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PERFIL// Renny, el rey Midas de la TV

A 35 años de su muerte, la sombra de la duda sigue sembrada. El número uno de la


televisión, que quiso ser presidente de Venezuela, tuvo una vida de tragos tan dulces
como amargos. Además, fue tan crítico del sistema político como de la misma
programación de la pantalla chica.

Juan Pablo Crespo / jcrespo@panodi.com / @juanpamark

Parecía un día normal para Rhona y Rena, pero lo que las hermanas y su padre Renny
Ottolina ignoraban era que la sombra del plagio acechaba a las hijas del rey Midas de la
televisión y la radio en Venezuela.

Era la mañana del 11 de noviembre de 1969, cuando un vehículo detenido con el capó
abierto obligó a detenerse al conductor que transporta a las chicas a su colegio. De
repente, cinco hombres con pasamontañas y ametralladoras se bajaron del carro,
tomaron a las muchachas y le dejaron una nota al chofer. El mensaje contenía los
detalles del pago del rescate, con la advertencia de no avisar a la policía.

Ottolina y su esposa entraron en pánico, pero siguieron los pasos indicados al pie de la
letra. Al día siguiente, las hermanas fueron liberadas tras el pago Bs. 400 mil —de los
antiguos— en billetes de 100 bolívares sin marcar.

Para Renny Ottolina la fama fue un arma de doble filo, un búmeran que no pudo esquivar.
Para algunos, incluso, también fue víctima del acecho, pero camuflado de atentado
mortal.

Por saborear las miles del éxito pasó por tragos tan amargos como aquel secuestro de dos
de sus tres hijas, crisis judiciales, laborales y otras tantas familiares. Más de uno intentó
hacerle morder el polvo, pero él no fue un hueso duro de roer, tanto que siempre supo
darle la vuelta a la adversidad para permanecer en la cima.

Él fue el primer productor independiente del país, condición que le permitió emitir sus
opiniones, llamados a la conciencia nacional y lanzar críticas al sistema político y hasta
contra la propia mediocridad de la televisión venezolana. ¡Qué diría ahora!.. Además fue
el primero en realizar una transmisión a color en la pantalla chica, exactamente en 1971,
con el Churún Merú (Salto Ángel) de fondo. Escogía personalmente a coreógrafos,
bailarines y artistas para que trabajasen en sus programas. Eran tiempos de la televisión
en vivo y ningún cabo podía quedar suelto.
También revolucionó el mercado publicitario al someter a los productos a pruebas de
calidad, hasta cerciorarse que se tratara del mejor en su ramo. Los anunciantes hacían
cola de un año para poder entrar a sus programas. Renny Ottolina ganaba más dinero que
los propios gerentes de los canales. Fue tanto el celo que provocó el movimiento de su
caja registradora que Rctv lo botó por negarse a entrar a la nómina del personal. El
recelo se extendió, inclusive, mucho más allá de las fronteras del otrora canal de Quinta
Crespo, pues los ejecutivos de las grandes televisoras se reunieron y acordaron cerrarle
todas sus puertas, sin importar los beneficios que él pudiera generar.

“Quien te pasa el cheque por la nariz manda, o te quita el cheque, por eso es que yo
hablo como quiero, a mí nadie me pasa el cheque por la nariz”, dijo Renny en una
oportunidad.

Tenía fama de arrogante, aunque su impecable trabajo, su manifiesto amor por


Venezuela y su accionar filantrópico hablaban por él. Así por ejemplo, exhortaba al
público a donar ropa, alimentos y enseres para los necesitados. Presentó micros en
procura de formar buenos ciudadanos y programas para exaltar los lugares turísticos de
Venezuela.

El Show de Renny fue el programa de televisión más popular que condujo. De lunes a
viernes, primero en la tarde-noche y luego a partir del mediodía, todos tenían una cita
imperdible. Padres y abuelos hoy añoran aquellas horas en las que se divertían y hasta se
educaban. Era, definitivamente, otra época.

“Yo llegué a ser número uno por mis méritos, no por un carnet”, dijo en otra ocasión.

Los domingos le tocaba el turno a los especiales Renny presenta. Por ambos programas
pasaron artistas nacionales como Mirla Castellanos y José Luis Rodríguez, así como
internacionales de talla mayúscula como Ray Charles, Rafael, Miriam Makeba, Tom Jones,
Dionne Warwick y Steve Wonder. Paralelamente, le daba oportunidades a aquellos
jóvenes con madera. Antes, con apenas 26 años, Rctv le dio la titánica responsabilidad de
despertar a los venezolanos con “Lo de hoy”, un desayuno que combinaba entrevistas con
música y chistes.

El animador se tomaba uno o dos años sabáticos para actualizarse en el exterior. Trajo al
país nuevas técnicas audiovisuales, como la grúa que permitía mover la cámara en
múltiples direcciones. También fue piloto de carreras, como cuando participó en las 24
horas de Mans, en Francia, en 1958 y 1959.

El carabobeño, hijo de un inmigrante italiano, era un innovador y perfeccionista nato.


Poseedor de un carisma único, que fusionaba con una habilidad natural para dominar el
escenario, convencer y una voz privilegiada. Por algo se le llamó el número 1 de la
televisión.

“Renny fue un hombre adelantado a su época porque mezclaba una gran creatividad como
productor, gran cultura general y un timbre de voz y dicción privilegiados”, dijo el
productor radial zuliano León Magno Montiel.

Tras ser sacado de Rctv, pasó a la cadena Venezolana de Televisión (Cvtv). Allí fue donde
hizo aquella histórica transmisión a color junto con Bolívar Films. Y como siguió
negándose a formar parte de la nómina, no se le renovó el contrato en 1973. El 31 de
diciembre de aquel año salió al aire el último Show de Renny.

Luego Cvtv fue comprado por el Estado venezolano, en 1974. La nueva directiva le ofreció
el cargo de presidente, pero lo rechazó porque no le aseguraron la independencia que
tanto defendía y con la cual forjó su credibilidad.

