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Grupo operativo.

Pichón Rivière entiende que un grupo operativo es: un


conjunto restringido de personas que, ligadas por
constantes de espacio y tiempo, articuladas en su mutua
representación interna, se proponen en forma implícita y
explícita una tarea que conforma su finalidad,
interactuando a través de complejos mecanismos de
asunción y adjudicación de roles.

Así, de acuerdo al marco teórico de la psicología social, la meta de los grupos


operativos es aprender a pensar. En efecto, no puede perderse de vista que el
pensamiento y el conocimiento son producciones sociales.

Necesariamente, para aprender a pensar, el individuo necesita del otro, ora con su
presencia, su discurso, su diálogo, u otras formas de expresión posibles. Pensar,
siempre es pensar en grupo.

El grupo operativo es una técnica de intervención grupal de la psicología social,


inspirada en el psicoanálisis. Se aplica en los escenarios educativo, organizacional
y comunitario; en la prevención e intervención de diversas problemáticas
psicosociales, consumo problemático, problemas de aprendizaje, procesos de
cambio y resolución de conflictos. Además de sus aplicaciones terapéuticas y
preventivas, puede ser empleada en estos mismos escenarios como dispositivo
para la realización de tareas específicas que requieran una coordinación de
grupos interdisciplinarios. Es una técnica privilegiada en la formación de
psicólogos sociales y profesionales de otras áreas de las ciencias sociales, que
aspiran a intervenir grupalmente en los niveles terapéutico, preventivo y de
promoción de la salud mental.
Esta técnica fue creada en el año de 1942 por el psicoanalista y psicólogo
social de origen suizo, Enrique Pichón Riviere, fundador de la Asociación
Psicoanalítica Argentina y de la Primera Escuela de Psicología Social en América
Latina. Una definición condensada del grupo operativo que nos aporta su creador
es la siguiente: “¿En qué consiste nuestra técnica? Se puede decir que en dos
aspectos fundamentales: el aspecto manifiesto, explícito y el aspecto implícito
o latente. En este sentido nos acercamos a la técnica analítica que es en realidad
hacer consciente lo inconsciente, o sea hacer explícito lo implícito” . Esta
referencia no agota ciertamente la definición de la técnica, pero tiene la virtud de
subrayar lo específico del grupo operativo -que lo diferencia de otras técnicas de
trabajo grupal-, a saber, que cuenta con la existencia de una dimensión latente de
la vida grupal e interviene sobre ella, develándola.

Una buena vía para acercarse a esta técnica puede ser examinar lo que
podríamos llamar su mito de origen.

 El grupo operativo nació en una situación crítica, casi podríamos decir,


extrema. Pichón trabajaba en el Hospicio de las Mercedes, un importante
hospital psiquiátrico de Buenos Aires; un día cualquiera, de manera súbita,
la Dirección del Hospital retira el personal de enfermeros que atendía los
pacientes a su cargo y estos quedan en estado de abandono. “Gracias a
esa medida un poco absurda en ese momento, nació esta técnica, el grupo
operativo como una técnica social, donde se hacía posible el tratamiento de
las personas que padecían situaciones de salud mental atendidas por sus
“colegas”…tomamos como punto de partida su visión: lo primero que hizo
fue a tomar los enfermeros que quedaban y los propios pacientes según el
momento del proceso en que se encontraban, y hacer grupos con ellos, a
través de esos grupos aprendían lo que era el insight, lo que era la
alienación, y todo eso con algunos conceptos de enfermería… completó en
muy poco tiempo la formación de losenfermeros” .


En ese primer grupo operativo del mito fundador estaban presentes varias
aplicaciones al mismo tiempo, era un grupo de aprendizaje, pero también de
“apoyo al apoyo”; y, por la definición misma de los integrantes, cumplía una
función terapéutica muy importante, que podemos constatar en los resultados
mencionados por el autor.

Esta referencia tiene interés para los psicólogos sociales en Latinoamérica, porque
con frecuencia debemos enfrentar situaciones de extrema precariedad de
recursos. Este relato del nacimiento del grupo operativo es paradigmático también
en cuanto a las posibilidades que ofrecen los grupos para autogestionar la
resolución de sus propias necesidades; y es, quizá, más valioso por tratarse de un
caso radical: enfermos mentales haciéndose cargo del tratamiento de otros
enfermos mentales.

 A raíz de la misma crisis en esta institución, Pichón descubrió la aplicación


del grupo operativo con familias de pacientes psicóticos, como apoyo al
trabajo terapéutico: “Al poco tiempo entonces, una semana o un poco más,
dentro del Servicio se había extendido una actitud social de unos a otros, se
organizaban salidas, altas (especie de prueba), la inclusión dentro del
tratamiento de los grupos familiares, que completaron nuestra concepción
social de la enfermedad mental, ya que a través de los grupos familiares
detectábamos los factores que determinaban la enfermedad, que
determinaban el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento. La profilaxis
podía ser dada en otros miembros de la familia” .

Los grupos operativos que nacieron en el Hospicio de las Mercedes se


pueden definir como grupos centrados en la tarea y en este caso la tarea podemos
entenderla, de acuerdo con lo dicho, como el tratamiento grupal de trastornos
psicológicos o el apoyo a dicho tratamiento a traves de la formación en nociones
de enfermeria. Quizá en este punto sea importante hacer una primera aclaración,
no se trata de un psicoanálisis grupal, sino de una psicoterapia grupal, que
tiene en cuenta los descubrimientos del psicoanálisis y utiliza algunas de sus
herramientas teóricas, pero cuya fundamentación epistemológica es la psicología
social.

