual.te.gob.mx/Cursos/mod/book/tool/print/index.php?id=1738 24/32
19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Por tratarse de un medio de control abstracto, no exige agravio de parte, sólo requiere que se
califique la norma impugnada como inconstitucional para que la SCJN determine si lo es, por lo
tanto, tampoco se prevé la posibilidad de desistimiento, de tal suerte que quien promueva la
acción no puede retractarse de ello ni solicitar a la Corte que no realice el estudio
correspondiente ni que deje de pronunciarse al respecto.

A diferencia de las otras dos figuras de control de la SCJN —la controversia constitucional y el
amparo—, las acciones de inconstitucionalidad sí pueden versar sobre leyes electorales. En el
siguiente recurso podrás consultar algunas de las principales acciones de inconstitucionalidad
en materia electoral posteriores a la reforma electoral de 2014.

Recurso 2. Acciones de inconstitucionalidad en materia electoral

×
Haz clic en cada tema para conocer algunos
criterios que la Suprema Corte de Justicia de
la Nación emitió en acciones de
inconstitucionalidad promovidas a partir de
la reforma político-electoral de 2014:

Candidaturas independientes
Coaliciones
Libertad de expresiónParidad de

Elaboración propia con base en CONACIME


Haz clic en la imagen para ver el recurso

Finalmente, conviene señalar que para que una norma se declare inconstitucional se requiere de
al menos 8 votos de los ministros de la SCJN (artículo 105, CPEUM).

http://campusvirtual.te.gob.mx/Cursos/mod/book/tool/print/index.php?id=1738 25/32
19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Las acciones de inconstitucionalidad, a diferencia de las controversias


constitucionales y el juicio de amparo, sí pueden versar sobre la materia
electoral. El artículo 106 de la Constitución establece quiénes pueden
promover este tipo de acción y en qué materia. Para que una norma se
declare inconstitucionalidad y se torne inaplicable debe contar con al
menos ocho votos de los ministros de la SCJN.

http://campusvirtual.te.gob.mx/Cursos/mod/book/tool/print/index.php?id=1738 26/32
19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

4.4 ¿Cuáles son las facultades del TEPJF en la materia?


Como ocurre con la SCJN, el TEPJF también cuenta con herramientas procesales para realizar el
control constitucional que le corresponde, es decir, en materia electoral. Este es un tema que
estudiarás con mayor detalle en la Unidad 5, que se refiere a los medios de impugnación, sin
embargo, en esta unidad se desea destacar dos de estos medios en particular, por las razones
que a continuación se exponen en cada caso. Se trata del juicio para la protección de los
derechos político-electorales del ciudadano (JDC) y del juicio de revisión constitucional electoral
(JRC).

El JDC
Como ya revisaste, el juicio de amparo no es procedente para la materia electoral, y ello
encuentra su origen en un antecedente histórico que data de finales del siglo XIX, producto en
buena parte de un célebre debate entre los ministros de la SCJN José María Iglesias e Ignacio L.
Vallarta, en el que se impuso la postura del segundo, a efecto de que el Poder Judicial se
mantuviera ajeno a la resolución de conflictos político-electorales; tendencia que se mantuvo
hasta los años de la transición política a finales del siglo XX.

De hecho, aun con la transición la figura del amparo ha continuado siendo un mecanismo no
permitido para la defensa de los derechos político-electorales. Sin embargo, el 22 de noviembre
de 1996 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley General del Sistema de Medios de
Impugnación en Materia Electoral (LGSMIME), cuyo Libro Tercero versa sobre el JDC, y cuyas
características particulares podrás estudiar en la Unidad 5. Por lo pronto, más que su
descripción, se desea señalar que se trata de un medio de control constitucional y convencional
que es competencia del TEPJF.