“Cuando estamos en manos del Estado habremos perdido la libertad de competencia, de


escogencia entre canales, y con toda seguridad habremos perdido la libertad de
expresión”, señaló Renny, palabras que no pierden vigencia.

Renny se había casado en 1952 con Reneé Lozada, su única esposa, aunque no su única
mujer. A parte de las tres hijas, la pareja trajo al mundo a un varón, que vivió solo hasta
1968 por problemas neurológicos de nacimiento. El matrimonio llegó a su fin en 1971, tras
agrias discusiones y algunas infructuosas reconciliaciones.

Otra amarga noticia le tocó la puerta en 1974, cuando su hija Rhona, campeona de
equitación y bailarina, sufrió un accidente de duras consecuencias. La muchacha, que
visitaba a unos amigos, se lanzó a la piscina de la casa por la parte menos profunda. Ella
cayó de cabeza y se fracturó la base craneal y la columna. Mucho tiempo estuvo entre la
vida y la muerte; se recuperó, pero desde entonces ha tenido que utilizar silla de ruedas.

Fue su mala hora. Allegados lo recuerdan golpeando las paredes del Centro Médico de
Caracas al recibir el parte médico. Él siempre se las ingenió para darle la vuelta a la
adversidad, pero aquello escapaba de sus manos.

Y aunque Renny manifestó que no se involucraría en el mundo político, su visión de un


país mejor lo hizo dar el golpe de timón. Más que la convicción, se impuso un sentimiento
de frustración. Renny sabía que tenía una personal conexión con el público, vínculo que
aprovechaba para hacer llamados para combatir la corrupción administrativa, los engaños
de los políticos y la presentación del carné político para el otorgamiento de cargos.
“Era un convencido de que la democracia no podía funcionar mientras prevaleciera el
criterio de que las estructuras del Estado dependieran del carné político. Contra eso
opuso el discurso de la meritocracia”, dijo en una ocasión Gonzalo Pérez Hernández,
quien formó parte de la dirección nacional de estrategia del Movimiento de Integridad
Nacional (MIN), partido político fundado por Renny y otros colaboradores como Joaquín
Silveira, los hermanos Vinicio y Parsifal De Sola, Alfredo Ansola y Vladimir Gessen.

Por petición de sus hijas vivió en Estados Unidos desde 1974 hasta 1976, cuando regresó
para comandar un programa en Radio Capital. Allí se convierte en un crítico de Carlos
Andrés Pérez (CAP), a quien tildó de incapaz. El expresidente adeco y su equipo de
gobierno no toleraron las críticas y presionaron hasta que el programa fue sacado del
aire.

“Él encarnó el sentimiento antibipartidista que existía en la época, como en su momento


lo hicieron, entre otros, los independientes Arturo Uslar Pietri y Miguel Ángel Burelli
Rivas”, señaló a este rotativo Gessen.

En la mira del movimiento político que acogió los gruesos lentes de pasta que
identificaban a Renny estaban las elecciones presidenciales de 1978. Mientras tanto, con
otro programa en Radio Uno continuaba con sus análisis y críticas contra el gobierno de
CAP. ¿Y qué pasó? La transmisión también fue sacada del aire.

Irónicamente, CAP lo había condecorado días antes que le sacaran del aire el programa.

Durante su campaña, Renny solía leer pensamientos de Simón Bolívar. Antes y durante, no
ocultó su rechazo al comunismo.

En las encuestas llegó a crecer hasta un 15%, según recuerda Gessen. Posiblemente no
llegaría a la Presidencia, pero podía inclinar la balanza a favor o en contra de alguno de
los candidatos del bipartidismo, representado por Luis Piñerúa Ordaz (AD) y Luís Herrera
Campins (Copei), este último finalmente ganador.

Pero la duda quedó en el aire, pues Renny murió el 16 de marzo de 1978 en un polémico
accidente aéreo. La avioneta Cessna que lo transportaba desde Maiquetía hacia Porlamar,
para una reunión política, se estrelló cerca del cerro Naiguatá.

Pasó casi una semana para que las autoridades encontraran los restos de la aeronave. En
un principio, se creyó que la avioneta se había precipitado en el mar.

“Nunca he aceptado la tesis del accidente, aunque no tengo pruebas para demostrar lo
contrario, Sin embargo, por los indicios parecen indicar otra cosa”, comentó Gessen.

“Las investigaciones estuvieron a cargo, principalmente, del grupo de Gato (Grupo de


Apoyo Táctico Operativo) dirigido por Manuel Molina Gásperi, ya con esto digo mucho.
También hubo una comisión en el Congreso, y aunque la integraba Gonzalo Pérez
Hernández, la mayoría era de AD y Copei. Las averiguaciones no llegaron a ninguna parte,
agregó.

Pérez Hernández, por cierto, siempre creyó en el crimen político, negado por las
autoridades. “El gobierno de Carlos Andrés Pérez no quiso hacer una investigación a
fondo, conforme lo dicta la legislación internacional en caso de siniestros aéreos. En el
gobierno siguiente se inició, a petición mía, una investigación, pero todo se paralizó
porque un buen día el Congreso dijo no tener los 11 mil dólares que se requerían para
contratar a la comisión de expertos. Todo quedó allí”, declaró en una ocasión.

El informe del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) indicó que el accidente


se debió a la impericia del piloto y a las malas condiciones climatológicas.

“Nosotros pedimos una fotografía al Centro de Huracanes de Miami. La misma indicaba las
condiciones del tiempo sobre el área donde volaba la avioneta para las 5:15 pm de aquel
16 de marzo, y era un día totalmente despejado. Lo que pasa es que el MTC representa al
Estado”, declaró el coordinador de búsqueda y salvamento del MTC para entonces Nedo
Pániz, a Rctv, en un programa especial a propósito de los 20 años de la muerte de Renny.

