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Brennan, Andrew and Lo, Yeuk-Sze, "Environmental Ethics", The Stanford Encyclopedia of Philosophy
(Winter 2016 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/win2016/entries/ethics-environmental/>.
First published Mon Jun 3, 2002; substantive revision Tue Jul 21, 2015
Nota aclaratoria: la presente es una traducción del texto original de A.Brennan (ver cita arriba)
y así deberá ser citado, con el agregado de “versión traducción al español por Marcelo A.Scelzo
sólo con fines pedagógicos”. La denominada Ética Ambiental es una subdisciplina
interdisciplinaria de gran interés actual para filósofos, biólogos incluyendo ecólogos,
geoógrafos, sociólogos, psicólogos, economistas, ingenieros, profesionales del Derecho, entre
otros. Esta traducción no tiene otro objeto que poner a disposición de lectores de habla hispana
el importante texto de Brennan. Cualquier error en la traducción es de mi total responsabilidad.
He agregado algunas aclaraciones a pie de página con el objeto de aclarar algunas dudas sobre
términos en discusión.
La ética ambiental es la disciplina en filosofía que estudia las relaciones morales de los
seres humanos y también el valor y estatus moral del ambiente en sus contenidos no humanos.
Este artículo cubre: (1) el desafío de la ética ambiental sobre el antropocentrismo (p.ej. centrado
en lo humano) incrustado en el pensamiento ético occidental tradicional; (2) el desarrollo
temprano de la disciplina en los años 1696-1970; (3) la conexión de la ecología profunda, la ética
ambiental feminista, el animismo y la ecología social hacia las políticas; (4) el intento de aplicar
las teorías éticas tradicionales, incluyendo el consecuencialismo, la dentología y las virtudes
éticas, para apoyar preocupaciones ambientales contemporáneas; (5) la preservación de la
biodiversidad como una meta ética; (6) la amplia preocupación de algunos pensadores con la
vida silvestre, la construcción de ambiente y las políticas de pobreza, (7) la ética de
sustentabilidad y cambio climático, y (8) algunas directivas para un posible desarrollo futuro de
la disciplina.
1
1. Introducción: Los desafíos de la Ética Ambiental
2. El desarrollo original de la Ética Ambiental
3. Ética Ambiental y Política
o 3.1 Deep Ecology o Ecología Profunda
o 3.2 Feminismo y el Medio Ambiente
o 3.3 El Desencantamiento y el Nuevo Animsmo
o 3.4 Ecología Social y Bioregionalismo
4. Teorías Éticas Tradicionales y Éticas Ambientales
o Documento Supplementario: Preservación de la Biodiversidad
5. Vida Silvestre, El Ambiente Construido, Pobreza y Política
6. Sustentabilidad y Cambio Climático
o Documento Supplementario: Patologías de la Crisis Ambiental – Teorías e
Investigación Empírica
Bibliografía
2
los recursos naturales del planeta. Si eso está mal, ¿es simplemente porque un entorno sostenible
es esencial para el bienestar humano (presente y futuro)? ¿O tal comportamiento también es
incorrecto porque el entorno natural y / o sus diversos contenidos tienen ciertos valores por
derecho propio, por lo que estos valores deben ser respetados y protegidos en cualquier caso?
Estas son algunas de las preguntas investigadas por la ética ambiental. Algunas de ellas son
preguntas específicas que enfrentan los individuos en circunstancias particulares, mientras que
otras son preguntas más globales que enfrentan los grupos y las comunidades. Sin embargo, otras
son preguntas más abstractas sobre el valor y la posición moral del entorno natural y sus
componentes no humanos.
3
Gran parte de las perspectivas de la ética occidental tradicional es antropocéntrica o
centrada en lo humano en que o asigna valores intrínsecos solo a las cosas humanas (p.ej. que se
puede llamar antropocéntrico en sentido fuerte) o asigna una cantidad grande de significación al
valor intrínseco de las cosas humanas más que a cualquier otra cosa no humana tales que la
protección o promoción de intereses humanos o bienestar a expensas de cosas no humanas casi
siempre se justifica (p.ej. lo que puede ser llamado antropocéntrico en sentido débil). Por
ejemplo, Aristóteles (Política, Bk.1, Ch.8) sostuvo que ―la naturaleza hace todas las cosas
específicamente para el bien del hombre‖ y que el valor de las cosas no humanas en la naturaleza
es meramente instrumental. Generalmente, las posiciones antropocéntricas hallan problemático
considerar lo que es malo con el tratamiento cruel de los animales no humanos, excepto en la
medida en que dicho tratamiento puede llevar a malas consecuencias para los seres humanos.
Inmanuel Kant (obligaciones hacia los animales y a los espíritus, en Lecciones sobre Ética), por
ejemplo, sugiere que la crueldad hacia un perro puede alentar a una persona a desarrollar un
carácter el cual puede insensibilizarlo hacia la crueldad sobre los seres humanos. Desde este
punto de vista, la crueldad hacia animales no humanos sería instrumental, más que
intrínsecamente equivocado, errado. Igualmente, el antropocentrismo generalmente reconoce
algunas equivocaciones no intrínsecas de lo antropogénico (p.ej. causas humanas) de la
devastación ambiental. Tal destrucción puede dañar el bienestar de cosas humanas ahora y en el
futuro, ya que nuestra bienestar es esencialmente dependiente del ambiente sustentable (citas de
trabajos… Passmore 1974; Bookchin 1990; Norton et al. (eds.) 1995).
Cuando la ética ambiental emergió como una sub-disciplina de la filosofía en los
comienzos de los años 1970, lo hizo planteando un desafío al antropocentrismo tradicional. En
primer lugar, cuestionó la superioridad moral asumida por los seres humanos sobre otros
miembros de otras especies sobe la tierra. En segundo lugar, investigó la posibilidad de
argumentos racionales asignando valor intrínseco al medio ambiente y a sus contenidos no
humanos. Debe ser destacado, no obstante, que algunos teóricos trabajando en ese campo no ven
necesidad de desarrollar nuevas teorías no-antropocéntricas. En su lugar, ellos defienden lo que
puede ser llamado como antropocentrismo ilustrado o quizás más apropiadamente llamado
antropocentrismo prudencial o prudente). Brevemente, este es el punto de vista de que todas las
obligaciones morales que tenemos hacia el ambiente son derivadas de nuestras obligaciones
directas hacia los habitantes humanos. El propósito práctico de la ética ambiental, es proveer una
4
base moral para las políticas sociales apuntando a la protección del ambiente terrestre1 y
remediando la degradación ambiental.
Argumentan que el antropocentrismo ilustrado, es suficiente para ese propósito práctico, y
tal vez incluso más efectivo para proporcionar resultados pragmáticos -en términos de
formulación de políticas- que las teorías no antropocéntricas, dada la carga teórica sobre este
último para proporcionar argumentos sólidos para su visión más radical de que el entorno no
humano tiene un valor intrínseco (citas cf. Norton 1991, de Shalit 1994, Light and Katz 1996).
Más aún, algunos antropocentristas prudentes pueden sostener lo que puede ser llamado el
antropocentrismo cínico, el cual dice que tenemos una razón de mayor nivel antropocéntrico para
no ser antropocéntricos en nuestro pensamiento del día a día. Supóngase que un no-
antropocéntrico día a día tiende a actuar más benignamente hacia un ambiente no humano sobre
el cual depende el bienestar humano. Esto podría proveer razones para alentar al pensamiento
no-antropocéntrico, aún a aquellos quienes hallan difícil de asumir la idea de un valor intrínseco
no-antropocéntrico. En relación a que tal estrategia sea efectiva uno puede necesitar esconder el
antropocentrismo cínico de los demás e incluso de uno mismo. La posición puede ser
estructuralmente comparada con algunas formas indirectas de consecuencialismo y puede atraer
críticas paralelas (ver Henry Sidgwick sobre utilitarismo y moralidad esotérica, y Bernard
Williams sobre utilitarismo indirecto).
Aunque la naturaleza fue el foco de la filosofía de los siglos diecinueve y veinte, la ética
ambiental contemporánea sólo emergió como una disciplina académica en la década de los años
1970. Los cuestionamientos y reiterados pensamientos de las relaciones de los seres humanos y
el ambiente natural sobre los últimos treinta años se reflejó sobre una percepción dispersada ya
en los años 1960 de tal manera que la última parte del siglo veinte se enfrentó a una explosión de
la población humana al igual que una seria crisis ambiental. Entre los trabajos accesibles que
llamaron la atención al sentido de esa crisis fue el trabajo de Rachel Carson La Primavera
silenciosa (1963), el cual consistió de un número de ensayos previamente publicados en el
magazine New Yorker destacando como el efecto de pesticidas tales como el DDT, Aldrin y
1
Brennan no hace mención al ambiente acuático pero lo da por sentido.
