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Wehle
Ciclo Básico
Común
Asignatura: Sociología
Cátedra Wehle, Beatriz
Segunda parte
Cuadernillo (II)
Unidad 5
Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
Contenidos mínimos
1. La sociología y las ciencias sociales. Contexto histórico, político, social y cultural de
surgimiento. Los interrogantes sociológicos, diversos abordajes y posibles respuestas.
2. Modernidad y Sociología. Distintas configuraciones sociales y surgimiento de
perspectivas sociológicas específicas.
3. Conceptos y problemas fundamentales y distintas perspectivas teóricas: hecho social,
acción social, relaciones sociales, grupos y clases sociales, poder, normas, instituciones,
poder y conflicto. Dimensiones macro y microsociológicas.
4. El conocimiento sociológico aplicado a diversas problemáticas en las distintas
configuraciones de la sociedad moderna, desde sus inicios hasta los tiempos
contemporáneos.
Objetivos Generales
1. Conocer los fundamentos epistemológicos y metodológicos de la Sociología.
2. Identificar los problemas y los conceptos básicos de la Sociología como
disciplina.
3. Saber diferenciar las principales perspectivas teóricas.
4. Aplicar los conceptos a distintos problemas sociológicos, en especial a casos
empíricos propios de los contextos mundial, latinoamericano, nacional y local.
5. Reconocer el potencial analítico, reflexivo y crítico de la disciplina.
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En este camino reflexionamos acerca de la relación entre los problemas que son objeto
de la sociología, la investigación sociológica y la metodología científica. Tal como hemos
visto en el estudio de los autores clásicos de la sociología, resulta pertinente diferenciar
entre los enfoques epistemológicos objetivistas y subjetivistas y el vínculo de los mismos
con distintos abordajes metodológicos de acercamiento al conocimiento científico:
cuantitativos y cualitativos.
En continuidad con el legado hacia la investigación científica que han dejado los autores
clásicos de la sociología, en esta segunda parte de la materia nos seguiremos interesando
por la centralidad que tiene el trabajo para la vida en sociedad. Autores como Durkheim,
Weber y Marx ya nos habían alertado respecto de esa centralidad del “trabajo” para
comprender y explicar el vínculo entre los individuos y las sociedades. La propuesta es
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continuar por el camino ya trazado para analizar las sociedades del siglo XX y XXI y de
esa manera intentar acercarnos a pensar qué cosas han cambiado o están cambiando en
nuestras vidas.
Indagar el pasaje del fordismo al postfordismo dando cuenta de las mutaciones del sistema
productivo fordiano.
Reflexionar sobre los vínculos entre la nueva división internacional del trabajo y las
nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social.
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Unidad 5: Introducción.................................................................................................................. 8
2. El pasaje del Fordismo al Postfordismo: las mutaciones del sistema productivo fordiano. .... 15
2.1. Década de 1950: automatización de las tareas de fabricación en las industrias de producción
en serie. . ..................................................................................................................................... 15
La integración.............................................................................................................................. 18
La flexibilidad. ............................................................................................................................ 18
4. Cambio del contexto económico global y nuevas lógicas organizacionales a partir de 1970 . 22
5.3. La cuarta revolución industrial y el fenómeno de las plataformas digitales desde el análisis
sociológico . ................................................................................................................................ 36
7.2. Las dimensiones de la pobreza desde la posición liberal y desde las perspectivas críticas.. 46
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Conclusiones ............................................................................................................................... 49
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Unidad 5
El conocimiento sociológico aplicado a los cambios en la organización del trabajo en
los países industrializados.
Desarrollar las particularidades de la racionalización del trabajo a partir del taylorismo y
el fordismo.
Indagar el pasaje del fordismo al postfordismo dando cuenta de las mutaciones del sistema
productivo fordiano.
Reflexionar sobre los vínculos entre la nueva división internacional del trabajo y las
nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social.
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Introducción
En esta unidad 5 desarrollaremos las transformaciones de la organización del trabajo y el
empleo a partir de mediados de 1970 en el marco de la puesta en cuestión del taylorismo
y fordismo. A través de estas mismas transformaciones, nos introduciremos en algunas
características de los modelos de gestión de recursos humanos y las nuevas competencias
profesionales.
Previamente abordaremos el pasaje del fordismo a postfordismo a partir de las mutaciones
del sistema productivo fordiano. En ese camino, tendemos en cuenta las tres eras de la
automotización desde el punto de vista del sociólogo Benjamin Coriat.
Posteriormente, desarrollaremos algunas particularidades del Sistema de Producción
Toyota (SPT).
Al posicionarnos en el cambio del contexto económico global desde mediados de 1970,
describiremos los cambios en las competencias requeridas a los/as trabajadores/as a partir
de la cultura de empresa y los nuevos componentes cognitivo-éticos.
Sumado a ello, desarrollaremos el impacto y protagonismo de las tecnologías de la
información y de la comunicación (TICS) en el marco de la economía informacional o
global. Y el protagonismo de las transformaciones digitales a partir de la cuarta
revolución industrial.
Desde una mirada amplia respecto de estos cambios organizacionales y tecnológicos a
partir de mediados de 1970, abordaremos las paradojas de los cambios tecnológicos y
organizacionales presentes en estas mutaciones socio-productivas relacionando los
mismos con procesos paralelos de exclusión e inclusión social.
Seguidamente, abordaremos los vínculos entre la nueva división internacional del trabajo
y las nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social poniendo el acento en los
debates acerca de la pobreza y considerando la misma desde una perspectiva multiforme
y multidimensional.
Por último, desarrolaremos las paradojas de los procesos de inclusión y exclusión social
en el marco de la cuarta revolución industrial.
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No obstante, el Taylorismo surge en el último tercio del siglo XIX en Estados Unidos en
un contexto de gran crecimiento económico y de importantes demandas sociales que iban
diversificándose debido al mayor nivel de ingreso de la población. En ese contexto de
fines del siglo XIX, las tecnologías utilizadas en las empresas industriales eran muy
diferentes; predominaba el uso de variadas herramientas manuales para hacer las mismas
tareas, y en menor medida los medios de producción de tipo mecánico, por lo que requería
mano de obra calificada.
La situación previa a la instauración de la “Organización Científica del Trabajo” en
materia de organización del proceso de trabajo se caracterizada de la siguiente manera:
1
“En lugar de un poder arbitrario o dictatorial dentro de la empresa, se debía estudiar científicamente cada problema para solucionarlo
de manera objetiva por medio de la aplicación de una norma.” NEFFA, J. (1990) El proceso de trabajo y la economía de tiempo.
Contribución al análisis crítico de K. Marx, F.W.Taylor y H.Ford, éd: Hvmanitas, (URA 111, CNRS), Buenos Aires, página 121.
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Desde 1815, los Estados Unidos ven cómo se produce, en oleadas sucesivas, el mayor
movimiento de inmigración de la historia moderna. En este flujo ininterrumpido que
atraviesa el siglo XIX americano, sólo la brecha abierta por la guerra civil delimita dos
períodos distintos (...) En el año 1882, el 87% de los nuevos inmigrantes eran originarios
de la Europa del Noroeste; en 1907, la proporción se ha invertido. De un total de
inmigrantes (nuevos), el 80,7% venían de la Europa del Sur y el Este (...) En su inmensa
mayoría esta población nueva se compone de trabajadores sin ninguna especialización,
que no han tenido prácticamente ninguna especialización, que no han tenido
prácticamente ningún contacto con los manufactureros ni el trabajo industrial (Coriat,
1985: 24-27).