El Movimiento de Integridad Nacional llegó a contratar a un especialista norteamericano


para que investigara el accidente. Sus conclusiones no compaginaron con las sospechas de
los defensores de la tesis del atentado político. “A ese señor, aquí en Venezuela, lo
presionan para que cambiara un poco la tonalidad de su informe”, llegó a decir Alfredo
Anzola, jefe de campaña del animador.

Así, 35 años después de la muerte de Renny, la sombra de la duda sigue sembrada.


¿Accidente o sabotaje? Y tras tres décadas y media de su partida, por el mundo de la
televisión y la radio venezolana no ha pasado otro que ni siquiera le haga un poco de
sombra.
Renny Ottolina, animador: El número
uno... Rhona Ottolina, Politólogo

Estoy en casa de mi mamá de regreso de una


entrevista y suena el timbre de la puerta
principal; es Rhona. Con los ojos
brillantes me dice: -¡vamos a hacerlo
ya! Nos damos los abrazos y besos
correspondientes y la hago pasar. Ella mira
a su alrededor, -¡de verdad que esta casa
es bella!, se ve vivida, dice. Pasamos a la
terraza amplia con vista al jardín hermoso
de mamá. Se queda contemplando una jaula de
periquitos, y me mira con angustia en sus
ojos enormes:-dame un trago prima, yo no
tomo, pero sin un trago no puedo hablar de
mi papá.
Yo tuve bastante trato con Renny.
Rhona y yo no solamente nos conocemos,
somos primas lejanas, y nos hemos
considerado familia desde siempre, nos
queremos de siempre, por lo tanto,
comprendo su sentir. Ella estaciona su
silla de cara al jardín, y quiere
contemplar la tarde. Yo corro a buscar los
tragos.
Traigo una botella de whisky y dos
vasos. Yo tampoco tomo, pero este preambulo
me indica que yo también lo voy a
necesitar. Sirvo los dos con pepsi, y
chocamos los vasos.

¿UN AROMA PARTICULAR QUE TE LO RECUERDE?


Mira chica, yo me acuerdo que mi papá
salía del baño, salía de su cuarto, y la
casa olía toda a ese olor... ahora, me
matas y no me acuerdo del nombre de la
colonia. ¡Sabes, me acordé!, creo que era
Aramís, que estaba de moda en esa época.
Estoy hablando de hace muchos años; pero
era, bueno, su aroma particular, todo
sabroso y rozagante, ¡olía sabroso! Pero
había otro aroma... un aroma familiar ese
aroma del cual está impregnada la almohada,
del cual está impregnado el cuarto en las
mañanas, que tú sabes que es tu familia,
¿no?, ¡que no es lo mismo que el mal
aliento! -se ríe a carcajadas- ¡por favor!.
Estamos hablando de un aroma familiar.
Bueno, era un aroma muy particular, no lo
puedo describir con palabras, pero
ciertamente sólo lo podía oler si él
estuviera aquí. ¡Olía a papá.

¿UN MOMENTO DE ALIENTO?


¡Tantos momentos de aliento! -Se
le agrandan los ojos, hay un silencio
triste, y le corren las lágimas; a mí
también. Es tierno y profundo su recuerdo-
¿Por qué siempre pienso que cuando voy a
hablar de mi papá va a ser más fácil?
Además, que cuando me hablas de momentos de
aliento... -habla llorando y pide un
pañuelo- tiene que ver con los momentos más
difíciles de mi vida, aquellos cuando el
accidente. Él me dio muchos momentos de
aliento, los que más tengo que recordar son
esos. Antes de contártelo, sí me gustaría
decirte que tuve la suerte de aprender a
querer a papá, mucho tiempo antes de que
muriera. Muy poca gente sabe lo que tiene
antes de que lo pierde. Yo ya lo quería
muchísimo, toda la vida, toda la vida lo
quise muchísimo. Desde chiquita tuve una
relación muy especial pero ciertamente
cuando tuve el accidente, eso nos unió
mucho más, y ahí aprendí, no solamente a
quererlo como lo quería: despreocupada y
espontáneamente, sino que aprendí a
quererlo porque además supe, desde el
mismo momento en que me caí en la piscina,
que era mi pilar, mi soporte, en todo el
proceso. Y los momentos de aliento eran
diarios. Yo estaba ahí, acostada en una
camilla, que me volteaban cada dos horas,
boca arriba, boca abajo. Cuando me tocaba
estar boca abajo, se metía debajo de la
camilla y se acostaba justo debajo de mi en
el piso y quedábamos cara a cara. Él pasaba
horas hablando conmigo, tratando de sentir
lo que yo estaba sintiendo, compartiendo
sus pensamientos en esos momentos. Todo el
proceso, de traer médicos de afuera; ver
como evolucionaba; involucrarse
directamente; estar pendiente del más
mínimo músculo que se pudiera recuperar o
no, hacer todo lo imposible. Pero si te
puedo decir que los momentos de más
aliento, fueron los de mayor angustia. Me
recuerdo especialmente la primera navidad
que pasamos, después del accidente. Fue por
supuesto, para toda la familia una navidad
muy triste, especialmente para él. Era un
veinticinco de Diciembre, estábamos
sentados en la cocina solos él y yo... Yo
no sé porque yo recuerdo ese día como el
día más triste de toda mi vida. Nunca había
sentido una tristeza tan profunda. Era así
como un hueco muy hondo, muy íntimo, donde
nada, ni nadie me llegaba. Y estaba sentada
en esa silla de ruedas muy aparatosa por
cierto, donde me amarraban la cabeza porque
se me caía. Toda con tubos, toda amarrada
así, siendo yo misma dentro de aquel
cuerpo, ¿no?; y era de mañana, y estaba
sola ahí estacionada, como un coroto, en
eso llega papá. Entró y abrió la puerta, me
vio ahí, solita, agarró una silla y se me
sentó enfrente y se le salieron las
lágrimas. Me miró y me dijo: hija, yo sé
que estás triste, yo sé que está muy mal,
pero yo quiero que tú sepas que en los
momentos más difíciles de tu vida, cuando
te sientas más desesperada -me agarró las
manos- yo quiero que tú sepas que siempre
contarás con un par de hombros donde
apoyarte... ¡me alivió mucho! En ese
momento traté de abalanzarme hacia él, para
apoyarme en sus hombros, en eso me apartó
y me dijo: ¡No!, en tu hombro derecho, y en
tu hombro izquierdo, porque si yo te
ofrezco los míos y te digo que tienes que
contar conmigo, te estaría engañando.
Porque algún día yo te puedo faltar. Pero
no te olvides nunca que tu hombro derecho y
tu hombro izquierdo, nunca te van a
faltar... luego me abrazó. Lloramos mucho,
pero me dio una gran lección, porque era
verdad. Nunca, nunca, nunca, me dio
aliento, debilitándome. Nunca buscó la
parte débil ni la parte lastimosa, siempre
me ayudó dándome fortaleza. Y ese fue el
camino, esa fue la pauta que él marcó y así
me enseñó. Hoy en día puedo estar aquí
feliz de la vida, hablando contigo, en
capacidad de hablar contigo. Si él no
hubiese sido así , tal vez, hoy, no hubiese
sido posible.

