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Introducción
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Vergüenza, bochorno y pena...
Eso era lo que sentía yo ahora mismo.
Mi papá y Justin, habían atrapado a Jaxon luego de que
éste, saliera corriendo del segundo piso en toalla.
Puedo decir, que tuvo que pasar un buen rato para que
estos dos lograsen atraparlo, no sabía que Jaxon era tan
atlético y veloz hasta ahora. En ése tiempo, en que
estos tres estuvieron correteando por el patio delantero
de la casa, yo tuve tiempo de cambiarme de ropa,
pensar en lo muy avergonzada que estaba y bajar al
primer piso a presenciar aquello.
Luego de atraparlo y traerlo a la casa, nuestros padres;
nos habían sentado en el balcón y estaban dándonos
algunos sermones sobre la sexualidad, respeto
y más aún, lo que tener una vida sexual activa...
conllevaba.
¡Lo sé... incómodo!
¿Alguna vez han sentido ésa sensación de que quieren
que la tierra se los trague y los escupa en otro lugar?
Pues así mismo estaba yo ahora mismo.
Juro, que quería que la tierra me tragase y me escupiera
en el inframundo dónde Hades de una buena vez...5
—Sé que son adultos ya y que tienen que hacer sus
cosas cómo pareja; pero Jaxon... ¿en el baño? —Justin
mira al chico que está sentado a mi lado en una banca
en el balcón; aún, con su toalla enrollada en la cintura y
sus pies descalzos a la par que sucios por el correr en la
tierra. —Sabes que ése es el único baño de la casa,
además del que la señora Julia tiene en su habitación,
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Todos nos quedamos en silencio mirando a Antonio,
quién se queda perplejo observando el collar en mis
manos.
Sus ojos, como dos farolas enormes que penetran los
míos en espera de una respuesta de mi parte.
—¿De dónde lo sacaste, Katrina? —Vuelve y pregunta.
—¿Qué es lo que sabes de el? —Pregunto observándole;
mi corazón,
palpitando muy rápidamente y mis nervios, muy
presentes.
—¿Qué, qué sé de el? —Acerca sus manos y lo toma
con sumo cuidado. Sus ojos, clavados sobre el. —¡Claro
que sé que es! —Dice con un tono de voz alto; una
sonrisa se dibuja en sus labios mientras lo observa
sobre las palmas de
sus manos.
Rápidamente, el chico de los anteojos rojos, corre hacia
la mesa de noche entre las dos camas, abre la última
gaveta de abajo y saca unos libros con muchas páginas.
Antonio, coloca el collar sobre su cama a la vez que
abre aquel libro, el cuál, se veía muy antiguo y
maltratado. Éste, ojea las páginas del libro con mucha
Capítulo 10
Los chicos y yo estábamos en la habitación de Antonio.
Los cuerpo de los dos encapuchados, los cuáles los
chicos habían logrado
dejar inconscientes, están en el suelo.
Detrás de mí, el cuerpo de Juan...
Mi papá, Justin y Jaxon, me miran con una expresión
de preocupación en el rostro. Yo, solo puedo pensar en
aquella alma inocente que había muerto a manos de
esos infelices.
—Antonio está todavía ahí. —Dice Justin con pena en
los ojos, yo, asiento y me encamino hacia el baño.
Con el corazón en la mano, me paro frente a la puerta
del baño, bajando mi mirada al suelo y mordiendo mi
labio inferior mientras sostengo aquel sollozo que
quiere salir de mi pecho.
Con el alma partida en dos, giro la perilla de la puerta
para luego, entrar al baño. En un principio, no veo al
chico de los anteojos rojos, pero sí, escucho su corazón
palpitando muy rápido... nervioso.
Camino lentamente hacia la ducha, y agarrando la
cortina de baño con mi mano, la halo, moviéndola para
un lado. Mi ojos, se van rápidamente hacia Antonio,
quién está agachado en el suelo, con sus manos
rodeando sus
rodillas, su cabeza metida entre sus piernas y
temblando.
