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EL ANTEPROYECTO COMO PROFUNDIZACIÓN DEL PROCESO DE

CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO PRIVADO (COMISIÓN N.º 1)


Por Andrés Nicolás Beltramo1 y Sheila Lourdes Guillem2, Universidad de Buenos Aires

Voces: ANTEPROYECTO – CALIDAD DE VIDA –CONSTITUCIONALIZACIÓN – DEBER


DE INFORMACIÓN – DERECHO DEL CONSUMIDOR – DIÁLOGO DE FUENTES –
NORMA MÁS FAVORABLE – ORDEN PÚBLICO – PÉRDIDA DE TIEMPO DEL
CONSUMIDOR – PRÁCTICAS ABUSIVAS – PRINCIPIOS – PRINCIPIO PROTECTORIO
– PROTECCIÓN DE LOS INTERESES ECONÓMICOS – SUSTENTABILIDAD – TUTELA
DE LOS DERECHOS HUMANOS Y FUNDAMENTALES – TRANSPARENCIA DE LOS
MERCADOS
Sumario: I. Ponencia- II. De la sistematización de los principios del derecho del
consumidor.- III. Los nuevos derechos y garantías hechos principios.- IV. Acceso al
consumo, transparencia de los mercados y protección de los intereses
económicos.
I. Ponencia
Tutela de los derechos humanos y fundamentales, transparencia de los mercados,
sustentabilidad, calidad de vida.
(1) los principios incorporados al Anteproyecto son una explicitación y sistematización
–en razón del diálogo de fuentes y la constitucionalización del derecho privado– de
disposiciones fundamentales y humanas;
(2) los principios incorporados al Anteproyecto caen, en buena parte, bajo la órbita del
trato digno y el desarrollo sustentable-social del consumidor;
(3) en términos prácticos, la protección de los intereses económicos de los
consumidores es sumamente relevante para la realización de otros principios y
derechos.

II. De la sistematización de los principios del derecho del consumidor


Tras la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación, los principios pasaron, desde lo
normativo, a tener un lugar privilegiado en el Derecho Privado. Esto es así porque se pasó
de un sistema incomunicado para el todo lo que estaba por fuera de su cuerpo normativo
de derecho civil no era relevante a los efectos de las cuestiones allí reguladas (art. 22 Ley
340 t.o.), a uno que, justamente, tiene como principal herramienta interpretativa al diálogo
de fuentes.
En el sentido del párrafo anterior, el juego de los artículos 1 y 2 del Código Civil y
Comercial de la Nación (en adelante, el «CCyC») trae al frente el proceso de

1
Abogado (UBA) y Especialista en Derecho Informático (UBA). Docente de las asignaturas
«Contratos Civiles y Comerciales», «Derecho del Consumidor» y «Elementos de Derecho Civil» (FD, UBA)
y Derecho Civil III (FCJ, USal). Investigador de Proyecto DeCyT (FD, UBA), anbeltramo@gmail.com.
2
Abogada (UBA). Docente de la asignatura «Derecho del Consumidor» y «Elementos de Derecho
Procesal Civil y Comercial» (FD, UBA), sheila.guillem@gmail.com.

