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Francisco de Miranda 1750

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Napoleón Franceschi
Universidad Metropolitana, UNIMET
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NAPOLEÓN FRANCESCHI G.

DOSCIENTOS CIENCUENTA AÑOS DEL NATALICIO DE FRANCISCO DE


MIRANDA (CARACAS, 28 DE MARZO DE 1750)

Caracas, 28 de marzo de 2000


Decir algo sobre el Generalísimo Francisco de Miranda, el <<Precursor de la
Independencia Americana>>, y que ya no se haya dicho, es una muy difícil tarea, sobre
todo, cuando ya conocemos brillantes trabajos históricos como los de Mariano Picón Salas
y Caracciolo Parra-Pérez.
En nuestro caso, sólo obligados por un deber patriótico y pedagógico, nos atrevemos a
plantear algunas ideas que sobre este héroe venezolano - profundamente universal - ya
habíamos incorporado en un trabajo nuestro publicado el pasado año, titulado El Culto a
los Héroes y la Formación de la Nación Venezolana.

Miranda en el contexto del panteón heroico venezolano del siglo XIX.


El panteón heroico venezolano siempre ha estado organizado jerárquicamente de
una manera muy rígida. En él, Simón Bolívar, el Libertador, ocupa un lugar preeminente y
es una especie de Sol alrededor del cual todos los otros se sitúan. El orden de importancia
de cada uno casi siempre se determina en función de la cercanía y la lealtad al jefe
supremo. Es así, que muchos, aunque notorios en su tiempo, fueron hasta execrados por sus
pecados.
En nuestro libro sobre el culto heroico, antes citado, comprobamos, creo que de manera
convincente, como operaba ese proceso de jerarquización visto a través de los registros que
nos ofrece la historiografía y la literatura nacional. Algunos de estos héroes y próceres
recibían una especie de “veto” tal como lo tuvo Santiago Mariño, Manuel Carlos Piar y, por
supuesto, Francisco de Miranda. Igualmente, ese “veto” lo recibían aquellos historiadores
que se atrevían a ir contra la corriente, ese fue el caso de Francisco Javier Yanes.
En general, no era sencillo, para nuestros primeros historiadores y literatos, abordar el papel
jugado por Miranda, pues al igual que él de otros próceres incómodos, no “cuadraba” en
esa historia oficial cada vez más “bolivariana”. Eso explica, sin duda, el tardío
reconocimiento a su verdadera estatura heroica.
La Estatura Universal de Miranda:
Ya en su propio tiempo, su nombre forjaba una leyenda. Se conocía y admiraba su
participación en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, donde le
tocó actuar como oficial de las fuerzas españolas que apoyaron la lucha de los
norteamericanos. También se sabía de sus numerosos viajes por Estados Unidos y Europa,
su participación en la Revolución Francesa, donde alcanzó el rango de general de la
Revolución y el privilegio de la inscripción de su nombre inmortal en el Arco de Triunfo de
París, pero también donde sufrió prisión hasta que tuvo que volver a reiniciar su vida de
exiliado en Inglaterra. Fue allí, en Inglaterra, donde maduró sus grandes proyectos políticos
y echó a andar sus conspiraciones antes y después de su célebre “invasión” de 1806.

El Regreso a la Patria en 1810:


A raíz del proceso iniciado en Caracas el 19 de Abril de 1810 puede volver Miranda a
Venezuela y participar activamente en la política y la guerra de la Primera República
(1811-1812) No obstante, la caída de ese primer ensayo republicano le abrió las puertas al
martirio entre 1812-1816.
Su apresamiento después de la capitulación de 1812, cuando ya se disponía a embarcarse
nuevamente hacia el exilio, es una de esas situaciones históricas donde la verdad de los
hechos no se aborda con la debida honestidad intelectual por parte de algunos
representantes de la historiografía oficial, y sobre todo, por esas versiones un tanto
“acomodaticias” típicas de muchos manuales escolares.
En cierta manera, se ha presentado muchas veces entre nosotros (al igual que en otros
países) una polémica entre esa verdad histórica, es decir, lo que ocurrió realmente en La
Guaira en 1812 cuando el joven Simón Bolívar, refugiado allí después de haber perdido la
plaza militar de Puerto Cabello, se juntó con un grupo de iracundos patriotas que acusaron
al viejo general de traidor y lo entregaron a las autoridades realistas encabezadas por
Domingo Monteverde.
Ese fue el inicio del calvario Mirandino a través de las duras prisiones españolas hasta que
la muerte, el 14 de julio de 1816, le puso fin a su agonía en los calabozos del arsenal de La
Carraca de Cádiz.
A esa incómoda verdad, que envuelve lo que algunos han denominado un error del joven
Bolívar, se le sustituye con una verdad “acomodaticia”, una verdad que apelando a las
inexactitudes y mentiras permite a algunos escritores, y sobre todo, a los autores de los
manuales escolares y a los “discurseadores” de plaza pública en días de fechas patrias,
conciliar acciones donde participaron estos protagonistas en campos opuestos. Esto no es
otra cosa que la necesidad de acomodar la verdad histórica a la verdad “oficial” que es la
que satisface la necesidad del culto heroico.
En cierta manera, hay una brecha entre lo ocurrido realmente alrededor de la vida y obra de
Miranda y lo que los manuales presentan como vidas ejemplares, paradigmas de virtudes,
figuras “modélicas” inspiradoras de niños y jóvenes. Ya desde el pasado siglo XIX,
manuales escolares como el de Felipe Tejera intentaban reivindicar a Miranda.

