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TEMA 12.- LA EVOLUCIÓN POLÍTICA Y SOCIAL DE LA II REPÚBLICA.

Entre 1931 y 1936 emergieron a la superficie todos los problemas profundos del
país; irrumpiendo súbitamente en el peor momento, cuando la crisis económica de 1929
se dejaba sentir en España, provocando una gran tensión social que agravó la lucha de
clases. Esto en sí mismo era grave, pero aún más cuando en el entorno internacional
existían dos totalitarismos en auge, el fascismo y el comunismo, que se aprestaban a dar
la batalla definitiva. Y es que la historia del siglo XX ha consistido, en buena medida,
en un enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución.

La Segunda República fue un intento de solución democrática a la crisis del


Estado liberal español, y a la vez era una etapa final del proceso de disolución del
sistema de la Restauración, dentro de un contexto internacional de crisis de las
democracias y auge del totalitarismo.

I.- LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA (14 ABRIL 1931).-

El último Jefe del Gobierno de la Restauración, el almirante Juan Bautista Aznar


afirmó, tras conocer los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril de
1931, que “España se había acostado monárquica y se levantó republicana”. Esto fue
porque todos eran conscientes que el voto urbano era más libre y alejado del caciquismo
y porque los partidos republicanos en sus programas electorales hicieron ver que se
trataba de una consulta sobre el régimen de gobierno (referéndum sobre la monarquía).

Todos los ministros del gobierno Aznar (excepto La Cierva) hicieron


comprender al propio Rey que la caída de la Monarquía era inevitable. Durante los días
13 y 14 de abril, Alfonso XIII estuvo evaluando el respaldo con que contaba, sin
encontrar apoyo si quiera en las fuerzas armadas. Consciente de sus pocos apoyos en el
país, suspendió voluntariamente el ejercicio del poder real y se encaminó discretamente
hacia Cartagena, embarcando rumbo a Marsella e irse al exilio.

“ Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no


tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será
definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en
el interés público hasta en las más críticas coyunturas.

Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que
nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia.

Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios


sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra
los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea
lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos
acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta
Hª de España Pedro J. Ponce de León© 1
rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva.
Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder
Real reconociéndola como única señora de sus destinos.

También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor de la Patria.


Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos los
españoles”
Alfonso, Rey.”
Manifiesto de abdicación de D. Alfonso XIII de Borbón
(publicado en el diario ABC el 17 de abril de 1931)

Madrid, 14 de abril de 1931

II.- GOBIERNO PROVISIONAL.-

Ante la carencia de Jefe del Estado y con una República que había nacido el día
14 de abril, hacía falta un gobierno que mantuviera el equilibrio entre las diferentes
fuerzas políticas, pero que además buscara el equilibrio regional de vascos, gallegos y
catalanes. Para ello se formó un Gobierno Provisional de la República, que estaba
formado por hombres de tendencias moderadas (muchos de ellos miembros del Pacto de
San Sebastián), de extracción medio-burguesa la mayoría de ellos, y partidarios de
realizar las reformas por vía democrática y legal (no violenta ni revolucionaria); muchos
de ellos eran pertenecientes a la masonería.

Este gobierno provisional fue consciente de dos aspectos fundamentales:


a) desconocían el respaldo real del pueblo al nuevo régimen (al asumir el poder
sin haber mediado elecciones legislativas previas); es por ello tenían que
convocar elecciones constituyentes.
b) necesidad de consolidar de forma urgente la naciente República y solucionar,
ante la presión social, los problemas generados durante siglos (el religioso, el de
la propiedad agraria y el regional). Un gran reto que, siendo en sí mismo
revolucionario, se quiso abordar por medio de reformas realizadas a través de
leyes.

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Tras la breve etapa del gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá
Zamora, las elecciones del 28 de junio de 1931 dieron un gran triunfo a la coalición
republicana-socialista (izquierda), encabezada por Manuel Azaña (un intelectual poco
conocido, de talante agrio, pero de hondo sentido sobre lo español).

Niceto Alcalá Zamora Manuel Azaña

Reparto de escaños tras las elecciones de 1931

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La comisión encargada de elaborar la Ley fundamental realizó un texto, que se
aprobó el 9 de diciembre, en el que se designa a España como una “República
democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y
justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye
un Estado integral, compatible con la autonomía de las regiones y de los municipios”.

Se reconocía la soberanía popular y el sufragio universal (masculino y


femenino, tras un largo y complejo debate en las Cortes, en el que Clara Campoamor
obtuvo el derecho de voto para las mujeres recogido en el artículo 36). En cuanto a los
poderes del Estado podemos observar la división de ellos:

o Poder legislativo quedó en manos de unas Cortes unicamerales


(controla al Gobierno; la legislatura tiene una duración de cuatro años).
o Poder ejecutivo
 Presidente de la República (Jefe del Estado) con escasos
poderes (elegido por los diputados -y no directamente por los
electores- por un periodo de seis años; nombra y separa
libremente al presidente del gobierno; puede disolver las Cortes
hasta un máximo de dos veces).
 Jefe de Gobierno, nombrado por el Presidente pero que debía
contar con la aprobación de las Cortes (refrenda las decisiones
del presidente de la República).
o Poder judicial en manos de los tribunales de justicia. Por primera vez
se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales, para velar por la
posible inconstitucionalidad de las leyes.

Contenía una extensa declaración de derechos y libertades (como el divorcio, la


equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, y el derecho a la educación). Se
reconocían las autonomías de las regiones y se establece como un estado laico
(separación de la Iglesia y el Estado, desaparición del presupuesto dedicado al culto y
clero católico, y prohibición del derecho de ejercer la educación a la Iglesia).

“Art. 1º.- España es una República democrática de trabajadores de toda


clase, que se organiza en régimen de libertad y justicia. Los poderes de
todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado
integral, compatible con la autonomía de las regiones y de los municipios.
La bandera de la República es roja, amarilla y morada
Art. 2º.- Todos los españoles son iguales ante la ley
Art. 3º.- El estado español no tiene religión oficial…
Art. 4º.- El estado español... estará integrado por Municipios
mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en
régimen de autonomía.
Art. 6º.- España renuncia a la guerra como instrumento de política
nacional.
Art. 7º.- El Estado español acatará las normas universales del Derecho
internacional, incorporándolas a su derecho positivo.

