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RESUMEN
Las aduanas del Siglo XXI deben esforzarse para controlar las importaciones y
exportaciones con medidas que faciliten el comercio y no lo obstruyan o entorpezcan más
allá de lo razonable. Una aduana competitiva facilita el flujo de mercancías, tiene
regulaciones transparentes, cuenta con procedimientos automatizados y no presenta una
corrupción sistemática. La Ley General de Aduanas de Perú se presenta como un
instrumento fundamental para la inserción del país en el comercio global y exige el
acompañamiento de funcionarios y operadores para alcanzar el éxito.
1. Introducción
Para la interpretación de esta ley, no solo es conveniente examinar sus disposiciones, sino
también las normas del Código Tributario[3], que es de aplicación supletoria en todo lo no
previsto en la ley o en su reglamento, y también deberían tenerse presentes otras leyes y
reglamentos relevantes en materia administrativa, como las leyes de Procedimiento
Administrativo General (LPAG)[4] de 2001 y de Facilitación del Comercio Exterior (LFCE)
[5] de 2007.
Como anticipamos, la ley presenta seis de los modernos principios que gobiernan
actualmente la gestión de las aduanas del siglo XXI, como la facilitación del comercio, la
cooperación e intercambio de información, la participación de los agentes económicos, la
gestión de la calidad y el uso de los estándares internacionales, la buena fe y presunción
de veracidad, y finalmente la publicidad de los actos de gobierno, cuyo análisis constituye
el objeto de este trabajo.
Por cierto, no son ni deben ser vistos como enunciados meramente retóricos, ya que tanto
la ley como su reglamento contienen aplicaciones prácticas de estos principios. Sin
embargo, para que puedan lograrse los ambiciosos objetivos de la ley, no basta con su
aprobación en el Congreso, pues es indispensable una profunda modificación del enfoque
dado a las relaciones entre la Administración Aduanera y los operadores de comercio
exterior, así como un intenso trabajo de capacitación de los funcionarios, una eficiente
supervisión de sus tareas y la estrecha cooperación estrecha de los operadores del
comercio exterior con la Administración de aduanas.
Las aduanas consideraron durante demasiado tiempo que su única función consistía en
controlar el movimiento de cargas de importación y exportación de mercancías y recaudar
los derechos de aduana, y que toda medida en pos de estos objetivos estaba plenamente
justificada, aún a costa de desalentar o ahuyentar a los operadores. Había, y todavía hay
en muchos países, una velada hostilidad hacia los importadores y exportadores, una falta
de empatía y desconfianza entre los funcionarios y los operadores que no contribuye en
nada a facilitar la circulación de las mercancías sin tropiezos.
Una encuesta realizada años atrás por la Organización Mundial de Aduanas (OMA) reveló
que casi un tercio de las aduanas del mundo encuestadas había reportado la ejecución de
programas de reforma y modernización de sus estructuras y procedimientos para mejorar
la calidad de sus servicios a partir de un cambio sustancial de su modo de relacionamiento
con la comunidad de negocios (importadores, exportadores, despachantes, agentes de
transporte, etc.), cambiando la relación tradicional de aduana-usuario por la moderna
concepción de aduana-cliente.
Todas las mercancías que cruzan las fronteras están obligadas a realizar procedimientos
aduaneros de despacho, a veces rápidos y eficientes, y otras veces tan complicados que
desalienten y frenen el desenvolvimiento fluido del comercio exterior. Una medición sobre
la eficiencia de los procedimientos aduaneros de despacho de mercancías, llevada a cabo
por el Banco Mundial en 2018, donde unas calificación de “1” indica baja eficiencia y de
“5” alta eficiencia del servicio aduanero, muestra que Perú calificó con 2,68 en 2007 y con
2,53 en 2018, un poco por encima del promedio de América Latina que fue de 2,38 y 2,41,
pero bastante debajo de Chile, el país de la región mejor calificado, con 3,32 y 3,27, y lejos
también de países desarrollados como Japón (3,79 y 3,99), Estados Unidos (3,52 y 3,77)
y la Unión Europea (3,21 y 3,35)[8].