¿UNA CUALIDAD QUE QUERÍA ESCONDER?


Era muy sentimental, era un niño. ¡Era
muy cariñoso! Tal vez él trataba de tener
toda una pantalla del hombre furioso,
estricto, el hombre severo en muchas
oportunidades. Pero para mí tenía una gran
cualidad, su ternura. Era como un niño. Él
revestía eso definitivamente con su
carácter y sus arranques. Aunque ya en la
última étapa de su vida, él trataba de
dominar y corregir esa impetuosidad de
carácter en que estallaba muy a menudo,
sobre todo en su oficina y en su trabajo. A
él le temblaban. Mi papá entraba por una
puerta y las personas -lo adoraban- pero le
tenían pánico. El tenía unos estallidos
tremendos de carácter, donde mandaba a
callar al que fuera y lo sacaba de la
oficina, y punto. Me imagino que en los
comienzos de su vida, él lo utilizó como un
arma para ir surgiendo, impóniendose en su
medio, que era un medio tan difícil,
además. Pero ya en la madurez de su vida él
estaba como corrigiendo eso. Estaba
madurando, para que tú veas, madurando y
suavizando esas facetas de su carácter y
después que tenía esos arranques, se
arrepentía profundamente. Y cónchale,
quería ir y pedir perdón, excusarse. En
alguna oportunidad, creo que hasta lo llegó
a hacer. Pero no era el tener que
excusarse, sino el lograr no tener los
arranques, lo que más le importaba. Esa era
una gran cualidad de papá, sus
sentimientos.
¿LA PREGUNTA QUE NUNCA LE HICISTE?
Nunca le hablé sobre su vida sexual,
por ejemplo, -se ríe- ¡jamás...! Para mí él
era mi papá. Podía ser hombre, podía ser
todo lo que él quisiera, pero ese aspecto
de hombre con una vida activa sexualmente,
¡jamás! Para mí , mi papá era tabú en ese
sentido. A pesar de toda la cercanía que
tuvimos tal vez eso sería lo único de lo
cual nunca, nunca ni me atreví, ni quise,
ni me interesó hablarle. No sé si es porque
él murió y yo tenía veintitrés años y de
los diez y nueve a los veintitrés, pues yo
tenía otros asuntos más importantes de que
ocuparme, que estar indagando sobre la vida
sexual de mi papá. No, ese fue un aspecto
de su vida del cual nunca hablamos. Nunca
hablamos como hombre y mujer, en ese nivel.
En otros tantos, sí, incluso aconsejarme
como actuar con mis novios o con mis
conflictos de pareja, pero nunca, nunca
quise saber de la vida sexual de mi papá.

¿UNA CHUCHERÍA?
Sí era chuchero, como no, pero no sé
si era dulcero, yo creo que no. Y era con
la comida. Me recuerdo en la época que él y
yo nos fuímos a vivir a Londres, y
estábamos de vacaciones juntos. Él recién
divorciado, y yo recién graduada. No
teníamos ataduras, ni límites, ni
responsabilidades que nos pararan. Nos
fuimos juntos a viajar, él y yo. Yo invité
a una amiga. Y por cierto me acuerdo que me
dijo: este será el verano más bello de toda
tu vida, y así lo recordarás. Yo me decía:
¡no hombre, este típo esta loco! Con todo
lo que me falta a mi por vivir y todas las
cosas más divinas que voy a hacer, y mira,
dicho y hecho ese fue el mejor verano de mi
vida. Sé que nunca tendré otro igual,
porque sé que nunca podría compartirlo con
alguien como él. Serán distintos, nunca
como ese. Ese fue un verano inigualable,
viajamos en automóvil por toda Europa, nos
dedicamos a comer y engordar -nos reímos
las dos. O sea, las consecuencias
subsiguientes, se las debo todas a él de
todos los años de dieta. Porque estábamos
desayunando y ya íbamos preparando que
íbamos a almorzar. No habíamos terminado de
almorzar opíparamente cuando él ya estaba
degustando qué y dónde íbamos a comer,lo
que íbamos a ordenar, y no era cualquier
comida. ¡Cómo gozamos! Vivíamos en Londres,
me acuerdo en Piccadilly, y él bajaba a la
panadería inmediatamente debajo del
edificio, y se traía un "loaf" de pan (así
como un pan Holsum grandote, pero entero
sin rebanar) recién hechecito, exquisito,
calentico. Lo picaba por la mitad: mitad
para tí, mitad para mí, me decía. Se traía
una barra de la mantequilla más cremosa y
salada, un trozo de queso, y ahí
empezábamos a desayunar, para comenzar a
discutir adonde íbamos a almorzar. Así que
¡te podrás imaginar!, esos eran sus planes
de chucherías.

¿UNA REGLA ESTRICTA?


