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C a p ítu lo 9

A s p e c to s eco n ó m ico s y sociales


d e la P r im e r a G u e rra M undial

La g u e rra d e 1914-1918 fue en gran m edida un conflicto europeo. Aunque tomaron


parte algunos países no pertenecientes al Viejo Continente, de los cuales el más importan­
te fue sin d u d a E stados U nidos, no se alteró la lógica esencial de la contienda. Por lo tan­
to, la cuantía d e los costos con trib u y ó a que se produjera el fin del predominio de este con­
tinente d en tro del escenario del capitalism o mundial. Una de las consecuencias de la guerra
fue, justam ente, un drástico desplazam iento espacial del poder económico.

9.1. L a r u p t u r a de la s re la c io n e s económ icas internacionales


El 28 d e ju n io de 1914, el heredero al trono del Imperio Austrohúngaro y su mujer mu­
rieron en S araje v o , víctim as de un alentado perpetrado por una organización terrorista ser­
bia. En V ien a ta n to el gobierno com o los militares, con el apoyo de Alemania, pensaron
que había lle g a d o el m om ento de hum illar a Serbia: su declaración de guerra fue la señal
que puso en m archa los m ecanism os de las movilizaciones generales y activó la vigencia
de los com prom isos entre bloques que se habían concretado en años anteriores, hasta que
el 4 de agosto la s tropas alem anas invadieron Bélgica.
La d in á m ic a d e los acontecim ientos que arrancaron en 1914 —el comienzo del siglo
xx según la v isió n , entre otros, de E ric H ousu a w m ' — llevó a que luego se recordara con
nostalgia el p erío d o anterior. E sto es válido también para la vida económica, pues no sólo
se interrum pió la fase de crecim ien to que se había iniciado a mediados de la década de
1890, sino q u e algunos de los elem entos que la habían caracterizado —los intercambios
multilaterales, la vigencia del patrón oro— nunca se restablecieron de manera completa.
En p rin cip io , el estallido de la guerra dislocó las relaciones económicas internaciona­
les y los d o s b an d o s intentaron d esalojarse mutuamente del mercado por medio de blo­
queos, hasta el punto que se ha podido hablar “tanto de una guerra de bloqueos como de
una guerra d e lo s ejércitos”12.
Una d e la s consecuencias de esta situación fue que el comercio internacional, sin dis­
minuir— sa lv o en una prim era etapa— , se transformó al modificarse los recorridos, con el

1 Ho b sb a w m (1995).
2 S alter (1 9 8 6 ).
262 H istoria económica mundial

consiguiente aumento de los fletes. Por otra parte, las necesidades del conflicto obligaron
a un esfuerzo importador de los países beligerantes, circunstancia que forzó a una mayor
intervención del Estado para adaptar los intercambios a la nueva realidad.
Finalmente, los países neutrales experimentaron significativos incrementos en la pro­
ducción, ya que dispusieron de nuevas posibilidades: sustituir con producción propia im­
portaciones que antes realizaban de las potencias en guerra: proveer a éstas de algunas mer­
cancías en la búsqueda en que sus necesidades se habían incrementado de manera
significativa, y abastecer mercados periféricos y coloniales abandonados por sus provee­
dores tradicionales.

9.2. La gestión de las econom ías en g u e r r a


La guerra de 1914-1918 fue la primera que exigió de los gobiernos el abordaje y (are-
solución de cuestiones económicas de envergadura, vinculadas a la disponibilidad de los
diferentes factores de producción y a la necesidad de distribuirlos en un escenario caracte­
rizado por deudas crecientes y diversificadas y por restricciones de importancia. En los en­
frentamientos del siglo xtx casi nunca se habían planteado estos problemas, en tanto se tra­
taba de guerras localizadas, por lo que la política económ ica en esos momentos consistía
básicamente en la búsqueda de recursos para m ovilizar los ejércitos, esto es, en desplegar
una política financiera.
Imaginada inicialmente como una guerra breve, en muy poco tiempo el Estado se vio
obligado a intervenir en temas en los cuales nadie antes había pensado que la autoridad pú­
blica tuviera que ejercer un control prolongado, si bien la presencia gubernamental en los
asuntos económicos se venía incrementando desde décadas atrás.

