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1) 1A) Antropocentrismo, o ética de la conservación de los recursos-SIGLO

XVIII-XIX
La naturaleza no tiene valor intrínseco, sino apenas un valor utilitario:
Proteger La diversidad de especies vale la pena en la medida en que esta sea un
medio para satisfacer un fin: obtener alimentos, o sustancias con potencial
farmacológico, entre otros. En esta línea, la única entidad con valor intrínseco es
el hombre.
No busca proteger a los individuos, sino a las especies. La visión antropocéntrica
de la conservación es una perspectiva filosófica que considera al ser humano y
sus intereses como el centro de todo, y que subordina el resto de la naturaleza a
sus necesidades y bienestar. Esta visión ha sido criticada por su impacto
negativo en el medio ambiente, ya que ignora el valor intrínseco de las otras
formas de vida y los ecosistemas, y los trata como meros recursos o
instrumentos para el hombre. Algunos autores han propuesto alternativas al
antropocentrismo, como el biocentrismo, el ecocentrismo o el holismo, que
reconocen la interdependencia de todos los seres vivos y la importancia de
preservar la biodiversidad y la integridad ecológica. Estas propuestas plantean la
necesidad de un cambio de paradigma en la relación del hombre con la
naturaleza, basado en el respeto, la responsabilidad y la armonía.
Generó la idea del uso sustentable de los recursos naturales, e impulsó la
creación de áreas protegidas para uso múltiple, donde se puede hacer turismo,
cría de animales, o extracción de productos en forma racional.
1B) VISION BIOCENTRISTA (valor intrínseco) SIGLO XIX
En su texto de 2005 La ética del respeto a la naturaleza [2], Paul W. Taylor señala
que el respeto es la actitud moral básica que se debe adoptar como fundamento de
un sistema de ética ambiental centrado en la vida.
Sistema que, a diferencia de uno centrado exclusivamente en el hombre, orienta el
comportamiento de los individuos hacia una consideración moral de todas las cosas
vivas, aun cuando estos seres vivientes no sean conscientes de que son poseedores
de intereses.
Con ello, el ser humano se sitúa junto a los demás seres habitantes de la Tierra en
una relación de interdependencia y no de dominio, entendiendo que cada uno de
ellos es poseedor de un interés que le es propio y único.
De acuerdo con Paul W. Taylor, el sistema ético de deberes sólo se puede
materializar y encontrar su razón de ser una vez que se lleve a cabo un
reconocimiento público al valor inherente de cada ser vivo y se manifieste con
acciones y rasgos de personalidad acordes. De esta manera, aun cuando la actitud
de respeto a un ser vivo sea concebida como una moral última, es necesario prestar
atención al acto de valoración y entrenar la capacidad estimativa, sin contentarse
con meras percepciones, análisis y explicaciones sobre los organismos vivos. En
importante destacar en este punto que, pese a ser el hombre quien reconoce el valor
existente en cada ser vivo –incluido él mismo–, el ejercicio de este acto de
valoración no se traduce en un otorgamiento de valor, sino que en una toma de
conciencia del mismo. En contraste con concepciones antropocéntricas, desde el
biocentrismo se reconoce el error presente en el acto de asumir que los seres vivos
no humanos no son por sí valiosos. Por ello, más que adscribirse a que “todo valor
se origina en una valoración previa, la cual consiste en una concesión de dignidad y
rango que hace el sujeto a las cosas según el placer o enojo que le causan”. Taylor
argumenta en favor del carácter objetivo del valor que está presente en aquello vivo
y no en su relación con quien lo observa, en este caso, el ser humano.
Por consiguiente, tanto si nos referimos a posiciones antropocéntricas como a las
que fundamentan su discurso en el medioambiente, la ética del respeto a la
naturaleza se torna sustantiva al plantear una filosofía del valor y del reconocimiento,
pero sin sobre exigir los márgenes del respeto al ser individual al abarcar diferentes
ámbitos de reflexión, sean de tipo metafísico, epistemológico, estético o político. En
este caso, principios distintos al del biocentrismo serían preferentemente aplicables
a sistemas y no a seres individuales, lo cual redundaría en una moral abstracta y
escasamente contextualizarla al valor que cada ser vivo posee.
El enfoque biocéntrico de Taylor se define como un sistema ético de deberes que
sólo adquiere completitud en el reconocimiento público al valor inherente
manifestado con acciones y rasgos de personalidad acordes al respeto. Por tanto,
podría afirmarse que la cualidad de inherente adquiere una mayor ponderación en
comparación al acto de valoración que realiza el ser humano, ya que lo guía, lo
define y busca convertirse en un mandato que todos puedan aceptar como
verdadero. No obstante, prevalece la duda respecto a si una exigencia como tal
basta para garantizar un respeto de características holistas, si ella depende de una
toma de conciencia. Quedará para un análisis más profundo constatar si es posible
la adhesión a una actitud de respeto cuyas pretensiones son universalistas, que
incorpora al hombre dentro del conjunto de seres vivos merecedores del respeto,
pero que se da en circunstancias donde el propio ser humano evidencia radicales
discrepancias en la concepción de la vida buena y de la vida justa, y en específico,
en la consideración de los de su misma especie.
Originó el activismo ambientalista y favoreció el establecimiento de las primeras
áreas protegidas intangibles: los parques nacionales.
1 C) ECOCENTRISMO (1940)
La concepción ecocéntrica suele presentarse como la contracara del
pensamiento antropocéntrico.
Por ello, es necesario dejar sentado que el antropocentrismo se centra en la
creencia de que los humanos son superiores al resto de la naturaleza, por lo que,
como resultado, se considera al ser humano como legítimo dueño de aquella y, por
ende, puede utilizarla para sus propósitos, de modo que la naturaleza tiene un valor
por su contribución a la calidad de la vida humana, satisfaciendo sus necesidades
físicas y materiales.
En sentido contrario, la visión ecocéntrica considera que la naturaleza contiene un
valor inherente, independientemente de si le es de utilidad o no al ser humano; en
este sentido los ecocéntricos valoran a la naturaleza por sí misma.
también denominado “ética ecológico evolutiva de la Tierra. “El ecocentrismo asigna
valor intrínseco a la naturaleza, y también reconoce su valor utilitario”. Esta postura
es superadora porque asigna valor a los sistemas ecológicos, que son los que hay
que conservar, entre otras razones porque ellos brindan beneficio al hombre, pero
además, porque poseen un valor intrínseco.
Si bien el ecocentrismo predomina en el ámbito científico, se podría decir que en la
sociedad conviven las diversas posturas éticas, y ello se hace evidente en los
conflictos ambientales. El problema de una postura ecocentrista, que olvida el lugar
del hombre y de la diversidad cultural.
La visión ecocéntrica es una forma de ver el mundo que reconoce el valor intrínseco
de la naturaleza, más allá de su utilidad para el ser humano. Es una visión que
respeta la interdependencia de todos los seres vivos y los ecosistemas, y que busca
preservar la integridad y la diversidad de la vida en el planeta. El ecocentrismo se
opone al antropocentrismo, que considera al ser humano como el centro y la medida
de todas las cosas, y que justifica la explotación y la degradación de la naturaleza en
función de los intereses humanos.
El ecocentrismo se basa en una ética ambiental que valora la naturaleza por sí
misma, y que reconoce los derechos de todos los seres a existir y a coevolucionar.
1 D) CONSERVACIONISTA
Su interés hace foco en la conservación de especies, y rechaza toda
perspectiva relativa al interés humano que pueda llevar a una extinción.
¿qué lugar ocupa el ser humano en la naturaleza? Según Campagna, “un lugar
éticamente conflictivo dado que evadimos las reglas naturales, nos escudamos de
ellas sin aceptar que jugamos a otro juego. Tenemos la capacidad de aniquilar
ambientes, con sus especies incluidas, a escala planetaria, pero que remos vernos
como una especie más”.
“La pérdida de biodiversidad está muy relacionada con la idea de desarrollo y
crecimiento económico. toda propuesta de conservación tiene que tener en cuenta al
hombre, por ejemplo, a las comunidades con siglos de arraigo y conocimiento.
Propone un nuevo discurso del ambientalismo basado en la “teoría de la complejidad
“y la “filosofía intercultural”. La actual falta de efectividad en las acciones de
conservación se deba a que la esencia de una extinción no se capta con el lenguaje
del ambientalismo bajo el desarrollo sostenible. El autor busca generar un diálogo
entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, y entre las diferentes culturas,
para crear una nueva ética ambiental.
2)
Campagna, plantea que existe una falsa dicotomía entre la biodiversidad y el
desarrollo económico, y que ambos pueden ser compatibles si se adoptan medidas
adecuadas. Algunas de estas medidas son:

- Reconocer el valor de los servicios ecosistémicos que brinda la biodiversidad,


como la regulación del clima, la provisión de alimentos y medicinas, y la prevención
de enfermedades.
- Integrar la conservación de la biodiversidad en las políticas públicas, los planes de
desarrollo y los presupuestos nacionales.
- Promover el uso sostenible de los recursos naturales, evitando la sobreexplotación,
la deforestación, la contaminación y la introducción de especies invasoras.
- Fomentar la participación de los actores locales, especialmente de las
comunidades indígenas y campesinas, en la gestión y el aprovechamiento de la
biodiversidad.
- Impulsar la investigación, la educación y la sensibilización sobre la importancia de
la biodiversidad para el bienestar humano y el equilibrio ecológico.
Mi opinión es que el autor tiene razón en señalar que la biodiversidad es clave para
construir un futuro sostenible para todos, y que no hay que elegir entre protegerla o
desarrollarse. Es posible armonizar ambos objetivos si se aplican los principios del
desarrollo sostenible, que buscan satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer las del futuro.
Es necesario un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza,
basado en el respeto, la cooperación y la responsabilidad. La biodiversidad es
nuestra aliada, no nuestra enemiga.

BIBLIOGRAFIA
-BIOCENTRISMO, O EL VALOR EN UNA ÉTICA DEL RESPETO A LA
NATURALEZA
Reyes Lobos, Maximiliano Miguel
-file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Gallardo_que_conservar_y_por_que.pdf
Facultat de Filosofia i Ciències de l'Educació, Universitat de València, Av. de Blasco
Ibáñez 30, 46010 València, Valencia, España. max.reyeslobos@gmail.com

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