En fin, fue Miranda un héroe de incómodo recuerdo. Por ello su reivindicación fue muy
tardía ya durante los actos del primer Centenario del Natalicio del Libertador Simón
Bolívar en 1883.

La estatua del Precursor Miranda, los discursos, obras “reivindicadoras” y poemas


patrióticos en el contexto de la celebración del primer centenario del natalicio del
Libertador Simón Bolívar en 1883.

Los discursos patrióticos pronunciados en los actos realizados en las plazas del país,
en los cementerios y otros espacios públicos servían para celebrar las efemérides, la
instalación de las estatuas de los héroes objeto de reconocimiento patrio, el homenaje a un
prócer recién fallecido (o la conmemoración del aniversario de su deceso) Todo ello tuvo
gran importancia en la formación de una conciencia histórica nacional.
Aunque en las exequias de muchos próceres fallecidos a lo largo del siglo XIX, en la
conmemoración de las más importantes efemérides nacionales y en otras similares
oportunidades se pronunciaban discursos patrióticos, sólo algunos de ellos se publicaban.
Sin más preámbulos, veamos una muestra representativa de este tipo de literatura
patriótica.

Textos en Honor de Francisco de Miranda.


A pesar del carácter polémico de su vida (resultó hasta execrado por algunos), el Precursor
recibió cierta atención del culto oficial y también de lúcidos hombres de letras que no
estaban atados políticamente con el gobierno.
Tanto en los años previos como en los posteriores a las fiestas del Centenario del
Libertador en 1883 se realizaron múltiples eventos patrióticos en todo el país. Entre esos
actos, hubo uno el 23 de julio de ese año memorable, se inauguró una estatua del
generalísimo en la plaza del Panteón Nacional. Con ese motivo el Lic. Luis María Castillo
pronunció un notable discurso (1)
Éste, quien se califica a sí mismo de peregrino que vino a <<esta tierra santa que guarda
con amoroso respeto el sepulcro de Bolívar>>, dedica su hermosa pieza oratoria al ilustre
Miranda a quien trata de reivindicar en estos términos:

¡"Miranda! ¿Quién no pronuncia ese nombre con admiración y respeto?


¿Quién ignora sus hechos portentosos que dan argumentos a otra Eneida?
¿Quién no sabe que ese mentor de nuestra independencia consagró toda su vida al servicio
de la libertad en ambos mundos?"(2)

Y agrega que sus palabras no son una biografía, pues en ellas no cabe la inmensa gloria del
héroe. Dice que ya se publicaron los documentos de su biografiado gracias a la gran labor
de Arístides Rojas y que ahora ofrece su grano de incienso para demostrar que <<la
calumnia no puede manchar la gloria de Miranda>>.
Después de esbozar los rasgos biográficos y referirse a los hechos de 1810-1811 pide
que "calle la maledicencia, enmudezca la calumnia ante esa imagen que se ve y esa
historia que se escribe! [Nos recuerda el orador que entre los romanos, por Ley Remia se
marcaba con un hierro candente la faz del calumniador [por ello] la posteridad de
Miranda escribe ! Kalumnatior! sobre la frente de Urquinaona, Torrente y Díaz voceros
de difamación, falsificadores de la historia, que trataron de arrebatarnos con la gloria
excelsa de Miranda, nuestra propia gloria."(3)

