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“Urgencia y encuentro”

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo
son unas palabras bondadosas”. Sigmund Freud.

Introducción
En el presente escrito, realizaré una presentación del Programa Salud Mental
responde, tomando en cuenta las nociones de la Atención Primaria de la Salud que
permitan ubicar al dispositivo, sus objetivos y sus usos.
A su vez, me propongo realizar una articulación teórico clínica a partir de una viñeta
y las diferentes inquietudes que fueron suscitando en lo novedoso de la atención
telefónica del Dispositivo.
Intentaré situar la importancia del rol del psicólogo en la atención telefónica y su
versatilidad frente a las distintas demandas, las cuales requieren siempre de una
respuesta artesanal.
Desde una orientación psicoanalítica, intentaré articular el caso clínico con
conceptos que permitan dar lugar a la singularidad de quien está realizando el
llamado y realizar una lectura posible de lo acontecido.

Acerca del dispositivo


“Salud Mental Responde” (SMR), depende de la Dirección General de Salud
Mental. Dicho programa consiste en la recepción de llamadas de cualquier persona
que resida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que requiera algún tipo de
asistencia por salud mental. Quienes se encargan de atender esta línea son
profesionales de la salud mental cómo: psicólogos, psiquiatras y trabajadores
sociales con el objetivo de brindar una asistencia interdisciplinaria que permita
articular con los recursos sanitarios existentes. SMR responde a los valores de la
Atención Primaria de la salud. Esto implica que está centrado en la Prevención,
Promoción y rehabilitación de la misma.
Si bien el Programa Salud Mental Responde (SMR) tiene sus inicios en el año 1997
en el Hospital “Dr. Braulio Moyano”, brindando exclusivamente orientación en
adicciones, se ha evidenciado en los últimos años, por parte de los organismos
internacionales, la importancia de la salud mental cómo parte de la salud general de

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la población, así cómo también el incremento en las tasas de padecimientos
mentales, lo que llevó a ampliar dicho programa a todo el campo de la salud mental
en el año 2000, en el marco de la Ley N° 448 de la Ciudad de Buenos Aires. Tanto
los objetivos generales como los específicos se encuentran alineados a las
recomendaciones de la OMS/OPS.
La brecha entre pacientes que requieren tratamiento y los que acceden a los
mismos es muy amplia. Se logra mayor accesibilidad en las personas con
padecimientos leves que en aquellas con un trastorno mental severo.
Es en este sentido que resulta importante plantear el concepto de barreras de
acceso, entendidas cómo aquellos factores que se colocan entre los usuarios y los
servicios, obstaculizando la posibilidad de lograr la atención requerida (Landini et al,
2014).
La actualización del programa se fundamenta en la perspectiva de la OPS sobre
Redes Integradas de Servicios de Salud (RISS), la cual prevé mejorar la
accesibilidad del sistema, reducir la fragmentación del cuidado asistencial, mejorar
la eficiencia de los efectores de salud mental, evitar la duplicación de infraestructura
y servicios, disminuyendo los costos y al mismo tiempo brindando una atención
equitativa, eficiente y que satisfaga mejor las expectativas y necesidades de
atención de la comunidad.
El programa es abordado en el marco del plan general del Ministerio de Salud de la
Ciudad de Buenos Aires “Cuidados Progresivos en Salud Mental” proponiendo
optimizar la forma de atención, ofreciéndose cómo un dispositivo de probada
eficacia en la disminución del riesgo suicida y en la disminución del estrés
emocional, así cómo también, una medida costo-efectiva, que ha logrado en
aquellos lugares donde ha sido implementada, la disminución de las internaciones
en salud mental y la demanda a los servicios de urgencias.
Resulta importante destacar la inserción de dicho dispositivo en el contexto de la
pandemia por COVID-19, en donde la demanda de atención era alta y se pudo
ofrecer una respuesta ante la situación de crisis tanto en relación a la población
general afectada como al personal sanitario interviniente.
Salud Mental Responde contiene cómo parte de sus objetivos específicos:
“Garantizar al usuario un contacto inicial directo que le permita acceder a un
diagnóstico integral presuntivo, caracterización del riesgo, contención inicial,