5
Dieldrin se concentraban2 a través de la trama trófica. Las prácticas de siembra comercial
ayudaron a maximizar los rendimientos de los cultivos y los beneficios, las especulaciones de
Carson son capaces de impactar simultáneamente sobre el medio ambiente y la salud pública.
En un ensayo muy citado (White 1967) sobre las raíces históricas de la crisis ambiental, el
historiador Lynn White discute que las principales hebras o hilo conductor del pensamiento
judeo-cristiano ha alentado la sobreexplotación de la naturaleza manteniendo la superioridad de
los humanos sobre todas las otras formas de vida sobre la tierra, y asumiendo, que toda
naturaleza ha sido creada para el uso de los seres humanos. Mientras que esta tesis ha sido
ampliamente discutida en teología, historia y ha sido sujeto de algunos test sociológicos
igualmente ha sido regularmente discutida por filósofos (Whitney 1993, Attfield 2001). Central a
esa tesis de racionalidad ha sido el trabajo de los Padres de la Iglesia y la Biblia misma,
soportando la perspectiva antropocéntrica que los seres humanos son la única cosa que importa
sobre la Tierra. Consecuentemente, los seres humanos pueden utilizar y consumir casi todo para
su provecho sin ninguna injusticia. Por ejemplo, Génesis 1:27-28 indica ―Dios creo al hombre a
su propia imagen, la imagen de Dios creándose a sí mismo; él creo al hombre y a la mujer. Y
Dios los bendijo, y Dios dijo, sean fructíferos, y multiplicaos, y reabasteced la tierra, y
domínenla: y tengan el dominio sobre los peces en el mar y sobre las aves del aire y sobre toda
cosa viva que se mueva en la tierra‖
En forma similar, Tomas de Aquino (Summa Contra Gentiles, Bk. 3, Pt 2, Ch 112) discute
que los animales no humanos están a las ―órdenes del uso del hombre‖. De acuerdo a White, la
idea del judeo-cristianismo que los humanos son creados en la imagen de un dios sobrenatural
trascendente, quién está radicalmente separado de la naturaleza, también por extensión los seres
humanos están radicalmente separados de la naturaleza. Esta ideología abrió más el camino para
la explotación sin trabas de la naturaleza. La misma ciencia moderna occidental, critica White,
fue ―casta en la matriz de la teología cristiana‖ de tal manera que también heredó la arrogancia
de la ortodoxia cristiana hacia la naturaleza‖ (White 1967: 1207). Claramente, sin tecnología y
ciencia, los extremos ambientales a los cuales estamos ahora expuestos probablemente no se
realizarían. El punto de vista de la tesis de White, no obstante es que dada la forma moderna de
ciencia y tecnología, el judeo-cristianismo mismo provee o brinda el impulso profundo original a
2
Bio-concentración de elementos y/o compuestos tóxicos en el cuerpo de otros organismos.
6
la explotación ilimitada de la naturaleza. No obstante, White discute que cierta tradición
minoritaria dentro del cristianismo (p.ej. la visión de san Francisco) puede proveer un antídoto a
la ―arrogancia‖ de la corriente principal centrada en el antropocentrismo.
Para la misma época, los ecologistas de Stanford, Paul y Anne Ehrlich en su obra La
Bomba Poblacional previenen que el crecimiento de la población humana amenaza la viabilidad
de los sistemas de soporte de vida planetaria. El sentido de la crisis ambiental estimulada por
esos y otros trabajos populares fueron intensificados por la NASA en la producción y amplia
diseminación de una potente imagen de la tierra desde el espacio tomada en la Navidad de 1968
y destacada en el número de setiembre de 1970 de Scientific American. Aquí, a la vista, estaba un
planeta viviente, luminoso, viajando a través del espacio y compartido por toda la humanidad, un
navío vulnerable a la contaminación y también al uso abusivo de sus capacidades limitadas. En
1972 un equipo de investigadores del MIT3 liderados por Dennis Meadows publicó el estudio
Los límites del Crecimiento, un trabajo que resumió de muchas maneras las preocupaciones
emergentes de las décadas anteriores y el sentido de vulnerabilidad disparado por la visión de la
tierra desde el especio. En el comentario de tal estudio, los investigadores escribieron:
Afirmamos finalmente que cualquier intento deliberado de alcanzar un estado racional y perdurable de equilibrio por
medidas planificadas, más que por chance o catástrofe, debe ser por último hallado sobre un cambio básico de
valores y metas a niveles individuales, nacionales y mundiales (Meadows et al. 1972: 195).
Un nuevo campo (de conocimientos) emerge simultáneamente en tres países –los Estados
Unidos, Australia y Noruega. En los dos primeros países, la dirección e inspiración vino en gran
parte de la literatura americana sobre el medioambiente desde los inicios del siglo veinte. Por
ejemplo, el emigrante escocés John Muir (fundador del Club Sierra y ―padre de la conservación
americana‖) al mismo tiempo por el guardaparque Aldo Leopold, que había dedicado una
apreciación y conservación de las cosas ―naturales, salvajes y libres‖. Sus preocupaciones fueron
motivadas por una combinación de respuestas éticas y estéticas hacia la naturaleza al igual que
3
MIT. Instituto de Tecnología de la Universidad de Massachussets, USA
7
un rechazo a los enfoques crudamente económicos de los objetos naturales (una encuesta
histórica de la confrontación entre el reverencialismo de Muir y el conservacionismo centrado en
lo humano de Giffor Pinchot (una de las mayores influencias sobre el desarrollo del Servicio de
Parque de los EEUU) es provisto en Norton 1991; también ver Cohen 1984 y Nash (ed.) 1990).
El trabajo A Sand County Almanac (1949), en particular defiende la adopción de una ―ética de la
tierra‖. La tierra es una comunidad, es un concepto básico en ecología, pero esa tierra debe ser
amada y respetada como una extensión de la ética ((Leopold 1949: vii–ix).
Una cosa es buena cuando tiende a preservar la integridad, estabilidad y belleza de las
comunidades bióticas. Es mala cuando tiende a lo contrario (Leopold 1949: 224–5).
No obstante, Leopold mismo no proveyó de teoría ética sistemática o trama para dar
soporte a esas ideas éticas relacionadas con el medio ambiente. Su visión presentó un desafío y
oportunidad para los teóricos morales: ¿Se podría idear alguna teoría ética para justificar el
mandato de preservar la integridad, estabilidad y belleza de la biosfera?
La ética de la tierra bosquejada por Leopold, intentó extender nuestra preocupación moral
para cubrir el ambiente natural y sus contenidos no humanos, fue desarrollada explícitamente por
el filósofo ausraliano Richard Routley (más tarde por Sylvan). De acuerdo o Routley (1973 (cf.
Routley and Routley 1980)), el antropocentrismo incrustado en lo que él llamó el ―punto de
vista occidental dominante‖ o la ―super ética occidental‖ es el efecto del ―chauvinismo humano‖.
Discutió, que este punto de vista, es sólo otra forma de chauvinismo de clase, el cual está
simplemente basado sobre una clase ciega de ―lealtad‖ o prejuicio, e injustificadamente
discrimina contra aquellos fuera del privilegio de clase. Haciéndonos eco del gráfico de una
película popular de hace tres años (ver Lo and Brennan 2013), Routley especula en su
argumentos del ―último hombre‖ (y ―última gente‖) sobre la situación hipotética en el cual la
última persona, sobreviviente a una catástrofe mundial, actúa para asegurar la eliminación de
todas las otras cosas vivientes y el último hombre emprende la destrucción de bosques y
ecosistemas luego de su fallecimiento. Desde la perspectiva chauvinista humana absolutamente
antropocéntrica, la última persona no debería hacer nada moralmente malo o erróneo, ya que su
acto destructivo en cuestión no debería causar ningún peligro al interés y al bienestar de los seres
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humanos, quienes habrían ya desaparecido. No obstante, Routley puntualiza que existe una
intuición moral que el último acto imaginado debería ser moralmente erróneo. Discute que una
explicación para ese juicio, es que esos objetos no humanos en el medio ambiente, cuya
destrucción es asegurada -realizada -por la última persona o última gente, posee valor intrínseco,
una clase de valor independiente de su utilidad para los seres humanos. Desde su crítica, Routley
concluye que el principal enfoque en el pensamiento moral occidental tradicional ha sido incapaz
de permitir el reconocimiento de que las cosas naturales posean valor intrínseco y que la
tradición requería una revisión de tipo significativo.