Disciplina y obediencia... me recuerdo
de jovencita, era a tal hora, y a tal
hora nos estaba esperando furioso si no
llegábamos, pero furioso, y teníamos que
volver de donde estuviéramos y cumplírselo.
Y creo que esa regla se ralajó un poco
cuando una vez en Italia, un poco más
grandecitas, obstinadas de la tal hora,
teníamos que regresar a las doce de la
noche y llegamos ¡a las cuatro de la
madrugada! Por supuesto, a las cuatro de la
madrugada, ¡te podrás imaginar! no nos
atrevíamos a entrar así que vimos por la
cerradura de la puerta, porque era un
apartamento con una sala inmediatamente
después de la cerradura, unas cerraduras de
esas antiguas, grandes. Me acuerdo que yo
lo veía clarito; él estaba sentado en una
poltrona que estaba al lado de la puerta,
con una luz leyendo un libro. Se nos hizo
un poco más tarde de las cuatro por la
discusión en la puerta de quién entraba
primero. Rina, siempre más valiente en esas
cosas, más desfachatada, diría yo, tocó la
puerta. Con la llave abrió y entró, y atrás
calladita entré yo, tranquila como si yo no
hubiese estado allí... papá se levantó,
nosotros esperando la tempestad, se nos
queda viendo, cerró su libro y se va a
dormir sin decir palabra. ¡No nos dijo
nada! ¡No lo podíamos creer! ¡Pero nada!.
Ni allí, ni entonces, ni después. Yo no
supe como tratarlo, si era que estaba tan
furioso que nos quería matar y prefirió
irse a dormir, o si era que estábamos muy
grandotas, y él iba a relajar su disciplina
en ese sentido. Esa fue la primera vez que
me asusté más por no haberle cumplido, y
nos hizo menos. Marcó una pauta, yo creo
que después no fue tan estricto.

¿UNA PALIZA MEMORABLE?


Sí, no se me olvida, fue después de
vieja, por eso no se me olvida. Además que
nunca nos dio palizas. Nalgadas oportunas
en cada momento de la infancia mientras se
crecía, sí. Pero a los diez y nueve años
recuerdo una paliza memorable, que tampoco
fue una paliza, fue una pela memorable. Yo
me estaba comportando "un poco" fuera de
tono y de tónica y mi papá decidió un día,
subir a mi cuarto, a pararme literalmente
el trote. Cerró la puerta y me dijo: ¡ven
acá! Esto es para que te recuerdes que sigo
siendo tu papá, y tú mi muchachita, y me
tienes que obedecer. Me agarró, me puso
sobre sus rodillas, me bajó el pantalón y
me dio dos nalgadas. Yo me paré, con la
misma me subí mi pantalón indignada y ahí
nos mantuvimos las miradas un buen rato. Él
se salió del cuarto. No sé si es porque se
tenía que ir, o porque simplemente me miró
a los ojos, - se ríe-. Esa fue una paliza
memorable.
¿UN MOMENTO DE RETOZO?
¿Retozos? Ah, bueno, eso era a cada
rato. Sobre todo cuando me podía alcanzar
más, que era después del accidente que no
me podía escapar, ¿no?. Estaba yo muy
instalada en mi cama, de esas camas
grandes, de esas que se llaman hoy en día:
"adjust-a bed". Ahí vivía yo muy
apoltronada viendo mi televisión y él
llegaba. Yo cuando veía que él se quitaba
los lentes, decía: ay papá, no, ¡que
fastidio!, porque yo ya sabía que ese gesto
de quitarse los lentes era que se iba a
instalar en la cama a acurrucarse a mi
lado, a fastidiarme, literalmente, porque a
mí no me gusta que me estén amapuchando. Yo
no soy muy cariñosa físicamente. Entonces
él se me encaramaba en la cama, me
empujaba, que no lo necesitaba porque la
cama era bien grande. Se acurrucaba y
empezaba a fastidiarme. Me movía la pierna.
¿Porqué me mueves la pierna, papá?, yo
estoy cómoda. Hay que moverte la pierna
porque el médico dijo que la circulación...
Y empezaba con toda una explicación médica.
Eso era a cada rato, ¡y que él tenía que
moverme! Y yo: papá, ¡basta, no te
soporto!, ¡quítate por favor! -ella ríe- Y
sí recuerdo una vez en Los Angeles, un día
muy particular, que me dijo: está bien, ya
vas a ver (así como con una voz de reparto,
así como un muchachito malcriado), pero el
día que te falte, te va a hacer falta que
te venga a fastidiar, te vas a acordar.
Cerró su libro, siempre andaba con un
libro, y se fue a leer para otro lado. -
Rhona suspira... Y es verdad, hoy me hace
falta.

¿UN INSTANTE AMOROSO?


Para mí su vida entera fue un instante
amoroso. Todos los instantes con él fueron
amorosos... conmigo particularmente. Para
mí él era una fuente cariño constante,
aunque no estuviera presente y aunque me
estuviera armando un zaperoco. Su vida la
recuerdo con un amor, amor que le brotaba
por los poros hacia mí, hacia todas sus
hijas, hacia su familia. Ya como mujer
adulta ahora comprendo que él atesoraba su
familia por encima de todas las cosas.
Porque mi padre era un perrito callejero.
Me explico: papá era huérfano de madre
desde que nació. Su mamá murió a
consecuencia del parto. Su papá, el abuelo
Pancho muy querido y recordado, pero era
"bebedor y jodedor", como dicen por ahí. Y
la madrastra con quién se casó, no quería a
Renny. Total, que papá vivía en la calle o
en casa de algún amigo; dormía con los
perros, en los bancos de las plazas. De ahí
que atesoraba y adoraba a su familia y se
volcaba en ella aunque realmente pasaba
muchas horas ausente de la casa trabajando.
Aunque yo nunca lo sentí ausente realmente.
Toda su vida entera, para mí, fue amor. Un
derroche de amor hacia el hogar, nos
adoraba.

¿LA CARACTERÍSTICA DE ÉL QUE ENCUENTRAS EN TI?


