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Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová,

que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
(Jeremías 1.24).

Basaremos nuestro estudio en conocer a Dios. Para entender a una persona es primordial
conocerle, ver su comportamiento, y convivir con Él. Jesús dijo: …el que me ha visto a mí, ha visto
al Padre…, luego dice: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado. Por lo tanto, se nos antoja necesario hablar sobre la persona de
Jesús con la entera necesidad de conocerle.

Juan inspirado por el espíritu santo escribió sobre Jesús:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el
principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido
hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las
tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. (Juan 1.1-4)

Luego:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1.14, 18).

Comenzaremos hablando de sobre la palabra “Unigénito” cuyo significado en griego es: único, de
una raza única, de una clase única en su especie. Jesús en cien por ciento divino y cien por ciento
hombre. Veamos el uso de esta palabra Unigénito:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3.16)

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no


ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (Juan 3.18)

¿En el nombre de Dios, ¿a que se refiere con “en el nombre de Dios”?

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4.12)
Veamos 1 Juan 4.9:

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito
al mundo, para que vivamos por él.

Juan presenta a Jesús como un ser divino/humano dado al hombre por amor. También sobre la
palabra unigénito (mono [único], genes [descendencia, clase, raza]).

Vemos en hebreos 11.17:

Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito.

Sabemos por la evidencia bíblica que Isaac no era el único hijo de Abraham:

Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se
burlaba de su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el
hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran
manera a Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave
a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en
Isaac te será llamada descendencia. (Génesis 21.9-12)

Dentro del ministerios de Jesús vemos casos interesantes:

Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto,
hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. (Lucas
7.12).

porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba,
la multitud le oprimía. (Lucas 8.42).

Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo,
pues es el único que tengo (Lucas 9.38)

Vemos el significado de Mono genes (único, unigénito). Jesús es único; no existe otro igual en el
universo y en la tierra como Él.

Volviendo a Juan 1.14,18 vemos que:


Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1.14, 18).

He aquí un misterio revelado “El verbo fue hecho carne”. Hermanos y hermanas Dios se manifestó
a través de Jesús por amor a nosotros. En la persona de Jesús Dios mostro su misericordia, su
justicia y su juicio. Como lo dice Pablo en Romanos 3:21-26:

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas;

La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque
no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados
pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y
el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Luego afirma:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros. (Romanos 5:8).

Dios, mis queridos hermanos, nos has elevado hasta lo más alto. Nos atrajo a Él por medio de
Cristo Jesús y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales
con Cristo Jesús (efesios 2.6). Mis hermanos y hermanas “grande es la justicia y el amor de Dios
para con nosotros”. Jesús se entregó a sí mismo por nosotros

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3.16).

¿Quién es la vida eterna? Veamos 1 Juan 5.11:

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
Juan 3.18

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no


ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

1 juan 4.9

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito
al mundo, para que vivamos por él.

Hermano grande es esto que Dios ha hecho por nosotros. Pedro en Hechos 2.22-23, en su
discurso, nos da un gran misterio:

Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre
vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de
él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y
anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole.

Apocalipsis 13.8

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el


libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.

Efesios 1.9-10

dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había


propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del
cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la
tierra.

Cristo, hermanos míos, es divino y se hizo humano:

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne,


Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el
mundo, Recibido arriba en gloria. (1 Timoteo 3:16).
Filipenses 2.6-11:

El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Juan 14.9:

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: ¿Muéstranos el Padre?

Hebreos 2.9-18:

Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas,
y por quien todas las cosas subsisten, que, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria,
perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los
que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación
te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me
dio. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a
la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para
expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es
poderoso para socorrer a los que son tentados.
Efesios 2.19:

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y


miembros de la familia de Dios.

Y es por esto por lo que Jesús dice:

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar
para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

1 tesalonicense 4.17:

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre
con el Señor.

Apocalipsis 21.1-7:

Vi un cielo y una tierra nuevos; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar
ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que
decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán
su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas
todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me
dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le
daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las
cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

¡Amen! ¡Ven pronto Señor!

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