Así, se constituye un gran ejército “de reserva”, en el sentido estricto, pues la
configuración del proceso de trabajo basado en el oficio y la habilidad obrera es poco
proclive a incorporar fuerza de trabajo no especializada de la ola inmigratoria europea.
Esta clase obrera está caracterizada por un pequeño número de obreros de oficio y
artesanos que reconstruyen rápidamente sindicatos y asociaciones de defensa y una gran
masa de pobres, expropiados de sus campos, sin especialización ni conocimiento del
trabajo industrial y privados de asociaciones de defensa colectiva de su fuerza (Coriat,
1985).
2 Taylor estudió los tiempos de operación para cada tarea, que lo llevó a elaborar “el mejor método de trabajo” o el “one best way”.
3
Ver CORIAT, B. (1985) El taller y el cronómetro, México, Siglo veintiuno editores.
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En este contexto histórico, las innovaciones tanto de Taylor como posteriormente de Ford
contribuyeron a modificar sustancialmente las vinculaciones de los trabajadores tanto con
los procesos de trabajo como con las herramientas y los métodos.
Aquí encontramos la innovación fundamental del taylorismo: El control de los tiempos
de trabajo a partir de la introducción del cronómetro. Al respecto, Coriat sostiene que:
Al acabar con el control obrero sobre los modos operatorios, al sustituir los «secretos»
profesionales por un trabajo reducido a la repetición de gestos parcelarios -en pocas
palabras, al asegurar la expropiación del saber obrero y su confiscación por la dirección
de la empresa-s- el cronómetro es, ante todo, un instrumento político de dominación
sobre el trabajo (Coriat;1985:2).
Y prosigue:
Al sentar el proceso de trabajo sobre una base nueva, ´científica´, el capital se halla en
condiciones de imponer sus propios ritmos y normas a la producción de mercancías,
rompiendo así las trabas impuestas a su expansión por el antiguo orden del taller, Y más
aún cuando, posteriormente, con Ford la cadena de montaje llegue a relevar a las
técnicas taylorianas de medición de los tiempos y movimientos y a someter el gesto del
obrero a una cadencia. (Coriat; 1985:3).
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El control obrero de los modos operatorios es sustituido por lo que se podría llamar un
´conjunto de gestos´ de producción concebidos y preparados por la dirección de la
empresa y cuyo respeto es vigilado por ella (Coriat, 1985: 36).
Hacia 1913 la división del trabajo ya había avanzado mucho en el sistema norteamericano
de manufactura con las ideas de F. Taylor, que implicaban la expropiación por parte de
la dirección de la empresa del saber hacer de los trabajadores de oficio. Al estudiar cómo
trabajaban los trabajadores de oficio, y luego separar un trabajo complejo en gestos
simples y hacer ejecutar estos gestos simples a diferentes trabajadores no calificados –
que era la idea central de F. Taylor–, la dirección de la empresa les quitaba a los
trabajadores el poder que emanaba de su antiguo saber hacer. Este “simple”
procedimiento logró un salto en la productividad y, por ende, disminuyó el costo de
producción y trabajo, y vino a complementar y a reafirmar una característica del proceso
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La “cadena” fordista.
Sobre la base de las modificaciones tayloristas, Ford desarrolló el sistema de producción
en masa moderno mediante la creación de la cadena de montaje de automóviles.
Ford da un salto cuanti-cualitativo en el proceso de producción de la Gran Industria,
porque con la cadena logra dominar casi completamente del tiempo de producción. En
efecto, el trabajador queda ahora sujeto y compelido a la velocidad de la línea de montaje
cuyo ritmo es impuesto por la dirección de la empresa.
La cadena de montaje se va a transformar en el gran dictador de la producción y en el
centro de la producción fordista, porque implica un salto cualitativo en el esfuerzo de la
empresa por apropiarse del ritmo y la velocidad de producción, quitándole toda autonomía
al trabajo al punto de determinar lo que debe hacer, de qué manera y en qué tiempo exacto
debe hacerlo. La puesta en marcha de la cadena fordista implica la utilización de los
principios taylorianos de organización del trabajo, que permiten un control y coordinación
extremadamente precisos de los tiempos de trabajo. La cadena se constituye en el pilar
técnico, organizacional, sobre el cual se construye la fábrica moderna.
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En el taller fordista operan una serie de cambios en las normas de productividad que
generan una mayor explotación de la fuerza de trabajo:
1. Por un lado, la cinta transportadora permite suprimir la mano de obra de
mantenimiento, que transportaba los productos sin terminar entre las distintas
estaciones de producción, y elimina los tiempos muertos del taller,
convirtiéndolos en tiempos de trabajo productivo. Esto genera una mayor
prolongación de la duración efectiva de la jornada de trabajo.
2. Por otro lado, incrementa la parcelación del trabajo y la reducción del trabajo
complejo y los tiempos de aprendizaje, a partir del incremento del “maquinismo”
y la especialización de la maquinaria.
3. Por último, la organización del trabajo en línea favorece el principio del
“panóptico” de vigilancia: el control y la vigilancia de los trabajadores y el
proceso de trabajo.
Coriat relata que Ford evoca una imagen cuando describe sus talleres: la de un río y sus
afluentes:
Ford afirma que hay que imaginarse el taller de montaje (final) como un río en el que
vienen a converger, de manera ordenada, unos afluentes, procedentes de los diferentes
talleres donde han sido fabricadas las piezas, que las conducen al lugar exacto donde
ocupan su sitio en el esquema de montaje preestablecido. Los sistemas de transporte son
así los simples soportes de una ‘fluidez’ ordenada (Coriat, 1985: 51).
En síntesis, a pesar que en las dos últimas décadas del siglo XX, el proceso de
modernización industrial fue produciendo cambios en la organización del trabajo con
modificaciones en el contenido de las calificaciones requeridas por las empresas, en
muchas fábricas y talleres aún persisten formas de organización tayloristas y fordistas.
Extendiéndose a los servicios a través de la generalización de la medición de tiempos a
los empleados del sector (por ejemplo: bancos, trabajos informáticos, correo, salud entre
4 La influencia de la Organización Científica del Trabajo contenidas en la racionalidad taylorista, llevó al extremo la separación del
obrero del producto de su trabajo. Ver NEFFA, J. (1990) El proceso de trabajo y la economía de tiempo, Buenos Aires, Credal-
Hvmanitas.
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En “La nueva electrónica de taller” (capítulo I de “El taller y el robot. Ensayos sobre el
fordismo y la producción en masa en la era de la electrónica”) Benjamín Coriat analiza
los cambios observados en la organización del trabajo en los talleres de las décadas de
1950 hasta 1980, con especial énfasis en la evolución de la automatización y la utilización
de medios informáticos.
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máquina especial. Se reducen las tareas a operaciones simples de modo tal que una serie
de dispositivos electromecánicos puedan llevar a cabo su manejo automático. En estas
condiciones, la máquina herramienta puede ser alineada y encadenada, sometida en el
flujo y ritmo de las bandas transportadoras. El resultado de esta evolución será la línea de
traslado.
