Está en la página 1de 5

3 LECCIONES IMPORTANTES ACERCA DE LA ORACION

INTRODUCCION
'Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu
Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te
recompensará. ' Mateo 6:6

El lugar secreto de oración es donde el hombre se encuentra con su Creador y es


transformado. Dios espera que entremos diariamente en Su presencia; el lugar donde se
desata poder y actividad espiritual para conocer Su corazón y recibir Su autoridad. El
anhela que entremos al lugar de sumisión, donde se encuentran las llaves del reino y
donde recibimos Su favor. He aquí 3 lecciones importantes.

1. ORAR CON LA REGLA DE ORO DE FE


LEER HEBREOS 11:6
'En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a
Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. '

Por medio de la fe creemos en la existencia de Dios y en la realidad de las cosas


invisibles. Así, a través de la oración nosotros afirmamos nuestra creencia, ya que si Él no
existiera no habría razón para orar. Por lo tanto, el origen de nuestras oraciones es Dios
mismo.

LEER LUCAS 17.3-6


'Así que, ¡cuídense! »Si tu hermano peca, repréndelo; y, si se arrepiente, perdónalo.
Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte “Me
arrepiento”, perdónalo». Entonces los apóstoles le dijeron al Señor: —¡Aumenta
nuestra fe! —Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza —
les respondió el Señor—, podrían decirle a este árbol: “Desarráigate y plántate en el
mar”, y les obedecería. '

La reacción de los apóstoles, ante la enseñanza de Jesús de perdonar siete veces cada
día, si el ofensor se arrepentía, fue decir: auméntanos la fe, porque no sabemos cómo
operar en esto. Pensaban que para hacer esto necesitaban una fe más grande.

La fe que tenían, no les alcanzaba para vivir lo que Jesús enseñaba. Como muchos, los
discípulos pensaban que con una fe más grande, podían hacer cosas mayores. Pero no
es así en este principio de vida. Jesús les dijo en cambio, que necesitaban una fe como
un grano de mostaza, es decir tan grande como la punta de un lápiz. Jesús quiere
redireccionar a sus discípulos, para cambiar la mentalidad, porque no se trata del tamaño
de la fe; está diciendo que no depende de la magnitud, de la cantidad de fe.

Hay personas que tienen gran fe en diferentes cosas, objetos diferentes, personas
diferentes, pero no importa el tamaño de tu fe, sino el tamaño de en quien tienes fe.
Si tienes una fe del tamaño de un grano de mostaza en Dios el creador del universo, el
Dios de Isaac, de Jacob, de Abraham, el Dios revelado en la Escritura, esa fe puede
producir cosas en lo natural, que serían imposibles, pero que son realizables con la fe en
el Dios verdadero.

LEER MATEO 6:9

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea
tu nombre” (Mateo 6:9).

En otras versiones de la Biblia, la palabra “santificado” se traduce como “santo”, “sagrado”


u “honrado”.

Comenzamos a recibir la revelación de la oración cuando afirmamos o reconocemos la


santidad de Dios y le damos honra, porque Él es digno de recibir nuestra adoración. No
podemos simplemente entrar a Su presencia e inmediatamente darle nuestra lista de
peticiones. No deberíamos presentar ninguna petición ante el trono de Dios, a menos que
primero reconozcamos Su existencia y lo honremos por lo que Él es.

De acuerdo con la regla de oro de la oración, debemos reconocer al Señor como Dios
Todopoderoso, Santo, Padre eterno, Rey de reyes, Señor de señores, y el gran YO SOY.

2. ORANDO DESDE UNA POSICIÓN DE JUSTICIA

LEER Salmos 139:23-24


Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

A pesar de que la fe es un elemento esencial de la oración, no basta para asegurar que


nuestras oraciones sean contestadas y que logremos el rompimiento que estamos
esperando.

Cuando oramos, mucho más importante que tener fe es estar parados en un lugar de
justicia. En cualquier área donde la justicia de Dios no prevalezca en nuestra vida, nuestra
fe no será suficiente, ya que la justicia es el asiento de la fe.

Adicionalmente, aunque Dios le ha dado a cada persona una medida de fe (Romanos


12:3, 6), hay algunas cosas que requieren una dosis extra de fe y, para lograrla, es
necesario igualmente estar parados en una posición de justicia.

Podemos tener una fe enorme, pero si nuestra vida no es recta delante de Dios, Él no
contestará nuestras oraciones. Separada de la justicia, la fe se vuelve inoperante y pierde
su efectividad.
a. ¿QUIÉN ES UN JUSTO?

LEER Romanos 5:1

En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz


con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. '

Lo anterior nos lleva a preguntarnos, ¿quién es considerado una persona justa? ES


AQUEL O AQUELLA PERSONA QUE PERMANECE ALINEADO A LA
NATURALEZA Y EL CARÁCTER DE DIOS A TRAVÉS DE CRISTO.

