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Religión en la Antigua Roma

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Reconstrucción de una estatua de Júpiter datada en el siglo I. El dios Júpiter era la deidad principal del
culto público romano. En el monte Capitolino se erigía el Templo de Júpiter Óptimo Máximo, el más
importante de Roma.

La religión romana consistía, igual que entre los griegos, más en un conjunto de


cultos que en un cuerpo de doctrinas. Había dos clases de cultos: los del hogar,
que unían estrechamente a la familia, y los públicos, que estimulaban el
patriotismo y el respeto al Estado. En la época imperial se añadiría el culto al
emperador. En términos generales, se trataba de una religión tolerante con todas
las religiones extranjeras, pues los romanos acogieron a dioses
griegos, egipcios, frigios, etc. También era una religión contractual, pues las
plegarias y ofrendas se hacían a manera de pacto con los dioses, es decir, para
recibir favores, y si el creyente entendía que la divinidad no cumplía, dejaba de
rendirle culto.1

Índice

 1Orígenes
o 1.1Los bosques sagrados
 2El culto doméstico
 3El culto público
 4El culto imperial
 5Infracciones religiosas
 6Los sacrificios
 7Sacerdocio
o 7.1Colegios sacerdotales
o 7.2Sacerdotes menores y auxiliares
 8Festividades
 9Helenización de la religión romana
 10Genealogía de los dioses en la mitología romana
 11Cultos orientales
 12Plantas y animales consagrados a los dioses
 13El cristianismo
 14Referencias
 15Enlaces externos

Orígenes[editar]

La Lupa Capitolina amamantando a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores míticos de la ciudad de


Roma.

No es posible rastrear los orígenes exactos de la religión romana, puesto que no


existen datos arqueológicos y documentos lo suficientemente confiables. Sin
embargo, los orígenes míticos de la ciudad en 753 a. C., según Varrón, tienen
algunas confirmaciones aproximadas de la arqueología. De acuerdo a las
versiones legendarias, no se puede decir que la religión romana sea «primitiva»,
en tanto que los fundadores, venidos de Alba Longa, reivindicaron con el tiempo
su origen ilustre (como descendientes de Eneas y pertenecientes, por tanto, a la
tradición de los poemas homéricos), y se declararon colonos a las orillas del Tíber.
No se puede decir tampoco que fuera una religión «inicial», puesto que el lugar de
la fundación ya había sido frecuentado, antes de la llegada de los fundadores, y de
acuerdo con el mito, por los dioses latinos Marte y Juno, y en las orillas del Tíber
se levantaba un altar al héroe griego Heracles (que para los romanos pasaría a
ser Hércules). Finalmente, tampoco se puede decir que fuera una religión
«compacta», puesto que, si bien es cierto que a Rómulo se le atribuyó la
consagración de los lugares sagrados de Júpiter, será solo Numa Pompilio, su
sucesor, quien, según la leyenda, establezca una religión coherente. En síntesis,
esta religión aceptaba lo procedente de tradiciones anteriores, se formaba como
una construcción voluntaria, y por tanto, estable en sus esquemas, pero a la vez
progresiva en lo teológico y capaz de acoger fuerzas divinas externas. 2
La mayor parte de las tradiciones religiosas de la península itálica, sobre todo las
de Etruria, se remontaban bien a las de Tracia y la isla de Samotracia, bien a las
de Tesalia y Dodona. En dichas tradiciones dominaba una especie de fetichismo
religioso, o atribución de cualidades sobrenaturales a objetos inanimados, y en
algunos casos, también animados. Por ejemplo, para los sabinos, una lanza (quir)
clavada en tierra, era el dios Mamers, Mavors o Marte, el fuego era Vulcano, etc.
En la confederación de los etruscos, las divinidades eran de dos tipos: generales
(adoradas por toda la comunidad), o particulares (patronos o númenes específicos
de cada poblado).3
Los especializados ritos religiosos etruscos estaban codificados en varias
colecciones de libros escritos bajo el título latino genérico de Etrusca Disciplina.
Los Libri Haruspicini trataban de la adivinación por medio de las entrañas de
animales sacrificados; los Libri Fulgurales exponían el arte de la adivinación
mediante la observación de los rayos; una tercera colección, los Libri Rituales,
abarcaban la codificación de la vida política y social así como las prácticas
rituales. Según el escritor latino del siglo IV Mario Servio Honorato, existía una
cuarta colección de libros etruscos, que trataba de los dioses animales. Durante el
siglo V las autoridades cristianas consideraron a las obras de religión romana
como paganas y por lo tanto las quemaron; el único libro superviviente, el Liber
Linteus Zagrabiensis, fue escrito sobre lino, y sobrevivió únicamente al ser
utilizado para envoltura de momias.
Los primeros romanos rendían culto a fuerzas y seres sobrenaturales de carácter
indefinido llamados numina («presencia»; singular: numen) como Flora, Fauno,
etc. Los de la vivienda familiar eran los Forculus (que guardaban las puertas),
los Limentinus (que guardaban los umbrales), Cardea (de los goznes), etc. Roma
en un principio tuvo dos divinidades principales: Vesta y Palas troyana, a las que
pronto se sumaron Júpiter, cuyo culto se estableció en el Monte Capitolino; Jano,
el de los comienzos y los finales; Marte, gran inaugurador del tiempo y del antiguo
año calendárico, y finalmente, Rómulo, hijo de Marte, identificado con Quirino,
como fundador de la Urbe y del Estado. 4 Se cree que los romanos no construyeron
templos ni estatuas sino hasta pasados unos doscientos años después de Numa
Pompilio, por influencia, principalmente, de etruscos y griegos. 5
Los bosques sagrados[editar]
Es probable que los bosques sagrados (Luci), fueran los primeros lugares
destinados al culto de los dioses hasta que se erigieron altares, pequeñas capillas
y, por último, templos a cuyo alrededor se plantaban bosques, los cuales eran tan
sagrados como los mismos templos. Los romanos solían ir en los días festivos a
los bosques sagrados, donde podían bailar y tomar meriendas, siempre y cuando
hubieran colgado ofrendas en las ramas de los árboles, que así dispuestos se
llamaban coronatos ramos, porque los adornaban con las teniae (vendas de lana,
lino o seda), cuyas cintas podían luego adornar las estatuas de los dioses dentro
de los templos. El respeto que se guardaba a los bosques sagrados fue tal, que se
consideraba sacrílega a la persona que cortara uno de sus árboles, si bien se
podía rozar la hierba y podar las ramas de los arbustos. Asimismo, los bosques
sagrados fueron considerados asilos, al igual que los templos, donde las personas
perseguidas por cualquier motivo podían refugiarse. 6
Los bosques sagrados más importantes en Roma fueron:
 El Bosque de Diana, en el camino de Aricia.
 El Bosque de Egeria, en la Vía Appia.
 El Bosque de Juno Lucina, al pie de las Esquilias.
 El Bosque de Laverna, próximo a la Vía Salaria.
 El Bosque de las Musas, en la Vía Appia.
 El Bosque de Vesta, al pie del monte Palatino.