9.2.1. Producción

El accionar gubernamental en relación con los procesos productivos se limitó al con­


trol de los mismos sin afectar, dentro de lo posible, los principios de la libre empresa.
Su actuación apuntaba a incidir sobre la producción por m edio de los mecanismos dis­
tribuidores de las materias primas, de los controles establecidos sobre la mano de obra y a
través de una eventual revisión de la gestión em presaria. Com isiones especiales se crearon
a estos efectos en Francia, mientras que en Gran Bretaña el Estado se apoyó en las organi­
zaciones obreras y patronales para organizar la entrega de las materias primas y el trabajo
en algunas ramas de la actividad industrial.
Un problema crucial fue justamente el de la mano de obra, en tanto el reclutamiento
masivo de jóvenes en edad de trabajar dejó enormes vacíos en el aparato productivo. To­
dos los países recurrieron a la mano de obra femenina, protegida por una legislación orf/roc
que contribuyó a que disminuyeran las diferencias salariales que separaban a las mujeres
de los hombres. Dentro de lo posible, las potencias coloniales reclutaron hombres de sus
imperios. En Francia, donde al final de la guerra había alrededor de 150.000 norafricanos,
chinos e indochinos, éstos fueron sometidos a un régimen especial de encuadramiento. El
gobierno alemán, que sólo podía recurrir a sus propios recursos, instauró a fines de 1916
un control especial sobre todo ciudadano que tuviera entre 7 y 60 años, y que no estuviera
movilizado, el que quedaba afectado a las tareas que le asignara un “ Departamento Impe­
rial de Colocaciones .
En el sector agrario se trató de aumentar la producción por todos los medios, para lo quf
Aspectos económicos y sociales de in P rim era G uerra M undial 263

se recurrió a medidas excepcionales. En Alemania se estableció por decreto la obligatoriedad


de cultivar las tierras comunales; en Francia a partir de 1917 se requisaron las tierras sin cul­
tivar; por SUparte, el gobierno británico multó a los propietarios de terrenos baldíos.
La evolución económica de los principales países involucrados en el conflicto puede
apreciarse en el cuadro 9 .1.

Cuadro 9.1
Evolución del PB11913-1920 (1913 = 100)

Países 1913 1920


Estados Unidos 100 110
Reino Unido 100 95
Francia 100 87
Alemania 100 72

Fuente: Elaboración propia a partir de Madoison (2003).

9.2.2. D istrib u c ió n

Los problemas de distribución de materias primas y alimentos se fueron agudizando a


medida que transcurría la guerra, dado que las dificultades que planteó la producción inte­
rior obligaron a incrementar las compras en el exterior. Las potencias centrales, aisladas,
tuvieron mayores dificultades y debieron apelar a medidas excepcionales. Los controles de
precios y el racionamiento fueron puestos en práctica por el Estado alemán para controlar
recursos crecientemente escasos, que además debían orientarse de manera prioritaria hacia
el abastecimiento de los combatientes.
En el rubro alimentos, por ejemplo, las disparidades entre una oferta que muy pronto
se mostró insuficiente y una demanda incrementada por las particularidades de la nueva si­
tuación, provocaron un temprano y rápido aumento de los precios, por lo que ya en agos­
to de 1914 se autorizó a los municipios a fijar los precios minoristas de los artículos de con­
sumo cotidiano. Dos meses más tarde se puso en marcha un sistema general de control de
precios, en principio a nivel de producción, que incluyó a los cereales panificables.
La fijación de precios máximos com enzó casi inmediatamente, y ya en enero de 1915
se introdujeron las cartillas de racionamiento para el pan y la harina, que se generalizaron
al año siguiente. Una aproximación comparativa de las raciones en tiempos de guerra con
respecto al consumo en tiempos de paz mostró que, por ejemplo, en el último semestre del
conflicto, la carne suministrada por medio de las cartillas no superaba el 12% del consu­
mo anterior al conflicto, en tanto las raciones de huevos y queso oscilaban en el 15%, y la
harina entregada era aproximadamente la mitad3.
Para citar otro ejemplo, en Gran Bretaña, la cuna del liberalismo, el Parlamento con­
cedió al gobierno los más amplios poderes en materia de precios y de racionamiento, pero
éste no consideró necesario hacer uso de los mismos. En 1917 se creó un organismo de con­
trol de alimentos, pero, sobre todo, se apeló a los sentimientos cívicos de los ciudadanos
para evitar el despilfarro y los aumentos injustificados de precios.

