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personales
Dentro del marco de las terapias cognitivas, se ha desarrollado una tendencia constructivista que
se contrapone a las concepciones puramente racionales del ser humano ya que cuestiona
severamente la posibilidad de acceder al conocimiento objetivo de la realidad. El ser humano
toma un papel central en la construcción de la realidad por medio de las experiencias vividas
desde el nacimiento, e influido por los patrones culturales, sociales, psicológicos y de género,
sin dejar de lado las propias limitaciones sensoriales provocadas por las estructuras del sistema
nervioso central.
La teoría cognitivo-construccionista
En las teorías cognitivo-constructivista, el ser humano es considerado proactivo en cuanto al
conocimiento (y no reactivo frente a su entorno), como uno que da significado a sus
experiencias con un sentido particular y de acuerdo con un patrón coherente con el sentido de
que tiene de sí mismo. Esto le permite reconocerse a través del tiempo, a pesar de los múltiples
cambios que vive a lo largo de la vida.
Desde esta perspectiva, los pensamientos, las emociones y conductas son fenómenos
psicológicos que ocurren en el proceso de dar significado a la experiencia. Este proceso también
es acompañado por estructuras tácitas, difíciles de explicitar, pero que suelen ser centrales para
el sentido de identidad de la persona.
El reconocimiento del papel de las emociones en la activación de las estructuras tácitas es
importante, ya que por medio de estas emociones se puede acceder al conocimiento de las
estructuras centrales. Sin embargo, las emociones desafiantes para estas estructuras de identidad
se suelen vivir con extrañeza. Estas emociones, los síntomas y la resistencia al cambio son parte
de la forma que tiene la persona de dar significado a las experiencias. Por lo tanto, tienen
sentido y son comprensibles desde el sentido de identidad del individuo.
Hay varias teorías psicológicas que están influidas parcial o totalmente por esta posición
epistemológica. Es el caso de las teorías de Piaget y Vygotsky, la concepción de la memoria de
Barlett, el construccionismo social de Gergen, las perspectivas narrativas y hermenéuticas, la
terapia postracionalista de Guidano, la teoría de los procesos de cambio de Mahoney, y la teoría
de los constructos personales de Kelly.
El enfoque postracionalista
En la terapia constructivista postracionalista desarrollada por Vittorio Guidano (1991, 2001)
podrá encontrar un modelo explicativo de la experiencia humana que hace referencia a cuatro
organizaciones de significado personal (OSP).
Imagínenos que nuestra vida es como una película que ha comenzado cuando nacimos.
Nosotros somos los actores principales y, al mismo tiempo, los narradores de esta historia. Es
decir, esta película tendría dos niveles: uno que es vivencial, en el que se experimentan las
emociones y sensaciones (la experiencia, el mío), y otro que es más racional (la explicación, el
yo), en el que el narrador de esta historia somos nosotros y nos contamos lo que ha sucedido.
Así como Kelly habla del ciclo de la experiencia, Guidano habla de los niveles de la
experiencia, y los llama el nivel tácito y el nivel explícito. En todas y cada una de las
situaciones de nuestra vida, momento a momento, está en ambos niveles de la experiencia. Por
otra parte, el narrador va contando la historia de forma que al verla o recordarla sepamos que el
protagonista ha sido siempre la misma persona, a pesar de los cambios que se han producido a
lo largo de la vida. Esto se conoce como el sentido de uno mismo, que lo podremos entender
como la sensación que nos da saber que somos nosotros mismos y no otra persona a lo largo del
tiempo: es nuestra identidad.
Desde que somos niños, se van formando una serie de esquemas cognitivos, de los que derivan
patrones emocionales y conductuales característicos. Además, experimentamos una amplia
gama de emociones que oscilan, características de cada forma de organizar la experiencia. En la
forma en que llegamos a organizar nuestras experiencias de adultos hay una gran influencia de
las relaciones de apego tempranas y de la manera en que la etapa adolescente es superada. A
partir de la experiencia clínica, Vittorio Guidano ha hecho una descripción y clasificación de los
estilos de funcionamiento personal en cuanto a la manera de construir el propio mundo, que
llamó OSP. Su nombre se relaciona con determinadas disfunciones que son características de
cada forma de organizar la experiencia: OSP fóbica, OSP de trastornos alimentarios, OSP
depresiva y OSP obsesiva.