Por otra parte, a la vez, pero en otros sectores7 se preserva la necesidad de que la
máquina herramienta realice operaciones múltiples, sofisticadas y de alta precisión. En
estos sectores, la investigación se concentró en técnicas de control y programación de la
máquina. El resultado será la máquina herramienta de control numérico (MHCN). Esta
innovación va a tender a “arrancar de las manos obreras la actividad estratégica de ajuste
y manejo de la máquina, para hacerla efectuar automáticamente las operaciones, después
de haber sido correctamente programada” (Coriat, 1992: 41).
7
En el sector de la aeronáutica, que se trabaja en muy pequeños volúmenes y que en los años 50 cobra un fuerte auge. También en el
sector automotor, que en contraposición a la aeronáutica es la esfera por excelencia para la producción de gran volumen, sin embargo
tiene la exigencia de producir pequeños volúmenes de piezas complejas.
8
Lo cual se correspondía con las necesidades del momento en un contexto de mercados crecientes.
9
Coriat explica la diferencia: “allí donde la producción industrial reside no en la ejecución de tareas fragmentadas con el objetivo de
imprimir formas, sino en el empleo de cadenas de reacciones físico-químicas, para obtener de la materia propiedades industrialmente
consumibles”. (Coriat, 1992: 48)
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- Primero se utilizaron sensores para extraer información sobre las reacciones físico-
químicas del momento y convertirlas en señales legibles por los operadores, quienes
siguen ocupándose manualmente de la conducción.
- Luego se incorporan dispositivos electromecánicos conectados a circuitos
electrónicos e informáticos para interpretar los datos proporcionados por los sensores y
efectuar directamente toda o parte de la conducción de las operaciones.
- Posteriormente se instauran cadenas locales de regulación y se conectan entre sí o
entre varias estructuras. De forma tal que la vigilancia se efectúa desde una sala central,
donde páneles ópticos proporcionan a tiempo real, la información sobre la evolución del
proceso y las propias computadoras efectúan las correcciones necesarias. Así el trabajo
vivo es relegado a las tareas de “programación y puesta en marcha de las instalaciones en
cada nuevo ciclo de producción”. (Coriat, 1992: 49)
Con los avances alcanzados en estas dos eras se logra “conjugar automatización de las
tareas e informatización de los pilotajes y las conducciones”. La automatización apoyada
en el uso masivo o “universal” de las computadoras, se extiende al taller tanto como a la
oficina y, a las industrias de producción tanto como a las de proceso. (Coriat, 1992: 50)
La trayectoria tecnológica, según la define Coriat, “está constituida por una serie
orientada y acumulativa de innovaciones sucesivas”. Aunque el progreso tecnológico
permita el desarrollo potencial de varias líneas, son las condiciones socioeconómicas las
que determinan que líneas se consolidarán. (Coriat, 1992: 61)
Coriat explica la importancia de los cambios tecnológicos generados en estas tres eras:
“La entrada de la informática, la electrónica y luego de la microelectrónica, ha
desmultiplicado considerablemente todas las posibilidades clásicas de la
automatización”. (Coriat, 1992: 59) Y señala la importancia que radica en las nuevas
alternativas que se abren gracias al uso combinado de estas tecnologías. Coriat destaca
que en vista de la gran variedad de alternativas es difícil establecer tendencias
comunes. Habla de las “mil y una fórmulas prácticas adoptadas en los talleres”,
refiriéndose a la gran heterogeneidad observable en la aplicación de estos avances
tecnológicos en los talleres y fábricas10.
Dichos arreglos productivos obedecen a las presiones de los mercados y a las
exigencias relativas a la formación de precios.
En el caso de la trayectoria tecnológica analizada, esas condiciones socioeconómicas
determinantes son:
El agotamiento de los soportes históricos clásicos de obtención de
ganancias de productividad.
La entrada en una era de incertidumbre y diferenciación de los
mercados y las empresas.
10Recordamos aquí la heterogeneidad de los casos concretos, como ejemplos al respecto podemos citar empresas como
Coca-Cola, Dupont y otras.
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objetivos, a saber:
i) la búsqueda de la integración para la obtención de ganancias de
productividad.
ii) la búsqueda de flexibilidad de las líneas productivas, como soporte
de adaptación al mercado fluctuante.
La integración.
Coriat sostiene que hay una tendencia a una integración siempre mayor de las secuencias
y modos operatorios que se ve facilitada a partir de la informática y la electrónica. El uso
de estas nuevas tecnologías, sostiene el autor, permiten un doble avance.
El primer avance consiste en el hecho de que estas nuevas tecnologías permiten un “salto
cualitativo en la ´optimización´ de las relaciones entre tiempo de operación y tiempo de
circulación” (Coriat, 1992: 62).
Lo que se tiene aquí en la mira es el hecho de que pueden optimizarse no sólo los
complejos circulación-operación, sino también los abastecimientos en piezas
intermedias (estén o no almacenadas a lo largo de las líneas), los consumos de energía
y de materiales, en pocas palabras, todo lo que en términos contables se designa como
´insumos´(…) (Coriat, 1992: 63).
La flexibilidad.
Los avances tecnológicos permiten ganar flexibilidad, es decir, “fabricar
simultáneamente y de manera automática una gama diferenciada de piezas, sobre la base
de una forma elemental dada”. Coriat describe cinco dimensiones de flexibilidad técnica.
Ellas son:
1- Flexibilidad de producto: se refiere a la posibilidad de fabricar, sobre la base de
un mismo arreglo técnico, una variedad de productos diferentes que tienen algunos
componentes comunes.
2- Flexibilidad de gama: denota la posibilidad de modificar rápidamente el proceso
de fabricación para cambiar ciertas características externas y secundarias de los
productos.
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Hasta aquí hemos resumido el análisis que hace Coriat de las posibilidades que ofrecen
los recursos de las nuevas tecnologías a la producción. El avance tecnológico sigue su
trayectoria y su marcha es incesante.11
A modo de síntesis esquemática tomamos en cuenta los siguientes puntos:
11
Análisis correspondiente al capítulo II de B. Coriat. “El taller y el robot. Ensayos sobre el fordismo y la producción en masa en la
era de la electrónica”.
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De 1947 a 1950 se realizan las primeras innovaciones en la organización del trabajo que
tienen por objeto introducir la “autonomización” en la industria automotriz.12 Esta
innovación provenía de la industria textil (en sus inicios Toyota se dedicaba a la
producción textil), y consistía en confiar a un obrero el manejo y la administración
simultánea de varias máquinas. Las máquinas-herramientas estaban especializadas, pero
para poder utilizarlas más tiempo se trató de que estas puedan ajustarse a cualquier
modelo. Existía una estandarización de tareas para la producción en masa, sin embargo
no se llegaba a la parcelación de tareas del sistema fordiano, sino a procedimientos de
coordinación simples.
El 7 de abril 1950 estalla el conflicto, pero después de meses de huelga, en junio los
trabajadores empiezan a aceptar con resignación la situación y crecen las demandas de
retiro voluntario. Como corolario parten 2.146 trabajadores. El sindicato se politiza y
sigue organizando huelgas en 1951 y 1952 por aumento de salarios y en 1953 contra la
empresa que rechaza la negociación colectiva.