La idea de Leopold de que la ―tierra‖ como un todo, es un objeto que preocupa nuestra
moral, también estimuló a escritores a discutir ciertas obligaciones morales hacia la totalidad
ecológica, tales como especies, comunidades y ecosistemas, no solo sus constituyentes
individuales. El filósofo ambientalista y teólogo Holmes Rolston III, por ejemplo, discutió que la
protección de las especies ha sido un deber moral (Rolston 1975). Sería errado, sostiene,
(colectar) eliminar a una especie de mariposa rara simplemente para incrementar el valor
monetario del espécimen ya obtenida por los coleccionistas. Como en los argumentos del ―último
hombre‖ de Routley, el ejemplo de Rolston está destinado a llamar la atención sobre una clase de
acción que parece moralmente dudosa y aún no está claramente descartado o condenado por
puntos de vista éticos antropocéntricos tradicionales. Las especies, discute Rolston, son valiosas
intrínsecamente y son generalmente más valiosas que los especímenes individuales, ya que la
pérdida de una especie es una pérdida de posibilidades genéticas y la destrucción deliberada de
una especie mostraría una falta de respeto por los procesos biológicos, los cuales hacen posible la
emergencia de cosas vivientes individuales (ver Rolston 1989, Ch 10). Los procesos naturales
merecen respecto, de acuerdo a la perspectiva casi religiosa de Rolston, debido a que ellos
constituye una naturaleza (o dios) los cuales son en sí mismos intrínsecamente valiosos (o
sagrados).
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empresa Walt Disney para una investigación de sondeo preparatoria para el desarrollo del
Mineral King Valley, el cual fue en un tiempo un refugio relativamente remoto de juegos pero no
designado como un parque nacional o área silvestre protegida. La propuesta de Disney fue de
desarrollar un gran complejo o resort sirviendo a 14.000 visitantes diariamente siendo alcanzado
por el propósito de construir una autopista a través del Sequoia National Park. El Sierra Club,
como un cuerpo con un propósito general para la conservación de la vida silvestre, desafió ese
desarrollo sobre la base de que el valle debe ser mantenido en su estado natural por sí mismo.
El razonamiento de Stone de que si los árboles, bosques y montañas podrían tener lugar en
leyes luego pueden estar representados con sus propios derechos en las cortes por grupos tales
como el Sierra Club. Además, como cualquier otra persona legal, esas cosas naturales pueden
volverse beneficiarios de compensación si se puede demostrar que han sufrido daño
compensatorio a través de la actividad humana. Cuando el caso llegó a la Suprema Corte de los
EEUU, fue determinado por una pequeña mayoría que el Sierra Club no reúne la condición de
llevar el caso a la corte, dado que el Club no fue capaz y dispuesto a probar que la probabilidad
de daño a los intereses del Club o sus miembros. En un juicio minoritario en disenso, no
obstante, los jueces Douglas, Blackmun and Brennan mencionaron el argumento de Stone:
dijeron que su propuesta para dar un estatus legal a las cosas naturales, se debe permitir los
intereses de la conservación, las necesidades de la comunidad y el interés del negocio estar
representados, debatido y establecido en la corte.
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sentido hablar de árboles, bosques, ríos, cirripedios4, o termitas como teniendo intereses de una
clase de moralidad relevante? Este aspecto fue muy discutido en los años siguientes. Mientras
tanto, John Passmore (1974) discutió, al igual que como White, el pensamiento de la tradición
judeo-cristiana sobre la naturaleza, a pesar de ser predominantemente ―despótica‖, conteniendo
recursos considerando a los seres humanos como ―un paso adelante‖ o ‖perfeccionadores‖ de la
creación de Dios. Escépticos de los proyectos de cualquier nueva ética radical, Passmore puso
atención que las tradiciones de pensamiento no deben ser cambiadas abruptamente. Discutió que
cualquier cambio en las actitudes de nuestro medio natural el cual destaca la chance de distribuir
la aceptación, tendría que basarse y poseer algunas continuidades con lo más tradicional lo cual
ha legitimado nuestras prácticas destructivas. En suma, la ética de la tierra de Leopold, los
análisis históricos de White y Passmore, el trabajo pioneros de Routley, Stone and Rolston y los
pedidos de atención de los científicos, alrededor de los años 1970´ firmemente llamaron la
atención de los filósofos y teóricos políticos.
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influencia mayor sobre las éticas ambientales contemporáneas, el filósofo noruego y luchador
Arne Naess. Desde el trabajo de Naess ha habido una política ambiental significativa, cuya
discusión de su posición es dada en una sección separada debajo.
Inspirado por la metafísica de Spinoza, otro rasgo clave de la ecología profunda de Naess
es el rechazo del individualismo atomístico. Naess discute la idea de que el ser humano es un
individuo que posee una esencia separada, separando radicalmente al mismo humano del resto
del mundo. Para hacer tal separación no solo conduce el egoísmo hacia otras personas sino
también induce el egoísmo humano hacia la naturaleza. Como una manera de contabilizar el
egoísmo tanto en individuos como a nivel de las especies, Naess propone la adopción de una
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alternativa racional ―imagen total del campo‖ del mundo. De acuerdo a esta relación, los
organismos (humanos u otros) son mejor entendidos como ―nudos‖ en la red biosférica. La
identidad de una cosa viviente está esencialmente constituida por sus relaciones con otras cosas
vivientes del mundo, especialmente sus relaciones ecológicas con otras cosas vivientes. Si la
gente se conceptualiza a sí mismo y al mundo en términos relacionales, los ecologistas profundos
dicen, luego la gente tomará mejor cuidado de la naturaleza y del mundo en general.
Cuando el punto de vista de Naess cruzó el Atlántico, en parte se fusionó con las ideas que
emergieron de la ética de la tierra de Leopold (see Devall and Sessions 1985; también ver
Sessions (ed) 1995). Pero Naess desconfía de las aparentes implicaciones políticas totalitarias de
la posición de Leopold que los intereses individuales al igual que de los seres vivos deban estar
subordinados a los bienes holísticos de la comunidad biótica de la tierra –siempre se ha
preocupado de distanciarse de cualquier clase de ―ética de la tierra‖ (ver Anker 1999 por las
precauciones al interpretar el relacionismo de Naess como un aval de tipo holístico desarrollado
en le ética de la tierra. Ver Grey 1993, Taylor and Zimmerman 2005). Algunos críticos han
discutido que la ecología profunda de Naess no es más que una versión social-demócrata
extendida del utilitarismo, el cual tiene en cuenta el interés humano en la misma extensión de los
intereses de todas las cosas naturales (p.ej. árboles, lobos, osos, ríos, bosques y montañas) en el
ambiente natural (ver Witoszek 1997). No obstante, Naess fracasó en explicar en detalle cómo
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hacerse a la idea de que las ostras, los dientes de perro o cirripedios, las termitas o bacterias
puedan tener intereses de cualquier tipo moralmente relevante. Sin una consideración de esto, el
igualitarismo biosférico primitivo de Naess –que todas las cosas vivientes que tienen un derecho
similar a vivir y prosperar- ha sido un principio indeterminado en términos prácticos. También
no queda claro en qué sentido los ríos, montañas, y los bosques pueden ser mirados como
poseedores de cualquier clase de interés. Este es un tema sobre el cual Naess siempre fue
evasivo.
El ―igualitarismo biosférico‖ fue modificado en los años 80´ debido al reclamo débil de
que tanto la vida humana como de la no-humana posean valores en sí mismos. Al mismo tiempo
Naess declaró en favor a su propia filosofía ecológica –―Ecofilosofía T‖- como él le llamó luego
desde su cabaña en la montaña Tvergastein- fue solo uno de los posibles hechos fundacionales
para una ética ambiental. La ―ecología profunda‖ finalizo de ser una doctrina específica, sino que
se transformó en una ―plataforma‖, de ocho simples puntos, sobre los cuales Naess pensó que
todos los pensadores verdes (ecologistas) podrían estar de acuerdo. La plataforma fue concebida
como el establecimiento de un soporte medio, entre las orientaciones filosóficas subyacentes si
los cristianos, budistas, taoístas, o si, y los principios prácticos para la acción en situaciones
específicas, principios generados desde las filosofías subyacentes. Así el movimiento ecológico
profundo se volvió explícitamente pluralista (Brennan 1999; c.f. Light 1996).
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críticas feministas, la teoría de la ecología profunda del ―yo expandido‖ es en efecto una
distinción de colonialismo humano, incapaz de dar a la naturaleza lo que le corresponde como
un ―otro‖ genuino independiente del interés y de los propósitos humanos mismos (ver Plumwood
1993, Ch. 7, 1999, and Warren 1999).
