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TEMA PARA EL TALLER DE INSCRIPCIONES

FUNERARIAS DE NOVIEMBRE: LOS ROMANOS


y GRIEGOS ANTE LA MUERTE. COSTUMBRES
FUNERARIAS QUE PERVIVEN EN NUESTRO
TIEMPO.
Parece que los antiguos consideraban la
muerte como algo inherente a la vida, la muerte
era algo cotidiano. Su esperanza de vida era
corta, la gran mayoría no sobrepasaba los 50
años de edad, debido a la falta de avances
médicos, la mala alimentación y las duras
condiciones de vida.
Para los antiguos griegos y romanos todo
tenía una explicación mitológica y una divinidad
encargada de cada parcela de la vida así
también la muerte y la vida de ultratumba.
Según los griegos eran las MOIRAS, hijas de
Zeus y Temis, que los romanos llamaban PARCAS, las que decidían la
vida y el destino de los hombres. Se las representaban como tres
viejas hilanderas de las cuales una llamada CLOTO hacía el hilo
marcando así el día del nacimiento, su equivalente romano era Nona,
otra llamada LÁQUESIS lo iba hilando en un ovillo y decidiendo la
longitud del hilo de la vida, su equivalente romano es Décima y
ÁTROPO que cortaba el hilo decidiendo el día de la muerte, Su
equivalente en Roma era Morta. Se representaban como tres ancianas
o bien como tres bellas doncellas, una trabajando lana, otra con un uso
y la última con unas tijeras.
1.- LOS RITOS FUNERARIOS EN GRECIA Y ROMA
Los antiguos temían a los difuntos, sobre todo la putrefacción y
la impureza de la muerte, por ello las ceremonias de purificación y
limpieza eran largas. En Grecia delante de la casa del difunto se
ponía un jarro con agua y la rama de un ciprés. Los visitantes se
lavaban al entrar y al salir y después del entierro o cremación, todos

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los familiares se bañaban y la casa era barrida hacia fuera y después
purificada con agua de mar.
La presencia de las mujeres en los velatorios, estaba restringida
sólo a las parientes próximas. Sin embargo era común contratar a
unas mujeres llamadas plañideras que se alisaban el pelo delante del
muerto y eran las encargadas del treno (canto) fúnebre. Las podemos
ver representadas en el arte funerario, tanto que hasta nuestros días
ha llegado el dicho: “Llorar como plañideras griegas”.
Los ritos romanos eran más
complicados y largos. Al moribundo
se le tumbaba en el suelo para que
tocara la tierra por última vez. En
el momento de morir, un familiar
recogía su último suspiro, le cerraba
los ojos y gritaba su nombre tres
veces (esta costumbre se sigue aún
cuando muere un Papa, se le nombra
tres veces en voz alta para confirmar
su muerte).
Luego, se lavaba el cuerpo del difunto y se vestía según su
estatus social. También se le ponía una moneda en la boca, para
pagar su “billete” al otro mundo, el Hades o los Infiernos. Lavado y
preparado el cuerpo con ungüentos y perfumes por los empleados
funerarios, se preparaban las exequias. Lo primero era exponerlo,
con los pies hacia la puerta, en el patio central de la casa adornado con
flores (el ATRIUM). Si el difunto era ilustre, o había tenido algún
cargo público,… se le hacía una máscara de cera del rostro, que servía
de molde para esculpirla después en piedra. Todas estos “retratos” de
los difuntos ilustres de una familia se guardaban en un pequeño
altarcillo (LARARIUM) colocado en una esquina del atrium junto a los
dioses particulares y protectores de la familia. Cuantos más retratos y
más antiguos tuviera una familia significaba que ésta era de rancio
abolengo.
¿A que no te imaginas cómo sabía un huésped si la familia era
noble o no? Pues como los retratos de los antepasados se colocaban en
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ese pequeño altar y en él siempre permanecían encendidas lámparas
de aceite y velas, cuanto más ennegrecidas por el humo estuvieran,
más antiguas se suponían y, por tanto, la familia en cuestión era noble
desde hacía mucho tiempo. Con esto también tiene relación la frase
“…se da muchos humos”, que se dice de alguien que se las da de ser
más (rico, sabio, guapo…) de lo que en realidad es.
Sigamos con el rito funerario,…
Así pues, colocado el difunto en el atrium, con los pies hacia la
puerta, comenzaban a llegar los vecinos, familiares, amigos… Asistían
sólo Las mujeres más allegadas y se soltaban el cabello. También se
contrataban a plañideras, que más histriónicas que en Grecia, se
dedicaban a llorar, golpearse los pechos, rasgarse la ropa y todo
aquello que el momento les inspirara, a fin de hacer bien su papel de
duelo, su trabajo.
Así pues, continuemos con los rituales…. que, por cierto, se
debían seguir de manera muy rigurosa, de lo contrario las almas del
difunto podían dar más de un quebradero de cabeza a sus familiares,
se podían aparecer y exigir sus rituales atormentando a los vivos
hasta que no cumplieran con ellos.
Si el muerto era un personaje público, al día siguiente de la
muerte y tras la exposición del cuerpo, se hacía una procesión llevando
al difunto en una parihuela hasta el forum (plaza de la ciudad),
seguidos por los familiares más cercanos sosteniendo las máscaras de
los antepasados y, luego, el resto de la familia. Luego, seguían las
plañideras, unos músicos con flautas y trompas y porteadores con los
títulos y cargos desempeñados por el difunto. Frecuentemente, y
cuanto más rica era la familia, se hacían sacrificios, juegos de
gladiadores, carreras de caballos en el Circo…en honor al difunto y
costeados por sus familiares.
Las diferencias sociales, de edad y de sexo, se hacían patente en
los entierros romanos, algunos como Cicerón trataron de poner coto a
los fastos y los gastos excesivos de las exequias pero sin mucho éxito.
El entierro de los niños por considerarse antinatural y motivo de un
miedo supersticioso, casi se hacía a escondidas.
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2.- CEMENTERIOS Y RITOS DE ENTERRAMIENTO
Los cementerios (necrópolis= ciudad de los muertos), estaban
situados a las afueras de la ciudad, a ambos lados de las calzadas de
acceso. Según la época hubo distintos tipos de enterramiento:
 La incineración, en las necrópolis existían unos hoyos
rectangulares llamados BUSTA en los que se colocaba al finado sobre
una pira funeraria y se quemaba junto con hierbas aromáticas para
disimular el olor. Después, se apagaban los rescoldos con vino y los
restos de huesos untados con miel y ungüentos, se recogían junto con
las cenizas y se guardaban en una urna funeraria que se colocaba en
un nicho dentro de la tumba familiar.