Añade que debe llenarnos de orgullo patrio que el nombre del paisano esté incorporado en
el Arco de Triunfo de París junto con otros heroicos compañeros de Napoleón el Grande y
que además su retrato lo podamos ver en el Museo de Versalles.
Concluye diciéndole al precursor "¡Y tú, Miranda, álzate victorioso sobre tu tumba, que la
calumnia vocinglera no podrá mancillar jamás tu nombre, y entra desde hoy con Bolívar el
Grande, al templo de la gloria inmortal !" (4)
Resulta hasta chocante, como puede un orador plantear cualquier asunto (como él de este
caso) importándole solamente que su auditorio o sus lectores comulguen con sus puntos de
vista. Apartando la belleza literaria del discurso (que sin duda la tenía), éste es discutible en
cuanto a la verdad que de él se desprendía. Era cierto que a Miranda se le había calumniado
y también era cierto que Miranda había recibido el reconocimiento de la Francia agradecida
a sus servicios a la Revolución; pero de la misma manera se decía “una verdad a medias”
cuando se quería hacer ver que los supuestos difamadores, falsificadores y calumniadores
eran sólo esos <<historiadores>> realistas antes mencionados.
Es conocido que muchísimos patriotas (Bolívar entre ellos) habían cuestionado en
términos muy duros la actuación de Miranda y hasta habían participado personalmente en
los tristemente célebres días finales de la Primera República, cuando Miranda fue
escarnecido por su conducta de entonces. Considerando este razonamiento, ¿Cómo era
posible plantear que las acusaciones a Miranda eran en un caso falsificaciones, calumnias y
difamación, y en otros (no dicho directamente por el orador) solamente pecados de
juventud de sus detractores ahora piadosamente borrados de la memoria? (los pecados, no
los pecadores).
Nuevamente se reitera la creencia en que para hacer homenaje a quien se admira y sobre
quien se aspira dirigir el culto de la nación, débase echar un <<manto de olvido>> sobre lo
que se considera inconveniente a la gloria del héroe, es decir, se sacrifica la verdad
histórica en aras de una verdad acomodaticia con olor a incienso patriótico.
********************
La Reivindicación de la Memoria de los Héroes. Reparación de Agravios recibidos.
La preocupación de sus deudos por defender la memoria de algún prócer, el celo de
sus camaradas de armas o de algunos escritores sirvió para se publicaran numerosos
trabajos históricos, cuyo objetivo específico era enderezar algún supuesto entuerto histórico
que dejaba mal parado al personaje objeto del debate. De ello, existen variados ejemplos
que se pueden citar.
Homenajes de Reivindicación a Francisco de Miranda.
La figura de Miranda fue "reivindicada" a través de variadas expresiones intelectuales,
entre ellas una <<Ofrenda>> de 1883 y la publicación de una obra de factura mayor por
parte del Marqués de Rojas en 1884.
Dentro de los variados materiales que se imprimen ese año de 1883 estuvo la <<Ofrenda
del Estado Bermúdez en el Primer Centenario del Libertador>> (5). En ese volumen
editado como homenaje histórico, conseguimos un importante documento relacionado con
Miranda. Se reproduce un "Acta" del 12 de agosto de 1811 en la que se hace constar que en
consideración a una medida similar del gobierno de Caracas, él de Cumaná ordena recoger
todos los papeles contrarios a Miranda producidos por el gobierno colonial. Ello
obedeciendo a que ahora éste es teniente-general y defensor de la causa patriota. (6)
Se buscaba con ello exhibir un raro documento de esa región que tal vez no tenía algún
otro que presentar como expresión de homenaje al héroe ahora reivindicado. El documento
en cuestión (anterior a 1812) por supuesto no alude a las duras recriminaciones de los que
cuestionaron al Precursor su actitud en los difíciles días de la capitulación de 1812 y de la
entrega del generalísimo a los realistas por parte de sus compañeros de lucha que le
llamaron traidor (eso, cuando salía a relucir en los homenajes de entonces, se le calificaba
de calumnias).
No obstante, los autores de la <<Ofrenda>> consideraron de gran importancia dejar
sentado que esa tierra oriental había iniciado, ya desde los lejanos días de 1811, un esfuerzo
por limpiar el pasado de Miranda. Acá puede verse esa creencia de que los héroes deben ser
perfectos e inmaculados, y para eso deben hasta recogerse los documentos (¿para
destruirlos?) que puedan manchar la imagen del aludido.
La figura de Francisco de Miranda, al ser honrada como héroe republicano, no
dejaba de producir en sus contemporáneos cierta desazón. Generaba admiración su
venerable imagen de <<Precursor de la Independencia Americana>> asociada a sus
proyectos constitucionales, su fracasada invasión de 1806, su bandera tricolor y su activa
participación en la Sociedad Patriótica y en el primer Congreso Nacional constituyente de
Venezuela. Por el contrario, no así, la memoria de sus actuaciones como jefe político-
militar de la Primera República - la denominada <<patria boba>> - cuando en sus manos,
se perdió ésta, culminando todo con la ignominiosa capitulación de julio de 1812.
En el culto a este prócer, se trataba siempre de cantar a sus hazañas en favor de la
independencia de los Estados Unidos de América y de la Revolución Francesa. Ello
permitía, no sólo proyectar su estatura universal, sino echar a un lado el tratamiento de los
incómodos hechos históricos que todos preferían olvidar, pues era difícil conciliar tales
eventos con la actuación de Bolívar y otros importantes protagonistas de la historia
nacional.(7)

