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Irving M.

Zeitlin

Ideología y teoría sociológica

Marx

8.Orientaciones filosóficas.

Luego de la Revolución Francesa y la disolución del viejo orden, la tarea principal era la
consolidación del nuevo orden burgués-industrial. La filosofía negativa solo conducía a la
división, el conflicto y el desorden. La clase trabajadora debía adecuarse al período
presente; la revolución era inconcebible. La mejor manera de asegurar el progreso era
reconciliando las tendencias y las clases antagónicas, educando a todas las clases de la
sociedad para que ocuparan el lugar que les correspondía en la nueva sociedad
jerárquicamente organizada y se resignaran a su situación.

La función principal de la ciencia positiva era lograr el orden social orgánico y libre de
conflictos. Marx reestablece y emplea las mismas premisas filosóficas que Comte
detestaba:

La perfectibilidad del hombre; sustentaba el concepto de hombre natural, humano


individual de sus necesidades y de su potencialidad para el desarrollo. Marx tenía las
esperanzas de construir una sociedad verdaderamente humana. El hombre, para Marx es
infinitamente perfectible debido a que sus facultades esenciales tienen una capacidad
ilimitada de desarrollo. Si el hombre es ahora nada más que una bestia de trabajo, no es
necesario que permanezca en esa situación ya que puede alcanzar las formas de
creatividad, pensamiento y acción.

Las facultades creadoras latentes del hombre se hallan sofocadas y reprimidas por la
situación propia de todas las sociedades clasistas. El sistema existente (capitalismo), no
solo estaba impidiéndole realizar sus potencialidades humanas, sino que hasta lo despoja
de sus necesidades animales. Marx condenaba al sistema capitalista por sus efectos sobre
los seres humanos individuales.

El sistema industrial capitalista lo hubiera reducido a un animal laborans, una bestia


limitada a las más estrictas necesidades corporales. Las necesidades de los obreros se
hallaban entonces en el nivel más precario y miserable de la subsistencia física. El nivel de
vida y de actividad más bajo posible se había convertido en la norma general. Ninguno de
sus sentidos existe ya, no solo en su forma humana, sino tampoco en su forma inhumana
y, por ende, ni siquiera en su forma animal.

Lejos de desarrollas sus facultades humanas esenciales, se rebajaba y se deformaba al


hombre, que se convertía así en algo menos que un animal. Marx contemplaba la
deshumanización del hombre como consecuencia de la alienación. Analizó la alienación
como un fenómeno social manifiesto, abordándolo en el contexto de las relaciones
sociales específicas y en un sistema socio-histórico también específico.

Marx empleo el término alienación con diversos sentidos: por un lado desprenderse,
renunciar a, privarse de, despojarse de y por el otro hacerse exterior a si mismo. El término
alienación se refiere a un proceso complejo que presenta varios aspectos. Comienza con
la separación de los hombres con respecto a sus medios de producción y subsistencia. Los
hombres son alienados de su propiedad y, por lo tanto, para evitar morirse de hambre y
convertirse en vagabundos se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los empresarios
capitalistas. Las dos partes entran así, en una relación esencialmente instrumental y
permaneces ajenas una a otra porque la relación se basa en intereses antagónicos y
condiciones de vida fundamentalmente diferentes.

La fuerza de trabajo del obrero, se objetiviza en mercancías sobre las cuales no tiene ningún
control. En este sentido, cuanto más produce tanto más pobre es. Pone su vida en el objeto
pero ahora su vida no le pertenece a él, sino al objeto. La alienación del obrero con respecto
a su producto no solo significa q su trabajo se convierte en un objeto, una existencia
externa, sino también q existe fuera de el y que se transforma en un poder autónomo que
lo enfrenta.

En su trabajo no se afirma, sino que se niega a si mismo, no es feliz sino desdichado, no


desarrolla libremente su energía física y mental sino que mortifica su cuerpo y arruina su
mente. Su trabajo es coercitivo y forzado; es un simple medio para satisfacer necesidades
externas a él.

El hombre como obrero, se ha convertido en almo menos humano porque está separado
de sus cualidades humanas potenciales. El ser consciente y la actividad vital del hombre,
su ser esencial, se vuelve un simple medio para su existencia.