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Art. 11º.- Si una o varias provincias limítrofes, con características
históricas, culturales y económicas comunes, acordaran organizarse en
región autónoma para formar un núcleo político-administrativo dentro del
Estado español, presentarán su Estatuto con arreglo a lo que establece el
artículo 12...
Art. 25.- No podrán ser fundamento de privilegios jurídicos la naturaleza,
la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, las
creencias religiosas...
Art. 26º.- Todas las confesiones religiosas serán consideradas como
Asociaciones sometidas a una ley especial. El estado, las regiones, las
provincias y los municipios no mantendrán, favorecerán ni auxiliarán
económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas. Una
ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del
presupuesto del Clero...
Art. 34º.- Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y
opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión; sin sujetarse a la
previa censura…
Art. 36.- Los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de veintitrés años,
tendrán los mismo derechos electorales conformen determinen las leyes…
Art. 40.- Todos los españoles, sin distinción de sexo, son admisibles a los
empleos y cargos públicos, salvo las incompatibilidades que las leyes
señalen.
Art. 48.- La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria. La enseñanza
será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se
inspirará en ideales de solidaridad humana.
Art. 51.- La potestad legislativa reside en el pueblo, que la ejerce mediante
las Cortes y/o el Congreso de los Diputados
Art. 90.- Corresponde al Consejo de ministros, principalmente, elaborar los
proyectos de ley que haya de someter al Parlamento, dictar decretos,
ejercer la potestad reglamentaria...
Art. 94.- La Justicia se administra en nombre del Estado... Los jueces son
independientes en su función. Solo están sometidos a la ley.”

Constitución de la Segunda República española (9 de diciembre de 1931)

III.- BIENIO REFORMISTA O AZAÑISTA (DICIEMBRE 1931 –


SEPTIEMBRE 1933).-

La coalición gubernamental de izquierdas, que Azaña encabezó, abordó lo que


creía que eran los grandes problemas del país. Para ello elaboró un cuádruple proyecto
para reconstruir a España a través de reformas (del campo, del ejército, de la religión y
la autonomía).

Azaña quería expropiar los latifundios y repartir las tierras entre los campesinos,
crear un ejército profesional, democrático y obediente al poder civil, limitar la
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influencia de la Iglesia, secularizar la vida y promover una educación laica y, por
último, rectificar el centralismo (concediendo descentralización a las autonomías).

“El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños… La República


venía realmente a dar forma a las aspiraciones que desde los comienzos del
siglo trabajaban el espíritu público, a satisfacer las exigencias más
urgentes del pueblo. La sociedad española ofrecía los contrastes más
violentos… La República, como era su deber, acentuó la acción del
Estado… Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al
deber de procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente
humanas, podía dejar las cosas en la situación en que las halló la
República.”
Manuel Azaña: Causas de la guerra de España

Las medidas reformadoras del gobierno polarizaron (llevaron al extremo o


radicalizaron) la vida política y social; en parte, por la resistencia que a las reformas
hicieron los sectores afectados por ellas, pero también por el escaso acierto político con
que se plantearon (en tanto que no buscó un consenso). A ello se unía la agresividad y el
doctrinarismo que inspiraron algunas medidas, en particular la política antirreligiosa.

1.- Reforma militar.-

Hemos dicho anteriormente que el deseo de Azaña, que durante el gobierno


provisional fue ministro de la guerra, fue crear un ejército profesional, que fuera
democrático y fiel al poder civil (por ello se les exigió fidelidad a la República y
a la Constitución).

Se quiso acabar con la macrocefalia de altos cargos, por medio de la reducción


del número de jefes y oficiales. Para lo cual se cerró la Academia General
Militar de Zaragoza (que en ese momento estaba dirigida por Francisco Franco),
se suprimieron cargos militares tradicionales (como capitán general y
gobernador militar en las provincias) y se racionalizó el sistema de ascensos y
escalas (por lo que se creó el cuerpo de suboficiales y se suprimió el sistema
africano de ascensos1). A ello se añadió la eliminación de algunos regimientos
para hacerlo más operativo.

La reforma militar fue técnicamente excelente y respondía a las necesidades


básicas del ejército, pero no logró sus objetivos: sólo se retiraron 6.500 oficiales
de los 12.000 previstos.

Provocó además divisiones en el seno del ejército y fue recibida con reserva y
hostilidad por parte de ellos; el problema radicó, en gran parte, en que Azaña la
planteó con poca habilidad política o no buscó el consenso dentro del propio
ejército, no mejoró su eficacia y los recortes presupuestarios impidieron la

1
El sistema de ascenso podía suceder por méritos en conflictos bélicos o por antigüedad; se denomina
sistema de ascenso “africano” al conseguido por méritos en las colonias españolas en África, donde
existían mayor número de conflictos.
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modernización de material, armamento y equipamiento, que era una necesidad
(y que hubiera contrapesado el efecto de las reformas).

La medida reformista fue entendida como un atentado a los derechos de los


militares y una maniobra para dejar indefensa a España. La “sanjurjada” o
levantamiento armado (golpe de Estado) del general José Sanjurjo, el 10 de
agosto de 1932 en Sevilla, es un ejemplo de la opinión militar ante la reforma. El
enfrentamiento existente entre Azaña y la parte más poderosa del ejército (que
era la más preparada técnicamente) tendrá sus consecuencias el 18 de julio de
1936, es decir, con el estallido de la Guerra Civil.

Sanjurjo (segundo por la izquierda) en Sevilla el 10 de agosto de 1932

2.- Reforma agraria.-

La reforma agraria, aprobada por ley de 9 de septiembre de 1932 (aunque el


gobierno, debido a la presión popular, tuvo que realizar algunas reformas por
decreto-ley antes de que se aprobara la Constitución), consistió, en síntesis, en la
expropiación de latifundios y el asentamiento de campesinos en estas tierras;
intentando acabar con la miseria y atraso técnico que sufría el campo.