Mientras tanto, algunos críticos del tercer mundo acusaron a la ecología profunda de ser
elitista en su intento de preservar las experiencias sobre la vida silvestre para sólo un selecto
grupo de personas económicamente y socialmente acomodadas. El escritor indú Ramachandra
Guha (1989, 1999) por ejemplo, representó las actividades de varios grupos conservacionistas
occidentales como una nueva forma de imperialismo cultural dirigido a asegurar los conversos al
conservacionismo (cf. Bookchin 1987 and Brennan 1998a). Los misioneros verdes‖, como Guha
los llama, representan un movimiento dedicado a explotar a la gente pobre e indígenas del
mundo. ―poniendo la ecología profunda en su lugar‖, él escribió, ―se debe reconocer que tiende a
burlarse al igual que la ―ecología llana‖ puede en efecto ser variedades de ambientalismo que son
más opuestos, más representativos y más populares en los países del Sur‖. Aunque Naess mismo
repudió la sugerencia que la ecología profunda está comprometida con todo tipo de
imperialismo (see Witoszek and Brennan (eds.) 1999, Ch. 36–7 and 41) la crítica de Guha
plantea importantes preguntas acerca de la aplicación de los principios de la ecología profunda
en diferentes contextos sociales, económicos y culturales. Finalmente, en otras críticas, se
describe a la ecología profunda como teniendo una visión utópica inconsistente (see Anker and
Witoszek 1998).
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los varones o patriarcado está soportado por cuatro pilares entrelazados: sexismo, racismo,
explotación de clases y destrucción ecológica.
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asociados con lo racional, activo, creativo, mente humana cartesiana, y civilizada, ordenado,
cultura trascendente, mientras que a las mujeres o a lo femenino es atado a lo emocional, a lo
pasivo, cuerpo animal determinado, primitivo, desordenado, naturaleza inmanente. Esos
dualismos entrelazados no son sólo dicotomías descriptivas, de acuerdo a los feministas sino
también involucra un privilegio prescriptivo de un lado opuesto al otro. El dualismo le confiere
superioridad a todo lo del lado de lo masculino e inferioridad a todo del lado femenino. La
―lógica de la dominación‖ dicta que esos de lado superior (hombre, cosa racional, humano)
tienen derecho a dominar y utilizar esos del lado inferior (p.ej. la mujer), faltante de racionalidad,
no humano.
17
3.3 Desencantamiento y el Nuevo Animismo
Una fuente de ideas ecológicas generalmente pasadas por alto es el trabajo de los neo-
marxistas de la escuela de Frankfurt fundadas por Marx Horkheimer y Teodoro Adorno
(Horkheimer y Adorno 1969). Mientras los marxistas clásicos observan la naturaleza como un
recurso a ser transformada por el trabajo humano y utilizada para propósitos humanos,
Horkheimer y Adorno vieron a Marx mismo como un representante del problema de la
―alienación humana‖. Ellos discuten, que en la raíz de esta alienación, hay una concepción
positivista de racionalidad –la cual es vista racionalmente como un instrumento para lograr
progreso, poder y control tecnológico y tomar observación, medidas y aplicación de métodos
puramente cuantitativo de ser capaces de solucionar todos los problemas. Tal punto de vista
positivista de la ciencia combina el determinismo con el optimismo. Los procesos naturales al
igual que las actividades humanas son vistas de ser predecibles y manipulables. La naturaleza (y
en forma similar, la naturaleza humana) no es ya misteriosa, incontrolable o creíble. En su lugar,
es reducida a un objeto estrictamente gobernado por leyes naturales, las cuales pueden ser
estudiadas, conocidas y empleadas para nuestro beneficio. Prometiendo un limitado
conocimiento y poder, el positivismo de la ciencia y la tecnología no solo remueve nuestro
temor de la naturaleza, la teorías críticas discuten, pero también destruyen nuestro sentido de
temor y maravilla hacia ella. Estos es, el positivismo ―desencanta‖ la naturaleza –junto con todo
lo que puede ser estudiado por las ciencias, sea natural, social o humana.
El progreso en el conocimiento y los bienes materiales no son una cosa mala en sí mismo,
donde el consumo y control de la naturaleza son un parte necesaria de la vida humana. No
obstante, los teóricos críticos discuten que el desencantamiento positivista de las cosas materiales
(e igualmente, de las cosas humanas- debido a que ellas también pueden ser estudiadas y
manipuladas por la ciencia) interrumpe nuestra relación con ellos, alentando la actitud no
deseada ya que no son más que cosas a ser probadas, consumidas y dominadas. De acuerdo a los
teóricos críticos, la opresión de la ―naturaleza externa‖ (como el medioambiente natural) a través
de la ciencias y la tecnología se ha comprado a un precio demasiado alto: el proyecto de
dominación requiere la supresión de nuestra ―naturaleza interior‖ (p.ej. la naturaleza humana)-
p.ej. la creatividad humana, la autonomía y las múltiples necesidades, las vulnerabilidades y
anhelos en el centro de la vida humana. Para remediar tal alienación, el proyecto de Horkheimer
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y Adorno es de reemplazar el modelo reducido positivista e instrumentalista de racionalidad con
uno más humanístico, en el cual los valores de los aspectos estéticos, morales sensuales y
expresivos de la vida humana juegan la parte central. Así, su objetivo no es renunciar a nuestras
facultades racionales o poder de análisis y lógica. Más bien, la ambición es alcanzar una síntesis
dialéctica entre el Romanticismo y el Iluminismo, para retornar a valores anti-determinísticos de
libertad, espontaneidad y creatividad.
Algunos de los discípulos del trabajo de Adorno han argumentado que su posición del rol
de la ―inmediatez sensual‖ puede ser entendida como un intento de defender el
―antropomorfismo legitimizado‖ que se acerca a una débil forma de animismo (Bernstein 2001,
196). Otros, más radicales, han reclamado tomar inspiración desde su noción de ―no-identidad‖,
la cual, ellos discuten, puede ser usado como la base para una deconstrucción de la noción de la
naturaleza y quizás incluso su eliminación desde los escritos eco-crítico. Por ejemplo, Timotheo
Morton discute que ―poner algo llamado Naturaleza sobre el dedal y admirarlo desde lejos no
produce al ambiente otra cosa más que lo que el patriarcado hace con la figura de la mujer. Es un
acto paradójico de admiración sádica‖ (Morton 2007,5). Y que ―en el nombre de todos lo que
valoramos en la idea de naturaleza (ecocrítica) examina a fondo cómo la naturaleza es puesta
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como una categoría trascendental, unificada e independiente. La ecocrítico no piensa que es
paradojal para decirlo en el nombre de la ecología mismo: ―abajo con la naturaleza‖ (¿?¿?)
Resta por ver, no obstante, si el intento radical de purgar el concepto de naturaleza desde el
trabajo ecocrítico se logra con éxito. En forma similar, no está claro si el proyecto dialéctico
sobre el cual Horkheimer y Adorno se embarcaron es coherente y si Adorno, en particular, tiene
un conocimiento consistentemente comprensible de ―naturaleza‖ y ―racionalidad‖ (see Eckersley
1992 and Vogel 1996, para una revisión del pensamiento de la Escuela de Frankfurt sobre la
naturaleza).
Por otro lado, los nuevos animistas han sido inspirados profundamente por la forma seria
en el cual alguna gente indígena interactúa con los animales, plantas y cosas inanimadas a través
de ceremonias, rituales y otras prácticas. De acuerdo con los nuevos animistas, el reemplazo del
animismo tradicional (la postura de que las almas personalizadas son halladas en animales,
plantas y otros objetos materiales) por una forma de positivismo desencantado lleva directamente
a una perspectiva antropocéntrica hacia la naturaleza, lo cual es considerado destructivo por
muchos seres humanos. En un mundo desencantado, no existe un orden de cosas o eventos sin
sentido fuera del dominio humano, y no hay fuente de sacralidad o muerte de la clase sentido por
aquellos quienes ven el mundo natural o poblado por divinidades o demonios (Stone 2006).
Cuando los bosques no son más sacralizados, no hay espíritus que sean aplacados y no hay
riesgos misteriosos asociados al talarlos. Una naturaleza desencantada no sobrevive mucho
tiempo. Ello no nos obliga a respetarla, reverenciarla o amarla. No es más que una gran máquina
para ser aprovechada a servir a propósitos humanos. Los nuevos animistas discuten la
reconceptualización de los límites entre personas y no-personas. Para ellos, la ―naturaleza
viviente‖ comprende no solo humanos, animales y plantas también las montañas, los bosques, los
ríos, desiertos y también los planetas.
Si la noción de que una montaña o árbol es considerado como una persona es tomado
literalmente o no, el intento de compromiso con el mundo alrededor como si consistiera de otras
personas posiblemente puede proveer la base de una actitud de respeto hacia la naturaleza (ver
Harvey 2005 por a relato popular sobre el nuevo animismo). Si el desencantamiento es una
fuente de problemas ambientales y destrucción, luego el nuevo animismo puede ser considerado
20
como un intento de re-encantar y ayudar a salvar la naturaleza. Más poéticamente, David Abram
ha discutido que el acercamiento fenomenológico de esa clase tomado por Merlaeu-Ponti puede
revelarnos que somos parte de esa ―carne común‖ del mundo que nosotros somos en el sentido
del mismo pensamiento del mundo (Abram 1995).
