Está en la página 1de 57

CHARINI Y LOS PAJARILLOS

CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Fue un momento eterno, parecido al fuego,


tan antiguo y misterioso como él, pero
más allá del fuego humano, más allá de las palabras
y de lo que con ellas se expresa, más allá de la vida
y de la muerte.

Aranmanoth, Ana María Matute

Dios escribe derecho con renglones torcidos.

Los renglones torcidos de Dios, Torcuato Luca de Tena

2
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

La llegada

Antes de emprender el viaje, Charini jamás habría imaginado deambular por


Sierra Mágica.

Ella se mantenía joven de espíritu, a pesar de que la edad física no la acompañaba


tal como sí lo hacía el paquete de tabaco que se fumaba cada día a sus ochenta y ocho.
Sin embargo, solo tosió una vez en todo el trayecto.

Charini no tenía el carné de conducir, pero manejaba a la perfección su mente. O


no tanto, pues era demasiado indescifrable para nosotros, sus compañeros de éxodo. Si
algo sabíamos de ella, más allá de lo que observábamos, nos lo decía dejándonos con la
estupefacción de conocer algo de ella que nunca habríamos adivinado mediante
especulación.

La primera vez que la vimos, todos nos llevamos la misma impresión: parecía una
mujer tímida en tanto en cuanto caminaba rozando la pared, escondida tras la monitora.
Era la primera vez que bajaba donde se encontraba la pandilla de cuerdos del Sierra
Mágica, es decir, en el lugar en que nosotros hicimos piña. Sin embargo, no era la
primera ocasión en que bajaba allí, puesto que, a lo largo de su vida, ya había estado
muchas veces; sin saberlo.

Ese día tocaba hacer pilates, esto es, ese ejercicio que se hace para amansar a las
bestias cuando se encuentran en un estado de éxtasis continuo. Charini no dejó pasar la
oportunidad de salir a la calle para hacer lo que el noventa y cinco por ciento de los
españoles hacen cuando esperan en la calzada: fumar, cómo no. Antes de poder darle
una calada a su cigarro —solo una, pues otros internos le pedían unas caladillas, anda
—, era obligatorio hacer pilates, pero las articulaciones de esta entrañable señora no
eran las de los nueve cigarrones que allí nos encontrábamos. De este modo, hizo lo
mismo que el mudo: lo que pudo.

Recuerdo el día del pilates de manera jocosa. No por Charini, que también, sino
por la llegada de Melibea, la cual se dejó a Calisto en Sierra Nevada. Melibea era igual
de alta que Charini, es decir, metro y cincuenta, pero era muchísimo más joven y tenía

3
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

el pelo largo, del color de la miel. Es importante el dato de la altura en la medida en que
se cayó de la cama dos veces la misma noche que llegó. No dijo nada y nadie se enteró
hasta que, la mañana siguiente, la Rottenmeier entró en su habitación y se la encontró
con un tremendo dolor de cervicales. Tanto dolor tenía que no había ido ni a desayunar.
Como nadie la conocía y era la primera noche entre nosotros, nadie se dio cuenta de su
ausencia. Fue la propia Melibea la que indicó que no quería molestar la primera noche,
lo que fue reprochado por la gobernanta.

De lo que sí se sorprendió Melibea fue de que, con el trasiego de la caída, la


Rottenmeier solo me pasó revista a mí y se la dejó a ella como perro de nadie ladrando a
las puertas del cielo. La caída, aunque aparatosa y repetida dos veces a lo largo de la
noche, sirvió para hacernos muy amigos de Melibea y de su dulzura, además de su
ánimo.

Pasaban los días y Charini pasaba desapercibida. Nadie la conocía tanto como
para escribir su historia. Asimismo y hasta este momento, había otros bípedos más
interesantes para relatar su estancia en Sierra Mágica.

Dentro del mencionado grupo, se encontraba Pedro Picapiedra, un tipo muy


peculiar (como todos, la verdad). No obstante, Picapiedra tenía un no sé qué que
balbuciendo porque hablaba un poco estrambótico, de ahí que reproduzca una de las
mejores conversaciones que tuve con él (a pesar de que todas son dignas de pervivencia
en la escritura):

—¡Tú vas de Puma!, dijo él.

—No, Pedro, yo no fumo.

—¡Que tienes una camiseta de la marca Puma!, pero si me trajeras esta tarde unos
cigarrillos, ya que a ti no te conocen abajo…

En realidad, tenía un serio problema con el tabaco. Menos mal que estaba Charini
para controlarlo, aunque era complejo. Cada vez que le daban un permiso para pasar
parte del día fuera, se iba corriendo al supermercado más cercano a pillarse una litrona e
ir a buscar chorba. Lo de sus amoríos da para saga literaria, pero, en resumidas cuentas,
él decía que había tenido más de quinientas mujeres postradas ante él (entre ellas, figura

4
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

el nombre de muchas famosas bastante cotizadas). Contaba que todas lo habían dejado
porque nunca se entendían las familias entre sí, pero la verdad es que su razonamiento
es un poco (solo un poquito) inverosímil. Ahora, su único objetivo es conseguir que la
de Almería se enamore de él locamente, pero no sabe cómo se lo va a decir. Le escribe
cartas a diario, pero no recibe respuestas; del mismo modo que pasa con sus miles de
hijos, de quienes no sabe nada porque le prohíben verlos (totalmente entendible y justo).
En verdad nos dice que, realmente, quiere que todo el mundo se entere de que alguien
ha abierto el arca de la Alianza y está haciendo cosas muy turbias con ella que ponen en
jaque al mundo entero. Y sabe de lo que hablaba, puesto que era un as jugando al
ajedrez.

En ese terreno de juego, solo Gordon le hacía competencia. Gordon era


muchísimo más joven que él y, por tanto, la experiencia no era su punto fuerte. Sin
embargo, había visto jugar a los mejores del mundo y su defensa siciliana era
infranqueable. Igualmente, él era un tío infranqueable por sus medidas (Hulk a su lado
es una zapatilla vieja). A pesar de que se le veía como un gran bulto a doscientos
kilómetros, consiguió escaparse del Sierra Mágica de manera prodigiosa. Para ilustrar
este trepidante escamoteo, se puede decir que, desde que le dijeron que lo trasladarían a
un entorno aislado del mundo, estuvo dos semanas hablando con alguien por una red
social que no estaba restringida para burlar esta prescripción médica. Poco pensó en su
excesivo problema con el azúcar, por el que había de pincharse cada ocho horas. Nadie
sabe qué ha pasado con él; si lo han encontrado o no, no es problema de Charini, pues
ya tenía ella bastante con esquivar a aquellas vecinas a las que les había dicho que se iba
a pasar unos días a casa de su hermana mañica.

De esta tierra norteña, procedía uno de los seres más inteligentes con los que me
he cruzado en el planeta: Antón Pirulero. Poca justicia le hace este sobrenombre infantil
que nada tiene que ver con su altísimo coeficiente intelectual. Tanto es así que, entre él
y Melibea, me propusieron escribir la historia más apasionante que cualquier escritor
soñaría redactar. Así que está en proceso, pero mis dudas internas se cuestionan si
logrará pasar el filtro más abrupto que existe (no es un detector de plagio, sino que se
trata de Charini). Creo que la abuela Charini, en estos primeros días junto con nosotros,
solo entabló una conversación —muy monótona para ser ella— con Melibea. Nunca

5
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

supe de qué hablaban exactamente, pero estaban muy fanatizadas con el tema de la
maternidad.

Por un lado, Charini tiene solo una hija que trabajaba como enfermera en un
prestigioso centro de salud madrileño, por lo que no tenía mucho tiempo para ver a su
madre (malditos e injustos turnos de 18 horas). No se llevaban muy bien al no permitirle
ver a sus nietos más a menudo, aunque no le guarda demasiado rencor.

Por otro lado, Melibea tiene dos hijos. Uno trabaja reinando detrás de la barra del
único bar que estaba abierto y el otro, en una compañía telefónica de cuyo nombre no
quiero acordarme (además de que no me financia). El de los móviles no quería ni ver a
su madre, mientras que el mayor, el camarero, se preocupaba en demasía por ella. Así
pues, acudió al Sierra Mágica para comprobar en qué estado se encontraba su madre y,
cuando accedió, lo primero que contempló fue una pelea en la que el Langosta le
propinó un puñetazo al Garrafas mientras el primero era reducido por un guardia de
seguridad. Tanto se asustó el camarero que quería sacar de allí a su queridísima madre,
aparte de que la Rottenmeier de turno le gritaba al hijo que su madre no estaba
diagnosticada y que, por tanto, no sabía qué hacer con ella, lo cual abrumó al pobre
muchacho.

De hecho, no sabía qué hacer con nadie. Quizá no valía para ocupar el puesto tan
importante que ocupaba en el Sierra Mágica. Quizá por ello se tuvo que tomar un
respiro y, por lo que tengo entendido, inhaló todo el aire de la sierra.

Antes de irse a respirar, dejó todo su trabajo hecho para sus compañeros de
profesión, esto es, se marchó y el portazo resonaba días después de su marcha como un
signo de interrogación, ya que nadie sabía qué hacer con sus reos.

En el transcurso de su deserción, todos sus buenos y cualificados compañeros


trataron de ocultar las carencias que dejaba la Rottenmeier como una estela aviónica.
Sin embargo, hizo algo digno de admiración, pese a que no me alegré nada en su
momento: le dio boleto a Melibea, pero lo hizo de la mejor manera posible, esto es,
hablando con su hijo cordial y sosegadamente, algo a lo que no acostumbraba. Recuerdo
que estuvieron hablando durante una hora larga y, contenta porque su hijo lo había
entendido todo, Melibea nos comunicaba que su partida era inminente. Su estela era

6
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

mucho más luminosa que la de la Rottenmeier y todos lloramos detrás de ella. Nos
alegrábamos y, a la vez, nos apenábamos porque no volveríamos a disfrutar de su
alegría ni de su carácter confidente. Desde este día, algo importante sucedió para mí:
pasé a ser el confidente de todo el mundo, sustituyendo a la irreemplazable Melibea.

La suerte que tuvo esta vivaracha señora es que no tuvo que soportar el arduo
proceso de cambiar de guía espiritual, aunque Charini se salvó del mismo, tal como
merecía después de tantos años sufriendo. No es la única en el mundo, pero ella decía
(no yo, sino ella) que su soberbia y su egocentrismo encabezaban la lista de propósitos
para transformar en año nuevo o, pensándolo mejor, paulatinamente.

Menciono que lo decía ella, debido a que no se le notaba en absoluto. Estas


confidencias nos las empezó a contar mucho antes del momento en que comienza esta
narración con sobresaliente cum laude en Chismología y Ciencias de la Información
Amarilla.

Si nos remitimos a los comienzos, en el principio era el Verbo (o el Adverbio), y


el Verbo (o el Adverbio) era con Dios, y el Verbo (o el Adverbio) era Dios. Seriamente,
podemos decir que esta historia aún no ha comenzado, aunque sea difícil de entender
esto último. Siempre se dice que todas las buenas historias comienzan con una buena
página web de trucos para comenzar a escribir una historia impactante que atraerá a
todo tipo de lectores. Sin embargo, esta historia empezará de manera diferente. Ahí
utilizo un futuro incierto, tambaleante. Creo que es mejor, en este caso, usar un futuro
casi inmediato, concertado, un be going to de toda la vida gringa. Así que digo que esta
historia va a comenzar en cuanto yo diga, que para algo soy el Autor.

II

La estancia

Nadie elige que una historia comience; simplemente, sucede. Esta historia sucedió
como tantas otras. Lo que pasa es que algunas perviven en el tiempo mediante la
escritura. ¡Cuántas historias magistrales se habrán perdido en los susurros de la vida!

7
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Este viaje no trata sobre Charini, sino sobre mí. La realidad de este periplo,
resumido y filtrado a través de mis ojos, habla más sobre mis principios y sobre mi
manera de entender el mundo en un determinado momento concreto, influenciado bajo
unas circunstancias muy particulares, que se descubrirán poco a poco (o no), que sobre
la excelsa figura de una señora muy mayor y, por ende, muy sabia.

29 de junio

La vida es como una montaña rusa y hay que disfrutar el tiempo que dura la
atracción en funcionamiento, que se ha visto reducido por los elevados niveles de
inflación. El caso es que tengo que agradecer a la señorita Wench el hecho de que me
devolviese la ilusión por escribir; aunque me cueste decírselo personalmente, su actitud
ante las adversidades que plantea trabajar en el Sierra Mágica ha sido
extraordinariamente positiva.

Solo intentar encauzar mis pensamientos mediante la escritura es un acto de


valentía por mi parte. Soy consciente de ello. Aún me cuesta asimilar todo lo ocurrido,
pues me falta la perspectiva temporal, pero voy a autoengañarme con un falso
positivismo que, desafortunadamente, mantengo. Al menos, conozco aquello que me
conviene, es decir, aquello que hará que mi depresión mejore: hablar, manifestar mis
emociones verbalmente a los especialistas y a mis familiares. A estos últimos les he
hecho tanto daño que, en este preciso instante de la tarde, me da vergüenza mirarlos a la
cara. Lo mismo me pasa con mis amistades; mi carácter asocial los frusta, pero luchan
incansablemente por mantener el fino hilo que nos une, el cual se sostiene por la
cualidad más positiva que creo poseer: saber escuchar. Escucho siempre y hablo poco.
Sin embargo, mis pensamientos se han vuelto contradictorios por intentar entender
todos los puntos de vista sobre lo que me ha pasado. Así, he colapsado internamente.

Tengo claro que mi única enfermedad es la pereza, que, según los guías
espirituales, se llama depresión con visos psicóticos. Quizá el sentimiento de no
pertenencia cambiase mi vida a mejor, o a peor. Todo depende de mí; está en mi mano.
Cada vez que recuerdo la idea de la predestinación, se me viene a la cabeza Segismundo
de La vida es sueño. No puedo dejar de pensar que lo vivido hasta finales de abril —y
desde ahí hasta ahora— marcó un antes y un después en mi vida.

8
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Mi compañero de habitación me acaba de preguntar si estoy escribiendo “el diario


de la guía espiritual”; a ello he respondido afirmativamente. Él también es de pocas
palabras, así que no tenemos problemas de comunicación.