1
constitucionalización del derecho, los principios y valores jurídicos y el diálogo de
fuentes3. Estas normativas necesariamente ponen en foco la persona humana, desde la
visión constitucional y de los tratados e instrumentos de derechos humanos con jerarquía
constitucional. En este sentido, toda interpretación irrazonable de las estipulaciones de un
contrato o de la normativa contractual que tienda a la desprotección de la persona
humana, no podrá tenerse en cuenta en sede judicial4.
De esta manera, va de suyo que la sistematización de los principios no dan lugar
al debate en cuanto a su aplicación en el caso concreto. Con la actual redacción de la Ley
24.240 t.o (en adelante, la «LDC»), no existe un solo cuerpo normativo que establezca y
sistematice los principios aplicables en materia de derecho del consumidor.
En la misma senda, podemos encontrar manifestaciones del Principio Protectorio
en la Constitución Nacional (arts. 41, 42 y 43), la Convención Americana Sobre Derechos
Humanos (art. 26), la LDC (arts. 3, 4, 8, 37, 53, 55 y 65), la Ley 26.993 de Resolución de
Conflictos en las Relaciones de Consumo5 (especialmente los arts. 3, 9, 30, 52, 53 y 55) y
el Código Civil y Comercial de la Nación (arts. 9, 961, 1065, 1094 y 1095), entre otros
ordenamientos.
III. Los nuevos derechos y garantías hechos principios.
De la lectura de la sección 2ª del Anteproyecto, se desprende que todos los principios
regulados profundizan la protección del consumidor y de sus derechos fundamentales. De
esta manera, se pueden observar que principios como el de ‘progresividad y no
regresión’6, ‘acceso al consumo’, ‘consumo sustentable’7, ‘protección especial para
situaciones de vulnerabilidad’8, ‘dignidad’, entre otros, nos remiten automáticamente a
derechos y principios consagrados en nuestra Carta Magna.
Liminarmente, cuadra mencionar que con la reforma de la Constitución Nacional
en el año 1994, se incorporó el capítulo segundo de ‘Nuevos Derechos y Garantías’ (arts.
36 a 43). Si bien este nuevo capítulo consta de ocho artículos, en lo que a este trabajo
respecta, nos enfocaremos en los arts. 41 y 42. Se agrega que el art. 43, establece una
acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que
protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor.
En primer lugar, es menester recordar que el art. 41 establece el derecho de toda
persona a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras. De esta manera, busca proteger el derecho a un ambiente sano y
equilibrado –y todo lo que va de su mano (a saber: desarrollo humano, desarrollo

3
Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial Departamental II, Sala II, de la Provincia de Buenos Aires,
«Banco Industrial Sociedad Anónima c/ Suárez, Roque Ramón s/ Cobro Ejecutivo», 2015.
4
Corte Interamericana de Derechos Humanos «Caso Cantos vs. Argentina», 2001.
5
En lo que a principios respecta, la ley 26.993 establece una serie de principios de carácter procesal a fin
de lograr un proceso ágil, rápido, y conforme los plazos establecidos con el objetivo de que el sujeto
obtenga una tutela judicial y efectiva y acorde a las exigencias constitucionales (art. 42, tercer párrafo
CN)
6
En concordancia con el art. 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y art. 2 inc. 1
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
7
En concordancia con los arts. 41 y 42 C.N., art. 1094 CCyCN
8
En concordancia con el art. 75 inc. 23 C.N.

2
sustentable, utilización racional de los recursos, preservación del patrimonio natural y
cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales)9.
Por su parte, el art. 42, además de tutelar al consumidor, le otorga jerarquía
constitucional al principio protectorio. De él se desprende la protección en lo que respecta
a la seguridad e intereses económicos, protección de su salud, información adecuada y
veraz, a la libertad de elección y a un trato digno y equitativo.
Si bien es cierto que estos artículos persiguen la protección de distintos derechos
y que incluso puede que en alguna ocasión nos encontremos dentro del marco de
aplicación de uno sin que se aplique el otro, no puede soslayarse que su protección
confluye hacia la protección del desarrollo humano sustentable y el derecho a la calidad
de vida. Los aspectos que tutelan tienen como fin y objetivo, que la persona pueda
desenvolverse de manera tal que su dignidad no se vea afectada.
1) De la dignidad y el trato digno
En este punto es importante decir que el derecho a la dignidad es un derecho humano
consagrado a lo largo de todo el plexo normativo convencional10. El Anteproyecto, por su
parte, también tutela en distintas ocasiones este derecho, y recepta en su art. 5.7 el
«principio de respeto de la dignidad de la persona humana». Si bien esta incorporación no
resulta innovativa ni tampoco amplía derechos ni aumenta deberes, conforme lo
mencionado precedentemente resulta acertada en términos de sistematización (Punto II
de esta ponencia).
De esta manera, lo encontraremos expresamente mencionado en las
disposiciones referidas a consumidores hipervulnerables (art. 3), los principios del

9
Cfr. art. 41 de la Constitución Nacional, incorporado por la reforma de 1994 “Todos los habitantes
gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el
deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo
establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los
recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la
información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los
presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquellas
alteren las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o
potencialmente peligrosos, y de los radiactivos.
10
Como hemos sostenido en «El derecho del consumidor y la aplicación jurisprudencial de sus
principio» (BELTRAMO, Andrés N. - GUILLEM, Sheila L., LL Online AP/DOC/26/2018), se encuentra
consagrado en el preámbulo de la Declaración Universal de Derecho Humanos al mencionar que "la libertad,
la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos
iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana". Su art. 1º dice que "todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad..." Tanto el art. 22 como el 25, enuncian derechos fundamentales
de las personas con base en la dignidad humana. La Convención Americana de Derechos Humanos en su art.
11.1 menciona que "toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad".
Por su parte, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombres en su preámbulo dice que "todos
los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Tanto en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, como en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos retoma lo
establecido en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y establece como base el
reconocimiento a la dignidad humana, estableciendo que los derechos que de allí surjan se "derivan de la
dignidad inherente a la persona". La Convención sobre los Derechos del Niño recepta la dignidad en su arts.
23, 28, 37, 39 y 40.