21
3.4 La Ecología Social y el Bioregionalismo
John Clark ha discutido que la ecología social es heredera de una tradición de pensamiento
histórico y comunitario que incluye no sólo el anarquista Peter Kropotkin, sino también el
geógrafo socialista Eliseo Reclus, el exéntrico pensador escocés Patrick Geddes y Lewes
Mumford (Clark 1998). Ramachandra Guha ha descripto a Mumford como ―el ecólogo social
Americano pionero‖ (Guha 1996, 210). Mumford adoptó una perspectiva regionalista,
discutiendo que fuertes centros regionales de cultura son con seguridad la base de una ―activa
vida social local‖ (Mumford 1944, 403). Al igual que los pesimistas en la teoría crítica, Mumford
se lamentó acerca de la emergencia bajo el capitalismo industrializado de una ―megamáquina‖,
una que oprimiría y dominaría la creatividad humana y la libertad, y una que -a pesar de ser un
producto humano- operaría de una manera que está fuera de nuestro control. Mientras Bookchin
es más un optimista tecnológico que Mumford, ambos escritores han inspirado un cambio
regional en el pensamiento ambientalista. El bioregionalismo le da al regionalismo un giro
ambiental. Este es el punto de vista que los rasgos naturales deben proveer de condiciones
definidas para lugares de comunidad, y que las vidas locales seguras y satisfactorias sean
22
llevadas por esos quienes conocer un lugar, han aprendido su saber y quienes adaptan sus estilos
de vida a sus posibilidades desarrollando su potencial dentro de límites ecológicos. Tal tipo de
vida, discuten los bioregionalistas, permitirá a la gente de disfrutar los frutos de su propia
autoliberación y autodesarrollo (List 1993, Thayer 2003).
No obstante, los críticos han preguntado por qué los rasgos naturales deben ser
significantes al definir los lugares en los cuales las comunidades deben ser construidas, y tener
un rompecabezas sobre exactamente cuales rasgos naturales debe ser –geológicos, ecológicos,
climáticos, hidrológicos etc. (ver Brennan 1998b). Si las comunidades bioregionales o grupos
relativamente pequeños humanos florecientes, luego una pregunta que emerge es sobre la
naturaleza de las leyes y penalidades que prevalecerán en ellas, y también de su integración en
grandes agrupamientos regionales y globales que van desde lo político a lo económico. Para los
anarquistas y otros críticos del orden social predominante, el retorno a una comunidad regional
de autogobierno y autosuficiente es generalmente presentado como liberalizador y refrescante.
Pero para los escépticos, permanecen los lamentos que la visión bioregional es políticamente
demasiado optimista y está abierta al establecimiento de comunidades liberales, sofocantes y
antidemocráticas. Más aún, dado ese énfasis sobre autosuficiencia local y en virtud de la vida en
pequeñas comunidades, surge una pregunta sobre si el bioregionalismo es viable en un planeta
superpoblado.
23
filosofía griega dentro del contexto de una forma de administración similar a la respaldada
anteriormente por Passmore (Barry 1999). Si este último reclamo es correcto, luego el activismo
radical, después de todo, mira por un soporte filosófico en teorías radicales o contraculturales de
la clase de la ecología profunda, el feminismo, el bioregionalismo y la ecología profunda
reclaman ser (Zimmerman 1994).
Como el foco del utilitarismo es el balance del placer y el dolor, la pregunta a quién
corresponde el placer o el dolor es irrelevante para el cálculo y evaluación de lo correcto o
incorrecto de las acciones. De allí que, durante el siglo XVIII Jerey Bentham (1789) y
actualmente Peter Singer (1993), han discutido que el interés de los seres sintientes (ejemplo,
siendo aquellos organismos capaces de experiencia de placer o dolor)- incluyendo también seres
no-humanos- afectados por una acción, deben ser tomados igualmente en consideración en la
24
evaluación de la acción. Más aún, más bien como Routley, Singer discute que el privilegio
antropocéntrico de miembros de la especie Homo sapiens es arbitrario y que es una clase de
―especiacismo‖ tan justificable como el sexismo y el racismo. Singer observa el movimiento de
liberación animal como comparable a los movimientos de liberación de las mujeres y de la gente
de color. A diferencia de los filósofos ambientalistas quienes atribuyen atributos de valor
intrínseco al ambiente natural y a los habitantes, Singer y los utilitaristas en general atribuyen
valor intrínseco a la experiencia y placer o intereses en la satisfacción en sí no a los seres quienes
tienen la experiencia.
Contrariamente, las teorías éticas deontológicas sostienen que si una acción es buena o
mala es en gran parte independiente si su consecuencia es buena o mala. Desde la perspectiva
deontológica, existen varias reglas u obligaciones diferentes (ej. ―No matar o dañar a un
inocente‖, ―no mentir‖, ―respetar los derechos de los otros‖, ―mantener promesas‖), la
observancia/violación de los cuales es intrínsecamente buena/mala, ej. Bueno/malo en sí mismo
independiente de las consecuencias. Cuando se le pide justificar una regla moral, obligación o su
derecho correspondiente, los deontologistas pueden acudir a un valor intrínseco de aquellos seres
a los cuales se aplica. Por ejemplo, ―los derechos a los animales‖, invocado por Tom Regan
25
(1983) discute que debido al valor intrínseco de esos animales (o que llama ―valor inherente‖)
poseen derecho moral a un trato respetuoso, el cual genera una obligación moral desde nuestra
parte de no tratarlos como meros medios para otros fines. Tenemos, en particular una obligación
moral prima facie no dañarlos. Regan sostiene que ciertas prácticas (tales como caza deportiva o
comercial y (el empleo de) animales para experimentación) violan el derecho moral de animales
intrínsecamente valiosos para un trato respetuoso. Discute que tales prácticas, son
intrínsecamente erróneas independientemente si alguna vez surgen o no mejores consecuencia de
ello. ¿Exactamente qué animales poseen valor intrínseco y por lo tanto derechos morales a un
trato respetuoso? La respuesta de Regan es: aquellos que reúnen el criterio de ser sujetos de una
vida. Ser tal tipo de sujeto es una condición suficiente (aunque no necesaria) para tener valor
intrínseco y de ser un ―sujeto de vida‖ involucra, entre otras cosas, poseer percepciones
sensoriales, creencias, deseos, motivos, memoria, un sentido de futuro y una identidad
psicológicos en el tiempo.
Una defensa más reciente y biológicamente detallada de la idea de que los seres vivos
tienen representaciones y objetivos y, por lo tanto, tienen valor moral se encuentra en Agar 2001.
A diferencia del biocentrismo igualitario y deontológico de Taylor, Robin Attfield (1987)
defiende una visión jerárquica de que, si bien todos los seres tienen un bien propio tiene valor
intrínseco, algunos de ellos (por ejemplo, las personas) tienen un valor intrínseco en mayor
26
medida. Attfield también respalda una forma de consecuencialismo que toma en consideración, e
intenta equilibrar, los muchos y posiblemente conflictivos bienes de diferentes seres vivos
(también ver Varner 1998 para una defensa del individualismo biocéntrico con afinidades tanto a
enfoques consecuencialistas como deontológicos). Sin embargo, algunos críticos han señalado
que la noción de bien o bienestar biológico es solo descriptiva, no prescriptiva (ver Williams
1992 y O'Neill 1993, cap. 2). Por ejemplo, incluso si el VIH tiene un bien propio, esto no
significa que debamos asignar ningún peso moral positivo a la realización de ese bien.
Hay que tener en cuenta que la ética de la liberación animal o los derechos de los animales
y el biocentrismo son individualistas, ya que sus diversas preocupaciones morales están dirigidas
solo a los individuos, no a lo ecológico como las especies, poblaciones, comunidades bióticas y
ecosistemas. Ninguno de estos es sensible, un tema de vida o un centro de vida teleológico, pero
la preservación de estas entidades colectivas es una preocupación importante para muchos
ambientalistas. Además, los objetivos de la liberación animal, como la reducción del sufrimiento
y la muerte de los animales, pueden entrar en conflicto con los objetivos de los ambientalistas.
Por ejemplo, la preservación de la integridad de un ecosistema puede requerir el sacrificio de
animales salvajes o de algunas poblaciones de animales indígenas que amenazan con destruir
hábitats frágiles. Por lo tanto, hay disputas sobre si la ética de la liberación animal es una rama
adecuada de la ética ambiental (ver Callicott 1980, 1988, Sagoff 1984, Jamieson 1998, Crisp
1998 y Varner 2000).
