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Wehle
Ciclo Básico
Común
Asignatura: Sociología
Cátedra Wehle, Beatriz
Segunda parte
Cuadernillo (II)
Unidad 5
Sociología - Cátedra Dra. B. Wehle
Contenidos mínimos
1. La sociología y las ciencias sociales. Contexto histórico, político, social y cultural de
surgimiento. Los interrogantes sociológicos, diversos abordajes y posibles respuestas.
2. Modernidad y Sociología. Distintas configuraciones sociales y surgimiento de
perspectivas sociológicas específicas.
3. Conceptos y problemas fundamentales y distintas perspectivas teóricas: hecho social,
acción social, relaciones sociales, grupos y clases sociales, poder, normas, instituciones,
poder y conflicto. Dimensiones macro y microsociológicas.
4. El conocimiento sociológico aplicado a diversas problemáticas en las distintas
configuraciones de la sociedad moderna, desde sus inicios hasta los tiempos
contemporáneos.
Objetivos Generales
1. Conocer los fundamentos epistemológicos y metodológicos de la Sociología.
2. Identificar los problemas y los conceptos básicos de la Sociología como
disciplina.
3. Saber diferenciar las principales perspectivas teóricas.
4. Aplicar los conceptos a distintos problemas sociológicos, en especial a casos
empíricos propios de los contextos mundial, latinoamericano, nacional y local.
5. Reconocer el potencial analítico, reflexivo y crítico de la disciplina.
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Unidad 5: Introducción.................................................................................................................. 7
6.2. Las dimensiones de la pobreza desde la posición liberal y desde las perspectivas críticas.. 21
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Unidad 5
El conocimiento sociológico aplicado a diversas problemáticas de la vida social.
Desarrollar las transformaciones de la organización del trabajo y el empleo a partir de
mediados de 1970 y el vínculo con los modelos de gestión de recursos humanos y las
nuevas competencias profesionales.
Comprender los cambios en las competencias requeridas a los/as trabajadores/as en el
marco de los mutuaciones en el contexto económico-global y de las nuevas lógicas
organizacionales.
Analizar los cambios en las nuevas lógicas organizacionales a partir de la cultura de
empresa y los nuevos componentes cognitivo-éticos.
Reflexionar sobre las mutaciones del sistema productivo y los desafíos de la
incorporación de nuevas tecnologías en la problemática de las transformaciones de la
sociedad moderna.
Comprender las paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales presentes en
estas mutaciones socio-productivas relacionando los mismos con procesos paralelos de
exclusión e inclusión social.
Reflexionar sobre los vínculos entre la nueva división internacional del trabajo y las
nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social.
Comprender la pobreza desde una perspectiva multiforme y multidimensional dentro de
un proceso en espiral.
Unidad 5: Introducción
En esta unidad 5 abordaremos las mutaciones del sistema productivo en la economía
globalizada y la incorporación de nuevas tecnologías en la problemática de las
transformaciones de la sociedad moderna.
Desarrollaremos las transformaciones de la organización del trabajo y el empleo a partir
de mediados de 1970 en el marco de la puesta en cuestión del taylorismo y fordismo. A
través de estas mismas transformaciones, nos introduciremos en algunas características
de los modelos de gestión de recursos humanos y las nuevas competencias profesionales.
En este marco, describiremos los cambios en las competencias requeridas a los/as
trabajadores/as a partir de la cultura de empresa y los nuevos componentes cognitivo-
éticos.
Desde una mirada amplia respecto de estos cambios organizacionales y tecnológicos,
abordaremos las paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales presentes en
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Por último, cabe destacar que uno de los rasgos del fordismo generador de cambios en las
normas de consumo y las condiciones de vida estuvo vinculado con la importancia de los
acuerdos obrero-patronales centrados en los procesos de negociación colectiva luego de
la segunda posguerra mundial, así como también la importancia de la intervención
reguladora del Estado en la economía.
Tal como destaca Neffa (2007), mediante mutuas concesiones negociadas entre la
dirección de las empresas y los directivos sindicales, se había instaurado un “pacto social"
explicitado por medio de una forma institucional que luego adoptará la de Convenios
Colectivos de Trabajo. En condiciones de buena coyuntura económica, -caracterizada por
los aumentos de la demanda solvente, de la producción y de la productividad aparente del
trabajo-, las disposiciones convencionales garantizaban la estabilidad en el empleo,
salarios relativos elevados, e incrementos periódicos acordes con el de la productividad
(Neffa, 2007).