5 Hardach (1986).
264 H istoria económica mundial

9.2.3. In terca m b io s

Los problemas del transporte interno fueron serios, obligando al Estado a subordinar
a las empresas a la hora de organizar la circulación ferroviaria (Alemania), o a ejercer un
control nominal sobre ellas para evitar que el interés individual afectase los objetivos de
guerra.
Sin embargo, mucho más graves resultaron las dificultades que afectaron al comercio
exterior. Las autoridades actuaron definiendo las prioridades y fijando cupos de importa*
ción. En muchos casos ya no se habló de proteccionismo, sino lisa y llanamente de prohi­
bición; Francia procedió así en 1916 con algunos productos de lujo, y al año siguiente se
debieron someter todas las importaciones a la autorización previa de la Secretaría de Co­
mercio. En Inglaterra, el Arancel McKenna fijó una tasa del 33% para la importación de
algunos artículos, como los automóviles y los relojes.
Ante la cuestión planteada por la organización de los transportes marítimos, insuficien­
tes para enfrentar la nueva realidad, los países de la Entente crearon una Comisión Inter­
nacional de Abastecimiento, destinada a coordinar los intercam bios aprovechando el tone­
laje disponible. Asimismo, los gobiernos se embarcaron en una política de incremento de
sus flotas, correspondiendo a los Estados Unidos el mayor esfuerzo en ese sentido: de 1913
a 1919 su capacidad de carga se multiplicó por cuatro. El resultado de ese aumento de la
producción fue un exceso de equipamiento mundial en materia de buques al finalizar la
contienda, que condicionó las políticas a adoptar en la posguerra.

9.3. La financiación de la g uerra


El conflicto armado significó para los estados involucrados en él un enorme aumento
del gasto público, razón por la cual los presupuestos de esos años alcanzaron niveles iné­
ditos (cuadro 9.2).

Cuadro 9.2
Incremento de los presupuestos de guerra (1914 = 100)

Años: 1914 1918


Países
Gran Bretaña 100 562
Francia 100 448
Alemania 100 505

Fuente: Elaboración propia a partir de Hardach (1986).

Es preciso señalar que esos incrementos tenían un com ponente inflacionario importan­
te, en la medida en que, como se verá, la emisión monetaria fue uno de los instrumentos
utilizados para financiar la nueva realidad presupuestaria. La explosiva demanda de dine­
ro debió afrontarse, según los casos, con sistemas impositivos anticuados; con la imposi­
bilidad de disponer de excedentes en la balanza comercial — una situación generalizada por
la necesidad de incrementar las importaciones— , o a partir de un acceso casi nulo al cré­
dito exterior, problema específico que experimentaron las potencias centrales.
Aspectos económicos y sociales de ¡a P rim e ra G u e r r a M undial 265

Por lo tanto, los diferentes Estados se vieron enfrentados a desafíos que los obligaron
a diversificar y a “modernizar" los mecanismos de obtención de recursos.
En teoría, las posibilidades eran tres: em itir moneda, recaudar más impuestos y endeu­
darse a través de empréstitos internos4. Una cuarta opción, la ayuda proveniente del exte­
rior, sólo estuvo al alcance de Gran Bretaña y sus aliados5.
A.C. Pigou ha descrito cóm o se financió el conflicto a través de los bancos de emi­
sión6: se alternaba la creación de dinero — contra la entrega por parte del Estado de títulos
a corto plazo de su propia deuda— . con la absorción de una parte del mismo por medio del
rescate o la renovación de esos títulos con recursos que el Estado obtenía por otras vías.
Esta creación de dinero puso en marcha un proceso inflacionario que sólo pudo ser atenua­
do por los controles de precios. El cuadro 9.3 muestra las variaciones de los precios mayo­
ristas en algunos países.

Cuadro 9.3
índice de precios mayoristas (1913 = 100)

Años: 1913 1914 1916 1918


Países
Estados Unidos 100 98 127 194
Gran Bretaña 100 100 160 227
Francia 100 102 140 340
Alemania 100 106 153 217

Fuente: Hardach (1986).