El Acuerdo entró en vigor el 22 de febrero de 2017, una vez alcanzada la ratificación de las
dos terceras partes de los países miembros, y según estimaciones del organismo, el
Acuerdo podría reducir los costos del comercio un 14,3% en promedio, e impulsar el
comercio mundial en 1 billón de dólares anuales.
Claro está que para alcanzar esos objetivos se necesita mucho más que la ratificación del
AFC, será preciso un intenso trabajo en cada país Miembro para simplificar, modernizar y
armonizar los procedimientos de importación y exportación[10].
Mucho antes de que el AFC entrara en vigor, Perú ya había incorporado la parte
sustancial de sus disposiciones en dos leyes cruciales para su comercio exterior: la LFCE
y la LGA. Ambas enfatizan la necesidad de facilitar el comercio, pero la última apunta
especialmente a las aduanas cuando dispone que “(l)os servicios aduaneros son
esenciales y están destinados a facilitar el comercio exterior, a contribuir al desarrollo
nacional y a velar por el control aduanero y el interés fiscal”[11].
Otra medida positiva que incorpora la ley, tomada también del AFC, es el dictado de
resoluciones anticipadas[20] a pedido de los operadores en diversas materias relevantes, y
que comentamos más adelante.
Las aduanas cuentan con la posibilidad de solicitar la cooperación de los demás Miembros
de la OMC en la investigación de las operaciones aduaneras sujetas a control. El AFC
contempla medidas específicas dirigidas a mejorar los controles de frontera y el
intercambio de información en materia aduanera entre los países miembros.
Nada hay más tedioso y costoso en los cruces de frontera que la realización de los mismos
trámites y procedimientos en dos aduanas separadas por una frontera común, cuando
todos ellos pueden cumplirse en un solo puesto compartido. Por ello, en materia de
cooperación fronteriza, el AFC prevé que cada Miembro debe asegurase de que sus
autoridades y organismos encargados de los controles en frontera y los procedimientos
relacionados con la importación, la exportación y el tránsito de mercancías cooperen entre
sí y coordinen sus actividades para facilitar el comercio. La cooperación y coordinación de
tareas podrá incluir, la compatibilidad de los días y horarios de trabajo, procedimientos y
formalidades, el establecimiento y utilización compartida de servicios comunes, controles
conjuntos y el establecimiento de puestos de frontera únicos donde se cumplimenten todos
los trámites de ingreso y egreso de mercancías, vehículos y personas entre dos países
limítrofes[21].
El país requerido podrá exigir, antes de facilitar la información, con arreglo a su derecho
interno y su sistema jurídico, una garantía de que determinada información no se utilizará
como prueba en investigaciones penales, procedimientos judiciales o procedimientos no
aduaneros sin la autorización expresa por escrito del Miembro al que se dirija la
solicitud[22]. Pero esa información podrá emplearse en los procedimientos tributarios e
infraccionales aduaneros del país requirente, ya que no existen restricciones a este
respecto.
El país requerido puede negarse a prestar la colaboración solicitada por cualquiera de las
razones previstas en el texto legal[23] y no estará obligado a proporcionar otros
documentos que no sean los presentados con la declaración de importación o exportación
(factura comercial, lista de embalaje, certificado de origen y conocimiento de embarque, en
la forma en que se hayan presentado, ya sea en papel o por medios electrónicos).
Tampoco están obligados a iniciar investigaciones para obtener la información, modificar el
período de conservación de tal información, traducir la información o verificar su exactitud,
e incluso proporcionar información que pueda perjudicar los intereses comerciales
legítimos de empresas públicas o privadas concretas[24].
Esta apertura al sector privado se encuentra en sintonía con las previsiones de la LPAG,
que prevén la tercerización de actividades[26] y el derecho de los administrados a la
prestación de servicios públicos[27].
El reglamento de la LGA dice que el servicio aduanero es prestado por la SUNAT, así
como por los operadores de comercio exterior cuando actúen por delegación[28].
