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El romanticismo inglés
Cecilia Ayala
Daiana Brach
(2018)
Introducción
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En la composición poética “Oda: Atisbos de inmortalidad en los recuerdos de la
primera infancia”, de Williams Wordsworth, se han tomado como ejes, o elementos de
fundamental significación romántica, la naturaleza, la fuga hacia el pasado, y el concepto de
historicismo.
Cabe recordar que, Europa estuvo dominada, hasta 1815, por las repercusiones que
dejó la Revolución Francesa y por la sucesión de guerras que se prolongaron hasta la caída de
Napoleón. Como consecuencia, se vivió un clima generalizado de intolerancia y decepción,
que ocasionó la explosiva atmósfera de 1830. “(…) la restauración que se proponían los
románticos- como todo intento de volver al pasado- estaba inspirada en una nueva
sensibilidad e irónicamente conduciría de manera inevitable a nuevos objetivos”. (Tomo I:
Romanticismo y Realismo, CEAL, 1969).
Debido a esto, el artista romántico realiza una búsqueda de la utopía en sentido pleno,
e intenta refugiarse en espacios lúgubres, como los sueños, los secretos, el inconsciente, lo
fantástico, la niñez, y su retorno a lo imposible de la infancia. A propósito, Arnold Hauser
(1978), vincula la producción artística a las diversas situaciones sociales, hace referencia al
renacer del romanticismo, al recuerdo del tiempo antiguo y al pasado como una preexistencia.
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Es así que, de acuerdo con el análisis del poema escogido, se observa en los primeros
versos de la oda una comparación entre el pasado y el presente. Del verso 1 al verso 5
describe el pasado memorable, un paisaje que quedó atrás, lejano, colmado de gloria y
acompañado de buenas expectativas y sueños por cumplir. Mientras que, a partir del verso 6,
hasta el 9, a modo de comparación con lo ya vivido, ve un presente sin entusiasmo, descubre
que ya nada es ni será como fue. Es por ello que, el yo poético muestra su imposibilidad de
ver lo que antes vio, mediante la añoranza y la melancolía de sus versos. Destaca, entonces, lo
insignificante del presente cotidiano y lo demuestra a través del recurso de la interrogación,
utilizado en los versos 36 y 37, para hacer hincapié en lo que ha perdido a través del tiempo.
Del mismo modo, para enfatizar lo glorioso de este tiempo antiguo, en los versos del
38 al 41, asocia al nacimiento y al espíritu como estrella de vida, pero, que, sin embargo, son
solo sueños que han quedado en el olvido, y cuyo ocaso ha permanecido en otro sitio. En lo
que respecta a los versos siguientes, del 47 al 50, a través de una gran metáfora, compara a la
adultez con una cárcel que comienza a aparecer mientras el niño crece. En este sentido, se
observa a la niñez y a la adultez como etapas antagónicas de la vida y, por ello, esa magnífica
visión que circundaba en la infancia comienza a desvanecerse y a esfumarse en el devenir de
lo cotidiano del hombre, quien no es capaz de percibir la belleza natural.
Con el género, si podemos decirlo así, se conforma todo un clima Romántico -sobre
todo el que proviene de Inglaterra- es el paisaje frente al que se experimenta el
sentimiento de la naturaleza, o aquel de la grandeza épica, o ambos mezclados: ruinas
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en una naturaleza salvaje. Pero también es romántica la sensibilidad capaz de
responder a ese espectáculo y la de imaginar o mejor recrear- de phantasieren- lo que
evoca. (Lacoue-Labarthe, Nancy, 1978 s.p.).
En los versos 12, 13, 25, 32 y 33, a través del recurso estético de la personificación,
acentúa la sensibilidad especial por lo natural, y la capacidad de presenciar lo divino y
glorioso allí y en la propia de la infancia. Describe, así, un entorno sumamente bello y
romántico. Del mismo modo, muestra el espectáculo que brinda la naturaleza en los versos 19,
20 y 21, con imágenes visuales y sonoras que aluden a un paisaje íntegro, placentero y
colmado de regocijo. En este sentido, se observa que el autor no utiliza a la naturaleza solo
como un escenario para plasmar su arte, sino que en ella encuentra un fuerte simbolismo.