Los salarios no serán más que un pago mejor para el esclavo y no conquistará para el obrero
o para el trabajo su condición y su dignidad humanas. Pero no solo el obrero está sujeto a
la alienación, sino que también lo está el que no lo es; “todo lo que aparece en el obrero
como una actividad de alienación, de enajenación aparece en el no obrero como un estado
de alienación.” El capitalista, también está sujeto, aunque en menor medida, a la negación
y la carencia. Para la economía política, negación y carencia, frugalidad y ahorro, eran
virtudes fundamentales del capitalista y del obrero. Es necesario abolir esta condición
general para elevar a los hombres a una condición verdaderamente humana.

La economía política es una verdadera ciencia moral, la negación de la vida y de todas las
necesidades humanas, es su doctrina cardinal. El establecimiento del comunismo
(movimiento real que suprime el presente estado de las cosas) era para Marx un medio para
que el hombre alcanzara una mayor libertad y humanidad.

El comunismo es un movimiento crítico y revolucionario, la fase real necesaria de la


próxima etapa de desarrollo histórico. El hombre es un producto de las condiciones
sociales que el mismo ha creado, pero no es necesario que permanezca prisionero de tales
condiciones.

Estilo de pensamiento.

El aspecto revolucionario de Hegel que indica que los hechos dados, tales como aparecen,
nunca pueden ser más que una verdad temporaria y parcial, pues solo presentan una fase
negativa en el desenvolvimiento de la verdad que se revela, a través de la destrucción y la
superación de esta fase, tiene una gran influencia en Marx, quien como Hegel, se negaba a
limitar la verdad a lo dado.

Marx tenía presente en carácter transitorio de los hechos, que solo eran momentos
negativos de un proceso histórico incesante y que las relaciones de producción determinan
el carácter de los hombres, influyendo en su conciencia. La afirmación de Marx es crítica,
pues implica que la relación vigente entre la conciencia y la existencia social es una
relación falsa, que debe ser superada antes de que la relación verdadera pueda
manifestarse. La verdad de la tesis materialista debe realizarse en su negación.

La abolición de la propiedad privada y la socialización de los medios de producción son los


primeros pasos en la abolición del trabajo alienado. Si los hombres no se asocian
libremente y utilizan esos recursos para satisfacer sus necesidades humanas y promover
su desarrollo humano, entonces la socialización de los medios de producción
simplemente sustituirá una forma de sujeción por otra. El individuo es el ser social, su vida
es una expresión y una confirmación de la vida social.

9.De la filosofía social a la teoría social.

Marx elaboró su propia teoría de la relación entre la existencia social y la conciencia social,
la llamada concepción materialista de la historia. Para él, el mundo ideal no es más que el
mundo material reflejado por la mente humana y traducido a formas de pensamiento.

Marx sostenía que la religión no es la base sino la manifestación de condiciones seculares;


los hombres, transcenderán su estrechez religiosa cuando hayan superado sus
limitaciones seculares. Marx intenta escapar a la formulación teológica del problema
transformándolo en un problema secular, sociológico. Trata a la religión como un estado
de alienación y expone las premisas de su propio punto de vista.

La base de la crítica religiosa es que el hombre hace a la religión y no viceversa. Es, en


verdad autoconciencia y auto-sentir del hombre que aún no se ha encontrado a sí mismo o
que ha vuelto a perderse. Pero el hombre es el mundo humano, el estado, la sociedad. La
abolición de la religión como felicidad ilusoria de los hombres es la exigencia de una
felicidad real. La crítica de la religión desengaña al hombre a fin de que piense, actúe y
modele su realidad como hombre que ha perdido sus ilusiones y reconquistado su razón.

La tarea de la historia es establecer la verdad en este mundo. La de la filosofía es


desenmascarar la auto-alienación humana en su forma secular. Marx elaboró su propia
teoría en oposición crítica a los hegelianos; su teoría no puede ser entendida como un
materialismo en el sentido tradicional. Su concepción debía distinguirse del idealismo y del
materialismo a la par que constituye la unificación de la verdad de ambos.

La teoría general.