—Antonio. —Murmuro mirándole, éste, voltea el
rostro rápidamente al
escuchar mi voz y sus ojos se abren cómo dos lunas
gigantes.
—¡Katrina! —Dice con emoción en tanto se levanta, al
verme. —¿Qué pasó?
Escuché muchos ruidos. —Dice, saliendo del área de la
ducha.
—Eran los encapuchados, pero... —Hago una pausa,
viendo, cómo Antonio
camina hacia la puerta y sale por ella. —¡Antonio,
espera! —Digo, pero éste, sale del cuarto de baño y lo
veo quedarse inmóvil con su mirada hacia el suelo.
Capítulo 11
Los chicos y yo, volvimos al colegio para despedirnos
de Antonio luego de
dejarle solo por un rato.
Ya, estaba por amanecer, por lo que, nos teníamos que
dar prisa si queríamos salir de este lugar antes, de que
los primeros rayos del sol aparecieran en el cielo.
Antonio, quién estaba encerrado en su habitación, se
había despedido de mí muy amablemente, y me había
regalado aquel libro que tenía toda la
información de los amuletos.
—Siento mucho lo que pasó, Antonio. —Digo muy
triste, aún en su habitación. Los chicos, esperando por
mí en el pasillo.
—¡Por favor Katrina, júrame que vengarás la muerte de
Juan! —Dice,
colocando su mano derecha sobre mi hombro. —
¡Júrame, que acabarás con todos ellos! —Me mira
directamente a los ojos.
Un frío, recorre por mi pecho al pensar en aquel
juramento que Antonio quería que le hiciera. Aquel
juramento, que no sabia si podía cumplir, pero, que
deseaba realizar con toda mi alma.
—¡Lo juro, Antonio! —Digo, y siento, cómo mi corazón
acelera al decir aquello. —¡Acabaré con todos! —
Asiento.
—Gracias Katrina. —Sonríe débilmente. —Yo sé que tú
eres la única que
puedes hacerlo. —Al aquellas últimas palabras salir de
su boca, Antonio, se me abalanza encima y me abraza
con mucha fuerza. —¡Eres increíble, nunca lo olvides!
—Murmura cerca de mi oído, para luego, alejarse un
poco de mí y
mirarme con una expresión de esperanza en su rostro.
Capítulo 12
Durante el transcurso a casa de doña Julia, los chicos y
yo, habíamos estado muy atentos a que los
encapuchados no nos siguieran. No había señales de los
encapuchados en lo que fue todo el camino, lo que se
nos hizo muy extraño.
Mi padre, aunque ya no hubiera señales de aquellos
hombres logo, continuó conduciendo a toda prisa por
aquellas carreteras.
Al adentrarnos al camino de tierra que conducía a la
granja de doña Julia, pudimos ver la casa en la lejanía.
Todo se veía normal y en orden, por lo que eso, nos
dio un gran alivio.
Llegando frente a la casa de doña Julia, mi papá, aparcó
la camioneta frente al balcón, y sin apagar el motor,
todos, saltamos de ella y corrimos hacia dentro de la
casa.
Una vez dentro, vemos a todos los chicos y a la señora
Julia en la cocina.
Wesley, Carlos y Sam, ayudándola a colocar los platos
del desayuno sobre la mesa; Lian y Austin, ayudando a
la señora Julia a preparar el desayuno en la estufa.
—¡Miren, llegaron los chicos justo a tiempo para el
desayuno! —Dice la señora Julia con una sonrisa en el
rostro.
—Sí.
Inmediatamente, Jaxon y yo, salimos de la habitación
para ver a los chicos corriendo por el pasillo con sus
respectivas mochilas y bajando las escaleras.
El chico de los ojos verdes y yo, bajamos también al
primer piso.