Técnicamente fue muy difícil debido a la estructura de la propiedad de la tierra y a


complejidad de los sistemas de arrendamientos. De hecho hubo disensiones dentro
del mismo gobierno, que la detuvo hasta el verano de 1932. Su aplicación tropezó
asimismo con la complejidad burocrática y limitaciones presupuestarias del
gobierno.

"Serán susceptibles de expropiación las tierras incluidas en los siguientes


apartados...Las que por las circunstancias de su adquisición, por no ser
explotadas directamente por los adquirientes y por las condiciones
personales de los mismos deba presumirse que fueron compradas con fines
especulativos o con el único objeto de percibir su renta...Las que
constituyeron señoríos jurisdiccionales y que se hayan transmitido, hasta
llegar a sus actuales dueños, por herencia, legado o donación... las incultas
o manifiestamente mal cultivadas".
Ley de Reforma Agraria, 1932

Fue un espejismo antilatifundista, debido al castigo ideológico que hizo a la


nobleza (ya que les expropió sin indemnizaciones), al ignorar los problemas de
los pequeños y medianos propietarios y de los arrendatarios. Hasta finales de
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1933 sólo se había expropiado 24.000 hectáreas y asentado a 4.300 campesinos
de los 60.000 previstos.

Esta reforma se unía al Decreto de Términos Municipales (20 abril 1931) por la
que obligaba a los patronos a contratar a jornaleros del propio término
municipal; para evitar con ello la contratación de esquiroles, por parte de los
patronos, que rompieran las huelgas reivindicativas de los obreros. Esta medida
pretendía proteger a los trabajadores, pero se olvidaba de los asalariados.

Las reacciones de la patronal agraria a la Ley de Reforma Agraria fueron de


diversa índole: desde la desobediencia de la ley hasta su bloqueo; a la par se
asociaron legalmente para defender sus derechos (como por ejemplo la Unión
Nacional Económica y el Bloque Agrario). Su estrategia era dificultar el proceso
de implantación a través de una doble acción conjugada (táctica de la tenaza):
retrasando el proceso con recursos legales y enfrentando a los campesinos
descontentos contra la República.

“La única ocasión en que se dan las condiciones políticas adecuadas para
emprender una reforma agraria que afectase a Andalucía en el seno de u
estado liberal democrático es, como se sabe, durante la Segunda República.
No obstante, el propietario rural la había estado reivindicando desde
mucho antes obteniendo como respuesta, en los más de los casos, la mera
represión. … La agricultura tenía gran peso en la economía del país
durante aquella época, lo que confería a los terratenientes un poder nada
despreciable que además supieron agrandar mediante alianzas con otros
sectores sociales de la derecha. Estas alianzas se vieron facilitadas porque
otros problemas tales como las demandas autonómicas, la crisis económica,
los conflictos laborales, la fuerza del sindicalismo extraparlamentario y el
laicismo republicano, entre otros, se superpusieron a la cuestión agraria
aglutinando con ello a la derecha tradicional que difícilmente iba a
transigir a tantas y profundas reformas simultáneas.”

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Pérez Yruela, M. y Sevilla, E.: La dimensión política en la reforma agraria. Revista de
Sociología, nº 16

3.- Reforma territorial.-

Ya la I República quiso abordar la reforma territorial, intentando configurar


España como una nación federal formada por 17 estados (proyecto constitucional
de 1873). El problema autonómico se contemplaba en la Constitución de 1931, en
los artículos 11 al 22, donde se reconocía el derecho, particular y no general2, de
algunas regiones al Estatuto de Autonomía, aunque que para ello debían cumplirse
algunos requisitos. La cuestión era articular los diferentes territorios peninsulares
en una unidad superior, el Estado español.

Creían en la necesidad de un Estado central fuerte, como instrumento de la


reforma democrática del país, y partían de una concepción en la que España era
una entidad unitaria (tanto histórica como cultural), donde coexistían tres enclaves
particulares: Cataluña, País Vasco y Galicia. Pero eran necesarios sus Estatutos de
Autonomía.

Esta reforma causó el recelo, si no la oposición, de la derecha, pero sobre todo en


el ejército, que veía peligrar la unidad de la patria, de la que ellos se consideraban
garantes; uno de los motivos de la Sanjurjada fue la efervescencia nacionalista.

“Es probable que el primer Borbón de España (Felipe V) creyese resuelto


para siempre la divergencia peninsular... La Dictadura quiso tratar, y trató
el sentimiento nacionalista catalán por la violencia, por la opresión, por la
persecución ... Quien ha confiscado y humillado los derechos o las
libertades … ha sido la monarquía … en provecho propio, no en provecho
de Castilla, que la primera confiscada y esclavizada fue precisamente la
región castellana.

También hay que combatir el prejuicio de la dispersión... no se puede


entender la autonomía... si no nos libramos de una preocupación: que las
regiones autónomas...no son el extranjero; son España, tan España como lo
son hoy;… no es un organismo rival, ni defensivo, ni agresivo, sino una
parte integrante de la organización del Estado de la República española. Y
mientras esto no se entienda así, señores diputados, no entenderá nadie lo
que es la autonomía.”
Discurso de Azaña en las Cortes. 12 de Mayo de 1932. Reelaborado

El proyecto de Estatuto de Autonomía de Cataluña, conocido como el Estatuto


de Nuria, fue aprobado en Cortes el 9 de septiembre de 1932 (de forma
precipitada tras la Sanjurjada). Así se reconocía su antiguo órgano de gobierno
(la Generalitat), un parlamento propio, la lengua catalana como cooficial junto
con el castellano y unas amplias competencias o atribuciones de su gobierno
(orden público, sanidad, cultura, hacienda, etc.).
2
A petición de ellas, no de oficio por parte del Estado. Como requisitos existía primero la petición por la
mayoría de los municipios de la región, seguido de la aprobación en plebiscito por los dos tercios de los
votantes del territorio y finalmente debía ser aprobada por las Cortes Generales del Estatuto de
Autonomía de dicha región.
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En el País Vasco el fenómeno era más popular que burgués y más rural que
urbano (a diferencia del catalán), además estaba muy vinculado con lo religioso
por lo que carlistas y nacionalistas del PNV se reunieron en Estella (Navarra)
para redactar un anteproyecto de autonomía. La aprobación en las Cortes de la
reforma religiosa hizo que los diputados vascos se retirasen, por lo que el
estatuto vasco quedó aplazado; su fuerte vinculación con la religión hizo que, a
partir de ese momento, el viejo Reino de Navarra se decantara por el foralismo
(separándose cada vez más de las tesis nacionalistas del País Vasco, de hecho
llegaron a la Guerra Civil en campos enemigos). A pesar de todo se redactó un
nuevo anteproyecto que fue aprobado en las tres provincias vascongadas, aunque
se aprobó en el año 1936.