*********************
Entre las obras escritas por el célebre Marqués de Rojas tenemos una <<Obra-
Homenaje>> a Francisco de Miranda. Habiéndose ya considerado los otros materiales
catalogados como reivindicadores de la memoria del Precursor Miranda; se abordará ahora
la evaluación del extenso volumen de 774 páginas publicado en 1884 y producto del
esfuerzo de José María Rojas, el “Marqués de Rojas”. (8)
Esta obra fue su homenaje personal al generalísimo Francisco de Miranda y constaba de
una Introducción, una semblanza del biografiado y un amplísimo legajo de documentos
sobre sus campañas militares en Francia, las expediciones de 1806, cartas sobre la campaña
en Venezuela y documentos oficiales referentes a las campañas de 1811 y 1812.
En la Introducción a su obra-homenaje dice el autor que "devolver honra y prestigio
publicando testimonios en punto a la verdad histórica empañada por las sombras del
crimen o expuesta con tales mistificaciones que apenas si es conocida de la actual
generación venezolana, he aquí el objeto y la misión de este libro, con el cual trabajamos
en el propósito de historiar los acaecimientos de nuestra patria.
Enmudeciera nuestro entusiasmo si hubiéramos de hacer la apoteosis de un
contemporáneo. En buena hora narren otros con fácil pluma y pomposo elogio el éxito del
día; reprodúzcanlo hasta el infinito en estatuas coronadas con mirto y laurel floridos, y
regeneren los estragos que la intemperie ocasione en ellas. Nosotros, que no sabemos
rendir culto al endiosamiento efímero, narramos con amor las vicisitudes de un destino
misterioso...." [El de Miranda por supuesto]. (9)
Y agrega dolido, que debe hacerse algo por Miranda,"cuyos despojos mortales no tienen
tumba, y cuya fama no ha tenido hasta hoy más homenaje que una estatua de bronce
colocada en la plaza del Panteón de Caracas."(10)
Al hacer su semblanza de Miranda recuerda que ya hizo antes una de Bolívar. Resume las
actividades militares y políticas en Francia, Inglaterra, en la Venezuela de 1810, en la
Sociedad Patriótica junto con Bolívar, los hechos de 1811 y 1812 hasta culminar con su
prisión.
Es evidente que cuando el <<Marqués de Rojas>> hace su homenaje intelectual a Miranda,
a quien admira y a quien quiere hacer rendir merecido culto nacional, lo hace con el arma
de la verdad que le daba su amplísima recopilación documental y su comedido análisis.
Asimismo, lo es, que alude a la efímera gloria de Guzmán Blanco y sus propias estatuas,
monogramas, etc.
El autor marca distancia con muchos intelectuales que junto al culto a los héroes que
merecían el amor de la nación, aprovechaban para destilar las más almibaradas adulaciones
al <<Ilustre Americano>>.
Rojas, al hacer su personal homenaje patriótico-intelectual a Don Francisco de Miranda, no
deja escapar la oportunidad de atacar a los que como Guzmán Blanco se habían "auto
homenajeado" con títulos grandilocuentes, estatuas, bautizos de estados, plazas, avenidas,
edificios públicos y otras formas que la adulación contemporánea estimuló y apoyó. No
queda duda, que Rojas, profundamente separado de todo aquello que simbolizaba el
rastrero guzmancismo, prefirió rendir tributo a Miranda, a Bolívar y a otros próceres, a su
manera.
********************
Poemas Patrióticos.
Seguramente, las piezas poéticas reseñadas en esta parte, no fueron las únicas publicadas,
pues además de las que estaban incorporadas en otros textos mayores: Coronas Fúnebres,
Descripción de ceremonias de honras fúnebres, discursos y otras obras; debió haber muchas
otras que, o no se publicaron, o no han podido ser localizadas todavía. Entre las notables
piezas localizadas están las dedicadas a Francisco de Miranda.
Un Poema a Miranda
El poeta Heraclio Martín de la Guardia también cantó a Don Francisco de Miranda en su
descripción de las fiestas del centenario del Libertador (11). De esa manera se sumó a la
reivindicación del prócer.
En el <<Canto II>>, dedicado íntegro al Precursor le dice a éste:
"Precursor de la luz en la tiniebla
claridades extiende,
y en el fulgor de relámpago la puebla?
Un guerrero !
su nombre
le ostenta el libre Norte ya en su historia !
A Francia democrática envanece !!
Expresión de una idea, mas que un hombre
mensajero parece
del humano derecho y de la gloria !