Fue en época romana cuando surgieron las


primeras asociaciones de artesanos, COLLEGIA,
que después en la Edad Media se denominaron
gremios. Una de las funciones que tenían era la
de ayudar a costear los funerales de sus
miembros, ayudar a sus viudas y huérfanos…Para
ello pagaban una cuota periódica. Los integrantes de estos collegia
eran enterrados en COLUMBARIOS propiedad de la asociación. Aquí
ves una foto de una reconstrucción de un columbario romano del
museo arqueológico de Córdoba:
Podemos destacar por su
grandeza y monumentalidad los
creados a partir de finales del siglo I
a. C. para los libertos de la familia
imperial Julio Claudia en Roma(
libertos eran antiguos esclavos
liberados y que seguían trabajando
para su antiguo dueño, pero como
persona libre). En España tenemos
ejemplos en Carmona, Mérida y Tarragona.

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 La inhumación o enterramiento del cadáver que se cubría
con tierra y se tapaba con losas. Esta forma de dar sepultura fue
frecuente entre los más pobres y los esclavos, pues era más barato. A
partir de la expansión del cristianismo se puso de moda la
inhumación, ya que para los cristianos era importante no quemar los
cuerpos porque esperaban la resurrección de éstos.
Las familias ricas a partir del s III d. C pusieron de moda el uso
de ricos sarcófagos:

 En Egipto, que formó parte del Imperio Romano desde el s. I


a.C., era común otra forma de tratar el cuerpo de un difunto: la
momificación:
La muerte para los antiguos egipcios significaba la separación de
los elementos que constituían el cuerpo. Al morir, el cadáver se
trasladaba al lugar la momificación, lugar que debía hallarse fuera de
la ciudad. Allí los sacerdotes embalsamadores se hacían cargo del

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cuerpo del difunto, y procedían
al rito que consistía de las
siguientes fases:

1. Extracción del cerebro


por la nariz.
2. Retirada de las
vísceras a través de una incisión
en un costado, excepto el
corazón que se mantenía en el
cuerpo.
3. Tratamiento de las
vísceras deshidratándolas con natrón, e introduciéndolas en los vasos
canopos.
4. Estos vasos se hacían habitualmente de alabastro, piedra
caliza o cerámica, y contenían las vísceras retiradas del cuerpo
durante la momificación, y se colocaban en la cámara sepulcral de la
tumba cerca del ataúd. Las tapaderas de los vasos representaban las
cabezas de los cuatro hijos de HORUS:

DUAMUTEF HAPI AMSET QEBESHENEF

DUAMUTEF (cabeza de chacal) contenía el estómago.


HAPI (cabeza de babuino) contenía los pulmones.

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AMSET (cabeza humana) contenía el hígado.
QEBESHENEF (cabeza de halcón) contenía el intestino.
5. Inmersión del cuerpo en natrón durante cuarenta días.
6. Embalaje de los miembros y cavidades corpóreas con linos
empapados en resina y materias aromáticas.
7. Unción del cuerpo con ungüentos.
8. Vendaje e inclusión de amuletos, joyas, etc.
Una vez vendado el cadáver se vertía resina sobre las
vendas y se colocaba una máscara sobre la cabeza. Las de época
romana llevan unas pinturas que se colocaban encima de la momia a
modo de la máscara. Eran un retrato del muerto y al parecer solían
usar “photoshop”.

Seguidamente se depositaba en un sarcófago y se entregaba a sus


parientes. Este proceso duraba 70 días.
En el año 932 d.C. el emperador TEODOSIO prohibió esta
práctica, lo que significó el fin de este arte.
Te dejo este video sobre la momificación para que te enteres de
más cosas interesantes:
http://www.youtube.com/watch?v=WsIU8Trzjs0
Fuera como fuere, era muy importante enterrar al difunto con
sus efectos personales más apreciados (fíbulas, peines, adornos,
armas, juguetes…), y con las vasijas que hubieran servido para los
ritos funerarios (ungüentarios…)

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Finalmente se colocaba, bien en la urna funeraria, bien en una
losa sobre la tumba una inscripción con los datos del muerto: se ponía
el nombre del difunto, los cargos públicos que desempeñó, si era noble,
y cuantos años vivió (evitaban decir… murió a los… años, sino que
decían vivió….años pues no se podía nombrar la palabra funesta.
(Durante el mes de Noviembre vamos a aprender a traducir
inscripciones funerarias sencillas del s.I a.C.- I d.C).
Los familiares junto a la tumba realizaban ofrendas de productos
poco perecederos, como frutos secos, legumbres y frutas rojas como las
granadas, etc (que frecuentemente robaban los indigentes) y libaciones
( a través de un tubo se echaba sobre el lugar donde se había
depositado el muerto sustancias líquidas como leche, vino, miel,
sangre de los animales sacrificados…)como alimento para los difuntos.
Se hacía un banquete en el que se sacrificaba una cerda, que se
ofrecía a la diosa Ceres, además también se comían huevos,
legumbres, pollo… Otros alimentos típicos de la época de los difuntos
eran las habas que se usaban en rituales mágicos (después te contaré
una ceremonia en la que se usaban).
A los nueve días del fallecimiento se volvía a realizar otra comida
y a partir de este momento los familiares volvían a su vida normal.

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3.- Y LAS ALMAS... ¿CÓMO LLEGABAN AL MÁS ALLÁ?
¿AL HADES?… POR AQUÍ, POR FAVOR:
El mundo de los muertos era para los griegos y romanos un
mundo que estaba bajo tierra. Se le daba varios nombres, los
INFIERNOS, el HADES, el AVERNO. Hemos dicho anteriormente
que al difunto se le colocaba en la boca una moneda con la que pagar
su pasaje al otro mundo, pues bien, según sus creencias uno de sus
dioses, Hermes, para los griegos, o Mercurio para los romanos, era el
encargado de llevar el alma del difunto a la orilla de la laguna
Estigia. Ésta era una laguna subterránea, límite del mundo de los
vivos y de los muertos. Allí estaba aguardando un barquero llamado
CARONTE, al que el dios Hermes pagaba con la moneda que llevaba
el difunto y entonces el barquero cruzaba el alma al otro lado de la
laguna, para que entrara en el inframundo.