Al bajar, veo a mi padre hablando con la señora Julia,
ambos, sentados en el sillón de la sala... doña Julia,
llorando.
—¿De verdad se tienen que ir? —Solloza. —¿Me tendré
que quedar sola
nuevamente? —Llora, y algunas lágrimas bajan por su
rostro. Todos, nos
quedamos en silencio mientras siento, cómo nuestros
corazones se rompen al verla por primera vez así.
—Si, lo lamento tanto. Pero es por su seguridad. Ya no
podemos estar más
aquí con usted... —Le explica mi papá mientras éste,
coloca su mano
delicadamente sobre el hombro de la anciana. —Un
problema del pasado nos a encontrado, y... —Suspira.
—Debemos irnos lo más lejos que podamos de aquí. Lo
siento. —Escucho, cómo la voz de mi padre se
quebranta, pero éste,
se mantiene firme para no demostrarle a la señora
Julia, que a él, también le duele.
—Está bien mis niños, creo, que me acostumbré mucho
a su compañía. — Limpia sus lágrimas con la parte
trasera de su mano y nos mira a todos con
una sonrisa débil en los labios. —Solo les deseo, que
puedan encontrar la paz que tanto buscan y que, les
vaya bien en su nueva aventura. —Suspira.
—Gracias Julia. Nosotros, no podemos estar más que
agradecidos con usted por habernos acogidos y hecho
parte de su familia. —Mi papá, le regala una sonrisa
triste y veo, cómo la señora Julia se abalanza sobre él y
le da un fuerte abrazo.
"¡Ven!"
***
Me despierto de un salto agitada por aquellas voces que
había escuchado
dentro de mi cabeza. Mi corazón esta a punto de un
ataque cardíaco; mi
respiración, hiperventilando.
Miro a mi alrededor, Jaxon, esta dormido a mi
izquierda. Con su cabeza
posada contra el vidrio de la puerta trasera. A mi
derecha, también dormido, Carlos; quién tiene su
cabeza inclinada hacia atrás en el sillón de la
camioneta, mientras algunas babas salen de su boca y
ruedan hasta su cuello.
El auto está detenido... ¿dónde estamos?
Froto mis ojos contra la parte trasera de mis manos,
para ver, si aquel efecto nublado sale de mi vista y así
poder bien en la lejanía. Mi papá y Justin, no están en
la camioneta, por lo que, comienzo a ponerme un tanto
nerviosa.
Miro hacia atrás, veo la camioneta que conducía
Austin, los chicos, dentro de ella. Volteo la mirada
hacia arriba por el vidrio trasero, veo, unos grandes
faroles que iluminan el lugar, escucho voces de otras
personas a nuestro alrededor... motores de autos.
Capítulo 13
Habíamos conducido por más de una hora. El sol, ya
estaba en camino hacia el horizonte y nosotros, aún no
llegábamos a aquel pueblo llamado Morton.
No habíamos hecho ni una sola parada en el transcurso
recorrido. Justin, decidió continuar manejando hasta
las coordenadas, para que así, la noche no nos fuera a
tomar por sorpresa.
Puedo decir, que todos los chicos estaban algo
nerviosos por ir a las
coordenadas. Ellos, pensaban que podía ser algún tipo
de trampa provocada por los Victorian, ya que,
nosotros, no conocíamos hasta dónde llegaba su
poder.1
Luego de alguna media hora más en la carretera, veo, lo
que parece ser un letrero muy viejo de madera a las
orillas. Este, anunciaba la llegada al pueblo Morton
junto con una frase la cuál ponía:
"Bienvenidos a Morton, el hogar de todo lo místico"
Definitivamente, aquel letrero me había dejando
pensativa.
¿Místico?
¿A qué se refieren?