(..) ahora se descubre en la inspiración, por primera vez, una llama que se enciende
por sí misma, una luz que tiene su fuente en el alma del propio poeta. El origen divino
de la inspiración era ahora un atributo meramente formal y no sustancial; no trae el
alma nada que no estuviera ya allí. De este modo se mantienen ambos principios, el
divino y el poético-individual, y el poeta se convierte en su propio dios (Hauser. s.f.:
266)
Es así que, en toda su oda, el yo poético encuentra en los paisajes, las montañas, el
cielo, el sol, los valles, las praderas, los pájaros, etc. lo verdadero, lo que trasciende lo
meramente físico a través de su imaginación, sus recuerdos y pensamientos más gloriosos. Lo
natural, entonces, propio de la divinidad, resurge como medio para evocar diversos
sentimientos.
Aquí se realiza la siguiente observación, habida cuenta que el afán de los románticos
era desterrar lo propio del clasicismo, pusieron su propia marca en el lenguaje. Ya lo dice
Hauser (s.f.), que la conquista más importante de la revolución romántica fue la renovación
del vocabulario poético. Entonces, durante el período anterior:
Todo lo que sonaba a cotidiano, profesional, arcaico o dialectal estaba prohibido. Las
expresiones naturales y sencillas, usadas en el lenguaje corriente, debían ser
sustituidas por términos nobles, escogidos y “poéticos”, o por paráfrasis artísticas. No
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se decía “guerrero” o “caballo”, sino “héroe” y “Corcel”; no se debía decir “agua” y
“tormenta”, sino más bien “el húmedo elemento” y “el furor de los elementos”.
(Hauser. s.f.,: 215)
Se ejemplifica esta cuestión con los versos 28, 94 y 95, donde poéticamente se refiere a
distintos elementos de la naturaleza con un lenguaje engalanado, que no por eso deja de ser
sencillo y claro.
Sin embargo, esta visión de lo divino del pasado, de la infancia, que va perdiéndose
con la edad, prevalece y resurge en los recuerdos y permite regresar a ese estado mental. Así,
el poeta inglés acentúa este recuerdo en los versos 51, 52 y 53, con una exclamación dirigida
hacia la naturaleza.
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esfera en que estas estructuras se encarnan de forma más inmediata, más pura y más
esencial, hubiera sido sencillamente inconcebible antes del romanticismo. ( Hauser,
s.f.: 184).
En este eterno fluir de la vida, en los versos 91 y 92 se observa que, a pesar de que ese
resplandor de antaño se ha alejado, es necesario aferrarse a los pensamientos y recuerdos que
perduran, de acuerdo a lo que expresa el yo poético, demostrando que los recuerdos brindarán
la fortaleza necesaria para continuar.
Tal es así que, a partir del verso 84 hasta el verso 90, enuncia que aún sigue
identificándose con ese niño del pasado, todavía conserva el encanto de esos arroyos que se
agitan en los cauces, aun aprecia el brillo de los días, y agradece a la vida de tener la dicha de
seguir contemplándolos.
No obstante, cabe destacar el recurso de lejanía del que William Wordsworth hace
uso, como otra característica de los poetas románticos, que no puede dejar de mencionarse en
este caso, ya que aquella infancia a la que él se refiere, quedó lejos. En los versos 72 y 73
queda en evidencia “lo antaño”, tal como él lo expresa, y “nostalgia y dolor”, como lo define
Hauser a continuación:
Nostalgia y dolor por lo lejano son los sentimientos por los que los románticos
son desgarrados en todas direcciones. Echan de menos la cercanía y sufren por
su aislamiento de los hombres, pero al mismo tiempo los evitan y buscan con
diligencia la lejanía y lo desconocido (…) [Dice Novalis] todo se vuelve
romántico y poético “si se pone en la lejanía”, que todo puede ser romantizado
“SÍ se da a lo ordinario un aspecto misterioso, a lo conocido la dignidad de lo
desconocido y a lo finito una significación infinita”. (Hauser, s.f.: 190)
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el pasado, y el concepto de historicismo a partir del contraste entre la infancia que el yo
poético intenta revivir, y el presente que lo agobia.