27
Al criticar el enfoque individualista en general por no tener en cuenta las preocupaciones
de conservación de los conjuntos ecológicos, J. Baird Callicott (1980) abogó una vez por una
versión del holismo ético de la tierra que toma la declaración de Leopold: ―Una cosa es correcta
cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y belleza de la comunidad biótica. Está mal
cuando tiende de otra manera‖ a ser el principio deontológico supremo. En esta teoría, la
comunidad biótica de la tierra per se es el único lugar de valor intrínseco, mientras que el valor
de sus miembros individuales es meramente instrumental y depende de su contribución a la
"integridad, estabilidad y belleza" de la comunidad en general. Una implicación directa de esta
versión de la ética de la tierra es que un miembro individual de la comunidad biótica debe ser
sacrificado siempre que sea necesario para proteger el bien holístico de la comunidad. Por
ejemplo, Callicott sostiene que si es necesario sacrificar un venado de cola blanca para la
protección del bien biótico holístico, entonces es un requisito ético de la tierra hacerlo. Pero, para
ser coherentes, el mismo punto también se aplica a los individuos humanos porque también son
miembros de la comunidad biótica. No es sorprendente que la misantropía implícita en el
holismo ético de la tierra de Callicott fuera ampliamente criticada y considerada como una
reducción de la posición (ver Aiken (1984), Kheel (1985), Ferré (1996) y Shrader-Frechette
(1996)). Tom Regan (1983, p. 362), en particular, condenó el desprecio holístico de la ética de la
tierra de los derechos del individuo como "fascismo ambiental".
Bajo la presión del cargo de ecofascismo y misantropía, Callicott (1989 Ch. 5, y 1999, Ch.
4) luego revisó su posición y ahora sostiene que la comunidad biótica (de hecho, cualquier
comunidad a la que pertenecemos), así como su individuo los miembros (de hecho, cualquier
persona que comparte con nosotros la membresía en alguna comunidad común) tienen un valor
intrínseco. Para distanciarse aún más del cargo de ecofascismo, Callicott introdujo principios
explícitos que priorizan las obligaciones para con las comunidades humanas sobre las de los
naturales. Llamó a estos principios de "segundo orden" para especificar las condiciones bajo las
cuales se iban a clasificar las obligaciones holísticas e individualistas de la ética de la tierra.
Como él lo dijo:
... las obligaciones generadas por la membresía en comunidades más venerables e íntimas tienen prioridad sobre las
generadas en comunidades más recientemente surgidas e impersonales.... El segundo principio de segundo orden es
que los intereses más fuertes (por falta de una mejor palabra) generan deberes que prevalecer sobre los deberes
generados por intereses más débiles. (Callicott 1999, 76).
28
Lo (en: Lo 2001) proporciona una visión general y crítica de la posición cambiante de
Callicott durante dos décadas, mientras que Ouderkirk y Hill (eds.) 2002 ofrecen una visión
general de los debates entre Callicott y otros sobre los fundamentos metaéticos y metafísicos de
la ética de la tierra y también su antecedentes históricos. Como lo señaló, la versión final
modificada de la ética de la tierra necesita más de dos principios de segundo orden, ya que se
necesita un principio de tercer orden para especificar la opinión implícita de Callicott de que el
segundo principio de segundo orden generalmente contradice al primero cuando entran en
conflicto (Lo 2001, 345). En su trabajo más reciente, Callicott sigue la sugerencia de Lo, a la vez
que advierte contra el objetivo de demasiada precisión al especificar las demandas de la ética de
la tierra (Callicott 2013, 66 - 7).
Andrew Brennan (1984, 2014) argumenta que las entidades naturales individuales (sean
conscientes o no, vivientes o no) no están diseñadas por nadie para cumplir ningún propósito y,
por lo tanto, carecen de "función intrínseca" (es decir, la función de una cosa que constituye
parte de su esencia o condiciones de identidad). Esto, propone, es una razón para pensar que las
entidades naturales individuales no deben tratarse como meros instrumentos, y por lo tanto una
razón para asignarles un valor intrínseco. Además, argumenta que el mismo punto moral se
aplica al caso de los ecosistemas naturales, en la medida en que carecen de función intrínseca. A
la luz de la propuesta de Brennan, Eric Katz (1991 y 1997) argumenta que todas las entidades
naturales, ya sean individuos o como un todo, tienen un valor intrínseco en virtud de su
independencia ontológica del propósito, actividad e interés humanos, y mantiene el principio
deontológico de que la naturaleza en su conjunto es un "sujeto autónomo" que merece respeto
moral y no debe ser tratado como un mero medio para fines humanos. Llevando el proyecto de
29
atribuir valor intrínseco a la naturaleza a su forma última, Robert Elliot (1997) argumenta que la
naturalidad en sí misma es una propiedad en virtud de poseer todas las cosas naturales, eventos y
estados de cosas, alcanzan un valor intrínseco. Llevar el proyecto de atribuir un valor intrínseco a
la naturaleza en su forma definitiva, Robert Elliot (1997) sostiene que la naturalidad en sí es una
propiedad en virtud de poseer el que todos los (seres y objetos) naturales, cosas, eventos y
estados de cosas, alcancen un valor intrínseco. Esto se debe a la reducción de valor intrínseco
debido al agotamiento de naturalidad en la tierra, de acuerdo con él, ha alcanzado el nivel tal que
cualquier reducción adicional de que no podía ser compensado por cualquier cantidad de valor
intrínseco generada de otras maneras, no importa cuán grande sea.
30
como señala Bernard Williams (Williams 1992), paradójicamente, podemos o necesitamos usar
nuestros poderes tecnológicos para retener la sensación de que algo no está en nuestro poder. Por
lo tanto, la retención de áreas silvestres puede involucrar el manejo planetario y ecológico para
mantener, o incluso "encarcelar" dichas áreas (Birch 1990), lo que plantea una pregunta sobre
hasta qué punto los parques nacionales y las áreas silvestres están libres de nuestro control. Un
mensaje importante que subyace en el debate, tal vez, es que incluso si la restauración ecológica
se puede lograr, podría haber sido mejor dejar la naturaleza intacta en primer lugar.
6
En ética, el consecuencialismo, también conocido como ética teleológica se refiere a todas aquellas teorías de la
ética normativa que sostienen que la corrección o incorrección de nuestras acciones está determinada por el valor
o desvalor que ocurre debido a ellas.
77
La deontología es la rama de la ética que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades
profesionales, así como el conjunto de deberes relacionados con el ejercicio de una profesión. A su vez, es parte de
la filosofía moral dedicada al estudio de las obligaciones o deberes morales.
31
son las razones morales para actuar de una forma u otra. Por ejemplo, desde la perspectiva de la
virtud, la ética, la amabilidad y la lealtad serían razones morales para ayudar a un amigo en
dificultades. Estos son bastante diferentes de la razón del deontólogo (que la acción es exigida
por una regla moral) o la razón consecuencialista (que la acción conducirá a un mejor equilibrio
general del bien sobre el mal en el mundo). Desde la perspectiva de la ética de la virtud, la
motivación y la justificación de las acciones son inseparables de los rasgos de carácter del agente
actuante. Además, a diferencia de la deontología8 o el consecuencialismo9 cuyo enfoque moral
son otras personas o estados del mundo, un tema central para la ética de la virtud es cómo vivir
una vida humana floreciente, siendo ésta una preocupación central del propio agente moral.
"Vivir virtuosamente" es la receta de Aristóteles para prosperar. Los pensadores de la tradición
del confucionismo chino también han sostenido versiones de la ética de la virtud que defienden
virtudes como la "benevolencia", la "piedad", la "filialidad" y el "coraje". La conexión entre la
moral y la psicología es otro tema central de investigación para la ética de la virtud. A veces se
sugiere que las virtudes humanas, que constituyen un aspecto importante de una vida humana
floreciente, deben ser compatibles con las necesidades y deseos humanos, y quizás también
sensibles al afecto y temperamento individuales. Como su enfoque central es el florecimiento
humano como tal, la ética de la virtud puede parecer inevitablemente antropocéntrica e incapaz
de apoyar una preocupación moral genuina por el medio ambiente no humano. Pero tal como
Aristóteles ha argumentado que una vida humana floreciente requiere amistades y uno puede
tener amistades genuinas sólo si uno realmente valora, ama, respeta y se preocupa por sus
amigos por su propio bien, no solo por los beneficios que pueden aportar a uno mismo. Algunos
han argumentado que una vida humana floreciente requiere las capacidades morales para valorar,
amar, respetar y cuidar el mundo natural no humano como un fin en sí mismo (ver O'Neill 1992,
O'Neill 1993, Barry 1999).