La Segunda República también vio el renacer del andalucismo, pues en 1933 se


aprobó el anteproyecto de bases para su estatuto y cuando estaba prevista su
aprobación, en 1936, estalló la Guerra Civil, que la paralizó.

4.- Reforma religiosa y educativa.-

España dejaba de ser monolíticamente católica a ser mayoritariamente católica.


La reforma religiosa y educativa fue, con mucho, la más controvertida y
polémica de las reformas que se realizaron en este primer bienio.

La Constitución de 1931 reconocía a España como un país laico, donde existía


separación entre Estado e Iglesia. Pero luego hubo una serie de leyes posteriores
que desarrollaron medidas laicistas3 y secularizadoras, que en algunos casos eran
gratuitamente arbitrarias e innecesariamente agresivas, como la disolución de la
Compañía de Jesús (jesuitas) e incautación de sus bienes en 1932 o la
prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas (Ley de Congregaciones
religiosas, 1933). De hecho esto provocó un enfrentamiento entre el nuevo
régimen y la opinión católica.

La política laicista junto con algunos incidentes anticlericales, como la quema de


conventos entre el 10 y 11 de mayo de 1931 y la expulsión del país del cardenal-
primado de España, Pedro Segura, provocó la movilización política general de
los católicos contra la República, sobre todo, tras la creación a finales de 1932
de la CEDA (un partido católico conservador).

3
El concepto laico se refiere a la independencia del Estado con respecto a la religión (distinguiendo el
plano secular del religioso), mientras que laicismo es la doctrina, con cierta hostilidad e indiferencia
contra lo religioso, que está en contra de toda influencia de la religión en la sociedad e individuos.
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Algunas de las medidas
reformadoras fueron: la
reglamentación laica del
divorcio, los matrimonios
civiles, la secularización de los
cementerios, la generalización
de un sistema educativo público
y laico, la libertad religiosa, la
supresión del presupuesto
dedicado al clero y culto
católico, y la obligación a las
órdenes religiosas a pagar
impuestos.

La Iglesia se mostró reacia a admitir esta legislación, sobre todo, en el tema de los
matrimonios, divorcios y cementerios, porque lesionaban sus derechos históricos;
pero sobre todo reaccionó cuando se obligó a suprimir la asignatura de la religión
y a quitar los crucifijos de las escuelas. La Iglesia denotaba cada vez más su
hostilidad a este sistema republicano y alababa a la fenecida monarquía. Ante esto
grupos de republicanos asaltaron la sede del diario ABC (de carácter monárquico)
y se iniciaron la quema de conventos e iglesias en casi toda España ante la
pasividad del Gobierno y la indiferencia de las fuerzas del orden público.

“La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera:


España ha dejado de ser católica… Yo no puedo admitir, señores diputados,
que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso
no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la
conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el
misterio de nuestros destinos. Este es un problema político, de constitución
del Estado… porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que
tomaba sobre sí la tutela de las conciencias y daba medios de impulsar a
las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación,
excluye toda preocupación ultraterrena…”
Discurso de Manuel Azaña en el Congreso de los Diputados en 1931

“Nosotros admitimos la absoluta separación de la Iglesia y del Estado


como dos sociedades completas y perfectas. Ahora bien, esa separación ha
de ser con una condición que nosotros tenemos que definir en nombre de
una doctrina de la cual no podemos abdicar, y es el reconocimiento pleno
de la personalidad jurídica de la Iglesia… Después de esto, señores,
aprobad la más contradictoria de las Constituciones, la que en un artículo
define la libertad, la que en otro define y garantiza el derecho de
asociación, la que asegura el principio de igualdad; pero a renglón seguido
dice que esa libertad, esa igualdad, y ese derecho de asociación no existen
para aquellos que, en nombre de un ideal que yo reputo sagrado, se
agrupan para cumplir fines de cultura, de beneficencia... Nosotros
endentemos que el proyecto constitucional es un proyecto de persecución
religiosa; por consiguiente, en esas condiciones no podemos aceptarlo... Si
se aprueban estas medidas, insisto que nosotros las acataremos, porque las
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imponéis vosotros; pero contra ellas desencadenaremos nuestra ofensiva en
el puro terreno legal, y no nos importará el tiempo, porque tenemos la
seguridad del triunfo…”
Discurso de Gil Robles en el Congreso de los Diputados en 1931

“Los principios y preceptos constitucionales en materia confesional no sólo


no responden al mínimum de respeto a la libertad religiosa y de
reconocimiento de los derechos esenciales de la Iglesia que hacían esperar
el propio interés y dignidad del Estado, sino que, inspirados por un criterio
sectario, representan una verdadera oposición aun a aquellas mínimas
exigencias… Más radicalmente todavía se ha cometido el grave y funesto
error de excluir a la Iglesia de la vida pública y activa de la nación, de las
leyes, de la educación de la juventud, de la misma sociedad doméstica, con
grave menosprecio de los derechos sagrados y de la conciencia cristiana
del país. … De semejante separación violenta e injusta, de tan absurdo
laicismo del Estado, la Iglesia no puede dejar de lamentarse y protestar,
convencida como está de que las sociedades humanas no pueden
conducirse, sin lesión de los deberes fundamentales, como si Dios no
existiese, o desatender a la Religión, como si ésta fuera un cuerpo extraño a
ellas o cosa inútil y nociva…”
Declaración colectiva del episcopado ante la nueva Constitución
(diciembre de 1931)

En cuanto al esfuerzo educativo y cultural, se intentó colocar la educación a


disposición de todos los españoles, por lo que se aumentó en un 50% el
presupuesto, se crearon 10.000 escuelas entre 1931 y 1933 (con unos 7.000
maestros) y se creó un instrumento para extender la cultura, como fueron las
“misiones pedagógicas”. Pero al suprimir la enseñanza confesional, que realizaba
buena parte de esta labor en los escolares, el gobierno tan sólo consiguió eliminar
buena parte del entramado educativo antes de poder haberlo sustituido por otro.