La eficiencia de las aduanas no es de todos modos un asunto que interese solamente a las
grandes compañías internacionales. En realidad, la ineficiencia perjudica en mayor medida
a las pequeñas y medianas empresas que importan y exportan, dado que cuentan con
menores recursos económicos y financieros que las grandes corporaciones para soportar
las pérdidas causadas por demoras en el despacho de sus mercancías y la devolución de
impuestos. Aún aquellas que no dependen tanto del comercio internacional son
enormemente vulnerables al funcionamiento de la aduana, porque podrían resultar
barridas por el contrabando o por la ineficiente clasificación y valoración de las mercancías
sometidas a su control. Las pequeñas y medianas empresas no pueden sobrevivir a los
efectos devastadores de una aduana inoperante o complaciente con el fraude, situación
que provoca la pérdida de muchos puestos de trabajo.
Así como compiten las empresas y los países paga ganar mercados, también hay
competencia entre puertos y aeropuertos de todas las regiones para captar operadores.
Las aduanas deben prepararse para competir mediante la prestación de mejores servicios
como forma de cooperar en la puja por la captación de inversiones. Una aduana
competitiva, es una aduana que no entorpece el flujo de mercancías, que tiene
transparencia en sus regulaciones, que no cae en prácticas oscuras, que está
automatizada y que no presenta una corrupción sistemática. Cierto es que en todos los
países existen casos aislados de corrupción que son sancionados por la justicia y que
justifican la remoción de los funcionarios comprometidos, pero la corrupción es
preocupante cuando se vuelve sistemática.
En los tiempos actuales, ningún país está en condiciones de practicar una inspección
rigurosa y completa de todas las cargas que entran y salen de su territorio. Por ello las
aduanas recurren al método de la declaración previa, que permite el despacho en
confianza, sin la verificación de las mercancías o a través de inspecciones selectivas.
La LGA establece que los principios de buena fe y presunción de veracidad son la base
para todo trámite y procedimiento administrativo de comercio exterior[31]. Este principio
encuentra respaldo en la LGPA, donde se establece que en la tramitación del
procedimiento administrativo, se presume que los documentos y declaraciones formulados
por los administrados en la forma prescrita por esta ley, responden a la verdad de los
hechos que ellos afirman[32]. Pero, paralelamente, también reconoce el principio de
privilegio de controles posteriores, cuando señalando que esa tramitación se sustentará en
la aplicación de la fiscalización posterior; reservándose la autoridad administrativa, el
derecho de comprobar la veracidad de la información presentada, el cumplimiento de la
normatividad sustantiva y aplicar las sanciones pertinentes en caso que la información
presentada no sea veraz[33].
2.5 Publicidad
En todos los regímenes positivos, explica Rivera, se establece la obligación de que las
leyes sean publicadas para conocimiento general, y a esa publicación está sometida, por
regla general, la entrada en vigencia de la ley. “La exigencia de la publicación se vincula a
la idea de obligatoriedad de la ley: no puede ser obligatoria una ley que no puede ser
conocida”[37]. La publicación de las leyes es el basamento material de la seguridad
jurídica de los gobernados.
La LGA dispone, como principio general, que todo documento emitido por la SUNAT,
cualquiera sea su denominación que constituya una norma exigible a los operadores de
comercio exterior debe cumplir con el requisito de publicidad[39]. En esta misma
dirección, la LFCE señala que la administración aduanera publicará por Internet o
cualquier medio similar las leyes, los reglamentos y los procedimientos de carácter general
que regulan el flujo operativo de cada Régimen, Operación o Destino Aduanero Especial, y
que deberá establecer puntos de contacto para la atención de las consultas formuladas por
los operadores de comercio exterior sobre materia aduanera y publicará por Internet el
procedimiento para la formulación de las consultas[40].