Existió la creencia de que las grutas eran entradas al mundo de


los muertos, y un río que se perdiera en el terreno, como el Aqueronte
en Grecia, aunque luego más adelante volviera a aflorar en la
superficie, se creía que desembocaba en la laguna Estigia. En Italia
creían que una de esas entradas al inframundo estaba cerca de la
ciudad de Cumas.

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Las almas de los difuntos podían ser:
. Buenas como los MANES, que eran las de los antepasados y que
protegían a la familia.
. Malas como las LARVAS, que se representaban como esqueletos.
Eran las almas de quienes habían tenido una existencia terrena
merecedora de castigo, criminales o asesinos o muertos de forma
trágica o violenta, especialmente los suicidas. Entre los males que se
creía provocaban figuraba la epilepsia, y a quienes estaban
atormentados por tales espíritus se les denominaba larvati.
- Malas como los LEMURES espíritus de los muertos que,
por no recibir los ritos debidos a los difuntos, podían volver a la tierra
en determinadas fechas para causar tormento a los vivos
Permíteme que dé rienda suelta a mi vena poética e imagina que
ya hemos cruzado la laguna Estigia y llegamos a las puertas de los
Infiernos. ¿Qué veremos allí?, te haré de guía:

Ya nos encontramos ante las puertas del Averno:


-¡Cuidado con el perro que hay en la entrada! tiene tres cabezas
y el lomo cubierto de serpientes, se llama CERBERO. Es el guardián
que no deja entrar a los vivos ni salir a los muertos, salvo permiso del
jefe, HADES.

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Continuemos con mucho cuidado y en silencio…
¡Mirad! Allí están los dioses encargados de este mundo: Hades y
una bella y joven diosa, Proserpina, hija de la diosa de los campos,
Deméter. Hemos tenido suerte porque sólo está en el mundo
subterráneo seis meses al año. ¿Quieres saber por qué? Pues bien,
Deméter, que era la diosa de la agricultura, había tenido una hija con
Zeus a la que los
romanos llamaron
Proserpina y los
griegos Perséfone.
La joven diosa era
muy hermosa y el
dios Hades se
enamoró de ella y
subió al mundo de
los vivos a
raptarla,
aprovechando que
la joven estaba
recogiendo flores en el campo con otras muchachas.

Deméter se deprimió tanto al no encontrar a su hija que


abandonó el cuidado de los campos y se dedicó a vagar buscándola, al

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no encontrarla, rogó a su hermano el dios de dioses y padre de la chica,
Zeus, que la ayudara.

Éste, queriendo arreglar el asunto de manera que ni Deméter, ni


Hades se enemistaran con él, decidió que Proserpina, estuviera seis
meses con su madre arriba en el mundo de los vivos y otros seis meses
con Hades en el reino de los muertos. Para que la joven tuviera la
necesidad de volver con Hades, éste le dio a comer una granada, que
para los romanos era el fruto de la fidelidad matrimonial.
Esta es la explicación del cambio de las
estaciones: los primeros seis meses su madre estaría
contenta y los campos cuidados y dando frutos, serían
la Primavera y el Verano, los otros seis meses en los
que permanecería con Hades, Deméter triste dejaría
baldíos los campos y serían el Otoño y el Invierno.
Sigamos con el recorrido del mundo subterráneo:
Aquellos que están junto a la pareja divina son los
tres jueces, Minos, Radamantis y Sarpedón, los hijos
de Zeus y Europa, encargados de premiar o castigar a
los muertos según sus acciones en vida.

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¡Observad esas pobres almas, cómo entre desgarradoras súplicas
y gemidos son arrastradas al Tártaro! Allí sufrirán los más terribles
tormentos… Encarceladas en temible fortaleza ceñida por un río de
fuego ardiente, sólo penas y sufrimientos les esperan…
Aquellas otras de allí, ¡mirad cómo disfrutan de la sombra de los
bellos y hermosos árboles! Allá… en las verdes praderas que a lo lejos
se ven,

(los CAMPOS ELÍSEOS los llaman), con solaz y descanso son


premiadas.
Entre las primeras, las desgraciadas, se divisa a Sísifo, ¿lo veis?
Sí…el que mal soporta sobre su espalda el peso de una gigantesca
piedra, cuando con trabajoso esfuerzo la sube una y otra vez a la cima

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de aquel monte y, tan pronto la posa en el suelo, rueda con veloz
movimiento otra vez hasta abajo.

Fue su castigo por no controlar su lengua y acusar de adulterio al


dios de dioses, Zeus, ante su esposa Hera. Cerca, dentro del pequeño
lago de allá abajo, está Tántalo sumergido hasta la barbilla.
¡Observad! Cómo su mano, en vano, intenta agarrar el jugoso fruto de
las ramas del árbol de la orilla, pues el viento no se cansa de
acercarlas y alejarlas sobre su cabeza… Ahora intenta calmar su sed
sofocante, mas el agua se retira ante su insistencia.

¡No sintáis pena!, su castigo es acorde con su falta: dicen que les
dio de comer a los dioses carne humana.

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Avancemos con cuidado por aquí,… ¡acercaos! y ved desde más
cerca, qué hacen las almas buenas: … bienaventuradas refrescan sus
bocas con el agua cristalina del río Leteo.