En 1954, después de las sucesivas derrotas del conflicto obrero, la dirección del
sindicalismo combativo y radical es reemplazada por una más conciliante. La empresa
trata de mejorar sus relaciones con la nueva dirección sindical. La gestión de personal se
modifica y se organiza la gestión y el reclutamiento de personal según la formación de
los trabajadores. En 1962, la tendencia a la conciliación lleva a las partes a firmar una
declaración común entre la empresa y el sindicato basada en tres acuerdos básicos:
12
CORIAT, B. (1991) Pensar al revés, Título original: Penser à l'envers. Travail et organisation dans l'entreprise japonaise. Siglo
XXI, México, 1995. P.28.
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- se establecen relaciones paternalistas con los trabajadores y los proveedores que trata
como colaboradores, asociados al aumento de los beneficios.
Después del conflicto es cuando Toyota se organiza sobre los dos principios constitutivos
de su sistema de producción: 1) la producción "just in time" y 2) la autonomización. Esos
principios constitutivos adquieren entidad organizacional en los años 70, con el llamado
Sistema de Producción Toyota (SPT).
Para analizar las innovaciones de la escuela japonesa, Coriat (1991) toma de Aoki el
método comparativo13 , pero lo utiliza no solo para comparar el ohnismo con el fordismo
sino también para analizar los componentes diferenciales del ohnismo con respecto al
taylorismo.
13
El campo privilegiado de comparación para Aoki consiste en comparar las características de la gran empresa japonesa
contemporánea con las de la gran empresa fordiana estadounidense. (Coriat, 1991, p.125)
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Aoki señala que en términos más globales esta oposición se halla en la estructura de
intercambio de informaciones implícitas en ambos modelos. En el caso de la empresa E
la estructura de intercambios es vertical y jerárquica, pero en la empresa J es horizontal y
la jerarquía se practica a través de mecanismos más sutiles que se pactan explicita o
implicitamente entre los diferentes sujetos. Aoki concluye que en un contexto marcado
por la incertidumbre, la estructura flexible y horizontal de la empresa J es más eficiente
que el de la empresa E14 que no puede adaptarse a la necesidad de ajustes permanentes en
un universo cambiante.
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De esta manera, las nuevas formas de gestión y organización del trabajo que conlleva la
tercerización se vinculan con el conjunto de transformaciones productivas que impulsan
a las empresas a circunscribirse solamente a una parte de sus actividades (las específicas)
y a externalizar otra parte recurriendo a terceras firmas” (Del Bono y Bulloni, 2021).
En este punto, existe acuerdo en la importancia de distinguir entre las distintas “formas
jurídicas” que adopta la tercerización, siendo la categorización formulada por Oscar
Ermida Uriarte para la OIT (Ermida Uriarte y Colotuzo, 2009; Ermida Uriarte y Orsatti,
2010) una de las más empleadas. Si bien desde el punto de vista jurídico las cuatro formas
identificadas son bien distintas -a) la subcontratación en sentido estricto (o
“subcontrata”); b) la intermediación laboral; c) el suministro de mano de obra temporal;
y, d) la utilización de trabajadores autónomos/independientes todas tienen como rasgo en
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Observando las primeras épocas de la apertura de la economía, vemos que las lógicas
empresarias estuvieron dirigidas fundamentalmente a la reducción de costos y al aumento
de la productividad, pero a medida que avanzaron los cambios tecnológicos, en el
contexto de la economía globalizada, ha ido tomando un relativo impulso la tendencia a
valorizar la calidad de los bienes y servicios sobre la cantidad. (Wehle, 1999)
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Tal como hemos aclarado con anterioridad, las nuevas competencias profesionales que
requieren los nuevos modos de gestión de recursos humanos buscan no solamente que el
personal sepa realizar una tarea específica (saber-hacer), sino que además sea capaz de
interpretar la `cultura de la empresa` y actuar en consecuencia (saber-ser).
Dentro de los nuevos modelos de gestión de recursos humanos las estrategias empresarias
a nivel de la “cultura de empresa” se caracterizan por privilegiar nuevas modalidades de
17
Las zonas de incertidumbre constituyen recursos que utilizan los actores para llevar adelante sus estrategias. CROZIER, M. y
FRIEDBERG, E. (1977) L’acteur et le système, Paris, éditions du Seuil. CITADO por (Wehle, 2002)
18
En este punto continuamos con el capítulo de WEHLE, B. (2002) “Modelos de gestión de recursos humanos y nuevas competencias
profesionales” en Bialakowsky et al (comp.), Unidad en la diversidad. Estudios laborales en los 90, Buenos Aires, Eudeba. (pág. 169-
190).
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La capacitación del personal tiene por objetivo implícito transmitir una "cultura de
empresa" a través de representaciones y valores que implican un "saber-ser-social"
acorde a las estrategias de la empresa (…) El desarrollo de la cultura de empresa implica
nuevas modalidades de formación socioculturales que se orientan poniendo el acento en
´el sujeto en situación´ (Wehle, 2002:186).
Al referirnos a los cambios en los estilos de conducción empresarial y en las relaciones
jerárquicas dentro de las organizaciones, el sociólogo español Manuel Castells se refiere
a esta transformación de la siguiente manera:
(…) el paso de las burocracias verticales a la gran empresa horizontal, que parece
caracterizarse por siete tendencias fundamentales: organización en torno al proceso, no
a la tarea; jerarquía plana; gestión en equipo; medida de los resultados por la satisfacción
del cliente; recompensas basadas en los resultados del equipo; maximización de los
contactos con los proveedores y clientes; información, formación y retención de los
empleados en todos los niveles (Castells, 2002: 192).
19
Aunque en una parte de los Convenios Colectivos de Trabajo, firmados en la última década, se han incorporado de una manera u
otra estos y otros temas relacionados con estas nuevas formas de gestión empresarial.
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los cambios en la oferta y la demanda de fuerza de trabajo, ni menos aún los cambios
en la organización del trabajo y en la evolución de las calificaciones. En algunas
empresas que cambiaron mucho en poco tiempo aparecen desfasajes importantes entre
los CCT del sector y la realidad de los puestos de trabajo en la empresa. Particularmente,
en empresas donde existe una tradición normativa importante en lo que hace a los
puestos de trabajo (…), sectores de donde provienen antiguos oficios con puestos de
trabajo muy reglamentados” (Wehle, 2002: 184)
En los años 70, el modelo americano y el éxito de las empresas japonesas les darán un
nuevo impulso a las políticas de recursos humanos (…) llevó a una distinción más clara
entre lo que venía llamándose "administración de personal" y lo que pasó a llamarse una
"nueva gestión de recursos humanos" (…) se observa una tendencia a la jerarquización
del área de recursos humanos. Esta tendencia lleva a diferenciar el área de recursos
humanos del rol de gestionaría de conflictos, al cual habitualmente se la ligaba. Las
estrategias que ponen el acento sobre la movilidad interna y el potencial creativo del
personal, perfilan más nítidamente esta diferenciación. Pero esta tendencia no puede
generalizarse y, muchas veces, resulta más una expresión de deseos (…) que una
práctica cotidiana de la organización (Wehle, 2002:176).
Esta “nueva gestión de recursos humanos” tiene como uno de sus ejes principales el hecho
que la motivación económica ya no es la única estrategia de integración del personal.
Existen diversas formas de integración del personal que se desarrollan a través de la
incorporación de nuevas capacidades, incluyendo la valorización individual y la
integración a los valores de la empresa según las características de cada una de ellas.
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(…) dicho análisis es, obviamente el usual cuando pensamos en culturas étnicas o
nacionales, pero no se ha prestado suficiente atención a la posibilidad de que grupos y
empresas integrados en una sociedad desarrollen igualmente culturas que afectan en
grado mayor a la forma en que sus miembros piensan, sienten y actuán (Schein, 1982:
21).
