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Como todos los domingos, Mono se despertó muy temprano, alistó su bolsa para recoger
los trajes de los animales y llevarlos a lavar a la laguna. Pasó por cada casa y recogió los
trajes. Cada traje era muy particular y Mono sabía cómo lavar cada uno de ellos. El traje
de León tenía una gran melena, el traje de Avestruz tenía muchas plumas y el de Serpiente
era un traje muy largo. A Mono le tomó toda la mañana frotar los trajes hasta que
quedaron limpios; luego, los tendió en un cordel para que secaran al sol. Mientras los
trajes secaban, Mono acostumbraba tomar un descanso, pues debía entregar los trajes
antes de que se oculte el sol. Sin embargo, esta vez, rendido por el cansancio, se quedó
dormido y al despertar, sobresaltado, vio que pronto oscurecería. Entonces, aún
soñoliento, se apresuró a recoger, planchar y salir a entregar los trajes.
Saltando de árbol en árbol, llegó primero a la casa de Serpiente, que en ese momento se
encontraba cocinando, Mono entregó rápidamente el traje doblado, y después de
despedirse, salió con prisa. Momentos después, cuando Serpiente se puso el traje, vio con
sorpresa que este tenía plumas y no era lo suficientemente largo. Entonces, gritó fuerte:
“¡MONOOOO, ESTE NO ES MI TRAJEEE!”, pero, Mono no escuchó, él ya estaba lejos, yendo
a casa de Avestruz.
Mono encontró a Avestruz recogiendo las frutas para la comida de la semana, le entregó
su traje y le comentó que debía irse rápido para continuar con las entregas, antes de que
el sol se oculte. Entonces, Avestruz se despidió y, al llegar a casa, cuando se puso el traje,
no sentía sus cálidas plumas. De pronto, al tocarse la cabeza, sintió que tenía mucho pelo.
Entonces, empezó a gritar: “¡MONOOOO, ESTE NO ES MI TRAJEEE!”, pero, Mono no
escuchó, él ya estaba lejos, yendo a casa de León.
Mono, al llegar a la casa de León, lo encontró casi listo para salir a vigilar los alrededores.
Entonces, rápidamente le entregó su traje y León le agradeció por la entrega, porque sin
su melena no podía hacer su recorrido. Mono le comentó que había terminado con su
tarea del domingo, antes de que el sol se oculte, y que iba a continuar durmiendo.
Rápidamente, se despidió y se fue saltando. Cuando León intentó ponerse el traje, sentía
que le apretaba mucho y que no era cómodo, además, cuando comenzó a buscar su gran
melena, no la encontró. Muy fuerte comenzó a rugir y gritar: “¡MONOOOO, ESTE NO ES
MI TRAJEEE!”, pero, Mono no escucho, él ya estaba lejos, yendo a su casa.
Los tres animales, muy molestos, fueron en busca de Mono para pedirle una explicación.
Cuando se encontraron en el camino, León, Avestruz y Serpiente, y al verse por primera
vez con los trajes equivocados, comenzaron a reír. Entre carcajadas, llegaron a casa de
Mono para solucionar el problema. Los animales gritaron juntos: “¡MONO!, ¡MIRA
NUESTROS TRAJES!”. Mono bajó del árbol donde se encontraba descansando, al verlos
comenzó a reír y les dijo: “Amigos, se ven muy graciosos”. Todos juntos se miraron
nuevamente y continuaron riéndose por la gran confusión.
Finalmente, Mono les pidió que le devuelvan los trajes y, rápidamente, devolvió a cada
uno su verdadero traje. Los tres animales, al verse con su verdadero traje, sintieron alivio
y le dieron un abrazo a Mono y León dijo: “Gracias, Mono, por tu trabajo. Pero... la próxima
vez puedes poner nuestros nombres a los trajes para no confundirlos”. Mono, agradeció
la sugerencia y, todos juntos, fueron a comer lo preparado por Serpiente.
Adaptado del cuento “La selva loca” de Tracey y Andrew Rogers.
Actividades para estudiantes de 3 años
Después de haber escuchado el texto que te ha leído la maestra o tu familia responde las
siguientes preguntas:
a) Tenía plumas
b) Tenía una gran Melena
c) Era un traje muy largo
a) Se sentían felices
b) Gritaban desesperados
c) Se rieron sin parar.
a) A molestar a Mono
b) A cocinar
c) A recoger frutas