Con cada sorbo olvidan su vida pasada y preparan su regreso al


mundo de los vivos, como almas sin ningún recuerdo.
¡Sigamos por este
sendero!... ORFEO, gran
músico y poeta, hijo de la
diosa Calíope, intentó
sacar por él a su esposa,
EURÍDICE, la ninfa de
los bosques, a quien una
víbora arrebató del lado
de su amado esposo…
¡Mirad! justo aquí
ella se desvaneció como la
niebla, ante la mirada
atónita de su amado,
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¡pobre enamorado!... se olvidó que, por mandato del dios Hades, no
debía volver la cabeza para comprobar que ella lo seguía…

¡A veces, la voluntad de los


dioses es demasiado cruel con los
mortales!... Orfeo ¡triste
desgraciado!, no encontró consuelo
ni en su música con la que
amansaba, incluso, el corazón de
las bestias… ¡Ah, desdichado
vagaste sin rumbo y encontraste
segura muerte!... ¡Qué muerte tan
atroz por no tomar por esposa a
ninguna otra!...Las mujeres
tracias te despedazaron.
Tu cabeza y tu lira llegaron a
las costas de la isla de
Lesbos…¡Debes dar gracias a sus
habitantes que recogieron tus
restos y te honraron con piadosos
ritos!
¡Salimos a la luz!... Espero

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que hayas aprendido de esta visita guiada.
4.- FIESTAS DEDICADAS A LOS DIFUNTOS A LO LARGO
DEL AÑO
Cada año se recordaba a los difuntos en el día se su nacimiento o
de la muerte con otra comida familiar. En muchas tumbas familiares
se han encontrado bancos adosados a la pared y mesas, incluso
hornillos donde preparar los platos y pozos de agua. En otras que no
tenían construidos estos bancos y mesas se disponía de espacio
suficiente para llevarlos portátiles. Siempre se preparaba un lugar
para el familiar muerto, pues se suponía que venía a participar con la
familia. Estas comidas se hacían de noche y se debía ir vestidos de
blanco. Solían acabar con música, cantos y danzas.
Además de comida, a los difuntos se les llevaba flores ¿te suena?
Principalmente violetas y rosas. También se perfumaba el lugar con
incienso.
El calendario anual de los romanos contenía bastantes fiestas en
honor a los difuntos:
 Las parentalias: duraban desde el 13 al 21 de Febrero, en
que se celebraban las feralia con las que se terminaban las
parentalias. Los templos permanecían cerrados y se prohibían las
bodas, pues lo más importante era recordar a los muertos más
cercanos y se les hacían ofrendas ante sus tumbas. El día 22 era la
fiesta del “querido pariente” (Caristia o cara cognato) con ella se
agradecía a los dioses tutelares o familiares el estar vivos.
 El 22 de marzo se celebraban las Violarias: se ofrecía
violetas a los difuntos de la familia. Aún hoy día seguimos
relacionando esta flor con los muertos, acuérdate de la frase “criar
malvas”.
 El 1 de Mayo se recordaba de nuevo a los antepasados con
una fiesta llamada Laribius.
 El 23 de Mayo se celebraban las Rosalia, en las que se
ofrecía rosas a los muertos.
 Las Lemurias: en un principio se celebraban durante los
días 9, 11 y 13 de Mayo. El padre de Familia (pater familias), se
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levantaba durante la noche, haciendo el gesto de la higa (introducir el
dedo pulgar entre los demás de la mano) y descalzo, iba a lavarse las
manos en una fuente. Luego volvía a la casa y dando una vuelta por
ella arrojaba habas negras a sus espaldas conjurando a los espíritus
de los difuntos, que por no recibir sus ofrendas, se presentaban a los
vivos para atemorizarlos. Para conjurarlos repetía nueve veces ”Tiro
estas habas y por ellas me redimo a mí y a los míos” (haec ego mitto,
his redimo meque meosque fabis)sin mirar hacia atrás, pues se
suponía que las almas desgraciadas recogían su alimento.
Finalmente se lavaba de nuevo las manos y hacía ruido con un objeto
de bronce y repetía nueve veces “Almas de mis antepasados salid de
aquí” (Manes paterni exite). Sólo entonces podía mirar atrás, pues se
suponía que esas almas se habían marchado, una vez satisfechas.
5.- ¿CÓMO LLEGÓ LA FIESTA DE LOS DIFUNTOS A
CELEBRARSE A PRIMERO DE NOVIEMBRE?
Todo fue fruto de una fusión de fiestas: Los pueblos celtas
celebraban la fiesta del dios de los muertos el 31 de Octubre. Esa
noche los druidas alumbrándose con unas “linternas” hechas con
nabos huecos, formando caras grotescas con ellos y en los que metían
una vela, iban por las casas de la aldeas iban casa por casa exigiendo
toda clase de alimentos extraños para su propio consumo y para
ofrecerlos más tarde a su dios Samhain. Esta “linterna” simbolizaba
el espíritu del cual ellos dependían para obtener sus poderes y
conocimientos. El nombre de este espíritu era Jock. A fines del siglo
XIX, los irlandeses introdujeron esta fiesta en América y le pusieron
"Jack quien vive en la lámpara" o "Jack O`Lantern. Este era un
festival que celebraban entre finales de Octubre y principios de
Noviembre, abría el largo y crudo invierno, se celebraba el final de la
temporada de las cosechas y el comienzo del invierno, que era oscuro y
frío en estos territorios celtas. Aquellas gentes, para las que cualquier
hecho de la naturaleza era poco menos que profético, los límites entre
el mundo de los muertos y de los vivos se diluía totalmente esa noche,
incluso creían que los fantasmas de los muertos venían del otro mundo
a llevarse consigo a los vivos, por eso la gente se ponía pieles de
animales y caretas a modo de disfraces para que los muertos no los