“(…) se establece un compromiso institucionalizados entre el capital y el trabajo (…)
las ganancias de productividad se reparten siguiendo una cierta proporción entre las
tasas de ganancia y los salarios reales (…) Estos últimos se pactan mediante convenios
colectivos de trabajo y desde las ramas de actividad más dinámicas se difunden hacia el
resto de los sectores, generando una nueva norma de consumo entre los asalariados,
caracterizada por su uso generalizado a los bienes de consumo durables” (Neffa, 2007:
242).
Estos convenios colectivos de trabajo también contaban con la participación de los
Estados de Bienestar a partir de lo que Coriat ha denominado “la particularidad del
Estado-Plan Keynesiano”.
“Bajo la égida del Estado, la búsqueda sistemática de cierta contractualización de las
relaciones de clase y de explotación sobre la base de la relación salario/productividad
va a funcionar en lo sucesivo como una poderosa palanca para asegurar la
transformación de los antagonismos de clases (…) en ´conflictos sociales´ dependientes
del juego sometido a reglas de la negociación entre ´interlocutores sociales´” (Coriat,
1985:48).
1 Estos análisis fueron resultado de una serie de investigaciones sobre el tema “Reconversión productiva y estrategias
empresarias en materia de formación”, realizadas por Beatriz Wehle en el Centro de Estudios e Investigaciones de la
Universidad Nacional de Quilmes entre los años 1996 y 2002. Como parte de los resultados de esas investigaciones,
tendremos en cuenta las siguientes publicaciones: Wehle, Beatriz (1999) “Trabajo, inclusión y exclusión social. De la
globalización de la economía a la globalización de la pobreza”, en Revista Nueva Sociedad, nº 164. (p. 82-94). Wehle
Beatriz (1999) “Paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales en el mundo del trabajo. Reflexiones a partir
de un estudio de casos en la Argentina”, en Actas XXII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología –
ALAS. Wehle, Beatriz (2002) “Modelos de gestión de recursos humanos y nuevas competencias profesionales” en
Bialakowsky et al (comp.), Unidad en la diversidad. Estudios laborales en los 90, Buenos Aires, Eudeba. (pág. 169-
190).
2 En los años 80, con la expansión de la microinformática, el “management” empresarial recibió un nuevo impulso,
ampliando el campo de las técnicas ya tradicionales de gestión empresarial de las business schools norteamericanas de
los años ‘50. (Wehle, 2002)
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Las consecuencias del impacto global de las mutaciones socioeconómicas sobre las
estrategias empresarias nos llevaron a reflexionar, en primer lugar, sobre las
características esenciales de las transformaciones organizacionales que afectan las
competencias profesionales (Wehle, 2002)
En la década de 1990, los procesos de reconversión económica ligados al aumento del
intercambio comercial mundial se extendieron a escala planetaria, influyendo sobre la
vida social y las estrategias empresarias en diferentes partes del mundo. El proceso de
modernización industrial produjo cambios en la organización del trabajo y generó
modificaciones en el contenido de las calificaciones requeridas por las empresas.
En el contexto de la globalización de la economía, la lógica que había caracterizado a los
mercados en la época de la estandarización y la producción de masa fue perdiendo terreno.
La búsqueda de la certificación de los productos en función de normas de calidad
internacional y la nueva relación cliente-proveedor, juntamente con otros fenómenos de
cambio, dan un nuevo impulso a las estrategias que apuntan al desarrollo de la formación
del personal. (Wehle, 2002)
Por la dimensión y características que han tomado estos fenómenos, diversos autores han
señalado que ellos implican un movimiento profundo de carácter estructural. Crozier
(1991), considera que se trata de un fenómeno fundamentalmente cualitativo porque están
en juego no solamente las técnicas y los métodos, sino otra teoría del comportamiento
humano y una nueva concepción de la acción colectiva. (Wehle, 2002)
Analizando las grandes tendencias que marcan ese cambio de lógica, Crozier señala que
las reglas del juego de las interrelaciones entre empresas y, entre individuos y empresas,
fueron cambiando y, con ello también se fue modificando, la lógica con la que estos
interactuaban (Crozier, 1991). A partir del peso decisivo que pasan a tener la tecnología
de punta y los servicios en el crecimiento económico, esta nueva lógica implicó un cambio
en la calidad del empleo. Este cambio ligado a la capacidad de innovación constituye una
fuente principal del desarrollo económico. La capacidad de innovación en la técnica y en
la relación con el cliente reemplaza a las economías de escala de la producción en masa
como fuerza de empuje de la economía. (Wehle, 2002)
Por otra parte, Crozier señala que la creciente externalización de funciones auxiliares
cambia la naturaleza misma de la empresa. El peso del valor agregado deja de ubicarse
en el área de la producción de medios materiales y pasa a las funciones de concepción e
integración. La producción material puede ser subcontratada con costos fijos menores.