Estos grupos operativos pueden estar integrados por un grupo de personas con
problemas de salud mental, un grupo de terapeutas, o la familia de un psicótico.
De acuerdo con Pichón, la tarea del coordinador en estos grupos se puede definir
fundamentalmente como “promover un cambio (en un sentido grupal) operativo
(cambio de una situación a otra), en que lo explícito que tomamos como manifiesto
se interpreta hasta que aparezca algo nuevo, un nuevo descubrimiento o un nuevo
aspecto de la enfermedad” .

El mito fundador de esta técnica -como todo mito- tiene más de una versión. Hay
una segunda historia de la creación de los grupos operativos, que ofrece el mismo
Enrique Pichón Riviere. Ésta tiene que ver con una experiencia comunitaria de
laboratorio social, realizada en la ciudad de Rosario, Argentina. Veamos lo que
dice el autor al respecto: “El punto de vista de los grupos operativos, tal como hoy
los concebimos, arranca de lo que denominamos la Experiencia Rosario (realizada
en 1958). Dicha experiencia estuvo a cargo del Instituto Argentino de estudios
sociales (IADES)” .

En esta experiencia participaron aproximadamente 400 personas que fueron


convocadas por medio de afiches fijados en algunos sitios concurridos de la
ciudad. Cada grupo contaba con un número aproximado de nueve integrantes, un
coordinador y uno o dos observadores que hacían sesiones de control con un
coordinador general. El tema en torno al cual se articuló la tarea de los grupos
operativos en aquella ocasión fue la didáctica interdisciplinaria.

El propósito de este modelo del grupo operativo lo resume el autor de la siguiente


manera: “su actividad está centrada en la movilización de estructuras
estereotipadas a causa del monto de ansiedad que despierta todo cambio
(ansiedad depresiva por abandono del vínculo anterior y ansiedad paranoide
creada por el vínculo nuevo y la inseguridad consiguiente). En el grupo operativo,
el esclarecimiento, la comunicación, el aprendizaje y la resolución de tareas
coinciden con la curación, creándose así un nuevo esquema referencial” . Vale la
pena subrayar que, aunque esta definición de la tarea ya no se plantea
específicamente en términos treapéuticos, siempre subsiste una dimensión
curativa de la misma.

Este segundo paradigma del grupo operativo nace en el escenario comunitario, en


función de tareas de aprendizaje, producción colectiva y comunicación de diversos
saberes en grupos heterogéneos. En función de ello se definen las funciones: “La
función del coordinador o copensor consiste especialmente en crear, mantener y
fomentar la comunicación, llegando esta, a través del desarrollo progresivo, a
tomar la forma de una espiral, en la cual coinciden didáctica, aprendizaje,
comunicación y operatividad” .

El grupo operativo se define, pues, como un grupo centrado en la tarea; si se


privilegia la versión del mito fundacional del Hospicio de las Mercedes, ésta tendrá
un carácter más terapéutico; si se privilegia la versión de la “Experiencia Rosario”
tendrá un carácter de grupo de formación y de grupo de trabajo interdisciplinario.
Las dos versiones tienen un elemento en común, a saber, que en ambos casos el
coordinador se destituye del lugar del amo y del maestro – en eso coincide con la
posición del analista en el análisis-, y le confiere el protagonismo fundamental al
grupo mismo en el desarrollo de la tarea, colocándose en la posición de un
facilitador que, mediante la escucha y observación permanente del acontecer
grupal, ayuda a superar los las dificultades que surgen en el desarrollo de la tarea,
mediante intervenciones que apuntan a develar los obstáculos latentes que
interfieren con su realización. Una intervención del coordinador es válida en la
medida que es operativa, y es operativa en la medida en que restituye la movilidad
al grupo. Gladys Adamson expresa esto con una fórmula breve y precisa “la
verdad de una interpretación (del coordinador) reside en su operatividad”.

Este cambio de posición fundamental del coordinador, respecto del grupo o la


comunidad en que interviene, inscribe al grupo operativo en una tradición crítica
en el campo las ciencias humanas en América Latina, que ha tenido
manifestaciones en otras disciplinas. En el campo de la pedagogía Paulo Freire
opone a la concepción tradicional de la educación que él llama “bancaria” una
propuesta que denomina “educación liberadora”. La primera se caracteriza
fundamentalmente por la posición pasiva del educando, que es concebido como
una especie recipiente vacío en el que el docente – agente activo del proceso-,
deposita su saber como en un banco. En la propuesta de Freire el educando es
concebido como un agente activo que posee unos saberes y unos intereses
previos, y el pedagogo se desplaza a la posición de un facilitador, le da un lugar a
los intereses y saberes del educando y le confiere el lugar protagónico en el
proceso de aprendizaje.

Un cambio semejante se puede observar en otras disciplinas. Es conocido que la


antropología nació en Europa en el siglo XVIII al servicio del imperialismo
Británico. Esta disciplina estuvo marcada durante el siglo XIX por el proyecto
colonialista que le dio origen y por la visión etnocentrista de los autores europeos.
Con ello servía de dos maneras al discurso del amo, como una ideología racista
que rectificaba un grupo étnico y con ello justificaba las prácticas coloniales y
como una fuente de saber al servicio del poder. Durante el siglo XX,
especialmente después de la segunda mitad, surgen movimientos como la
antropología crítica de inspiración marxista, que se caracterizan por interrogar y
replantear radicalmente la relación del antropólogo, como científico social, con las
comunidades en las que realizan sus investigaciones y por proponer el
compromiso del científico social con las causas de las comunidades en las que
realiza su trabajo de investigación. Pero hay, aún, otro caso digno de un
comentario en este sentido, es el trabajo de investigación y la producción escrita
del antropólogo mejicano Carlos Castaneda. El lector que se acerca a sus textos
sobre las prácticas de los Chamanes puede constatar que Castaneda no intenta
reducirlas a la cosmovisión occidental, sino que se destituye de sus conocimientos
científicos, le confiere el lugar del saber al chamán y desde esa posición de
“aprendiz de chamán” hace una producción, que difiere radicalmente de la visión
de autores clásicos de este campo como Morgan y Frazer.