Al respecto, es conveniente mencionar que el artículo 35 de la CPEUM establece los derechos


que asisten a las personas que cumplen con los requisitos para ser considerados ciudadanos,
entre los que se encuentran el derecho a votar y ser votado, a la afiliación y de petición.
También resulta pertinente advertir que, desde una perspectiva de convencionalidad de los
derechos humanos, existe un principio de interdependencia que consiste en reconocer que un
derecho no puede ser ejercido plenamente si no se acompaña del ejercicio de otros, de tal
suerte que los derechos políticos no pueden ser plenamente disfrutados si no existe, por
ejemplo, un libre ejercicio del derecho a la libertad de expresión, a la información, o de
convicción religiosa, todos igualmente considerados en la Constitución. En este orden de ideas,
cuando un ciudadano estima que han sido violentados sus derechos políticos o algún otro
derecho civil que implícitamente vulnere los políticos, puede acudir ante el TEPJF a solicitar su
defensa.

http://campusvirtual.te.gob.mx/Cursos/mod/book/tool/print/index.php?id=1738 27/32
19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

El JDC es, por lo tanto, un mecanismo de control constitucional que corresponde atender al
TEPJF, ya sea mediante su Sala Superior o por conducto de alguna de las Salas Regionales.

El JDC es un mecanismo de control constitucional de competencia del


TEPJF, cuyo ámbito de tutela se ha venido ensanchando gracias a la
perspectiva del control de convencionalidad adoptada en México durante
los años recientes.

El JRC
El otro medio de control que se desea destacar en esta Unidad se refiere al JRC, mediante el
cual, como es fácil inferir, el Tribunal verifica que tanto las leyes como los actos de autoridad
ejecutados por otras instancias en materia político-electoral se apeguen a la Constitución.

Aunque igualmente estudiarás este medio de impugnación con mayor detalle en la siguiente
unidad, por lo pronto es pertinente señalar que se trata de un juicio que puede entenderse
como “el medio de control jurídico constitucional por vía de acción que puede ser interpuesto
por los representantes legítimos de los partidos políticos con la finalidad de impugnar la
constitucionalidad de los actos y resoluciones de las autoridades electorales, encargadas de
organizar y calificar los procesos electorales locales o municipales, o bien, resolver las
controversias que en éstos se susciten, por considerar que se viola un precepto de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” (Suárez 2007, 429-430).

Por otra parte, en la LGSMIME se establece que el JRC es procedente únicamente para impugnar
actos o resoluciones de autoridades de las entidades federativas que sean competentes para
organizar y calificar los comicios locales o bien resolver las controversias que tengan lugar
durante el desarrollo de estos, siempre y cuando se presenten las siguientes condiciones
(LGSMIME, artículo 86):

1. Que tales actos o resoluciones sean definitivos y firmes.


2. Que se trastoque algún precepto constitucional.
3. Que la violación reclamada pueda resultar determinante para el desarrollo del proceso electoral respectivo o el
resultado final de las elecciones.
4. Que la reparación solicitada sea material y jurídicamente posible dentro de los plazos electorales.
5. Que la reparación solicitada sea factible antes de que tomen posesión los funcionarios electos.
6. Que se haya agotado en tiempo y forma todas las instancias previas establecidas en las leyes.

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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

Este tipo de control de constitucionalidad es de tipo concentrado y el TEPJF lo ejerce tanto


mediante su Sala Superior como por conducta de sus Salas Regionales. La Sala Superior lo hace
cuando se trate de actos o resoluciones relacionados con las elecciones de gobernador o jefe de
gobierno de la Ciudad México, mientras que las Salas Regionales son competentes sobre actos
o resoluciones relacionadas con las elecciones de autoridades municipales, diputados locales y
órganos político-administrativos de Ciudad de México (LGSMIME, artículo 87).

Así, el TEPJF puede revocar, confirmar o modificar el acto reclamado, es decir, el acto o
resolución de algún tribunal o instituto electoral local, dependiendo de si se actualiza o no la
violación a algún precepto constitucional. Por lo tanto, el JRC es un medio de control de
constitucionalidad ejercido por una autoridad jurisdiccional federal facultada para ello —el
TEPJF— respecto a actos y resoluciones de autoridades estatales en materia electoral, siendo
estos principalmente los tribunales e institutos electorales.

El JRC es procedente únicamente para impugnar actos o resoluciones de


autoridades de las entidades federativas que sean competentes para
organizar y calificar los comicios locales o bien resolver las controversias
que tengan lugar durante el desarrollo de estos.

La inaplicación de normas contrarias a la CPEUM


El TEPJF está facultado para determinar la inaplicación de normas que se estimen contrarias a la
Constitución Federal para casos concretos, una vez que se hubiese realizado el estudio de fondo
del asunto de mérito.