Para interiorizarnos sobre cóm o actuaron los gobiernos en relación con el tema impo­
sitivo y el recurso al crédito interno, tom arem os los casos de A lem ania, G ran Bretaña y
Francia, intentando verificar la realidad de la famosa frase de Keynes: “Los británicos die­
ron a su población impuestos; los franceses, rentas, y los alem anes, dinero” .

* El Imperio Alemán adoptó una postura muy clara en relación con el financiamien-
to bélico: se partía de la idea de que. al final de una guerra victoriosa, las facturas
las pagaría el enemigo derrotado. Por lo tanto, se recurrió de manera prioritaria a
la suscripción de em préstitos7, no procediéndose a modificar el sistem a tributario,
ya que se entendía que los im puestos sólo debían cubrir los gastos ordinarios. De
cualquier manera, a lo largo de los años hubo que recurrir a ellos, y en ese momen­
to se demostraron dos cosas: en prim er término, que el régimen fiscal era inade­
cuado y regresivo — la base eran los derechos arancelarios y los impuestos al con­
sumo— y, en segundo lugar, que en cualquier modificación que se encarara, los

4 Se excluye la cuestión de la exigencia de compensaciones a los habitantes de los territorios que


se anexaron.
5 Alemania sólo logró hacer una operación de escasa significación en Suecia.
6 Pigou (1940).
7 Los empréstitos suscriptos fueron nueve, a partir de septiembre de 1914.
286 H istoria económica mundial

intereses de los industriales no debían ser afectados. El gravamen sobre la renta no


sufrió modificaciones y un publicitado impuesto sobre los beneficios de guerra de­
moró tanto en ponerse en vigencia que los afectados pudieron arbitrar los medios
para eludirlo o amortiguar su impacto.
En resumen: del total de los desembolsos originados por la guerra, aproximada­
mente el 70% se financió con empréstitos, el 15%, con impuestos, y el resto,por
medio de la emisión monetaria (la circulación se multiplicó casi por 12).

* El Banco de Inglaterra, por su parte, logró tem pranam ente autorización para emi­
tir moneda por encima de los límites establecidos por la ley, y también antes de fi­
nalizar 1914 se suscribió el primer em préstito de guerra a corto plazo. Sin embar­
go, la financiación a la que recurrió el Estado se orientó hacia el incremento de la
presión impositiva, ya sea por la vía del aum ento del impuesto a la renta o los gra­
vámenes sobre el consumo, o bien por medio de la introducción de impuestos es­
peciales, como los que afectaron los beneficios de guerra.
Párrafo aparte merece el hecho de que en 1915 se introdujeron derechos arancela-
¡ ríos sobre automóviles, motocicletas y otras m anufacturas, una circunstancia ex-
I cepcional en un país que había resistido indem ne la ola de proteccionismo que
¡ inundó Occidente a partir de la depresión de los años 70 del siglo xtx.
j El resultado fue que los impuestos aportaron en Gran Bretaña alrededor del 28%
i del gasto público, una cantidad importante en relación con lo que ocurrió en otros
países, corriendo por cuenta de la emisión m onetaria la mayor parte del financia-
i miento restante.

I • Francia también carecía de un sistema fiscal m oderno, y al comenzar el conflicto


el ministro de Finanzas afirmó que un país castigado por una guerra instalada en
su propio territorio no podía soportar una excesiva presión tributaria. De allí que
no hubiera intentos serios de reforma — el i m puesto sobre la renta se votó en 1914
pero recién entró en vigencia dos años más tarde— , manteniéndose una estructu­
ra regresiva, basada en los gravámenes indirectos. Cabe agregar que en Francia, al
igual que en Alemania, estaba generalizada la idea de que la guerra la pagarían los
vencidos. Por lo tanto, los bonos del tesoro, los em préstitos de guerra y el crédito
exterior (65%), así como la emisión (20%) aportaron el grueso de los fondos ne­
cesarios para sostener la guerra, quedando para ser financiado con impuestos un
15%, proporción equivalente a la de Alemania.