(....) No triunfa; pero deja


En el abierto surco la simiente!!
va cual león, que por tornar se aleja
y la batalla próxima presiente !!

Despiértase en las venas bullidora


la misma sangre ardiente
herencia de España su opresora !
La misma que en ocaso, y en Oriente
Por la Cruz y la Patria combatía,
y el ibero pendón, de gente en gente,
triunfante alzó por emular un día !

(...) Y el hado, su enemigo,


cambiole en noche la radiante aurora!
y la tierra indignada fue testigo
de la saña cruel de su opresora !
Quien buscaba la luz cayó en las sombras;
rompió cadenas y murió en cerrojos, (...)
Y a las puertas está del sacro templo;
y del sol de Bolívar
aguarda ver los rayos soberanos:
fue de grandeza y de infortunio ejemplo,
y el odio mereció de los tiranos !!
De capital importancia en este poema es el profundo mensaje histórico que presenta.
Ese “Canto II” rememora lo que fue la vida toda de Miranda. Primeramente, su carácter de
"precursor", que aunque no triunfa deja una simiente; su presencia en el "libre Norte" (los
Estados Unidos de América) y en la "Francia democrática" donde dejó huellas, es una
manera de decirle que su figura es universal.
La sutil alusión a la herencia española de Miranda y los patriotas, cuya sangre común corría
en las venas, era una manera de no olvidar aquel pendón, aquella fe y aquella nación que
había sido la de los antepasados y que trescientos años después, emulando a los mayores,
sostendrán un nuevo pendón, con la misma pasión que le daba esa sangre ardiente que
bullía en sus venas.
Este canto pintó poéticamente lo que fue la tragedia Mirandina. Su obra de pionero o
precursor tardíamente reconocida; la desgracia de su larga prisión en el arsenal de La
Carraca de Cádiz hasta su muerte en el obscuro calabozo; y para colmo, el odio de los
realistas que lo persiguió hasta más allá de la muerte.
El poema, a pesar de recordar a la opresora España y sus tiranos, alude también a la España
de la cruz y de la patria, a la que abrazó vastos continentes con su pendón y nos dejó la
herencia de su sangre ardiente.
En fin, el canto a Miranda es un canto a la historia común de ambas naciones, un canto a
Bolívar (quien tan duro recriminó a don Francisco) pero que ahora desde el interior de su
Panteón lo baña con su luz de nuevo sol de la patria que llega hasta la estatua del que
supuestamente les gritó el año de 1812 <<bochinche, bochinche>>.

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NOTAS

(1) Luis María Castillo: Mi Ofrenda al Padre de la Patria en la gloriosa fiesta del de su
Centenario (Discurso de Orden en la inauguración de la estatua del general Francisco de
Miranda....) Caracas, 1883.
Véase también: Ramón Hurtado Sánchez: Las Fiestas del Primer Centenario del
Libertador.... (Recoge el discurso citado antes junto con otros similares)
(2) L.M. Castillo: Op. cit., p.47
(3) Ibídem, p.50
(4) Ibídem, p.51
(5) Apoteosis de Bolívar. Ofrenda del Estado Bermúdez en el Primer Centenario del
Libertador.... (Documentos) Caracas, 1883
(6) Op.cit., p.207
(7) M. Landaeta Rosales: El Panteón Nacional...
Durante el gobierno de Joaquín Crespo (1895), considerándose que los restos de Miranda se
habían perdido en la prisión de La Carraca de Cádiz se decreta la erección de un Cenotafio
en el Panteón Nacional. El monumento de mármol se inauguró el día fijado para la
apoteosis del héroe.
(8) El Marqués de Rojas: El General Miranda. París, 1884
(9) El Marqués de Rojas: Op.cit., pp.VII-VIII
(10) Ibídem, p.VIII
(11) Heraclio Martín de la Guardia: El Primer Centenario del Libertador en Caracas.... .
Caracas, 1883

Ver además:
Franceschi G., Napoleón: El Culto a los Héroes y la Formación de la Nación
Venezolana (Una Visión del Problema a Partir del Discurso Historiográfico Venezolano
del Período 1830-1883). Caracas, Litho-tip, C.A. , 1999 326 p.

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