—Creo que es mejor que nos quedemos en algún lugar
en el pueblo hoy. Ya está atardeciendo y
definitivamente no quiero que vayamos a esas
Capítulo 15
Capítulo 16
Siento las pulsaciones de mi corazón palpitar en mi
garganta. Mi respiración, se anula por algunos
segundos al ver aquello... al mi mente procesar, que
alguien había apuñalado a Wesley.
Mis ojos, clavados en aquella daga, la cuál, estaba
incrustada en el estómago del chico. Sangre,
comenzando a salir y empapando su camisa de color
vainilla.
El tiempo se ralentiza por unos momentos, viéndolo,
bajar su mirada lentamente y observar aquel cuchillo
clavado en su cuerpo. Sus manos,
comienzan a viajar temblorosas hacia el objeto, y lo
veo, tocar con la yema de sus dedos la daga... temeroso.
Noto, cómo sus piernas, se debilitan y comienza a caer,
pero, antes de que éste pudiera tocar el suelo, yo,
inmediatamente reacciono, corro hacia él y le sujeto
por debajo de sus brazos.
—¡Wesley! —Digo, sujetándolo con fuerza, viendo,
cómo estaba a punto de perder el conocimiento.
Wesley, estaba a punto de desmayarse, lo podía sentir
en el peso de su cuerpo, el cuál, estaba haciendo que
mis piernas comenzaran a perder el
equilibrio, por lo que, el chico de los ojos verdes, corre
hacia nosotros y lo toma de entre mis brazos;
cargándolo él y ayudándome a mantenerlo en pie. —
¿Qué mierdas pasó? —Dice Sam, con un tono de voz
nervioso; llegando hasta nosotros y tomando uno de
los brazos de Wesley y colorándoselo por sobre sus
hombros, detrás de su cuello. Jaxon, hace lo mismo y
entre los dos, lo mantienen en pie. Uno a cada lado.
—Alguien nos a atacado... —Dice mi papá, colocándose
en posición defensiva junto con los demás. Mirando el
horizonte en busca de algo, o más bien... de alguien.
Los demás chicos, se acercan a nosotros y nos rodean
en forma defensiva.
Creando un círculo a nuestro alrededor, en el cuál, solo
Wesley, Jaxon, Sam y yo, estábamos en el centro.
—La daga... —Murmura Wesley entre un tartamudeo.
—Saca... —Habla casi inconsciente y sin fuerzas. Su
mirada perdida en el suelo y su cuerpo, sin
poder sostener el peso de el mismo.
Capítulo 17
El agua me salpica el rostro, el viento por la presión de
mi caída, pegándome en la cara.
Miro hacia abajo y veo, que ya estoy a punto de llegar
al fondo, por lo que, cierro mis ojos y aguanto la
respiración.
Capítulo 19
Me quedo fría mirando al monje parado a solo unos
metros de mí. Mis piernas temblando y mi corazón,
palpitando muy fuerte. Mi mundo se va de cabeza al
realizar, que es el monje con el cuál tuve aquel
momento incómodo en la
cena, es el mismo que tomó las pinzas cuando yo me
disponía a hacerlo.
Capítulo 20
Observo al chico que tengo parado frente a mí; mis
pupilas, fijas en él mientras éste, me observa
fijamente.
—Buenos días señorita. —Inclina la cabeza un poco y
me regala una sonrisa.
—Buenos días. —Le respondo, parándome fría a su
lado.
En ése momento, Dawa habla.
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Capítulo 22
Capítulo 23
Amaru y yo nos quedamos helados mirándonos el uno
al otro mientras nuestros corazones palpitaban a una
velocidad increíble.
Siento, cómo cada vello de mi cuerpo comienza a
erizarse en tanto un sudor frío empieza a bajarme por
mi espalda.
Dawa estaba parado justo frente a nosotros luego de
habernos dicho que
sabía exactamente lo que ocurría entre nosotros... lo
que ocurría, entre Amaru y yo...
Pero, ¿qué quiso decir con eso?