9 .3.1. El aporte e x te rio r

Las necesidades de todo tipo que fueron experimentando de manera progresiva los paí­
ses beligerantes tuvieron posibilidad de ser satisfechas por los países de la Entente a partir
del acceso al crédito exterior.
La situación privilegiada de Gran Bretaña le permitió convertirse inicialmente en el ban­
quero de sus aliados, para lo cual se establecieron acuerdos de cooperación en los que Fran­
cia también participó concediendo créditos a Rusia, Bélgica y Serbia. A medida que avanzó
el conflicto, Gran Bretaña encontró cada vez más dificultades para desempeñar su papel, por
lo que empezó a arbitrar mecanismos para obtener dinero en los Estados Unidos.
La situación, que amenazaba con tomarse insostenible, se resolvió en 1917 con la en­
trada de los norteamericanos en la guerra. A partir de ese momento, si bien subsistieron los
Aspectos económicos y sociales do Ja ¡'rim e n i G uerra M undial 267

créditos intereuropeos, el papel principal le correspondió a los Estados Unidos, que proce­
dieron así a financiar sus exportaciones de alimentos y productos manufacturados. De esa
maneTa, los créditos de guerra fueron un elemento más en el proceso de consolidación de
la supremacía norteamericana.
Al Finalizar el conflicto, las deudas interaliadas habían alcanzado un enorme volumen
—tal cual se puede apreciar en el gráfico 9.1— . convirtiéndose en un serio problema para
los años siguientes dado que los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos insistieron en
que esas deudas fueran canceladas.

Gráfico 9.1
El triángulo de deudas interaliadas al Finalizar la Primera Guerra Mundial
(millones de dólares)

Fra n cia
¡ k

Estados
Unidos 3.500

Otros
países

Fuente: Guía práctica (1995).

9.4. Los cambios tecnológicos y em presariales


El efecto de una guerra sobre el progreso tecnológico y el desarrollo económico es una
cuestión sujeta a controversia. M ás allá del hecho de que produce destrucción material y
estancamiento demográfico, lo cierto es que constituye también un factor que promueve la
innovación y el crecimiento.
En el caso específico de la Prim era G uerra M undial, m ientras que para las industrias
tradicionales — textiles, siderurgia, etc.— el increm ento de la dem anda se manifestó ba­
jo la forma de una am pliación extensiva m ás que intensiva del capital, los beneficiarios
reales de la guerra fueron una serie de nuevas industrias que proveían bienes y servicios
al ejército. El crecimiento de la dem anda bélica favoreció a su vez el perfeccionamien­
to de las técnicas de organización científica del trabajo, concretándose el fenómeno de
la standarización. A partir de ella, la fabricación de un gran núm ero de artículos se re­
dujo a un corto número de tipos norm alizados, en condiciones de ser producidos en se­
rie. Por otra parte, la contienda m odificó de m anera profunda las relaciones entre go­
bierno, ciencia e industria. En to d o s los p aíses, el Estado asum ió la responsabilidad
directa en la orientación de la investigación científica y en el estím ulo a la aplicación de
ésta a la industria.
268 H istoria económica mundial

Este nuevo papel del gobierno era un reclamo de la com unidad científica desde hacía
varios años, sobre todo en Gran Bretaña y Francia. Ello se debía fundamentalmente a los
avances producidos por Alemania en ese sentido, resultado de un proceso estimulado tan­
to por funcionarios como por empresarios, que había desplazado a ingleses y franceses de
la avanzada en la investigación en algunos sectores.
En Gran Bretaña, por ejemplo, país donde la intervención estatal era por demás li­
mitada, se creó en 1915 el Departamento de Investigación C ientífica e Industrial, que se
planteó como prioridades la promoción de la investigación básica, la definición de obje­
tivos nacionales en determinados campos de la investigación aplicada y la promoción de
la investigación industrial. De esta manera se sentaron las bases para que la tarea del
hombre de ciencia tomara otras dimensiones y para que la investigación relacionada con
los intereses nacionales y empresariales adquiriera un nuevo status respaldada por los re­
cursos del Estado y por la aportación de los grupos industriales organizados en forma
corporativa.
La gestión empresarial se vio asimismo conmovida por el impacto de la guerra. Los
cambios producidos en las relaciones entre las distintas clases sociales tuvieron efectos du­
raderos sobre la administración. Por una parte, el em presario se vio enfrentado a una nue­
va realidad, marcada por el debilitamiento de las viejas distinciones entre propietarios y
trabajadores, en tanto éstos tomaron conciencia de su im portante papel en el proceso pro­
ductivo, valorizado por la continua apelación al patriotism o realizada desde el Estado. El
poder de los empresarios, por lo tanto, perdió la legitimación tradicional, derivada de la
propiedad del capital, para empezar a sustentarse en su específica capacidad de gestión.
Por otra parte, entre la clase de los trabajadores y la de los propietarios surgió una nue­
va clase de técnicos y administradores. El reclutamiento de la misma provenía de ambas
clases y se vinculaba con la especialización exigida por las nuevas técnicas de producción.
Finalmente, la guerra constituyó una etapa más en el proceso de concentración econó­
mica. La posición privilegiada que ostentaban las grandes em presas ya antes del conflicto
Ies permitió ser beneficiarías preferenciales de los contratos estatales destinados al aprovi­
sionamiento de las tropas, así como también de los créditos más baratos, destinados a fa­
vorecer el acelerado equipamiento necesario para satisfacer una producción de guerra. En
algunos países, el Estado prefería no verse involucrado en situaciones de estrecha vincula­
ción entre intereses privados y públicos, y optaba por negociar con ramas industriales en­
teras, con lo que tendía indirectamente a favorecer la formación de carteles y al estableci­
miento de acuerdos de concentración horizontal y vertical.