Este diario de la señorita Wench, pues ella lo ha hecho posible, no creo que se lo
dé a ningún guía, por ahora. Así que espero que no me pregunten mucho por él si me
ven escribiendo en la sala. Mi cautela y yo intentaremos hacer lo propio igual que he
hecho siempre todo lo que me apasiona (aunque ahora no sepa decir qué me apasiona):
alejado de la sociedad.

30 de junio

Hoy, desde mi atalaya, descubro que vivo del cuento; ojalá fuese literal ese dicho
(¿quién no quiere convertirse en un Pérez-Reverte con su éxito inconmensurable?), pero
lo cierto es que mantiene en mí su sentido literario. Así pues, el lunes he de tomar una
decisión importante: elegir la vía fácil basada en el alta cuando la Rottenmeier lo estime
conveniente o la vía desconocida, cuyo pilar se asienta sobre el Sierra Morena. Parece
que tengo dos querubines que me aconsejan a la hora de escoger un camino u otro; aún
no sé qué hacer. Ojalá este fin de semana mis ideas se aclaren mediante este diario, si
bien es cierto que acabaré siempre en el mismo sitio, esto es, donde los demás quieran.
No me siento capaz de tomar ninguna decisión propia, aparte de escribir el presente
diario y hacer sudokus (con el quebradero de cabeza que conllevan).

Aún no encuentro mi castigo por cometer intencionadamente uno de los siete


pecados capitales: la pereza. Esta me salva de cometer los otros seis con suma
delicadeza.

Como quieren darme el alta, mis familiares creen que los guías espirituales hacen
lo mejor para mí al protegerme en cierto modo. Sin embargo, sigo pesimista, tal como el
cien por cien de mis días en este mundo. Qué feo queda eso del cien por cien, pues,
además del extravagante porcentaje, no es verdad que yo haya sido pesimista todos los
días de mi vida. He sido optimista un veinte por ciento de ellos por lo menos, por lo que
decir esto es un gran paso para mí.

9
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Volviendo a los pecados capitales, la pereza ha causado otros errores humanos


como la temida procrastinación, la envidia, el egoísmo; a pesar de que aquí me dicen
siempre que solo he de pensar en mí y en recuperarme. Yo tengo claro que, a través de
mentiras piadosas, he engañado tanto a familiares como a amigos con el objetivo de
quedar bien con todo el mundo, pero ni yo mismo me lo creo. Me ha salido el tiro por la
culata; desafortunadamente, para mi yo pesimista, este apotegma es solo literario.

La Rottenmeier se ha llevado el cuestionario sobre mi estado de ánimo para hacer


otro diagnóstico. Yo me autodiagnostico sin un éxito mínimo, así que me deprimo. En
verdad, me autodiagnostico apatía vital, pero creo que no es una enfermedad, así que
quizá me etiqueten con una esquizofrenia o con un trastorno bipolar, por ejemplo.
Míster Sportacus, uno de los preceptores, me dijo que yo seguiría siendo yo, pero aún
me cuestiono quién soy y, si no lo sé ni yo, ¿quién lo va a saber? Lo único que sé es que
a ellos les pagan para aconsejarme, pero yo tengo que poner de mi parte si quiero salir
de este bucle, tal como me dijo una vieja conocida cuyo nombre he olvidado. Espero
acordarme de él en algún momento.

A pesar de que ayer escribí sobre la cama, apoyado en una enciclopedia de


Océano, hoy me encuentro más cómodo en un sillón típico del Sierra Mágica con los
pies en alto y la espalda apoyada, y ligeramente inclinada hacia atrás.

Aún me quedan muchos recuerdos por plasmar, pero no dejan de atormentarme


las ideas que se asemejan a las de Alice Gould en Los renglones torcidos de Dios.
Espero desarrollar este tema con muchísima más profundidad. Ahora, solo quiero
continuar el Robinson Crusoe.

1 de julio

Los sudokus hacen que me concentre aquí. Pese a que mis compañeros
experienciados en la vida los detesten, a mí me ilusiona hacerlos; de igual modo me
ocurre con las sopas de letras porque el hecho de encontrar palabras me parece una
metáfora de mi vida al revés, ya que no encuentro las palabras exactas susceptibles de
describir mis pensamientos (invoco a don Juan Ramón Jiménez y exclamo: ¡intelijencia,
dame el nombre exacto de las cosas!). Sé que pido imposibles, pero en mi situación es

10
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

muy conveniente que verbalice mi estado de ánimo a quien sea; por supuesto que no lo
hago.

Hoy he hablado más de la cuenta gracias a las sopas de letras, que son el núcleo
central que coordina las pocas neuronas que me quedan después de las barbaridades que
he hecho. Aquí le echan la culpa a una enfermedad, pero una enfermedad no hace (o no
debería hacer) que una persona consciente (y nunca bajo la influencia de sustancias
estupefacientes) renuncie a sus principios, si es que alguna vez los he tenido (me viene a
la cabeza Groucho Marx desafortunadamente). Tengo unos principios que se adaptan
perfectamente a la persona con quien esté en cada momento y eso me aterra a la vez que
me alivia. Pienso que, al mantener conversaciones con desconocidos durante un breve
lapso temporal, todo el mundo se adapta a los principios de la otredad para resultar
agradable. No obstante, he conocido a mucha gente valiente que hace lo contrario sin
resultar obscena, puesto que mantiene sus principios agradablemente, además de que
hace lo propio de manera educada.

Al fin y al cabo, me estoy dando cuenta de que estas personas abundan más a mi
alrededor, aunque lo de la educación daría para ríos de tinta. Ojalá que me pareciese a
esas personas que no cambian de principios según convenga en la conversación. No me
lo permito en un plazo temporal tan corto. Me voy a cagar. Creo que acabo de defecar
de la forma más armoniosa que se puede en el moderno Sierra Mágica, ya que mi
compañero está de permiso hoy y los demás están tranquilamente viendo la tele (la
escucho un poco) o pintando mandalas, los cuales detesto. Nunca me ha faltado nada
(comida, ropa, vivienda,…) y, ahora, deseo que me falte todo por no haber sabido
valorar la suerte que he tenido en mi vida. Ya no tengo tantas lagunas de memoria
(desde el nunca tendría que estar escribiendo en un párrafo aparte) y no sé cómo las
tuve, bueno, sí lo sé, pero tendrá que esperar el lector de este diario (yo mismo) para
aclararlo sin prueba alguna que pueda demostrarlo.

Sigo pensando en Alice Gould y hasta me autodiagnostico enfermedades que


salen del cajón de sastre para meterse dentro de mi mente. Ya he pasado por las manos
de cinco guías espirituales que, si llegasen a leer este diario, me diagnosticarían de por
vida.

11
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Yo me he aburrido de la vida, me he quedado sin ilusiones (impensable para una


persona tan joven enmarcada en la sociedad europea de clase media baja, cuyo único
objetivo lazarillesco habría de ser medrar socialmente). Pese al estigma con el que
cuenta la salud mental en el país que va muy bien para los de siempre —es decir, para el
banquero, para el alcalde y para nuestro presidente—, incluso entre los profesionales
que trabajan dentro del sistema, poco a poco se valora que hay heridas que no se
manifiestan físicamente, pero duelen muy adentro.

Ya me han contado que mi decisión del lunes será muy importante; es la


relacionada con la entrada en el Sierra Morena o no. Bostezo solo de pensarlo. La
comunidad científica está de acuerdo, mientras que la comunidad de la república
independiente de mí mismo está en desacuerdo. En mi mano está, pero no estoy
nervioso porque mi indiferencia marcará como siempre el camino en mis
contradicciones internas (recuerdo el poema de Lope de Vega que lo describe a la
perfección, aunque lo dedique al amor: quien lo probó lo sabe).

Aprovecho para escribir un poco más hoy que me encuentro en soledad, si bien es
cierto que yo me siento solo incluso entre la multitud. Parece que tengo sentimientos,
pero ahora no quiero mostrarlos si quiero ser coherente con mis informes diarios (este
diario es una bomba de relojería que serviría para etiquetarme al cien por cien, lo cual
me suena haber dicho ya. No vuelvo atrás por pereza, pero sigo escribiendo. Otra
contradicción más. Ojalá que posea la mente de Scott o, por metonimia, la de Gómez-
Jurado, su autor).

Mi salvador, según don Pimpón, viene hoy a visitarme supuestamente. Es mi


hermano y creo que es el único por quien siento afecto, aunque no se lo demuestre por
incapacidad crónica. Sin más, mañana quiero hablar del teatro.

2 de julio

Las máscaras y los títeres representan la función a la perfección en España, tal


como si se tratara de una epidemia. Sé que todos encarnamos un papel ante el mundo;
unos lo hacen mejor y otros, peor. Me considero de los segundos, pues perdí el sentido
de mi vida hace ya algún tiempo. En una sociedad democrática, o en cualquier sociedad,
hay que respetar unas reglas que, supuestamente, todos convenimos y que todos hemos

12
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

de cumplir. Yo me las he saltado a la torera. He estado engañando a los demás durante


mucho tiempo. Mi yo verdadero es solitario, silencioso, pensativo,… He traicionado a
todos pareciéndome a quien no soy: alegre, optimista,…

Volviendo al tema de las máscaras, considero humildemente que los bípedos


españoles (los que más y mejor conozco) es, sui géneris, alegre y dicharachera, más si
cabe en Andalucía (pese a que odio los tópicos diatópicos). Sin embargo, todos tenemos
problemas internos que solemos exteriorizar (esta primera persona del plural no me
incluye en este momento). Jamás he exteriorizado mis problemas (los graves), quizá el
mayor de ellos fuese suspender Matemáticas, del cual se sabe hasta en los confines de
este nuestro planeta. Me encierro en mí mismo y aún en la escritura no he logrado
plasmarlos, pero me regocijo por estar escribiendo mi diario, algo que creo que solo
sabe mi compañero de habitación, aunque más pandilleros lo tienen, pues fue la señorita
Wench quien nos lo proporcionó a todos con una bonita frase que podría aparecer
grafiteada en cualquier muro barriobajero.

Miro las páginas apesadumbrado, pues no son muchas las que me quedan. Al ser
el diario del Sierra Mágica, lo de antes puede significar que mi tiempo aquí se agota.
Pero ¿dónde he estado yo a gusto alguna vez? No es que no haya vivido momentos
felices, que los tengo y los he tenido a raudales, sino que la pregunta que me acabo de
hacer demuestra que siempre busco un sitio donde estar a gusto, como si el problema
estuviese flotando fuera de mí cuando, en realidad, está profundamente dentro de mi ser.
Como ya sé, no exteriorizo mis verdaderos problemas ni ante mis mentores. Perder la
voluntad en un mundo como el actual, donde lo tenemos todo a tan solo un clic, es un
acto de rebeldía al igual que le ocurre a Azorín en La voluntad.

No querría acabar tan pronto este maravilloso diario, que ahora se erige como mi
confidente, de modo que, en mi papel, he decidido hacer la letra más pequeña muy a mi
pesar, además de no dejar apenas márgenes, lo cual considero un acto vandálico, pero,
como se sabe, mis principios son muy itinerantes en un muy corto periodo de tiempo.

Mi compañero de habitación se ha ido. Parece que los astros se han alineado para
que este fin de semana yo pueda reflexionar tranquilamente, como a mí me gusta, sin

13
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

nadie alrededor preguntándome qué hago. No sabría responder a ese qué hago. Tal vez
ordenar mis ideas, mi cabeza, mi pensamiento, pero jamás contestaría eso a nadie.

Mañana he de tomar la determinación de quedarme o no en el Sierra Mágica, lo


cual conduce a mi mayor reto: sanar. No quiero recuperarme, no quiero ni merezco ser
tratado, pero la Pepa así lo dispuso. Espero que mañana me dejen reflexionar después de
conocer el Sierra Morena. Siento que no estoy preparado para afrontar mi mundo
interior, la comunidad que yo he ido creando a través de juegos de máscaras en los que
me pongo la del “no me pasa nada; estoy bien”. Como humano que soy, o eso creo —
tengo humanos y soy sentimientos—, me he quitado la máscara involuntariamente,
debido a que me han desenmascarado. Más vale tarde que nunca. Aunque aún no sepa
dónde voy a acabar mañana (tampoco quiero adelantar acontecimientos, lo cual es signo
de ansiedad). No voy a planificar nada para que todo salga a mi manera, puesto que no
es mi problema; a día de hoy, sigo confiando en la indiferencia como arma y síntoma
seguro de una enfermedad mental segura, pero relativa en tanto en cuanto Heráclito
decía que nunca nadie se baña dos veces en el mismo río; mi corriente es más itinerante
que la Barraca de Lorca, así que Heráclito es uno de mis guías. Además, ahora,
Robinson Crusoe se ha convertido en mi ayudante, por lo que sigo leyéndolo.

4 de julio

Vagaba por los pasillos del Sierra Mágica cuando me acordé de la existencia de
este diario. La señorita Wench me insistió ayer para que no lo olvidara por su
importancia, y no se equivoca. No sé qué escribir, pues estoy pensando en mi traslado al
Sierra Morena. ¿Será paulatinamente, tal como afirma la Rottenmeier, o será un proceso
rápido mediante el cual mi compañero y yo seremos desterrados de la habitación de
manera definitiva para injertarnos en ese maravilloso lugar donde determinarán qué
diagnóstico es el más adecuado para alguien que ha perdido el destino de su existencia?

Según he comprobado, el Sierra Morena está totalmente conectado con el Sierra


Mágica en casos extremos. Esto no viene al caso ahora. Lo importante es saber qué
viraje he de tomar con respecto a la sociedad. En primer lugar, tengo claro que quiero
volver a mi casa, pero me tienen que tener vigilado por atentar contra lo más preciado
que posee cualquier ser humano. Al haberlo hecho sin causar perjuicio a nadie, voy al

14
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Sierra Mágica en vez de a la cárcel. Creo que no merezco estar en este sitio tras una
vida como la mía. Pienso que no soy preciso, aunque si hemos venido a cumplir una
función determinada cada uno, mi papel aún está por definir. Soy yo quien he de
prepararlo con esmero, soy yo quien tiene la última palabra y ya tomé una decisión muy
importante hace escasas semanas, la cual no gustó mucho a mi entorno (normal). Como
no supongo una amenaza para nadie, solo para mí mismo, los guías espirituales del
Sierra Morena han de vigilarme y etiquetarme. Al no querer este Pepe eso, al no querer
que nadie se preocupe por él, boicoteará todos los visos de ayuda en contra de sus
principios (los cuales no estarían muy arraigados) y de su voluntad.