La ley también prevé que las resoluciones que determinan la clasificación arancelaria y las
resoluciones anticipadas se publiquen en el portal de la SUNAT. Las resoluciones
anticipadas son emitidas a petición de parte, y están relacionadas con la clasificación
arancelaria, criterios de valoración de las mercancías, así como la aplicación de
devoluciones, suspensiones y exoneraciones de aranceles aduaneros, la reimportación de
mercancías reparadas o alteradas, entre otras materias, permiten determinar la aplicación
de normas técnicas y tributarias aduaneras a un caso particular con anterioridad al
momento en que se realiza su importación, y se deben regular y emitir de conformidad con
los Tratados o convenciones suscriptos por Perú[41]. Estas resoluciones anticipadas
debían emitirse dentro de un plazo no mayor de noventa días corridos, contados desde la
presentación del pedido[42]. Estas resoluciones son aplicables a partir de la fecha de
su emisión o de la fecha que en ellas se indique, al caso en consulta. La
reglamentación dice al respecto que la resolución anticipada podrá ser utilizada para otras
transacciones futuras siempre que sean realizadas por el mismo importador y bajo las
mismas circunstancias y condiciones en las que se motivó dicha resolución[43]. A
excepción de los casos en que la consulta se haya formalizado con pedido de
confidencialidad, las resoluciones anticipadas se deben publicar en la página web
de la SUNAT.
Párrafo aparte merece la publicación por adelantado de toda regulación de aplicación
general en materia aduanera que se proponga adoptar la SUNAT, y la obligación de de
brindar a las personas interesadas la oportunidad de hacer comentarios previos a su
adopción[44]. Esta disposición es congruente con otra norma contenida en la LFCE que
3. Conclusiones
Para que la aduana pueda cumplir satisfactoriamente las funciones que se espera de ellas
en un mundo que ha globalizado no sólo el comercio sino también el delito se necesita,
antes que nada, una firme decisión política de mejorar los recursos y el equipamiento de la
institución, el entrenamiento continuo de sus cuadros, la mejora de las remuneraciones, un
programa de premios y castigos en defensa de la integridad; el uso riguroso de sistemas
de fiscalización basados en la gestión de riesgo y auditorías ex post; la simplificación y
digitalización de los procedimientos; la cooperación estrecha con otras instituciones
públicas y privadas vinculadas al comercio exterior y la tercerización de ciertas funciones
que pueden prestadas con mayor eficacia por el sector privado.
La función de controlar y recaudar debe compatibilizarse con la función de facilitar que las
leyes le asignaron a la SUNAT. Ninguna de estas funciones debería prevalecer sobre las
otras, pues todas deberían cumplirse de manera equilibrada, asumiendo que en la tarea de
controlar y recaudar no se debe sacrificar la obligación igualmente sustancial de facilitar y
apoyar el comercio y la industria. El desafío de las aduanas modernas está en lograr, nada
más ni nada menos, ese difícil equilibrio entre control y facilitación del comercio exterior.
[4] Ley 27.444, Diario Oficial del 11 de abril de 2001, con texto ordenado por Decreto
Supremo Nº 004-2019-JUS, publicado el 25 de enero de 2019.
[5] Ley 28.977, Diario Oficial del 9 de febrero de 2007, modificada por la Ley 30.809.
[6] ALBRECHT, Karl, De contribuyente a cliente, Rev. Gestión, Vol. 5, Buenos Aires,
Septiembre-Octubre 1997, p. 66.
[1] No deja de extrañar que el GATT, con una precaria organización administrativa, haya
logrado la aprobación de un elevado números de Acuerdos Multilaterales, mientras que la
OMC, con una po-tente estructura administrativa, apenas haya logrado el voto de
confianza de sus miembros para la aprobación de un solo tratado, el Acuerdo sobre
Facilitación del Comercio,
ZAMORA TORRES, América Ivonne y NAVARRO CHAVEZ, José César Lenin,
Competitividad de la administración de las aduanas en el marco del comercio
internacional,
LGA, art. 4º.
Decreto Supremo Nº 010-2009-EF, art. 8.
El art.1, párr. 4. de la LPAG dice: “1.4. Principio de razonabilidad.- Las decisiones de la
autoridad administrativa, cuando creen obligaciones, califiquen infracciones, impongan
sanciones, o establezcan restricciones a los administrados, deben adaptarse dentro de los
límites de la facultad atribuida y manteniendo la debida proporción entre los medios a
emplear y los fines públicos que deba tutelar, a fin de que oficiales que intervienen en el
comercio internacional, porque según los indicadores de desempeño logístico del Banco
Mundial, más del 60% de los retrasos en fronteras o puertos no se deben a las aduanas,
sino a otras instancias o agencias fronterizas o reguladoras del comercio exterior.