El culto doméstico[editar]

Reconstrucción de un lararium, pequeño santuario doméstico que existía en las casas romanas para
honrar a los lares, manes y penates familiares.

En cada familia se rendía culto a los numina al igual que a los antepasados:


el genio familiar, los lares, protectores de los campos, los manes, protectores de la
casa, y los penates, protectores de la despensa y los alimentos. El pater
familias oficiaba como sacerdote, especialmente durante la cena, en donde se
hacían libaciones, es decir, derramamiento de vino, leche o miel sobre el lararium,
o santuario familiar, en el cual ardía siempre una llama, a la que llamaban hogar.
Entre los romanos no había culto a los muertos. Los cadáveres eran incinerados,
mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran
guardadas en urnas funerarias.1
Había dioses específicos para la vida cotidiana:

 Nundina, dios o genio protector del nacimiento y


desarrollo del hombre.
 Educa y Pontina, dioses del comer.
 Cunina o Cunaria, diosa que guardaba los niños en la
cuna y a la cual ofrecían libaciones de leche las
matronas romanas.
 Ossipago, dios que robustece los huesos.
 Abeona, diosa que enseñaba a andar.
 Fabulinus, Farinus y Locutius, dioses que enseñaban
a hablar.
 Iterduca,7 diosa que llevaba al niño a la escuela y lo
protegía en el camino.
 Domiduca, diosa que lo devolvía al hogar desde la
escuela y lo protegía en el camino.
El campesino invocaba al dios del barbecho, de la labor, de los surcos,
sementeras, al de segar, trillar. Entre los dioses agrícolas
están Rucina, Messia, Tutulina, Terensis, Apulino, Tellumo vervactor, Tellumo
occator, Tellumo Messor, etc.
Los ganaderos tenían sus divinidades propias:

 Bubona, que velaba por los rebaños de bueyes.


 Epona, que velaba por las yeguadas.
 Pales, que velaba por los rebaños de carneros.
 Flora y Silvano, dioses tutelares pastores.
 Pomona, diosa tutelar de jardineros y hortelanos.
Existían además dioses considerados negativos:

 Véjove, un dios de naturaleza infernal.


 Laverna, diosa de los ladrones y carteristas.
 Dioses del aire pestilente.
 Dioses de la fiebre, enfermedades y demás.
 Lémures o fantasmas que despertaban gran temor al
pueblo.

El culto público[editar]

Reconstrucción digital del Templo de la Concordia en Roma.

Los dioses de Roma eran de origen latino y etrusco, a los cuales se sumaron con


el tiempo divinidades griegas, egipcias y frigias, adaptando los nombres y, en
algunos casos, también los atributos. Los principales eran Júpiter, Juno y Minerva,
y esta fue la Tríada Capitolina por mucho tiempo. Durante la República, Marte fue
de los más importantes y adorados. Los cultos consistían en libaciones, sacrificio
de animales, plegarias, etc. Cada acto público, el inicio o la terminación de una
guerra, el triunfo en una batalla, etc., estaba vinculado a la celebración de una
ceremonia religiosa.1 Los cónsules tenían atribuciones no solo civiles, sino
también religiosas, de modo que la religión pública era una cuestión de Estado,
tolerando, por otro lado, todo tipo de cultos privados, siempre y cuando no fueran
en contra de los preceptos religiosos estatales. Ante todo, el culto público era un
medio de comunión política que no solo incluía a los ciudadanos romanos, sino
que tendía un lazo de unión sobre la totalidad de pueblos que integraban el
Imperio.8
Para la mentalidad romana, cualquier acción individual o colectiva en la vida
humana implicaba la participación, activa o pasiva, de las divinidades. El ámbito
público no constituía ninguna excepción al respecto, sino todo lo contrario: los
romanos atribuían a los dioses una presencia constante en cada una de las
manifestaciones de la esfera política. Al respecto escribió Valerio Máximo:
Nuestra ciudad consideró que todo tenía que ser puesto siempre después de la religión, incluso aquellas
cosas que quiso adornar con el honor de la suprema majestad. Por eso, los romanos no dudaron en
poner al servicio de los actos sagrados sus poderes, pensando que gobernarían los asuntos humanos
siempre que los sometieran de manera correcta y constante a la pujanza divina.
Valerio Máximo. Hechos y dichos memorables 1, 1, 9.

La materialización cultural de estas ideas se hizo de acuerdo con una concepción


del Estado como una gran casa, bajo cuyo techo se cobijaban todos los
ciudadanos. Así, los senadores fueron considerados los padres de la patria, y
las vírgenes vestales fueron vistas como hijas de la comunidad, por lo que
cualquier contacto sexual entre una de ellas y un ciudadano era visto
como incesto. De este modo, muchos elementos de la esfera religiosa privada se
incorporaran al ámbito de la actuación pública. Asimismo, numerosas prácticas
inicialmente reservadas a grupos familiares o sociales limitados se
institucionalizaron y alcanzaron, de este modo, un carácter colectivo. Al amparo de
las nuevas necesidades también se crearon instituciones y prácticas religiosas con
carácter estrictamente público.9
Estatua sedente de la diosa romana Ceres, procedente del foro de Augusta
Emerita (Mérida, Badajoz, España).