A mi compañero de habitación también le han propuesto asistir a aquel recóndito


espacio y aún me queda la duda relativa acerca de si mañana vuelvo a casa con un
permiso o me quedo internado en el Sierra Morena, donde hacen multitud de actividades
que, por supuesto, detesto.

La señorita Wench, mi confidente, me ha convencido para que sea yo el autor de


mis desgracias, para que yo mismo me apunte, por ejemplo, a un gimnasio (falta me
hace). Si nunca he querido la ayuda de nadie, nunca necesitaré ayuda; yo no la he
pedido. Sé que la necesito.

La señorita Wench

Es el diario más apasionante y con más sentimiento que he leído nunca. Cree en ti,
tienes unos principios y valores excepcionales. Eres un gran chico, eso no lo ha decidido
nunca nadie por ti, eso se hace uno mismo. ¡Eso lo has conseguido tú solo y por tus
propios méritos! ¡Cree en ti! ¡Eres excepcional!

5 de julio

Me cuesta empezar a escribir estas líneas sabiendo que mi diario está en manos de
los altos cargos del Sierra Mágica. Como siempre, mi interior es una contradicción
continua: alegría por volver a poder expresarme —aunque sea solamente a través de
este medio— y tristeza, melancolía, ira, etc. por no haberlo hecho antes con las personas
que más me quieren en este mundo. Estoy dándole vueltas a este pensamiento; creo que
son necesarias para intentar descifrarme. Parezco el Código Da Vinci.

15
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

6 de julio

No sé por dónde continuar escribiendo, pero lo importante es que lo intento. Ojalá


que me aplique el mensaje de la señorita Wench verdaderamente, debido a que aún no
me encuentro a mí mismo. Me pregunto si alguien se encuentra alguna vez consigo
mismo y comienza un diálogo totalmente sincero (signo de una patología mental digna
de recibir diagnóstico cuanto antes).

Realmente pienso que cualquier persona que acuda al Sierra Mágica voluntaria o
involuntariamente es susceptible de recibir una etiqueta, pues todos somos vulnerables
en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, la resiliencia de algunos sobrepasa
límites insospechados y jamás tienen la necesidad de recurrir a este servicio (por suerte,
público), del mismo modo que pueden necesitar otro tipo de servicios que no
mencionaré porque existe una gran multitud, lo cual viene a significar que todos
estamos en el mismo barco, pese a que no siempre rememos en la misma dirección.

Nada tiene que ver el hecho de estar en el Sierra Mágica con el estatus social del
reo. Fortuna se encarga de hacer girar la rueda y unos quedan abajo y otros, arriba.

Como ya me estoy yendo por los cerros de Úbeda sin moverme del Sierra Mágica,
considero que he de hacer un resumen de mis pensamientos diarios.

Primero, he de decir que no soy ningún luchador y, en caso de que lo fuese, sería
uno de pacotilla que espera a que los embates de la vida lo pillen acostado en su cama
tranquilamente. Sé que soy el único que puede cambiar esto y, ahora mismo, tengo la
proposición de hacerlo. La Rottenmeier me ha dicho que se comenta que estoy más
animado. Basta una sonrisa en el Sierra Mágica para que el sistema te expulse (tal como
le acaba de pasar a mi buen amigo Antón Pirulero). Aún no sé nada de mi alta (tampoco
he preguntado), así que a mí el sistema cariño por mi juventud. Yo debería estar
haciendo otras cosas (no sé si peores o mejores) que suelen hacer los jóvenes en verano,
pero también debí cumplir con mis responsabilidades. Ninguna excusa me vale.
Mañana, haré una lista de objetivos prioritarios tras mi alta. La repetiré todas las veces
que haga falta para que nada se me olvide.

16
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Me acabo de acordar de que aún no sé responder a preguntas personales sobre mí


—¡cómo se nota que no hablo mucho conmigo mismo! —. Mi criterio y juicio propios
son escasísimos, pero, si me lo repito, negativamente me afectará. Así que, cuando
hable conmigo mismo, tengo que procurar mantener una conversación que dé ganas de
subir las hormonas de la felicidad (oxitocina, dopamina, serotonina y endorfina —¡ves,
señorita Wench, he hecho los deberes!—). Para depresivos psicóticos como yo,
conviene leer Por si las voces vuelven, del gran Ángel Martín, con el objetivo de
entender mejor qué me sucede, pues entre iguales nos comprendemos.

Tras dos minutos pensando, he tomado una firme resolución —todo lo firme que
puede ser una resolución con tan solo dos minutos— basada en mi alta: no iré al Sierra
Morena ni una vez más; conservo mis principios y apuesto por una rehabilitación
personal; jamás he pedido ayuda profesional y, esta vez, no va a ser menos. Me iré de
alta definitiva. Para no volver.

Parece que hoy me he propuesto recuperar lo atrasado de días en los que no he


escrito. Sin embargo, solo se debe a que las musas han venido a visitarme para
concederme inspiración.

Aunque resulta paradójico, escribo sobre una enciclopedia Océano habitualmente,


pero hoy, aparte de en esta, me apoyo en la revista que patrocina el Sierra Morena. ¿Me
tomo esto como algo literal o como algo literario? No lo sé. Quizá algún día lo sepa.

7 de julio

Acabo de leer lo escrito anteriormente y me propongo hacer la lista de objetivos


prioritarios tras mi alta, pero el curso de los acontecimientos me ha llevado a expresar
por escrito lo que siento en este preciso instante: indiferencia. Si todos fuésemos
iguales, el mundo no tendría sentido, o sí (eso nunca lo sabremos porque la distinción
entre el ser y el parecer no la llevamos bien algunos).

Como en el Sierra Mágica no hay actividades ni el lunes ni el martes, además de


que socializar me viene bien, la Rottenmeier me ha propuesto bajar de nuevo al Sierra
Morena (o subir).

17
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

En este momento, he negado la proposición, aunque, como quedan dos días para
reflexionar —y todos sabemos que mis principios patalean— [he usado el verbo
patalear en vez de tambalear; véase cómo me ha distraído una amable ayudante al abrir
la puerta de la habitación], quizá cambie de opinión. Ahora mismo, no diré nada sobre
esto (tal como siempre he hecho) para meditarlo como a mí me gusta (ya se sabe:
tranquilamente).

Hoy estoy tan pensativo que no puedo escribir: o pienso o escribo, pero las dos
cosas a la vez, al menos los hombres, no podemos hacerlas.

8 de julio

Llega la hora de la siesta y, con ella, el momento de máxima tranquilidad (hoy no


hay tanta). Voy a echarme un rato en la cama antes de continuar, creo que lo necesito.
No he dormido nada. En mi primera vez en el Sierra Mágica, dormía como un lirón. No
pasa nada. Descansaré por la noche.

La señorita Wench me preguntaba ayer si me quedaban páginas para escribir en el


diario, a lo que yo respondí afirmativamente, pero eso es signo de que estoy dejando de
lado mis quehaceres literarios, pues ella está muy segura de que sería un best-seller (yo
no lo creo).

La Rottenmeier me preguntaba si había ganado algún concurso literario y,


enseguida, recordé el que se realizó en mi pueblo durante los meses más duros de la
pandemia de la Covid-19. Sin embargo, yo no le di valor a ese premio y resultó ser otro
signo de depresión basado en el desprecio por los logros personales. Siempre he sido
así; no sé si de broma o verdaderamente, pero he de subirme la autoestima sin llegar al
punto que acaricia el egoísmo.

Nunca he sido una persona demasiado sociable, si bien siempre se me ha aceptado


(o eso me han demostrado). Estar en el Sierra Mágica es un arma de doble filo: vives en
una burbuja (como alejado del mundanal ruido, aunque haya otro tipo de ruido en su
interior), lo cual hace que no tengas herramientas para poder subsanar los embates de la
vida, y, a la vez, estás conectado con el exterior si deciden visitarte, con mucha suerte,
familiares y amigos cercanos.

18
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Hoy, que me encuentro solo en la habitación, estoy más optimista. Siempre me ha


gustado ser solitario, no lo dudo. No obstante, vivir en sociedad es un reto para mí que
he de volver a intentar en cuanto salga de aquí. Ya me estoy planteando lo del lunes y el
martes para que me dejen como pantera en libertad. Tengo que fijar unos objetivos a
corto plazo cuanto antes. No me puedo permitir perder otro día, pero la procrastinación
es mi bandera y lo dejaré para mañana, si es que hay mañana, puesto que nadie sabe
nunca dónde se puede acabar. Menos mal que hoy estaba más optimista.

9 de julio

Al final ha habido y sigue habiendo mañana, que ya es hoy. Parezco poseído por
Unamuno o por Góngora al usar este estilo conceptista.

La tranquilidad reina en el Sierra Mágica. No podía esperar otra cosa de este


domingo con sabor a domingo puro —apréciese el hambre que tengo—.

Estoy vivo (me encantó la serie, por cierto) y he de vivir diagnosticado y sin
diagnosticar. Hay vida después de pasar por el Sierra Mágica como vaso que se friega,
tal como lo describe la señorita Wench, quien dice que llegamos como cualquier vaso
sucio llega al fregadero. Así pues, en mitad del proceso, que se corresponde con el
frotado con jabón, toda la mierda se remueve y el estado de ánimo baja a niveles
insospechados hasta que el aclarado, de cara al final del proceso, limpia con agua
cristalina el vaso y, por extensión, el humano se revitaliza. Antes de que me vaya de
nuevo por los cerros de Úbeda repitiéndome más que el ajo en el estómago de un
jamilenudo, voy a fijar mis objetivos a corto plazo:

—Pedir disculpas a familiares y a amigos por no demostrarles mis sentimientos


para no preocuparlos.

—Ir al Sierra Morena (que conlleva valorar el trabajo de los profesionales que allí
trabajan).

—Reconocer que recogeré lo sembrado: la indiferencia.

Por ahora, me conformo con ir cumpliéndolos paulatinamente. Cada paso que dé


estará encaminado hacia mi mejoría. Estoy muy optimista para ser yo; no creo que sea

19
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

gracias a la medicación, aunque ayudo, sino que sea gracias a la actitud con que me
enfrento a este día en el que no tengo nada que hacer, aparte de comer, dormir, tomar
pastillas, etc.

Es difícil reducir el cortisol en un espacio en el que hay que estar alerta por lo que
pueda ocurrir alrededor. Yo lo llevo bien aquí, pero mi cuerpo somatiza la ansiedad
mediante diversas zonas de la epidermis que me aguijonean.

No dejo de beber agua en esta época en la que puedes freír un huevo en cualquier
alcantarilla de Jaén. Es por ello por lo que no dejo de ir al servicio (me temo que las
pastillas tienen gran parte de la culpa, pero yo no digo nada).

He comenzado a leer San Manuel Bueno, mártir de Unamuno porque me reflejo


en este personaje por ahora (ya analizaré exhaustivamente esta afirmación) y estoy
pintando (¿quién lo diría?) un mandala; aunque deteste colorear, los ratos aquí se hacen
más amenos, del mismo modo que, al hablar con personas con las mismas sensaciones
que uno mismo, sube alguna de las hormonas de la felicidad y reduce el estrés.

Me acaba de venir a la mente mi primer diario, del cual sé que está custodiado por
mi mentora. Espero recuperarlo para tirar del hilo y convertirlo en un best-seller tal
como afirmaba la señorita Wench. En realidad, espero no lucrarme de esta experiencia
si no es para un crecimiento personal —el profesional ya se irá viendo con el paso del
tiempo, que todo lo cura o locura—.

Hoy los pensamientos me salen a borbotones y sin ninguna cohesión entre ellos,
pero he de confesar que nunca he entendido la metáfora del vaso medio lleno o medio
vacío. A mí me gustan los vasos casi llenos (para que no se derramen) de cualquier
bebida que no sea perjudicial para la salud, es decir, de agua. No hay muchas más. Creo
que no tengo nada más que decir hoy.

Anoche no tenía mucho más que escribir y hoy tengo tanto que ni sé por dónde
empezar. Voy a empezar escribiendo la fecha de hoy, que se me ha olvidado, fruto de
los nervios.

10 de julio

20
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Ahora sí. Esta mañana me han sacado sangre (no sé para qué; me imagino que me
hacen la sangría para comprobar cómo me está sentando la medicación) y me han
insistido para que baje (o suba) al Sierra Morena, lo cual he hecho sin expectativas. La
guía espiritual ha impartido un taller sobre habilidades sociales muy interesantes para
quien lo necesite. Yo tengo mis momentos de “quiero labrarme personalmente mi
futuro” y otros de desgana total. Soy toda una contradicción andante. No sé qué pasará
conmigo en unos días, pero diré que todo está bien, que no pasa nada (tal como siempre
he hecho). No quiero molestar en ningún lado y siento que molesto en cada sitio al que
voy.

Hay veces en las que querría convertirme en una tortuga, cuya máxima
preocupación es llevar su casa a cuestas y esconderse para dormir cuando quiera. En el
Sierra Mágica se está muy bien, todo el mundo lo recalca tras pasar por el Sierra
Morena, pero yo esta segunda vez llegué directamente al sitio más maravilloso porque
me conocen como persona sin ánimo de hacer daño a nadie (y es verdad), pues solo me
autoflagelo como merecido castigo por todo lo malo que me suceda. Esto suena muy
duro, pero escrito pasa más desapercibido que contado oralmente. Diré, en mi defensa,
que quiero ausentarme de este bello lugar con el objetivo de dejar de doler (si es que
duelo a alguien).

Mis familiares más cercanos me visitan, por suerte, todos los días y, según los
especialistas, me vendría bien socializar, pero resoplo realmente (no es literario, sino
literal). Voy a leer un poco y ahora vuelvo si me da ganas.

11 de julio

Aunque hoy no tenga muchas ganas, es importante que escriba para desenredar la
maraña cerebral con la que vivo cada día. Lo difícil es empezar. Pero empezar contando
la verdad, tal como me insistía una amable auxiliar.