3
derecho del consumidor (art. 5), al trato digno (art. 20), al trato equitativo y no
discriminatorio (art. 21) y a la atención al consumidor o usuario (art. 23).
Por otra parte, si bien el Anteproyecto no establece supuestos diferenciados o
especialmente regulados para la procedencia de la sanción punitiva –tal como sucede en
la LDC11-, al regular las prácticas abusivas (art. 27) menciona expresamente que, en ese
ámbito y en virtud de la afectación a los derechos fundamentales o humanos, la sanción
punitiva prevista en el artículo 128 deberá ser especialmente ponderada12.
Así las cosas, se vislumbra que no obstante a este cambio normativo, la nueva
redacción al regular la sanción punitiva por grave menosprecio hacia los derechos del
consumidor13, fácilmente sería procedente ante actitudes que atenten sin reparo contra la
dignidad de los consumidores.
2) De la igualdad y la antidiscriminación
Atento a lo expuesto hasta aquí, y tomando en consideración que el Anteproyecto en
amplias oportunidades refuerza y afianza la tutela de los derechos fundamentales o
humanos, en especial, el derecho a la dignidad, se puede arribar a la conclusión de que
se busca, espera o, al menos, se desea que la persona no vea afectada en ningún
momento y bajo ningún término su dignidad. No obstante, resulta importante no solo
establecer qué actos deben evitarse a fin de no violar este precepto, sino también qué
conductas deben observarse para su pleno ejercicio.
En rigor, garantizar el acceso a los bienes, la libertad de elección y el consumo
sustentable en un ambiente sano, le permite a la persona vivir dignamente. En esta
senda, vivir dignamente está íntimamente relacionado con el desarrollo humano
sostenible y la calidad de vida.
En el art. 5.5 el Anteproyecto se enuncia el principio de consumo sustentable, el
cual impulsa la protección ambiental y, en particular, el consumo y la producción
sustentables. Ello tiene una relación directa con el principio de acceso al consumo (art.
5.3) y el de respeto a la dignidad (art. 5.7). Cabe mencionar que estos principios, como
así también los preceptos de desarrollo humano y desarrollo sustentable, están unidos por
la noción de calidad de vida.
Asimismo, toda vez que la dignidad –tal como hemos expresado- es un derecho
fundamental y humano que implica que las personas sean tratadas con el respeto que
merecen por su condición de ser humano, la desigualdad e inequidad de género atentará
directamente contra esta.
En este punto, debe remarcarse que el Anteproyecto recepta el principio
antidiscriminatorio, que es concordante con la protección igualitaria establecida en
tratados internacionales con jerarquía constitucional.

11
La LDC en su art. 8 bis establece expresamente que en caso de llevarse a cabo inconductas
violatorias del trato digno y equitativo, además de las sanciones previstas, “podrán ser pasibles de la multa
civil establecida en el art. 52 bis…”.
12
Se realiza la salvedad de que el artículo que dispone la sanción punitiva es el 118 y no así el 128 tal
como menciona el art. 27. Por ello se desprende que la remisión equivocada se debió a un error material e
involuntario al momento de la redacción.
13
El art. 118 del Anteproyecto Ley Defensa del Consumidor establece que “el juez tiene atribuciones
para aplicar una sanción pecuniaria al proveedor que actúa con grave menosprecio hacia los derechos del
consumidor”.