Los cultos públicos eran oficiados por los sacerdotes, verdaderos funcionarios del
culto a quienes no se les atribuía ningún poder divino. Al frente de todos estaba
el Pontifex Maximus, encargado de elaborar el calendario y registrar los hechos
memorables. Desde Octavio Augusto todos los emperadores llevaron también ese
título.1
Algunos sacerdotes (flamen) que estaban consagrados a una divinidad específica,
eran sometidos a estrictas reglas. Así, al dios Marte le correspondía el Flamen
Martialis, a Quirino el Flamen Quirinalis y a Júpiter el Flamen Dialis.
A los dioses se les dedicaron santuarios (aedicula) y templos (templum), y en
algunos de ellos se encontraba la estatua del dios correspondiente. Para su
mantenimiento, los diversos templos disponían de tierras propias, y contaban
además con los ingresos procedentes de los depósitos judiciales.
Numerosas congregaciones y hermandades tomaban parte en las fiestas
romanas, como los Frates Arvales, encargados de pedir en el mes de mayo los
favores de la diosa de la fecundidad Bona Dea o Ceres, los sacerdotes
encargados de la vigilancia de los fuegos sagrados de cada curia (Flamines
curialis), los sacerdotes de la tribu de los Ticios; los jóvenes que bailaban y
cantaban la danza de las armas eran los Salii (saltadores o Salios). Para adorar a
Quirino también estaba un grupo de jóvenes danzantes (Salii Colini).
Los augures adivinaban el futuro en las entrañas de animales, el vuelo de las aves
y otros signos considerados como signos enviados por los dioses (lo que les
permitía retrasar ciertos actos si declaraban que los auspicios no eran favorables,
y hasta podían lograr la anulación de votaciones, lo que les hacía muy
influyentes), inspirados en las artes etruscas.
Otra institución vinculada a la religión era la de los feciales o Mensajeros del
Estado, que perpetuaban por tradición oral los tratados concertados con otras
ciudades, emitían dictámenes sobre violaciones y sobre derechos relativos a los
tratados.

El culto imperial[editar]
Artículo principal: Culto imperial (Antigua Roma)

Reconstrucción digital del Templum Divi Iuli (Templo del Divino Julio), o Templo de César, en el Foro
Romano.

En la época imperial, se generalizó el culto a los emperadores por el carácter


providencial y sagrado que se les atribuyó. 1 Dicho culto empezó ya a la muerte
de Julio César, y se desarrolló, sobre todo, a partir del principado de Augusto. Este
fue, precisamente, el efecto más original de la política religiosa de Augusto, que
siguió la tendencia de los últimos tiempos de la República, mezclando íntimamente
tradiciones nacionales y culto helenístico. Sobre todo, dio un impulso decisivo a
las tendencias que habían sido recientemente afirmadas en Roma, que concedían
a la figura del jefe un significado sagrado. Augusto supo unir las antiguas nociones
latinas de numen y genius y las formas helenísticas de exaltación de los generales
victoriosos para crear una mística relativa a su persona. Su genio, el Genius
Caesaris, quedó ligado a los lares de los rincones sagrados, y recibió un culto al
tiempo que los demás. Se elevaron templos en las provincias en honor del
emperador, junto con templos a la misma Roma. A su muerte fue divinizado, y la
ceremonia de la apoteosis imperial fue tomando forma. El culto imperial fue un
legado que Augusto dejó a sus sucesores, que en general lo tomaron con
prudencia. En determinados momentos del Imperio simbolizó el patriotismo de los
ciudadanos.10

Infracciones religiosas[editar]
En la religión romana había dos tipos de infracciones religiosas: errores rituales e
infracciones deliberadas.

 Errores rituales: Las infracciones cometidas por error


en el ritual se podían reparar con la repetición de la
ceremonia, pero considerando que no debía haber un
lapso de tiempo demasiado grande entre el error y la
reparación, ya que si así ocurría, el error se
transformaba en impiedad. Para la reparación del
error no se pedía de la persona ningún tipo de
sentimiento íntimo como el arrepentimiento. En caso
de que no se produjera adecuadamente la reparación
de la infracción, el castigo se manifestaba con el
rechazo público.11

 Infracciones deliberadas: Estas infracciones no


admitían ningún tipo de reparación por haberse
cometido de forma intencionada. Pero aunque un solo
individuo fuera el origen de la falta, se entendía que la
ira de los dioses se desataría contra toda la
comunidad, bien fuera una ciudad o un poblado
pequeño.11

Los sacrificios[editar]

Escena de sacrificio de animales, que ilustra uno de los actos centrales de la religión romana.

Los sacrificios variaron según los tiempos, las circunstancias y la idea que se tenía
de cada divinidad en particular. En un principio fueron comunes los sacrificios
humanos, pero esta práctica fue pronto abandonada. Por otra parte, se ofrecían
frutos en los altares, haciendo libaciones de vino, leche y aceite. Pero el tipo de
sacrificio más generalizado fue el de animales. Se derramaba su sangre, se
interpretaban los signos de sus entrañas, y se asaba la carne para comerla según
las circunstancias. Regularmente solían sacrificar bueyes a Júpiter, toros a Marte,
caballos a Neptuno, machos cabríos a Baco, vacas a Ceres y a Juno, ciervas
a Diana y cabras a Fauno. El primer cuidado de los sacerdotes era examinar si la
víctima estaba completamente limpia; en seguida la purificaban y los asistentes
hacían lo mismo con agua lustral echada por aspersión. El agua lustral era agua
consagrada por los sacerdotes apagando en ella un tizón encendido, cogido de la
hoguera del sacrificio. A esta agua se le atribuían virtudes sagradas. Después de
degollada la víctima, la rociaban con vino y la quemaban enteramente, si
era holocausto. Por lo general los sacerdotes solían reservar la mayor y mejor
parte de la víctima, y daban el resto a los que costeaban el sacrificio. Las
ceremonias se concluían con danzas y cantando himnos en honor de la divinidad,
pero durante el sacrificio mismo debía reinar el más profundo silencio. Todos los
vasos e instrumentos que se usaban durante la ceremonia eran sagrados. 12 A los
dioses celestes se inmolaban víctimas blancas, porque el blanco es un color
luminoso, y víctimas negras a los dioses del Inframundo. A los Lares se les
sacrificaban casi todos los animales domésticos y las golondrinas, porque anidan
en las chimeneas.13

Sacerdocio[editar]

Augur, sacerdote que practicaba oficialmente la adivinación.