reconocieran y pasaran de largo.
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Los druidas, auténticos sacerdotes o chamanes, creían que en
esta determinada noche, la del 31 de octubre, “las brujas” gozaban de
mayor vitalidad, a los propios druidas se les concedía el don de
adivinar el futuro. Los druidas preparaban enormes fogatas y hacían
conjuros, intentando ahuyentar a los malos espíritus, y la gente dejaba
dulces o comida a la puerta de sus casas, en la superstición de que los
difuntos, a quienes las leyendas les atribuían la autoría de las más
crueles atrocidades, se irían contentos y les dejarían en paz.
Cuando el Cristianismo llega a los pueblos célticos, su tradición
no desaparece, pese a los esfuerzos realizados por la Iglesia Católica
para eliminar supersticiones paganas. Sin embargo sufre alguna
transformación: En época del emperador Dioclesiano hubo una gran
persecución de los cristianos y muchos mártires, para que todas las
almas quedaran honradas, en el siglo VIII d. C. y después de haberles
dedicado su fiesta en distintos días, el Papa Gregorio III la fijó
definitivamente el día 1 de Noviembre. Pero toda fiesta importante
siempre debía tener una vigilia y, además para que los celtas
estuvieran “contentos” su fiesta quedó como la vigilia de la fiesta de
todos los santos, de ahí ALL HALLOW’S EVEN, después por
contracción de la expresión, se convirtió en Halloween. Finalmente, el
Día de los Todos los Difuntos pasó a ser el 2 de Noviembre, para toda
la totalidad de los difuntos quedara satisfecha con los rituales que se
les debían rendir.
6.- COSTUMBRES FUNERARIAS ANTIGUAS QUE
PERMANECIERON HASTA HOY EN DÍA.
Podemos decir que aún hoy se siguen realizando los mismos ritos
funerarios, incluso todavía se incineran o se in human los cadáveres,
se les honran con dedicatorias póstumas, se les llevan flores…
En España, la contratación de plañideras se mantuvo en el
tiempo hasta bien entrado el siglo XIX. Las plañideras, lloronas o
plorantes, tenían mucha tradición en nuestros ritos funerarios y
buena muestra de ello es que su nombre forma parte del lenguaje
popular. Incluso hay refranes y expresiones que se hacen eco de ellas:
“Te vas a quedar como la judía de Zaragoza, que cegó llorando duelos
ajenos”, que nos habla de una afamada plañidera. En Cataluña las
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clases acomodadas acostumbraban contratar ploraneres. Los cortejos
funerarios se componían de varias mujeres con canastos de mimbre
con obleas y niños con antorchas o faroles. Era costumbre terminar
con el llamado banquete de exequias. Estas mujeres son conocidas con
nombres diferentes, según el lugar: choronas en Galicia, erostariak en
Vizcaya (famosas eran las de Bermeo), aldiagileak en Guipúzcoa o
nigareguileak en la Baja Navarra, etc
Pero las plañideras no sólo lloraban, también como las griegas,
entonaban cantos fúnebres (endechas o elegías), que podrían estar en
el origen de algunos palos del flamenco como la petenera. También
estaban las que loaban y hacían panegíricos de los difuntos hay un
dicho popular que dice: “Dios te libre del día de las alabanzas”. Esto
de hablar bien de los muertos era una costumbre con la que se
pretendía que el difunto no volviera para importunar a los vivos.
Autoridades civiles y eclesiásticas en diferentes épocas,
intentaron terminar con este ritual que consideraban irreverente. Ya
en el siglo XIV se hicieron leyes para erradicar el uso de las plañideras
y prohibir los banquetes fúnebres. En las iglesias se conservan autos
donde los Obispos daban poderes a los curas de las parroquias para
que prohibiesen la acción de las plañideras dentro de los templos ya
que entorpecían con sus llantos los oficios y, en ocasiones, llegaban a
tirarse encima de los féretros con mucho alboroto. En uno de estos
autos fechado en 1732 se dice: “Que las personas que asisten con
clamores a los entierros, el cura las multe a su arbitrio implorando el
auxilio de la justicia secular”.
Existen, además costumbres curiosas convertidas en fiesta
popular, relacionadas con ritos y creencias funerarias que aún hoy se
conservan en nuestro país, están recogidas del blog de D. J. Coria, que
he usado entre otros documentos para realizar este tema (sirva esta
nota como agradecimiento):
En GALICIA La leyenda de la “Santa Compaña” o la
peregrinación a San Andrés de Teixido (“vai de morto quen no foi de
vivo”) con claras influencias celtas. Otro ritual son las procesiones
votivas de las mortajas o procesiones de los ataúdes: en varias
localidades gallegas se realizan estos cortejos fúnebres figurados que
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proceden de la Edad Media. Otro es el de la Romería de los Milagros
de Amil o la de Santa Marta de Ribarteme en Pontevedra. En La
Puebla del Caramiñal, en La Coruña, el tercer domingo de Septiembre
y dentro de la Fiesta del Divino Nazareno, tiene lugar también la
Procesión das Mortaxas que data del siglo XV. En ella los oferentes
desfilan dentro de un ataúd portado y seguido por sus familiares
simulando su propio entierro. Luego los ataúdes son subastados o
quedan como exvotos en la iglesia y comienza la fiesta donde “Los
muertos comen con los vivos”. Promesas, o considerarse salvado de la
muerte, o de una enfermedad por algún milagro, etc. suelen ser los
motivos que llevan a realizar este curioso ritual.