Marx parte de los seres humanos reales, de carne y hueso, reales organismos físicos con
necesidades físicas reales. Para sobrevivir deben entrar en una relación metabólica con la
naturaleza. La actividad principal y más importante, el trabajo, es la producción de vida,
mantenimiento del proceso vital. No toman simplemente de la naturaleza lo que necesitan
para el mantenimiento de su vida, ellos producen sus medios de subsistencia con lo que
reducen su dependencia inmediata de las condiciones naturales. La actividad laboral de
los hombres, es una transformación consciente e intencional de las condiciones naturales.

El hombre no es solo un animal laborans sino también un homo faber, que vive y actúa en
dos mundos simultáneamente: el artificial y el natural. Para Marx, el proceso de trabajo no
es solo natural sino también social ya que los hombres producen interactuando y
cooperando entre sí y, por ello, entran en relaciones sociales y políticas de limitadas.
Producen materialmente y son activos dentro de límites materiales (tanto a las condiciones
naturales como sociales que se imponen a los hombres).

El modo de producción es una forma definida de actividad de los individuos, una forma
definida de expresar su vida, un modo definido de vida. Lo que son, pues, coincide con su
producción tanto con lo que producen como en el modo de producirlo. La naturaleza de los
individuos depende de las condiciones materiales que determinan su producción.
Complejo proceso por el cual los hombres interactúan simultáneamente con la naturaleza
y entre sí; hay una relación dialéctica. La suma total de estas relaciones de producción
constituye la estructura económica de la sociedad, el fundamento real sobre el cual se
elevan las superestructuras jurídicas y políticas y al cual corresponden formas definidas de
conciencia social. El modo de producción de la vida material determina el carácter general
de los procesos sociales, políticos y espirituales de la vida. No es la conciencia de los
hombres lo que determina su existencia, sino su existencia social la que determina su
conciencia. Al llegar a cierta etapa de su desarrollo, las fuerzas materiales de producción
de la sociedad entran en conflicto con las relaciones existentes de producción o con las
relaciones de propiedad en cuyo marco habían actuado antes. De formas de desarrollo de
las fuerzas de producción, esas relaciones se convierten en trabas de las mismas y se inicia
un período de revolución social.

Por fuerzas productivas Marx entiende la actividad productiva de los individuos reales en
sus relaciones de cooperación. Una fuerza productiva es una fuerza social (social:
cooperación de varios individuos). Se sigue de esto que un cierto modo de producción, o
etapa industrial, se combina siempre con un cierto modo de cooperación o etapa social, y
de este modo de cooperación en sí mismo una “fuerza productiva. Los hombres producen,
se apropian y transforman los materiales de la naturaleza cooperando. Para producir,
establecen entre si relaciones y vínculos sociales definidos, y solo dentro de ellos actúan
sobre la naturaleza, solo dentro de ellos se efectúa la producción. Estas relaciones sociales
en las cuales entran los productores, las condiciones bajo las que intercambian sus
actividades y participan en el acto total de la producción, varían naturalmente, según el
carácter de los medios de producción.

Relaciones de producción alude a las relaciones de propiedad; los hombres trabajan con
otros hombres y también para otros hombres. En la primera fase del desarrollo de un
sistema, las relaciones de propiedad facilitan el crecimiento constante de las fuerzas
productivas. En las fases posteriores las relaciones de propiedad existentes retardan y
traban el crecimiento de las fuerzas productivas. Es necesario hacer estallar esas
relaciones de propiedad APRA permitir el crecimiento posterior de las fuerzas productivas.
Los obreros, actuando como clase, liberan las fuerzas que existen potencialmente en el
trabajo social mediante su acción revolucionaria. La revolución de los obreros es un acto
constructivo, porque libera la productividad social de las ataduras impuestas por las
relaciones de propiedad capitalistas.

Marx considera que el modo de producción se compone de dos partes: relaciones de


propiedad y fuerzas productivas. Las relaciones de propiedad pueden promover o trabar el
crecimiento de las fuerzas productivas. A medida que cambia el modo de producción, se
modifican de manera concomitante otras esferas de la conducta social.

