1. Mejorar las habilidades de comunicación y lenguaje.
2. Fomentar la interacción social y el juego cooperativo. 3. Desarrollar habilidades de autoayuda y autonomía. 4. Potenciar la atención, concentración y habilidades cognitivas.
Plan de Intervención:
Sesiones individuales: 2 veces por semana, centradas en terapia del
habla y lenguaje, y entrenamiento en habilidades sociales específicas. Sesiones grupales: 1 vez por semana, para promover la interacción social y el juego con pares. Actividades en casa: Ejercicios diarios breves con la familia para reforzar las habilidades aprendidas.
Metodología:
Utilizar técnicas de juego para mantener el interés y la motivación.
Aplicar estrategias visuales como apoyo (por ejemplo, horarios visuales, historias sociales). Incluir tecnología asistida cuando sea apropiado para mejorar la comunicación.
Evaluación y Seguimiento:
Realizar evaluaciones periódicas para ajustar el plan de intervención
según el progreso. Mantener una comunicación constante con la familia y la escuela para generalizar las habilidades en diferentes entornos.
Es importante que cualquier plan de intervención sea personalizado para cada
niño, teniendo en cuenta sus fortalezas, necesidades y el contexto familiar y educativo. Además, es recomendable que un profesional especializado en neuropsicología y TEA supervise y ajuste la intervención.
Para obtener una propuesta más detallada y adaptada a un caso específico,
sería ideal consultar a un especialista que pueda realizar una evaluación completa y diseñar un plan de intervención basado en las necesidades individuales del niño.