Una sensación de miedo y desesperación comenzaron a
invadirme. Miedo de que se haya enterado de todo;
miedo, a que sepa nuestros secretos y nos eche a todos
a la calle.
¿Sabrá que Jaxon entró a mi habitación?
Acaso, ¿se enteró de que Amaru y yo nos besamos
anoche en su recamara?
Demasiadas cosas pasaban por mi mente en estos
instantes. Demasiados
miedos acumulándose dentro de mí con la expectativa
de no saber lo que pasará.
—¡Se exactamente lo que sucede con ustedes dos! —
Dawa se nos queda
viendo fijamente, sus manos, dentro de las mangas de
su túnica color naranja. —Ustedes dos no se llevan
bien. —Dice con una leve sonrisa en los labios.
Mi corazón bajó hacia mis piernas y subió a mi pecho
nuevamente en tan solo unos instantes. Un suspiro de
alivio abandona mis entrañas en tanto escucho cómo
Amaru suelta una gran bocanada de aire a mi lado.
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Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
La pelea entre vampiros, monjes y lobos, aún
continuaba en todo su
esplendor dentro del templo.
Cuerpos de monjes inconscientes y algunos sin vida en
el suelo; los chicos
peleando contra los vampiros; Austin y Esteban... aún
dándose de golpes en el centro del salón.
Transformada, como todos los chicos, en lobo; peleo
contra los vampiros que tratan de hacerle daño a los
monjes. Los monjes no están preparados para esto.
Ellos desconocen a lo que se enfrentan, a lo que atenta
contra su vida.
No son solo simples "humanos" como se ven por fuera,
sino que, son armas destructoras incapaces de sentir
algún tipo de afección o sentimientos; incapaces de
tener remordimiento o algo parecido a un corazón...
incapaces de morir; hasta donde yo sé.
Miro con la esquina del ojo, Amaru está peleando con
un vampiro en el extremo sur del salón del templo;
pero no le va nada bien. El vampiro al cuál
se enfrenta, es tres veces, al menos, más grande que el
pobre de Amaru.
Debo ayudarlo, debo ir a salvarle antes de que éste
quede como monje
aplastado por ese vampiro gigante.
Desplazándome entre las patadas y los puños que
volaban por doquier, me abro paso entre el mar de
monjes, vampiros y lobos; y logro llegar donde está
Amaru.
Inmediatamente, me coloco a su lado en posición de
ataque, tal y como él
mismo me enseñó. El monje me mira con la esquina
del ojo y me da una sonrisa de medio lado. Noto, cómo
su labio superior tenía una cortadura, al igual que su
ceja derecha.
—No necesito ayuda. —Dice entre una sonrisa.
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Capítulo 35
Las yerbas parecen estar más altas cada vez, era raro
ver este tipo de plantas así como así, en un campo
abierto. La maleza está muy alta, como si nunca
podaran.
¿Por qué habrán plantado este específico tipo de yerba
alta aquí?... tal vez; ¿ocultar algo?
Después de algún minuto o dos de caminar casi en
cuclillas para mantenerme escondida entre las yerbas,
escucho el sonido de un disparo.
Mi corazón da un salto dentro de mi pecho, a la vez
que un escalofrío me penetra el alma. Sudor frío
comienza a bajar por mi frente al imaginarme
todas las cosas que están pasando por mi mente.
¿Le habrá disparado a los chicos? ¿Estarán bien?
Inmediatamente, comienzo a correr a toda prisa hacia
donde provino el sonido. El ruido de los latidos de mi
corazón, aplacaba el crujir de las yerbas al ser
pisoteadas y partidas por mi cuerpo al pasar sobre ellas.
¿Y si fue a mi papá? ¿Y si ese disparo hirió de gravedad
a uno de los chicos... a Jaxon?
Mi mente no procesa nada, solo las imágenes
desagradables de lo que pudo haber pasado... de lo que
deseo con todas mis fuerzas, no haya pasado.