En CATALUÑA el folclorista Joan Amades nos refiere la


existencia de un personaje curioso que antiguamente tenía un
importante papel en los entierros en la comarca del Vallès (Barcelona).
Se trataba del ofertaire (ofertante) que se escogía entre el vecino más
próximo al difunto sin importar que incluso estuvieran enemistados.
El personaje, ataviado con capa y sombrero de copa, abría el cortejo
portando un cesto con pan y vino cuya cantidad dependía de la
importancia del entierro. El ofertante se sentaba apartado de los
demás en la iglesia y hacía su ofrenda al cura, ofrenda que
acompañaba de unas limosnas que corrían a cargo de la familia del
difunto. Luego era el encargado de despedir a los presentes en nombre
de los deudos.

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EN EUSKADI: encontramos la tradición de “los caminos de los
muertos”: Con el nombre de hil-bidea (camino del cuerpo) o anda-
bidea (camino de andas, por el tablero con dos varas paralelas
utilizado para transportar al difunto) se conocían unas sendas o
caminos que usaban los habitantes de los caseríos dispersos para
llevar los cadáveres al cementerio del pueblo. Cada caserío o grupo de
ellos tenía su propio anda-bidea que venía marcado por la tradición y
la costumbre, no importaba que hubiera caminos más cortos y
cómodos, nadie osaba llevar a sus muertos por otro camino que no
fuera el marcado por sus antepasados. Por él venía el cura a dar el
viático, el sacramento de la eucaristía a los enfermos en trance de
muerte, precisamente viático procede del latín viaticum que es vía o
camino, y por dicho sendero se conducía al muerto hasta su última
morada. Una ley no escrita prohibía construir casas junto a estas vías,
cultivarlas o vallarlas, allá por donde pasara la comitiva mortuoria, se
convertía automáticamente en camino franco, en camino público. Cosa
que tenían muy presente los propietarios de los terrenos lindantes que
debían vigilar que estos cortejos no entraran en sus tierras
convirtiendo así el terreno pisado en tierra baldía.
7.- HISTORIAS DE FANTASMAS: Aún hoy día y, aunque ya
estamos muy evolucionados en ciencia y conocimiento, seguimos
relacionando estas fechas con el sentimiento del miedo, las brujas, los
monstruos,… y, por ello en la imaginación desbordante del ser
humano, las historias fantásticas de terror ocupan un lugar
importante. Sin embargo, no creas que son una invención actual, sino
que, por el contrario, desde que el hombre fue hombre siempre le
gustó reunirse alrededor de las fogatas y contar toda clase de
historias. Incluso parece, que gracias a ello se desarrolló de manera
más rápida nuestra capacidad de abstracción y, por ende, el
lenguaje. Sin duda en esas reuniones al final del trabajo y con la
caída la tarde, habrían ocupado un lugar importante este tipo de
cuentos y leyendas de terror. Esta tradición antigua continuó a lo
largo de la Edad Media, tiempo muy dado a la imaginación de brujas,
augurios, demonios, espectros…Si además, todo esto estaba bien
mezclado con las creencias religiosas (muy propio de la esta época), y
aderezado con el tema de la muerte, la cosa prometía éxito (todo lo
desconocido siempre ha sido inquietante).
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Posteriormente grandes autores como Shakespeare seguirán la
tradición con obras como Macbeth, Hamlet… Toda esta temática fue
recogida y de nuevo explotada en la literatura del s. XIX con el
Romanticismo, por citarte algún autor importante debes conocer a
Edgar Allan Poe (EE.UU.) que fue un especialista en cuentos de terror
y misterio. A Goethe en Inglaterra, que precisamente hará una
versión de una de las historias griegas que se nos han conservado y
que al final te pongo para que leas Filonea, la novia de Anfípolis,
transmitida por diversos autores, aunque la versión con más detalles
es la de Flegón (un liberto del emperador Adriano). En España
recordarás entre otros a Bécquer con sus fabulosas leyendas. El
desarrollo de la novela gótica, que tanto gusta hoy día a muchos
jóvenes, también tuvo su origen en este siglo.
Aquí te dejo algunas historias de época griega y romana que han
llegado hasta nosotros. Lee estas lecturas en las que reconocerás el
germen de las películas y novelas actuales de fantasmas, vampiros,
hombres-lobo…
 Carta sobre los fantasmas de Plinio el Joven
Gayo Plinio saluda a su amigo Sura
La falta de ocupaciones me brinda a mí la oportunidad de
aprender y a ti la de enseñarme. De esta forma, me gustaría muchísimo
saber si crees que los fantasmas existen y tienen forma propia, así como
algún tipo de voluntad, o, al contrario, si son sombras vacías e irreales
que toman forma por efecto de nuestro propio miedo.
A quien crea que existen los fantasmas me mueve sobre todo esto
que he oído que le ocurrió a Curcio Rufo. Todavía joven y desconocido
había formado parte del séquito del nuevo gobernador de la provincia
de África. Al declinar el día paseaba por el pórtico: le sale al paso la
figura humana de una mujer muy alta y hermosa. Ante su estupor ella
le dijo que era África, mensajera de las cosas futuras. Le dijo también
que él iría a Roma, que llevaría a cabo su carrera política y que
volvería a esta misma provincia con el poder supremo, donde
finalmente moriría. Todas estas cosas se cumplieron. Pasado el
tiempo, cuando llegaba a Cartago y salía de la nave se cuenta que se le
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apareció la misma figura en la playa. Como él mismo había sido presa
de la enfermedad, tras augurar la adversidad que le esperaba en
relación con las cosas buenas ya cumplidas, abandonó su esperanza de
curación a pesar de que ninguno de los suyos la había perdido.
¿Pero no es acaso más terrorífico y no menos admirable lo que voy
a exponer ahora, tal como me lo contaron? Había en Atenas una casa
espaciosa y profunda, pero tristemente célebre e insalubre. En el
silencio de la noche se oía un ruido y, si prestabas atención, primero se
escuchaba el estrépito de unas cadenas a lo lejos, y luego ya muy cerca:
a continuación aparecía una imagen, un anciano consumido por la
flacura y la podredumbre, de larga barba y cabello erizado; llevaba
grilletes en los pies y cadenas en las manos que agitaba y sacudía. A
consecuencia de esto, los que habitaban la casa pasaban en vela tristes
y terribles noches a causa del temor; la enfermedad sobrevenía al
insomnio y, al aumentar el miedo, la muerte, pues, aun en el espacio
que separaba una noche de otra, si bien la imagen había desaparecido,
quedaba su memoria impresa en los ojos, de manera que el temor se
prolongaba aún más allá de sus propias causas. Así pues, la casa
quedó desierta y condenada a la soledad, abandonada completamente
a merced de aquel monstruo; aún así estaba puesta a la venta, por si
alguien, no enterado de tamaña calamidad, quisiera comprarla o
tomarla en alquiler.
Llega a Atenas el filósofo Atenodoro, lee el cartel y una vez
enterado del precio, como su baratura era sospechosa, le dan razón de
todo lo que pregunta, y esto, lejos de disuadirle, le anima aún más a
alquilar la casa. Una vez comienza a anochecer, ordena que se le
extienda el lecho en la parte delantera, pide tablillas para escribir, un
estilo y una luz; a todos los suyos les aleja enviándoles a la parte
interior, y él mismo dispone su ánimo, ojos y mano al ejercicio de la
escritura, para que su mente, desocupada, no se imaginara ruidos
supuestos ni miedos sin fundamento. Al principio, como en cualquier
parte, tan sólo se percibe el silencio de la noche, pero después la
sacudida de un hierro y el movimiento de unas cadenas: el filósofo no
levanta los ojos, ni tampoco deja su estilo, sino que pone resueltamente
su voluntad por delante de sus oídos. Después se incrementa el ruido,
se va acercando y ya se percibe en la puerta, ya dentro de la habitación.
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Vuelve la vista y reconoce al espectro que le habían descrito. Éste
estaba allí de pie y hacía con el dedo una señal como llamándole. El
filósofo, por su parte, le indica con su mano que espere un poco, y de
nuevo se pone a trabajar con sus tablillas y estilo, pero el espectro
hacía sonar las cadenas para atraer su atención. Éste vuelve de nuevo
la cabeza y le ve haciendo la misma seña que antes, así que ya sin
hacerle esperar más coge el candil y le sigue. Iba el espectro con paso
lento, como si le pesaran mucho las cadenas; después bajó al patio de
la casa y, de repente, tras desvanecerse, abandona a su acompañante.
El filósofo recoge hojas y hierbas y las coloca en el lugar donde ha sido
abandonado, a manera de señal. Al día siguiente acude a los
magistrados y les aconseja que ordenen cavar en aquel sitio. Se
encuentran huesos insertos en cadenas y enredados, que el cuerpo,
putrefacto por efecto del tiempo y de la tierra, había dejado desnudos y
descarnados junto a sus grilletes. Reunidos los huesos se entierran a
costa del erario público. Después de esto la casa quedó al fin liberada
del fantasma, una vez fueron enterrados sus restos convenientemente.
Doy crédito ciertamente a quienes me han confirmado estos
hechos; yo mismo puedo confirmar otro suceso a los demás. Tengo un
liberto no ajeno al cultivo de las letras. Con él descansaba su hermano
menor en el mismo lecho. A este le pareció ver a alguien sentado en la
cama, moviendo unas tijeras sobre su propia cabeza, y que incluso le
cortaba algunos cabellos de la coronilla. Cuando amaneció, él mismo
tenía una tonsura en su coronilla y se encontraron sus cabellos
cortados en el suelo.
Poco tiempo después, de nuevo un hecho similar al anterior
confirmó lo que había ocurrido. Uno de mis pequeños esclavos dormía
entre otros muchos niños en la escuela. Llegaron a través de las
ventanas (así nos lo cuenta) dos figuras vestidas con túnicas blancas,
cortaron el pelo al muchacho acostado y se retiraron por donde habían
llegado. La luz del día muestra también a este niño con la tonsura y los
cabellos esparcidos en derredor.
Nada memorable pasó después, a no ser acaso que no llegué a ser
reo, si bien lo hubiera sido en caso de que Domiciano, bajo cuyo poder
estas cosas ocurrieron, hubiera vivido más tiempo. En efecto, en su caja