Aumenta en el valor agregado la parte del componente que podría llamarse “soft”, con
relación al costo material (Wehle, 2002). En este contexto, y apoyándose en las
posibilidades que le ofrecen las nuevas tecnologías, los servicios crecen, sobre todo en
los sectores que tienen mayores capacidades de innovación (Wehle, 2002).
Haciendo referencia a la Argentina, en el texto de “Paradojas de los cambios tecnológicos
y organizacionales en el mundo del trabajo. Reflexiones a partir de un estudio de casos
en la Argentina”, señalaba que se habían producido en escala limitada algunos cambios
en ese sentido. En el contexto de la mundialización de la economía de los años ‘90,
algunos sectores de la economía argentina experimentaron un proceso de reconversión
que ha influido en el cambio de los modelos de gestión de recursos humanos con vistas a
alcanzar un mayor nivel de competitividad. Dentro de esa perspectiva, podemos decir que
Argentina no ha sido ajena a este fenómeno y que, en algunos sectores del empresariado,
se van requiriendo nuevas capacidades integrales que van asociadas a nuevas estrategias
de desarrollo de recursos humanos y, particularmente, a los esfuerzos de capacitación del
personal. (Wehle, 1999a)
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Observando las primeras épocas de la apertura de la economía, vemos que las lógicas
empresarias estuvieron dirigidas fundamentalmente a la reducción de costos y al aumento
de la productividad, pero a medida que avanzaron los cambios tecnológicos, en el
contexto de la economía globalizada, ha ido tomando un relativo impulso la tendencia a
valorizar la calidad de los bienes y servicios sobre la cantidad. (Wehle, 1999a)
En ese contexto, en el texto “Cambios en la organización del trabajo y capacitación
laboral”, se señalaba que algunas empresas multinacionales (principalmente, las más
interesadas en el intercambio con los países de la región) modificaron sus estrategias de
desarrollo de recursos humanos, particularmente, aquellas que tomaron conciencia que,
al ampliarse el espacio del intercambio, se iba transformando el sentido tradicional de las
ventajas comparativas e iba aumentando en importancia el saber-hacer, la capacidad de
iniciativa empresarial, de innovación y de cooperación. (Wehle, 1999b)
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por las máquinas como del funcionamiento y optimización de estas. Las tareas de
conducción y de vigilancia de las máquinas, que habían reemplazado el trabajo directo de
la materia, son a su vez reemplazadas por las tareas de servicios directos o indirectos a la
producción. (Wehle, 2002)
La producción demanda cada vez menos mano de obra y, tareas que antes se consideraban
secundarias o marginales, pasan a tener un nuevo status y, en algunos casos, terminan
adquiriendo una función estratégica en el desarrollo de la empresa (Crozier, 1991).Las
competencias técnicas y profesionales requeridas por las nuevas formas de trabajo están
en relación con los cambios tecnológicos que implican transformaciones: en el contenido
del trabajo; en la definición de puestos; en la interdependencia de funciones y en roles
que aumentan la polivalencia.
Asimismo aumenta la inseguridad en el empleo ya que los puestos de trabajo y los
empleos pueden intercambiarse siendo todos más fácilmente substituibles. En éste, como
en otros aspectos, podemos decir que el sistema técnico no constituye un sistema neutral
operando supuestamente de manera “objetiva”. Los actores sociales, en función de sus
intereses, juegan un rol decisivo en el cambio del contenido de las calificaciones y de las
competencias técnico-profesionales y morales requeridas en las situaciones de empleo.