32
Supplementary Document:
33
de alta densidad altamente funcionales, de hecho, podría compararse con la destrucción de
ecosistemas muy diversos y comunidades bióticas. Del mismo modo, la pérdida de la gran
diversidad mundial de lenguas naturales ha sido lamentada por muchos, no solo por
profesionales interesados en la lingüística. Los entornos urbanos y lingüísticos son solo dos de
los muchos "lugares" habitados por los humanos. Algunas teorías filosóficas sobre entornos y
objetos naturales tienen el potencial de extenderse para cubrir entornos construidos y objetos no
naturales de varios tipos (ver King 2000, Light 2001, Palmer 2003, mientras que Fox 2007
pretende incluir tanto entornos construidos como naturales en el alcance de una sola teoría ética).
Ciertamente, existen muchos paralelismos entre los dominios naturales y artificiales: por
ejemplo, muchos de los problemas conceptuales involucrados en la discusión de la restauración
de objetos naturales también aparecen en el contexto paralelo de la restauración de objetos
hechos por el hombre.
Los amantes de la vida silvestre a veces consideran a las poblaciones humanas con altas
concentraciones en algunos países en desarrollo como un problema clave subyacente a la crisis
ambiental. Rolston (1996), por ejemplo, afirma que (algunos) los humanos son una especie de
"cáncer" planetario. Sostiene que mientras "alimentar a las personas siempre parece humano, ...
cuando nos enfrentamos a lo que realmente está sucediendo, simplemente alimentando a las
personas, sin prestar atención a los resultados sociales más amplios, podríamos estar alimentando
un tipo de cáncer"... ‖Esta observación pretende justificar la opinión de que salvar la naturaleza
34
debería, en algunas circunstancias, tener una prioridad más alta que alimentar a las personas.
Pero tal punto de vista ha sido criticado por parecer revelar un grado de misantropía, dirigido a
aquellos seres humanos menos capaces de protegerse y defenderse (ver Attfield 1998, Brennan
1998a). La base empírica de las afirmaciones de Rolston ha sido cuestionada por el trabajo que
muestra que las personas pobres a menudo son muy buenas administradoras del medio ambiente
(Martinez-Alier 2002). Las preocupaciones de Guha sobre las tendencias elitistas y "misioneras"
de algunos tipos de ecologismo de color verde oscuro en ciertos países occidentales ricos pueden
extenderse fácilmente a teóricos como Rolston (Guha 1999). ¿Se puede democratizar una ética
de este tipo aparentemente elitista? ¿Cómo puede estar disponible el poder psíquico de la vida
salvaje para quienes viven en los barrios bajos de Calcuta o São Paulo? Estas preguntas hasta
ahora carecen de respuestas convincentes.
Además, las condiciones económicas que apoyan el tipo de disfrute de la naturaleza por
parte de los "aristócratas naturales" de acuerdo a Stretton y, en general, los estilos de vida de
muchas personas en los países ricos, parecen estar implicados en la destrucción y la
contaminación que ha provocado el cambio ambiental en primer lugar. Para aquellos que viven
en los países más ricos, por ejemplo, participar en recreaciones al aire libre generalmente
involucra disponer de un automóvil. Sin embargo, la dependencia del automóvil es el núcleo de
muchos problemas ambientales, un factor clave en la contaminación urbana, al mismo tiempo
que es fundamental para las actividades económicas y militares de muchas naciones y
corporaciones, por ejemplo, para asegurar y explotar las reservas de petróleo. En un mundo
industrializado cada vez más poblado, las respuestas a tales problemas son apremiantes.
Cualquier estudio adecuado de este conjunto de problemas entrelazados debe involucrar la
colaboración interdisciplinaria entre filósofos y teóricos en las ciencias sociales y naturales.
Los científicos políticos, teóricos del desarrollo, geógrafos y economistas, así como los
filósofos, han debatido las conexiones entre la destrucción del medio ambiente, el consumo
desigual de recursos, la pobreza y el orden económico mundial. Los vínculos entre la economía y
la ética ambiental están particularmente bien establecidos. El trabajo de Mark Sagoff (1988), por
ejemplo, ha jugado un papel importante en unir los dos campos. Sostiene que "como ciudadanos
más que como consumidores", las personas están preocupadas por los valores, que no pueden
reducirse a simples preferencias ordenadas o cuantificarse en términos monetarios. La distinción
35
de Sagoff entre personas como consumidores y personas como ciudadanos tenía la intención de
mitigar el uso del análisis de costo-beneficio como árbitro final en las discusiones sobre el valor
de la naturaleza. Por supuesto, los cónyuges contratan seguros en la vida de los demás. Pagamos
más por un seguro de viaje para cubrir el costo de la cancelación, enfermedad o pérdida de
equipaje. Tales acciones son económicamente racionales. Ellos nos proporcionan algún tipo de
compensación en caso de pérdida. Sin embargo, nadie consideraría que los pagos del seguro
reemplazan las extremidades perdidas, un ser querido o incluso las alegrías de unas vacaciones
canceladas. Así es para la naturaleza, según Sagoff.
Otros enfoques interdisciplinarios vinculan la ética ambiental con la biología, los estudios
de políticas, la administración pública, la teoría política, la historia cultural, la teoría poscolonial,
la literatura, la geografía y la ecología humana (para algunos ejemplos, (ver Norton, Hutchins,
Stevens, Maple 1995, Shrader-Frechette 1984, Gruen y Jamieson (eds.) 1994, Karliner 1997,
Diesendorf y Hamilton 1997, Schmidtz y Willott 2002). Muchas evaluaciones de cuestiones
relacionadas con la biodiversidad, la salud del ecosistema, la pobreza, la justicia ambiental y la
sostenibilidad analizan cuestiones tanto humanas como ambientales, evitando el compromiso del
proceso con una perspectiva puramente antropocéntrica o puramente ecocéntrica (ver Hayward y
O'Neill 1997, y Dobson 1999 para colecciones de ensayos que analizan los vínculos entre
36
sostenibilidad, justicia, bienestar y distribución de bienes ambientales). El desarrollo futuro de la
ética ambiental depende de estas y otras sinergias interdisciplinarias, tanto como de su anclaje
dentro de la filosofía.
10
Al discutirse el alcance de términos empleados en definir los bines de la naturaleza con el
nombre de “recursos”, vale la pena definir los términos en uso como desarrollo sostenible,
desarrollo sostenido y desarrollo sustentable. El desarrollo sostenido es sinónimo de desarrollismo
el cual pretende un crecimiento asistótico de la economía de un ecosistema planetario. Desarrollo
sustentable introduce la idea del sostenimiento financiero y por lo tanto está sujeto a las disponibilidades
de capital y sería similar al concepto de desarrollismo y los países periféricos quedarían excluidos del
37
Sin embargo, cuando el concepto "desarrollo sostenible" se articuló por primera vez en el
Informe Brundtland, el énfasis era claramente antropocéntrico. Ante la creciente evidencia de
que los sistemas planetarios vitales para el soporte vital estaban bajo tensión, el concepto de
desarrollo sostenible se construye en el informe para alentar ciertas direcciones coordinadas
globalmente y tipos de desarrollo económico y social. El informe define "desarrollo sostenible"
de la siguiente manera:
El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
Contiene dos conceptos clave:
• el concepto de "necesidades", en particular las necesidades esenciales de los pobres del mundo, a
las que se debe dar prioridad absoluta; y
Por lo tanto, los objetivos del desarrollo económico y social deben definirse en términos
de sostenibilidad, sustentabilidad, en todos los países: desarrollados o en desarrollo, orientados
al mercado o planificados centralmente. Las interpretaciones variarán, pero deben compartir
ciertas características generales y deben surgir de un consenso sobre el concepto básico del
desarrollo sostenible y sobre un amplio marco estratégico para lograrlo. (WCED 1987, Capítulo
2, párrafos 1 y 2). El informe continúa argumentando que "el mundo industrial ya ha utilizado
gran parte del capital ecológico del planeta". Esta desigualdad es el principal problema
"ambiental" del planeta; también es su principal problema de "desarrollo" (WCED 1987,
Resumen, párrafo 17). En el concepto de desarrollo sostenible, el informe combina la noción de
supuesto desarrollo sustentable y deberían adoptar y adaptar sus economía a las necesidades de los
ecosistemas centrales. Mientras que el Desarrollo sostenible requiere la satisfacción de las necesidades
básicas de todos y extiende a todos la oportunidad de satisfacer sus aspiraciones a una vida mejor… el
desarrollo duradero no debe poner en peligro los sistemas naturales que sostienen la vida en la Tierra: la
atmósfera, las aguas, los suelos y los seres vivientes…Cuando la extracción de un recurso natural supera
el ritmo natural de regeneración de una población determinada, el equilibrio se rompe y su explotación
deja de ser sostenible para pasar a ser una simple explotación extractiva hasta su agotamiento‖. (nota del
traductor).
