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Como todos los domingos, Mono se despertó muy temprano, alistó su bolsa
para recoger los trajes de los animales y llevarlos a lavar a la laguna. Pasó
por cada casa y recogió los trajes. Cada traje era muy particular y Mono
sabía cómo lavar cada uno de ellos. El traje de León tenía una gran melena,
el traje de Avestruz tenía muchas plumas y el de Serpiente era un traje muy
largo. A Mono le tomó toda la mañana frotar los trajes hasta que quedaron
limpios; luego, los tendió en un cordel para que secaran al sol.
Mono, al llegar a la casa de León, lo encontró casi listo para salir a vigilar los
alrededores. Entonces, rápidamente le entregó su traje y León le agradeció
por la entrega, porque sin su melena no podía hacer su recorrido. Mono le
comentó que había terminado con su tarea del domingo, antes de que el
sol se oculte, y que iba a continuar durmiendo. Rápidamente, se despidió y
se fue saltando. Cuando León intentó ponerse el traje, sentía que le
apretaba mucho y que no era cómodo, además, cuando comenzó a buscar
su gran melena, no la encontró. Muy fuerte comenzó a rugir y gritar:
“¡MONOOOO, ESTE NO ES MI TRAJEEE!”, pero, Mono no escucho, él ya
estaba lejos, yendo a su casa.
Los tres animales, muy molestos, fueron en busca de Mono para pedirle
una explicación. Cuando se encontraron en el camino, León, Avestruz y
Serpiente, y al verse por primera vez con los trajes equivocados,
comenzaron a reír. Entre carcajadas, llegaron a casa de Mono para
solucionar el problema. Los animales gritaron juntos: “¡MONO!, ¡MIRA
NUESTROS TRAJES!”. Mono bajó del árbol donde se encontraba
descansando, al verlos comenzó a reír y les dijo: “Amigos, se ven muy
graciosos”. Todos juntos se miraron nuevamente y continuaron riéndose
por la gran confusión.
a) A molestar a Mono
b) A cocinar
c) A recoger frutas