Podemos decir que en el campo de las prácticas clínicas el psicoanálisis fue el


primero que interrogó de una manera radical el vínculo del agente de salud mental
y el paciente, en virtud de ello desplazó el saber del terapeuta al paciente y en
consecuencia el papel activo en el trabajo terapéutico. El grupo operativo de
Pichón, la Educación Problematizadora de Paulo Freire y la Investigación
Antropológica de Castaneda, coinciden en ese desplazamiento del lugar del saber
y del papel activo, de las comunidades, los educandos o los grupos en los que se
investiga o interviene. En otros campos como la sociología y los grupos que
trabajan e investigan en la perspectiva de género, también existen desarrollos
teóricos y metodológicos en los que, desde sus propios constructos, apuntan en
esta misma dirección.

Pero hay un elemento que diferencia a la práctica analítica y al grupo operativo de


los demás grupos que hemos mencionado y es el presupuesto ontológico
particular del que parten, que cuenta con la existencia de lo inconsciente. En
sendos dispositivos el sujeto y el grupo, respectivamente, no son concebidos
como realidades unitarias, consistentes y capaces de autoconocerse y
“autoayudarse”, sino que son realidades divididas y contradictorias en las que
existe una dimensión a la que solamente es posible acceder por medio de un
tercero, formado para ello. Este presupuesto tiene consecuencias metodológicas y
prácticas, especialmente en lo que se refiere a la función del analista en la terapia
analítica y del coordinador en el grupo operativo. Es necesario precisar lo que
hemos dicho anteriormente, para que esto se entienda.

Cuando decimos que en el trabajo analítico el saber y la función activa se


desplazan al lugar del paciente, no nos estamos refiriendo a éste en el sentido de
su “yo” y su voluntad consciente, sino al sujeto del inconsciente que emerge en
sus síntomas, sus yerros y sus sueños. Lo que tiene de subversivo el dispositivo
analítico es que crea un escenario en el que no solamente se silencia el analista,
sino también el yo del paciente y sus funciones psíquicas superiores, para que
pueda emerger la verdad del sujeto del inconsciente. Esto es fundamental para
entender que el mismo “yo” sufriente, que llega a pedir ayuda, se puede convertir
luego en un obstáculo fundamental para el desarrollo del tratamiento. El analista
debe estar en condiciones de observar las distintas resistencias de las que se vale
el yo del analizante para obstaculizar el trabajo terapéutico.

El desarrollo de la investigación psicoanalítica le mostró a Freud que estas


mismas resistencias, que aparecen como obstáculo a la curación son las que
garantizan el mantenimiento del síntoma, de manera que el vencimiento de las
resistencias en el trabajo terapéutico es fundamental porque es a la vez la
liquidación de la fortaleza en las que se atrincheraba la enfermedad. Así el
vencimiento de las resistencias a la cura y la eliminación del síntoma son una y la
misma operación.

De una manera análoga la psicología social de Enrique Pichón Riviere, no concibe


al grupo como una realidad unitaria y transparente para sí misma, sino como una
realidad compleja, contradictoria y conflictiva, que exige un marco conceptual para
poder observarla y una técnica particular para intervenir sobre ella. Pichón concibe
el grupo –todo grupo- como una realidad viva en permanente transformación en el
que, simultáneamente, están operando siempre fuerzas opuestas: las que se
orientan hacia el logro de las tareas y el proceso de cambio del grupo y aquellas
que, por el contrario boicotean el quehacer grupal y tienden a impedir su
evolución.

Uno de los signos inequívocos de que en un grupo hay un fenómeno sintomático


es la estereotipia que se puede manifestar en la ritualización de la dinámica grupal
o en los roles rígidos de uno o varios de sus integrantes. La resistencia al cambio
en los grupos, opera de una manera análoga, a la resistencia del analizante, por
ello una de las tareas fundamentales del coordinador es ayudarle al grupo a
observar, analizar y neutralizar la resistencia al cambio y, con ella, las
estereotipias. Dicho de otra manera, una dimensión fundamental de la intervención
terapéutica del coordinador es ayudarle al grupo a vencer los obstáculos que se
oponen a la realización de la tarea, que se manifiestan bajo la forma de la
resistencia al cambio.

La tarea en todos los grupos tiene dos dimensiones, que el autor llama tarea
manifiesta y tarea latente. La tarea manifiesta es la más fácil de definir, porque
coincide con los propósitos expresos del grupo; la dimensión latente de la tarea no
es algo que se pueda definir de manera universal, sino que en cada caso es
menester interpretarla y está relacionada con el proceso de transformación
subjetiva de los integrantes del grupo en el proceso grupal, con la transformación
de sus esquemas referenciales, la construcción de una mutua representación
interna de los integrantes y la construcción de un Esquema referencial colectivo.

En esta dimensión latente de la tarea, presente en todo grupo, es en la que se


juegan los procesos afectivos y se ponen en juego los goces y los síntomas
individuales de los integrantes, es el campo de las rivalidades imaginarias, de los
juegos de seducción, de los odios secretos y de las pasiones inconfesables; y, en
general, de todos aquellos procesos que hacen parte del vínculo entre los seres
humanos, pero que por razones de la definición misma de la tarea manifiesta,
quedan por fuera del propósito expreso del grupo. Las relaciones entre la
dimensión manifiesta y la dimensión latente de la tarea son complejas y
cambiantes. En algunos casos coinciden y en otros pueden llegar a oponerse. Es
importante aclarar que el propósito de la técnica del grupo operativo no es eliminar
la tarea latente, ni combatirla o subordinarla a la tarea manifiesta, sino contribuir a
su observación y análisis permanente para contribuir a que el quehacer grupal sea
más productivo y saludable y que los integrantes del grupo aprendan a
reconocerla y a hacerse cargo de ella sin que derive en formas sintomáticas.
La diferencia entre un grupo operativo y cualquier otro grupo centrado en la tarea
no es que este tiene tarea latente y los demás no la tienen, sino que en éste se
cuenta con un instrumento para su observación y análisis.