El sacerdocio en Roma tuvo principio en el culto a los dioses. Rómulo, eligiendo


dos hombres de cada Curia, les confirió la honra de dicho ministerio. Numa
Pompilio, que introdujo el culto a nuevos dioses, aumentó igualmente el número
de sacerdotes destinados para su servicio. Pero esta dignidad se confirió en un
principio exclusivamente a los patricios, de modo que para desempeñarse se
practicaba una elección secreta entre los miembros que componían el Colegio, y
en esta tradición siguieron hasta que el tribuno Publio Licinio Craso intentó,
aunque en vano, transferir a la plebe el derecho de elección, obtenido finalmente
gracias a Gneo Domicio Enobarbo, y por la Ley Domicia se transfirió a la plebe el
derecho de elegir los sacerdotes, los sacrificadores y los feciales. Los colegios,
pues, solamente conservaron el derecho de agregar o admitir en su cuerpo al
recipiendario. Sila, por la Ley Cornelia, restituyó las cosas a su primer estado, pero
este cambio duró poco tiempo porque trece años después, el tribuno Tito
Labieno hizo restablecer, por la Ley Accia, la antigua Ley Domicia, devolviendo a
la plebe el derecho de elegir sus sacerdotes. A pesar de todo, Marco Antonio supo
eludirla, y varios emperadores se abrogaron el derecho de elección. El Senado,
según Dion Casio, fue obligado a ceder esta prerrogativa. Con varias ceremonias
se verificaba la elección de los sacerdotes, los cuales gozaban de ciertos
privilegios y honores que no se concedían a los demás ciudadanos. 14
Los sacerdotes romanos se dividían en dos clases principales:

 1. Los consagrados in sacris faciendis,


los encargados de hacer sacrificios a todos los dioses.
 2. Los consagrados exclusivamente a ciertas
divinidades específicas.
Además había un tipo alternativo de sacerdocio, sin atribuciones marcadas, más
involucrado con el pueblo, y con una relación más directa con los dioses. Los
sacerdotes, de acuerdo a su vocación específica, integraban un Colegio o
Asamblea en un solo cuerpo de muchas personas que ejercían un mismo tipo de
funciones. Los colegios principales de las cuatro grandes dignidades sacerdotales
fueron los de los Augures, Arúspices, Pontífices y Quindecimviros. Algunos
autores colocan a los Setemviros en vez de los Arúspices. Cuando se acordaron
los honores divinos a Augusto César, se añadió un quinto colegio,
denominado Collegium Sodalium Augustalium. Pero la palabra Colegio no solo se
aplicó a los cuerpos sacerdotales, sino también a los
de Cónsules, Pretores, Cuestores y Tribunos. Julio César aumentó un nuevo
sacerdote a los colegios de los Augures, Pontífices y Quindecimviros, y tres a los
Setemviros. Después de la batalla de Accio, Augusto fue autorizado por el Senado
a aumentar el número de integrantes de los diversos Colegios Sacerdotales en la
cantidad que estimase conveniente; este poder se transfirió a sucesores, por lo
que el número de sacerdotes de los Colegios varió a lo largo de la historia. Había
otras corporaciones sacerdotales, menos importantes, pero formadas por
ciudadanos distinguidos. Por último, la palabra Colegio se extendió a algunas
asociaciones de la plebe, como las de mercaderes y artistas. 15
Colegios sacerdotales[editar]
Pontífices: Eran considerados personas sagradas. La tradición hacía a Numa
Pompilio el fundador de su Colegio, establecido con cuatro Pontífices escogidos
de entre los patricios más ilustres, hasta que por instigaciones de los tribunos,
entre los años 454 y 300 a.C., los cónsules Apuleyo Pansa y Valerio Corvo
crearon otros cuatro Pontífices, pero de extracción plebeya. Desde Sila, que
aumentó el número a quince, empezó la distinción entre Pontífices,
llamándose mayores a los ocho antiguos, y menores a los siete restantes. Su
abolición, como la de todos los demás Colegios sacerdotales romanos, ocurrió
durante el mandato del emperador cristiano Teodosio I. Al Colegio de
los Pontífices le correspondía todo lo concerniente al culto público, su
reglamentación, los ritos, la explicación de los misterios, la supervisión de
las vírgenes vestales, la consagración de los templos, la concesión de legitimidad
de los oráculos, la reforma del calendario, y la salvaguarda en archivo de los
anales de la historia romana. Los Pontífices, por distinción, iban a la cabeza de los
magistrados, y presidían todos los juegos del Circo, anfiteatro y teatro, celebrados
en honor de cualquier divinidad. Cuando un Pontífice se dirigía a la plebe, lo hacía
con la fórmula «¡Hijos míos!». El Pontifex Maximus (Sumo Pontífice), presidía el
Colegio. Era considerado intendente universal de todas las ceremonias públicas y
particulares, conocedor de los misterios, rector de las Vestales, inspector de todos
los Colegios sacerdotales y de los ministros de los sacrificios; además, era quien
presidía las adopciones de los emperadores, conservaba los anales de la historia
romana y tenía el conocimiento necesario para modificar el calendario. Por último,
era el único ciudadano que no debía rendir cuentas al Senado ni al pueblo de
Roma, y su dignidad era vitalicia.16
Flamines o Filamines: Seguían en rango a los Pontífices; eran elegidos por el
pueblo, y el Pontifex Maximus confirmaba la elección. Los Flamines mayores eran
los tres primeros, elegidos entre los senadores; los Flamines menores eran los
doce restantes, elegidos de entre la plebe. Cada Flamen estaba destinado al culto
especial de una divinidad; su carácter sacerdotal era vitalicio, pero podía ser
removido, y en este caso pasaba a llamarse Veflamen.17
Avorum sacerdotes o Fratres Arvales: Según la tradición, pertenecían a la
descendencia de los doce hijos de Aca Larentia; se creía que Rómulo los había
instituido, y que había ejercido él mismo esta dignidad, concedida luego solamente
a los hijos de las familias más ilustres de Roma; Uno de sus distintivos era una
corona de espigas enlazadas con una cinta blanca. Tenían jurisdicción para
decidir sobre los límites de las heredades y presidían las Ambarvales, fiestas en
honor de la diosa Ceres, que celebraban dos veces al año. En el mes de abril
hacían los sacrificios Ambarvales o Laurentales, y celebraban reuniones en
el Templo de la Concordia.15
Vestales: Sacerdotisas de Vesta. La tradición atribuyó a Numa la fundación de
este Colegio sacerdotal, pero es muy probable que ya antes existieran. Tenían a
su cargo la custodia del fuego sagrado y del palladium, con algunos sacrificios y
ceremonias en honor de Vesta. Una de las Vestales debía pasar la noche en vela
junto al fuego sagrado para que no se apagase; en caso de que eso ocurriera, la
negligencia era repudiada como una calamidad pública y la Vestal responsable era
azotada, lo que constituía una humillación, pues los azotes eran el castigo de los
esclavos. Las iniciadas no debían tener menos de seis años, ni más de diez.
Debían servir durante treinta años distribuidos así: diez de noviciado para
aprender los misterios sagrados, otros diez ejerciendo las funciones del templo, y
los últimos diez dedicados a instruir a las novicias.18
Duumviros sacrorum: Elegidos por el pueblo reunido cuando se trataba de hacer
la dedicación de un templo. En un principio, eran dos patricios encargados de
cuidar los Libros Sibilinos. Entre los años 389 y 377 a. C. se crearon
los Decemviros sacris faciendis con una ley que otorgaba la mitad de los votos de
elección a la plebe. Sila aumentó el número a quince, y se
llamaron Quindecimviros, dirigidos por un patriarca al que denominaban Magister
Collegii, cuyo cargo era vitalicio. Julio César añadió otro, y así continuaron
dieciséis hasta Augusto, que hizo subir el número a cuarenta o sesenta. En todo
caso, su responsabilidad siguió siendo la custodia de los Libros Sibilinos, y su
consulta en circunstancias apremiantes, pero siempre por decreto del Senado, que
acordaba la ejecución de cuanto allí se enunciara. Dirigían igualmente los
juegos Apolinarios y Seculares, y ordenaban las oraciones. Las hijas de estos
sacerdotes quedaban exentas de servir como vestales. 19
Feciales: Pertenecientes a familias ilustres, fueron establecidos por Numa o,
según algunos autores, por Anco Marcio. En total eran veinte, y su función
principal era anunciar la paz, la guerra o las treguas. El patriarca de su Colegio se
llamaba Pater Patratus, porque se procuraba elegir al más instruido. Al principio
los Faciales eran escogidos por su propio Colegio, pero después su elección fue
transferida a la plebe. El primer deber de los Feciales era que la República evitara
las guerras injustas. Cuando un pueblo extranjero había invadido el territorio de
Roma, se debía, en primer lugar, procurar una explicación razonable y el
resarcimiento de la ofensa, pero si la paz ajustada se hacía en contra de alguna
ley o era considerada injusta por la mayoría, los Faciales podían considerarla
nula.20
Epulones: Presidían los festines sagrados que se celebraban en los templos para
honrar a Júpiter y a los otros dioses. En el año 560 de Roma (194 a. C.)
los Pontífices tuvieron que practicar muchos sacrificios, por lo que decidieron
consagrar a tres sacerdotes nuevos, a los que llamaron tres viri Epulones, para
celebrar después de los juegos el epulare, sacrificio siempre seguido de un
festín. Sila añadió luego cuatro más, que adjuntos a los tres anteriores se
denominaron Setemviros Epulones. Su principal obligación era señalar y anunciar
públicamente los días festivos para dar los festines con la mayor suntuosidad y
magnificencia posibles. Julio César, aumentando el número a tres más, formó el
Colegio de los Decemviros Epulones. Estos sacerdotes comunicaban con
los Pontífices cuando estos habían omitido alguna ceremonia en el sacrificio,
cometido alguna falta o inferido mancha, aunque fuese leve. Vestían la Pretexta, y
su consagración era como la de los Pontífices. Estaban eximidos de prestar el
servicio militar, y sus hijas de servir como Vestales.19
Augures: Los Augures se denominaron en un principio Auspices. Se decía que
Rómulo los había instituido, formando un Colegio de tres, en honor a las
tribus Ramnenses, Tatienses y Luceres, en que dividió el pueblo romano. Servio
Tulio aumentó un Augur más; después, entre 454 y 300 a. C. los tribunos de la
plebe crearon de entre ellos cinco más, y de este modo fueron nueve hasta
que Sila señaló el número en quince, o según algunos autores, en veinticuatro.
Los Augures tenían su Colegio particular con un patriarca llamado Magister
Collegii. Gozaban de las mayores distinciones, y aunque algunos fuesen culpados
de crímenes, no por eso perdían sus prerrogativas, honor que no se dispensaba a
los otros Colegios sacerdotales. Los Augures se congregaban una vez al mes,
hasta que su Colegio fue suprimido por orden del emperador cristiano Teodosio
I.21
Lupercos (Luperci): Los sacerdotes de Luperco o Pan, debieron su fundación a
Evandro, y Rómulo, según la leyenda, los introdujo en Roma. Pertenecían a
familias patricias; al principio se dividían en dos Colegios: Fabios y Quintilianos,
para recordar los dos partidos de Remo y Rómulo dirigidos por Fabio y Quintilio.
Julio César creó un nuevo Colegio de Luperci en su propio honor: el de
los Julianos. Celebraban las fiestas Lupercales con una procesión en 15 de
febrero. Estos sacerdotes pervivieron hasta el reinado del emperador Anastasio
I.22
Curiones: Fueron establecidos por Rómulo, según la tradición, como jefes
espirituales que presidían el sacrificio de cada Curia y las fiestas de los
particulares. Estos sacerdotes, que debían tener cincuenta años de edad y ser de
buenas costumbres, estaban subordinados a un patriarca al que llamaban Curio
Maximus, elegido por ellos mismos en una asamblea llamada Comitia Curiata. El
Curio Maximus anunciaba las fiestas Fornacales.19
Decuriones: Según Dion Casio, tenían a su cargo la representación de los cuejos
del circo y los espectáculos.19
Sacerdotes menores y auxiliares[editar]
Existían también sacerdotes auxiliares que no tenían relación directa con lo
dioses, y que formaban un orden diferente o alternativo. 23
Camilos: Auxiliares de los sacerdotes en los sacrificios y en los misterios de los
grandes dioses del Panteón.
Edítuos: Tesoreros de los templos, encargados de la custodia de los vasos
sagrados y demás elementos rituales.
Fictores: Sacrificadores menores que hacían una figura en masa o cera de la
víctima para proceder a un falso sacrificio, que pasaba por verdadero cuando no
era posible encontrar el animal apropiado.
Pausarios: Encargados de planear las pausas en las procesiones solemnes.
Pularios: Encargados de cuidar las aves consagradas para la interpretación de
presagios.
Calatores: Auxiliares cuya principal obligación era anunciar el cese de los trabajos
cuando se realizaba un sacrificio.