Las ideas no existen ni cambian, son los hombres vivos quienes cambian, junto con las
condiciones materiales de su existencia, su pensamiento y los productos de su
pensamiento. Marx postula una etapa en donde la existencia social y la conciencia social
constituían una unidad, antes de toda división del trabajo, el hacer y el pensar estaban
estrechamente entrelazados, eran la emanación directa de la conducta material. Con la
división del trabajo entre actividades materiales y mentales, las relaciones políticas y
jurídicas deben asumir una existencia independiente frente a los individuos ya que dio
origen a una variedad de esferas ideológicas distintas. Para Marx, la división del trabajo era
una condición negativa.

Marx afirma que las ideas dominantes en toda época son las ideas de la clase dominante.
Esta clase, al tener a su disposición los medios de la producción material, controla también
los medios de la producción mental y trata de imponer sus ideas. Las ideas dominantes no
son nada más que la expresión mental de las relaciones dominantes

10.La sociología Marxista del trabajo alienado.

Marx llamaba a la primera fase del desarrollo de las fuerzas de productivas en el modo
capitalista de producción “cooperación simple”, la cual predomina durante el período en
el cual el capital opera en gran escala, pero la división del trabajo y la maquinaria
desempeñan un papel secundario.

El capitalista paga a cada obrero su fuerza de trabajo individual y percibe más de lo que ha
pagado ya que hay un incremento en la escala de producción, es decir, la reunión de
muchos obreros bajo el mismo techo, creo los requisitos para el posterior desarrollo de las
fuerzas productivas. Esta forma de cooperación caracterizó a la primera fase del
capitalismo y fue una importante fuerza productiva nueva. Era novedosa a causa de que la
utilización y el crecimiento de esta fuerza productiva dependían de las relaciones de
producción específicas. Las grandes reservas de capital eran un requisito para la
cooperación de muchos obreros.

Pero, puesto que solo se realiza una operación simple, el trabajador se aliena de algunas
de las prerrogativas creadoras que tenía antes. Todo su cuerpo se convierte en una
herramienta automática y especializada para esa operación. Lo que pierde en posibilidad
creadora lo gana e eficiencia. Emplea menos tiempo en realizar la operación específica que
el artesano. La división del trabajo entre muchos obreros es la base del sistema productivo
llamado manufactura, nueva organización bajo la cual se incrementa la fuerza de trabajo
socialmente productiva. Todo lo que interrumpe el flujo constante del proceso de trabajo
reduce también sus beneficios; la producción de mercancías en un tiempo adquirió
fundamental importancia. El obrero no solo se concentró en un lugar para trabajar sino que
empleó una herramienta especial para cada operación, cada instrumento especial
alcanzaba su plena utilidad solo en manos de un trabajador parcelario específico.

La transformación del obrero en trabajador parcelario no podía producirse, sin originar al


mismo tiempo, cambios en el carácter y la personalidad del obrero. La división del trabajo
cada vez más compleja alienaba al obrero de sus facultades creadoras y lo disminuía como
ser humano. La manufactura crea, también, una jerarquía en el trabajo. Los obreros se
ubican en una jerarquía y se las distribuye entre aquellos de acuerdo con sus habilidades
socialmente adquiridas: en la parte inferior las manipulaciones mas simples, que
cualquiera puede hacer. En la parte superior los trabajadores especializados.

El proceso que comenzó en la cooperación simple, donde el capitalista representaba para


el obrero el poder y la voluntad del trabajo asociado, se hizo más pronunciado en la
manufactura, que redujo al obrero a la condición de trabajador parcelario. Para Marx, la
maquinaria y su empleo en al industria moderna es la fase más importante del desarrollo
del modo capitalista de producción. Aunque se funda en la manufactura, se aparta luego
del sistema.

El sistema mecánico obligó al obrero a adaptarse a la máquina. Se divide la producción en


una sucesión de fases y se resuelve cada una de esas fases por medio de máquinas. La
especialización vitalicia en el manejo de una misma herramienta se convierte ahora en la
especialización vitalicia en el cuidado de una misma máquina. La dependencia del obrero
con respecto a la fábrica y, por lo tanto, al capitalista es completa. En la manufactura el
obrero usaba la herramienta; en la fábrica, la máquina lo usa a él.