Yo me pregunto qué es verdad y qué es sueño o ilusión. No dejo de pensar en mi


trastorno (si es que tengo alguno, pues siempre se ha dicho que la línea que separa al
genio del loco es finísima) y también en mi psicosis o alteración de la realidad.

21
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Este Pepe íntimo es un desconocido para mí, de ahí que nadie sepa cómo me
siento realmente (si no lo sé ni yo, quién lo va a saber). Intento descubrirme,
encontrarme anagnóricamente en los libros y, según Unamuno en San Manuel Bueno,
mártir, mi yo histórico, el que es totalmente conocido por toda mi gente, tambalea; no
se sostiene en sociedad. Vive sumido en una profunda depresión marcada desde la
niñez. Sin embargo, yo mismo la califico como inconformismo vital. De ahí que no esté
a gusto en ningún lugar y reine en mí la indiferencia, pese a que, al escribir este diario,
demuestre que aún queda una pizca de esperanza en mi revuelto pesimista.

En el Sierra Mágica, la gente suele decir que los días pasan muy lentos, pero a mí
me parece que pasan como cualquier otro día de mi existencia.

Para no volver a perderme por los cerros ubetenses, considero que me faltan
herramientas para enfrentarme al mundo (soy un vago que no las busca) tras mi alta.

En estos momentos (no sé si en otros también), no me reconozco y reconozco que


el sistema público no puede hacer más, dejando aparte las pésimas condiciones y el
desdeño hacia lo público por parte de la Administración.

Escucho a mis compañeros depresivos y me reconozco en ellos. He de activar


muchísimo las hormonas de la felicidad. Ya lo he dicho, pero subrayo que tengo apatía
vital. No encuentro mi sitio. No sé qué decirle a la Rottenmeier mañana; ¿que todo está
bien? ¿Qué no me merezco una cama aquí porque creo que no me sirve de nada? El
tratamiento me ayuda a dormir por las noches, pero hay un no sé qué tan minúsculo
como insignificante que me perturba: el mundo, la sociedad,…

Una agradable auxiliar me ha distraído alabando todas mis cualidades que yo no


creo que tenga; me falta creérmelo, pero me cuesta muchísimo. Si yo mañana le digo a
la Rottenmeier que todo va muy bien (no tengo problemas del tercer mundo), estaría
mintiendo porque en mi interior se libra una de las pocas batallas que han acontecido en
mi vida. No creo que deba estar como unas castañuelas, pero la raíz de mi problema
radica (nunca mejor dicho) en aparentar algo que no soy ante el mundo. La disputa entre
el ser y el parecer, el mostrarnos ante los demás de una forma u otra, me ha llevado a las
profundidades del lago. Sigo sin saber qué hacer por mi contradicción continua.

22
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Mañana me negaré a ir al Sierra Morena (aunque me dirán que no hay nada mejor
que hacer). Si bajo, será por el respeto que tengo hacia el sistema público. Si me da el
alta, para mañana o para el día siguiente, con la condición de volver al Sierra Morena o
realizar un seguimiento estrecho en la unidad de derivación, desestimaré la proposición
a sabiendas de mi hipocresía hacia lo público. Por ello no sé qué hacer. Todo el mundo
sabe de la existencia de este diario. Es imposible guardar un secreto en el Sierra Mágica.

Me interesa leer una columna periodística (a ver si puedo hacerlo pasando


desapercibido). No sé qué quiero ni qué me gusta. Es algo normal cuando estás
desubicado en la vida. Hoy los pensamientos fluyen; voy a dejarlos descansar un rato
para encontrarme, espero, esta noche.

Si bajo (o subo) al Sierra Morena, me darán el alta, aunque esta no sea definitiva.
Por el contrario, si no bajo, no me la darán. Como yo quiero el alta definitiva, la lógica
me dice que baje, pero mis pensamientos negativos no dejan de sucederse uno tras otros,
lo cual conllevaría un seguimiento más estrecho en la unidad de derivación, lo que, a su
vez, aumenta mis pensamientos negativos. Así que esto es como la pescadilla que se
muerde la cola.

Parece que quiero que el mundo desaparezca y yo quedarme solo. Cada día, en las
visitas familiares, oxigeno mi espíritu y me conecto, tan solo dos horas, con el mundo
que me rodea de manera próxima. Se puede decir que es mi rato de libertad, el cual uso
para ejercer mi derecho a la libertad de expresión, que llevo al máximo exponente con la
gente que me quiere.

Si yo mañana estoy con ánimos, probablemente la Rottenmeier me dé el alta; de lo


contrario, harán cambios en las habitaciones por las nuevas incorporaciones, puesto que
yo ya soy un fichaje que ha firmado para la temporada completa. Esto es conjeturar
sobre un futuro cercano pero inestable, así que esperaré indiferentemente a que todo
salga como tenga que salir (aún no soy consciente de que toda mi vida depende de mis
decisiones; yo no sé tomar decisiones y, a mi edad, ya he tomado unas cuantas).

He de saber elegir lo que más me conviene —toda la teoría me la sé; me falta


ponerla en práctica—. Volviendo al tema del trato con mi familia, un arrebato de
impotencia ha podido conmigo, debido a que creo que no merezco todo lo que ellos

23
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

hacen por mí día tras día —lo mismo pienso de mis amigos—. Me he empezado a poner
nervioso al hablar de esto y veo que las líneas del diario se me ensanchan. Vivo en una
existencia dubitativa, el vivo sin vivir en mí de santa Teresa. Volveré a escribir esta
noche si lo necesito; la ocasión lo merece.

12 de julio

He vuelto. Estoy mal. Lo tengo todo y siento que no tengo nada. Mi falta de
autoestima está causando estragos en mi cabeza. Mi vida se basa en una contradicción
continua. Quiero paz. No sé dónde encontrarla, pero sé que me encuentro lejos del
cautiverio de Argel. Tengo toda la suerte del mundo por tener a gente alrededor que se
preocupa por mí, pero yo no quiero que se preocupen, yo solo quiero tranquilidad
infinita. Sin embargo, la vida siempre se disfraza de montaña rusa y lo único que hago
es mirarla desde abajo, sin subirme a ella, esperando a que un día deje de girar. No sé si
esto es lo que realmente siento, pero me nace escribirlo desde mi atalaya particular.

Hoy he bajado (o subido) al Sierra Morena con mi compañero por respeto al


sistema público de nuevo. Sin embargo, me habría sentado mejor bajar a pilates para
liberar tensiones. Parece que las actividades se acumulan y yo no tengo ganas de nada,
tal como le he comentado a la Rottenmeier.

Me pongo a escribir como la primera vez y solo pienso en que tengo ganas de
hacer lo propio al menos. Algo es algo. Esto que hago es terapéutico; pienso que sobro
en el mundo y que, pasados unos meses, nadie se acordará de mí ni de lo que me ha
pasado antes de llegar al Sierra Mágica. Soy un melodramático de manual, pero mi
pensamiento fluye así y espero que no sea por miedo al folio en blanco. Lo que se hace
en el Sierra Morena no me sirve realmente; valoro el trabajo de los profesionales que
allí trabajan y los admiro por su paciencia, pero no está hecho para mí ese lugar. Nada
está hecho para mí; espero encontrarme algún día, pero me resulta complejo. A veces,
hablo con convictos —aquí todos estamos en el mismo barco— que consiguen sacarme
una sonrisa, pero una depresión no sana en un día y, al no poner ganas, la mía va in
crescendo. No me sirve de nada, o eso pienso yo, la atención psicológica, por eso nunca
la he pedido por voluntad propia. Siempre he preferido guardármelo todo en el interior
de una chistera en la que solo hay pájaros con ganas de volar fuera. Nunca me he

24
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

sentido a gusto con mi personalidad cambiante, poco duradera; ojalá poder decir algún
día: ¡aquí estoy yo, con unos principios inamovibles! Pero no estoy preparado física ni
mentalmente. Necesito que el vagón de la vida pare para bajarme. No sé por qué me
pasa esto si soy conocido por mi optimismo. Vuelvo a la eterna disyuntiva entre ser y
parecer. No me canso de ella. Soy una persona que, conscientemente, hago daño a quien
se encuentra a mi lado. Tengo que salir de este pozo en que me hallo, pero lo haré por
mis propios medios, los cuales se corresponden con las ganas de abandonar el tren. Para
que no padezca una patología crónica, he de recordarme cada día mis objetivos a corto
plazo. Sin embargo, recuerdo que estoy dentro de un bucle personal y la indiferencia me
ataca demasiado fuerte. Yo no tengo escudo para defenderme. Mi guía espiritual no me
dice demasiado, pues yo a ella tampoco le digo mucho. No me puedo abrir. Es una tarea
muy complicada para mí. Ahora vuelvo, que hasta los genios hemos de ir al baño.

“Yo como de cualquier manera” es la frase que más me define en este momento.
Se la acabo de decir a mi compañero de habitación. Estoy hecho para comer y dormir;
como todos los humanos, pero yo lo llevo a la máxima expresión (ni Morfeo) y veo que
solo me genera problemas. Como ya he mencionado, recalco que me gusta ser optimista
y olvidarme de mis pensamientos negativos. El trato de hoy hacia las personas que más
me quieren ha sido totalmente reprochable, es decir, digno de no merecer nada de lo
bueno que me está pasando. No sé qué pasará conmigo mañana, todo sigue en mi mano.
Me hará aprender, aunque yo ya he tropezado varias veces con la misma piedra.

Esta noche me encuentro anímicamente bajo por lo marcha de mi compañero de


habitación, con quien he compartido pocos momentos, pero, sobre todo, por el trato
hacia mi familia. Hablando con otro compañero sobre el mundo de las artes, me he
sentido reconfortado. Parece que dependo de las personas, esto es, mi estado de ánimo
tiene que ver con cómo se muestren los demás conmigo. Estoy siendo poco realista. No
dejo de imaginar castillos en el aire que se desvanecen en cuanto la famosa idea llega.
Jamás pasa de idea, pero ya me buscaría el cómo, el cuándo, el dónde y nunca el
porqué. Lo tengo todo y no me gusta; no quiero tener nada. Mañana no sé dónde estaré
escribiendo esto (si es que escribo).

13 de julio

25
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Me encuentro en la misma habitación, pero con distinto compañero. Mi diario


tiene las horas contadas. Parece que el Sierra Mágica no desenreda la maraña mental
con la que cuento ahora mismo. El sistema ya no me quiere dentro, o eso pienso yo
(forma parte de mis delirios mentales seguramente). Todo el mundo trata de ayudarme y
yo me cierro en banda ante ese mundo.

Hoy se me ha olvidado coger la Océano, enciclopedia donde normalmente me


apoyo, pero la última conversación con otro de mis compañeros era extremadamente
necesaria.

Tengo un problema muy grande, que consiste en encontrarme a mí mismo, en


estar a gusto con el mundo, lo que implica conformarme con aquello que me ofrece la
vida, lo cual conlleva un esfuerzo inconmensurable para mí.

La charla con Willy Wonka me ha servido de mucho, pero no llego a valorar


realmente cuánto bien quieren hacerme.

El sistema público no puede sostener a otro desquiciado que se niega a recibir los
cuidados ofrecidos. Así pues, no merece la pena luchar por alguien que está acabado,
por alguien en mi estado depresivo. Sin embargo, mi contradicción se basa en que sigo
escribiendo, sigo teniendo una ilusión (pese a que no sepa cuál es del todo bien). No me
importa el tratamiento ni el diagnóstico (en el fondo sí), pero muestro que todo me da
igual y he de acabar con eso. No puedo mantenerme en mis trece durante mucho tiempo
más.

15 de julio

Ayer no escribí nada, debido a que fue un día inusual. Me dio por expresar mis
emociones mediante el llanto, lo cual no suele sucederme demasiado. Me he planteado
pedir el alta voluntaria, pero mi seguimiento se haría en el Sierra Morena. Jamás he
querido llegar a esto: seguimiento frecuente. A la vida hay que echarle valor, tal como
me recordaba una compañera ayer. Mis familiares más cercanos no se cansan de
repetírmelo. Por mi parte, solo hay desprecio e indiferencia (soy un apático de manual).
Cambio de carácter según la situación en la que me encuentre (la bipolaridad es mi
bandera). Me acabo de acordar de mi pequeño saltamontes, el único por quien quiero

26
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

luchar. Él no se merece ningún mal generado por mí. Parece que pasa de todo, pero yo
sé que le importo mucho y que me tiene como modelo para seguir (también le he fallado
a él, que es quien me salva de todas las tonterías que he cometido a lo largo de mi
existencia). No hay una persona a quien quiera más que a él, pero siempre le he
demostrado lo contrario. Me he preocupado por él, pero sé que está disfrutando de mi
ordenador a tope pensando que ancha es Castilla, creyéndose el rey del mundo (bueno,
en realidad, de la casa) sin mí. Si yo estoy depresivo, sé que, en el fondo, él lo está más.
Querrá verme bien y yo no le demuestro nunca mis sentimientos hacia él. A pesar de
todo el daño que le he hecho, sé que en el fondo de su corazón estoy yo (él tampoco lo
demuestra). Estoy seguro de que el único aliciente que tiene en este momento —aparte
de hacer deporte, jugar con la consola y dormir, pues no es de mucho comer— es que
yo llegue a casa y todo vuelva a la normalidad (si es que existe la normalidad). En el
fondo, también es ese mi deseo.

Se me acaban las hojas de este diario y tengo mucho por escribir, así que haré la
letra más pequeña y no dejaré muchos márgenes (en contra de mi voluntad). Tampoco
distinguiré párrafos porque ya me miran raro cuando pido tantos folios en el Sierra
Mágica (no estoy en la papelería de peón), a lo que no están demasiado acostumbrados1.

Acabadas estas disquisiciones, me propongo contar mis sensaciones en esta última


semana de ingreso en el Sierra Mágica. Tengo todo lo que merezco por mi escasez de
simpatía y empatía. No soy mala persona, pero estoy diagnosticado con una depresión
que general el efecto túnel: centrarse en un problema personal y no ver más allá. Sigo
rechazando la incuestionable ayuda de los profesionales. No me gusta este rechazo.
Cuando era menor de edad, siempre rechacé la ayuda de los servicios sociales. Por lo
que se ve, mi inmadurez llega hasta mis veinte años, puesto que me sigo negando a esa
asistencia y todo lo hago por el aprecio que le tengo al sistema público al que hay que
acudir orgullosos de tener un país tan solidario con todos sus habitantes.