Festividades[editar]

Reconstrucción digital del Templo de Vesta.


Festividades del ámbito productivo y reproductivo:
Desde época ancestral, se celebraban en Roma toda una serie de rituales, en
principio con el objetivo de propiciar la fertilidad de la tierra y la continuación de la
sociedad. Entre estas celebraciones destinadas a favorecer las cosechas y
proteger los rebaños revestían una vital importancia las celebradas en el Palatino,
la colina donde estableció su sede uno de los primeros núcleos poblacionales de
Roma. Las dos principales celebraciones eran los Parilia, o Palilia, y
los Lupercalia. También tenían lugar otras festividades como los Fordicilia y la
fiesta de Dea Dia.24
Festividades relacionadas con el ciclo de la guerra:
En Roma también había festividades relacionadas con el ciclo de la guerra. Dicho
ciclo se iniciaba con el advenimiento del buen tiempo, en el mes de marzo, y
terminaba en el mes de octubre, con la llegada del frío. Entonces se celebraban
una serie de ceremonias que tenían por objetivo la purificación de las armas y los
participantes en las campañas militares de verano. Se practicaban sacrificios para
salvaguardar y proteger la potencia bélica de la ciudad. Las fiestas bélicas más
importantes eran el October Equus, y el armilistrum. El 15 de octubre se celebraba
el October Equus («caballo de octubre»). Era una carrera de bigas -carros tirados
por dos caballos- que tenía lugar en el Campo de Marte. Uno de los caballos que
tomaba parte en dicha carrera, adornado con una collera, era sacrificado a Marte.
Las vestales recogían la sangre del caballo para elaborar el suffimen, un
fumigante que se usaba ritualmente durante los Parilia. El 19 de octubre tenía
lugar el armilustrium («lustración de las armas»). Mediante la celebración de un
sacrificio, se pretendía purificar las armas de la sangre de los enemigos, para que
no contaminaran la ciudad.25
Festividades del ámbito político y jurídico:
Cada año, cuando el Pontifex Maximus elaboraba el calendario, asignaba uno o
más días de fiestas en honor de cada una de las divinidades del panteón, tanto las
pertenecientes a la tradición romana como cualquiera otra de las asimiladas con
posterioridad. Para honrar a los dioses, se celebraban fiestas y juegos. La
festividad más importante de este tipo era la Saturnalia, en el mes de diciembre
(entre el 17 y 23), dedicadas al dios Saturno. En las Saturnalia se hacían
sacrificios en honor de Saturno y se celebraban fiestas populares. Los esclavos
gozaban de gran libertad y estaban exentos esos días de sus obligaciones hacia
sus amos. Éstos, por tanto, debían realizar muchas tareas propias de los esclavos,
por lo que se decía que en estas fiestas se invertían los papeles de las clases
sociales. Además de las fiestas religiosas, se celebraban los juegos (ludi en latín)
en donde se mezclaban competiciones (teatrales, deportivas, carreras de carros,
lucha de gladiadores...) con ceremonias a los dioses. Entre los más destacados
estaban los Juegos romanos (Ludi Romani), en honor de Júpiter y los Juegos
Apolinares (Ludi Apollinares), en honor de Apolo.
En resumen, algunas de las festividades romanas más importantes fueron:
Invocación de una virgen vestal, óleo de F. Leighton.

 La fiesta del lobo (Lupercalia) en honor al dios de los


socorros Faunus, y en que los danzantes eran
los Lupercos;
 La fiesta de Hércules, con las cofradías de
los Poticianos y los Pinazianos;
 La de Júpiter Capitolino.
 Las fiestas en honor de Roma estaban presididas por
seis vírgenes llamadas Vestales.
 La fiesta de Marte se celebraba del 1 al 23 de marzo;
 La fiesta de la diosa Tellus (diosa de los campos
sembrados) era el 15 de abril y se llamaban Fordicida.
 El 19 de abril eran las fiestas de Ceres (Cerialia)
 El 21 de abril era la fiesta de la Parilia, dedicada al
dios de los rebaños Pales.
Otras fiestas eran las Vinalia (23 de abril), Las Robigalia (25 de abril),
las Saturnalia (17 de diciembre), la Lemuralia (en el mes de mayo),
las Compitalia y otras. La principal fiesta romana eran los Juegos (Ludi
Romani o Ludi maximi o Ludi Magni), costumbre importada de Etruria.
Por otra parte, fueron celebradas por mucho tiempo las Bacanales en honor
a Baco, pero el escándalo de estas fiestas, donde se suponía que se planeaban
muchas clases de crímenes y conspiraciones políticas, provocó en 186 a. C. un
decreto del Senado —el llamado Senatus consultum de Bacchanalibus, inscrito en
una tablilla de bronce descubierta en Calabria (1640) y actualmente en Viena—
por el que las Bacanales fueron prohibidas en toda Italia, excepto en ciertas
ocasiones especiales que debían ser aprobadas específicamente por el Senado.
Sin embargo, pese al severo castigo infligido a quienes se sorprendiera violando
este decreto, las Bacanales no pudieron ser totalmente sofocadas, especialmente
en el sur de Italia, durante mucho tiempo.
Los carnavales actuales, en la cultura occidental, provienen de la herencia de las
antiguas Bacanales, Saturnales y Lupercales.

Festival de la Vinalia. Óleo de Lawrence Alma-Tadema (1870).

Helenización de la religión romana[editar]


Cuando Grecia fue sometida al Imperio romano, trasplantó muchas de sus
costumbres y de su civilización en general, además de que su lengua empezó a
ser aprendida por los intelectuales romanos. Estos adoptaron casi todas las
deidades griegas, adaptando sus nombres y, en algunos casos, sus atributos.
Así, Afrodita era Venus, Febo era Apolo, Ares era Marte o Poseidón era Neptuno.