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de documentos, se encontró un escrito entregado por Caro que estaba
referido a mí. De esto puede deducirse que, como es costumbre para los
presos dejar crecer el pelo, los cabellos cortados de mis esclavos fueron
señal de que el peligro que me acechaba había sido abortado.
Por tanto, te ruego que hagas uso de tu erudición. Es asunto
digno para que lo consideres largo y tendido, y yo no soy ciertamente
indigno de que me hagas partícipe de tu saber. Aunque sopeses los
pros y los contras de las dos opiniones (como sueles), inclínate más por
uno de los dos lados, para no dejarme suspenso en la incertidumbre,
dado que la razón de consultarte fue la de dejar de dudar.
Saludos.
 Otras historias típicas de estas fechas son las de
hombres–lobo
También provienen de la Antigüedad. El primero que nos
transmite una historia de éstas es el poeta Ovidio que vivió en Roma
en el s. I a. C. – I d. C, según este autor,
Historia de Licaón
Licaón era un rey culto y religioso, muy querido por su pueblo, al
que ayudó a abandonar la vida salvaje que habían llevado hasta
entonces. Fundó la ciudad de Licosura, una de las más antiguas de
Grecia, y en ella erigió un altar a Zeus.. Pero su apasionada
religiosidad le llevó a realizar sacrificios humanos, llegó al punto de
sacrificar a todos los extranjeros que llegaban a su casa, violando así
la sagrada ley de la bendita hospitalidad.
Habiéndose enterado de tal aberración, Zeus se hizo pasar por un
peregrino y se hospedó en el palacio de Licaón. Esté se preparó para
matar al peregrino, pero, alertado por algunas señales divinas, quiso
asegurarse antes de que no era un dios, como afirmaban los temerosos
súbditos. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un
esclavo, y se lo sirvió a Zeus. Éste montó en cólera y transformó a
Licaón en lobo, e incendió después el palacio que había sido testigo de
tanta crueldad.

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Otra historia de hombres-lobo aparece en El Satiricón de
Petronio
Trimalción se volvió a Nicerote y le dijo:
"Solías ser más animado en la mesa; no entiendo por qué estás
ahora tan callado y no sueltas prenda. Por que me veas contento, por
favor, cuéntanos lo que te sucedió".
Nicerote, satisfecho de la afabilidad de su amigo, contestó:
"En los tiempos en que todavía era esclavo, vivíamos en la Calle
Estrecha; ahora es el palacio de Gavila. Allí, lo quisieron los dioses, me
enamoré de la señora de Terencio, el cantinero: teníais que conocer a
Melisa la de Tarento, un precioso conjunto de curvas. Pero yo, por
Hércules que no la buscaba por su cuerpo o por el placer, sino más bien
porque era delicada. Si alguna vez le pedí algo, nunca me lo negó;
ganaba ella un as, yo tenía medio; yo metía todo en su bolsillo y nunca
resulté engañado. Su marido falleció en su casa de campo. Por eso a
través de escudos y grebas me moví y me removí buscando cómo llegar
hasta ella: que en las ocasiones se dejan ver los amigos.
"Casualmente mi amo había ido a Capua para terminar de
despachar unos depósitos ya agotados. Encontrando así una ocasión,
persuado yo a un huésped que teníamos para que vaya conmigo hasta
el quinto miliario. Era un soldado fuerte como el infierno. Nos
largamos más o menos al canto del gallo: la luna lucía como si fuera
mediodía. Llegamos en medio de los sepulcros: mi hombre se puso a
hacer sus necesidades junto a unas tumbas; seguí yo canturreando y
fui contando las lápidas. Después miré hacia mi compañero; se estaba
desvistiendo y poniendo todos sus vestidos junto al camino. Yo tenía el
resuello en la punta de la nariz; me quedé clavado como un muerto. Él
meó alrededor de sus vestidos, y de repente se convirtió en lobo. No
creáis que estoy bromeando; nadie tiene suficientes riquezas para
hacerme decir una cosa por otra. Pero lo que os estaba contando,
después que se convirtió en lobo, comenzó a otilar y huyó al bosque. Yo
al principio no sabía dónde me encontraba; después me acerqué a
recoger sus vestidos; pero se habían hecho de piedra. ¡Quién moriría de
miedo con más motivo que yo! Sin embargo, tiré de espada, y llamando
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a todos los diablos, atravesé las sombras hasta llegar a la casa de
campo de mi amiga. Entré como una oruga, perdía el alma a
borbotones, el sudor me chorreaba por el espinazo, mis ojos estaban
apagados; apenas pude rehacerme. Mi Melisa se asombró de que
anduviera de camino a tales horas, y me dijo:
"Si hubieras venido antes nos habrías podido ayudar: un lobo
entró en la finca y a todos los animales les sacó la sangre como si fuera
un matachín. Sin embargo no se rió de nosotros, aunque logró escapar,
pues un criado nuestro con una lanza le atravesó el cuello".
"Al oír esto, no conseguí pegar ojo, sino que al amanecer eché a
correr hacia casa como el cantinero desplumado. Y cuando llegué al
sitio en que los vestidos se habían hecho de piedra, no encontré más
que manchas de sangre. Pues bien, cuando llegué a casa, mi soldado
estaba tumbado en la cama como un buey, y un médico le curaba el
cuello. Caí en la cuenta de que era un hombre-lobo, con lo que ya no
pude pasar bocado a su lado, ni así me matase. Allá lo que otros
opinen de esto: yo, si miento, así se vuelvan contra mí vuestros genios.
Nos quedamos todos pasmados.
"Con todos los respetos a lo que has relatado -dijo Trimalción-,
podéis creerme cómo se me han puesto los pelos de punta. Porque sé que
Nicerote no cuenta tonterías..."
(PETRONIO, Satiricón, Barcelona, Orbis, 1991. Traducción de Manuel
C. Díaz y Díaz)
 Filonea la novia de Anfípolis
Tampoco son modernas las historias de muertos que vuelven a la
vida, tan seguidas en la actualidad tenemos un relato de este tipo ya
en la Grecia del siglo IV a.C., llamado Filonea, la novia de
Anfípolis.

