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En 1924, Primo de Rivera crea un partido nacional a imitación del fascismo italiano, la
Unión Patriótica. Su intención era crear un partido “que no fuera de derechas ni de izquierdas”,
que sirviera para regenerar el país tal y como Primo de Rivera creía que debía hacerse, por lo
que era un partido personalista que sirvió para respaldar la acción de gobierno del dictador.
Una vez solucionado el problema de Marruecos, el dictador planteó una cierta vuelta a la
normalidad con la formación de un Directorio Civil, que fue un gobierno formado en su mayoría
por civiles, que se suponía que actuaría durante un periodo corto de tiempo para volver después
a la normalidad parlamentaria. Pero, en realidad, Primo de Rivera pretendió la
institucionalización de su régimen con la creación de una Asamblea Nacional Constitutiva,
cuya función era asesorar e informar al dictador, que no sería elegida democráticamente, sino
mediante un voto corporativo, y sus miembros procederían, sobre todo, de la oligarquía agraria,
por lo que los intentos regeneracionistas del dictador quedaron en nada. Hubo incluso un
intento de golpe de estado de los partidarios del turnismo, la denominada “Sanjuanada”,
que acabó en fracaso, pero ayudó a deteriorar la imagen de la dictadura.
De este gobierno civil lo más importante fue su política económica: Obras públicas: Lo
realizado en este sector fue de los aspectos más positivos de la dictadura. Lo más ambicioso
fue la política hidráulica, creándose por todo el territorio nacional las Confederaciones
Hidrográficas, destinadas al aprovechamiento total de las cuencas fluviales para regadío y
para la obtención de energía. También se crearon infraestructuras que permitieran el
desarrollo del país: los ferrocarriles recibieron un nuevo impulso y se planificó una red
nacional de carreteras (7.000 km). Esta política rebajó las cifras del paro, pero aumentó
la deuda pública.
Producción industrial: La política de obras públicas fue muy positiva para los
sectores industriales implicados (cemento, acero, hierro…) que aumentaron su
producción. Además, el Estado potenció la creación de monopolios como CAMPSA,
Telefónica e Iberia, en sectores básicos de la economía.
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Política educativa: Se aumentó el número de escuelas primarias y se crearon escuelas
de trabajo para satisfacer las necesidades de mano de obra de la industria.
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4ª CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1931).
Tras la caída de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII, intentaría la vuelta al sistema
liberal parlamentario, pero esta vuelta era ya poco creíble y un año después también caería la
monarquía. La dictadura había supuesto una transformación trascendental de la vida política
española, no un mero «paréntesis» constitucional, como pretendía hacer ver el rey. El
nombramiento del general Berenguer como presidente del gobierno en la denominada
“Dictablanda”, mantenía la esperanza de volver a la situación anterior a septiembre de 1923. La
desafección de muchos políticos monárquicos al monarca, fue paralela al auge del
republicanismo y a una oleada de mítines y manifestaciones de protesta que se extendieron por
toda España. Las fuerzas antimonárquicas acordaron en el mes de agosto, en el llamado
Pacto de San Sebastián, la lucha por la instauración de la República, aunque el primer
intento que se realizó, recurrió a la tradición militarista española. Se orquestó una insurrección en
los cuarteles, a la que debía seguir una huelga general de las organizaciones obreras. El 12 de
diciembre, tres días antes de lo acordado, se sublevaron en Jaca (Huesca) los capitanes
Fermín Galán y Ángel García Hernández, los cuales, ante el fracaso de la intentona, fueron
condenados a muerte y fusilados poco después. Este hecho fallido, demostró que la República
no llegaría con los fusiles en la mano, sino con los votos de las urnas. El momento fue el
resultado de las elecciones municipales convocadas para el 12 de abril de 1931, por el último
presidente nombrado por el rey, el almirante Aznar. Estos comicios locales fueron percibidos
como un plebiscito entre Monarquía y República y en los núcleos urbanos especialmente,
representó una victoria que daría al traste con las aspiraciones monárquicas de Alfonso XIII, el
cual se vio abocado a tomar el camino del exilio, evitando lo que podría haber sido un baño de
sangre en el país.
Con la caída de la dictadura, que arrastra a la monarquía, finaliza un periodo que intentó
una solución autoritaria a los problemas que entonces aquejaban a España, pero sin hacer
nada por cambiar las injustas estructuras sociales y económicas existentes. Por tanto, nada
se solucionó. Esto dio lugar al establecimiento posterior de la II República, que intentó llevar a
cabo un proyecto auténticamente democrático de modernización y transformación real de la
sociedad española.