(Wehle, 2002)
En el contexto de una economía globalizada, los modelos de gestión de los recursos
humanos han pasado a tener mayor importancia, particularmente, en la definición del
perfil y de las competencias requeridas a los trabajadores en situación de empleo. Pero,
los cambios en los modelos de gestión de los recursos humanos no pueden interpretarse
de manera simple y lineal. Sin duda ellos han influido sobre los requerimientos de
calificación de la mano de obra, pero esos cambios se orientan generalmente de diversas
maneras. En algunos casos, por ejemplo, los cambios en los modelos de gestión de los
recursos humanos pueden estar relacionados con el objetivo de obtener una reducción de
las zonas de incertidumbre ligadas a las relaciones de trabajo3.
En el marco de la creciente globalización de la economía, se puede observar que las
estrategias empresarias de recursos humanos no son ajenas al aumento de la movilidad
interna y externa del trabajador. Principalmente, a partir de los cambios que ellas orientan
en la “calidad” de los empleos, en función de una mayor predisposición al trabajo en
equipo, a la rotación en los puestos de trabajo y a la polivalencia (Stroobants, 1993 citada
por Wehle, 2002).
En su conjunto, estos cambios en las estrategias empresarias buscan redoblar los esfuerzos
para aumentar la competitividad. Sin embargo, las posibilidades de las empresas, de
obtener ventajas comparativas durables en el plano nacional e internacional, se reducen
en función de la mayor rapidez con la cual se adoptan las innovaciones tecnológicas y las
facilidades de las comunicaciones y del transporte.
En un contexto de cambios acelerados, algunas empresas que tienen necesidad de mejorar
constantemente su capacidad de adaptación rápida al mercado, llevándolas a redoblar sus
esfuerzos de formación del personal para la adquisición de nuevas competencias
creativas. Ello plantea un cambio en el modelo de gestión de los recursos humanos, hacia
aquellos modelos que les otorgan más importancia a las capacidades de innovación de sus
recursos humanos para afrontar un proceso continuo de transformaciones. (Wehle, 2002)
3Las zonas de incertidumbre constituyen recursos que utilizan los actores para llevar adelante sus estrategias.
CROZIER, M. y FRIEDBERG, E. (1977) L’acteur et le système, Paris, éditions du Seuil. CITADO por (Wehle, 2002)
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4En este punto continuamos con el capítulo de WEHLE, B. (2002) “Modelos de gestión de recursos humanos y nuevas
competencias profesionales” en Bialakowsky et al (comp.), Unidad en la diversidad. Estudios laborales en los 90,
Buenos Aires, Eudeba. (pág. 169-190).
5Aunque en una parte de los Convenios Colectivos de Trabajo, firmados en la última década, se han incorporado de
una manera u otra estos y otros temas relacionados con estas nuevas formas de gestión empresarial.
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prescriptas del trabajo”. Este autor señala que el modelo de la competencia nace de un
cambio profundo en las organizaciones del trabajo y en las relaciones sociales en el seno
de las empresas y consiste en la superación de las organizaciones prescriptas del trabajo.
De cierto modo, ello significaría abandonar una determinada manera de prescripción de
las operaciones de trabajo, modificando la manera de trabajar. La emergencia del
concepto de competencia, por lo tanto, permite aclarar en parte los cambios en los estilos
de conducción, teniendo en cuenta que el concepto de competencia aparece ligado a una
transformación profunda del modo de organización del trabajo, pero también del lugar
del trabajo en la sociedad y del lugar del individuo en el trabajo (Lichtenberger, 1992).
En el texto “El “valor” del trabajo como fuerza de movilización subjetiva” en El trabajo
en los umbrales del Siglo XXI”, B Wehle señalaba que en diferentes grados, pero en todos
los niveles de la organización, el trabajo se va a concebir en el discurso empresarial como
una actividad creativa que busca movilizar individualmente al trabajador, otorgando una
nueva carga subjetiva al valor del trabajo que constituye la base de la implicación y de la
responsabilidad que exigen las nuevas formas de organización del trabajo.
Estas transformaciones en el perfil y en los requerimientos de formación “para” y “en el
trabajo” estarán incluidas en un cambio de perspectiva respecto de las políticas de
recursos humanos desde una tendencia tradicional caracterizada por la “administración
del personal” en tanto gestionaría de conflictos; a una caracterizada por la jerarquización
del área de recursos humanos (Wehle, 2000).