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La historia se relata como un hecho real del que se informa por
carta al gobernador de la zona.
Una muchacha llamada Filinea contrajo matrimonio, pero la
desgraciada muere a los seis meses de la boda. Una noche que estaba
en un hostal de la ciudad la nodriza de la muerta, al pasar con su
lámpara por las puertas de la habitación de un guapo joven, llamado
Macates, la vio acostada al lado de éste. Desconcertada por lo que
había visto, corrió a casa de los padres y los llamó.
Cuando la madre, Caritó, escuchó lo que decía la nodriza no lla
creyó, se puso a llorar recordando a su hija y ordenó a la nodriza que
se fuera diciéndole que se había vuelto loca. La nodriza se defendió
diciendo que estaba cuerda y que si no iba a ver a su hija aparecida
era por desidia.
La insistencia de la nodriza y la curiosidad al final la impulsaron
a presentarse en el lugar. Llegó dos horas más tarde, de modo que la
pareja estaba dormida, y aunque creía reconocerla por los vestidos y la
silueta decidió volver a casa, e ir al día siguiente más temprano para
sorprender a la muerta, o, si ya no estaba, preguntar al joven Macates
acerca del extraño relato de la nodriza.

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Al amanecer la madre encontró a Macates sólo y abrazándose a
las rodillas del joven y tras contarle la historia de su hija le pidió que
le contara si había visto a la muchacha. El joven, no dando crédito a
lo que le contó la madre de la chica, le narró cómo su amante llegó una
noche y como al manifestarle él su amor le prometió que estaría con él
sin que sus padres se dieran cuenta. Para apoyar su relato Macates
abrió un cofrecillo y mostró a la madre un anillo de oro y un collar que
ella le había dado la primera noche. Al verlos la madre pegó un grito,
se desgarró los vestidos y se echó al suelo. Macates prometió avisarlos
cuando la muchacha volviera.
Cuando cayó la noche ella llegó a la hora a que acostumbraba
hacerlo. Macates se acostó a su lado, pues no creía que hubiera estado
yaciendo con una muerta, habiéndola visto como comió y bebió la
primera noche que se presentó ante él. Pensaba que los ladrones de
tumbas habían despojado el cadáver de la muchacha de sus joyas y
vestidos, y que los habían vendido al padre de su amante. Mandó a los
criados a que trajeran a los padres, que se presentaron allí. Al verla,
primero enmudecieron y, luego, gritando se abrazaron a su hija. Pero
ésta les recriminó que no podían reprocharle el haber estado con aquel
joven y que verían las consecuencias nefastas de su entrometimiento,
pues ella estaba allí por designio divino, pero volvería al lugar que le
estaba predestinado y ellos tendrían que sufrir un segundo duelo.
Dicho esto cayó muerta con el cuerpo extendido sobre el lecho.
De mañana los ciudadanos se reunieron en asamblea a deliberar,
y después de que cada uno expusiera su parecer se dirigieron a la
tumba y la abrieron para ver si estaba vacía. Y así era. Encontraron
los restos de todos sus familiares difuntos en sus tumbas, pero en el
lecho en el que debía estar yaciendo la joven encontraron sólo un anillo
de hierro y una copa bañada en oro que había sido el regalo de Macates
a la chica durante su primer encuentro. Admirados todos, fueron hasta
la hospedería para tratar de ver el cuerpo y asegurarse definitivamente
que era el de la joven, y efectivamente allí estaba. El pánico comenzó a
apoderarse de la asamblea hasta que el adivino más prestigioso de la
ciudad, un tal Hilo, se puso en pie y ordenó que fuera llevado el
cadáver fuera de la ciudad y que pidieran a Hermes para que se
llevaran a los difuntos al Hades.
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Después todos los que participaron en tan extraños
acontecimientos, y los símbolos sagrados, debían purificarse, tras lo
cual debían llevarse a cabo ceremonias para aplacar a los dioses
infernales. El adivino se dirigió en particular al magistrado para que
se hiciera un sacrificio a los dioses. Así se llevó a cabo todo, pero el
joven Macates, desesperado, se quitó la vida.
Flegón terminaba su carta al procónsul diciendo que si tenía a
bien escribir al rey para contarle lo sucedido se lo comunicara a él con
objeto de enviarle a algunos testigos.

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