El proceso que lleva al poder capital, también lleva a las contradicciones y antagonismos
de la forma capitalista de producción, con lo cual crea, junto con los elementos necesarios
para la formación de una nueva sociedad, las fuerzas para destruir la vieja. El hombre
pierde cada vez más control del proceso de producción y la alienación se torna en una
deshumanización cada día mayor del hombre en als condiciones del capitalismo
industrial.

ANTHONY GIDDENS. “EL MATERIALISMO HISTÓRICO”.

En: El capitalismo y la moderna teoría social, Primera parte: Marx, capítulo II,
Barcelona, Labor, 1994 [1971], pp. 57-80.

El primer fruto de la colaboración entre Marx y Engels fue el libro fuertemente


polémico La Sagrada Familia. Lo empezaron en la segunda mitad de 1844, y se publicó
a fines del año siguiente. La mayor parte del libro es obra de Marx, y nos ofrece un
testimonio de su rompimiento definitivo con el resto de los jóvenes hegelianos. Siguió
poco después otra obra, La ideología alemana, escrita en 1845-1846. Se trata también
de un trabajo crítico ante todo, pero en él Marx esboza por primera vez una formulación
general de las doctrinas del materialismo histórico. A partir de entonces, la perspectiva
general de Marx cambió poco, y el resto de su vida estuvo consagrado al examen teórico y
a la aplicación práctica de los puntos de vista manifestados en esta última obra.
El texto completo de La ideología alemana no se publicó en vida de Marx y Engels. Aun
así, Marx se refiere explícitamente a su «Crítica» de Hegel, y al año 1844, como puntos
que marcan el deslinde más significativo de su carrera intelectual. Fue el análisis de
la filosofía hegeliana del Estado lo que le llevó a la conclusión de que «tanto las
relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí
mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano (Geist), sino que
radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida»,2 escribe Marx en su
prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política.

Engels observó más tarde, sobre La ideología alemana, que la concepción materialista de
la historia tal como allí la expusieron «sólo demuestra cuán incompletos eran todavía, por
aquel entonces, nuestros conocimientos de historia económica».3 Pero, aunque el
conocimiento que tenía Marx de la historia económica era ciertamente escaso —el
esquema que presenta allí de las «grandes etapas» del desarrollo de los sistemas
productivos fue después revisado considerablemente—, la explicación del materialismo
histórico que nos da en la obra concuerda profundamente con las que compuso en
posteriores ocasiones. Dentro de la arbitrariedad de toda línea divisoria precisa, si
bien La ideología alemana se considera a veces como parte del período «juvenil» de
Marx, es más apropiado verla como la primera obra importante representativa de su
madurez.

Respecto a los escritos de Marx de 1843 y 1844, a partir de su publicación en 1929-1932,


se ha agitado continuamente el debate sobre su importancia en lo que se refiere a su
concepción madura del materialismo histórico. La controversia tiene obvias derivaciones
de naturaleza directamente política, y es difícil suponer que los puntos en cuestión vayan
a resolverse a gusto de todas las partes implicadas. Pero, de hecho, son bien evidentes las
líneas principales de continuidad entre la «Crítica» de Hegel, los Manuscritos de 1844 y el
pensamiento maduro de Marx.

Los temas más importantes que Marx desarrolló en los escritos de juventud e incluyó
dentro de sus obras posteriores son los siguientes:

1. La concepción, que Marx debía substancialmente a Hegel, de la progresiva


«autocreación» del hombre. Como expresa en los Manuscritos de 1844, «toda la
llamada historia universal no es otra cosa que la producción del hombre por el trabajo
humano».

2. La noción de alienación. Un motivo de que Marx abandonase en gran parte el


vocablo «alienación» en sus escritos posteriores a 1844, fue sin duda su deseo de
separar terminantemente su punto de vista del de la filosofía abstracta. Así, en el
Manifiesto comunista (1848) se burla sarcásticamente del «absurdo filosófico» de los
pensadores alemanes que escribían sobre la «alienación de la esencia humana». Esta
posición, aunque presente substancialmente en los Manuscritos, no la elaboró a fondo
basta que escribió La ideología alemana. Quiere decir principalmente que la alienación
debe estudiarse como un fenómeno histórico que sólo puede comprenderse en los
términos del desarrollo de las formaciones sociales concretas. Los estudios de Marx
sobre las etapas del desarrollo histórico siguen los pasos del crecimiento de la
división del trabajo y la aparición de la propiedad privada que culminan, con la
desintegración del feudalismo europeo, en el proceso de alienación del campesinado
del control de sus medios de producción. Este último proceso, la formación de una gran
masa de trabajadores asalariados carentes de propiedad, se describe en El Capital como
una condición previa necesaria para el surgimiento del capitalismo.