4
Así, hallaremos esta protección a lo largo de la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer, en el art. 1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos en cuanto establece el derecho de «[t]oda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza; color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social», en los arts. 1 y 2 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos al mencionar que «[t]odos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…» «…sin distinción alguna de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición…», como
también en los arts. 1 y 2 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre.
Todos estos tratados abogan por la igualdad, por ende a la no discriminación –
antidiscriminación en los términos del anteproyecto-, pese a la utilización de la palabra
sexo en lugar de género. Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, si bien establece en su art. 2 la igualdad al estilo de los ya
mentados, en su art. 3 hace alusión expresa al género femenino, mencionando que los
Estados Partes «…se comprometen a asegurar a los hombres y a las mujeres igual título
a gozar de todos los derechos económicos, sociales y culturales…».
En rigor, con relación al género y la no discriminación, a todas luces se observa
que en la prohibición esgrimida en el principio antidiscriminatorio (art. 5.10), se establece
que serán especialmente consideradas aquellas fundadas en razones de identidad,
género, raza, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, nacionalidad, edad,
condición social o caracteres físicos de la persona humana. Por su parte, en el art. 5.5 se
dispone una protección especial y diferenciada para colectivos sociales afectados14. En el
art. 21, al establecer la obligación del proveedor a ofrecer un trato equitativo y no
discriminatorio, hace énfasis en que no deberán realizarse diferencias que contraríen la
garantía constitucional de igualdad, «ni incurrir en conductas u omisiones que distingan,
excluyan, restrinjan o menoscaben de manera arbitraria a los consumidores por razones
de raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, condición física, psicofísica o
socio-económica, nacionalidad, o cualquiera otra que violente el principio de respeto de la
dignidad de la persona humana». A su vez, el art. 26, al regular sobre otras prácticas
abusivas dispone que estarán comprendidas aquellas conductas que «estereotipen,
promuevan o estimulen patrones socioculturales sustentados en la desigualdad de género
y las relaciones de poder sobre las mujeres…». Al regular la publicidad abusiva (art. 45)
también se presta especial atención a aquellas que atenten «contra el derecho
fundamental a la salud de los niños, niñas y adolescentes, la identidad de género y las
que afecten de cualquier modo los bienes ambientales o culturales». Por último, el art. 47
establece que se tendrán por no convenidas las cláusulas que «infrinjan o posibiliten la
violación de reglas y principios que protegen la identidad de género, o los bienes
ambientales o culturales» (art. 47 inc. 8).

14
El principio de protección especial para situaciones de hipervulnerabilidad (art. 5.5) establece que
“el sistema de protección del consumidor protege especialmente a colectivos sociales afectados por una
vulnerabilidad agravada, derivada de circunstancias especiales, en particular, niñas, niños y adolescentes,
personas mayores, enfermas o con discapacidad, entre otras”.

5
En este orden de ideas, se desprende que el Anteproyecto tutela de manera
coincidente los derechos mencionados previamente, al incorporar en los artículos citados
la perspectiva de género.
Dicha incorporación es de gran relevancia ya que el derecho a un desarrollo
sustentable, con calidad de vida en un ambiente sano, va de la mano con los derechos
que en este acápite se mencionan y que el Anteproyecto, recepta, tutela y afianza.
IV. Acceso al consumo, transparencia de los mercados y protección de los intereses
económicos
Como bien sabemos, el derecho del consumidor se encuentra regulado en un amplio
sistema normativo que coexiste armónicamente, en parte, gracias a los principios que nos
convocan. De esta manera, no resulta desconcertante que los principios estipulados en la
Sección 2ª del Anteproyecto consistan, y confluyan, en la tutela de los derechos
fundamentales y los derechos humanos reconocidos por nuestra Carta Magna, y operen
como cláusula de cierre del Sistema Argentino de Defensa del Consumidor, siendo
particularmente relevantes en términos de facilitar el diálogo de fuentes.
De esta manera, se observa que esta enunciación, lejos de ser taxativa,
simplemente reafirma principios que actualmente se aplican, resultando así extensiones
del principio protectorio y del carácter de orden público de la tutela que al sujeto le
merece. Asimismo, si bien hoy en día no los encontramos en un mismo texto normativo y
reconocemos la importancia de contar con una norma que los establezca de manera clara
e insoslayable, se destaca que por la aplicación del diálogo de fuentes y la
constitucionalización del derecho privado, su uso y resguardo a fin de efectuar una
interpretación favorable al consumidor, ya es, con la actual redacción de la LDC, derecho
vigente, positivo, y plenamente operativo.
Dicho esto, cada principio tiene una íntima y estrecha relación con derechos
especialmente tutelados por salvoconducto de los estatutos consumeriles, tales como el
principio de transparencia de los mercados.
En este punto, cuadra destacar que el principio nro. 4 establece que «el sistema
de protección del consumidor provee todo lo conducente al logro de la transparencia de
los mercados. El Estado controla las distorsiones que afectan la distribución, condiciones
de venta, calidad y precios de bienes y servicios». No podemos dejar de asimilar este
principio con la protección que la Ley de Defensa de la Competencia realiza sobre los
mercados y, consecuentemente, – de forma indirecta– la persona del consumidor.
Justamente, un mercado competente es aquel que tiende al mayor acceso al
consumo de bienes y servicios de mayor calidad, y por eso es razonable incorporar como
principios la transparencia (que se vincula estrechamente con el derecho de los
consumidores a una información adecuada) y el principio de acceso al consumo, en
particular de bienes y servicios de calidad.
Con respecto a la transparencia, está generalmente aceptado que una mayor
transparencia para con los consumidores, a los efectos de que cuenten con la información
adecuado en relación a los precios y las características de los productos, incentivan la
competencia entre los proveedores15.