Es importante no confundir la tarea latente en los grupos, con lo que algunos


autores llaman la “agenda oculta”, ya que esta última por su definición misma, es
conocida en el grupo, al menos por parte de algunos integrantes, que la ocultan
deliberadamente a otros. La tarea latente, en el sentido más fuerte de la definición,
puede ser desconocida por todo el grupo; y, desde esa condición, sin embargo,
puede operar como una voluntad secreta y firme que lleva al grupo en una
dirección determinada, -que puede ser ajena a definición de la tarea manifiesta,
incluso contraria-, sin que nadie comprenda la razón.

La dimensión latente de la vida grupal puede manifestarse como un síntoma, por


ejemplo una ansiedad que se manifiesta de una manera más o menos pareja en
los integrantes del grupo, pero lo más frecuente es que emerja a través de alguno
de los integrantes que, por su lugar en el grupo o por sus características
personales está conectado de una manera más directa con esta dimensión de la
vida grupal. Al integrante del grupo que cumple esta función Pichón lo llama “el
portavoz” y al contenido de lo que denuncia lo denomina “lo emergente”. El
portavoz actua como un lider de opinión que logra ponerle palabras a lo que otros
también han percibido. La función de portavoz, también puede ser agenciada por
un grupo en el contexto más amplio de una institución.
Lo emergente puede tomar formas diversas, incluso opuestas entre sí. En el caso
del rol de chivo expiatorio, en el que se manifiesta un síntoma colectivo, los demás
integrantes del grupo no reconocen al emergente como propio y se lo endilgan al
chivo emisario que se hace cargo de la patología grupal.
Desde su nacimiento mismo en el Hospicio de las Mercedes, el grupo operativo se
le reveló a Pichón Riviere, no solamente como un dispositivo de intervención, sino
también como un método de investigación del vínculo sujeto-grupo, que es el
objeto mismo de la psicología social. Los rendimientos teóricos que el autor
cosechó de la investigación psicosocial en los grupos operativos, lo sistematizó en
lo que llamó su Ecro: esquema concetpual referencial y operativo.

Una parte fundamental del Ecro de Pichón Riviere es la teoría del vínculo social
que publica en un texto que se titula precisamente Teoría del Vínculo. No vamos a
pretender hacer una síntesis de la misma, ya que amerita, cuando menos un
capítulo de esta misma extensión, pero si mencionaremos uno de los hallazgos
fundamentales que arrojó la investigación de Pichón con la metodología de grupos
operativos. Este descubrimiento podemos definirlo como la potencia patológica y
terapéutica, a la vez, de los grupos humanos.
En efecto, los primeros grupos con las familias de los psicóticos en el Hospicio,
según el autor, “completaron nuestra concepción social de la enfermedad mental”.
Es decir el poder que tiene una familia o un grupo social de enfermar a uno o a
alguno de sus integrantes. Esta concepción social de la enfermedad mental
permite, no solamente entender de qué manera influye el grupo familiar y social en
la etiología de una psicosis o una neurosis en un individuo; sino que, por
contrapartida, permite arrojar luz sobre los fenómenos sociales, abordando al
enfermo mental como portavoz de un síntoma colectivo.

Pero el hallazgo fundamental de la investigación Pichoniana es el poder


terapéutico de los grupos: “la profilaxis podía ser dada en otros miembros de la
familia”; y, no solamente en aquellos casos en los que se definen como grupos
terapéuticos; sino también aquellos en los que la tarea se define en función de una
obra comunitaria, un proyecto empresarial, o la resolución de un problema en una
institución educativa. La condición para activar esta potencia terapéutica es
disponer de un marco teórico –el Ecro- que permita leer la vida latente de los
grupos y que el grupo cuente con un coordinador que conozca la técnica
adecuada para intervenir sobre ella. El dispositivo del grupo operativo crea unas
condiciones favorables para aprovechar la potencia terapéutica de los grupos. No
se trata entonces de una psicoterapia en grupo entendida en el sentido
convencional, es decir, de un terapeuta que interviene grupalmente; en el grupo
operativo es el grupo en tarea el que produce los efectos terapéuticos, no el
terapeuta.

Como el lector habrá podido apreciar, la psicología social de Pichón Riviere y la


teoría y técnica de los grupos operativos permite un acercamiento que puede ser
progresivo, en función del nivel de profundidad que se requiera. Se trata de un
dispositivo teórico y técnico que ofrece, a quienes se forman en esta técnica,
herramientas para leer fenómenos e intervenir en grupos de múltiples clases, en
diversos escenarios; herramientas que se pueden combinar con otras técnicas que
provienen de contextos teóricos y metodológicos afines, sin que sea menester la
aplicación del dispositivo del grupo operativo en su versión más pura.
Leonardo Schvarstein, un discípulo de Pichón, que es actualmente uno de los
autores más reconocidos en América Latina en el campo de la psicología
organizacional, reconoce que en su práctica nunca usa el grupo operativo en su
forma pura, pero que en todas sus intervenciones está trabajando con la didáctica
de emergentes y otras herramientas de la técnica de los grupos operativos y que
en general se vale del Ecro de Pichón para leer los fenómenos latentes de la
actividad grupal. Este comentario pretende adelantarse a la inquietud que, con
toda razón, se hacen muchos sobre las posibilidades prácticas de exportar el
modelo del grupo operativo, en su versión más genuina, a todos los escenarios de
intervención del psicólogo social.