Este autor sostiene que en un primer nivel del análisis cultural (perteneciente a los
artefactos y creaciones) los elementos de la cultura son visibles y tangibles como, por
ejemplo, la tecnología que posee una empresa. Un segundo nivel pertenece a los valores
que dictan la normativa o función moral, señalando a los miembros del grupo la manera
de actuar en ciertas situaciones clave. Este nivel se caracteriza por un grado menor de
conciencia que el anterior, como por ejemplo, si la tecnología hay que cambiarla y
adecuarse a mayores procesos de innovación tecnológica y automatización. En un tercer
nivel, se encuentran los elementos de comprensión de los niveles anteriores y poseedores
de un componente invisible y no conciente, que Schein denomina como las presunciones
básicas, asignandoles la escencia de lo cultural en tanto originadoras y causantes.
20
Morgan Gareth sostiene que: “Las organizaciones son mini-sociedades que tienen sus propios patrones o modelos de cultura y
subcultura. Así, una organización puede verse a sí misma como un equipo o familia que cree en el trabajo en común. Otra puede
impregnarse con la idea fuerza: ´somos los mejores de la industria y estamos en el camino´. Y todavía otra puede estar altamente
fragmentada, dividida en grupos que ven el mundo de muchas y variadas formas o que tienen diferentes aspiraciones de lo que una
organización podría ser. Tales patrones de creencias compartidas (…) pueden ejercer una influencia decisiva en la eficiencia de la
organización para conseguir los retos que afronta” (Morgan Gareth, 1989: 109).
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(…) si bien las políticas de relaciones humanas dentro de la empresa pueden poner el
acento en la utilización de reglas informales de comunicación, ello no quiere decir, que
las reglas informales rigiéndose por el autocontrol sean menos exigentes para los
trabajadores (Wehle, 2000: 7).
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(…) los historiadores han mostrado que hubo al menos dos revoluciones industriales: la
primera comenzó en el último tercio del siglo XVIII, se caracterizó por nuevas
tecnologías como la máquina de vapor, la hiladora de varios husos, el proceso Cort en
metalurgia y, en un sentido más general, por la sustitución de las herramientas por las
máquinas (Castells, 2002; 60).
Por otro lado, la segunda revolución industrial comenzó cien años después y ofreció el
desarrollo de la electricidad, el motor de combustión interna, la química basada en la
ciencia, la fundición de acero eficiente y el comienzo de las tecnologías de la
comunicación, con la difusión del telégrafo y la invención del teléfono. Cabe destacar que
en los procesos de trabajo tayloristas y fordistas fueron muy importantes en esta segunda
revolución industrial.
Castells sostiene que entre las dos revoluciones industriales existen continuidades
fundamentales, así como algunas diferencias críticas, la principal de las cuales es la
importancia decisiva del conocimiento científico para producir y dirigir el desarrollo
tecnológico a partir de 1850, aunque ambas brindaron todo un despliegue de nuevas
tecnologías que formaron y transformaron un sistema industrial en etapas sucesivas. La
innovación fundamental de ambas revoluciones fue la generación y distribución de la
energía (Castells, 2002).
El sociólogo español considera que existe un cierto consenso entre los historiadores de la
tecnología, en que a partir de mediados de la década de 1970, comenzó un proceso de
transformación- iniciado en los Estados Unidos (más precisamente en Sillicon Valley) y
expandido rápidamente a escala planetaria- denominado “tercera revolución industrial”.
Esta revolución, a diferencia de las anteriores, posee su núcleo de transformación ya no
en la generación y distribución de la energía, sino que remite a las tecnologías del
procesamiento de la información y de la comunicación. Es por lo que se habla de una
revolución de las tecnologías de la información (Castells, 2002).
Esta tercera revolución industrial, - que incluye el aporte de un conjunto convergente de
tecnologías de la microelectrónica, la informática - máquinas y software-, las
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Veamos primero los principales rasgos del paradigma tecno-económico hoy agotado…
El factor clave del paradigma fue el petróleo barato, junto con los materiales energo-
intensivos, especialmente los plásticos. El modelo de eficiencia para la organización del
trabajo en planta era el proceso continuo o línea de ensamblaje para la producción
masiva de productos idénticos. El tipo ideal de empresa era la "corporación" manejada
por una jerarquía administrativa y gerencial, de carácter profesional, y claramente
separadas de las actividades de producción; su estructura incluía un departamento de
investigación y desarrollo y la competencia en el mercado toma forma oligopólica. Las
ramas motrices eran las empresas gigantes petroleras, petroquímicas, del automóvil, y
otras productoras de bienes masivos energo-intensivos para los mercados de consumo
y militares (…) El sistema requería cantidades crecientes de mano de obra especializada,
tanto de planta como de oficina (Pérez, 1987: 53-54).
Sin embargo, a partir de mediados de 1970 aparece un nuevo paradigma vinculado con la
microelectrónica que transforma al anterior:
Hoy, con la amplia disponibilidad de microelectrónica barata… se está conformando y
difundiendo un nuevo paradigma tecno-económico. Ya no parece de "sentido común"
continuar por el camino- ahora caro- del uso intensivo de energía y materiales. La
organización "ideal" de la producción que se viene dibujando desde comienzos de los
años setenta, propicia la fusión de la administración, la producción y la comercialización
en un sólo sistema integrado (…) para producir de manera flexible un conjunto variado
y cambiante de bienes o servicios información-intensivos. Las ramas motrices del
crecimiento serán presumiblemente el sector electrónico y de la información, en
particular componentes y bienes de capital (…) El perfil ocupacional tiende a reducir
los requerimientos de calificaciones medias y a aumentar los de los extremos superior e
inferior de la escala, al mismo tiempo que demanda menos especialización estrecha y
más capacidades básicas multipropósito para manejo de la información (Pérez, 1987:
53-54).
En las condiciones de rápido cambio tecnológico, las redes, no las firmas, se han
convertido en la unidad de operación real. En otras palabras, mediante la interacción
entre la crisis organizativa y las nuevas tecnologías de la información, ha surgido una
nueva forma organizativa que es característica de la economía informacional/global: la
empresa red, [que es] aquella forma específica de empresa cuyo sistema de medios está
constituido por la intersección de segmentos autónomos de sistemas de fines. Por lo
tanto, los componentes de la red son tanto autónomos como dependientes frente a ella
y pueden ser partes de otras redes y, por ello, de otros sistemas de recursos dirigidos a
otros objetivos (Castells, 2002: 199).
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Castells destaca distintos elementos que integran la nueva unidad de operación real: la
empresa red.
El autor sostiene que la empresa red no es una nueva cultura en el sentido tradicional de
un sistema de valores, porque la multiplicidad de sujetos que hay en la red y su diversidad
rechaza una "cultura de redes" tan unificante. Tampoco es un conjunto de instituciones,
pero hay un código cultural común en su funcionamiento diverso. Es una cultura de lo
efímero, una cultura de cada decisión estratégica, un mosaico de experiencias e intereses,
más que una carta de derechos y obligaciones. Es una cultura multifacética y virtual.