Debo trabajar primero en mí y, después, llegará todo lo demás. Si yo no consigo


encontrarme, saber quién soy y qué quiero, jamás podré estar mínimamente cómodo en
cualquier lugar que no sea mi cama. Estoy desconectado del mundo y eso me está

1
Bendito y alabado seas, formato digital, que todo lo puedes, por hacer que el despropósito de
papeles que tengo se convierta en un texto bien justificado. Sea por siempre bendito y alabado. Amén.

27
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

pasando factura. Espero seguir escribiendo esta tarde, ordenando y amueblando mi


cabeza.

16 de julio

Ayer no escribí más y hoy me he echado la siesta (la segunda en este segundo
ingreso). Aunque he mejorado la actitud con mis familiares más cercanos, sigo
comportándome como un auténtico necio. Hoy escribo sobre El déspota adolescente, de
Lorenzo Silva, y no puede dejar de definirme ese adjetivo. Recuerdo ahora aquella frase
relativa Despotismo ilustrado que decía “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Así
me hallo yo, ejerciendo mi soberanía en solitario sin contar con el pueblo, con los
demás. No sé si lo he mencionado (mi pereza impide volver a releer en este mismo
instante), pero el guía espiritual Willy Wonka también tiene acceso a mi diario y se
acordó de mí al mencionarme el título de un libro cuyo nombre no recuerdo, pero
refutaba la teoría lingüística de Chomsky2. No sé si mañana bajaré (o subiré) al Sierra
Morena, lo que sí sé es que el seguimiento de mi tratamiento se realizará en dicha
unidad, tal como me dijo don Pimpón.

Si nos ponemos en antecedentes, a partir de marzo o abril, yo era incapaz de salir


de la cama y la procrastinación reinaba en mi interior. Me obligaba a ir a la universidad,
aunque lo hacía de manera déspota con mis compañeros, los cuales no merecen ninguna
de cada gota de negatividad y pesimismo que vertí sobre ellos. No tenía fuerzas, ni
físicas ni mentales, para estudiar los exámenes ni para realizar todos los trabajos. La
semana de antes de los exámenes, o incluso las dos semanas anteriores, dejé de dormir y
la comida no me entraba, tenía una presión en el pecho que incluso generaba arcadas.
Cuando fui a hacer el primer examen, el 24 de mayo, no supe desarrollar ninguna
pregunta (jamás me había ocurrido). Me pasé la hora y media del examen en los mundos
del Yupi. El día veinticinco de mayo empecé a estudiar para el examen del lunes
siguiente, dejando apartado el del veintiséis de mayo, del que no me presenté ni a la
revisión, pues la evaluación fue en dos bloques distintos, de los cuales yo suspendí —
aunque no se me dijo ni yo pregunté— el segundo, por los motivos mencionados
anteriormente. La noche del veinticinco al veintiséis de mayo no me podía mover de mi
habitación, paralizado por la psicosis (alteración de la realidad de manera negativa en
2
La señorita Honey me dijó cuál es: ‘No duermas, hay serpientes’ vida y lenguaje en la Amazonia.

28
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

mi caso). El veintiséis de mayo mi padre tenía cita en enfermería de Salud Mental y yo,
a sabiendas de que tenía examen, quise acompañarlo a la consulta, a pesar de mi estado
de ensimismamiento. Allí relaté lo que yo creía que pasaba y acordamos —algo que yo
no recuerdo— pasar el finde en casa para volver el lunes a la consulta y comprobar mi
estado anímico. Durante ese finde, sucedió una serie de circunstancias en que yo
empecé a pensar que había más gente conmigo, pinchándome en las rodillas debajo de
la mesa y, así, me quedaba sin fuerza en las piernas, por lo cual creía que me bajaba del
tren. También sentí que alguien se montaba en el maletero de mi coche y me pinchaba
droga —tema que jamás he verbalizado—. Las noches de ese finde se hicieron eternas,
pues yo pensaba que, bajo la cama donde dormía, había gente intentando pincharme
algún tipo de sustancia mortífera mientras me ataban a la cama. Llegó el lunes y yo me
sentía tan mal que acepté el ingreso en el Sierra Mágica para alejarme de la atmósfera
psicótica que yo, supuesta y presuntamente, organicé en mi cabeza como fruto del estrés
y la ansiedad, a las que se le añadió la depresión que arrastraba desde hace varios años.
No recuerdo nada de ese lunes en que yo ingresé en el Sierra Mágica, pero no dejaba de
pensar en que, según mi progenitor, doña Solitaria les dijo a mis antecesores que sus
enfermedades no eran compatibles y que ojalá sus hijos nunca ingresaran en el Sierra
Mágica. No paro de martirizarme por unas palabras que jamás escuché y yo nunca me
he fiado de las profecías. Aquí sigo. Siempre he evitado que los profesionales se
interesaran por mí.

17 de julio

Reconozco que esta mañana me he levantado optimista. Sin embargo, he vuelto a


bajar (o subir) al Sierra Morena y no hay opción de no bajar: mi puesto aquí podría estar
ocupado por alguien que lo necesite más que yo. Creo que no valoro todo lo que la vida
me está otorgando. Tampoco lo desprecio. El guía espiritual me ha propuesto bajar
mañana, aunque creo que no lo haré por cuenta propia.

La Rottenmeier no me ha mencionado nada de mi alta, pero yo estoy dispuesto a


enterarme de qué condición tengo aquí, es decir, si estoy voluntaria o involuntariamente
(mi ingreso). No sé si me estoy expresando adecuadamente por todos los estímulos
auditivos que tengo alrededor. No me importa. Cuando me han preguntado qué tal me
ha ido en el Sierra Morena, yo siempre he contestado afirmativamente, pero la

29
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Rottenmeier no sabe aún qué hacer conmigo, pues he perdido la voluntad y, con ella,
todas las ilusiones que yo tenía. Estoy seguro (porque ya me lo han repetido más de mil
veces) de que se debe a la depresión de caballo que tengo. Sin embargo, yo no lo acabo
de ver así y creo que soy el máximo responsable de todos mis actos, los cuales han sido
conscientes y voluntarios. Me autocastigo con la indiferencia, con la que sé que no
llegaré a buen puerto (o sí, pero en Jaén el mar es de olivos). Sigo en la misma
habitación hasta próximo aviso. He pensado en pedirle a la señorita Wench (Dios sabe
que ella es quien más se involucra y no los guías espirituales) otro diario, puesto que
este se acaba y no quiero escribir en la portada.

18 de julio

Aquí me encuentro otro día más. Ya he aprendido la lección y no es necesario que


la señorita Wench se preocupe haciéndome el diario. Estoy de suerte por haber
coincidido con la maravillosa Wench, que me proporciona lienzos en blanco para que
yo pueda rellenarlos con ríos de tinta. Pediré a la Rottenmeier que los dos diarios
anteriores vengan de Huelva. Este diario, o más bien la escritura, se ha convertido en mi
mayor ilusión dentro del Sierra Mágica.

Al igual que mis guías espirituales, me acabo de preocupar por mi dermatitis,


debido a que padezco piel atópica.

Mi compañero de habitación se ha ido con su pareja hasta esta noche. Yo he


bajado (o subido) al Sierra Morena para acabar de hablar con Pelijas y con Panchi,
quienes hacen todo lo posible, a pesar de que yo me rehúse (parezco latino) a su ayuda,
pues nunca la he pedido, si bien es cierto que la he necesitado. Aunque me cueste
reconocerlo.

Me distraigo con el nuevo ingreso que llega a esta planta y me pregunto si será la
primera vez que ingresan aquí. Las auxiliares se vuelcan enseñándoles las instalaciones
como si fuese un hotel, con toda la ilusión del mundo.

Yo no me concentro mucho ahora mismo, pero he empezado ya dos párrafos


aludiendo a la primera persona del singular, lo cual no suelo hacer, pero he comenzado
a priorizarme un poquillo. No es egoísmo; es pensar en mí como persona que ha de

30
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

realizarse personal y profesionalmente, ya que cuento con todos los recursos necesarios
gracias a ¿Dios? Como estoy últimamente en modo unamuniano, me pregunto la
capacidad del Autor para dirigir a todos sus actores. Yo soy uno más y he de cumplir
con mi papel. Como ya me estoy yendo por los cerros de Úbeda, voy a descansar un
rato para que mi memoria se aclare. Acabo de acordarme de la metáfora del vaso que la
señorita Wench utiliza, para mi gusto, muy acertadamente. Espero que no se me olvide,
ahora que me acabo de acordar, mirar el libro que me recomendó mi guía espiritual.

Esta mañana, ahora que he estado un rato mirando a la nada y pensando en todo,
ha sido igual que las anteriores. Cuando ha acabado la reunión de los psiquiatras, la
enfermera me ha informado de que hoy no tenía que bajar (o subir) a Sierra Morena. Sin
embargo, la Rottenmeier me ha dicho que Pelijas esperaba mi visita. Prudentemente, he
aceptado bajar por respeto a la sanidad pública de calidad. Hemos quedado en que me
harán allí el seguimiento, tal como dijimos el viernes pasado. La Rottenmeier ha
insistido en que la decisión está en mi mano y, hace algún tiempo, reconoció que habían
cometido un error al informarme sobre el Sierra Morena de una manera impactante. Le
he preguntado a la Rottenmeier si yo ingresé de manera voluntaria en el Sierra Mágica y
ha contestado afirmativamente. No sé nada de mi alta (no he preguntado y tampoco
quiero permisos de ningún tipo), pero sí sé que, si mañana la señorita Wench hace
pilates, me iré con ella, puesto que pienso que esa actividad en contacto con la
naturaleza me beneficia en tanto en cuanto activa las hormonas de la felicidad.

19 de julio

San Juan de la Cruz escribía en el momento de éxtasis, pero Bécquer hacía lo


propio tras ese momento de emoción, sea negativo o sea positivo; en este caso y como
puede deducirse de mi escritura temblorosa, esperaré a que pase el momento para
aclarar mis ideas (o delirios).

20 de julio

Estoy en duda. Dudar es signo de pensar y yo pienso más de lo que debería.


Quiero un cambio grande en mi vida, pero quiero hablar antes con mi guía espiritual.
Hoy no la quiero molestar con el alta voluntaria porque me he enterado de que tiene el
busca, es decir, un móvil de emergencia que tiene prioridad sobre todos los pacientes

31
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

del Sierra Mágica. Quizá mañana no esté aquí, entiendo que doña Eva necesite tomarse
unas vacaciones, pues no ha dejado de visitarme durante todo mi segundo ingreso. No
sé qué hago aquí, me siguen saliendo los pensamientos a borbotones y no sé cómo
gestionarlos. Menos mal que la señorita Wench nos da terapias alternativas que no solo
se centran en la medicación como elemento garante de bienestar, sino que hay otras
técnicas para relajarse, para lograr la tan ansiada tranquilidad y para activar las
hormonas de la felicidad, aunque, en este mundo, nunca viene mal un poco de cortisol
con el objetivo de no ser entes con venas cuyo cauce transporta horchata.

Es la primera vez que escribo en la sala polivalente porque, al estar los fumadores
en su tiempo de plenitud física y espiritual, hay tranquilidad en el Sierra Mágica. Voy a
buscar Cadena Dial en la radio, que la música es sanadora.

Debería ir a cagar, que yo necesito tranquilidad para defecar.

Hechas mis necesidades primarias, apenado por la ausencia de la monitora


ocupacional que me alumbró para que plasmara en papel mis pensamientos, y alegre por
sus merecidos días de descanso, las auxiliares me enseñan que la señorita Wench ha
dejado diarios hechos. Lo que no sabe la señorita es que [me acaba de llamar la
Rottenmeier a consulta y estoy que no estoy]3.

La letra me sale mejor cuando escribo, contra mi voluntad, en la sala polivalente,


pero repetiría ahora mismo las palabras de ayer, diecinueve de julio de dos mil
veintitrés; prefiero esperar a aclarar mis ideas porque voy para rato aquí. De nuevo, de
mí depende la decisión de salir de aquí por mi propia voluntad o siguiendo el criterio de
los profesionales. Aunque me repito más que una grabadora, yo nunca he pedido ayuda
y no quiero que nadie me ayude en este momento de mi vida que, contradictoriamente,
es el más complicado de mi corta existencia. Quiero salir por mi propio pie de aquí.
Arreglar muchas cosas de mi vida es el primer paso para lograr mi mejoría.

Entiendo que la medicación me ayude a dormir, pero todavía no ha hecho mucho


efecto en mí, ya que se me ha subido la dosis de estabilizador del ánimo. Todos los

3
Fragmento narrativo incompleto por nerviosismo extremo. Solo Dios sabe qué pensé en aquel
momento. Valga dicho fragmento como sugerencia para que quienquiera que lea esto imagine qué no
sabe la señorita Wench de mí, lo cual es poco porque me conoce muchísimo sin conocerme, sin haberle
contado demasiado. Es mágica.

32
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

guías espirituales lo han intentado conmigo y yo estoy cegado esperando que la


indiferencia me salve la vida y lo que hago es perdérmela.

Cadena Dial me pone canciones que me recuerdan momentos felices de mi vida;


evoco esos recuerdos y los comparo con mi situación actual. Me acabo de acordar de
nuevo de la señorita Wench, que nos ha dejado diarios y, como decía antes, lo que ella
no sabe es que ya me los hago yo gracias a ella.

He estado llorando un rato en mi habitación por no saber cómo lidiar con mi vida;
lo tengo todo y sigo siendo un inconformista incapaz de continuarla. Yo estaría
encantado de volver atrás y mejorar mi actitud ante la vida; soy consciente de mi
soberbia, que es el pecado del maligno. No he dejado de creerme superior, lo cual ha
dado lugar a mi condena, término utilizado por el Pelijas para describir mi situación
actual; yo respondí que, para mí, estar en el Sierra Mágica no es una condena, sino una
bendición, dado que no me han faltado los cuidados básicos a los que cualquier ser
humano debería poder acceder, aunque no es el caso. He de dar gracias, aunque no las
verbalice, al sistema democrático que tenemos, pese a que no sea el mejor, las
contribuciones valen la pena y la lucha por mantener un sistema público de calidad
debería ser obligatoria. No todo el mundo se puede permitir unos guías espirituales y,
aunque el sistema los ofrezca escasamente, mi yo contradictorio no merece estar ni un
segundo más en el Sierra Mágica, puesto que se me han ofrecido todos los recursos
disponibles. No los aprovecho y sigo sin pintar nada aquí (ya ni mandalas). No estoy
bien y parece que no quiero mejorar. Todo es contradictorio. Todo. No puedo dejar de
pensarlo. Quiero cambiar y quiero hacerlo por mí mismo.