Donde tiene toda su pertinencia la aplicación de la versión más pura del grupo
operativo es en la formación de los futuros psicólogos sociales. Encontramos
nuevamente un punto en común con el psicoanálisis. Un analista se forma
fundamentalmente en el diván de otro analista, es decir en su propio análisis; los
seminarios, cursos, mesas de lectura, carteles y otros dispositivos de estudio, son
un factor muy importante en su formación, pero no sustituyen la travesía que
constituye el análisis personal, sin el cual no hay analista posible. De una manera
análoga, la formación de un coordinador en grupos operativos, requiere un
conocimiento teórico de la psicología social de Pichón Riviere, y exige como
condición indispensable la experiencia y la vivencia como participante de grupos
operativos de formación, sin los cuales no es posible, o en todo caso, no es
legítimo, autorizarse como coordinador.

El grupo operativo es una técnica que descansa en una concepción particular de


la enfermedad mental como síntoma social y de los grupos como tramas
vinculares en los que el saber y el poder se pueden poner en función de lo
patológico o lo terapéutico. Se trata de una técnica que cuenta con la existencia de
una dimensión latente de la vida grupal regida por formas individuales y colectivas
del goce que es necesario develar y darles una forma de expresión para evitar el
empobrecimiento de la vida grupal o la emergencia de síntomas que tienen un alto
costo psíquico para los integrantes del grupo y que pueden boicotear los
propósitos grupales.

ESQUEMA DEL CONO INVERTIDO

Vamos a referirnos ahora, al “esquema del cono invertido” desarrollado por Pichón
Rivière, que en realidad es el esquema de toda tarea. Todo lo que sucede en un
grupo y su manera de manejarse puede ser representado por este esquema,
constituyendo una escala de evaluación para interpretar los fenómenos grupales.
El esquema del cono invertido representa la dinámica entre lo explícito y lo
implícito: lo explícito ocupa la base del cono ya que siendo lo observable,
obviamente, es lo que ocupa más superficie visible, mientras que lo implícito lo
ubica en el vértice. El cono está invertido porque representa gráficamente que lo
implícito está "por debajo" de lo explícito. Por dentro del cono circula la espiral
dialéctica, que representa al proceso grupal y que, partiendo de los universales
ubicados en el vértice va ampliándose en cada vuelta abarcando distintos niveles
de la dinámica. Posteriormente Pichón agrega el esquema de los vectores, que
constituyen una escala básica de evaluación de los procesos de interacción
grupal.

lo explícito
(lo manifiesto)

AFILIACION - PERTENENCIA COMUNICACIÓN

COOPERACION APRENDIZAJE

PERTINENCIA TELE

lo implícito (lo latente)


universales
AFILIACION o identificación con los procesos grupales, pero en los que el sujeto
guarda una determinada distancia, sin incluirse totalemete en el grupo. Este
primer momento de afiliación, propio de la historia de todo grupo, se convierte
más tarde en pertenencia. Por ejemplo, en el fútbol afiliados son los hinchas pero
no juegan. Es decir, aquí se estudia el grado de identificación de los miembros del
grupo, entre sí y con la tarea. La afiliación es un primer grado (más superficial) de
identificación. El afiliado "no pone el pone el cuerpo", guarda una cierta distancia.

PERTENENCIA implica una mayor integración al grupo, lo que permite elaborar a


los miembros del grupo una estrategia, una táctica, una técnica y una logística. La
pertenencia es lo que hace posible la planificación.la pertenencia es un segundo
grado (más profundo), que implica acortar las distancias. Así nos encontramos con
miembros del grupo que son pertenecientes, es decir, se sienten formando parte
del grupo, se sienten partes de un "nosotros". En cambio otros miembros no son
pertenecientes sino afiliados, se sienten más en relación "yo - ellos". A veces están
y a veces no, nunca se sabe si se puede contar con ellos. No han pasado de la
afiliación a la pertenencia, del yo al nosotros. La pertenecia consiste en el
sentimiento de pertenecer a un grupo determinado, donde se ve como una
afiliación más intensa, hay una identificación con los procesos grupales y en lo
referente a su tarea, su trabajo se realiza con una intensidad mayor, determinada
por ese sentimiento; hay un clima de seguridad que favorece la tarea. En la
afiliación -pertenecia se juega el conflicto necesidad - satisfacción, como
determinante de la pertenencia al grupo. En la tarea del grupo es importante
determinar quiénes son afiliados y quiénes tienen pertenencia. De todos modos
sabemos que existe una correlación permanente y directa entre afiliados y
pertenecientes, para conformar el conjunto que tiene que llevar la tarea adelante.

COOPERACION es la capacidad de ayudarse entre sí y consiste en la


contribución, aún silenciosa, a la tarea grupal. Se establece sobre la base de roles
diferenciados, siempre que sean complementarios y no suplementarios, ya que
éstos últimos llevan a la rivalidad y de la forma que se asumen esos roles. Es a
través de la cooperación como se hace manifiesto el carácter interdisciplinario del
grupo y el interjuego de la verticalidad y horizontalidad. Se mide por el grado de
eficacia real con que cada uno de los miembros del grupo participa para contribuir
al logro o fracaso de la tarea. La eficacia real se detecta en la realidad que emerge
en las conductas y no la que se declara intencionalmente. Es a través de la tarea
que se comprueba quién coopera y quién obstaculiza. Como dice el dicho popular:
"en la cancha se ven los pingos".