9.5. La guerra y el resto del mundo


La guerra fue un importante factor en la expansión económ ica de algunos países situa­
dos fuera del escenario principal de los acontecimientos. La coyuntura bélica actuó como
barrera proteccionista para ellos, ya que los principales contendientes, tradicionales domi­
nadores del mercado mundial, se concentraron en la producción orientada hacia la guerra.
Además, se abrieron perspectivas de exportación para cubrir una demanda distorsionada
por una situación que, en algunos momentos, permitió vender casi a cualquier precio ali­
mentos, materias primas y productos industriales.
Ya se ha hecho referencia al papel cumplido por los Estados Unidos en el terreno fi­
nanciero; cabe ahora comentar el impulso que experimentaron sus exportaciones, a favor
de su capacidad de producción y de su proximidad geográfica respecto de Europa. Al ser
el único país industrializado situado fuera del continente europeo, abasteció la demanda de
Aspectos económicos y sociales de ln P rim era G u erra M undial 269
los que combatían, la de los países que antes compraban en Europa, y sus propias necesi­
dades. Las exportaciones pasaron de 2.800 millones de dólares en 1913 a 7.300 en 1917.
Por otra parte, es preciso destacar que el vacío dejado por el retiro coyuntural del ca­
pital británico de regiones como América Latina permitió el afianzamiento de la posición
de los capitales privados norteam ericanos, consolidando una presencia que se registraba
desde la primera década del siglo. A un nivel mucho menor, también Canadá se benefició
de la guerra y lo hizo, sobre lodo, reforzando su papel de exportador de trigo, acompaña­
do en esta coyuntura por la exportación de carne y de algunos m ateriales de guerra, resul­
tado de un proceso de rápida industrialización que se había iniciado en el país.
Para América Latina, la guerra tuvo, en térm inos generales, dos consecuencias de im­
portancia. En primer término, tras las dificultades que se verificaron inicialmente en el trá­
fico marítimo, se expandió la exportación de las materias primas y alim entos que consti­
tuían la base de la participación de la región en el mercado m undial, de manera que se
concretó un incremento en el ingreso de divisas. Asimismo, otras materias primas comen­
zaron a ser explotadas para su exportación: el ejem plo más significativo fue la extracción
de petróleo en Venezuela. Las cifras de las exportaciones de algunos países latinoamerica­
nos durante la guerra (cuadro 9.4) permiten apreciar su crecim iento, situación favorable
que postergó temporariamente el proceso de incorporación de los sectores exportadores en
la fase de elaboración de materias primas agrarias (fábricas de extracto de carne, frigorífi­
cos, etc.), que se había iniciado unos años antes.

Cuadro 9.4
Valor de las exportaciones de algunos países latinoamericanos (1914 = 100)

Años: 1914 1916 1918 1919


Países
Argentina 100 142 199 229
Brasil 100 119 130 276
Chile 100 169 262 —
Uruguay 100 127 200 253

Fuente: S ociedad de las N aciones (1910-1924).