21 de julio

Esta mañana, hace escasos minutos, he preguntado a una auxiliar simpática y


empática por mi alta voluntaria. He de decírselo a la Rottenmeier. No es todo tan fácil
como parece. Aunque haya ingresado voluntariamente, soy un paciente, un enfermo que
se encuentra donde los enfermos están, de un lugar donde todos quieren salir bien y, por
la humilde experiencia que tengo, no se sale del todo bien. La actitud es fundamental y
mi guía espiritual espera que la medicación surta efecto. No sé qué será de mí, pero todo
está en mi mano.

33
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Hoy la Rottenmeier está reticente a bajar; imagino que se habrá enterado de mi


petición de alta voluntaria, pero no soy su único paciente, así que pienso que estará
ocupada con otros menesteres. Yo he leído esta mañana un proverbio en un azucarillo
que dice que, según un sabio, se vence con la sonrisa, se ataca con el silencio y se vence
con la indiferencia [me acabo de dar cuenta de que no era así; no he logrado plasmarlo
correctamente. Si me acuerdo, lo anoto bien, pues me ha gustado, pero me he distraído
escribiendo en la sala polivalente, algo inusual para mí]. Suena El canto del loco en la
sala polivalente y no puedo dejar de pensar en lo que me ha comentado la auxiliar,
mencionada anteriormente, sobre mi alta voluntaria; necesito el aval de mi padre, pues
siempre se busca el apoyo familiar para estas cosillas. Al final, la Rottenmeier no nos ha
visitado; imagino que tiene mucho trabajo y en el Sierra Mágica estamos tranquilos.
Quizá esté gestionando los papeles de mi salida de la burbuja. Me quedan pocas
bandejas, tal como decía Antón Pirulero. No sé nada es igual a falacia, pues ya sabes
algo, estimado Alvar. No sé por qué escribo en tercera persona sobre mí mismo (si
alguien lee esto, me diagnostica enseguida). No puedo decir eso, por ello lo pongo entre
paréntesis, pues los diagnósticos son meras etiquetas para que los profesionales se
entiendan, pero cada persona es un mundo. No sé qué más escribir hoy, así que escucho
a mis compañeros.

22 de julio

Suena una canción que me gusta, voy a buscar el título4.

Esta mañana he hecho de psicólogo con mis compañeras al escucharlas, pues


siempre me ha gustado escuchar (mi mayor virtud).

Sigo escribiendo en la sala polivalente con la tranquilidad que derrocha el Sierra


Mágica, pese a que mi interior sigue enmarañado, lo cual ha aumentado cuando una
simpática y empática auxiliar me ha comentado que la Rottenmeier se encuentra de
vacaciones desde ayer. Así que a sus pacientes nos llevará otro compañero, ya que lo
más seguro es que nos repartan entre los rezagados que aún no han podido tomarse el
ansiado respiro veraniego.

4
Otro trago, de Sech, en colaboración con otros cantantes.

34
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Lo primero que he pensado cuando me ha dado la noticia, además de inquietud, es


la posesión de mis diarios, a los que tengo constancia de que han accedido la
Rottenmeier y Willy Wonka. ¿Por qué no dejan de repetir Ajedrez de Bisbal en Cadena
Dial? Tienen devoción por este hombre, mientras que yo tengo lo propio por el
magnífico deporte mental.

Tal como se acaba de comprobar, sigo escribiendo en la sala polivalente y mi


mayor ilusión se ha focalizado en los sudokus. He hecho dos —de nivel fácil, por
supuesto— y tengo pensado hacer más. Jamás habría pensado que yo podría hacer esto
y es gracias a van Gogh, quien me lo explicó sucintamente.

Parece que la suerte del principiante ha estado a mi lado durante la elaboración del
primer sudoku. El segundo se me ha atragantado y ya lo decía van Gogh: “lápiz y goma
siempre en la mano”. Me han dado ganas de romper el folio, pero lo guardaré por si lo
vuelvo a intentar. Llego a la conclusión de que, cuando te va bien, te gustan los juegos,
pero, cuando te salen mal, abandonas rápidamente (uso la segunda persona del singular
como generalizadora según mi criterio). Intentaré descansar un rato.

23 de julio

Hoy me he levantado dando un salto mortal. Nunca mejor dicho. Había una suerte
de cucaracha voladora en nuestra habitación hasta que hemos combatido contra ella yo
y una simpatiquísima y buenísima auxiliar. Creo que le preguntaré si sigo teniendo
observaciones y si me han puesto a guía espiritual de sustitución. A pesar de que es algo
que no debería preocuparme, yo siempre quiero adelantar acontecimientos tendiendo a
imaginar escenarios cuya representación no ocurre en la realidad el 99,99% de las veces
(síntoma de una enfermedad mental clarividente). Vuelvo a estar en la sala polivalente y
me espera un domingo muy domingo. Me he levantado optimista vital, pese a que he
comentado el incidente que hemos tenido. No sé qué más escribir; hay movimiento en el
Sierra Mágica.

En la tranquilidad de este lugar, sigo peleándome con el sudoku de ayer. Aún no


me ha ganado la batalla, pues pienso combatir contra él hasta que cuadre perfectamente.
No deja de rondarme en la cabeza la idea del cambio de guía; espero que sea para mejor.
Yo tengo claro que bajar (o subir) al Sierra Morena no me aporta demasiado beneficio.

35
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Bajaré (o subiré) por los motivos que ya he expuesto en más de una ocasión. Quizá
luego escriba otro rato.

24 de julio

Me he levantado optimista; quizá sea por el estabilizador del ánimo que la


Rottenmeier me ha subido. Por primera vez en mi ingreso, he tomado la iniciativa de
esperar a que una simpatiquísima enfermera baje con noticias de la famosa reunión.
Supuestamente, yo había de bajar (o subir) al Sierra Morena a las 10:30, pero allí las
actividades comienzan a las 12:00. De ahí que yo haya decidido esperar noticias de mi
cambio de guía espiritual durante las merecidas vacaciones de la Rottenmeier. Se me ha
informado de que Bruteztrausen prefiere verme y ya se decidirá cómo pasaré la mañana.
Estoy contento por haber tomado la iniciativa y me siento realizado. Ojalá estas
sensaciones se prolonguen hasta el final de mi ingreso.

Llega la hora de la tranquilidad, es decir, la hora sexta o de la siesta, y mi


agitación interior crece por momentos. Tengo las ideas confusas y me siento poco dueño
de mí mismo. Voy a ponerme las cosas claras, pues estoy más espeso que el chocolate.

Voy a empezar exculpando a Bruteztrausen por la presión de trabajar con


pacientes de una señora que está de vacaciones. Aún no se ha leído toda mi historia
clínica, pero tiene claro que soy un riesgo para mí mismo. Si continúo con los puntos
positivos, me ha dicho que soy una persona que a nivel cognitivo se encuentra
perfectamente sana (yo dudo hasta de mi sombra, pero bueno). Me ha premiado el
hecho de que no fume, no beba ni consuma tóxicos que deterioran los niveles
epistémicos. Sin embargo, me ha reprochado el hecho de que no haya bajado (o subido)
hoy al Sierra Morena a las 10:30. Refuto este argumento con la idea de que no hay una
conexión fluida entre el Sierra Mágica y el Sierra Morena (tal como exige el nuevo
preceptor, pero las auxiliares ya trabajan bastante como para ponerse de acuerdo con
otro grupo de trabajo). La hora a la que empiezan las terapias del Sierra Morena es las
12:00 y acaban a las 13:00. Además, aquí hay una terapeuta ocupacional que nos ofrece
unas terapias mucho más eficaces, según mi humilde opinión, que las ofertadas por el
Sierra Morena.

36
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Por acabar con los puntos positivos, Antón Pirulero es el único guía espiritual que
ha tomado nota de todas mis lucubraciones. Hoy han estado muy atareados y quieren
sacar gente de la unidad de agudos, que es el Sierra Mágica, y yo lo entiendo, pero el
seguimiento en el Sierra Morena se ha convertido en un ingreso inminente por el riesgo
a que yo decaiga. Como mañana, presumiblemente, baje a hablar conmigo el guía
espiritual con los deberes hechos, esto es, se habrá leído todos los informes y mis idas
de olla, le aclararé algunas ideas usando como soporte este diario. Además, le
preguntaré por otras cosas para que las valore, dentro del trabajo tan descomunal con
que cuenta en estos meses de calor extremo.

Apuntes para Antón Pirulero

Bajada al Sierra Morena: lunes y jueves. Los miércoles me voy a hacer pilates con
la monitora ocupacional. Además, me he aficionado a los sudokus [no sé por qué pongo
esta información aquí, mi yo del futuro entiende que estaba bastante nervioso.
Continuamos para bingo]. Seguimiento, solo bajo prescripción médica, desde casa y
comunicación estrecha con el Pelijas. Aclaro que quiero realizar una gestión personal de
mis problemas (aunque he dado motivos como para pensar que no sé hacerlo bien).
Además, nunca he pedido ayuda profesional, pero agradezco el trabajo de todos los
profesionales de la pública.

Los diarios anteriores, en posesión de la Rottenmeier. Al irse esta señora de


vacaciones, exijo la devolución inmediata de estos.

Willy Wonka, en diez minutos, me dio una lección que se me queda grabada de
por vida: todo en esta vida tiene un porqué y un para qué, a pesar de que, a veces, sea
difícil verlo. Mi porqué radica en el hastío vital, en la apatía. Mi para qué, en no
estorbar, en no ser un problema.

25 de julio

Había empezado bien el día. Yo estaba optimista. Dos auxiliares tope simpáticas
han hecho sudokus conmigo. La mañana no podía ir mejor hasta que me he enterado de
que la señorita Wench, quien tan bien me ha tratado y orientado en el Sierra Mágica, se
marcha. La noticia me ha sentado como si uno de los pilares que aguantaba este

37
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

edificio, llamado mi cuerpo, se derrumbase. Para colmo, el hecho de bajar al Sierra


Morena es voluntario, pero el guía espiritual no me dará el alta hasta que no me vean en
dicha jaula los preceptores. De ahí que haya tenido un miniataque de ansiedad, el cual
ha sido rápidamente calmado por una auxiliar estupenda (todas las auxiliares son
maravillosas). Parece que no tengo motivos para no bajar (o subir) al Sierra Mágica,
pero se los intento transmitir a Antón Pirulero y no me hace caso, ya que confía
demasiado en la tan estupenda como irreal comunicación entre el Sierra Mágica y el
Sierra Morena. Desde mi humilde y mi no demasiado prolongada experiencia, la
coordinación entre ambas unidades es nefasta. No obstante, este tema no me compete
(demasiado tengo ya de por sí). Lo que sí me compete son los motivos por los que no
quiero bajar (o subir) al Sierra Morena. [Este espacio, donde se supone que iban los
motivos mencionados anteriormente, queda en blanco por olvido del autor. Espero no se
lo tengan en cuenta o lo rellenen con su propia imaginación, que es un ejercicio mental
recomendado por todos los que saben del tema].

26 de julio

Por un día o, mejor dicho, por un instante, tengo mis objetivos claros:

El seguimiento espiritual se realizará en el Sierra Morena, tal como acordé con el


Pelijas, quien trabaja allí desafortunadamente.

La coordinación y la realización de las terapias, con mejores métodos que los


arcaicos, así como su calidad, dejan mucho que desear en esta época estival.

Valoro y felicito el trabajo de los profesionales, pero los problemas que arrastro
solo se solucionan saliendo a la calle y hablando con personas con quienes necesito
aclarar dudas [ya lo estoy haciendo en la actualidad, por lo que estoy muy orgulloso de
mí mismo], ya que la raíz de mi problema (o enfermedad) radica en la indiferencia, la
cual he de eliminar progresivamente, esto es, poniéndome metas a corto plazo que
pueda cumplir sin ningún tipo de obstáculo.

Bajo (o subo) al Sierra Morena para volver a probar, después de haberla conocido
profundamente ya, para tener argumentos convincentes en el diálogo con mi mentor.

Está siendo un día frenético para mí en el Sierra Mágica.

38
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Salgo de aquí con el alta si el seguimiento en el Sierra Morena es exhaustivo. A


mí no me gusta que me sigan demasiado, a pesar de que soy consciente de que lo
necesito.

Acabo de terminar un cuestionario de esquemas disfuncionales avalado por la


fundación para la investigación en psicoterapia y personalidad. He hecho algunas
puntualizaciones de gran calibre y otras demasiado frikis para alguien “de ciencias”.

Ese cuestionario se encuentra totalmente condicionado por una estancia


prolongada de manera extraordinaria en una unidad clínica de agudos, pese a que yo
estoy grave.

Algunas auxiliares me han recomendado no bajar a la comunidad y eso es lo que


haré, por lo que me estaré saltando una prescripción médica de alto nivel, puesto que
Antón Pirulero, como todos los demás preceptores, es un gran profesional; sin embargo,
le he explicado que las ideas negativas aumentan cada vez que recuerdo el Sierra
Morena por aquel error que cometieron al presentármela.

Como todos nos podemos equivocar, les he explicado la situación a las guías
espirituales doña Panchi y doña Miel (aunque ellas no quieren que las traten de doñas).
La última tuvo un accidente de coche en tercero de carrera (no sé si me lo dice por
consolarme).

Al bajar al Sierra Morena, se me ha insistido en quedarme, en que es un lugar


idóneo para un enfermo como yo, pues es un sitio de estancia media con un régimen de
libertad superior al del Sierra Mágica, pese a estar más abajo (o más arriba; todo parece
un juego en que los niveles van in crescendo; no sé qué me deparará el futuro, espero
que no sea un game over).

