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ACADED

4PRO
Lección 7
La Oración del Señor

La Oración del Señor


Enséñanos a orar… le pidió uno de sus discípulos a Jesús y Él enseñó lo que conocemos
como: “La Oración del Señor o Padre Nuestro”.

Actitud de adoración
Esta oración comienza con la invocación al Padre, el Altísimo Dios, de quien la Escritura no
sólo dice que está en los cielos, sino que además pregunta:
¿Morará verdaderamente Dios sobre la tierra, cuando que ni los cielos de los cielos le
pueden contener…? 1Re 8.27.

Y es que se trata del Dios Altísimo, quien desde la eternidad y a través de la historia, lo ha
regido todo conforme a su Soberana Voluntad, a la cual el mismo Señor Jesucristo, como la
segunda Persona de la Triunidad, no la primera, siempre se ha sujetado. Por eso oramos al
Padre, en el Nombre del Hijo, bajo la dirección del Espíritu Santo.

También afirma la Escritura, que del Padre toma nombre toda familia, en los cielos y en la
tierra (Ef 3.15). Y en cuanto a esta familia, la Biblia habla de cuatro clases de hijos de Dios:
1. Cristo, en cuanto a Dios, es Unigénito y en cuanto a nosotros, es primogénito. Y por
creación…
2. Todo ser espiritual y
3. Todo ser humano, es linaje de Dios: Job 1.6, Hch 17.28. Y…
4. Todo creyente es hijo e hija de Dios por adopción.
“A lo suyo vino y los suyos no le recibieron, más a los que le recibieron, a los que creen en
Su Nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios”. Jn 1.12.

En lo que también debemos detenernos a pensar es, en cuánto le costó al Padre, darnos el
derecho de llamarle: “Padre nuestro”? Y el gran costo fue, que el mismo Verbo de Dios, el
Santo de Israel, descendió en obediencia hasta la muerte de maldición, la muerte de cruz,
para que al resucitar se nos otorgara ese derecho. Fil 2.5-11.

Esta oración consta de las seis más grandes y fundamentales peticiones hechas al Padre,
que sólo el Hijo de Dios podía haber enseñado y que exigen, además de la actitud de
adoración, también de: temor reverente, agradecimiento y confianza.

De temor reverente, por el carácter Santo de Dios, pues dice en 1Pe 1.14-17, …que si
invocamos como Padre, a Aquel que sin distinción de personas, juzga según la obra de
cada uno, nos conduzcamos con temor, todo el tiempo de nuestra travesía por esta vida.

Actitud de agradecimiento y confianza, pues aunque éramos hijos de ira, sin embargo Dios,
quien es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida, nos resucitó
y nos levantó con Cristo hasta su misma Diestra.
Y siendo que el que santifica y los que somos santificados de uno somos todos y por eso
Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos por eso con Cristo tenemos una misma
pertenencia al Padre, así como con el Padre, tenemos una misma complacencia en Cristo,
el Verbo de Dios hecho hombre

I. La letra “S” en la Oración del Señor

I. Santificado sea Tu Nombre.


Así como son visibles, las malas obras que profanan el Nombre de Dios, así han de ser
igualmente visibles, las obras que glorifiquen.

Cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron Mi Santo Nombre, porque de
ellos se decía: “Estos son el pueblo del Señor. Ez 36.20

Así alumbre tu luz, para que vean tus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los
cielos. Mt 5.16.

El Padre santifica Su Nombre por medio de la fe en el Nombre de su Hijo…


Santificados en Cristo y…
Llamados a ser santos

¡Sean santos!
Porque Santo Soy Yo

II. Venga a nosotros tu Reino (de Justicia paz y gozo) es el mismo Reino del Hijo, al que el
Padre nos trasladó, en el que tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

III. Hágase tu voluntad (buena, placentera y perfecta). No todo el que me dice: Señor,
Señor (primera petición) entrará en el reino de los cielos (segunda petición) sino el que hace
la voluntad del Padre (tercera petición).

Para poder conocer la Voluntad de Dios, hay que ser transformados, mediante la
renovación del entendimiento, por distinguirse del mundo, habiendo presentado en primer
lugar el cuerpo, en sacrificio vivo, santo y agradable

IV. Danos hoy el pan de cada día…no se afanen pensando: qué habrá mañana para comer
o qué habrá para beber.

Si de algo hemos de temer es de ser incluidos entre los de poca fe, porque si Dios se ocupa
de la planta para vestirlas y de las aves para alimentarlas, cuanto más a nosotros que
tenemos lo que no tienen ni las plantas ni las aves la fe la cual es sometida a prueba en
tiempos de escasez.

Perdona nuestras ofensas… la manera de evitar el peligro, de hacer esta petición de


manera liviana, es cuando le acompaña un genuino arrepentimiento, por ofender de
maneras muy concretas, en primer lugar nuestra diarias ofensas al Santo nombre de Dios,
quién afirmó en el tercer mandamiento que no tendrá por inocente a quien tome Su Santo
Nombre en vano.

En segundo lugar las ofensas contra su Reino, al no darle la prioridad número uno que se
nos ha ordenado darle, de que busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia.

Y especialmente contra su Voluntad, pues esa es nuestra lucha diaria entre la Voluntad de
Dios y la nuestra. E inclusive ofensa contra él como nuestro sustentador pues no confiamos
en su provisión diaria como se nos manda que confiemos.

Por todo esto perdona nuestras ofensas y que crezcamos en someternos a ti y resistir al
diablo, el maligno, porque tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, amén.

Es de notar, que de estas seis peticiones, la que el Señor resaltó fue precisamente la del
perdón: que Dios no perdonará a quienes no estén dispuestos a perdonar pues estamos
bajo el mandato de perdonar, en la misma manera en que fuimos perdonados en Cristo.

César Rodríguez
Pastor asesor

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