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Alejandra Laera1
¡Gran atracción!
El 25 de octubre de 1837 el pueblo de la ciudad de Buenos Aires asistió
a un espectáculo particular: la ejecución de los hermanos Reinafé y de
Santos Pérez, quienes habían sido declarados, respectivamente, auto-
res intelectuales y materiales del asesinato del caudillo riojano Facundo
Quiroga cometido el 16 de febrero de 1835 en el paraje cordobés de
Barranco Yaco. Tras casi dos años, el proceso criminal se había final-
mente cerrado y el gobierno federal porteño de Juan Manuel de Rosas
se disponía a cumplir la condena: los acusados fueron ahorcados pú-
blicamente en la plaza principal. Para el momento de su muerte Qui-
roga residía en Buenos Aires con su familia y había sido enviado por
Rosas a una misión política en el norte del país. A su regreso, mientras
atravesaba la provincia de Córdoba, gobernada por otro de los Reina-
fé, la galera de Quiroga fue atacada y sus ocupantes asesinados. La
repercusión política y social de este crimen, los enfrentamientos que
avivó entre los mismos federales, las sospechas de los opositores y las
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Los plazos dispares de la escritura y de su circulación
Entre el 2 de mayo y el 21 de junio de 1845, Domingo Faustino Sar-
miento publicó por entregas la biografía de Facundo Quiroga en El
Progreso, el diario de Santiago de Chile en el que, durante su exilio
iniciado cinco años antes, fue activo redactor desde el primer número
a fines de 1842 hasta su viaje a Europa a fines de 1845. La historia,
anunciada como Vida de Quiroga por el mismo diario, ocupó el espa-
cio del folletín, muy defendido por Sarmiento debido a su capacidad
para albergar misceláneas y también narraciones de extensión variable
escritas en castellano o especialmente traducidas. De la publicación
por entregas, que termina ocupando un suplemento especial del dia-
rio para apurar su conclusión, pasa enseguida al volumen, también a
cargo de la Imprenta del Progreso, aunque ya no exactamente igual.
No es sencillo comprender del todo las disposiciones y circuns-
tancias que hicieron posible que Sarmiento publicara un texto como
Facundo, ni que, en las cinco ediciones que sacó en vida, decidiera
tanto someterlo a diversas modificaciones estructurales (agregado o su-
presión de capítulos) como abstenerse de corregir algunos errores de
información o ciertos deslices interpretativos (cifras, exageraciones).
Pero si ponemos atención en el modo en que dos registros de diferen-
te orden convergen y se potencian, en primera instancia, gracias a la
prensa periódica, el gesto de Sarmiento se ilumina. Uno es el registro
de la política: urgente, inmediato, coyuntural, de rápida eficacia; el otro
es el registro de la literatura: con ritmo propio, relativamente autosufi-
ciente, potencialmente perdurable, de valor diverso y poco previsible.
Si el registro político se capta sincrónicamente, el registro literario se
comprende diacrónicamente. En este sentido es que propongo pensar
la escritura y la publicación de Facundo considerando un doble plazo:
el corto plazo de la política y el largo plazo de la literatura. Dos plazos,
dos tiempos de consecución, podríamos decir, que pueden convivir y
vincularse de entrada porque la prensa como espacio disponible y el
periodismo como práctica habitual lo hacen posible. Esta noción de
corto y largo plazo, tal como la planteo, permite revisar en el texto la
relación entre política y literatura: no se trata tanto, así, del uso políti-
co de la literatura, ni de la oportunidad que da la política para hacer
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literatura, como fue bastante frecuente aunque no siempre igualmente
eficaz por lo menos hasta las últimas y más estables décadas del si-
glo XIX argentino, y particularmente para las generaciones románticas,
sino de una doble valencia que opera en el tiempo.
La primera edición en libro, tras el cierre del folletín, lleva por tí-
tulo Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, y aspecto
físico, costumbres y hábitos de la República Argentina. Pero, además,
Sarmiento hace algunos cambios estructurales que resultan muy signi-
ficativos: agrega una Advertencia al lector, que incluye un contunden-
te fragmento autobiográfico; y finalmente, a modo de conclusión, le
suma dos capítulos con argumentos histórico políticos que terminan
con una invocación al general unitario José María Paz para derrocar a
Rosas. Ahora bien: si el final es una clara intervención política, ¿cómo
entender que en vez de cerrar la publicación del folletín, escrito de ur-
gencia, cierre la edición en libro en desmedro del final de la biografía?
Y el retórico y potente comienzo apelando a la sombra de Facundo
para descifrar la realidad argentina, ¿nos conduce antes a la literatura
o a la política por la vía de la oratoria? ¿Y por qué, de cualquier modo
agregarle una Advertencia que funciona como un nuevo comienzo? Ni
hablar del eficacísimo microrrelato autobiográfico allí incluido, enca-
bezado por la cita “On ne tue point les idées” (“Las ideas no se matan”)
cuya función principal es politizar por completo la propia figura auto-
ral narrando el pasaje al exilio después de dar a conocer el texto en la
prensa y no antes.
Una primera respuesta a estas preguntas pone en evidencia que no
es tan operativo separar la política de la literatura en Facundo; aunque
hay, por supuesto, temas o situaciones que responden más claramente
a una u otra, aunque es posible discriminar los materiales de la política
y los recursos de la literatura, se trata, como puede verse, de dos di-
mensiones que son inescindibles pero que a la vez compiten entre sí,
porque su manifestación en el texto no responde a criterios unívocos.
En cambio, si atendemos a los tiempos de ese texto con sus diversas
publicaciones, al modo en el que operan los plazos en la escritura de
Sarmiento, la relación entre política y literatura aparece bajo otro as-
pecto. Mientras en la nota anunciando la salida de la Vida de Quiroga
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en la prensa Sarmiento dice que la influencia de Rosas que ya empieza
a sentirse en Chile le hace creer “necesario hacinar mis ideas sobre el
papel tal como se me presentan (...) sacrificando toda pretensión lite-
raria”, en la “Advertencia del autor” incorporada a la edición en libro, o
sea ya terminada la escritura y la primera publicación, esboza la noción
de doble plazo a la que me refiero:
Algunas inexactitudes han debido necesariamente escaparse en un trabajo
hecho de prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto
de que no se había escrito nada hasta el presente. [...] Quizá haya un mo-
mento en que, desembarazado de las preocupaciones que han precipitado
la redacción de esta obrita, vuelva a refundirla en un plan nuevo, desnu-
dándola de toda digresión accidental, y apoyándola en numerosos docu-
mentos oficiales, a que solo hago ahora una ligera referencia.
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Bibliografía
Causa criminal seguida contra los autores y cómplices de los asesinatos per-
petrados en Barranca-Yaco, territorio de Córdoba, el día dieciséis de fe-
brero del años de 1835, en las personas del Exmo. Sr. Brigadier General
D. Juan Facundo Quiroga, comisionado del Exmo. Gobierno de Bue-
nos Aires; su secretario, Coronel Mayor D. José Santos Ortiz, y demás
individuos de su comitiva, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1837.
Patricio Fontana, “El libro más original: Sarmiento lector y autor de bio-
grafías”, en Adriana Amante (dir.), Sarmiento, vol. 4 de Noé Jitrik
(dir. gral.), Historia crítica de la literatura argentina, Buenos Aires,
Emecé Editores, 2012, pp. 421-450.
Ricardo Piglia, “Notas sobre el Facundo”, Punto de Vista, III, n.o 8, Buenos
Aires, marzo-junio 1980.