En segundo término, en algunos países de América Latina se inició un proceso de sus­


titución de importaciones que se m anifestó en la industria textil, alimentaria, y otras. El ca­
so de Brasil es el más significativo, ya que no sólo abarcó la industria liviana, sino que tam­
bién incluyó la producción de hierro, con repercusiones en la industria de maquinarias.
El impacto de la sustitución de im portaciones en este período ha sido objeto de eva­
luaciones contrapuestas: m ientras que para algunos es un hito importante en la marcha ha­
cia la industrialización, para otros, en la m edida en que la guerra interrumpió el suminis­
tro de bienes de capital europeo, contribuyó a frenar más que a estim ular el desarrollo
industrial8. Además, la presencia creciente de los Estados Unidos en la región se manifes­
tó a través de la colocación de sus productos industriales sustituyendo a los europeos.

8 Ésta es la visión de D ía z A l e ja n d r o ( 1975) para la Argentina.


S70 H isto ria e c o n ó m ic a m u n d ia l

Un resumen de lo ocurrido en los principales países de A m érica L a tin a durante la


guerra puede detectarse por medio de la evolución del PB1. tal com o se e s p e c ific a en el
cuadro 9.5.

Cuadro 9.5
indice de evolución del PBI de 8 países latinoamericanos
(Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela),
entre 1913 y 1918 (1913 = 100)

Año PBI
1913 100
1914 94
1915 95
1916 99
1917 100
1918 104

Fuente: Elaboración propia a partir de Maddison (2003).

Un ejemplo muy citado de país favorecido por el conflicto es el de Ja p ó n . Si bien el


país participó en la guerra, su presencia fue escasa, por lo que la actividad eco n ó m ica ape­
nas se vio afectada. Las bases de la expansión japonesa fueron la exportación d e produc­
tos industriales hacia los mercados asiáticos abandonados por los europeos. L o s textiles de
algodón y seda resultaron las actividades más dinámicas, y ju m o con los b en eficio s de la
navegación comercial fueron los factores que contribuyeron a incentivar la in v e rsió n inter­
na y a avanzar en el proceso industrializador. En menor m edida ocurrió lo m ism o con la
India, que experimentó una fuerte expansión en su producción algodonera.
En cuanto al mundo africano, el principal impulso generado por la g u erra en una eco­
nomía que hasta ese momento se basaba en la recolección de m aterias p rim as inmediata­
mente explotables, como el marfil y el caucho y, de manera fundam ental, en la explotación
de oro y diamantes, fue el desarrollo de la producción m inera en el Á frica n e g ra , orienta­
da sobre todo hacia la obtención de cobre.

9.6. Guerra y sociedad


Al comienzo de la guerra, los temores que desvelaban a las clases d irig e n te s en rela­
ción con la actitud de la clase obrera frente a un conflicto generalizado d em o straro n ser to­
talmente infundados. No carecía de asidero la idea de que en los países in d u striales las cla­
ses sociales vivían existencias paralelas, con nulos puntos de contacto y m u c h o s ámbitos
de enfrentamiento, hasta el extremo de hablarse de “naciones diferentes” . P e ro lo cierto es
que se subvaloró el sentimiento patriótico de las masas, una de las form as d e la reacción
colectiva surgida (y potenciada desde el poder) frente a los procesos de u n ific a c ió n socioe­
conómica del mundo.
El caso fue que en todas las naciones beligerantes se m anifestó una “ u n ió n sagrada"
de todo el pueblo; los partidos obreros, defensores hasta muy poco tiem po a n te s de la so­
lidaridad internacional de los trabajadores, incorporaron en su propio d isc u rso la versión
Aspectos e c o n ó m ic o s y s o c ia le s do la P rim e ra G u e rra M u n d ia l 871