5.- Fin del bienio reformista: la polarización de la izquierda y la derecha.-

La política reformista de Azaña, que intentaba arreglarlo casi todo, terminó al


final por traer el descontento de muchos sectores de la población; por eso la oposición a
las medidas reformadoras se generó tanto en la izquierda como en la derecha política,
incluido los socialistas y anarquistas en determinadas cuestiones. Estas reacciones
condujeron a la definitiva polarización política y social de España.

La polarización o posicionamiento extremista de izquierda se hicieron ver en los


anarquistas de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y los socialistas de la UGT
(Unión General de Trabajadores), mientras que el PCE (Partido Comunista de España),
tras su paso desapercibido por la dictadura de Primo, empieza a arraigar en el campo,
industrias y minería. Esto llevó al enfrentamiento armado entre las masas obreras y las
fuerzas del orden público (Guardia Civil y Guardia de Asalto); estos hechos vinieron
acompañados de ocupaciones de tierras, robos de cosechas y destrucciones de todo tipo,
y la posterior represión por el Gobierno, como en los casos de Castilblanco, Arnedo y,
sobre todo, Casas Viejas (este último dejó herido de muerte al bienio reformista).

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El posicionamiento extremista de la derecha encuentra sus motivos en el malestar
por las reformas de Azaña, pero también por la torpeza y excesos del Gobierno en la
represión de los motines campesinos, lo que añadía el descontento popular. La derecha,
casi inexistente tras Primo de Rivera, se empieza a organizar y en ella aparecen
grupúsculos de ideología nacionalsocialista y fascista, las JONS (Juntas de Ofensiva
Nacional-Sindicalista) y Falange Española respectivamente.

En ese momento algunos intelectuales también mostraron su desilusión con la


República, como lo hicieron Unamuno u Ortega y Gasset, quien redactó el famoso “no
es esto, no es esto”.

“Desde que sobrevino el nuevo régimen no he escrito una sola palabra que
no fuese para decir directa o indirectamente esto: ¡No falsifiquéis la
República! … No: la República en España, o es la que triunfó, la auténtica,
o no será. Así, sin duda ni remisión … Una cantidad inmensa de españoles
que colaboraron con el advenimiento de la República con su acción, con su
voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen
ahora entre desasosegados y descontentos: «¡No es esto, no es esto!». La
República es una cosa. El «radicalismo» es otra. Si no, al tiempo”
Ortega y Gasset, diario El Sol

IV.- BIENIO RADICAL CEDISTA (NOVIEMBRE 1933 – FEBRERO 1936).-

El descontento con las medidas del bienio reformista (debido a la tibieza e


ineficacia, radicalismos o sectarismos, errores o duras represiones) debilitó al gobierno
de Manuel Azaña, tanto desde la derecha como de la izquierda política; cosa que fue
aprovechada por José María Gil Robles para reorganizar a las derechas y poder
presentarse a las elecciones del 19 de noviembre de 1933 en una coalición política (la
CEDA), y poder aprovechar la coyuntura de un cambio de la Ley Electoral por parte de
Azaña, por la que se beneficiaba más a las agrupaciones políticas que a los votos
dispersos (aunque no se correspondiera con la proporción de los votos obtenidos en las
urnas).

Las bases sociales que apoyaba a la derecha fueron la oligarquía latifundista y


financiera, la patronal, las fuerzas conservadoras (tanto republicanas como
monárquicas) en torno al partido de Acción Popular, liderado por Gil Robles, junto con
la mayoría de los católicos. Todos estos se reorganizaron en la coalición católica CEDA
(Confederación Española de Derechas Autónomas), que aspiraba a revisar y rectificar
las reformas azañistas del bienio anterior, desde la propia legalidad republicana, y
conseguir llegar a una república conservadora. Aunque existía un problema debido a la
diversidad ideología y de intereses de cada uno de los grupos que formaban dicha
coalición. Fuera de ella quedaron las JONS de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma, y
la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera.

La reacción de las derechas, a lo que entendían como embate de la izquierda


obrerista para implantar su utopía revolucionaria, fue de un esfuerzo pacífico

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encaminado a la creación de una alternativa electoral, que aceptaba y se integraba en el
sistema republicano que hasta ese momento les había sido hostil.

Las elecciones del 19 de noviembre de 1933 supusieron el voto del 67,46% del
censo electoral y la primera vez que votaron las mujeres4. Los resultados obtenidos
fueron 3.365.700 votos a la CEDA (39,4%), 3.118.000 a los partidos de izquierdas
(36,5%) y 2.051.500 al partido de centro (Partido Radical, liderado por Alejandro
Lerroux, 24%); la diferencia entre derecha e izquierda era de apenas 250.000 votos,
pero debido al cambio de la Ley Electoral de Azaña, que favorecía más a las
agrupaciones políticas, dieron a la CEDA más del doble de escaños en las Cortes,
aunque no la mayoría absoluta. La división de la izquierda, debido en gran parte por la
radicalización de algunos de sus grupos, fue motivo para no ganar las elecciones.