PERTINENCIA se trata de un elemento poco utilizado en la evaluación de cualquier


tarea. Ser pertinente en una tarea determinada es sentirse y ubicarse
direccionalmente en la misma. Hay un criterio de utilidad, de centralidad sobre el
trabajo a realizar colectivamente; la mayor pertenencia y cooperación tienen valor
si hay pertinencia. Consiste en el centrarse del grupo en la tarea prescrita, y en el
esclarecimiento de la misma. La calidad de esta pertinencia se evalúa de acuerdo
con el monto de la pretarea, la creatividad y la productividad del grupo y sus
aperturas hacia un proyecto. Es decir, la pertinencia es la capacidad de centrarse
en la tarea, que en el aquí y ahora es romper estereotipos, redistribuir las
ansiedades, vencer las resistencias al cambio, elaborar los duelos, redistribuir los
roles, etc. y que en la vida cotidiana puede ser resolver aspectos referidos al
trabajo, la economía, la salud, las relaciones familiares, etc. Es lo que permite
mantener en su eje el sentido verdadero del proceso corrector: que lo que
aparentemente es una reunión social donde "se van por las ramas", en un
momento dado puedan "volver al tronco" y centrarse en la tarea.
Ahora vamos a ver una serie de vectores que sumados, son índices operativos
para cualquier tipo de trabajo. Sobre estos vectores se van a analizar algunos
aspectos de las dificultades que tienen a pertenecer, a cooperar y a tener una
pertinencia adecuada. En el otro lado del esquema del cono tenemos la
comunicación, el aprendizaje y la telé.

COMUNICACIÓN puede ser verbal o preverbal, a través de gestos o actitudes


posturales. Creo que la representación de la trama comunicacional construida en la
reunión pasada con el ovillo es un buen analizador. Dentro de este vector tomamos
en cuenta no sólo el contenido del mensaje sino también el cómo y el quién de ese
mensaje (metacomunicación). Cuando ambos elementos están en contradicción se
configura un malentendido dentro del grupo. En el vector de la comunicación
consideramos lo que es el proceso de comunicación, es decir, la emisión de una
serie de señales, de un intercambio entre un emisor y un receptor, con un proceso
de codificación y de decodificación. En este proceso consideramos la influencia del
factor ruido o el "tercero" que interrumpe la comunicación. Tomemos el ejemplo
más común del teléfono: dos personas hablan -hay un emisor, un receptor, un
canal- se oye un ruido cualquiera que puede dar la idea de que alguien está
escuchando, inmediatamente se intensifica la codificación, se habla un lenguaje
secreto por temor a la presencia de un tercero. En ese momento nos encontramos
con ese factor perturbador de la comunicación y que puede operar en cualquier
sistema. La comunicación se puede ver perturbada en cualquiera de los vectores
haciendo del proceso de comunicación un proceso complejo y muchas veces difícil
de manjar. La comunicación es una de las vertientes más demostrativas para
detectar y visualizar perturbaciones en los vínculos entre las personas. Aquí vemos
las distintas formas en que se relacionan entre sí los miembros del grupo: uno
hacia a todos - lider; todos hacia uno - chivo emisario; dos o más entre sí
excluyendo a los demás - subgrupo; todos con todos al mismo tiempo y sin
escucharse mutuamente - caos; todos con todos respetando y escuchando la
intervención del otro respetando los tiempos - buena comunicación.

APRENDIZAJE se logra por sumación de información de los integrantes del grupo,


cumpliéndose en un momento dado la ley de la dialéctica de transformación de
cantidad en calidad. Se produce un cambio cualitativo en el grupo que se traduce
en términos de resolución de ansiedades, adaptación activa a la realidad,
creatividad, proyectos, etc. En el aprendizaje sucede lo mismo que en la
comunicación, hay ruidos que son obstáculos, interfieren el proceso y éste se
estanca por intromisión de aspectos colaterales. Entendemos por aprendizaje la
posibilidad de abordar un objeto, apoderarse instrumentalmente de un
conocimiento para poder operar en él, lograr una incorporación. También es
aprendizaje la capacidad del grupo y de cada uno de sus integrantes para
desarrollar conductas alternativas frente a los obstáculos, es decir, la capacidad
para resolver los problemas creativamente y no repetir siempre las mismas
conductas.
TELE es una categoría universal de la situación de grupo definida por J.L. Moreno
(psicosociólogo norteamericano-rumano creador del psicodrama) que consiste en
la capacidad o disposición que cada uno de nosotros tiene para trabajar con otros.
La telé puede ser positiva o negativa y va a determinar los factores afectivos y el
clima afectivo de las relaciones interpersonal y del grupo. Es poder elegir con quien
prefiero trabajar, poder decir "yo quiero trabajar con fulano y no puedo trabajar con
mengano". Es un proceso de reconocimiento, de reencuentro con personas que
son representantes inconscientes. Es un factor que puede favorecer la tarea o por
el contrario obstaculizarla. Por supuesto que a mayor telé positiva el proceso de
aprendizaje y el clima grupal, adquiere una estructura especial y mayor disposición
a la tarea. El campo de trabajo en esa dirección es tanto más favorable cuanto más
se manifieste la telé positiva. A la inversa, la telé negativa es la dificultad que uno
tiene de trabajar con otro. Este gradiente de aceptación - rechazo se puede
detectar a través de tests sociométricos también creados por Moreno y que dan la
medida de lo que llamamos telé y que constituye un signo de trabajo.