38
"rendimiento sostenible" del economista de recursos con el reconocimiento de que los países en
desarrollo del mundo tienen derecho al crecimiento económico y la prosperidad. La noción de
rendimiento sostenible implica pensar en los bosques, ríos, océanos y otros ecosistemas,
incluidas las especies naturales que viven en ellos, como un stock de "capital ecológico" del que
fluyen todo tipo de bienes y servicios. Siempre que el flujo de dichos bienes y servicios no
reduzca la capacidad del propio capital para mantener su productividad, el uso de los sistemas en
cuestión se considera sostenible. Por lo tanto, el informe argumenta que "el rendimiento máximo
sostenible debe definirse después de tener en cuenta los efectos de la explotación en todo el
sistema" del capital ecológico (WCED 1987, Capítulo 2, párrafo 11).
39
una defensa posterior de sus primeros trabajos, los Ehrlich declararon que la falla más grave en
su análisis original "era que era demasiado optimista sobre el futuro", y comentan que "desde que
se escribió The Bomb, aumentan los flujos de gases de efecto invernadero en la atmósfera, una
consecuencia de la casi duplicación de la población humana y la casi triplicación del consumo
global, indican que los resultados probablemente serán una interrupción climática catastrófica
causada por el calentamiento del efecto invernadero ‖(Ehrlich y Ehrlich 2009, 66). También fue
en 1968 cuando Garrett Hardin publicó un artículo muy citado sobre la "tragedia de los bienes
comunes" que muestra que los recursos comunes siempre están sujetos a degradación y extinción
frente a la búsqueda racional del interés propio. Para Hardin, la creciente presión sobre los
recursos compartidos y la creciente contaminación son resultados inevitables del hecho de que
"no hay una solución técnica al problema de la población" (Hardin 1968).
El problema puede analizarse desde la perspectiva del llamado dilema del prisionero (ver
también el problema del pasajero libre). A pesar del pesimismo de los escritores en ese
momento y la defensa de establecer límites para el crecimiento de la población, también hubo un
optimismo que se hace eco de la propia opinión de Mill de que un "estado estacionario" no sería
uno de miseria y decadencia, sino uno en el que los humanos podría aspirar a una distribución
más equitativa de los recursos disponibles y limitados. Esto está claro no solo entre aquellos que
reconocen los límites del crecimiento económico (Meadows et al. 1972) sino también entre
aquellos que defienden el movimiento hacia una economía de estado estable (Daly 1991) o al
menos quieren tener más en cuenta la ecología en la economía. (Norgaard 1994).
El informe Brundtland pone menos énfasis en los límites que los contemplados por Mill,
Malthus y otros escritores más recientes. Representa la sostenibilidad como un desafío y una
oportunidad para que el mundo se vuelva más social, político y ambientalmente justo. En la
búsqueda de la justicia intergeneracional, sugiere que deberían agregarse nuevos derechos
humanos a la lista estándar, por ejemplo, que "Todos los seres humanos tienen el derecho
fundamental a un medio ambiente adecuado para su salud y bienestar" (WCED 1987, Anexo 1,
Párrafo 1). El informe también argumenta que ―El disfrute de cualquier derecho requiere el
respeto de los derechos similares de los demás y el reconocimiento de responsabilidades
recíprocas e incluso conjuntas. Los estados tienen una responsabilidad hacia sus propios
ciudadanos y otros estados‖ (ibid., Capítulo 12, párrafo 83). Desde la publicación del informe,
40
muchos escritores han apoyado y defendido la opinión de que la justicia global y económica
requiere que las naciones que se hicieron ricas a través de la industrialización anterior y la
explotación ambiental deberían permitir a las naciones menos desarrolladas oportunidades
similares o equivalentes para el desarrollo, especialmente en términos de acceso a los recursos
ambientales (Redclift 2005). Según lo previsto en el informe, la idea de desarrollo sostenible se
ha integrado fuertemente en la noción de conservación del medio ambiente. El informe también
ha preparado el escenario para una serie de conferencias internacionales posteriores,
declaraciones y protocolos, muchos de ellos manteniendo el énfasis en las perspectivas para el
futuro de la humanidad, en lugar de considerar la sostenibilidad en un sentido más amplio.
41
reconocimiento de que existen "razones morales, éticas, culturales, estéticas y puramente
científicas para conservar a los seres salvajes" (WCED 1987, Resumen, párrafo 53), el lenguaje
fuertemente antropocéntrico e instrumental utilizado en todo el informe Brundtland para articular
la noción del desarrollo sostenible puede ser criticado por definir la noción de manera demasiado
restringida, dejando poco espacio para abordar las cuestiones de sostenibilidad directamente
relacionadas con el medio ambiente de la Tierra y sus habitantes no humanos: los seres humanos
deberían y si lo hacen, de qué manera, deben reorganizar sus formas de vida y las estructuras
políticas y lo social de sus comunidades para permitir la sostenibilidad y la equidad no solo para
todos los seres humanos sino también para las otras especies del planeta?
42
como un tema importante de recursos" (ibid., Capítulo 6, párrafo 57). Además, a pesar de su
lenguaje instrumental y económico, el informe de hecho respalda una perspectiva moral más
amplia sobre el estado y nuestra relación con la naturaleza y las especies no humanas,
evidenciada por su declaración de que "el caso para la conservación de la naturaleza no debe
descansar solo con objetivos de desarrollo. Es parte de nuestra obligación moral con otros seres
vivos y generaciones futuras‖ (WCED 1987, capítulo 2, párrafo 55). Implícito en el enunciado
está no solo una concepción fuerte de la sostenibilidad sino también una concepción no
antropocéntrica de dicha noción. Con el tiempo, la sostenibilidad fuerte se ha centrado no solo en
las necesidades de los seres humanos y otros seres vivos, sino también en sus derechos (Redclift
2004, 218). En un desarrollo posterior, los discursos sobre formas de sostenibilidad generalmente
han dado paso en la última década a un uso más ambiguo, en el que el término "sostenibilidad"
funciona para llevar a las personas a un debate en lugar de establecer una definición clara de los
términos del debate en sí. A medida que la globalización conduce a una mayor integración de las
economías mundiales, el mundo después del informe Brundtland ha visto una mayor
fragmentación entre los puntos de vista, donde los críticos de la globalización generalmente han
utilizado el concepto de sostenibilidad en una pluralidad de formas diferentes (Sneddon,
Howarth y Norgaard 2006). Algunos han argumentado que "sostenibilidad", al igual que la
palabra "naturaleza" misma, ha llegado a significar cosas muy diferentes, con un significado
simbólico diferente para diferentes grupos y reflejando intereses muy diferentes (Redclift 2004,
220). Para bien o para mal, tal ambigüedad puede en ocasiones permitir que diferentes partes en
las negociaciones reclamen una medida de acuerdo.
La preservación de las oportunidades para vivir bien, o al menos para tener un nivel de
bienestar mínimamente aceptable, está en el corazón de la ética de la población y de muchas
concepciones contemporáneas de sostenibilidad. Muchas personas creen que estas oportunidades
para las generaciones más jóvenes existentes, y también para las futuras generaciones que están
por llegar, están amenazadas por la continua destrucción del medio ambiente, incluida la pérdida
de recursos de agua dulce, la eliminación continua de áreas silvestres y un clima cambiante.
43
cambio climático no puede separarse de las consideraciones de ética y justicia intergeneracional
(Broome 1992), y esto ha creado el escenario para debates y análisis posteriores. Más de una
década después, cuando Stephen Gardiner analizó el estado de las cosas en torno al cambio
climático en un artículo titulado "Una tormenta moral perfecta" (Gardiner 2006), su punto de
partida también es que la ética juega un papel fundamental en todas las discusiones sobre política
climática. Pero argumenta que incluso si se pudieran responder preguntas éticas y conceptuales
difíciles que enfrenta el cambio climático (como el llamado "problema de no identidad" junto
con la noción de injusticias históricas), todavía sería casi imposible -política y socialmente-
formular, y mucho menos hacer cumplir, políticas y planes de acción para enfrentar de manera
efectiva el cambio climático.
44
climática (Gardiner 2011, cap 11, Jamieson 1996). Un punto clave en el análisis de Gardiner es
que el problema del cambio climático involucra una maraña de problemas, cuya complejidad
conspira para alentar la aprobación, la debilidad de la voluntad, la distracción y la dilación,
"haciéndonos extremadamente vulnerables a la corrupción moral". (ibid., 397; cf. Gardiner 2011;
ver también el concepto de "problema perverso" en Brennan 2004). Debido al grave riesgo de
daños graves para las generaciones futuras, nuestro fracaso en tomar medidas de mitigación
oportunas sobre los problemas climáticos puede verse como una falla moral grave, especialmente
a la luz de nuestro conocimiento y comprensión actuales del problema.
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