“En los años 70, el modelo americano y el éxito de las empresas japonesas les darán un
nuevo impulso a las políticas de recursos humanos (…) llevó a una distinción más clara
entre lo que venía llamándose "administración de personal" y lo que pasó a llamarse una
"nueva gestión de recursos humanos" (…) se observa una tendencia a la jerarquización
del área de recursos humanos. Esta tendencia lleva a diferenciar el área de recursos
humanos del rol de gestionaría de conflictos, al cual habitualmente se la ligaba. Las
estrategias que ponen el acento sobre la movilidad interna y el potencial creativo del
personal, perfilan más nítidamente esta diferenciación. Pero esta tendencia no puede
generalizarse y, muchas veces, resulta más una expresión de deseos (…) que una
práctica cotidiana de la organización.” (Wehle, 2002:176).
Esta “nueva gestión de recursos humanos” tiene como uno de sus ejes principales el hecho
que la motivación económica ya no es la única estrategia de integración del personal.
Existen diversas formas de integración del personal que se desarrollan a través de la
incorporación de nuevas capacidades, incluyendo la valorización individual y la
integración a los valores de la empresa según las características de cada una de ellas.
En ese contexto, la relevancia del componente o capacidad de innovación a partir de que
el peso del valor agregado deja de ubicarse en el área de la producción de medios
materiales y pasa a las funciones de concepción e integración. En algunos casos estas
estrategias se apoyan en las técnicas de grupo, en la adaptación de los trabajadores al
trabajo semiautónomo y en equipo, los círculos de calidad, los planes de carrera y la
formación puntual y/o continua, entre otras (Wehle, 2002).
Dentro de este estilo de conducción, las competencias profesionales implican la
adquisición de capacidades de autocontrol que necesitan el desarrollo de nuevas
modalidades de formación. Dentro de una cierta ambigüedad como estrategia, estas
modalidades se insertan en modelos de formación socio-culturales que se orientan
poniendo el acento en "el sujeto en situación".
Como el objetivo central de las empresas, que se guían por este estilo de conducción, es
el desarrollo de capacidades de auto-organización, adquiere mucha importancia el rol de
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la cultura de empresa. Este objetivo va en linea con la formación del personal donde se
pone el acento en la adquisición de capacidades personales y de calidad de sociabilidad
comunicacional que el sujeto debe juzgar por “él mismo” (Wehle, 2002).
Teniendo en cuenta la relación entre cultura y organizaciones6, este estilo de conducción
requiere un proceso de constitución de nuevas competencias que es complejo tanto en lo
individual como en lo colectivo y puede operar como un espacio de resocialización para
la reconstitución sobre nuevas bases de racionalidades e identidades cuestionadas por la
aceleración de los cambios.
Ese espacio de resocialización que constituye el ámbito laboral opera con mayores o
menores grados de conciencia que los sujetos poseen respecto a tres niveles de análisis
que propone Edgar Schein:
“… dicho análisis es, obviamente el usual cuando pensamos en culturas étnicas o
nacionales, pero no se ha prestado suficiente atención a la posibilidad de que grupos y
empresas integrados en una sociedad desarrollen igualmente culturas que afectan en
grado mayor a la forma en que sus miembros piensan, sienten y actuán”. (Schein, 1982:
21).
Este autor sostiene que en un primer nivel del análisis cultural (perteneciente a los
artefactos y creaciones) los elementos de la cultura son visibles y tangibles como, por
ejemplo, la tecnología que posee una empresa. Un segundo nivel pertenece a los valores
que dictan la normativa o función moral, señalando a los miembros del grupo la manera
de actuar en ciertas situaciones clave. Este nivel se caracteriza por un grado menor de
conciencia que el anterior, como por ejemplo, si la tecnología hay que cambiarla y
adecuarse a mayores procesos de innovación tecnológica y automatización. En un tercer
nivel, se encuentran los elementos de comprensión de los niveles anteriores y poseedores
de un componente invisible y no conciente, que Schein denomina como las presunciones
básicas, asignandoles la escencia de lo cultural en tanto originadoras y causantes.
Focalizando en los tipos de relaciones jerárquicas, cabe considerar otra cuestión a
distinguir que señala Edgar Schein, al considerar dos tipos de relaciones jerárquicas que
pueden atravesar el análisis. Schein (1982) ejemplifica con relación a dos tipos de
empresas: la “empresa acción” y la “empresa multi”. En la primera de ellas, la discusión
y el debate entre las jerarquías es considerada una faceta indispensable para llegar a
cumplir los objetivos de la empresa y todos los actores de la organización deben tener
clara esta norma de trabajo. En tanto, en la empresa “multi”, tal manera de actuar, sentir
y pensar es considerada “anormal” y falta de disciplina y se considera que los objetivos
explícitos e implícitos de la organización deben ser manejados verticalmente, desde arriba
hacia abajo, es decir, desde las mayores jerarquías hacia los empleados que llevan a cabo
las decisiones tomadas de manera piramidal.