15
SCHULTZ, Christian, «Market Transparency and Product Differentiation», Centre for Industrial
Economics, Institute of Economics, University of Copenhagen, 2002.

6
La libre competencia beneficia a los consumidores bajando los precios y
fomentando la introducción de productos nuevos y de mejor calidad. Por otro lado, las
prácticas anticompetitivas, como la fijación de precios de reventa, discriminación de
precios, ventas atadas, precios predatorios, entre otras (art. 2 Ley 27.442), llevan a
precios inflados de forma artificial que no reflejan su costo, y a la proliferación de los
productos y servicios de baja calidad.
Con respecto a la protección de los intereses económicos del consumidor, va de
suyo que un mercado eficiente que baje los precios, ofrezca productos de mejor calidad, y
permita a cada vez más consumidores acceder a ellos protege sus intereses económicos,
y también es evidente que en una economía capitalista como la nuestra la economía del
consumidor tiene un rol fundamental en su desenvolvimiento en el mercado e incide en su
plenitud social y personal. En este sentido, los principios de transparencia de los
mercados y acceso al consumo también orbitan a la dignidad del consumidor.
Sin embargo, una faceta práctica más ignorada tanto por la jurisprudencia como la
doctrina, relacionada a la protección de los intereses económicos de los consumidores y a
su efectivo acceso al consumo, que, reiterando el concepto, hacen a su digno desarrollo,
es la que tiene que ver con la protección económica en sede judicial, que a su vez
impacta en toda la cadena de eventos que lleva al juicio.
A lo que nos referimos en el párrafo anterior, es a que la realidad en términos de
litigio de consumo se traduce, en la mayoría de los casos (máxime con una justicia
mayormente reticente a aplicar daños punitivos de forma efectiva), en un
empobrecimiento del consumidor.
Justamente, el consumidor termina siendo sometido a un proceso incómodo que
suele durar años, quedando desincentivado el reclamo judicial, y también extrajudicial,
porque al proveedor que no solo no está preocupado por la judicialización, sino que la
tiene como parte de su defectuoso y anticompetitivo proceso productivo, el consumidor se
hace acreedor de una condena que suele estar por debajo del 50 % del valor reclamado
oportunamente.
En esta línea, no podemos hacer otra cosa que celebrar lo decidido por la Sala
Segunda de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata en autos
«CURRY PAULA VANESA C/ TRANSPORTES AUTOMOTORES PLUSMAR S.A. Y OT. S/
DAÑOS Y PERJUICIOS». Allí, la justicia efectivamente protege los intereses económicos
del consumidor litigante al reconocer que la realidad inflacionaria de nuestro país y las
dificultades para actualizar las deudas (como las leyes 23.928 y 25.561) que facilitan la
«financiación por vía judicial» del proveedor. A su vez, la Cámara en la sentencia identifica
este tipo de financiación y abuso del proceso llevada adelante de mala fe con una
violación a la dignidad del consumidor, por someterlo al proceso para la conveniencia del
proveedor, y por privar al consumidor del poder adquisitivo de la indemnización que le
corresponde.
Por lo expuesto, es claro que el acceso al consumo se relaciona estrechamente
con el derecho de los consumidores a la protección de sus intereses económicos, y
esperamos que la principialización lleve a una aplicación coherente y concreta de las
disposiciones consumeriles, que de traduzca en sentencias justas en las que los
consumidores no vean mermada su economía.

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