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psicoeducación y/o derivación asistida a dispositivo de atención correspondiente a
su área programática”.1
En todos los llamados el objetivo principal se basará en la evaluación del riesgo y la
resolución de la crisis actual. De todas formas, el contacto telefónico puede culminar
en esa primera comunicación, o bien, en casos de mayor complejidad, será
necesario derivar al usuario a que acceda a una evaluación de forma presencial en
algún dispositivo de urgencia en salud mental.
Asimismo, el programa cuenta con la posibilidad de realizar una derivación asistida
para que el usuario pueda acceder de forma directa a un turno, así cómo también, la
posibilidad de realizar llamadas de seguimiento para los casos en los que resulte
conveniente.

El llamado de Maria
Mi rotación por el dispositivo Salud Mental responde transcurrió en el sector de
llamadas y seguimiento telefónico. En un primer momento me remití a recibir las
distintas demandas de lxs usuarios e intentar responderlas a través de la
información que el recursero del dispositivo provee.
Se precipitaron una serie de preguntas respecto de lo novedoso de la atención
telefónica: ¿Podré evaluar riesgo sin ver a la persona? ¿Cómo mantener el
encuadre terapéutico en las diversas demandas? ¿Cómo formalizar un motivo de
consulta o tomar contacto con el paciente cuando la mayoría de las veces quien
llama es un tercero? ¿Que aportar desde mi especificidad al dispositivo?
Se comunica Maria, paciente de 21 años quien refiere estar cursando una crisis de
angustia. Se la escucha llorar y describe un cuadro de taquicardia, sudoración,
temblor, acompañado de crisis de llanto que le impide poner en palabras aquello
que le sucedía. Intento calmarla y me remito a preguntarle dónde se encuentra. Me
contesta que está en la puerta de su trabajo ya que había pedido retirarse. Era difícil
comprender lo poco que podía decir.
Entendiendo a la urgencia como un momento de ruptura de la cadena significante,
intento establecer un corte frente al desborde de la misma. Le digo que no hay
apuro y que se tome su tiempo. Le indico que intente respirar profundamente y que
yo me iba a mantener del otro lado del teléfono.

Proyecto de resolución: Actualización del Programa Salud Mental Responde


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(SMR) Junio 2022, p. 8.

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Luego de unos minutos, comienzo con una pregunta simple ¿Te acordas como solés
volver a tu hogar? Me dice que está a una cuadra del subte que la deja en la casa
de su madre. Agrega que no vive ahí pero que no quiere volver a lo de su actual
pareja que es con quien convive. Le pregunto si podría caminar hasta el subte
reiterando que me voy a quedar en línea hasta que llegue a su casa. Me contesta
que sí. En el mientras tanto, le pido algunos datos en caso de que se corte la
llamada.
De camino a su casa, algo de la urgencia con la que había realizado el llamado
comienza a ceder y comienza a ser posible alguna articulación a la palabra. Refiere
que con su ex pareja habrían llevado a cabo un proceso judicial por una denuncia
de la misma hacia él, la cual ya estaría resuelta a su favor pero que él, seguía
comunicándose con ella. Al indagar al respecto la misma comienza a desplegar
cierta interpretación que impresiona tener un tinte delirante “Yo me doy cuenta, lo
veo en las redes sociales, me doy cuenta por sus caras en las fotos, me lo hace a
propósito”.
Por otro lado, me comenta que con su madre mantiene un vínculo más distante de
lo que desearía. Refiere que la misma tiene una hija menor que le lleva mucho
trabajo y que no suelen tener mucho vínculo desde que la paciente se mudó de su
casa, mostrándose angustiada al respecto.
Me indica que está a una cuadra de su casa y que se siente más aliviada. La crisis
de llanto había cedido y Maria comenzaba a narrar algunas cuestiones de su vida.
Comienzo por intentar poder darle una historia y un contexto a este episodio a
través de algunos interrogantes. “No es la primera vez que me pasa esto” refiere.
Además de las distintas problemáticas mencionadas, actualmente se sumaba para
Maria la dificultad para ir al trabajo, viajar en transporte público y salir a la calle en
general. Dicha dificultad se remonta al momento de la pandemia en la que tuvo que
permanecer varios meses encerrada.
Al indagar por antecedentes de tratamiento por salud mental, la misma comenta que
habría perdido los distintos tratamientos en el hospital perteneciente a su área
programática por escasa adherencia, debido a la dificultad que se le presenta a la
hora de salir a la calle.
No obstante, el último año habría logrado mantener su actividad laboral pese a
dicha dificultad.