Cuando no estamos alineados con Dios, con Su nombre y Su Palabra, nos


volvemos presa fácil para el enemigo. Por esa razón, en la cruz del Calvario, Jesús
tomó todas nuestras faltas y pecados sobre Él. El Hijo nos hizo justos ante el
Padre, ¡tan justos como Él!

LEER Romanos 3:21-24


Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,
de la que dan testimonio la ley y los profetas. Esta justicia de Dios llega,
mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay
distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero
por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo
Jesús efectuó.

Jesús dijo, “Esta es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:28).

Ser “justificado” y hecho justo es ser traído de vuelta a un estado de completa


inocencia, donde cada pecado es borrado y no queda récord de nuestras
transgresiones. Ser justificado es ser perdonado y limpiado de toda iniquidad.

La clave para entender la justicia y la justificación es la palabra remisión, que


significa liberar a alguien de culpa o del castigo que merece por su pecado. El
término refleja el carácter definitivo y perfecto del sacrificio de Cristo. En esencia, lo
que expresa es que, debido a la obra terminada de la cruz, Dios ya no nos ve como
pecadores sino como justos. Ningún ser humano podría haberse hecho justo por sí
mismo; Dios tuvo que enviar a Su único Hijo a la tierra para redimirnos del pecado.

LEER Santiago 5:16


Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para
que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.

Ahora en cualquier área de nuestra vida en la que no estemos parados en la


justicia que Jesús ganó para nosotros, el enemigo tendrá derecho legal para
acusarnos delante de Dios. Por ejemplo, si un hombre maltrata a su esposa, él no
recibirá respuesta a sus oraciones en el área de la familia, porque su posición de
injusticia estorbará sus oraciones. (Vea 1 Pedro 3:7). Si una persona de negocios
abusa de sus empleados, no pagándoles un salario justo o irrespetando sus
derechos, no estará parada en posición de justicia en el área de los negocios y las
finanzas, y Dios no oirá sus oraciones. (Vea, por ejemplo, Colosenses 4:1).
Por lo tanto, antes de que le pidamos algo a Dios, debemos examinarnos a
nosotros mismos para ver si estamos violando alguno de Sus mandamientos o no
estamos reflejando Su naturaleza y voluntad. Jesús siempre vivió en justicia, por
eso el Padre respondió todas Sus oraciones. El Hijo continuamente estaba en una
relación estrecha con el Padre, alineado a Su perfecta voluntad.

b. COMO CAMINAR EN LA JUSTICIA DE DIOS

1. Practique el arrepentimiento como un estilo de vida


Cada vez que pecamos contra Dios debemos arrepentirnos. El arrepentimiento
nos regresa a la presencia de Dios y abre los canales para que Él escuche
nuestras oraciones.

LEER

“El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se
aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).

Una vez que reciba el perdón de Dios, no permita que el diablo le siga
acusando de esos pecados, porque Jesús ya los borró. Usted es justificado por
la fe en Jesús y Su obra redentora en la cruz; sus pecados son borrados por la
sangre de Cristo, y en Su nombre usted es empoderado para hacer lo que Él le
comisionó a hacer.

Pídale a Dios que le limpie, le justifique y le santifique. Ahora que está en


posición de justicia, los canales para hablar con Él están abiertos.

2. Busque primero la justicia de Dios

LEER
Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de
la verdad. (Efesios 4:24)

Jesús enseñó a Sus discípulos a buscar y seguir la justicia de Dios. En Mateo


6:33 les dijo: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. La
frase “buscad primeramente” nos urge a poner como prioridad la justicia del
reino. Esto significa que, por encima de cualquier otra cosa, debemos desear
estar siempre a cuentas con Dios. A menudo debemos preguntarnos: “¿Estoy
bien con Dios? ¿Estoy alineado a Su voluntad?”.

3. Vele y ore siempre


Pablo exhortaba a los Tesalonicenses a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses
5:17).

Es vital que los creyentes que quieren mantener su posición de justicia velen y
cuiden que sus oraciones no se debiliten. Por el contrario, deben procurar que
su tiempo de oración crezca y se vuelva la primera y más importante tarea de
cada día, porque de ella depende su relación y compañerismo con Dios.

Cuando velamos en la presencia de Dios con un corazón recto, el Espíritu


Santo nos muestra las áreas de injusticia que hay en nuestra vida o dónde le
hemos permitido al enemigo ganar terreno.

Por eso, debemos orar a diario, y sin cesar, porque, consciente o


inconscientemente, estamos expuestos a través del pecado y le damos cabida
al enemigo para que obre.

CONTINUARA

También podría gustarte