Los vectores del cono no son compartimientos estancos sino que se interrelacionan
dinámicamente y no están ubicados así por casualidad, sino que tienen un sentido
y una direccionalidad. Siguen un orden de arriba hacia debajo de izquierda a
derecha para aplicarlos a la dinámica grupal. Marcos Berstein desarrolló una
técnica que denominó "el juego del ascensor" y que consiste en seguir el camino
inverso en cada uno de los lados del cono, de abajo hacia arriba. Si detectamos
una falta de pertinencia o una pertinencia negativa (es un grupo que no se puede
centrar en la tarea), significa que algo anda mal en el vector inmediato superior, en
la cooperación; es decir, predominan las fuerzas del retroceso. Y si hay una
perturbación en la cooperación, esto nos remite a que algo está fallando más arriba
en el vector pertenencia; es decir, que no han podido hacer el pasaje de la
afiliación a la pertenencia, del yo al nosotros. Muchas veces nos encontramos con
situaciones de impostura, en donde los integrantes del grupo hacen "como sí"
hubieran pasado de la afiliación a la pertenencia, pero en realidad es una pseudo-
pertenencia.
En la otra vertiente del cono, cuando nos encontramos con una telé negativa que
perturba la marcha del grupo, en la medida que paraliza o inhibe la relación entre
los integrantes, y que aparece como irreductible, como difícil de modificar, esto
significa que algo está fallando en el nivel superior, en el vector aprendizaje. Ahí
tenemos que preguntarnos cual es la naturaleza del obstáculo que impide
recuperar otras formas de relación afectiva distintas de las que se están repitiendo
estereotipadamente. Es decir, no pueden aprender conductas alternativas, no
pueden relacionarse con los otros de una manera diferente. Y esto nos remite al
vector superior porque algo anda mal a nivel de la comunicación y hay que detectar
dónde están los cortocicuitos y los malentendidos que obturan el circuito
comunicacional, fijando la comunicación en niveles regresivos. Porque, como dice
Pichón, comunicación y aprendizaje van juntos, corren paralelos como los rieles del
ferrocarril y toda perturbación en la comunicación lleva indefectiblemente a una
alteración en el proceso de aprendizaje de la realidad, punto de partida de la
enfermedad mental.

Los Roles y su Dinamica

ROL:
Para Pichón Riviere, rol "es un modelo organizado de conducta , relativo a una
cierta posición del individuo en una red de interacciones ligado a expectativas
propias y de los otros".

Se denomina rol al desempeño de una persona en una situación dada, es la


manera en que una persona demuestra lo que se espera de su posición. El rol es
el papel que debe representarse, por lo que el aspecto dinámico del status.

El concepto de status, refiere a la identificación social, que establece la relación de


un individuo con los otros, dentro de la trama de los vínculos sociales.
Encontramos así, tanto roles formales o prescriptos, que serán aquello que están
determinados por la posición que ocupa un sujeto en una institución; y roles
informales cuando los sujetos juegan un papel dependiendo de la red de
interacción grupal.

En el interjuego de roles se destacan como prototipos:

PORTAVOZ: es el que enuncia algo y aquello que enuncia denuncia algo de lo


que está pasando en el grupo (acontecer grupal). Lo transmite como algo propio
sin saber que tiene significación grupal. Detecta la situación grupal a partir de
una sensibilidad grupal, lo toca a él más que a otro.

En diferentes situaciones grupales pueden aparecer distintos portavoces,. Con el


portavoz se da un juego a doble vía: por una parte se le adjudican ansiedades,
fantasías, el se hace cargo de ellas porque tiene fortaleza como para aceptar esa
depositación y por la otra con lo que dice o hace denuncia lo implícito.
CHIVO EMISARIO: es el depositario de ciertos aspectos atemorizantes o
negativos que la tarea ofrece al grupo. Es habitualmente segregado del grupo, se
lo hace cargo de cosas que a los demás les dan miedo o que piensan que son
cosas malas de sí mismos y que depositándolas sobre uno, se las va
a llevarcuando se vaya.

Cuando se va un chivo emisario de un grupo no se lleva todo lo malo, generando


en el grupo un sentimiento de culpa frente al chivo.

* LIDER: es aquel en el que se depositan los aspectos positivos de la tarea.

Las características de un líder son las de definir una dirección, proteger las ideas y
crear principios, crear sueños: es decir, los objetivos. Es el encargado de crear un
grupo de trabajo y conducirlo con eficacia.

Debe aprender a manejar las herramientas necesarias de conducción de grupos


de trabajo.

El grupo, una vez formado y funcionando, se consolida a partir de su líder. Los


objetivos le dan verdadero sentido a su existencia y el estar dirigido
poralguien con carisma permite un nivel de autoestima.

La acción de liderar implica competencias en:

· El ámbito de la creatividad, de la construcción de interpretaciones que generen


nuevas oportunidades para el entorno.

· En al ámbito del lenguaje, de la comunicación de visiones y narrativas que


movilizan a otros.

· En el ámbito emocional, de la creación de nuevas disposiciones para escuchar,


comprometerse y actuar en pos de una visión.

· En el ámbito corporal, del desarrollo de presencia, empatía, proximidad.

Líder y chivo emisario están íntimamente relacionados, uno surge como


preservación del otro.

SABOTEADOR: asume el liderazgo de la resistencia al cambio. Se encarga de


sabotear toda propuesta de modificación de la realidad grupal.

El complejo mecanismo de asunción y adjudicación de roles se

da desde el lugar que cada miembro ocupa en la red interaccional y en esa red
rotan dinámicamente.

Cuando los roles se estereotipan, el grupo esta bloqueado y


el coordinador deberá intervenir para romper con la estructura.
La coordinación "es una forma particular de relación entre un sujeto y
un grupo", hay un proceso de acercamiento mutuamente deseante.

El coordinador cumple un papel fundamental, ser facilitador de la comunicación y


el aprendizaje, participando activamente con el grupo en la construcción de
nuevos conocimientos.

El coordinador abre la información, la hace circular, distanciándose del supuesto


saber, para posibilitar la autonomía y el crecimiento del grupo.

El coordinador hace una lectura de los emergentes grupales, qué se dice, qué no,
qué se habla, cómo son las relaciones. Intenta desolcultar lo oculto, lo qué saben,
lo qué necesitan.

Tiene una función muy activa, señala lo que esta ocurriendo, las hipótesis para
nuevas formas de pensar la tarea, es prevenir y promover la salud de los
integrantes.

Las funciones de un coordinador de grupo son varias:

Crear, fomentar y mantener la comunicación.

Promover y proponer actividades que faciliten el vínculo y la tarea.

Detectar y señalar los obstáculos y situaciones emergentes.

Visualizar y contribuir a la elaboración y resolución de contradicciones.

Analizar la funcionalidad de los roles.

Las necesidades y objetivos dan lugar al origen y razón de ser de ese grupo.

