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Necesariamente, para aprender a pensar, el individuo necesita del otro, ora con su
presencia, su discurso, su diálogo, u otras formas de expresión posibles. Pensar,
siempre es pensar en grupo.
Una buena vía para acercarse a esta técnica puede ser examinar lo que
podríamos llamar su mito de origen.
En ese primer grupo operativo del mito fundador estaban presentes varias
aplicaciones al mismo tiempo, era un grupo de aprendizaje, pero también de
“apoyo al apoyo”; y, por la definición misma de los integrantes, cumplía una
función terapéutica muy importante, que podemos constatar en los resultados
mencionados por el autor.
Esta referencia tiene interés para los psicólogos sociales en Latinoamérica, porque
con frecuencia debemos enfrentar situaciones de extrema precariedad de
recursos. Este relato del nacimiento del grupo operativo es paradigmático también
en cuanto a las posibilidades que ofrecen los grupos para autogestionar la
resolución de sus propias necesidades; y es, quizá, más valioso por tratarse de un
caso radical: enfermos mentales haciéndose cargo del tratamiento de otros
enfermos mentales.
Estos grupos operativos pueden estar integrados por un grupo de personas con
problemas de salud mental, un grupo de terapeutas, o la familia de un psicótico.
De acuerdo con Pichón, la tarea del coordinador en estos grupos se puede definir
fundamentalmente como “promover un cambio (en un sentido grupal) operativo
(cambio de una situación a otra), en que lo explícito que tomamos como manifiesto
se interpreta hasta que aparezca algo nuevo, un nuevo descubrimiento o un nuevo
aspecto de la enfermedad” .
El mito fundador de esta técnica -como todo mito- tiene más de una versión. Hay
una segunda historia de la creación de los grupos operativos, que ofrece el mismo
Enrique Pichón Riviere. Ésta tiene que ver con una experiencia comunitaria de
laboratorio social, realizada en la ciudad de Rosario, Argentina. Veamos lo que
dice el autor al respecto: “El punto de vista de los grupos operativos, tal como hoy
los concebimos, arranca de lo que denominamos la Experiencia Rosario (realizada
en 1958). Dicha experiencia estuvo a cargo del Instituto Argentino de estudios
sociales (IADES)” .
La tarea en todos los grupos tiene dos dimensiones, que el autor llama tarea
manifiesta y tarea latente. La tarea manifiesta es la más fácil de definir, porque
coincide con los propósitos expresos del grupo; la dimensión latente de la tarea no
es algo que se pueda definir de manera universal, sino que en cada caso es
menester interpretarla y está relacionada con el proceso de transformación
subjetiva de los integrantes del grupo en el proceso grupal, con la transformación
de sus esquemas referenciales, la construcción de una mutua representación
interna de los integrantes y la construcción de un Esquema referencial colectivo.
Una parte fundamental del Ecro de Pichón Riviere es la teoría del vínculo social
que publica en un texto que se titula precisamente Teoría del Vínculo. No vamos a
pretender hacer una síntesis de la misma, ya que amerita, cuando menos un
capítulo de esta misma extensión, pero si mencionaremos uno de los hallazgos
fundamentales que arrojó la investigación de Pichón con la metodología de grupos
operativos. Este descubrimiento podemos definirlo como la potencia patológica y
terapéutica, a la vez, de los grupos humanos.
En efecto, los primeros grupos con las familias de los psicóticos en el Hospicio,
según el autor, “completaron nuestra concepción social de la enfermedad mental”.
Es decir el poder que tiene una familia o un grupo social de enfermar a uno o a
alguno de sus integrantes. Esta concepción social de la enfermedad mental
permite, no solamente entender de qué manera influye el grupo familiar y social en
la etiología de una psicosis o una neurosis en un individuo; sino que, por
contrapartida, permite arrojar luz sobre los fenómenos sociales, abordando al
enfermo mental como portavoz de un síntoma colectivo.
Donde tiene toda su pertinencia la aplicación de la versión más pura del grupo
operativo es en la formación de los futuros psicólogos sociales. Encontramos
nuevamente un punto en común con el psicoanálisis. Un analista se forma
fundamentalmente en el diván de otro analista, es decir en su propio análisis; los
seminarios, cursos, mesas de lectura, carteles y otros dispositivos de estudio, son
un factor muy importante en su formación, pero no sustituyen la travesía que
constituye el análisis personal, sin el cual no hay analista posible. De una manera
análoga, la formación de un coordinador en grupos operativos, requiere un
conocimiento teórico de la psicología social de Pichón Riviere, y exige como
condición indispensable la experiencia y la vivencia como participante de grupos
operativos de formación, sin los cuales no es posible, o en todo caso, no es
legítimo, autorizarse como coordinador.
Vamos a referirnos ahora, al “esquema del cono invertido” desarrollado por Pichón
Rivière, que en realidad es el esquema de toda tarea. Todo lo que sucede en un
grupo y su manera de manejarse puede ser representado por este esquema,
constituyendo una escala de evaluación para interpretar los fenómenos grupales.