Yo con él siento una particular
simbiosis, encuentro muchas características
de él en mí. Hay mucha identidad la hubo
siempre entre ambos. Mis explosiones de
carácter por ejemplo, igualita a él; mis
intentos de corregirlos, igualito a
él. Nos gustaban las mismas cosas.
Sentíamos las cosas de la misma manera. Nos
expresábamos del mismo modo, además había
un gran compañerismo entre los dos. No sé,
hay una fibra en el carácter que siento una
total identidad con él. Siempre nos
identificamos. Había algo entre él y yo que
era muy especial. Y muy probablemente él
también sentía lo mismo hacia mí que yo
hacia él, era totalmente mutuo.

¿UNA FRASE HIRIENTE SIN DARSE CUENTA?


¿Frases hirientes?, también, - se ríe-
Es que eran tan pocas, las cosas así, que
me hizo, como lo de la paliza, que las
recuerdo clarito. Pero lo hacía totalmente
sin darse cuenta. Después del accidente y a
raíz del accidente, mi vida se convirtió en
la de él. Si él hubiese podido dar su vida
para que yo viviera, él lo hubiese hecho, y
de hecho yo creo que así lo hizo. Yo
recuerdo una vez, era a dos, tres años del
accidente, me llevaba a cenar con mi médico
a quién llegué a adorar. Siempre íbamos los
tres, y yo me sentía muy bien, porque me
sentía persona con ellos. Todavía quedaba
un ápice de la mujer que yo alguna vez fui.
Ellos dos me querían, admiraban mi lucha, y
me hacían sentir como la mujer más
importante, y mejor del mundo. Yo ahí, un
pedazo de carne atada a una silla de
ruedas, así era como me sentía yo. Ellos
sin embargo, me llenaban con la estima que
me tenían ambos. Entonces llegamos a un
restaurante y papá se puso a discutir, muy
seriamente, muy pacientemente con el
médico. Él no se resignaba a verme así.
Para él yo era una mujer demasiado valiosa,
y él tenía que verme realizada, completa,
feliz. Y su obsesión se convirtió en que yo
tenía que lograr ser mamá. Él no aceptaba
el hecho de que mi vida como mujer hubiese
terminado y de que yo no hubiese podido
realizarme como mujer y como madre. Y era
tanta su pasión, que él estaba hablando con
el médico como si yo no estuviera ahí. Y en
una de esas le agarra la mano al médico y
le dice: Mira chico, y sí el asunto es que
si hay que hacerle inseminación artificial
a esta mujer, se la vamos a hacer, porque
ella va a ser madre. -Rhona se ríe
nerviosa. Cónchale papá, no me ayudes tanto
vale, no me levantes tanto los ánimos,
gracias. O sea, él tratando de solucionar
mi problema, no se dio cuenta que estaba
hiriendo la fibra más profunda de cualquier
mujer. Como diciendo, quedó tan mal, está
tan averiada, es una cosa tan horrorosa,
que nadie la va a querer, así que la
tendremos que inseminar. Pero bueno si hay
que inseminarla la inseminamos, ¿no?. Yo
"coye papá", entonces me miraba muy
orgulloso y feliz de la solución que había
encontrado, y me miraba y me agarraba la
mano. Al rato me ve a mí con unos
lagrimones, y entonces como que cayó en
cuenta. Se voltea, me agarra y me dice: ay
no mi amor... pero si yo no te quería
ofender mi amor... tú vas a ver... tú vas a
estar muy bien... te van a querer mucho. Y
no hallaba como remendar el capote. Bueno,
sí papá está bien. Eso me hirió, me dolió,
pero eran puras buenas acciones.

¿LA PRIMERA DECEPCIÓN, DE AMBOS?


Yo, decepción como tal, jamás tuve de
mi padre. De verdad que no. Ahora, el único
gran desaire que yo le hice a él, algo así
como una reprimenda para con él, fue a raiz
de su salida de la televisión venezolana.
Él con su inquietud de comunicar y hacer lo
que él nació para hacer, -se sonríe-
incursiona en el cine. Entonces el tuvo
una única y sóla película, que era una
coproducción española recuerdo, la cual se
llamó: "Mamá no es nada, es solo un juego".
Él, muy orgulloso me invita a ver su obra,
su primera producción internacional. Y
empiezo a ver eso. Y empiezo a ver eso,
cada vez más aterrada. Primero, que la
película era pésima, y segundo que la
temática era tenebrosa. "Mamá no es nada,
es solo un juego", se trataba de un hombre
enfermo, sicópata, que le gustaba maltratar
a las mujeres, la madre no quería ver la
enfermedad del hijo, y lo encubría. Yo no
sé como terminó la película, porque a mitad
de la película me salí. Abrí la puerta del
cine, que era un sesión privada por cierto,
dí un portazo y me fui para afuera. Me le
planté en la puerta y lo esperé a que él
saliera detrás de mí, y le dije: Nunca me
esperé esto de ti, es una porquería, agarré
y me fui. Caray, más nunca hizo cine. Debut
y despedida.

¿EL SUBLIME MOMENTO DE ORGULLO?


El sublime momento de orgullo lo sigo
viviendo hoy. Y lo vivo todos los días,
siempre a cada momento, es inevitable. El
sublime momento de orgullo ni siquiere
puedo decir que estuvo en vida restringido
a la vida de mi padre. Donde sea que yo
voy, en cualquier rincón del país, no
importa con quién yo pueda hablar o
comunicarme, la estela de amor, de respeto,
de admiración y de cariño, que dejó mi
padre en el corazón de este pueblo... es mi
sublime momento de orgullo. Ese es su
monumento, él único que le han hecho es
este país pero el más valioso y el que más
se merecía. Y esa fue su herencia, y ese
fue su legado. Indiscutiblemente murió en
la gloria que era lo único que él quería.