3. El núcleo de la teoría del Estado, y su superación en la forma futura de sociedad, tal


como se expone en la «Crítica» de la filosofía hegeliana del Estado. Aunque Marx, al
tiempo de escribir la «Crítica», tenía una concepción solamente embrionaria sobre el
tipo de sociedad que, según sus deseos y expectativas, reemplazaría al capitalismo,
la tesis de la posibilidad de la abolición del Estado por medio de la eliminación del
ámbito de «lo político» separado se mantiene en el fondo de sus consideraciones
posteriores sobre este punto.

4. Los principales rudimentos del materialismo histórico como perspectiva para el


análisis del desarrollo social. A pesar de que Marx, en sus obras de juventud, escribe
frecuentemente con el lenguaje de Hegel y de Feuerbach, no cabe la menor duda que
el punto de vista que surge de Marx constituye un rompimiento epistemológico
decisivo con esos escritores, y con Hegel de un modo especial. No se trata de una
nueva filosofía que Marx pretenda poner en lugar de las antiguas; él rechaza la filosofía
y se decide por un enfoque histórico y social. En esta línea, en los Manuscritos de 1844
ya insiste sobre el arraigo del capitalismo en una forma concreta de sociedad, cuya
característica estructural más importante es una relación de clases partida entre el capital
y el trabajo asalariado.

5. Una concepción sucinta de la teoría de la praxis revolucionaria. Los comentarios de


Marx sobre Strauss y Bauer (que se entretienen en intercambiar «la “autoconciencia” del
hombre abstracto por la substancia de la “naturaleza abstracta”») anticipan las
afirmaciones expuestas profusamente en La Sagrada Familia y en La ideología alemana,
según las cuales la filosofía crítica no responde sino a etapas muy tempranas de un
movimiento revolucionario. El cambio social sólo puede efectuarse con la unión de la
teoría y la práctica, conjuntando la interpretación teórica y la actividad política. Esto
significa que debe integrarse el estudio de las posibilidades de transformación que
surgen en la historia con un programa de acción práctica que pueda llevar a cabo estos
cambios.

El punto neurálgico de la transición entre los Manuscritos de 1844 y La ideología


alemana debe encontrarse en la breve serie de proposiciones críticas sobre
Feuerbach que Marx escribió en marzo de 1845, y que desde entonces se han hecho
célebres con el nombre de Tesis sobre Feuerbach.8 Marx critica a este autor por varios
motivos: En primer lugar, el enfoque de Feuerbach no es histórico. Concibe un
«hombre» abstracto, anterior a la sociedad: no sólo deja al hombre reducido a hombre
religioso, sino que no sabe ver «que el “sentimiento religioso” es también un producto
social y que el individuo abstracto que él analiza pertenece, en realidad, a una
determinada forma de sociedad». En segundo lugar, el materialismo de Feuerbach se
queda al nivel de una doctrina filosófica que simplemente considera las ideas como
«reflejos» de la realidad material. De hecho, hay una reciprocidad constante entre la
conciencia y la praxis humana. Feuerbach, junto con todos los filósofos materialistas
anteriores, trata la «realidad material» como determinante de la actividad humana, pero no
analiza la modificación del mundo «objetivo» por parte del «sujeto», esto es, por parte de la
actividad de los hombres. Este punto, sumamente importante, Marx lo indica también de
otra manera. La doctrina materialista de Feuerbach, afirma, es incapaz de analizar el
hecho de que la actividad revolucionaria resulta de actos conscientes y voluntarios de
los hombres. Al contrario, Feuerbach describe el mundo según el concepto de la
influencia «en un solo sentido» de la realidad material sobre las ideas. Marx indica que
«las circunstancias son cambiadas precisamente por los hombres y [...] el propio
educador necesita ser educado».