Estos cambios en los estilos de conducción vinculados con la “cultura de empresa” se
vinculan a la necesidad de las organizaciones de adaptarse constantemente a los contextos
cambiantes de la producción. En ese sentido, Etkin, J. y Schvarstein, L. (1989) se refieren
al denominado paradigma de la complejidad, en el cual la estabilidad del conjunto se
6 Morgan Gareth sostiene que: “Las organizaciones son mini-sociedades que tienen sus propios patrones o modelos de
cultura y subcultura. Así, una organización puede verse a sí misma como un equipo o familia que cree en el trabajo en
común. Otra puede impregnarse con la idea fuerza: ´somos los mejores de la industria y estamos en el camino´. Y
todavía otra puede estar altamente fragmentada, dividida en grupos que ven el mundo de muchas y variadas formas o
que tienen diferentes aspiraciones de lo que una organización podría ser. Tales patrones de creencias compartidas
(…) pueden ejercer una influencia decisiva en la eficiencia de la organización para conseguir los retos que afronta”
(Morgan Gareth, 1989: 109).
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7 Este punto toma como base el texto WEHLE, B. (1999a) “Paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales
en el mundo del trabajo. Reflexiones a partir de un estudio de casos en la Argentina”, presentado en XXII Congreso de
la Asociación Latinoamericana de Sociología –ALAS.
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que no responden a los nuevos criterios. 2) a través del acceso al consumo. Se pasa del
consumo de la sociedad de masas (productos indiferenciados) al consumo de una
sociedad segmentada de productos diferenciados “consumo selectivo” … se produce
para distintos segmentos de la población, respondiendo al poder adquisitivo de cada uno
de ellos. Cabría preguntarnos si de esta manera indirecta, no se está aceptando un
proceso que lleva a una sociedad cada vez más segmentada” (Wehle, 1999: 3-4).
A partir de las transformaciones económicas suscitadas a mediados de la década de 1970,
otros autores también han indagado las consecuencias ocasionadas en el mercado de
trabajo a partir de la aparición en todo el planeta, pero de modo especialmente
desconcertante y deprimente en las regiones más desarrolladas y ricas del globo
(justamente por tratarse de algo nuevo, sin precedentes) del desempleo estructural y de la
precariedad laboral (Bauman, 2006).
La teoría económica neoclásica (que tuvo un gran impulso en las investigaciones
académicas norteamericanas en la segunda posguerra mundial) en sus planteamientos
teóricos acerca del mercado de trabajo, distinguía entre “desempleo voluntario” y
“desempleo friccional”, sin reconocer al “desempleo estructural” como dimensión de
análisis existente en la realidad económica.
En el marco de estos planteos teóricos, los actores económicos deciden voluntariamente
no trabajar porque sus expectativas racionales centradas fundamentalmente en el logro de
un salario “racional” no son satisfechas (y por lo tanto prefieren mantenerse en el ocio
hasta que tales expectativas se cumplan); o, por el contrario, el desempleo puede tener
características “friccionales” o “coyunturales”, ligadas a variables tales como la tarea de
búsqueda de un empleo o el tiempo invertido en la formación y educación8.
El desempleo estructural, evidenciado por una parte de la población que se mantiene
constantemente por fuera del mercado de trabajo, genera también importantes
repercusiones en las características y las particularidades de los empleos que presentan
transformaciones en la seguridad y la continuidad de los contratos, con medidas tales
como los contratos de plazo fijo o renovables o los despidos sin preaviso ni derecho a
indemnización (Bauman, 2006)
A partir de estas consideraciones, investigadores de las ciencias sociales se han
preocupado por indagar las relaciones entre la problemática de los cambios en el trabajo
y los vínculos humanos, dejando entrever que estos últimos estarían también bajo un
proceso de transformación signado por el “consumismo” y la “gratificación instantánea”
(Bauman, 2006).