¿UN REPROCHE?
Sí te puedo decir que era un poco
mujeriego, un poco bastante. Se peleaba con
mi mamá, y mi mamá con él, y por ahí
vinieron los únicos reproches. Para mí nada
trascendente, nada que valga la pena, son
hechos de la vida. A todo el mundo le puede
pasar. Yo creo que todo problema en pareja
lo debe resolver la pareja y es problema de
la pareja y punto. Ahí no hay partes de, ni
espectador que valga. Si tal vez hubo
reproches, puede haber sido por esas
flaquezas humanas que él tuvo.
¿UNA MORISQUETA?
Si recuerdo una morisqueta muy tipica
de él. ¡Era llorón!, no podíamos ver
películas juntos, porque ya cuando venía la
parte sentimental, tú lo veías que se
bajaba los lentes, nos veíamos las caras, y
hacía pucheros: abuuu... y ahí llorabamos
los dos. Esa es una morisqueta que recuerdo
con cariño de él.

¿SUPERSTICIOSO?
No creía en el factor suerte, pero se
consideraba muy afortunado. Tan afortunado
que decía que él tenía tanta suerte, que
tenía suerte para repartir. Y mientras más
repartía, más suerte tenía. Supersticioso
así de números, no, no conocía de
feticherías. Tal vez si conocía de factores
causalísticos en la vida, en eso si creía.
Causa y efecto y el poder del pensamiento
tenaz, y el saber que si tú estás en
armonía contigo mismo llegas a donde debes
de llegar. Creer en tí mismo, tener
"timing". Se consideraba un hombre
afortunado. Él siempre decía: a todo el
mundo le cuesta trabajo llegar adonde yo
llegué. A mí no, a mí me fue muy fácil.
Además, gozé un puyero haciéndolo, y además
me pagaron para hacerlo.

¿UN SUEÑO QUE NUNCA ALCANZÓ?


Ser Presidente de la República, ser
presidente del país que amó. Gobernar a
Venezuela porqué la quería mucho. Ese fue
un sueño que él nunca alcanzó y es un sueño
del que nunca gozarán los venezolanos,
lamentablemente. Estoy segura que la muerte
de mi padre cambió el destino de Venezuela,
estoy segura de que eso fue así. Venezuela
sería otra. La historia contemporánea del
país, se hubiese escrito de otra manera con
la sola presencia y dirección de Renny
Ottolina.

¿UNA CARICIA A TIEMPO?


Tal vez en este instante valga la pena
recordar otro momento donde su presencia,
su apoyo, marcó el resto de mi vida -su voz
gime-. Ya yo vivía en los Angeles en una
casa espectacular que él encontró, para que
yo tratara de vivir lo mejor posible,
estuviera lo más feliz posible dentro de mi
circunstancia. Porque eso sí, él no
escatimaba. Ser más generoso no he
conocido. No solamente con nosotros como
hijas, sino con todo el que lo rodeaba, era
un hombre espléndido. Generoso material y
espiritualmente, porque él estaba dando
constantemente de sí. Conversar con papá
era una enseñanza constante, aunque fuera
la mayor nimiedad. Todo el tiempo tú
estabas aprendiendo, no porque él todo el
tiempo estuviese haciendo filípica, sino
porque su verbo, era una enseñanza
constante. Me acuerdo un día que estaba yo
bien triste, ahí en una poltrona, aplastada
literalmente, con el peso de mi dolor, y en
eso se acerca, y se me queda viendo, y me
dice: "la verdad mi amor, es que estás bien
jodida", -risas- , palabrastextuales. Tú
juras que te va a decir una cosa
alentadora: "la verdad mi amor es que está
bien jodida". Y tú sabes lo peor de todo mi
amor, es que nadie se va a parar por ti,
nadie en este mundo. Ni el mundo va a
detenerse, ni a moverse más lento por tí.
¿Así es que sabes una cosa mamita?, que si
quieres echar para adelante, vas a tener
que hacer el doble o el triple de esfuerzo
que cualquiera, para llegar aunque sea a lo
normal. Mírame lo que te toca si quieres
sobresalir. Bueno ve a ver qué haces. Y con
la misma se paró y se fue. Yo me quedé
pensativa: cónchale papá, eso era todo lo
que me tenías que decir, papá. Y bueno, era
verdad pues. Esos eran sus cariños,
verdades crudas y rotundas.

¿CUÁL FUE SU MAYOR MOTIVO DE ORGULLO, CON


RESPECTO A TI?
Él se sentía orgulloso de que yo fuera
su hija, con eso le bastaba. Así como yo me
sentía orgullosa de que él fuera mi padre.
Yo creo que papá apreciaba mi presencia de
carácter y mi manera de enfrentarme a la
vida en términos generales, y de luchar
contra los obstáculos. No importa si era
montando a caballo (que le encantaba verme)
¡Ah!, no le importaba que perdiera. Claro,
se ponía furioso porque no aceptaba que uno
perdiera en nada. Pero me decía: mi amor,
no importa si pierdes, por lo menos eres la
más elegante de la cancha, -ella ríe
divertida con el recuerdo alegre-. Él
difrutaba con la presencia de carácter, no
solamente la mía, de cualquier ser humano.
Y tal vez él no se sabía que él era la
fuente de inspiración de esa presencia de
carácter. Así como él me inspiraba a mí, él
decía que él recargaba sus baterías
conmigo. Cuando él se sentía muy deprimido
en su oficina, levantaba el teléfono, y
llamaba a Los Angeles. Llamaba a aquella
muchachita, a aquella hija suya que estaba
bien jodida, pero que le estaba echando
pichón. Y así nos nutríamos mutuamente.
Siempre nos queríamos mucho, siempre. Papi
y yo nos cargábamos las pilas, como decía
él. Él decía que cuando uno amanecía
deprimido o decaído, que eso era que las
pilas del organismo estaban descargadas, y
uno lo que tenía que hacer era que esperar
al día siguiente que ellas iban a amanecer
más cargadas. Y es verdad, tienen razón.
Uno no debe desesperarse cuando está
decaído, porque el día siguiente es otro
día y lo más probable es que al día
siguiente amanezca con las baterías más
llenas, más cargadas.