Genealogía de los dioses en la mitología romana[editar]


Véase también: Mitología romana
La genealogía divina comenzó con el Caos, confusión elemental, del que nacieron
dos hijos, la Noche y Erebo (Oscuridad). De estos dos nació Amor que creó
la Luz y el Día. Después la Tierra y el Cielo, Tellus/Gea y Urano. Tras un extenso
árbol genealógico, se llega a Júpiter, que era el Dios Supremo, padre espiritual de
los dioses y hombres.
Su esposa y hermana, Juno, era la reina de los cielos y guardiana del matrimonio.
Otros dioses asociados a los cielos son Vulcano, dios del fuego y los
herreros, Minerva, diosa de la sabiduría y de la guerra, y Febo, dios de la luz, la
poesía y la música. Vesta, diosa del hogar, y Mercurio, mensajero de los dioses y
soberano de la ciencia y la invención, eran encargados de reunir al resto de los
dioses del firmamento.
Atlas, uno de los doce titanes, fue condenado a soportar sobre sus hombros el
peso de la Tierra por toda la eternidad como castigo por haber participado en la
lucha de los gigantes contra Júpiter.
Saturno era otro de los Titanes. Devoraba a sus hijos según iban naciendo, sólo
escapó Júpiter con la ayuda de su madre Rea.Le habían predicho que sería
destronado por sus hijos, tal como ocurrió.
De la unión entre Urano y Rea nacieron los doce titanes, de los cuales
dos, Saturno y Cibeles, engendraron a la primera generación de dioses, a saber:
Júpiter, el todopoderoso dios del cielo; Juno, su esposa, diosa del cielo y del
matrimonio; Neptuno, que reina sobre el mar; y Plutón, señor del reino de los
muertos. Además, la virilidad de Urano tuvo una polución sobre el mar y de ella
nació Venus, la diosa de la fertilidad y la belleza. A estos dioses se sumaban los
de la segunda generación, nacidos unos de la unión entre Júpiter y Juno, y otros
de las múltiples aventuras en las que el fogoso Júpiter se complacía: Marte, dios
de la guerra; Vulcano, dios del fuego; Minerva; la inteligencia; Apolo, el sol y las
artes: Diana, la luna, la castidad; y Tellus, personificaba la madre tierra, hija
de Caos.

Cultos orientales[editar]
Desde los inicios de la religión romana, se siguieron con actitud conservadora los
ceremoniales y sacerdocios originarios, pero integrando, en el curso de un
desarrollo orgánico, todo tipo de cultos extranjeros. 2 Desde el período
helenístico hasta la implantación del cristianismo como religión oficial del Imperio,
se experimentaron procesos de profunda transformación de los sentimientos
religiosos. Los cultos orientales desempeñaron en este proceso un papel de
extraordinaria importancia.26 Algunos de los cultos que más ganaron popularidad
fueron:

 El culto de la Magna Mater/Cibeles, originario


de Frigia, en Asia Menor (actual Turquía).
 Los cultos de Isis y Osiris, procedentes de Egipto.
 El culto de Mitra, originario de Persia e India.
En el siglo IV, cuando se produce la confrontación dialéctica radical entre el
cristianismo y la religión romana, los cultos orientales mantendrán vigorosamente
la oposición contra los cristianos. De este modo, las expresiones religiosas que en
un principio fueron exóticas, se convertirán en paladines de la defensa del Estado
tradicional pagano. Sin embargo, el cristianismo se considera una religión de
origen oriental, y desde los padres de la Iglesia se ha reconocido la herencia de
los misterios orientales en los ritos cristianos. 26

Plantas y animales consagrados a los dioses[editar]


La mayor parte de las plantas y los animales consagrados a los dioses tenían
alguna relación con sus nombres, con sus atributos o con su carácter. 13
Aves:

El mochuelo de Minerva, posteriormente utilizado como símbolo de la orden de los Illuminati.

Diana con una cierva.

Grifo, animal fabuloso asociado a Apolo.

Con la caña se fabricaba la flauta de Pan.


Corona de laurel, asociada a Apolo.

 Júpiter: el águila, símbolo del Imperio romano, por ser


el ave que más remonta el vuelo.13
 Juno: el pavo real, que siempre la acompaña, símbolo
del orgullo.13
 Venus: la paloma y el gorrión, que representan la
lujuria.13 Dos palomas tiraban del carro de Venus.
 Minerva: el mochuelo, porque este animal ve claro por
la noche, de modo que representa a los artesanos
laboriosos que trabajan hasta la noche; también como
símbolo del genio superior cuya mirada penetra hasta
donde los mortales comunes no son capaces, y de
este modo, simboliza la sabiduría.27
 Apolo: el cuervo (por ser un ave oracular),28 el cisne
(por la creencia de que canta antes de morir, y ser
Apolo el dios de la música)29 y el gavilán (porque es la
única ave que vuela mirando de frente los rayos del
sol, y ser Apolo el dios de la luz).30
 Marte: el gallo y el picoverde.
 Esculapio: el gallo, porque es un animal que hace
abandonar la cama, igual que la medicina, de la que
Esculapio era el dios.13
 Isis: el ganso.
 Hércules: el cuervo.
 Tetis: el alción (Tetis es una divinidad marina, y alción
en griego significa «el que cría en el mar», pues estas
aves anidan a poca altura del nivel del agua). 31
 Baco: la urraca.
Cuadrúpedos:

 Juno: el cordero.
 Marte: el lobo y el caballo; este último, porque sirve
para la guerra.13
 Vulcano: el león, por ser un animal de las regiones
meridionales, donde hace mucho calor. 13
 Lares y Penates: el perro.
 Las Furias: la oveja.
 Hércules: el ciervo.
 Diana: la cierva.
 Hécate: la cerda.
 Príapo: el asno.
Animales fabulosos:

 Baco: el dragón.
 Apolo: el grifo.
 Febo y Helios: el fénix.
 Hércules: la hidra.
Peces:

 Neptuno: el atún.
 Diana: el barbo.
 Venus: la anchoa.
Reptiles:

 Esculapio: la serpiente.
Plantas y árboles:

 Júpiter: el haya y la encina.


