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UNIVERSIDAD EL BOSQUE 05/10/2019

JORGE ENRQUE AROCA LUNA-FILOSOFÍA BIOÉTICA: LUNES 8-10

ANDRES BARRAGÁN-IGN SISTEMAS ARTURO LIEVANO LEON

SANTIAGO MORALES-IGN ELECTRONICA RELATORÍA:

“Panorama crítico de las éticas del mundo viviente”

(Gilbert Hottois)

Gilbert Hottois, fue un profesor de filosofía en la Universidad Libre de Bruselas. Nació


un día primero de Marzo del añ o 1946 en la ciudad de Bruselas-Bélgica, y de igual
modo falleció el 16 de Marzo del añ o 2019. Entre sus distinciones por solo nombrar
algunas, tenemos que: fue presidente del comité del programa del congreso mundial
de filosofía en el añ o 2008, así como también se especializo en el campo de la Bioética,
donde sus escritos e ideas han llegado ejercer una gran importancia académica y
prá ctica.

El panorama critico de las éticas ambientales del mundo viviente, fue un artículo
publicado entre Enero-Junio del añ o 2006, y expuesto por el filó sofo belga especialista
en bioética, Gilbert Hottois. En dicho artículo, Hottois postula una serie de propuestas
y cuestionamientos tanto a la ética tradicional occidental, heredada fuertemente de la
cultura griega y la religió n Judeo-cristiana, así como también plantea varios
cuestionamientos a la ética del mundo viviente o ambiental que se expresan en
nuestra modernidad.

Por un lado, logramos identificar de acuerdo al aná lisis del autor que: las éticas del
mundo viviente de nuestra cultura occidental tuvieron o tienen en la actualidad, pero
menor medida un cará cter fuertemente antropocéntrico, es decir, sitú an al hombre
como centro y sentido de todas las cosas, en la medida de lo que son y de lo que no
son. Esto se puede entender en parte, cuando el sofista griego Protá goras afirmaba
que “el hombre es la medida de todas las cosas”, así como también por la
manifestació n bíblica Judeo-cristiana de génesis 1:28 ““Tengan autoridad sobre los
peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la
tierra”. El problema con la anterior noció n antropocéntrica del hombre segú n el
examen de las posturas éticas del mundo viviente por parte del autor, es que le
denegaba un sentido estético a la naturaleza, y le transfería má s bien un sentido
instrumental y utilitarista, pues la naturaleza para el hombre no era otra cosa que un

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medio por el cual podía manifestar su existencia, sus ideas, creencia, deseos,
finalidades, etc.

Un texto histó ricamente determinante fue el artículo de Lynn White Jr.


En sciencie (1967) “las raíces históricas de nuestra crisis ecológica. Lynn
White afirma que bajo la influencia de la filosofía griega y la teología
judeocristiana, las éticas occidentales se hicieron antropocéntricas, es
decir:
 Su valor exclusivo o dominante es el hombre;
 La naturaleza, entregada a la explotació n humana, está desprovista de
valor propio;
 El campo de la ética es solo el de las relaciones interhumanas. (Hottois,
2006. Pp:36)

De acuerdo a lo anterior, la noció n del hombre respecto a la naturaleza es meramente


adquisitiva, y por ende, fuente de toda injusticia y perjuicios para con la misma. La
ética del mundo viviente concierne a lo específicamente humano, a la forma de
relacionarnos, las leyes que construimos en de base a un bienestar antropocéntrico,
las normas de conducta etc. Si lo miramos desde un punto de vista cartesiano, nos
daremos cuenta que la visió n antropocéntrica del mundo está estrechamente
relacionada con su filosofía mecanicista, pues Descartes confiere al hombre como una
substancia que posee el atributo de pensar, característico de una sustancia que posee
un cuerpo y un alma, de una substancia viviente y que existente. Por consiguiente,
todo lo que no entrara en estas categorías hacía parte de un mundo mecá nico inerte,
carente de una existencia por sí mismo, carente de un valor intrínseco. En ultimas, lo
que se puede entender tanto de la autora Lynn White como de Descartes es que para
este ú ltimo así como paras las éticas tradicionales, lo que no es sujeto, es objeto de
algo, en este caso; del sujeto mismo.

De esta manera, pudimos entender a lo que se refería el autor cuando examina la


ruptura de las éticas tradicionales del mundo viviente, pues la cosmovisió n de estas
eran mal vistas por otro tipo de movimientos sociales de tipo ambientales que
comenzaron a surgir en nuestra modernidad.

Para aclarar un poco má s estos orígenes de las nuevas éticas ambientales,


señ alaremos de la misma manera que lo hace el autor en determinados pasajes del
artículo que: dichos estos movimientos no surgieron por generació n espontá nea, ni
tampoco precisamente ni primariamente por una preocupació n ética respecto
naturaleza, aunque actualmente si se puede entender de esta manera. La
preocupació n ética respeto a la naturaleza se origina aná logamente como rechazo a la
noció n utilitarista y capitalista del nuevo y moderno sistema econó mico. Por
ejemplificar esto de alguna manera, solo basta entender que de la misma forma como

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el sistema capitalista instrumentaliza al trabajador por medio del poderoso, de esa
misma forma, se instrumentaliza la naturaleza, por medio del ser humano.

