Las Lemuralia o fiesta Lemuria son las denominaciones con las que se conoce una
celebración religiosa pagana de los antiguos romanos; en ella realizaban ritos
apotropaicos durante tres días y noches para exorcizar los espectros de los difuntos inquietos e impedir que embrujaran sus hogares. En el calendario juliano esta fiesta corresponde al 9, 11 y 13 de mayo Ovidio afirmaba arbitrariamente que estas fiestas fueron instituidas por Rómulo para apaciguar el espíritu de su hermano gemelo Remo, al cual había asesinado. Algunos consideran que la Lemuria fue sustituida por las fiestas cristianas actuales de Todos los Santos y el día de Difuntos por parte del papa Bonifacio IV.º Pero consideran demasiado vaga esta teoría para estimar un origen directo como tal y más bien podría asociarse a las Parentalia, otra festividad en honor a los muertos benéficos. El rito empezaba con el pater familias paseaba descalzo por la casa a medianoche y hacía una ofrenda de 7 judías negras que arrojaba tras su hombro sin volverse o mirar atrás, haciendo una higa o castañeta como hechizo de defensa (digitis medio cum pollice iunctis), mientras se percutía una jarra, puchero u olla de bronce y pronunciaba la fórmula: Manes exite paterni! / "¡Salid, espíritus de los ancestros!", Durante los días de esta fiesta, a los espectros de los muertos inquietos (llamados lemures), que no podían encontrar reposo porque habían tenido una muerte trágica, violenta o suicida y podían perturbar el sueño de los vivos y mostrarse por las noches, se los aplacaba además con ofrendas de grano y las vestales preparaban la mola salsa como ofrenda (una tosca torta de harina con sal hecha con las primeras espigas de trigo segadas en la temporada). Durante estos días, considerados de mal agüero, se prohibía realizar bodas (de donde el proverbio Mense Maio malae nubunt / "Las chicas malas se casaron en mayo") Además, se cerraban todos los templos y por las noches se golpeaban sin cesar grandes ollas de bronce. En la mitología romana, las larvae (en español, «larvas») o lemures eran los espectros o espíritus de la muerte; eran la versión maligna de los lares. Algunos autores romanos describen a los lemures como el nombre común para todos los espíritus de la muerte, y los dividen en dos clases: los lares, o almas benevolentes de la familia, que protegen la domus o casa, y las larvae, o inquietas y horribles almas de hombres malvados. Pero la más común idea era que los lemures y las larvae eran lo mismo. Se decía de ellas que vagaban por la noche y que atormentaban y asustaban a los vivos. El larario o altar familiar romano, reunía las imágenes de los Lares y los Penates, divinidades protectoras de la casa a los que se rendía culto en el hogar. Su estudio nos aproxima a una manifestación esencial de la práctica religiosa cotidiana de los romanos, la religiosidad desarrollada en el interior del hogar. Los romanos creían que no podía haber nudos presentes durante la ceremonia. Algunos estudiosos teorizan que los nudos estaban prohibidos para permitir que las fuerzas naturales fluyeran correctamente. Se sabe que los romanos se quitan las sandalias y caminan descalzos mientras hacen una señal para protegerse del mal. Este gesto se llama mano fica (literalmente "mano de higo"). Luego se limpiaban con agua fresca y tiraban 7 judías negros. Mirando hacia otro lado, decían: “Estos arrojo; con estas judías, me redimo a mí ya los míos ". Al tirar los judías y lo que simbolizan o contienen, los antiguos romanos creían que estaban sacando espíritus potencialmente peligrosos de su hogar. Según Ovidio , los espíritus seguirían a las judías y dejarían a los vivos. A continuación, lavarían y golpearían piezas de bronce de Temesa en Calabria, Italia. Les pedían a las sombras que salieran de su casa nueve veces, diciendo: "¡Fantasma de mis padres, sal!" Y tu estas listo.
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