Tal como lo ve Marx, Feuerbach aportó algo de importancia decisiva al mostrar que «la
filosofía [es decir, la filosofía de Hegel] no es sino la religión puesta en ideas y desarrollada
discursivamente; que es, por tanto, igualmente condenable y no representa sino otra
forma, otro modo de existencia de la enajenación del ser humano».11 Pero Feuerbach
presenta a la vez un materialismo pasivo o «contemplativo», descuidando el énfasis
de Hegel sobre «la dialéctica de la negatividad como principio motor y generador».12
El pensamiento de Marx se centra en esta dialéctica entre el sujeto (el hombre en
sociedad) y el objeto (el mundo material), en la cual los hombres subordinan
progresivamente el mundo material a los objetivos de ellos, con lo cual van
transformando estos mismos objetivos y crean nuevas necesidades.

LA TESIS MATERIALISTA

La concepción general del materialismo histórico establecida en La ideología alemana y


escritos posteriores es, por consiguiente, muy distinta de la de Feuerbach y de las
anteriores tradiciones del materialismo filosófico. «Materialismo», tal como lo emplea
Marx, no se refiere a los postulados de ninguna ontología razonada lógicamente.13 Marx
acepta sin duda un punto de vista «realista», según el cual las ideas son producto del
cerebro humano en relación, por medio de los sentidos, con un mundo material
cognoscible; las ideas no se hallan en categorías inmanentes dadas en la mente
humana independientemente de la experiencia. Pero esto ciertamente no significa la
aplicación de un materialismo filosófico determinista para interpretar el desarrollo de la
sociedad. La conciencia humana está condicionada por un intercambio dialéctico de
acción y reacción entre sujeto y objeto. El hombre modela activamente el mundo en
que vive, al mismo tiempo que éste le da forma a él. Esto se puede ilustrar con una
observación de Marx, cuando desarrolla lo que dio a entender en las Tesis sobre Feuerbach,
en el sentido de que incluso nuestra percepción del mundo material está condicionada por
la sociedad. Feuerbach no se da cuenta de que la percepción sensitiva, lejos de ser fija
e inmutable todo el tiempo, está integrada dentro de un mundo fenoménico que es:
Un producto histórico, el resultado de la actividad de toda una serie de generaciones, cada una de las
cuales se encarama sobre los hombros de la anterior, sigue desarrollando su industria y su intercambio y
modifica su organización social con arreglo a las nuevas necesidades. Hasta los objetos de la «certeza
sensorial» más simple le vienen dados solamente por el desarrollo social, la laboriosidad y el intercambio
comercial.

Para Marx, la historia es un proceso de creación, satisfacción y nueva creación de


necesidades humanas. Esto es lo que distingue a los hombres de los animales, cuyas
necesidades son fijas e invariables. Esta es la razón de que el trabajo, el intercambio
creativo entre el hombre y su medio ambiente natural, sea el fundamento de la
sociedad humana. Las características concretas de la sociedad de que forma parte un
individuo se interponen en la relación de éste con su medio natural. Al estudiar el desarrollo
de la sociedad humana, debemos partir de un examen empírico de los procesos concretos
de vida social que son el sine qua non de la existencia humana. Esto lo expresa Marx en un
pasaje que vale la pena citar entero:
Este modo de considerar las cosas no es algo incondicional. Parte de las condiciones reales y no las pierde de
vista ni por un momento. Sus condiciones son los hombres, pero no vistos y plasmados a través de la fantasía,
sino en su proceso de desarrollo real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas condiciones.
Tan pronto como se expone este proceso activo de vida, la historia deja de ser una colección de hechos
muertos, como lo es para los empiristas, todavía abstractos, o una acción imaginaria de sujetos
imaginarios, como para los idealistas.