También se me ha invitado a ver a mi antiguo compañero de habitación, don


Florencio, con quien la comunicación brillaba por su ausencia [cambio en la tipografía
en el formato papel, por inciso psicológico con tres pacientes, por lo que de aquí salgo
con dos carreras: Medicina por la especialidad de Psiquiatría (bueno, no, porque no
receto, pero poco me falta) y Psicología con expediente cum laude]. Me ha gustado ver
que en el Sierra Morena él se encuentra bien, pero no me ha gustado que me animen a

39
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

bajarme aludiendo a que en el Sierra Mágica estoy alargando el ingreso, pese a que yo
necesite gestionarme la vida paulatinamente. Hitler 3.0 me ha saludado y doña Miel, los
guías espirituales más destacados del Sierra Morena, se ha enterado de todo lo que el
Pelijas me preguntó en su día acerca de mis objetivos a corto, medio y largo plazo. Yo
no sé qué va a pasar dentro de dos minutos. Probablemente, siga escribiendo. A pesar de
que todo estaba claro, parece que las inesperadas vacaciones de la Rottenmeier han
alterado el curso de los acontecimientos. Tal como me decía Willy Wonka, nada es
baladí en estas reflexiones, pues todo cuenta con un porqué y con un para qué. En
definitiva, todo tiene sentido. Solo hace falta responder las dichosas preguntas. Según
Antón Pirulero, soy muy evitativo. Muy evitativo. Muy evitativo. Muy evitativo 5.
Entiendo que no haya ningún otro recurso en Salud Mental, pero yo quiero
autogestionarme. Estoy muy bien hasta que en el Sierra Morena dan un curso sobre
promoción que se convierte realmente en uno sobre memoria, que me ha venido muy
bien por otro lado porque mi sesgo de memoria tiende a ser depresivo, así que mi
reminiscencia tiende a ser negativa. En mi mano sigue estando el hecho de cambiar de
pensamiento.

Ya están mis diarios controlados y no paro de bromear con la idea de que me haré
famoso escribiendo un libro sobre mis experiencias, pero mi humildad rebasa límites
insospechados.

27 de julio

Adjunto al final de este tercer diario los pensamientos de este día (cuestiones de
logística relacionadas con el manuscrito original en papel).

[Hoy me he levantado con el pie izquierdo, pues estaba convencido de que no


bajaría (o subiría) al Sierra Morena, a pesar de que Antón Pirulero me comente por
activa y por pasiva que es lo mejor para mi recuperación, lo cual yo respeto, pero no
comparto del todo. Mis motivos radican en la frivolidad con que se me presentó dicha
unidad, además de que se me propuso que empezase a organizar mi vida desde allí (me
niego). Este último hecho quebranta mis principios (si es que tengo algunos) en pos de
resolver todo aquello que dejé pendiente paulatina y progresivamente.
5
Me ha repetido el adjetivo referenciado unas cuantas veces. No aparece ni en el Diccionario de la
Lengua Española.

40
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Una auxiliar simpática a más no poder ha hablado con el Sierra Morena y, desde
esta unidad, se me ha pedido que baje para hablar con Hitler 3.0. Aprovechando que
este nazi quería hablar conmigo, y pese a su sorpresa inicial al no saber nada de mi
consulta con él, me he esperado para hablar con doña Miel, quien tampoco me esperaba
(aunque ayer me dijese que estaría encantada de hablar conmigo hoy).

Se me quitan las ganas de bajar (o subir) al Sierra Morena mañana para hablar con
los guías espirituales. Pediré que llamen para confirmar que doña Miel no tiene a ningún
paciente por atender, debido a que entiendo que tenga programadas consultas externas
incompatibles con los horarios del Sierra Mágica. Esto ya se lo he comentado al
personal de enfermería para que conste en observaciones.

Mi tranquilidad y bienestar ha llegado cuando Antón Pirulero me ha dejado uno


de los libros que me llamó la atención cuando se lo prestó a mi amigo Andújar. Además,
me ha leído el relato del aguilucho, que me ha encantado y me ha dado ganas de seguir
adelante (lo cual se suma a su impecable trabajo conmigo por su profunda implicación).
Por estos momentos, merece la pena vivir. Mañana trabajaré con él varios aspectos que
se me han quedado pendientes. Me encanta que a este señor no se le pase ni un detalle y
que sea tan organizado.

He pensado que Regálame la salud de un cuento, RSC a partir de ahora, donde


José Carlos Bermejo recoge relatos del folclore, lo comentaré en este diario, haciendo
metaliteratura (no sé quién me creo, pero alguien importante como mínimo —risa, risa,
guiño, guiño—).

Me encuentro en la sala de terapia y parezco el terapeuta; espero titularme y poder


cobrar mis ganas de escuchar insólitas en el Sierra Mágica.

Acabo de probar la experiencia de La metáfora de las hojas en la corriente y es


difícil concentrarse aquí, aunque estamos en la hora de la siesta (chiste filológico).

Seguro que la emplearé con muchas hojas con pensamientos más positivos que
negativos, lo que me conduce a examinar con atención la imagen que me ha dejado
Antón Pirulero, en la que veo, sobre un mundo metafórico cuyo referente en la realidad
es mi cabeza, un ángel (asociado tradicionalmente a lo positivo) y un demonio (que

41
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

atañe normalmente a lo negativo). Estos seres imaginarios desde el punto de vista del
realismo son usados simbólicamente a la lucha del bien contra el mal, la cual se libra en
las mentes humanas. También puede ser vista como la tentación contra lo prudente.
Personalmente, siempre el ángel ha vencido en mi interior, a pesar de que el demonio
insista en atrapar la espada durante mi ingreso en Salud Mental].

28 de julio

Me pongo a escribir como si fuera ayer (Estopa rules) y solo pienso en que, a
pesar de ser el único recurso disponible, el Sierra Morena no solucionará mis
problemas, pero ayudará. Como ya he manifestado alguna que otra vez, cuanto menos
tiempo pase allí, mejor. Sin embargo, no me niego a que el seguimiento se haga desde
allí al ser el único recurso disponible. Tal como le he comentado a Antón Pirulero, el
plan de seguimiento se realizará, por supuesto, a nivel psicológico y espiritual, además
de que asistiré a las actividades que me agraden. Me preguntan mucho por la lectura y
es normal, pues saben que estudio Hispánicas. No obstante, agradezco la implicación de
los profesionales conmigo y pongo sobre las hojas de la corriente aquellos pensamientos
negativos acerca del Sierra Morena. Estoy en las mejores manos, pero no quiero ser una
hoja movida por el viento.

29 de julio

Hoy sí me he levantado de modo positivo, de ahí que haya ordenado la biblioteca


del Sierra Mágica. Al ser sábado, los demás están en la habitación con los dispositivos
electrónicos. Yo soy más analógico y uso papel y bolígrafo. Suena la radio y leo
Regálame la salud de un cuento, del cual he señalado ya dos cuentos que me dispongo a
comentar someramente:

“El niño y los clavos”: me considero el niño con mal carácter cuando niego los
recursos que me ofrece la sanidad pública. Estoy en el punto en que quito clavos,
aunque me faltan un montón por inhibir, pero las heridas ya están hechas, pese a que
pida perdón. Me propongo valorar mucho más lo que tengo alrededor.

Me ha gustado especialmente un cuento muy saludable (no susceptible de ser


saludado) que no quiero pasar por alto:

42
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

“Las tres rejas”: el título es la metáfora del filtro a través del que han de pasar les
langues de bois o la malevolencia. La primera es la verdad, la certeza absoluta; la
segunda, la bondad, si es bueno para alguien aquello que se cuenta y la tercera trata
sobre la necesidad de contarlo, es decir, si merece la pena relatarlo. Así que, “si no es
verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido”.

Me dispongo a hacer sudokus, ayudar en todo lo que pueda y consultar las


noticias para constatar que sigo en el mundo, que no he desconectado del todo. Espero
escribir más durante la tarde.

30 de julio

Al final, la cháchara con compañeros y auxiliares estupendísimos (Amalia y yo, si


nos conociésemos, no acabaríamos nunca de cascar) hizo que descuidara el diario ayer
por la tarde. Hoy me he levantado optimista, aunque esté siendo un domingo muy
domingo. Me hallo en soledad en la sala polivalente, de ahí que elija este sitio para
escribir mientras escucho Cadena Dial. Preveo que será una mañana muy tranquila en la
que mis compañeros disfrutarán de sus dichosos dispositivos electrónicos mientras yo,
analógico por antonomasia, comento otro cuento que me ha llamado la atención de
Regálame la salud de un cuento:

“Una competición de sapos”: creo que, aunque no lograron desanimar al sapo


sordo, yo me hago el sordo (y eso que no soy de Suecia) cuando intentan animarme, a
pesar de que lo agradezco encarecidamente. Es algo connatural a mi existencia. Puede
que se llame humildad.

Voy a ver algunas noticias y espero escribir más tarde, tras hacer sudokus y leer
un poco.

Definitivamente, hay personas y momentos por los que vale la pena vivir. Me
acongoja el hecho de que haya tenido que llegar hasta el Sierra Mágica para darme
cuenta, pero para ello están los profesionales de nuestro sistema público de calidad.

Espero que no se me olvide decirle a Antón Pirulero que creo que la pastilla de las
cinco de la tarde es inútil bajo mi punto de vista.

43
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Como resumen del fin de semana, ha sido muy productivo, ya que en el Sierra
Mágica hemos jugado al comecocos, al ajedrez, al dominó y a todo lo que se me
proponga en los ambientes propicios para ellos. Pienso en mañana y no quiero escuchar
mucho las palabras Sierra Morena, que me agota.

31 de julio

Hoy me he vuelto a levantar dando un salto mortal. Hemos jugado a la brisca mi


compañero y yo. Estoy feliz. Una estupenda auxiliar me ha informado sobre el día que
es y yo le he dicho que, si hoy es lunes, mañana es martes y, al siguiente, miércoles.

Voy a hacer sudokus.

La mañana no ha podido ir mejor porque ha sido fabulosa, ya que la estupenda


auxiliar me ha regalado un libro de sudokus (para no perder las buenas costumbres) y un
bolígrafo multicolor. Esto me ha alegrado la mañana y el resto de los días que me
queden en el Sierra Mágica; es maravillosa. Ojalá todas las auxiliares jóvenes traten con
tanta delicadeza y dedicación a los enfermos de, en este caso, salud mental.

Aparte de haber estado hablando con mis compañeros, de haberme convertido en


un experto en sudokus (no lo digo yo; lo dicen quienes me enseñaron) y de leer cuentos,
me ha visitado mi mentor, Antón Pirulero, para valorar mi evolución.

Le he comentado que la pastilla de las cinco la veo como una píldora inútil y me
la ha quitado, ya que se trata de un tranquilizante. Sin embargo, ha aumentado la dosis
del estabilizador del ánimo, lo cual debería haberse hecho tras catorce días; a mí me la
ha aumentado a los veinte.

Si bien es cierto que los pensamientos negativos llegan cuando hablo o hablan del
Sierra Morena, mañana he de bajar a hablar con doña Miel exclusivamente para fijar el
plan de seguimiento. No importa. Hoy estoy feliz y positivo; espero que este estado no
se vea perturbado por lo que pueda acontecer mañana (pero eso sería recrear en mi
cabeza escenarios cuya probabilidad de ocurrencia es del noventa por ciento). Me quedo
con lo bueno: los cuentos de Regálame la salud de un cuento:

44
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

“¿Matar al amor?”: los sentimientos negativos como el odio, el mal carácter, la


ambición, la frialdad, el egoísmo, la indiferencia, la pobreza o la enfermedad son
incapaces de matar al amor, aunque hacen mucho daño. Solo es capaz de matar al amor
la rutina, la cual odio con todas mis fuerzas, aunque la veo necesaria para organizar y
estructurar cada uno de los días de la vida de una persona que, presumiblemente, padece
una enfermedad relativa a la salud mental. He de ser sincero en que, durante mi vida,
han estado muy presentes el odio, la frialdad, el egoísmo y, sobre todo, la indiferencia.
Creo que el primer paso para trabajar eliminando estos sentimientos de carácter
negativo ya lo he dado: reconocerlos. Ahora toca ponerme en práctica con la
indiferencia que tanto me caracteriza como persona y no me trae nada bueno. He de
priorizar otros sentimientos positivos paulatina y progresivamente.

“¿Cuántos amigos tienes?”: Pienso que es muy difícil encontrar a amigos íntimos,
amigos en que confíes lo suficiente como para contarles tus sentimientos más
profundos, de ahí que piense que tengo amigos (a secas) y muchísimos conocidos. Al
contrario, también pienso en que nadie me puede considerar como amigo íntimo, debido
a que no hay reciprocidad.

Esta tarde, le escribiré un poco a una estupendísima auxiliar y no pararé, por


supuesto, de hacer sudokus.

III

La partida

El ocaso ha llegado y Charini se ha marchado feliz, arropada por sus pajarillos.


Me he emocionado mucho por su éxodo y por las palabras que me dedican grandes
profesionales del Sistema Andaluz de Salud, que tan bien cuidan de sus pacientes.

Me pongo a escribir en la sala polivalente después de haber pasado la tarde de


manera melancólica. Estoy dispuesto a darle una oportunidad a Ana María Matute con
su Aranmanoth, pues la ciencia ficción de Las máquinas de Dios no va conmigo.
También he de leer Regálame la salud de un cuento para no descuidar los sabios
consejos sobre salud, ya que la única persona que nos proporcionaba herramientas

45
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

alternativas a la medicina probablemente esté, como se merece, disfrutando de sus hijos


y, por ende, de sus vacaciones. Ojalá pudiese volver a verla dentro de un tiempo para
agradecerle de nuevo todo lo que ha hecho por mí.

Ahora, se me viene a la cabeza la magnífica conversación que entablé con el guía


Willy Wonka, a quien le estoy muy agradecido por darme una de las herramientas
esenciales para mi recuperación: el sentido de la vida. Me acabo de acordar de que he de
grapar unos folios. Voy a aprovechar el momento. Carpe diem, ut tempus fugit
irreparabili. Espero que mañana sea un buen día y que salga el sol.