“En ausencia de una seguridad a largo plazo, la "gratificación instantánea" resulta una
estrategia razonablemente apetecible. Lo que la vida tenga para ofrecer que lo ofrezca
(…) aquí y ahora (…) Las precarias condiciones sociales y económicas entrenan a
hombres y a mujeres... para percibir el mundo como un recipiente lleno de objetos
desechables, objetos para usar y tirar, el mundo en su conjunto, incluidos los seres
humanos (…) Es así que la política deliberada de la "precarización" llevada adelante
por los operadores del mercado de trabajo se ve auxiliada e instigada (y en sus efectos
reforzada) por las políticas de vida… los vínculos y las asociaciones tiende a ser
visualizados y tratados como objetos a ser consumidos, no producidos, están sujetos a
los mismos criterios de evaluación de todos los demás objetos de consumo” (Bauman,
2006: 172-175).
8Para un análisis pormenorizado de las diferencias entre los tipos de desempleos y la perspectiva de la teoría económica
neoclásica alrededor de ellas, véase Neffa, J. C. (2007) (Director) Teorías económicas sobre el mercado de trabajo. II.
Neoclásicos y nuevos Keynesianos. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
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Vemos como la relación entre la problemática del mercado de trabajo (y las condiciones
político-económicas que le sirvieron de origen) se presentan como generadoras de
repercusiones en los vínculos humanos.
“Si los vínculos humanos, como el resto de los objetos de consumo, no necesitan ser
construidos con esfuerzos prolongados y sacrificios ocasionales sino que son algo cuya
satisfacción inmediata, instantánea, uno espera en el momento de la compra… entonces
no tiene sentido… sufrir las inquietudes e incomodidades que esto implica… Pero
percibir al mundo… como un pozo de artículos de consumo transforma la negociación
de vínculos humanos duraderos en algo extremadamente arduo” (Bauman, 2006: 174).
9Este punto tiene en cuenta algunos aspectos abordados en el artículo WEHLE, B. (1998) “El debate europeo acerca
de las nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social”, en Revista de Ciencias Sociales, Nº9, diciembre 1998.
Universidad Nacional de Quilmes.
10
A los fines estadísticos, en los países de la Unión Europea se contabiliza como pobre a toda persona que dispone de
menos de la mitad del ingreso medio del país concernido (Wehle, 1998: 175).
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señala que el debate actual acerca de los fenómenos de exclusión se diferencia del antiguo
debate, que asociaba las categorías de explotación con la exclusión social. La exclusión
en la sociedad contemporánea, a diferencia de la exclusión en la antigua sociedad
industrial, conduce al aislamiento y a la atomización, que en ciertas categorías de la
población puede llevar a la pertenencia a grupos marginales (como bandas juveniles,
grupos delictivos, drogadictos) que son socialmente rechazados (Rosanvallon, 1995;
citado en Wehle, 1998:183).
Es por ello como señalo en el artículo:
“La exclusión y la diversidad de contenidos que esa palabra encierra resulta
incomprensible si no se analizan las diferentes vías que la generan, y que no pueden
disociarse del funcionamiento global de la sociedad. El desempleo y el proceso de
aumento de la precariedad laboral, ligados a un aumento de las desigualdades en
términos de ingresos, conducen a un proceso de exclusión y de marginalización que se
acentúan a medida que se suman otros obstáculos, como dificultades familiares o
ligadas, ya sea a la educación, a la vivienda o a la salud” (Wehle, 1998:183).
6.2. Las dimensiones de la pobreza desde la posición liberal y desde las perspectivas
críticas.
Desde la posición liberal, la exclusión social toma en cuenta los procesos que llevan a los
individuos a caer progresivamente fuera de los circuitos económicos rentables. En esa
perspectiva, en el artículo ya citado analizo en forma crítica como la pobreza es vista solo
desde una dimensión individual.
A partir de esa concepción se considera la pobreza como una cuestión individual, un
asunto que concierne a los individuos en particular y que, por lo tanto, no se puede esperar
que sean los otros (la sociedad) los que resuelvan el problema personal de ciertos
individuos (Wehle, 1998, 188).
“Al vincular los problemas de exclusión social con las trayectorias individuales, sin
considerar los procesos sociales más globales que inciden sobre las situaciones
individuales de pobreza, el tratamiento de la pobreza sitúa la solución,
fundamentalmente, en el itinerario individual.” (Wehle, 1998:189-190).
Coincido con las perspectivas críticas a la posición liberal acerca de la pobreza que ponen
el acento en los peligros que puede generar el hecho de situar al individuo en el eje de la
problemática. Mientras que desde una perspectiva liberal la exclusión es vista
simplemente como un fenómeno individual de dificultad de inserción, desde las
posiciones críticas a estos postulados se sostiene que la pobreza no es un fenómeno que
pueda disociarse del funcionamiento global de la sociedad (Wehle, 1998).