Escaños en las elecciones de 1931

a.- El gobierno Radical (desde diciembre de 1933 hasta octubre de 1934).-

Los resultados implicaron que no se podía gobernar sin la CEDA ni contra ella.
A pesar de estos resultados, el Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, no
estaba dispuesto a que la CEDA gobernara y encomendó la misión de formar gobierno
al centrista Alejandro Lerroux (histórico republicano que se había desplazado al centro-
derecha ante las actuaciones-reformas de Azaña), con su Partido Radical. Así este
elaboró un ejecutivo formados por ministros de su partido, ninguno cedistas, pero
contando con el apoyo parlamentario de estos en las Cortes, lo que se suponía 372
diputados (80% de los escaños).

En este gobierno se aprobaron medidas como la derogación de la Ley de


Términos Municipales (elaborada por Largo Caballero), la devolución de tierras
expropiadas, el pago o incremento de las indemnizaciones a causa de estas
expropiaciones (contrarreforma agraria), amnistía a los implicados en el intento de
pronunciamiento de Sanjurjo, dotación presupuestaria al clero e intento de un nuevo
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Logro conseguido por la escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española, Clara
Campoamor. En 1931 las mujeres podían ser elegidas diputadas pero no podían ser electoras, por lo que
Campoamor luchó para que estas pudieran ejercer el derecho al voto. Aunque se encontró con la
hostilidad incluso de gran parte de las izquierdas, por ejemplo Victoria Kent, pues pensaban que su voto
estaría condicionado por sus maridos y por la Iglesia (con lo que pensaban que votarían a la derecha). En
un debate en el Congreso de los Diputados consiguió el voto femenino por 161 votos a favor y 121 en
contra.
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concordato con la Santa Sede, etc. Además se planteó el problema de las competencias
constitucionales a las autonomías de Cataluña y País Vasco.

b.- Gobierno Radical-Cedista (desde octubre de 1934 hasta diciembre de 1936).-

El día 1 de octubre de 1934 Gil Robles exigió, como muestra de moderación


política (pues le correspondía la presidencia o la mayoría de ministerios), la entrada en
el gobierno de Lerroux de algunos ministros procedentes de la CEDA. Sólo entraron en
un primer momento tres ministros de intachable trayectoria, para después ampliarse a un
total de cinco (entre estos últimos estaba Gil Robles, que tomó la cartera del Ejército).
Es lo que llamamos el gobierno radical-cedista. La CEDA no violó la legalidad
republicana, pues no revisó la Constitución de 1931, no hubo marcha atrás en la
reformas militar y de educación, y la reforma agraria duró gran parte de este bienio. De
hecho, encontramos tres actuaciones muy positivas, a propuesta de ministros cedistas
como la Ley de Arrendamientos Rústicos (que facilitaba el acceso de arrendatarios a la
propiedad de tierras), política de promoción de viviendas en alquiler y política de
pequeñas obras públicas.

Alejandro Lerroux José María Gil Robles

Pero esta entrada en el gobierno supuso la excusa para una insurrección armada
el día 6 de ese mismo mes (octubre), por parte de la izquierda obrera, al ver en ella la
versión española del ascenso del fascismo dentro del auge internacional de las derechas.
Gil Robles había puesto en práctica una política de búsqueda de partido de masas, por lo
que realizó mítines, como el de El Escorial (donde se concentraron unas 50.000
personas, a pesar del intento de hacerla fracasar, por parte de los socialista, al forzar los
raíles del ferrocarril que llevaba a esa localidad), que les parecía a la oposición muy
similares a las de los líderes fascistas.

c.- Revolución de octubre (1934).-

Esta insurrección armada, que se desarrolla entre el 5 y el 12 de octubre, es lo


que se denomina la revolución de octubre española, en un claro paralelismo con la rusa
de 1917. Desencadenada por el PSOE, con el apoyo de Esquerra Republicana de
Catalunya, el PCE, la izquierda comunista y la CNT (esta última sólo en Asturias),
entendieron que era el momento para dar fin a la república burguesa y dar paso a la

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revolución social, que llevara a la dictadura del proletariado (entre líderes partidarios de
esta idea encontramos a Largo Caballero de UGT e Indalecio Prieto del PSOE).

En Barcelona, el líder de Esquerra Republicana, Lluis Companys proclamó el


“Estat Catalá dentro de la República federal española” e invitó a establecer en
Cataluña el “gobierno provisional” de la República, no reconociendo al gobierno legal
de Madrid. La Generalitat se rindió al siguiente día ante la reacción del Gobierno
Central de Madrid, durando su insurrección apenas 10 horas y se suspendió, pero no
derogó, el estatuto de autonomía catalán. En el resto de España esta insurrección no
triunfó al no contar con el apoyo de la calle, ni con la participación de Guardias Civiles
ni Guardias de Asalto.

Excepcional fue la sublevación de Asturias, donde el movimiento insurreccional


estuvo formado por unos 4.000 mineros que pretendían llegar hasta León y de ahí llegar
a Madrid. El gobierno encomendó la tarea de detenerla al general Franco, que trasladó
hasta allí al ejército de África (el mejor preparado) y bloqueó los puertos asturianos. El
balance final del conflicto asturiano, que muestra la envergadura de la insurrección, se
puede resumir en datos, ya que hubo 1.500 fallecidos, 2.000 heridos, 730 edificios
destruidos, 58 iglesias incendiadas, e incautados unos 90.000 fusiles, 30.000 pistolas,
10.000 cajas de dinamita y 30.000 granadas. Tras esto Gil Robles, ministro del Ejército,
nombró a Francisco Franco Jefe del Estado Mayor, y a tres generales los colocó en altos
puestos del ministerio del ejército (Fanjul, Goded y Mola).

La revolución de octubre consiguió dañar gravemente a la II República, pues no


había consenso político en torno al régimen republicano (ni por la izquierda ni por la
derecha). Además aparecía cada vez más la derecha monárquica, en torno a José Calvo
Sotelo, y la política económica del gobierno Radical-Cedita fue deflacionista.