 Juno: el lirio.
 Cibeles: el pino y la encina.
 Minerva: el olivo.
 Ceres: el tejo, el azafrán y la adormidera.
 Apolo: el laurel y el jacinto.
 Baco: la viña, la yedra, el pámpano y las hojas
de higuera.
 Plutón: el ciprés, el narciso y el capilar.
 Las Furias: el enebro, el narciso y el espino cerval.
 Proserpina: el narciso.
 Venus: el mirto y el rosal.
 Silvano: el ciprés y la encina.
 Pan: la caña y el pino.
 Fauno: el pino.
 Mercurio: la verdolaga.
 Lucina: el dictamo y la adormidera.
 Lares y Penates: el ajo.
 Hércules: el álamo.
 Hebe: la yedra.
 Las Musas: la palma.
 Los Genios: el plátano.

El cristianismo[editar]

El emperador Juliano II, llamado «El Apóstata», fue el último emperador «pagano». Intentó sin éxito
combatir el cristianismo y restablecer la religión romana tradicional.

En la época final del Imperio romano, y sobre todo durante los siglos III y IV, el
cristianismo fue ganando cada vez más adeptos. El emperador Constantino
I convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al
cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue
esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores,
desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el
primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su
lecho de muerte. Posteriormente, hubo un intento de renovación de la religión
romana tradicional a cargo del emperador Juliano II, llamado por los cristianos «El
Apóstata», quien fue el último emperador «pagano», pues tras su muerte el
cristianismo terminaría de consolidarse. Finalmente, el 27 de febrero de 380, el
emperador Teodosio I declaró el cristianismo en su versión ortodoxa la
única religión imperial legítima, acabando con el apoyo del Estado a la religión
romana tradicional y prohibiendo la adoración pública de los antiguos dioses. 32

Referencias[editar]
1. ↑ Saltar a:a b c d e Historia del Antiguo Continente (Carvajal S. A.,
Editorial Norma: 1977) p. 56
2. ↑ Saltar a:a b Bayet, Jean. La religión romana: historia política y
psicológica(Ediciones Cristiandad, 1984) p. 17
3. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 234
4. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 235
5. ↑ Urcullu, José. Catecismo de mitología (R. Ackermann.
Londres, 1826), p. 169
6. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 237
7. ↑ Aug. Civ. Dei, 7, 3; Mart. Cap. 2, § 149.
8. ↑ Bayet, Jean. La religión romana: historia política y
psicológica (Ediciones Cristiandad, 1984) p. 15
9. ↑ Xavier Espluga, Mònica Miró i Vinaixa. Vida religiosa en la
Antigua Roma(Editorial UOC, Barcelona, 2003), p. 87
10. ↑ González Ruiz, José María. Apocalipsis de Juan: el libro del
testimonio cristiano (Ediciones Cristiandad, 1987) p. 14
11. ↑ Saltar a:a b Scheid, John. La religión en Roma (Ediciones
clásicas: Madrid, 1991), pp. 1-2
12. ↑ Urcullu, José. Catecismo de mitología (R. Ackermann.
Londres, 1826), pp. 170-171
13. ↑ Saltar a:a b c d e f g h Bergier (Nicolas-Sylvestre, M.),
Hesiod. Origen de los dioses del paganismo (Impr. de T. Nuñez
Amor, 1861), p. 121
14. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), pp. 254-
255
15. ↑ Saltar a:a b Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 259
16. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 262
17. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 263
18. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 265
19. ↑ Saltar a:a b c d Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 260
20. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 261
21. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 416
22. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 264
23. ↑ Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig. Mitología
universal (Imp. y Libr. de Gaspar y Roig, Madrid, 1864), p. 266
24. ↑ Xavier Espluga, Mònica Miró i Vinaixa. Vida religiosa en la
Antigua Roma(Editorial UOC, 2003) p. 88
25. ↑ Xavier Espluga, Mònica Miró i Vinaixa. Vida religiosa en la
Antigua Roma(Editorial UOC, 2003) pp. 95-96
26. ↑ Saltar a:a b Jaime Alvar y Clelia Martínez Maza. Cristianismo
primitivo y religiones mistéricas (Ed. CÁTEDRA 1995, Madrid,
España), p. 435.
27. ↑ Bergier (Nicolas-Sylvestre, M.), Hesiod. Origen de los dioses
del paganismo (Impr. de T. Nuñez Amor, 1861), p. 127
28. ↑ Olivares Pedreño, Juan Carlos. Los Dioses de la Hispania
Céltica (Real Academia de la Historia, Universidad de Alicante,
2002), p. 207
29. ↑ Arango L., Manuel Antonio. Símbolo y Simbología en la Obra
de Federico García Lorca (Editorial Fundamentos, Madrid,
España, 1995), p. 176
30. ↑ Eliano, Claudio. Historia de los animales (Ediciones AKAL,
9/06/1989), p. 398
31. ↑ Folch, Francisco José. Sobre Símbolos (Editorial Universitaria,
Santiago de Chile, 2000), p. 47
32. ↑ Roberts, J. M. (2009). Historia Universal. RBA. p. 328.

Enlaces externos[editar]
  Wikimedia Commons alberga una categoría
multimedia sobre la religión en la Antigua Roma.

 CARTER, Jesse Benedict: The Religion of Numa And


Other Essays on the Religion of Ancient Rome (La
religión de Numa y otros ensayos sobre la religión de
la Antigua Roma), 1906.
o Reproducción, en inglés, en el sitio del Internet
Sacred Texts Archive.
 Jesse Benedict Carter (1872 -
1917): clasicista estadounidense.

 CUMONT, Franz: The Oriental Religions in Roman


Paganism (Las religiones orientales en
el paganismo romano), 1911.
o Reproducción, en inglés, en el mismo sitio.
 CUMONT, Franz: Astrology and Religion Among the
Greeks and Romans (Astrología y religión de los
griegos y de los romanos), 1912.
o Reproducción, en inglés, en el mismo sitio.
 Franz Cumont (Franz-Valéry-Marie Cumont,
1868 - 1947): filólogo, arqueólogo
y epigrafista belga.

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 Datos: Q337547

Identificadores

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