Castells señala que en la mayor parte de la literatura de los últimos veinte años parece
como si la empresa multinacional, con su estructura centralizada de divisiones, fuera la
expresión organizativa de la nueva economía global (Castells, 2002). El único debate
sobre el tema se entabló entre quienes sostenían la persistencia de sus raíces nacionales y
quienes consideraban las nuevas formas de empresa verdaderas compañías
transnacionales que habían superado en su visión los intereses y compromisos con un país
particular, prescindiendo de su origen histórico.
No obstante, los análisis empíricos de la estructura y la práctica de las grandes empresas
de alcance global parecen mostrar que ambas opiniones están anticuadas y deben
reemplazarse por el surgimiento de las redes internacionales de firmas y de subunidades
de firmas como la forma de organización básica de la economía informacional/global.
Dieter Ernst citado por Castells considera que la mayor parte de la actividad económica
en las principales industrias se organiza en torno a cinco tipos de redes. Estos cinco tipos
son las redes de: proveedores, productores, clientes, las coaliciones de normalización y
de cooperación tecnológica”. (Castells, 2002).
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Continuando con la postura teórica, sostiene que, puesto que la mayoría de las firmas
multinacionales participan en diversas redes según los productos, procesos y países, ya
no puede decirse de la nueva economía que se caracterice por centrarse en las compañías
multinacionales, aunque continúen ejerciendo conjuntamente el control oligopólico sobre
la mayoría de los mercados. Y es así porque las empresas se han transformado en una
telaraña de múltiples redes insertadas en múltiples entornos institucionales (Castells,
2002).
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En el nivel más general, las plataformas son infraestructuras digitales que permiten que
dos o más grupos interactúen.
De esta manera, una de las primeras características de las plataformas digitales es que se
posicionan como intermediarias que reúnen a diferentes usuarios (clientes, anunciantes,
proveedores de servicios, productores, distribuidores e incluso objetos físicos) a los que
se les permite en general construir sus propios productos, servicios y espacios de
transacciones (Srnicek, 2018).
La App Store de Apple (…) permite a los desarrolladores construir y vender nuevas
aplicaciones a los consumidores; y la aplicación de texis Uber permite a los conductores
y pasajeros intercambiar viajes por dinero. En vez de tener que construir un mercado
desde cero, una plataforma proporciona la infraestructura básica para mediar entre
diferentes grupos. Esta es la clave de su ventaja sobre los modelos de negocios
tradicionales en lo que se refiere a datos, ya que una plataforma se posiciona a si misma
entre 1) usuarios, y 2) como el terreno sobre el que tiene lugar sus actividades, lo que
así le confiere acceso privilegiado para registrarlas (…) Facebook, como plataforma de
redes sociales, introduce una variedad de interacciones sociales íntimas que así pueden
ser registradas. Las plataformas son, como resultado, mucho más que empresas de
Internet, o empresas de tecnología, dado que pueden operar en cualquier parte, donde
sea que tenga lugar la interacción digital (Srnicek, 2018: 44-45)
La segunda característica fundamental de las plataformas digitales, según el autor, es que
producen y dependen de “efectos de red”. Mientras más numerosos sean los usuarios que
hacen uso de una plataforma, más valiosa se vuelve esa plataforma para los demás
(Srnicek, 2018).
Tal como sostiene el autor, la importancia de los efectos de red implica que las
plataformas tengan que desplegar una gama de tácticas para asegurarse de que se sumen
cada vez más usuarios. Por ejemplo- y esta es la tercer caracterísitica- las plataformas
suelen utilizar subvenciones cruzadas: una rama de la compañía reduce el precio de un
servicio o de un producto (incluso lo proporciona gratis), pero otra rama sube los precios
para cubir esas pérdidas (Srnicek, 2018).
Por último, las plataformas son diseñadas de manera tal de que sean atractivas para sus
distintos tipos de usuarios. Aunque suelen presentarse como espacios vacíos para que
otros interctúen, de hecho encarnan una política. Las reglas para el desarrollo de
productos y servicios, al igual que las interacciones en los espacios de negocios son
establecidas por el dueño de la plataforma. Por ejemplo, “Uber, a pesar de que se presenta
a si misma como reciente vacío para las fuerzas del mercado, moldea el aspecto de un
mercado. Predice dónde va a estar la demanda de conductores, y sube los precios antes
de que se produzca la demanda, además de que al mismo tiempo crea taxis fantasma para
dar la sensación de una mayor oferta” (Srnicek, 2018; p.48).
Las plataformas, en resumidas cuentas, son un nuevo tipo de empresa: se caracterizan
por proporcionar la infraestructura para intermediar entre diferentes grupos usuarios,
por desplegar tendencias monopólicas impulsadas por efectos de red, por hacer uso de
subvenciones cruzadas para captar diferentes tipos usuairos, y por tener una arquitectura
central que controla las posibilidades de interacción. Todas estas características hacen
de las plataformas modelos de negocios clave para extraer y controlar datos. Al
proporcionar a otros un espacio digital en el que pueden interactuar, las plataformas se
colocan a si mismas en una posición en la que pueden extraer datos de procesos
naturales (condiciones meteorológicas, ciclos de cultivo, etc.), de procesos de
producción (líneas de ensamblaje, manufacturas de flujo contínuo, etc.) y de otros
negocios y usuarios (rastreo web, uso de datos, etc.). Son un aparato extractor de datos
(Srnicek, 2018: 49-50)
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21
Este punto toma como base el texto WEHLE, B. (1999) “Paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales en el mundo
del trabajo. Reflexiones a partir de un estudio de casos en la Argentina”, presentado en XXII Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Sociología –ALAS.
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Respondiendo a la recesión que se produjo luego de la crisis del petróleo de 1973, tal
como hemos indagado, las empresas tratan de ganar en competitividad y adaptarse a una
demanda inestable. El contexto de crisis estimuló las estrategias de reducción de costos y
la búsqueda de nuevos mercados a través de dos canales principales. Por un lado, a través
de una mayor integración para obtener ganancias de productividad. Y por el otro, a través
de la flexibilidad técnica como soporte para adaptarse al carácter volátil de la demanda.
En este sentido, la electrónica aportó flexibilidad a la producción y adaptabilidad a las
variaciones de los mercados, lo que permitió producir en forma variada productos
distintos, dejando atrás las formas rígidas y la producción indiferenciada” (Wehle, 1999).
Analizando los procesos subjetivos de los actores en estas circunstancias, Clot (1998)
observa diversos efectos de la innovación tecnológica sobre los trabajadores, por un lado,
considera el proceso de “desubjetivización” de los trabajadores, donde trabajar es
ocuparse de una máquina, y por otro lado, observa que con la automatización existe la
posibilidad de una recuperación de si mismo del trabajador. La “plurioperacionalidad”
sumada a la polifuncionalidad lleva a una mayor racionalización en la organización del
trabajo y a una reducción de costos tanto en mano de obra, como en el conjunto de
necesidades del sistema productivo (Wehle, 1999)
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Dentro de las diversas gamas de estrategia de recursos humanos existen orientaciones que
se apoyan en la lógica de la competencia y el valor de excelencia. Estas estrategias que
orientan la selección del personal, manejándose a través del principio de selectividad de
las capacidades personales y de “profesionalidad” en las tareas, pueden resultar eficientes
(según cómo se las aplique). En ellas, el personal pasa a ser reconocido sólo a condición
de hacer prueba de eficiencia dentro del modelo. Sin embargo, por esta misma vía también
puede operarse un movimiento de marginalización y de auto-exclusión, particularmente
entre el personal que no corresponde al modelo de la excelencia competitiva. En esos
casos, el modelo de comunicación participativo de gestión de recursos humanos suele no
ser otra cosa que retórico (Wehle, 2002).