Por consiguiente, se entiende que el objetivo de las nuevas éticas ambientales o del
mundo viviente consisten precisamente en des-instrumentalizar las éticas
ambientales y en ultimas, la naturaleza misma, en dotarla de sentido, en tanto su parte
y su totalidad, entre el ser vivo y su medio de subsistencia, entre la relació n reciproca
de esta y el ser humano, en términos bioló gicos, una relació n simbió tica dependientes
el uno(a) del otro.

No obstante, y este el otro punto importante al que queríamos llegar, el autor no solo
identifica y examina la ruptura de las éticas tradicionales respecto a la modernidad,
sino que también critica las nociones extremistas de las mismas. Por un lado teníamos
que las éticas tradicionales señ alaban al hombre como centro, sentido y medida de
todas las cosas, subordinando o ignorando el valor intrínseco de la naturaleza y todos
los seres vivos no humanos que en ella habitan, pero por otro lado, en la modernidad
también surgieron otra serie de movimientos sociales que basados en las perspectivas
de las nuevas éticas ambientales identifican el valor intrínseco de la naturaleza y los
seres vivos no humanos, pero van a niveles fundamentalistas mucho má s radicales
sosteniendo que la naturaleza y su sentido intrínseco no son dependientes de la visió n
sospechosa y siempre instrumentalista del ser humano. De esta forma, estas nuevas y
radicales nociones de éticas ambientales no solo pretenden o pretendían adjudicarle
un sentido propio a la naturaleza, sino que entendían ademá s que el hombre no tenía
ningú n derecho de adentrarse en ella con fines utilitaristas y menos de cará cter
capitalista. Sin embargo, el autor señ ala el cará cter contradictorio de dicha
fundamentació n ética:

Las posiciones antiopocentricas desembocan con frecuencia en


reivindicaciones a favor de los derechos, especialmente de los animales
superiores, pero también de las formas de vida elementales, vegetales e incluso
de ecosistemas. Para los defensores de los animales (etc.), esta noció n de
derechos de los seres vivos no es má s que la expresió n asumida por el hombre
de las presentaciones reales legitimas de los seres de la naturaleza que no
pueden hablar ni revindicar sus derechos naturales.

Desde un punto de vista antropocéntrico, esta noció n de derechos de los “seres


vivos no humanos” solo es en el mejor de los casos, una ficció n jurídica, quizá
ú til, pero también fuente de confusió n. Es mejor reservar solo para los
humanos la noció n de derechos y agregar que, con respecto a los seres vivos no
humanos, lo humanos tienen o se adjudican deberes. (Hottois, 2006. PP.: 44)

Por consiguiente, la propuesta de Hottois no va por la línea radical de las nuevas éticas
ambientales antiopocentricas, ni mucho menos por la línea de las éticas del mundo

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viviente. Su propuesta consiste má s bien en una síntesis dialéctica entre estas dos
posturas, donde exista una pluri-dependencia entre el humano, la naturaleza y los
seres vivos no humanos. Esta metodoló gica enfatiza esencialmente una postura
abierta de la ética ambiental donde a la hora de abordar las problemá ticas
ambientales, sociales, culturales, geográ ficas, entre otras, se debe hacer una
evaluació n interdisciplinar, es decir, donde se relaciones y se tengan en cuenta todas
las posturas tanto científicas como sociales, filosó ficas, econó micas etc.

La metodología de enfoque de los problemas del mundo viviente debe ser


interdisciplinaria y pluralista. La ética es la de las buenas practicas científicas y
técnicas, la del utilitarismos y de la discusió n argumentada. Mantener y
propagar la sospecha injustificada sobre la experiencia científica competente,
sobre el esfuerzo de evaluació n de todos los costos y beneficios o sobre la
discusió n pluralista es peligroso para nuestra civilizació n compleja, científico-
técnica y multicultural. (Hottois, 2006. Pp: 58)

En otras palabras, de acuerdo a lo entendido por el autor, no solo basta lograr


identificar en la naturaleza su valor intrínseco, pues esto es solo el punto de partida,
ya que el valor intrínseco de la naturaleza siempre va ser sometido y evaluado por
nuestros valores intrínsecos, por nuestras necesidades, costos o beneficios.

Desde nuestro superficial punto de vista, deliberando de una manera y otra, hemos
llegado a la conclusió n y admiració n por la transició n que sufrido la ética del mundo
viviente, pues consideramos un gran logro la ruptura de las éticas tradicionales, en
tanto que la naturaleza merece considerarla en sí misma, en tanto su totalidad y su
partes, en tanto su materia inerte y su materia viva, en tanto los seres vivos no
humanos y los seres humanos. Por tanto, creemos que el aporte de Gilbert Hottois es
simplemente apropiado, pertinente y coherente con una forma de pensar la ética
ambiental moderna, pues no se trata de centrar al hombre como la medida de todas
las cosas, ni tampoco desligarlo de su responsabilidad, deberes e intereses o
beneficios. Se trata má s como lo concibe Hottois, de evaluar interdisciplinariamente
todos los puntos de vista posibles, sus falencias, sus errores, los beneficios, los costos
o perjuicios de las acciones humanas en pos de una bioética.

Bibliografía:

Gilbert Hottois. "Panorama crítico de las éticas del mundo viviente." Revista colombiana
de Bioética Enero-Junio de 2006: 35-62.

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