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Por último, refiere que tiene un turno en un efector público que le habría conseguido
la psicóloga del colegio al que asiste.
Durante la comunicación y a partir de lo dicho por la paciente, resultó fundamental
trabajar en relación a la importancia de un tratamiento por salud mental para
comenzar a trabajar sobre estas cuestiones y la posibilidad de poder sostener dicho
tratamiento en el tiempo, apostando a una diferencia respecto de sus tratamientos
anteriores. También se conversó sobre la posibilidad de que pueda solicitar la ayuda
de los otros de su familia, comenzando a trabajar con la misma sobre la idea que
traía en relación a que “se sale adelante solo” y alentandola a que pueda convocar a
otros para que puedan acompañar y apuntalarla para comenzar y sostener un
tratamiento por salud mental. Por dicho motivo, le comunico que me parecía
conveniente poder hablar con su madre al llegar a su hogar para poder anoticiarla
de lo sucedido y apelar al apoyo de la misma cómo referente. La misma se muestra
de acuerdo con esto pero reitera que su madre está muy ocupada con su otra hija y
con el trabajo y que no la iba a poder acompañar en los turnos.
Mantengo una conversación con la madre en la que comienza por relatar el historial
de tratamientos y diagnósticos recibidos por la paciente dejando ver el agotamiento
que le implicó ya haberla acompañado en estas situaciones anteriormente. “Maria
dice que va y después no va, ya es grande, no puedo estar atrás de ella, no le pone
voluntad”. Agrega que, tal cómo dijo la paciente, la misma no dispone de tiempo
para poder acompañarla nuevamente a un tratamiento porque en su trabajo son
muy estrictos y no la dejan salir.
Fue necesario poder situar con esta madre que esta misma dificultad que hace que
la misma no pueda asistir y sostener los turnos es parte de la problemática en salud
mental que presenta, así cómo también poder reveer la idea de que es una
“cuestión de su voluntad”. A su vez, señalo que para Maria sería importante contar
con el apoyo de la misma para emprender un nuevo tratamiento. Finalmente, la
misma termina accediendo a acompañarla.
Vuelvo a conversar con la paciente y le comento lo conversado con su madre. La
misma refiere alivio mostrándose agradecida por el acompañamiento y por hablar
con su madre.
Decido pautar un seguimiento semanal, que consiste en continuar llamando a la
paciente semanalmente hasta que la misma acceda al turno que habría conseguido
en el efector.

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En el momento del llamado, la paciente no presentaba un riesgo cierto e inminente
que ameritara una atención en urgencia de forma presencial y la intervención
telefónica de acompañamiento y contención en crisis habría tenido buena respuesta
en la misma. Sin embargo, me pareció pertinente poder realizar un seguimiento
telefónico debido al desborde presentado en ese primer llamado y la trayectoria de
la paciente respecto de sus anteriores tratamientos, sumado al escaso
acompañamiento familiar.
En este seguimiento telefónico, fue posible trabajar algunas cuestiones respecto de
lo que había significado para la misma tener que estar encerrada en su hogar
durante tantos meses y de qué manera esto la había afectado, comenzando a poner
en relación sus síntomas con una serie de hechos vividos que habían resultado
“traumáticos”.
En ese primer contacto, el hecho de alojar la demanda de Maria, acompañar desde
la presencia e interesarme por aquello que le sucedía generó sus efectos de alivio.
Así cómo también, generó sus efectos, el hecho de ofertarme como mediadora entre
su palabra y la de su madre, para quienes la comunicación se había visto dificultada
en el último tiempo.
Uno de los obstáculos con los que me topé y me llevaron a elegir esta viñeta entre
otras fue que luego de varios llamados de seguimiento, finalmente, no se logró por
distintos motivos que Maria acuda al turno.
Decido luego de algunos intentos, brindar pautas de alarma, reforzar la importancia
del tratamiento y dar por finalizada la intervención por parte del dispositivo.
Luego de un tiempo, veo que Maria había hecho uso nuevamente de la línea en otro
episodio de angustia para el cual también habría sido necesario alojar y realizar
contención verbal.