[1] LGA, art. 4º.
[13] El art.1, párr. 4. de la LPAG dice: “1.4. Principio de razonabilidad.- Las decisiones de
la autoridad administrativa, cuando creen obligaciones, califiquen infracciones, impongan
sanciones, o establezcan restricciones a los administrados, deben adaptarse dentro de los
límites de la facultad atribuida y manteniendo la debida proporción entre los medios a
emplear y los fines públicos que deba tutelar, a fin de que respondan a lo estrictamente
necesario para la satisfacción de su cometido”. Por su lado, el párr. 1.13 dispone: “1.13.
Principio de simplicidad. Los trámites establecidos por la autoridad administrativa deberán
ser sencillos, debiendo eliminarse toda complejidad innecesaria; es decir, los requisitos
exigidos deberán ser racionales y proporcionales a los fines que se persigue”.
[14] LGA, art. 4º, párr. segundo: “Para el desarrollo y facilitación de las actividades
aduaneras, la Administración Aduanera deberá expedir normas que regulen la emisión,
transferencia, uso y control de documentos e información, relacionados con tales
actividades, sea ésta soportada por medios documentales o electrónicos que gocen de
plena validez legal”.
[16] El art. 160 autoriza a los importadores y exportadores a presentar, con carácter previo
a la numeración de la declaración de mercancías, garantías globales o específicas para
afianzar el pago de la deuda tributaria aduanera, los derechos antidumping y
compensatorios provisionales o definitivos, las percepciones y demás obligaciones de
pago que fueren exigibles, y delega en la reglamentación el establecimiento de las
modalidades de garantías, los regímenes a los que son aplicables, los requisitos y
metodologías y demás disposiciones necesarias para su aplicación..
[18] Los envíos de entrega rápida son definidos en el art. 2º como “documentos, materiales
impresos, paquetes u otras mercancías, sin límite de valor o peso, que requieren de un
traslado urgente y disposición inmediata por parte del destinatario, transportados al
amparo de una guía de envíos de entrega rápida. Por su parte, el art. 35º define a las
empresas de servicio de entrega rápida (o Courier) como aquellas personas naturales o
jurídicas que cuentan con la autorización otorgada por la autoridad competente y
acreditadas ante la Administración Aduanera, que brindan un servicio que consiste en la
expedita recolección, transporte y entrega de los envíos de entrega rápida, mientras se
tienen localizados y se mantiene el control de éstos durante todo el suministro del servicio
[26] LGPA, art. 57 – Tercerización de actividades Todas las actividades vinculadas a los
procedimientos administrativos y servicios prestados en exclusividad distintas a la emisión
de los actos administrativos o cualquier resolución pueden tercerizarse salvo disposición
distinta de la ley.
[29] ELLIOT Dan y BONSIGNORI, Carlotta, The influence of customs capabilities and
express delivery on trade flows, Journal of Air Transport Management, Vol. 74, Enero
2019, p. 54-71
[32] LPAG, art. 1 párr. 4. Los principios señalados servirán también, dice el art. 1 de la
LGPA, de criterio interpretativo para resolver las cuestiones que puedan suscitarse en la
aplicación de las reglas de procedimiento, como parámetros para la generación de otras
disposiciones administrativas de carácter general, y para suplir los vacíos en el
ordenamiento administrativo. Esta disposición legal proporciona un amplio y fértil terreno a
la jurisprudencia para una aplicación equitativa de las reglas procedimentales.
[36] GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A., Curso de derecho constitucional, Edit. Kraft,
Buenos Aires, 1967, p. 55. Para este autor, la forma republicana de gobierno se
caracteriza por la elección de las autoridades por medio del sufragio; la responsabilidad de
los funcionarios elegidos ante los electores y la Nación; la publicidad de los actos de
gobierno; la renovación periódica de las autoridades; la separación de los poderes de
gobierno y la igualdad de los habitantes.
[37] RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Civil, Parte General, t. I, Abeledo –
Perrot, Buenos Aires, 1998, p.110.
Extraido: https://carena.com.ar/principios-generales-de-la-ley-de-aduanas-de-peru/