Conclusiones
Para concluir, se parte de una idea que gobierna esta monografía, planteando como eje
central que Wordsworth poetiza la naturaleza, ya que la muestra a través de un lenguaje
familiar, directo, profundo y sencillo, con la bondad y la belleza que él mismo imagina a
partir de lo que ve. Se ha dicho en este trabajo que, como un dios, este poeta inglés le da vida
a la naturaleza, a partir de lo que Hauser (s.f.) como lo divino en relación con lo poético-
individual.
De este modo, William Wordsworth, como artista romántico, se caracterizó por el
culto a la naturaleza, destacando la sensibilidad de los paisajes, como un rechazo hacia el
mundo burgués e industrializado que predominó en el siglo XIX. Es por ello que, en la “Oda:
atisbos de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia”, evoca las emociones
originadas por la naturaleza y por los acontecimientos cotidianos, reflejando así, el misterio,
la emoción y la grandeza de lo natural. El artista acentúa la capacidad de admirar lo divino y
lo glorioso de la infancia y describe un bello entorno a través del recurso de la personificación
de la luna y de las cascadas. Presenta a la naturaleza como portadora de un espectáculo único.
En este sentido, se observa que el autor no utiliza a la naturaleza solo como un
escenario para plasmar su arte, sino que en ella encuentra un fuerte simbolismo, generando
una relación imaginaria hombre-naturaleza. Lo natural resurge como medio para evocar
diversos sentimientos y para contrastar con la artificialidad de la razón y el paisaje urbano.
En la oda, esta visión de lo divino está relacionado a un pasado, a la infancia, que se
aleja cada vez más con el avance de la edad, pero prevalece y resurge con los recuerdos,
aunque de manera fugaz. Así, el poeta inglés realza el recuerdo en oposición a la mortal
naturaleza del hombre, lo cual se relaciona con el concepto de historicidad planteado por
Hauser (s.f)
Por último, cabe aclarar que, abordando un solo escrito poético de Wordsworth, no
sería posible lograr resultados de más complejidad que a los que aquí se llegaron, pues el
artista cuenta con medio siglo de producción, lo que equivale a una vasta lista de escritos. Sin
embargo, a través de un buceo minucioso de los materiales bibliográficos referenciados y de
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la vida y otras obras de Wordsworth, se resalta la importancia otorgada a este artista como
uno de los principales precursores del romanticismo inglés por sus innovaciones, sobre todo,
en cuanto a la fuente principal de inspiración: la naturaleza. Asimismo, aportó emociones
sencillas, cotidianas y habituales; y dejó huellas con su desborde sentimental poético, a través
de la exploración de los paisajes, que supo utilizar como medio de lucha en un contexto de
crisis social y política, en pleno siglo XIX.
Anexo
II
III
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19. Ahora, mientras los pajarillos entonan alegres melodías
20. y los corderitos brincan
21. como si danzaran al son del tamboril,
22. solo a mí me invadió una sensación de pena:
23. una queja me brindó oportuno alivio
24. y ya la fortaleza recupero.
25. Desde la sima, resuenan las trompetas de las cascadas,
26. una pena mía no volverá a enturbiar la primavera.
27. Oigo los ecos retumbar en las montañas,
28. los vientos llegan hasta mí desde praderas de ensueño
29. y el mundo íntegro se torna placentero.
IV
(…)
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47. Sombras de cárcel comienzan a cernirse
48. apenas el niño va creciendo;
49. pero él ve la luz y ve su fuente
50. y con júbilo la contempla.
(…)
IX
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74. aunque nada pudiera restituir
75. a la hierba su esplendor y su gloria a las flores,
76. no he de apenarme, más bien
77. hallaré las fuerzas en lo que aún perdura:
78. La primigenia simpatía
79. Que, habiendo sido, debe ser por siempre,
80. Los apaciguadores pensamientos que nacen
81. Del humano sufrir;
82. La fe que transpone la muerte,
83. Los años que traen consigo la reflexiva mente.
XI
William Wordsworth
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Bibliografía
Hauser, Arnold (s.f.). “El romanticismo alemán y el de Europa occidental”, en Historia social
de la literatura y el arte. Desde el Rococó hasta la época del cine. (pp. 178-244).
Debate.
Rest, Jaime (1969). "El romanticismo inglés", en AA.VV. Historia de la literatura mundial.
La literatura del siglo XIX. Tomo I: Romanticismo y Realismo (pp. 49-71). Buenos
Aires: CEAL.
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