Una lectura posible del caso.


Al intentar formalizar una lectura respecto de lo sucedido me pregunto por el uso
que hace la paciente de la línea. ¿Con qué fin se dirige a un Otro? ¿Quiere ser
escuchada? ¿Le supone a este Otro un saber en relación con lo que le ocurre? ¿Es
un llamado dirigido a su madre?
Dichos interrogantes surgen a partir de comenzar a pensar que la paciente no
terminaba por formalizar una demanda de tratamiento sino que eso era una
iniciativa por parte de los distintos profesionales que la escuchaban.

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Lo que sí es posible de ser formalizado es el momento de urgencia que atraviesa la
paciente. Al hablar de urgencia, desde la orientación lacaniana, se utiliza el término
“urgencia subjetiva”. Lacan (1963) en el Seminario XI conceptualiza al trauma como
el encuentro fallido con lo real, donde el sujeto intenta apresar algo que resulta
inasimilable al campo del principio de placer, quedando en un fuera de sentido. El
encuentro con lo traumático para cada uno será siempre fallido, de allí su insistencia
en tanto no cesa de no escribirse (Lacan, 1972).
Bertran, G. (2004) plantea que en la urgencia, el equilibrio pulsional del sujeto se
quiebra porque hay una caída de la cadena significante. Los elementos simbólicos e
imaginarios que le brindaban al sujeto un lazo con el Otro ya no son suficientes.
Seldes, R. (2008), respecto de este contacto del sujeto con lo real, expresará que
hay un acontecimiento que rompe con un sentido que permitía decidir para el sujeto.
La urgencia subjetiva implicará entonces la caída de un saber (S2) frente a lo real
con el que el sujeto contaba, quedando la presencia de un S1 suelto. Un real
inasimilable por el sentido, frente al cual el sujeto hará su invención.
Entiendo que en la urgencia se trata de ubicar qué real hay en juego para cada uno
cuando se devela lo fallido de esa respuesta en el encuentro con lo traumático.
En relación al momento de la urgencia, Sotelo afirma: “El hecho de ubicar las
coordenadas subjetivas da al sujeto la posibilidad de implicarse con aquello que
padece, que en un primer momento se presenta cómo “ajeno y extraño” (Sotelo y
otros, 2013). Considerar la ruptura de la cadena significante cómo un momento
“agudo” y poder situar su coyuntura junto con el paciente, abrirá la posibilidad de
que existan nuevos encadenamientos al momento del abordaje de dicha crisis, sea
cual fuera la estructura del paciente.
Si bien las coordenadas de la primera descompensación en Maria se remontan a
momentos anteriores a este y posiblemente tengan que ver con el vínculo con su ex
pareja, fue necesario aquí poder pensar cuales son las coordenadas actuales del
padecimiento de la paciente. Específicamente, la dificultad que presenta al salir a la
calle, luego de haber estado recluida en su hogar durante varios meses debido al
contexto de la pandemia y todo lo que esta habría desencadenado en la misma. Se
añade lo que la paciente trae en relación al vínculo con esta madre y el hecho de
sentirse desalojada por la misma.
Aquel real que no termina de inscribirse, imposibilita el armado de una nueva
escena en la que poder sostenerse. Es por eso que la urgencia se manifiesta, en