Pero sobre todo tres casos de corrupción en el Partido Radical de Lerroux


hicieron que se derrumbara. En los casos de corruptela política debemos nombrar el
caso Nombela, los pagos irregulares a una naviera (noviembre de 1935) y el estraperlo
(octubre de 1935). Esta denominación, a parte de la acepción vinculada al mercado
negro, proviene de la fusión de los nombres de Strauss y Perl, que eran dos
centroeuropeos que introdujeron (gracias a un trato previo con miembros del gobierno,
por el que a tras la aprobación de su licencia participarían de los beneficios) un juego de
ruleta fácil de trucar, denominado Straperlo. La posterior prohibición de este
fraudulento juego, movió a Strauss a chantajear a Lerroux, que no accedió, por lo que le
comunicó al Jefe del Estado, Alcalá Zamora, todos los términos de este espinoso asunto,
incluida la identidad de los implicados (el propio Lerroux, su hijo, varios miembros
radicales del gobierno y otros altos cargos del Estado).

Por este asunto de tráfico de influencias y corrupción, Alejandro Lerroux tuvo


que dimitir. Parecía lógico que la presidencia del gobierno la tomara Gil Robles (al ser
su partido el más votado en las elecciones), pero el Presidente de la República, Alcalá
Zamora, que desconfiaba de él por el temor a una nueva reacción de la izquierda, antes
de dar el gobierno a la CEDA, decidió crear un gobierno improvisado de centro
(encabezado por Portela Valladares), que sirviera de puente hasta las nuevas elecciones.
El líder cedista entendió como una provocación esta acción del Jefe del Estado, cuando
además ese nuevo gobierno provisional tenía seis ministros que no eran siquiera
diputados (no votados en las elecciones); por esto Gil Robles contempló la posibilidad
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de un golpe de Estado al entender que el Presidente violaba la constitución, pero el
propio Franco lo desaconsejó, por lo que optó por no apoyar al nuevo gobierno en las
Cortes.

Alcalá Zamora fue convencido por Azaña para que disolviera las Cortes y
convocara nuevas elecciones (pero era la segunda vez que las disolvía durante su
mandato, lo que implicaba la violación de la Constitución).

IV.- GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR (febrero 1936 – abril 1939)

Las izquierdas comprendieron que debían presentarse unidas a las elecciones,


para contener a la derecha y recuperar el poder. Formaron así el Frente Popular, que era
una amplia alianza de fuerzas obreristas y burguesas de izquierdas, cuyos objetivos no
eran los mismos (de hecho algunos eran incompatibles); así algunos, como Azaña o
Prieto, querían un programa reformista basado en relanzar las reformas del primer
bienio, mientras que otros sin embargo buscaban la revolución social al estilo soviético,
como el PCE o parte del PSOE.

El 15 de enero de 1936 se firma el pacto del Frente Popular entre Unión


Republicana, Izquierda Republicana (formada a su vez por la Acción Republicana de
Azaña, el ORGA de Casares Quiroga y los radical-socialistas), PSOE, UGT, PCE, FJS,
Partido Sindicalista y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).

“Los partidos republicanos Izquierda Republicana, Unión Republicana y el


Partido Socialista, en representación del mismo y de la Unión General de
Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido
Comunista, Partido Sindicalista (Ángel Pestaña), POUM, sin perjuicio de
dejar a salvo los postulados de sus doctrinas, han llegado a comprometer
un plan político común que sirva de fundamento y cartel a la coalición de
sus respectivas fuerzas en la inmediata contienda electoral y de norma de
gobierno que habrán de desarrollar los partidos republicanos de izquierda,
con el apoyo de las fuerzas obreras, en el caso de victoria...

Como suplemento indispensable de la paz pública, los partidos coaligados


se comprometen:
1º A conceder por ley una amplia amnistía de los delitos político-sociales
cometidos posteriormente a noviembre de 1933...
2º Se restablecerá el Imperio de la Constitución...

Los republicanos no aceptan el principio de nacionalización de la tierra y


su entrega gratuita a los campesinos, solicitada por los delegados del
partido socialista. Consideran convenientes las siguientes medidas...
No aceptan los partidos republicanos las medidas de nacionalización de la
Banca propuesta por los partidos obreros...

No aceptan los partidos republicanos el control obrero solicitado por la


representación del partido socialista. Convienen en: restablecer la
legislación social en la pureza de sus principios... rectificar el proceso de
derrumbamiento de los salarios del campo, fijar salarios mínimos...”
Programa del Frente Popular. 15 de enero de 1936
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Las fuerzas de derechas se repartieron entre el Bloque Nacional, de predominio
monárquico, y la CEDA.

En las elecciones de febrero de 1936 participaron, inficionados por la violencia


(no sólo verbal), un total de 9.716.705 de personas, que repartieron sus votos entre el
Frente Popular (278 diputados, 34,4% del voto), las derechas (124 diputados, 33,2% de
los votos), el centro (Lliga Catalana, PNV y el centro improvisado por Alcalá Zamora,
5,5% del voto) y otros votos a partidos sin significación política o en blanco (91.641
votos). Aunque los resultados en votos de la derecha eran muy similares a los del Frente
popular, pero sí era muy espectacular la diferencia según los escaños, debido al cambio
realizado en la ley electoral por Azaña, que ahora beneficiaba al Frente Popular al ir
coaligados. Aún así no tenía la mayoría absoluta del voto, sólo la mayoría simple.

Elecciones de 1936

El triunfo electoral del Frente Popular fue el principio de un movimiento


revolucionario espontáneo, que llevó a la puesta en libertad en tan sólo 48 horas de los
detenidos en la insurrección de Asturias y la obligación de sus empresas a readmitirlos;
los sindicatos exigían la subida salarial del campo de un 100% (lo que disparaba el
paro); ocupaciones de tierras, como las 3.000 fincas extremeñas ocupadas por 60.000
campesinos (acto que luego legalizó el gobierno); y restablecimiento de la autonomía
catalana (vuelta a presidir por Lluis Companys).

La política del momento se centró en llevar a Azaña a la presidencia de la


República, previa destitución de Alcalá Zamora (el 7 de abril de 1936), so pretexto de
que había disuelto las Cortes dos veces en su mandato. Este hecho estaba en contra de lo
previsto en la Constitución (artº 81), pero entonces por qué el propio Azaña incitó a
Alcalá Zamora a disolver las Cortes.