1 de agosto

Esta mañana, me he levantada con ganas de leer Regálame la salud de un cuento:

“El sabio Avicena”: de este cuento he recordado lo saludable y gratificante que es


comer bien y dormir profundamente para combatir contra la ansiedad y las ideas
alteradas por una percepción inexacta de la realidad. Aunque aquí podríamos abrir un
melón (o una sandía, que me gusta más) sobre qué es la realidad. Yo pienso, grosso
modo, que la realidad en sí no existe, sino que se da en la mente de cada humano, quien
da veracidad a lo que llamo “realidad propia” y nunca general, pues los acontecimientos
bélicos siempre son contados desde el punto de vista de los ganadores y olvidamos a
aquellos perdedores cuya realidad es ligeramente (y solo ligeramente) distinta a la de los
otros. Otro ejemplo europeísta me lleva a pensar en la palabra descubrimiento al
referirnos a América, mientras que, en aquellas tierras, ya llevaban descubiertos desde
que el homo es homo.

Me toca volver a bajar (o subir) al Sierra Morena para fijar el plan de seguimiento
con la señorita Miel. Yo tengo claro que acudiré a las citas para que me realicen el
seguimiento del medicamento. Sin embargo, con los preceptores, aparte de que no sé
hablar de mi interior porque es una maraña que no logro desliar ni yo mismo, no
necesito (o eso creo yo humildemente en contraposición a mis principios tambaleantes)
contarles mis penas, pues tengo la suerte inmensa de contar con todas las personas con
quienes tengo que hablar en vida, lo cual no puedo hacer desde el Sierra Morena. Tengo
la mente positiva para abrirme a todas las propuestas, pero tengo claro lo que no quiero
porque creo que lo podrían aprovechar otras personas mejor que yo.

46
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Epílogo

Este escrito es espejo de su autor; así, es un poco raro. La verdad es que yo me


esperaba haber escrito más sobre Charini por la influencia que ejerció sobre mi persona,
la cual me hizo evolucionar en apenas un mes.

Creo que debo profundizar más en la figura de Charini y sus pajarillos. Como he
comentado antes, nada de esto atiende a la realidad, pues hablaré de una segunda
persona del singular del pretérito perfecto (acabado y maravilloso) desde mi punto de
vista. De este modo, habla más de mi modo de ver y entender la realidad que de la
propia Charini.

Antes de profundizar en este y en otros muchos temas que han marcado esta
especie de cajón de sastre, creo que debo recalcar ya (por si alguien no es capaz de
seguir leyendo esta tediosa obra) que todos los personajes que aparecen tienen un
referente directo en el mundo real; por supuesto, les he puesto nombres en clave para
que nadie me denuncie, pero quedan en correspondencia en un sobre donde los he
apuntado con su referente de la realidad para que no se me olviden. Solo Dios, el autor y
y el sobre sabe de quiénes se trata. Si alguien de quienes aparecen lee esto, seguro que
se reconoce, por lo que se produciría un efecto de anagnórisis que rompería las fronteras
espaciotemporales. Ojalá llegue a sus manos esto. Mejor pensado, si se acuerdan, no
quería que nadie leyese mi diario y ahora parece que me quiero lucrar de él. Nada de
eso. Además, los nombres tienen segundas intenciones, que resaltan alguna cualidad o
defecto de las mencionadas personas (siempre me han gustado los nombres parlantes
como los que aparecen en la Celestina).

Lejos de la realidad, jamás habría imaginado llegar hasta aquí, esto es, escribir
todo esto que he escrito, lo cual forma parte de una intimidad que jamás, en mi vida, ha
salido a la luz.

Algunos escritores humanistas, por ejemplo los grandes Nuccio Ordine e Irene
Vallejo, escriben sobre la necesidad de redactar los pensamientos como técnica para
organizarlos, estructurarlos,… Es una necesidad básica de los seres humanos y, como
prueba de ello, existen los escritos desde que la historia es historia. Creo que el arma
más poderosa para cambiar el mundo, aparte de la educación de la que hablaba

47
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Mandela, es el libro y, como muestra de ello, los grandes regímenes totalitarios han
perseguido y quemado todos los libros que pudiesen cambiar mentes, los morales y
didácticos. Me acuerdo de ese incendio provocado en la biblioteca de Alejandría, que
tan bien se relata en el Junco de Irene Vallejo, y rememoro la gran cantidad de material
que se perdió, pero también valoro todos los documentos que, aún a día de hoy, siguen
recuperando los filólogos, que les dan el valor que merecen tras ser deturpados con el
paso del tiempo.

No quiero irme más por los cerros de Úbeda, por lo que me centraré, un instante
en la eternidad, en Charini y en el porqué de sus pajarillos.

Figura 1. Vencejos. Recuperada de https://elambientologo.com/.

48
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Los últimos días hablamos un montón sobre la vida y me han marcado por varios
motivos que no son otros que la voz de la experiencia, la apatía vital y las ganas de
bajarse del tren.

Charini y yo, de alguna manera, estábamos predestinados. No amorosamente.


Ambos contábamos con un finísimo hilo rojo que nos conectaba de algún modo,
empezando por el pueblo en que vivo. Ella ya estuvo con su hija, la enfermera, y con su
marido en mi pueblo hace años, comiéndose un helado frente al gran estanque. Tienen
un bonito recuerdo de este momento y quieren repetirlo, por lo que les he animado que
vuelvan para probar uno de los helados más famosos de mi pueblo: el de almendra.

Charini es mayor, creo que ya lo he dicho, pero fuma como una condenada. A ella
le da igual su salud. No le importa morir; de hecho, lo intentó. Por suerte o por
desgracia, su marido pudo socorrerla a tiempo. Charini está agradecida a la vida. No le
falta de nada. Nadie sabe que se encuentra deambulando, de nuevo, por el Sierra
Mágica. Para las vecinas cotillas, ella está visitando a una hermana de Zaragoza
inexistente.

Los últimos días con ella han sido abrumadores. El cariño se ha disparado. Una
semana antes de marcharse, esperemos que para siempre, fue un día a su casa para ver
cómo está la situación allí y, sobre todo, para ver cómo se siente en su entorno habitual.
Vino fatal. No le sentó bien la experiencia (pista: a nadie le sienta bien).

Este hecho hizo que se alargase su estancia hasta el lunes siguiente, es decir, hasta
un día antes de yo marchar. El día de antes bajó, como siempre, a fumar. Mientras que
yo estaba escribiendo el diario, ella se sentó en uno de los bancos que rodean el Sierra
Mágica. Cuando estaba mirando a la nada y pensando en todo, vio a unos pajarillos
acercarse a ella. No paraban de llegar. Unos se iban y otros llegaban. En ese momento,
Charini volvió a la vida. Es bonito.

Creo firmemente en el poder curativo del contacto con la naturaleza. La acción


humana, tal como se puede vislumbrar con los efectos de la emergencia climática, ha
deturpado el medioambiente. Solo cuando volvemos a nuestros orígenes, a aquellos
sitios en los que la mano del hombre no ha llegado, encontramos sentido a nuestra vida.

49
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Charini reconectó y se reconfortó con sus pajarillos, con esos animalillos que nos
empeñamos en enjaular sin saber que están hechos para volar en libertad. Al igual que
Charini, esta obra surgió cuando volví a vincularme con el medio natural alrededor de
Sierra Mágica. La vida merece la pena. La naturaleza es terapéutica. Por ello, los
especialistas recomiendan el mar, entre otros espacios naturales, para volver a
reencontrarse con uno mismo.

Para mí, es una de las mejores anagnórisis que existen, esto es, el hecho de
reencontrarse con uno mismo a través de la naturaleza es irrefutable y, desde aquí,
invito a todo el mundo a vivir la experiencia de volver a los orígenes en un momento en
que necesite coger impulso. Todos lo necesitamos. Nadie saber qué va a ser de sí mismo
dentro de unos segundos. Según Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en un mismo
río porque, aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua
que corre por él se transforma continuamente. El cambio es la constante de la vida, ya
que esta representa un cambio inquebrantable. Me encanta este pensamiento de
Heráclito y siempre lo comparto, pues, cuando alguien me dice que me conoce, siempre
le digo que no hace lo propio, pues yo soy como la energía, que no se crea, sino que se
transforma. La vida tiene sentido por eso mismo. Además, la literatura, para mí, sigue
ese principio y, por él, tienen sentido los estudios filológicos. Por ejemplo, la primera
parte del Quijote lleva siendo igual desde que Cervantes decidió publicarla en 1605,
pero jamás se ha leído igual. Cada lector le da una nueva interpretación y, por eso, tiene
sentido releerlo después de tantos años. De ahí que sea un clásico, es decir, lo que nunca
pasa de moda, a pesar de los años (y de los daños, pues no fue fácil regresar al arquetipo
del Quijote, es decir, al texto más fehaciente según la pluma del eterno Cervantes).

Para mí, Charini y su historia, en la cual debería profundizar más, pero me guardo
todo lo que sé para posteriores secuelas. Dejo las expectativas por las nubes con este
sugerente esbozo de la que ha sido, es y será la persona que más ha marcado mi vida. Te
adoro, querida Charini. Ojalá leas esto alguna vez y me sigas mirando como nadie supo
mirar. Tú que protegías la vela si empezaba a temblar. Tú, que me leías cuentos que me
hicieron volar […]. Tú, mi estrella despistada en la noche. Tú, que aún brillas cuando
escuchas mi voz. Estoy contigo. Estás conmigo6.

6
Fragmento de Estoy contigo, de la Oreja de Van Gogh.

50
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Nota para la tribu charinina

Vosotros

que en lo tierno y profundo

del futuro

aprendisteis de nuevo

a leer y escribir

recordad siempre:

no hay nada más hermoso

que ser frágil en un mundo infinito

JUAN F. RIVERO, Las hogueras azules (2020)

Esta suerte de cajón de sastre no lo he escrito yo. Me explico; es el resultado de


una serie de experiencias externas que han influido y han moldeado mi manera de ver la
vida. Aquí, plasmo un instante de eternidad. Dentro de unos años, mi visión de lo
ocurrido desde hace unos meses hasta ahora, presumiblemente, cambiará. Y ahí estaré
yo para autoglosarme y ver los ingenuos pensamientos de una persona que sabe de la
vida lo justo a sus veinte años.

Notas y agradecimientos

He de agradecer a todas las personas que han hecho posible que yo esté aquí
escribiendo esto.

51
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

A continuación, sin orden ni concierto, pongo una relación de todas las lecturas
que han conformado esta especie de ensayo. El orden en que aparecen surge del
corazón:

VALLEJO, IRENE. El infinito en un junco.

MUÑOZ MOLINA, ANTONIO. Volver a dónde.

HOMERO. Ilíada.

GÓMEZ-JURADO, JUAN. Todo arde.

GÓMEZ-JURADO, JUAN. Reina roja.

GÓMEZ-JURADO, JUAN. Loba negra.

GÓMEZ-JURADO, JUAN. Rey blanco.

CERVANTES, MIGUEL. Don Quijote de la Mancha.

AZORÍN. La voluntad.

MACHADO, ANTONIO. Poesía.

JIMÉNEZ, JUAN RAMÓN. Poesía.

VALERA, JUAN. Pepita Jiménez.

UNAMUNO, MIGUEL. Niebla.

UNAMUNO, MIGUEL. San Manuel Bueno, mártir.

PÉREZ GALDÓS, BENITO. La desheredada.

ESPRONCEDA, JOSÉ. La canción del pirata.

RUIZ ZAFÓN, CARLOS. La sombra del viento.

RUIZ ZAFÓN, CARLOS. El juego del ángel.

GUZMÁN VIEDMA, JUAN ALFONSO. Las peripecias de John A. Goodman.

MUÑOZ MOLINA, ANTONIO. Volver a dónde.

52
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

LUCA DE TENA, TORCUATO. Los renglones torcidos de Dios.

MATUTE, ANA MARÍA. Aranmanoth.

ANÓNIMO. El Abencerraje.

PONS RODRÍGUEZ, LOLA. El árbol de la lengua.

CERVANTES, MIGUEL. Novelas ejemplares

MANRIQUE, JORGE. Coplas por la muerte de su padre.

GOETHE. Werther.

BOCCACCIO. Decamerón.

MUÑOZ MOLINA, ANTONIO. Las apariencias.

CERVANTES, MIGUEL. Don Quijote de la Mancha.

GARCÍA LORCA, FEDERICO. Bodas de sangre.

GARCÍA LORCA, FEDERICO. Yerma.

VEGA, LOPE. El perro del hortelano.

GARCÍA LORCA, FEDERICO. La casa de Bernarda Alba.

MOLINA, TIRSO. El burlador de Sevilla.

ZORRILLA, JOSÉ. Don Juan Tenorio.

DUQUE DE RIVAS. Don Álvaro o la fuerza del sino.

SHAKESPEARE, WILLIAM. Romeo y Julieta.

SHAKESPEARE, WILLIAM. Hamlet.

VEGA, LOPE. Fuenteovejuna.

VEGA, LOPE. El caballero de Olmedo.

ROJAS, FERNANDO. La Celestina.

53
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

DE JESÚS, SANTA TERESA. Camino de perfección.

DE LA CRUZ, SAN JUAN. Noche oscura del alma.

DE LA CRUZ, SAN JUAN. Cántico espiritual.

DE LEÓN, LUIS. Poesía.

BÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO. Rimas y leyendas.

MARTÍN GAITE, CARMEN. El cuarto de atrás.

DE LA VEGA, GARCILASO. Poesía.

DE LA BARCA, CALDERÓN. El gran teatro del mundo.

DE LA BARCA, CALDERÓN. La vida es sueño.

DE GÓNGORA, LUIS. Fábula de Polifemo y Galatea.

DE GÓNGORA, LUIS. Soledades.

DON JUAN MANUEL. El conde Lucanor.

CADALSO, JOSÉ. Noches lúgubres.

FRANK, ANA. Diario.

BAROJA, PÍO. El árbol de la ciencia.

Estoy seguro de que se me olvidan muchos textos, muchos títulos, pues, aunque
no lo parece, he leído algunos ríos de tinta ya. Aquí quedan esbozados algunos de los
más significativos.

Conviene, por mis principios, que agradezca a Nedhya las ganas de vivir que me
da. Nuestra relación es bastante rara y daría para escribir otros tantos ríos de tinta, pero
quiero esbozar una semblanza somera para fijar el cariño con que siempre me ha
tratado.

54
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

Empezaré por el principio.

55
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

56
CHARINI Y LOS PAJARILLOS

57

También podría gustarte