La concepción de grupo se completa para su dinámica en realizar explícita o


implícitamente una tarea como finalidad. La tarea se plantea
para satisfacernecesidades y el logro de los objetivos propuestos.

El chivo emisario, el líder y el saboteador

Así como el miembro que asume el rol de portavoz se hace depositario de las
necesidades, ansiedades y fantasías del grupo, otro miembro, en virtud del mismo
juego de las tres D del que hablábamos en el caso del portavoz, se hace
depositario de los aspectos negativos o atemorizantes del grupo o la tarea: surge
el rol del chivo emisario, sobre el cual operan los mecanismos de segregación.
El rol del chivo emisario se acompaña de otro rol complementario, el del
líder, sobre el cual se depositan los aspectos positivos del grupo. El
liderazgo se puede definir como un rol o una función que adquiere
predominio dentro del grupo y es aceptada por los demás miembros. El líder
es aquel que define la situación y organiza la acción.

En cambio, el rol de saboteador corresponde a quien provoca interferencias


en la marcha de la tarea grupal; en tal sentido se puede decir que el
saboteador es el líder de la resistencia al cambio.

Los roles del chivo emisario y el líder se encuentran vinculados según un proceso
que Pichon describió así:

“... ambos roles, el de líder y chivo emisario, están íntimamente ligados, ya que el
rol de chivo surge como preservación del liderazgo a través de un proceso de
disociación o splitting necesario al grupo en su tarea de discriminación”

Es importante destacar que existen dos tipos de líder en la dinámica grupal:


el líder formal y el líder informal. El líder formal es aquel que está designado o
nombrado “desde arriba”. El líder informal es el que surge “desde abajo”.
Podríamos decir , por ejemplo, que en la dinámica de los grupos operativos el líder
formal es el coordinador dispuesto por la institución. El líder informal, en cambio,
es el que surge del propio grupo; a veces es un representante del grupo en tanto
expresa sus intereses y asume determinadas funciones que pueden ir cambiando
en forma rotativa. Así, el líder formal es siempre una misma persona, mientras que
el líder informal puede ir variando de acuerdo al tema, a los aspectos positivos o
negativos, a la comunicación, al aprendizaje, etc. Siguiendo esta distinción, se
puede pensar que el líder informal es un portavoz mientras que el líder formal
surge por designación.

Esta concepción del líder como representante del grupo se opone a un


enfoque clásico del rol de líder cuyo énfasis está puesto en las
características de personalidad de quien lo asume. Evidentemente, las
condiciones particulares del sujeto se ponen en juego en el mecanismo de
adjudicación y asunción de roles del mismo modo que veíamos en el caso del
portavoz. Sin embargo, a nivel grupal, las condiciones de personalidad no
alcanzan a explicar el rol del líder. Además se requiere que el líder capte y
traduzca las necesidades del conjunto. Se puede utilizar el término liderazgo para
enfatizar este carácter complementario de la relación entre el líder y sus
seguidores: liderazgo a nivel grupal implica que quien asume el rol de líder en un
momento situacional determinado está reflejando una necesidad de conjunto y los
demás lo aceptan porque esto les permite resolver o encarar la situación.

El rol del líder se conecta asimismo en la teoría de Pichon con los vectores del
cono: afiliación - pertenencia, cooperación, pertinencia, comunicación, aprendizaje
y telé. Así podemos hablar, por ejemplo, de líderes respecto a la función de
afiliación - pertenencia en el caso de aquellos que pueden resolver la necesidad
de integración del grupo. Y de la misma manera pueden existir líderes para los
otros vectores. En estos casos es posible referirlos como roles funcionales.

En relación a las características del liderazgo, Kurt Lewin desarrolló una


clasificación de diferentes estilos que fue posteriormente ampliada por sus
seguidores y que Pichon a su vez retomó y modificó:

1) El líder autocrático es un líder paternalista que utiliza técnicas directivas y


rígidas; favorece conducta estereotipadas en el grupo y de esta manera genera
dependencia. El clima grupal alimentado por este tipo de líder reúne las siguientes
características:

a) máxima hostilidad hacia el líder y mínima sociabilidad entre los miembros


b) mínima conciencia en el cumplimiento de la tarea
c) máxima competencia y agresividad entre los integrantes
d) el rendimiento del grupo disminuye en ausencia del líder

2) El líder democrático, en cambio, sabe delegar su autoridad; es sensible al clima


del grupo; su objetivo es crear las condiciones que permitan la participación del
grupo en la elaboración y ejecución de las tareas. El clima favorecido por este tipo
de líder es el siguiente:

a) mínima hostilidad hacia el líder y máxima sociabilidad entre los miembros


b) máxima conciencia en el cumplimiento de la tarea
c) mínima competencia y agresividad entre los integrantes
d) el rendimiento del grupo no disminuye en ausencia del líder

3) El líder laissez faire deja en manos del grupo su propia estructuración y al dejar
al grupo librado a sí mismo éste entra en confusión y caos. Como consecuencia,
este tipo de liderazgo lleva a la destrucción del grupo.

4) Un cuarto tipo de liderazgo es el denominado por Pichon líder demagógico.


Este tipo de líder quiere parecerse al líder democrático pero en el fondo es
profundamente autocrático, de modo tal que busca seducir al grupo en una
pseudodemocracia. Es un hábil manipulador, pero a la larga se hace patente su
autoritarismo latente y se transforma en un liderazgo laissez faire. Mejor dicho,
cuando se descubre su autoritarismo este líder recae en una actitud de laissez
faire que lleva a la desestructuración del grupo.

5) Por último, encontramos el líder mesiánico con características místicas. Quien


asume este tipo de liderazgo aparece como el salvador del grupo: de forma
omnipotente puede resolver cualquier problema y ayudar a todos. Sin embargo,
cuando falla en esta misión se convierte en un chivo emisario.

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