Esta atribución deriva desde la Constitución misma, concretamente del artículo 99, en el que se
señala que tanto la Sala Superior como las Salas Regionales pueden resolver la no aplicación de
leyes sobre la materia electoral que resulten contrarias a la CPEUM. Igualmente se señala que las
resoluciones que se dicten en el ejercicio de esta facultad se limitará al caso concreto sobre el
que verse el juicio y que se deberá informar a la SCJN.

En el caso de que una tesis que hubiese sido dictada por alguna de las Salas del TEPJF se
contradiga con alguna otra con origen en el pleno de la Corte o en alguna de sus Salas,
cualquiera de los ministros, las mismas Salas o incluso las partes pueden denunciar la
contradicción de tesis, en cuyo caso el pleno de la SCJN deberá determinar cuál es la tesis que
deberá prevalecer (CPEUM, artículo 99).
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19/2/2018 Unidad 4. Control de constitucionalidad y convencionalidad

La CPEUM faculta al TEPJF para determinar la inaplicación de leyes que


resulten contrarias a la misma Constitución, pero sin efectos erga omnes;
es decir que la norma en cuestión solo deja de aplicarse para el caso
concreto.

El control de convencionalidad en las sentencias del TEPJF


Si bien el TEPJF ha adoptado una perspectiva de convencionalidad en su trabajo jurisdiccional
en consonancia con la obligatoriedad que derivó del caso Radilla, lo cierto es que incluso desde
años antes el Tribunal ya había dado muestras de estar sintonía con esa tendencia.

El ex magistrado del TEPJF y ex presidente de la CIDH, José de Jesús Orozco Henríquez (2014,
43-5), advierte que, en la primera integración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación —es decir, de la que él formó parte y que cubrió el periodo de 1996 a 2006— se
pueden identificar al menos tres tipos de casos con precedentes de convencionalidad, a saber:

1. Invocación de tratados internacionales de derechos humanos para complementar o reforzar la determinación del
fundamento normativo (SUP-JDC-037/1999; SUP-JDC-037/2001; SUP-JRC-069/2003 y SUP-JRC-221/2003).
2. Aplicación directa de preceptos constitucionales y convencionales ante omisión legislativa (SUP-RAP-031/2006).
3. Invocación de tratados internacionales para complementar o reforzar una interpretación conforme con la
Constitución y la Convención (SUP-JDC-015/2002; SUP-JDC-117/2001).

Obviamente, la integración pasada del TEPJF dejó un legado importante de resoluciones en las
que se advierte con mucha mayor claridad una perspectiva de convencionalidad. Solo a modo
de guisa, a continuación se pone a tu disposición un breve listado de sentencias relevantes en
materia de control de convencionalidad:

1. SUP-RAP-75/2010 (sobre libertad de expresión y el principio pro persona)


2. SUP-RAP-194/2010 (sobre excepciones al principio de libertad de expresión)
3. SUP-JRC-68/2011 (sobre derecho a la información en los procesos electorales)
4. SUP-JDC-713/2004 (sobre validez y efectividad del sufragio)
5. SUP-JDC-98/2010 (sobre interpretación garantista en el registro de candidatos)
6. SUP-JDC-11/2007 (sobre derechos indígenas)
7. SUP-JDC-488/2009 (sobre acción afirmativa indígena)
8. SUP-JDC-2027/2007 (sobre normas internas de los partidos políticos)
9. SUP-JDC-2471/2007 (sobre el derecho de asociación)
10. SUP-JRC-18/2008 (sobre designación de consejeros electorales)
11. SUP-JRC-267/2007 (sobre tutela de honra y reputación)
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Es posible encontrar precedentes de control de convencionalidad en las


sentencias del TEPJF incluso con anticipación a la resolución del caso
Rosendo Radilla vs. Estados Unidos Mexicanos.

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Fin de la unidad
¡Has llegado al término del material de estudio de esta unidad!
Ahora podrás realizar los ejercicios de evaluación de la unidad. Los ejercicios de evaluación
tienen un valor máximo de 10 puntos, y consisten en preguntas de opción múltiple, verdadero-
falso y relación de columnas sobre los contenidos abordados en la unidad, donde deberás elegir
la respuesta correcta. Tendrás un intento para contestar los ejercicios y contarás con un
tiempo máximo de 1 hora.
Cuando concluyas, el sistema te mostrará la calificación que obtuviste, y si tuvieras respuestas
incorrectas te presentará una breve explicación del porqué (retroalimentación).
Haz clic en el siguiente botón para comenzar:

Ejercicios

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