oficial d e u n a guerra ju sta y defensiva. A partir de ello, es lógico que sus representantes vo­
taran los c ré d ito s de guerra, e incluso que algunos socialistas se incorporaran al gobierno
en Francia y B élgica. La oposición al conflicto en estos primeros momentos fue casi nula:
los bolcheviques y m encheviques en Rusia, los dos diputados socialistas del parlamento
serbio, los principales dirigentes del Partido Laborista Independiente en Gran Bretaña.
Por lo ta n to , no es ex trañ o que la m ovilización y la concentración inicial de tropas se
efectuaran en m edio de un visible entusiasm o popular. Sin embargo, las cosas cambiaron
pronto. E l e fe c to negativo de una guerra larga, penosa y mortífera afectó a los combatien­
tes— m illones de ciudadanos separados de su profesión y de su familia— y también a la
mayoría d e lo s que vivían en la retaguardia, sometidos a privaciones y empobrecimiento.
Los sufrim ientos y el espectáculo de fortunas construidas de la noche a la mañana gracias
a la especulación acabaron provocando en lodos los países beligerantes una profunda cri­
sis política y social, que se sum ó a las crecientes dificultades económicas.
En el te rre n o político, se agudizaron las divergencias entre los gobernantes y el con­
junto del pu eb lo . D esde arriba, se buscó recortar las libertades civiles y políticas introdu­
ciendo elem en to s com o el estado de sitio y la censura de prensa. En los estados democrá­
ticos, el P arlam en to perdió fuerza frente al avance del Ejecutivo, que recurrió a decretos y
ala lim itación de las sesiones del Poder Legislativo. Desde abajo, fueron ganando audien­
cia y rep ercu sió n las posturas opositoras a la guerra, que iban desde los llamamientos a la
paz hasta el derrotism o y la transform ación de la guerra “imperialista" en una guerra civil
contra las c la se s dom inante.s'\ En pocas palabras: a partir de 1915 se produjo el fin de la
“unión sag rad a".
El d e te rio ro de la situación política fue acompañado por el impacto negativo de la in­
flación so b re los niveles de ingresos de quienes dependían de un sueldo. El aumento de los
salarios n o m in ales fue, por lo m enos hasta 1917, inferior al incremento de los precios, y a
esta circu n stan cia habría que agregar que a medida que avanzaba el conflicto aumentaba
la im portancia del m ercado negro, donde los precios estaban muy por encima de los pre­
cios co n tro lad o s, que eran los registrados por los índices.
Los tra b a jo s realizados sobre la problem ática de los ingresos en los diferentes países
tienden a m o stra r una evolución sim ilar, caracterizada además por un achatamiento de las
diferencias salariales, dism inuyendo no sólo la brecha entre hombres y mujeres, sino tam­
bién la d ife re n c ia entre trabajadores calificados y no calificados. Las explicaciones se afir­
man, por u n a parte, en que en algunos momentos cruciales de incremento de los precios,
los gobiernos optaron por otorgar aum entos absolutos, de manera que los ingresos más ba­
jos se v ie ro n proporcional m ente favorecidos, y por otra, en que las transformaciones en la
organización d e la producción, de m odo especial la producción en serie, permitieron a mu­
jeres y trab ajad o res no calificados ascender puestos en las escalas salariales.
Por ú ltim o , cabe hacer referencia a la enorme repercusión del triunfo de los bolchevi­
ques en R u sia sobre el escenario de la guerra. En tanto la revolución de febrero, que derro­
có al zar N ic o lá s II e instauró un gobierno provisional, fue objeto de expectación no nece­
sariamente negativ a entre los gobiernos aliados y sus apoyos sociales —dado que un
afianzamiento d e la dem ocracia en R usia trazaría una nítida línea divisoria entre potencias
autoritarias y naciones dem ocráticas— , los sucesos de octubre generaron desasosiego e in­
quietud. N o s e trataba sólo de la previsible deserción de uno de los contendientes —que se
concretó p o c o s m eses más tarde— sino también, y de manera muy especial, de la repercu­
sión que el triunfo de una revolución anticapitalista, basada en los principios del marxis-9

9 Ésta fu e la postura defendida por Lenin. el líder revolucionario bolchevique.


278 H istoria económica mundial

mo, podía provocar en las clases trabajadoras de los países combatientes. De hecho, lacón*
signa bolchevique “Paz sin anexiones ni indem nizaciones” sintonizaba de manera adecua­
da con las posiciones que iban ganando adeptos entre diferentes sectores de la sociedad an­
te los padecimientos provocados por la guerra. Pero, por otro lado, y esto era aun más grave,
la revolución triunfante se transformó en una esperanza para todos aquellos que se sentían
“incómodos” con la inserción de los partidos socialistas y de las organizaciones sindicales
dentro del sistema capitalista. La idea de que una revolución social era posible en Occiden­
te ocupó un lugar preponderante en el clima social y político de la inmediata posguerra.

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