A continuación presentamos una descripción muy breve de las características centrales de cada
OSP. En cualquier caso, le sugerimos que profundicéis atendiendo a las lecturas
complementarias para este tema.
OSP fóbica
El dominio emocional de una persona con esta estructura está basado en un equilibrio dinámico
entre dos polos opuestos: por un lado, la necesidad de protección ante un mundo visto como
potencialmente peligroso y, por otro, la necesidad de libertad e independencia. Además, existe
una marcada tendencia a responder con ansiedad y miedo, lo que a veces lleva a una
disminución de la conducta autónoma.
OSP depresiva
Se caracteriza principalmente porque organizan su experiencia y responden a las situaciones
difíciles de la vida en términos de desamparo y desesperanza, ya que construyen estos eventos
en términos de desilusiones y pérdidas. Sus respuestas emocionales oscilan de la rabia a la
tristeza y la desesperanza. Una frase que podría describir la manera de afrontar el mundo que
tiene una persona con tendencia depresiva sería la famosa frase de Groucho Marx: “No
pertenecería nunca a un club que me aceptara como uno de sus miembros”.
OSP obsesiva
El sentido de unidad de sí mismo de una persona con esta OSP se caracteriza porque es
ambivalente (por ejemplo, bueno, malo) y dicotómico. Se desarrolla en un proceso de
crecimiento que se determina por criterios de elección del tipo “todo o nada”. Por eso buscan
permanentemente la certeza absoluta de sus ideas y sentimientos. Si surge algún desequilibrio
experimenta inmediatamente como una falta total de control. A su vez, la falta de control se
vive en concordancia con una serie de pensamientos intrusivos que son experimentados como
extraños y perturbadores. El obsesivo busca la certeza de sus ideas por medio de la duda
sistemática, que es resuelve gracias a la elección absoluta de un aspecto u otro del tema de que
se trate.
La idea de salud mental
La idea de salud mental, según Guidano, implica la flexibilidad, la complejidad y la abstracción
por parte del individuo, de manera que pueda responder a una gama progresivamente más
amplia de situaciones nuevas de una manera diferente sin que el sentido de que tiene de sí
mismo se desestructura. De ello podemos deducir que cuando la persona no consigue integrar
determinadas experiencias en la continuidad del sí mismo, aparecen diversas manifestaciones
sintomáticas que son vividas con extrañeza. Es decir, la persona experimenta sensaciones que
no están de acuerdo con la idea del tipo de persona que cree que es, y muchas veces estos
sentimientos desafiantes son mantenidos a raya por la persona para proteger la estabilidad y la
coherencia de su sistema. No hay que olvidar que este proceso se produce en un grado
“inconsciente” o muy profundo. Aparece en momentos clave de la vida en que se conectan
pensamientos y emociones que suelen provocar, cuando menos, sorpresa. Suelen ser el punto en
el que aparecen ciertos síntomas que tienen que ver con cada OSP. Esta situación se vive como
si la mente no estuviera de acuerdo con el corazón.
A pesar de la existencia de estas clasificaciones, hay que mirar siempre al individuo como un
ente activo en la manera de dar sentido y significado a su experiencia, y por ello es de una
relevancia fundamental atender y comprender como el organiza. Los trastornos
psicopatológicos se ven en un continuo que va del neurótico al psicótico, en el que no se
encuentran límites claramente diferenciados entre la gama de síntomas o “cuadros” que
podríamos encontrar en posiciones intermedias.
Referencias
Botella, L., i Feixas, G. (1998). La teoría de los constructos personales: Aplicaciones a la
práctica psicológica. Barcelona: Laertes.
Feixas, G., i Villegas, M. (2000). Constructivismo y psicoterapia (3a. ed.). Bilbao: Desclée de
Brouwer.
Guidano, V. F. (1991). El sí mismo en proceso: Hacia una terapia cognitiva postracionalista.
Barcelona: Paidós, 1994.
Guidano, V. (2001). El modelo cognitivo postracionalista (comp. i notes d’A. Quiñones).
Bilbao: Desclée de Brouwer.
Kelly, G. (2001). La psicología de los constructos personales: Textos escogidos. Barcelona:
Paidós.
Neimeyer, R., i Mahoney, M. (comp.) (1995). Constructivismo en psicoterapia. Barcelona:
Paidós, 1998.