40
Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
(justamente por tratarse de algo nuevo, sin precedentes) del desempleo estructural y de la
precariedad laboral (Bauman, 2006).
La teoría económica neoclásica (que tuvo un gran impulso en las investigaciones
académicas norteamericanas en la segunda posguerra mundial) en sus planteamientos
teóricos acerca del mercado de trabajo, distinguía entre “desempleo voluntario” y
“desempleo friccional”, sin reconocer al “desempleo estructural” como dimensión de
análisis existente en la realidad económica.
En el marco de estos planteos teóricos, los actores económicos deciden voluntariamente
no trabajar porque sus expectativas racionales centradas fundamentalmente en el logro de
un salario “racional” no son satisfechas (y por lo tanto prefieren mantenerse en el ocio
hasta que tales expectativas se cumplan); o, por el contrario, el desempleo puede tener
características “friccionales” o “coyunturales”, ligadas a variables tales como la tarea de
búsqueda de un empleo o el tiempo invertido en la formación y educación22.
El desempleo estructural, evidenciado por una parte de la población que se mantiene
constantemente por fuera del mercado de trabajo, genera también importantes
repercusiones en las características y las particularidades de los empleos que presentan
transformaciones en la seguridad y la continuidad de los contratos, con medidas tales
como los contratos de plazo fijo o renovables o los despidos sin preaviso ni derecho a
indemnización (Bauman, 2006)
A partir de estas consideraciones, investigadores de las ciencias sociales se han
preocupado por indagar las relaciones entre la problemática de los cambios en el trabajo
y los vínculos humanos, dejando entrever que estos últimos estarían también bajo un
proceso de transformación signado por el “consumismo” y la “gratificación instantánea”
(Bauman, 2006).
Vemos como la relación entre la problemática del mercado de trabajo (y las condiciones
político-económicas que le sirvieron de origen) se presentan como generadoras de
repercusiones en los vínculos humanos.
Si los vínculos humanos, como el resto de los objetos de consumo, no necesitan ser
construidos con esfuerzos prolongados y sacrificios ocasionales sino que son algo cuya
satisfacción inmediata, instantánea, uno espera en el momento de la compra… entonces
22
Para un análisis pormenorizado de las diferencias entre los tipos de desempleos y la perspectiva de la teoría económica neoclásica
alrededor de ellas, véase Neffa, J. C. (2007) (Director) Teorías económicas sobre el mercado de trabajo. II. Neoclásicos y nuevos
Keynesianos. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
no tiene sentido… sufrir las inquietudes e incomodidades que esto implica… Pero
percibir al mundo… como un pozo de artículos de consumo transforma la negociación
de vínculos humanos duraderos en algo extremadamente arduo (Bauman, 2006: 174).
Tal como destaca Wyczkier (2011) la precariedad laboral no resulta una modalidad
novedosa y sin anclaje histórico en las relaciones laborales capitalistas. Pero en el período
fordista del capitalismo, como introducen Alvater y Mahnkopf (2008), las relaciones
laborales precarias y por tanto no normadas, fueron absorbidas por el sistema industrial o
desplazadas hacia pequeñas subempresas, actividades de la agricultura, el comercio
minorista, sobre todo en los países subdesarrollados. Sin que ello mine las asimetrías de
poder entre capital y trabajo, en este período se configuraron formas de solidaridad
ligadas a los convenios colectivos y los seguros sociales (Wehle, Anconetani y Baudry,
2018).
La precariedad así analizada, vinculada con la extensión del trabajo ligado al sector de
servicios, la revolución de la informática y la propagación del trabajo inmaterial, envuelve
un conjunto de experiencias vitales de fronteras móviles y difusas, vinculadas con
variadas formas de inserción laboral precaria (Wehle, Anconetani y Baudry, 2018).
23
En este sentido “la medición del trabajo en negro o no registrado se aproxima estadísticamente a este fenómeno de la precariedad,
pero no lo contiene en su plenitud. Los límites entre la legalidad y la ilegalidad contractual y normativa son difusos en variadas
situaciones y relaciones laborales, pudiendo vislumbrarse condiciones de inserción ocupacional institucionalizadas y al mismo tiempo
precarizadas – como lo demuestran los contratos flexibles y eventuales- si atendemos al conjunto de dimensiones con las cuales la
literatura caracteriza a este fenómeno” (Wyczykier, 2011: 292).
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Boyer (1987) plantea una diferencia entre flexibilidad interna y flexibilidad externa. La
interna se refiere a las modalidades y condiciones de puesta en práctica de la capacidad
de trabajo. Multiprofesionalidad, polifuncionalidad, trabajo en equipos, implicación
personal y mayor independencia en el trabajo, descentralización de las decisiones, y la
introducción de tecnología flexible capaz de cambiar el modo de operar de las máquinas,
suelen ser sus componentes.
Por otro lado, la flexibilización externa hace referencia a la facilidad de entrada y salida
de los trabajadores de las empresas sin redundar en costos por para los empresarios -tales
como indemnizaciones-, y a la posibilidad de las empresas de desentenderse de aportes
jubilatorios, obras sociales, seguros sociales y/o de debilitar las normas jurídicas que
regulan la acción social e interventora del Estado (Boyer, 1987)
Ahora bien, Lipietz y Leborgne (1989) observan que no existe un vínculo entre la
flexibilidad de las tecnologías y la flexibilidad del contrato salarial. Durante el desarrollo
del fordismo, obreros especializados de la cadena de montaje tenían contratos flexibles,
y algunos trabajadores calificados, polivalentes y autónomos contaban con convenciones
colectivas rígidas. Estos autores entienden que la naturaleza del contrato salarial depende
de las luchas sociales. En sintonía con la lógica liberal, la combinación de implicación
personal y contrato flexible conduce a los trabajadores a implicarse para evitar el despido;
la cultura empresarial -creencias y valores compartidos- funcionaría como cemento
ideológico.
24
Este punto tiene en cuenta algunos aspectos abordados en el artículo WEHLE, B. (1998) “El debate europeo acerca de las nuevas
dimensiones de la pobreza y la exclusión social”, en Revista de Ciencias Sociales, Nº9, diciembre 1998. Universidad Nacional de
Quilmes.
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
Y continúo señalando que en la Europa de fin del siglo XX, la situación social resultaba
totalmente inédita después de décadas del Estado de Bienestar:
(…) globalmente los países europeos producen cada vez más riquezas, pero
paradójicamente, también aumenta el proceso de precarización. En 20 años, después de
la crisis de 1973, el PIB ha aumentado en todos los países europeos. Sin embargo, el
número de desempleados no ha cesado de crecer”. En este contexto económico global,
la autora sostiene que “El debate sobre el problema de la exclusión social en Europa
sigue abierto. El aumento del desempleo, el crecimiento del trabajo precario, las
dificultades de inserción profesional, la ruptura de los lazos familiares sigue
produciendo situaciones de exclusión que afectan a los grupos de población más
vulnerables: mujeres, niños, ancianos y personas solas, así como a los trabajadores
menos calificados y los inmigrantes de países limítrofes. Y dado el peso que ha tomado
el crecimiento de éstas y otras situaciones que caracterizan a la pobreza en la sociedad
moderna, se ha generado no sólo un aumento de la desigualdad social, producto de
fuertes desequilibrios de ingresos, sino que, por otra parte, se ha hecho más complejo
su estudio (Wehle, 1998: 179).