Partiendo desde las perspectivas críticas a la posición liberal acerca de la pobreza, Wehle
(1998) sostiene que “la exclusión y la diversidad de contenidos que esa palabra encierra
resulta incomprensible si no se analizan las diferentes vías que la generan, y que no
pueden disociarse del funcionamiento global de la sociedad” (Wehle, 1998; p.184).
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1) monetaria, con una insuficiencia más o menos aguda de capital económico (ingresos,
patrimonio, empleo);
4) La gran mayoría de los pobres: obreros, empleados y jubilados pobres por escaso
patrimonio, inconfort habitacional, calidad de vida mediocre.
6) Los trabajadores precarios que pueden caer en la pobreza absoluta si pierden su trabajo.
En ese proceso de ruptura de los lazos sociales y de dificultades para acceder a los
derechos sociales elementales, en primer lugar, podemos situar el caso de los desocupados
de edad avanzada y de escasa calificación, quienes al pasar por un largo período de tiempo
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sin encontrar trabajo, reducen sus posibilidades de inserción y su situación no puede dejar
de degradarse.
Conclusiones de la Unidad 5
A partir de mediados de 1970 los países industrializados presenciaron una serie de
transformaciones políticas, económicas, tecnológicas y organizacionales que han sido
abordadas desde diversos campos, tales como la sociología del trabajo y la economía
laboral.
En la unidad 5 introducimos las mutaciones del sistema productivo en la economía
globalizada y los desafíos de la incorporación de nuevas tecnologías en la problemática
de las transformaciones de la sociedad moderna.
En el marco de ese contexto, desarrollamos las transformaciones de la organización del
trabajo y el empleo y el vínculo con los modelos de gestión de recursos humanos y las
nuevas competencias profesionales. Vimos también cómo estas transformaciones
pusieron en cuestión las técnicas taylorianas y fordianas de organización del trabajo y de
la producción, generando el ingreso en una era de incertidumbre y diferenciación en lo
concerniente a la naturaleza de los mercados y en el entorno general de las empresas,
considerada como una nueva división internacional del trabajo.
También analizamos los cambios en las nuevas lógicas organizacionales a partir de la
cultura de empresa y los nuevos componentes cognitivo-éticos y buscamos comprender
las paradojas de los cambios tecnológicos y organizacionales presentes relacionando los
mismos con procesos paralelos de exclusión e inclusión social.
De estas nuevas lógicas de inclusión y exclusión social se deriva la conformación de una
nueva estructura social diferente a la del modelo fordista, con el desarrollo de una pobreza
estructural y un desempleo estructural; que no dejan de presentar un carácter paradojal si
se piensa en la contracara de los desarrollos tecnológicos introducidos a través de
innovaciones, dirigidas a productos y procesos productivos, que resultan en la
construcción de una estructura social diferenciada, segmentada, con múltiples dualidades
de integración social.
En sintonía con la temática anterior, finalmente abordamos la relación entre la nueva
división internacional del trabajo y las nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión
social.
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Bibliografía de consulta
BAUMAN, Z. (2006), Modernidad líquida, Capítulo 4: “Trabajo”, punto: “Los vínculos
humanos en un mundo fluido” (170-177).
CORIAT, B. (1985) El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y
la producción de masa, México, Siglo XXI.
CORIAT, B. (1991) Pensar al revés, Título original: Penser à l'envers. Travail et
organisation dans l'entreprise japonaise. Siglo XXI, México, 1995 (pág. 19- 97)
CORIAT, B. (1992) El taller y el robot, Siglo XXI, México (pág. 37 a 97)
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1. Desarrolle los cambios cambios en las normas de productividad a partir del fordismo.
7. ¿Qué relación establece Bauman entre las reestructuraciones económicas y los vínculos
humanos? Brinde un ejemplo donde aparezca tal relación.
9. ¿Qué relación establece Bauman entre precariedad laboral y precariedad de los vínculos
humanos? Explicar el concepto de “gratificación instantánea”.
10. ¿Por qué la pobreza no constituye una realidad homogénea, sino por el contrario
multiforme y multidimensional? Tenga en cuenta en el desarrollo de la respuesta las tres
figuras de la pobreza en opinión de Barthe y las características de la exclusión en la
sociedad contemporánea para Pierre Rosanvallon.
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