Allí donde termina la especulación, en la vida real, comienza también la ciencia real y positiva, la exposición de
la acción práctica, del proceso práctico de desarrollo de los hombres. Terminan allí las frases sobre la
conciencia y pasa a ocupar su sitio el saber real. La filosofía como rama independiente de la ciencia pierde, con
la exposición de la realidad, el medio en que puede existir. En lugar de ella, puede aparecer, a lo sumo, un
compendio de los resultados más generales, abstraído de la consideración del desarrollo histórico de los
hombres. Estas abstracciones de por sí, separadas de la historia real, carecen de todo valor. Sólo pueden servir
para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos.
Pero no ofrecen en modo alguno, como la filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedan aderezarse
las épocas históricas. Por el contrario, la dificultad comienza allí donde se aborda la consideración y ordenación
del material, sea de una época pasada o del presente, la exposición real de las cosas.

Con esta fraseología redundante, Marx proclama la necesidad de una ciencia empírica
de la sociedad, que deberá fundarse en el estudio del intercambio creativo y dinámico
de acción y reacción entre el hombre y la naturaleza, el proceso generativo por el cual
el hombre se construye a sí mismo.

La concepción de Marx de las principales «etapas» del desarrollo de la sociedad, lo mismo


que algunos otros sectores básicos dentro de sus obras, tiene que reconstruirse a partir de
elementos fragmentarios. Fuera del esquema que da en La ideología alemana, en ninguna
parte hallamos una exposición completa de los principales tipos de sociedad que él
distinguió. Con todo, los principios de Marx para la interpretación del desarrollo social no
dejan de ser claros. Cada uno de los distintos tipos de sociedad que identifica tiene su
propia «lógica» de desarrollo o dinámica interna característica. Ahora bien, ésta sólo puede
descubrirse y estudiarse mediante un análisis empírico realizado a partir de los hechos. Lo
cual es puesto de relieve como principio teórico general y, más específicamente, al seguir
los pasos del proceso de desarrollo de un tipo de sociedad a otro. «La historia —afirma
Marx— no es sino la sucesión de las diferentes generaciones, cada una de las cuales
explota los materiales, capitales y fuerzas productivas transmitidas por cuantas la han
precedido; es decir que, por una parte, prosigue en condiciones completamente
distintas la actividad precedente, mientras que, por otra, modifica las circunstancias
anteriores mediante una actividad totalmente diversa».16 Pero atribuir «finalidades» a
la historia diciendo que «la historia posterior es la finalidad de la que la precede» sería
pura y llanamente una tergiversación teleológica.

Marx expresa este mismo punto de vista cuando, al comentar la afirmación de que una
etapa capitalista es prerrequisito necesario para el establecimiento del comunismo
en toda sociedad moderna, rechaza la posición que lo mira en un sentido unilineal.
Para tomar por ejemplo un período de la historia anterior, cita el caso de Roma. En Roma
ya existían determinadas condiciones que ejercerían un papel esencial en la formación del
capitalismo en el Occidente europeo en un período muy posterior. Pero la economía
romana se desintegró internamente, en lugar de dar origen al modo de producción
capitalista. Lo cual muestra «que hechos sorprendentemente parecidos, pero que
ocurren en contextos históricos diferentes, producen resultados completamente
distintos». Esto puede entenderse, prosigue Marx, si uno estudia tales situaciones por
separado, «pero nunca llegaremos a comprenderlas si confiamos en el passe partout
de una teoría histórico-filosófica cuya cualidad principal consista en ser
suprahistórica».

Marx fundamenta su tipología de la sociedad en el análisis de la diferenciación


progresiva de la división del trabajo. Como afirma en los Manuscritos de 1844, el
desarrollo de la división del trabajo es sinónimo del crecimiento de la alienación y de
la propiedad privada. La formación de la sociedad de clases a partir del sistema
original indiferenciado de propiedad comunal, depende evidentemente de si se da o
no la especialización en la división del trabajo; y es precisamente la división del
trabajo la que, al identificar a los hombres con su especialización profesional
determinada (caso del «trabajador asalariado»), les niega su conjunto de capacidades
de productor «universal». De este modo: «Las diferentes fases de desarrollo de la
división del trabajo son otras tantas formas distintas de la propiedad; o, dicho en otros
términos, cada etapa de la división del trabajo determina también las relaciones de
los individuos entre sí, en lo tocante al material, el instrumento y el producto del
trabajo».

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