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este caso, en un “cada vez”, demandando a un Otro allí para escuchar y contener,
quizás como una forma fallida de intentar establecer un lazo al Otro.
Seldes, R. (2004) sitúa que como practicantes del psicoanálisis en la institución, es
posible hacer un uso de los dispositivos hospitalarios como herramientas que
permitan escandir un tiempo para comprender. Los dispositivos funcionan como un
marco de escucha vaciado de sentido para la urgencia, donde el analista se ofrece
como destinatario de la misma para que el goce encuentre un espacio de
tramitación.
Fue necesario habilitar otra vía de trabajo respecto de las “nuevas dificultades” de
Maria, lo cual requirió cierto cambio de posición por parte del analista respecto del
padecimiento de la paciente. Dicha posición no tenía que ver con localizar los
fenómenos psicóticos para poder situar de qué padece en un apuro por concluir o
“curar”, sino abrir un tiempo para comprender sobre aquello que le estaba
sucediendo en ese momento, invitarla a construir un relato, producir un decir en el
cual pueda estar concernida y quizás poder inventar una nueva escena en la cual la
misma pueda sostenerse.
Generar el espacio para que la palabra circule, alojar su padecimiento e intervenir
con la familia de la misma es lo que posibilitó hacer de ese hecho que estaba
ocurriendo un acontecimiento, pasar de la urgencia a la urgencia subjetiva. “En ese
punto es que ofertamos como analistas un espacio de escucha, que encadene la
palabra, pasando del grito al llamado, anudando goce y significante (…)” (San
Miguel, 2009).

Reflexiones finales:
La escritura del caso me permitió repensar algunos conceptos del psicoanálisis que
resultan fundamentales a la hora del trabajo en instituciones, así como también, los
distintos modos de intervenir en la urgencia y alojar el padecimiento.
Con este recorte, me interrogo respecto de las intervenciones en la urgencia y su
conclusión, contemplando las especificidades que implica este dispositivo, sus
múltiples usos y alcances, así cómo también, la versatilidad del rol del psicólogo en
el Programa que implica brindar información, realizar psicoeducación a pacientes y
familiares, pero también, desde una mirada psicoanalítica, poder ubicarse cómo
Otro que acusa recibo de aquello que escucha e intenta recuperar la singularidad de
quien consulta.

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Millán (2009) sostiene “Si el ideal de un encuentro amoroso es la continuidad,
probablemente la brevedad de un encuentro se leerá como un fracaso (…)”
agregando que no es necesario estar en análisis para que haya un “encuentro”:
“(…) Si el ideal no es la continuidad, dicho encuentro es posible siempre y cuando
produzca el efecto de un antes y después en el sujeto.
Por más de que la intervención no haya posibilitado el inicio de un tratamiento
de manera formal y más allá de que la paciente haya necesitado recurrir
nuevamente a la línea en un “cada vez” que da cuenta de su estructura, esta
primera intervención produjo un “encuentro” que generó sus efectos de alivio. Dicho
abordaje telefónico en la urgencia, posibilitó, a mi entender y en primer lugar, alguna
narrativa respecto de un momento de desborde, allí donde la palabra se veía
obstaculizada y en un segundo momento, la posibilidad de localizar al sujeto en eso
que comienza a decir.

Carolina Fiorentino

Residente de 4to año. Salud Mental, Psicología clínica.

Hospital General de Agudos Parmenio T. Piñero, Marzo de 2023.

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Bibliografía:

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Escuela de Orientación Lacaniana, 14, 1-5.

Bertran, G. (comp.) (2004). Hospital de Día: particularidades de la clínica. Buenos


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- Millan, Enrique (2009) “El dolor de existir” en La huella del Caracol. Ed. El
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urgencia. Ed. Grama, Buenos Aires

Seldes, R. (2008). La urgencia del psicoanálisis aplicado. Virtualia: Revista digital de

10
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- Sotelo, Inés. (2007). Clínica de la urgencia. JCE Ediciones. Buenos Aires,


Argentina.

-Sotelo, M.I., Rojas, M.A. y Santimaria, L. (2013). Conclusiones sobre la consulta


de urgencia en salud mental en 4 hospitales generales del Mercosur. V Congreso
Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XX Jornadas
de Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires.

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