El esquema del cono invertido representa la dinámica entre lo explícito y lo
implícito: lo explícito ocupa la base del cono ya que siendo lo observable,
obviamente, es lo que ocupa más superficie visible, mientras que lo implícito lo
ubica en el vértice. El cono está invertido porque representa gráficamente que lo
implícito está "por debajo" de lo explícito. Por dentro del cono circula la espiral
dialéctica, que representa al proceso grupal y que, partiendo de los universales
ubicados en el vértice va ampliándose en cada vuelta abarcando distintos niveles
de la dinámica. Posteriormente Pichón agrega el esquema de los vectores, que
constituyen una escala básica de evaluación de los procesos de interacción
grupal.
lo explícito
(lo manifiesto)
COOPERACION APRENDIZAJE
PERTINENCIA TELE
Los vectores del cono no son compartimientos estancos sino que se interrelacionan
dinámicamente y no están ubicados así por casualidad, sino que tienen un sentido
y una direccionalidad. Siguen un orden de arriba hacia debajo de izquierda a
derecha para aplicarlos a la dinámica grupal. Marcos Berstein desarrolló una
técnica que denominó "el juego del ascensor" y que consiste en seguir el camino
inverso en cada uno de los lados del cono, de abajo hacia arriba. Si detectamos
una falta de pertinencia o una pertinencia negativa (es un grupo que no se puede
centrar en la tarea), significa que algo anda mal en el vector inmediato superior, en
la cooperación; es decir, predominan las fuerzas del retroceso. Y si hay una
perturbación en la cooperación, esto nos remite a que algo está fallando más arriba
en el vector pertenencia; es decir, que no han podido hacer el pasaje de la
afiliación a la pertenencia, del yo al nosotros. Muchas veces nos encontramos con
situaciones de impostura, en donde los integrantes del grupo hacen "como sí"
hubieran pasado de la afiliación a la pertenencia, pero en realidad es una pseudo-
pertenencia.
En la otra vertiente del cono, cuando nos encontramos con una telé negativa que
perturba la marcha del grupo, en la medida que paraliza o inhibe la relación entre
los integrantes, y que aparece como irreductible, como difícil de modificar, esto
significa que algo está fallando en el nivel superior, en el vector aprendizaje. Ahí
tenemos que preguntarnos cual es la naturaleza del obstáculo que impide
recuperar otras formas de relación afectiva distintas de las que se están repitiendo
estereotipadamente. Es decir, no pueden aprender conductas alternativas, no
pueden relacionarse con los otros de una manera diferente. Y esto nos remite al
vector superior porque algo anda mal a nivel de la comunicación y hay que detectar
dónde están los cortocicuitos y los malentendidos que obturan el circuito
comunicacional, fijando la comunicación en niveles regresivos. Porque, como dice
Pichón, comunicación y aprendizaje van juntos, corren paralelos como los rieles del
ferrocarril y toda perturbación en la comunicación lleva indefectiblemente a una
alteración en el proceso de aprendizaje de la realidad, punto de partida de la
enfermedad mental.
ROL:
Para Pichón Riviere, rol "es un modelo organizado de conducta , relativo a una
cierta posición del individuo en una red de interacciones ligado a expectativas
propias y de los otros".
Las características de un líder son las de definir una dirección, proteger las ideas y
crear principios, crear sueños: es decir, los objetivos. Es el encargado de crear un
grupo de trabajo y conducirlo con eficacia.
da desde el lugar que cada miembro ocupa en la red interaccional y en esa red
rotan dinámicamente.
El coordinador hace una lectura de los emergentes grupales, qué se dice, qué no,
qué se habla, cómo son las relaciones. Intenta desolcultar lo oculto, lo qué saben,
lo qué necesitan.
Tiene una función muy activa, señala lo que esta ocurriendo, las hipótesis para
nuevas formas de pensar la tarea, es prevenir y promover la salud de los
integrantes.
Las necesidades y objetivos dan lugar al origen y razón de ser de ese grupo.
Así como el miembro que asume el rol de portavoz se hace depositario de las
necesidades, ansiedades y fantasías del grupo, otro miembro, en virtud del mismo
juego de las tres D del que hablábamos en el caso del portavoz, se hace
depositario de los aspectos negativos o atemorizantes del grupo o la tarea: surge
el rol del chivo emisario, sobre el cual operan los mecanismos de segregación.
El rol del chivo emisario se acompaña de otro rol complementario, el del
líder, sobre el cual se depositan los aspectos positivos del grupo. El
liderazgo se puede definir como un rol o una función que adquiere
predominio dentro del grupo y es aceptada por los demás miembros. El líder
es aquel que define la situación y organiza la acción.
Los roles del chivo emisario y el líder se encuentran vinculados según un proceso
que Pichon describió así:
“... ambos roles, el de líder y chivo emisario, están íntimamente ligados, ya que el
rol de chivo surge como preservación del liderazgo a través de un proceso de
disociación o splitting necesario al grupo en su tarea de discriminación”
El rol del líder se conecta asimismo en la teoría de Pichon con los vectores del
cono: afiliación - pertenencia, cooperación, pertinencia, comunicación, aprendizaje
y telé. Así podemos hablar, por ejemplo, de líderes respecto a la función de
afiliación - pertenencia en el caso de aquellos que pueden resolver la necesidad
de integración del grupo. Y de la misma manera pueden existir líderes para los
otros vectores. En estos casos es posible referirlos como roles funcionales.
3) El líder laissez faire deja en manos del grupo su propia estructuración y al dejar
al grupo librado a sí mismo éste entra en confusión y caos. Como consecuencia,
este tipo de liderazgo lleva a la destrucción del grupo.