Azaña, que había chocado en varias ocasiones con Alcalá Zamora, consiguió
derribarlo con el apoyo del Frente Popular, y fue elegido presidente de la República
(jefe del Estado), el 10 de mayo, con la total abstención de la derecha. La posibilidad de
un gobierno Prieto se frustró por el veto del sector caballerista del partido socialista
(división dentro de los socialistas), por lo que formó gobierno Santiago Casares
Quiroga (jefe del Gobierno), líder de la ORGA gallega, hombre próximo a Azaña.

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La destitución de Alcalá Zamora
fue un grave golpe a la legitimidad del
régimen, que con el asesinato por
agentes del gobierno del líder
monárquico José Calvo Sotelo (tras la
muerte del guardia de asalto
republicano José del Castillo), provocó
que a los pocos días estallara la Guerra
Civil; aunque el verdadero detonante de
la guerra fue la polarización del país,
que rompió los mecanismos
estabilizadores de la democracia.

Ante la sublevación del 18 de julio de 1936, el gobierno republicano intentó


negociar infructuosamente con Mola, para evitar que se convirtiese en una guerra; a la
vez intentó que su fracaso degenerara en una revolución en las calles, retrasando la
entrega de armas a las organizaciones obreras. Aún así no llegaron a evitar ni uno ni
otro, ni la guerra ni la revolución (pues la movilización popular para parar el golpe llevó
a que el poder del Estado dejara de existir). Las calles estaban en manos de socialistas y
comunistas que buscaban un nuevo poder proletario (un poder paralelo al del Estado y
rebelde a este) y anarquistas y trotskistas del POUM se dedicaban a realizar la
revolución, sin obedecer a ninguna jerarquía superior.

V.- LA II REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL.-

a.- El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936-mayo 1937).-

En septiembre del 36, cuando los sublevados suponían un peligro inmediato, se


decidió formar un gobierno de “Frente Popular”, en el que Azaña seguía de presidente
del Estado pero se cambió de Presidente del Gobierno, se puso al socialista Largo
Caballero y se llegó a una alianza gubernamental pues formaron el gobierno socialistas,
comunistas del PCE, nacionalistas vascos y catalanes y, lo nunca visto, anarquistas.
Quedaron fuera de esta “democracia de guerra” las fuerzas de derechas, muchos de
centro y aquellos que habían dado su apoyo a Franco.

Largo Caballero quería reorganizar el Estado y crear un poder proletario. Llegó


al poder por el dominio que tenía sobre el sindicato UGT (que poseía un millón de
afiliados y miles de activistas con lo que controlaba gran parte del pueblo), pero se
había ganado la enemistad del sector socialdemócrata de su partido y se mostró hostil al
gobierno republicano burgués. Detuvo a los sublevados en Madrid, pero la pérdida de

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Málaga y la desobediencia en Barcelona de anarquistas y comunistas (una guerra civil
dentro de otra) le desprestigió.

b.- El gobierno Negrín (mayo 1937-abril 1938).-

El doctor Juan Negrín, también del PSOE, pero más moderado sustituyó a Largo
Caballero, supeditó toda su política a acabar con la guerra, por lo que estaba dispuesto a
eliminar el poder revolucionario. Para controlar la rebelde Barcelona trasladó allí su
gobierno; y todas las fábricas y tierras expropiadas fueron devueltas al Estado para
garantizar la producción de guerra. Tuvo como aliados a los comunistas del PCE, por
directrices de Moscú. Estos últimos usaron las “checas”, escuadrones paramilitares para
acabar con sus oponentes políticos (anarquistas y trotskistas).

Un año después el gobierno Negrín entró en crisis, tras el desastre de Teruel y la


llegada del bando nacional al Mediterráneo. Unos eran partidarios de buscar una paz
honrosa (socialistas moderados y Azaña), por lo que Negrín hizo públicos sus “Trece
Puntos” para negociar la paz, pero Franco, sabiéndose ya ganador, lo rechazó.

Negrín era sabedor de que la única opción de ganar la guerra era que hubiese un
cambio a nivel internacional y que se produjese una guerra en democracias y fascismos;
por lo que no Franco recibiría más apoyo y algunas naciones ayudarían a la República.
Así pensaba que “resistir es vencer”. Azaña quería la paz por tres razones: evitar más
muertes, la dependencia cada vez mayor de comunistas y de las ayudas de la Unión
Soviética harían a la República rehén de una potencia extranjera, y por que España no
podía entrar en otra guerra más internacional; por eso formuló su famosa petición de
“paz, piedad y perdón”.

Esta crisis interna, entre partidarios de resistir y los de rendirse, se retrasó hasta
la caída de Cataluña, donde residía el gobierno, que tuvo que trasladarse a Francia. En
ese momento muchos políticos se quedaron en el exilio (como el mismo Presidente de
la República, Manuel Azaña), pero Negrín decidió volar hasta Alicante para intentar una
resistencia hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial (para él salvar la república era
resistir). Pero el reconocimiento del gobierno de Franco por Francia y Gran Bretaña
dejó sin argumento a Negrín. El 5 de marzo de 1939 los partidarios de rendirse iniciaron
un revolución militar contra el presidente (entre ellos socialistas moderados, militares y
anarquistas, todos ellos anticomunistas), para que se pidiese la paz y perdón para los
vencidos (los republicanos). Era otra guerra civil dentro de la guerra civil, que acabó
con la victoria de los partidarios de la rendición, que prepararon una Junta de
negociación (dirigida por el coronel Casado que dijo “entre militares nos
entenderemos”, una clara alusión al Abrazo de Vergara); se intentó negociar una
rendición sin represión pero Franco sólo les garantizó la vida a los miembros de la Junta
(cosa que efectivamente respeto, pues los embarcó en un barco inglés que los llevó
fuera de España).

Negrín huyó en avión junto con su gobierno hacia el exilio el 6 de marzo de


1939; el día 14 de ese mes la Alemania Nazi invadió Checoslovaquia y cinco meses
después empezó la Guerra Mundial.

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