¿LO QUE NUNCA ALCANZASTE A DECIRLE?


Si se me apareciera por un momento yo
le diría que lo mejor que me ha pasado en
mi vida, es haber sido su hija. Tal vez él
no lo sabía, pero creo que él ya lo sabe.
Eso me gustaría decírselo.

¿QUÉ APRENDISTE DE ÉL QUE QUIERES TRASMITIRLE A


TUS HIJOS?
Fortaleza, espíritu de lucha, espíritu
de superación, y de que aquello que
emprendas, no importa lo que sea, trates de
hacerlo lo mejor que puedas. Poner el mayor
esfuerzo de tu vida en ello. Yo creo que si
se lo preguntas a mi hija, ella ya lo
aprendió. Te lo digo porque me estaba
haciendo una revisión de la entrevista que
tú me entregaste para hacer este libro y
cuando llegamos a ese punto, ella me
dijo: - imita la voz de su hija-, mamá ese
debe ser el espíritu de lucha, ¿verdad? Sí
mi amor, lo heredas de tú abuelo y yo te lo
transmito. ¿Te gusta?, si mamá, yo lo
entiendo. Y seguimos adelante. Me gustó
mucho.

¿QUÉ TE COSTÓ SU VIDA PÚBLICA?


Responsabilidad... y además no te
exige sino un mayor reto, porque la vara
con la que se te mide es una vara muy alta
de alcanzar. Muy, muy exigente y muchas
veces no todos los hijos de hombres de gran
talento podemos nacer o tener la ambición o
el talento conque nacen nuestros padres. De
mí ha exigido primero una gran
responsabilidad hacia con mi padre porque
él murió en una labor pública. Él murió con
un legado que él le dejó al país, una
función de servicio hacia la nación. Yo
sentí de alguna manera que esa fue la
herencia que él me dejó, una
responsabilidad. Solamente que mucho menor
equipada que él, porque cuando él muere él
es un hombre de una talla considerable, y
me deja un fardo pesado, ¡y cónchale!, mi
circunstancia es otra. Sin embargo, quise
asumirlo, hice sólo lo que pude, pero
sí todo lo que pude; y trato de seguir
haciéndolo sin pretender llenar el paltó
que llevaba mi padre, pero sí con la
responsabilidad y la dedicación que él
hubiese esperado de mí. Eso es lo que te
dejan los padres que tienen un talento y
que tienen proyección pública. Te dejan
llenos de cargas y responsabilidades, de
retos muchas veces más grandes que uno. Y
no te queda sino pasar tu vida angustiada y
tratar de llenarlos. Yo vivo angustiada y
vivo tratando de dar la talla.
Papá murió muy joven. Nadie se
imagina, a menos que saquen cuentas y lo
concienticen, que mi papá era un chamo de
cuarenta y ocho años, perdón, tres meses
recién cumplido sus cuarenta y nueve, era
un bebé, ¡y había hecho tanto! El reto es
inmenso y la problemática que me dejó para
resolver, también. Porque Venezuela es
otra, y uno de los factores por la cual es
otra es porque él no está.

¿EL INSTANTE EN QUE PASÓ DE SER PADRE A SER


HOMBRE?
En esos momentos de la adolecencia,
donde uno se las sabe todas pero no se las
sabe nada y lo único que tiene de seguro,
es la inseguridad. En esa época, que
también se estaba divorciando, él decidió
que iba a ser mi amigo, y mi mejor amigo.
Los padres, estamos hablando del comienzo
de los años setenta, tenían que además de
ser padres ser amigos. Yo me puse furiosa y
tuvimos un altercado y un encontronazo. Yo
le decía: ¿y porqué tú vas a ser mi amigo?,
yo no quiero que tú seas mi amigo. Tú sabes
la cantidad de amigos que yo tengo, tengo
bojotes de amigos. Tú eres mi papáy yo
quiero que tú seas mi papá y no voy aceptar
de que tú seas ninguna otra cosa sinomi
papá. Entonces yo creo que ahí él tuvo el
intento de pasar de padre a amigo, pero yo
no se lo permití. A mí, el papá que yo
tenía me parecía un tronco de amigo, y no
pensaba cambiar de parámetros. Siempre fue
mi papá, -se le quiebra la voz- mi padre
amigo. Y nunca para mí tuve esa sensación,
tú sabes, cuando uno crece, ¿no? y se da
cuenta de que padre no es todo, sino que
además es un hombre. Esos momentos que los
hijos aprendemos a ver a los padres en su
justa medida, que nos damos cuenta que no
son todo aquello que pensábamos, sino que
además de ser los padres, que es el todo
para uno, son hombres y que tienen sus
limitaciones y debilidades. Bueno, a mí eso
no me pasó con mi papá. Siempre la
dimensión que le di fue la dimensión que él
mantuvo. Cuando entendí que además de ser
padre era un ser humano, con sus pros y sus
contras, nunca disminuyó de talla, ¡jamás!
Siempre tuvo la grandeza que pensé que él
tenía. Y no lo digo idealísticamente porque
él ya se murió y no está, no, te repito, yo
tuve la oportunidad de aprender a querer a
mi papá y a apreciarlo en vida, yo no lo
aprendí a querer más después de que se fue.
Yo lo quise mucho siempre.

¿CÓMO ASPIRABA TU PADRE A QUE LO RECORDARAS?


Tal como lo están recordando con amor,
aspiro a que lo recuerden tal cual. Fue un
hombre que nació con suerte. ¿Tú sabes que
mi padre nació de pie y enmantillado?, eso
es auténtico. Solamente con nacer de pie el
pueblo dice que es de suerte. Solamente
nacer enmantillado, el pueblo dice que es
un manto de suerte. Bueno, él tuvo la
bicoca de nacer de pie y
enmantillado. Ahora el pueblo lo recuerda
como el quería que lo recordaran, con amor.
Como algo insuperable, como algo
inolvidable, como alguién que nadie podrá
sustituir y es así de hecho. Él es
insustituible.

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