25
A los fines estadísticos, en los países de la Unión Europea se contabiliza como pobre a toda persona que dispone de
menos de la mitad del ingreso medio del país concernido (Wehle, 1998: 175).
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
(…) los conceptos clásicos que definían a la pobreza no alcanzan actualmente para
delimitar y orientar políticas adecuadas, dado que la pobreza que caracteriza a la
sociedad contemporánea produce un fenómeno difícil de cernir con el vocabulario de
otras épocas o de otras sociedades. En el debate europeo, el término pobreza incluye
diferentes situaciones, como la exclusión, la marginalización, la precariedad, los pobres
y los nuevos pobres.” (Wehle, 1998: 179).
La idea de que la pobreza no constituye una realidad homogénea, sino por el contrario
multiforme y multidimensional, es un concepto compartido y un punto de partida presente
en numerosos trabajos. Veamos como Barthe distingue tres figuras de la pobreza: la
pobreza trabajadora, los nuevos pobres y el cuarto mundo:
La primera categoría incluye las personas con trabajo y un ingreso regular, pero modesto
que no le permite alcanzar un mejor nivel de vida. Los sistemas de protección social no
lo protegen totalmente de los riesgos de caer en la pobreza como consecuencia de la
pérdida del empleo, divorcio, problema de salud o fallecimiento. El segundo grupo
concierne a las personas con empleo precario y con incapacidad para asegurarse un
ingreso regular que le permita tener derechos para acceder a los sistemas de protección
social. El tercer grupo depende directamente de la asistencia social, concentrando las
mayores dificultades: falta de empleo o empleo precario (generalmente no declarado)
con ingresos irregulares o inciertos y siempre bajos (Barthe, 1995; citado en Wehle,
1998: 182).
Continuando con estas reflexiones respecto de las nuevas dimensiones de la pobreza en
la Europa de fines del siglo XX, tenemos que tomar en cuenta al sociologo Pierre
Rosanvallon, quien señala que el debate actual acerca de los fenómenos de exclusión se
diferencia del antiguo debate, que asociaba las categorías de explotación con la exclusión
social. La exclusión en la sociedad contemporánea, a diferencia de la exclusión en la
antigua sociedad industrial, conduce al aislamiento y a la atomización, que en ciertas
categorías de la población puede llevar a la pertenencia a grupos marginales (como bandas
juveniles, grupos delictivos, drogadictos) que son socialmente rechazados (Rosanvallon,
1995; citado en Wehle, 1998:183). Es por ello, que agrego:
La exclusión y la diversidad de contenidos que esa palabra encierra resultan
incomprensibles si no se analizan las diferentes vías que la generan, y que no pueden
disociarse del funcionamiento global de la sociedad. El desempleo y el proceso de
aumento de la precariedad laboral, ligados a un aumento de las desigualdades en
términos de ingresos, conducen a un proceso de exclusión y de marginalización que se
acentúan a medida que se suman otros obstáculos, como dificultades familiares o
ligadas, ya sea a la educación, a la vivienda o a la salud (Wehle, 1998:183).
En cambio, desde otras perspectivas la pobreza es vista solo desde una dimensión
individual, donde los procesos que llevan a los individuos a caer progresivamente fuera
de los circuitos económicos rentables van generando distintas formas de exclusión social.
En esos enfoques, la exclusión es vista simplemente como un fenómeno individual de
dificultad de inserción y no se analizan los peligros que puede generar el hecho de situar
al individuo en el eje de la problemática de la exclusión social, donde se piensa que el
desempleo se originaría en los problemas de la oferta de trabajo (quienes viven o
necesitan vivir del trabajo) y no en la demanda de trabajo (empleadores).
Al vincular los problemas de exclusión social con las trayectorias individuales,
sin considerar los procesos sociales más globales que inciden sobre las
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
Partiendo desde las perspectivas críticas a la posición liberal acerca de la pobreza, Wehle
(1998) sostiene que “la exclusión y la diversidad de contenidos que esa palabra encierra
resulta incomprensible si no se analizan las diferentes vías que la generan, y que no
pueden disociarse del funcionamiento global de la sociedad” (Wehle, 1998: 184).
1) monetaria, con una insuficiencia más o menos aguda de capital económico (ingresos,
patrimonio, empleo);
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
4) La gran mayoría de los pobres: obreros, empleados y jubilados pobres por escaso
patrimonio, inconfort habitacional, calidad de vida mediocre.
6) Los trabajadores precarios que pueden caer en la pobreza absoluta si pierden su trabajo.
En ese proceso de ruptura de los lazos sociales y de dificultades para acceder a los
derechos sociales elementales, en primer lugar, podemos situar el caso de los desocupados
de edad avanzada y de escasa calificación, quienes al pasar por un largo período de tiempo
sin encontrar trabajo, reducen sus posibilidades de inserción y su situación no puede dejar
de degradarse.
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Las autoras sostienen que de esta manera se logran en consecuencia niveles de flexibilidad
inéditos (Del Bono, 2019). En su función de garantes de la demanda, las plataformas
tienden a “mercantilizar” en diverso grado el trabajo de las personas que se desempeñan
en la economía de plataformas incorporándolas como “socios” o trabajadores freelance
supuestamente independientes y sin mediar contrato laboral. Lo cual lleva a que el trabajo
quede invisibilizado (De Stefano, 2016; Valenduc y Vendramin, 2016; Degryse, 2016).”
(Del Bono y Bulloni, 2021)
Conclusiones
A partir de mediados de 1970 los países industrializados presenciaron una serie de
transformaciones políticas, económicas, tecnológicas y organizacionales que han sido
abordadas desde diversos campos, tales como la sociología del trabajo y la economía
laboral.
En la unidad 5 introducimos las mutaciones del sistema productivo en la economía
globalizada y los desafíos de la incorporación de nuevas tecnologías en la problemática
de las transformaciones de la sociedad moderna.
En el marco de ese contexto, desarrollamos las transformaciones de la organización del
trabajo y el empleo y el vínculo con los modelos de gestión de recursos humanos y las
nuevas competencias profesionales. Vimos también cómo estas transformaciones
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
Bibliografía de consulta
BAUMAN, Z. (2006), Modernidad líquida, Capítulo 4: “Trabajo”, punto: “Los vínculos
humanos en un mundo fluido” (170-177).
BOYER, R. (1987). "La flexibilidad laboral en Europa", Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, Madrid.
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Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
WEHLE, B. (1998) “El debate europeo acerca de las nuevas dimensiones de la pobreza
y la exclusión social”, en Revista de Ciencias Sociales, Nº9, diciembre 1998. Universidad
Nacional de Quilmes.
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Preguntas guía
1. Desarrolle los cambios cambios en las normas de productividad a partir del fordismo.
9. ¿Qué relación establece Bauman entre precariedad laboral y precariedad de los vínculos
humanos? Explicar el concepto de “gratificación instantánea”.
10. ¿Por qué la pobreza no constituye una realidad homogénea, sino por el contrario
multiforme y multidimensional? Tenga en cuenta en el desarrollo de la respuesta las tres
figuras de la pobreza en opinión de Barthe y las características de la exclusión en la
sociedad contemporánea para Pierre Rosanvallon.
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