De pronto, siento como una mano me agarra
repentinamente y me hala hacia un lado; provocando,
que por la velocidad en la que iba corriendo, me
tropezara y cayera de un costado al suelo.
Confundida, me volteo rápidamente, para ver, los ojos
de Wesley quién me mira atónito.
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Capítulo 38
Capítulo 40
Los chicos y yo estábamos dentro del castillo de los
Victorian. Thomas nos había traído hasta la parte
posterior de las catacumbas a través de aquellas
tuberías en las cuáles casi pierdo a mi papá, donde casi
muere ahogado.
Todos estamos caminando tras de Austin por el pasillo
el cual según Thomas, nos llevaría hasta la parte
frontal de las catacumbas, donde los Victorian
tenían a sus prisioneros.
Austin encabezaba el grupo junto a Justin. Quienes
estaban muy atentos de
no encontrarse a ningún encapuchado en el camino,
pero todo hasta ahora, se vía muy despejado...
demasiado para mi gusto.
Me quedo atenta observando todo a mi alrededor, la luz
que producían las antorchas de las paredes, me
proporcionaba la iluminación necesaria como para
poder ver los detalles en estas. Ladrillos de color cenizo
formaban la estructura; el hongo y el musgo que
habían en estos, le daba una apariencia vieja y un tanto
tenebrosa. Algunas cucarachas yendo y viniendo de
arriba a abajo.
Escucho el sonido de las goteras cuando caen al suelo;
el sonido de nuestras pisadas contra los pequeños
baches de agua empozados. Escucho, el sonido de la
quietud... de la serenidad.
¿Cómo puede haber tanto silencio en un lugar como
este?
Estábamos en unas catacumbas, al menos, el gritar de
los prisioneros o algún tipo de ruido colmo en las
películas de terror se debía escuchar, ¿o no?
—¿No te parece que está todo muy callado? —Pregunto
a Jaxon quien está
caminando a mi lado. Mi voz, con un tono muy bajo;
un murmullo. El chico, voltea el rostro, me mira y se
encoge de hombros.
ropas que éste traía se veían muy finas, tal cual esas de
diseñador que se ven tanto en la televisión. Su sonrisa
con aquella dentadura blanca, perfecta y siniestra
decoraban su rostro. Su cabello perfectamente peinado
y nada alborotado.
Me quedo seria mirándole fijamente; mi pecho
subiendo y bajando rápidamente, mi corazón alterado.
Veo, como el hombre extiende su mano hacia mi rostro
para tocarme, pero en ése momento, mi papá le
interrumpe.
—¡No te atrevas a tocarla maldito imbécil! —Por sobre
el hombro del hombre, veo como mi papá intenta
llegar hasta él, pero, varios encapuchados le sostienen
con fuerza mientras trata de zafarse a toda costa; pero
le es inútil. Los demás chicos, también son acorralados.
—Dexter, no te preocupes, no le haré daño. —Sonríe el
hombre con sus ojos fijos en los míos. —Como te dije
hace varios años atrás... la necesitamos. — Éste, toma
un mechón de mi cabello que está frente a mi rostro y
lo coloca lenta y delicadamente tras mi oreja. Yo,
incapaz de moverme por aquel cuchillo que amenaza
con cortarme la garganta.
—¿Quiénes son? —Murmuro entre dientes, mirándole
fijamente.
—¿Qué quiénes somos? —Ríe, volteando hacia su
compañero y mirándole por unos segundos, para luego,
volver a mí. —Somos lo que tú quieras que seamos...
—Sonríe con un aire tétrico en sus labios. —Podemos
ser tu peor pesadilla o tu futuro, eso está en ti. Pero...
—Pasa su mano por su cabello bien peinado. —Para
contestar a tu pregunta... —Sonríe abiertamente. —El
mundo nos conoce como... Los Victorian.
Capítulo 41
Capítulo 42
***Capítulo Final***
FIN *Continuará*