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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD DE FALCÓN
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
CARRERA DE DERECHO
CONVENIO CON EL INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE
INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO (IESIP)

ANÁLISIS INTERPRETATIVO JURÍDICO DE LA PELÍCULA


“PHILADELPHIA”

Autor:
Cano Díaz, Samuel David
Tutor o Facilitador:
Abg. Jheyson Ramírez.

Medellín, marzo 2024


Introducción

El Derecho se define como un sistema de principios y normas, generalmente


inspirados en ideas de justicia y orden. Sin embargo, está influenciado por una serie
de concepciones, filosóficas, históricas, religiosas, e incluso políticas, por lo que no
es absolutamente neutro. Es por esto que es tan difícil alcanzar la total imparcialidad,
siendo esta la meta y la guía que debe primar en el desarrollo de la justicia, tanto a
nivel de legislación como a nivel práctico.
En el proceso de enseñanza de la práctica del Derecho, una de las formas de
profundizar en sus temas y reflexionar sobre la forma ética de actuar, es a través del
análisis de casos y en este particular, es el cine quien ofrece una oportunidad en la
presentación de una situación jurídica en materia laboral, que resulta de vital
importancia dado que el Derecho del Trabajo es una disciplina próxima y cercana a la
sociedad (Blasco & Basterra, 2016).
De este modo, en el presente trabajo se realiza el análisis interpretativo
jurídico de la película “Philadelphia” (1993), dirigida por Jonathan Demme y
protagonizada por Tom Hanks y Denzel Washington, que narra un caso de
discriminación laboral por razón de enfermedad. Con ello, no se pretende presentar
una simple exposición doctrinaria, sino interpretar los hechos desde la praxis jurídica,
resaltando aquellos aspectos que vislumbran los aspectos éticos que deben marcar el
ejercicio profesional del abogado venezolano,
Así, se abordan cuatro temas fundamentales: el despido laboral, además de los
derechos de dignidad de la persona, igualdad ante la ley y no discriminación,
tomando en cuenta la legislación internacional y nacional aplicable en el caso
analizado, así como la opinión de distintos expertos recogida a partir de diversas
fuentes bibliográficas debidamente referenciadas.
El film “Philadelfia” muestra un problema de naturaleza jurídico laboral que
gira en torno al protagonista de esta historia, “Andrew Beckett” (Andy Beckett – Tom
Hanks), un joven y prometedor abogado de la más importante firma de la ciudad de
Filadelfia, “Whyant Wheeler”, con una meteórica carrera profesional y a quien se le
encomienda el muy relevante “caso Sander”. Durante la celebración de este anuncio,
uno de los socios percibe una mancha en la piel del abogado, que éste justifica
atribuyéndola a un percance deportivo, escena que cobra una vital importancia para el
desenlace de la trama jurídica, entendiendo que el protagonista es portador del virus
de inmunodeficiencia humana VIH y por lo tanto padece SIDA.
“Beckett” prepara a profundidad el caso asignado, dejando la documentación
en su oficina, de donde inexplicablemente se extravía, lo que conduce a su despido
irrazonable por parte de la firma, que alega disminución en su rendimiento y las
expectativas que sobre él recaían. Con ello, comienza una lucha por parte del joven
abogado para buscar el cese del atropello hacia su dignidad y demás derechos
fundamentales, manifestados a través del rechazo social, la estigmatización y
finalmente el despido.
La contienda legal conlleva al protagonista principal a buscar la
representación del abogado “Joe Miller” (Denzel Washington), quien muestra
inicialmente el rechazo y reservas propios del conjunto de la sociedad ante un
paciente seropositivo, aspecto de interés en el análisis ético de la postura que debe
asumir todo abogado. Una vez superada esta situación, demandan a los socios del
club por despido discriminatorio, sosteniendo que este estuvo rodeado de prejuicios
en torno a la orientación sexual y el SIDA. Por otra parte, los demandados alegan que
la causal de despido fue motivada y de justa causa, debido a la incompetencia y el
bajo desempeño laboral de su trabajador, encubriendo con dicha posiciòn una
aparente causa justificable para la rescisión del vínculo laboral.
En cuanto a la preparación de la demanda, los personajes utilizan una
sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que declaraba la enfermedad
del SIDA protegida por la prohibición general de discriminación por razón de
minusvalía, no solo por las limitaciones físicas que genera, sino por los prejuicios que
la rodean, que imponen una “muerte social” que precede a la real. Asimismo,
“Beckett” descubre el fraude en la actuación de los socios, quienes sabotearon su
trabajo haciéndolo parecer un abogado negligente y descuidado. El proceso concluye
a su favor por los daños causados en contra de su persona y la violación de sus
derechos laborales y/o fundamentales, reconociendo el carácter discriminatorio de su
despido.

Desarrollo

En la legislación venezolana, el despido sin justa causa es nulo (artículos 89 y


93 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999), pues
fue realizado en contravención a la Carta Magna que fue inspirada en la protección
del empleo y por tanto dispone que toda medida o acto del patrono de terminar la
relación laboral es nula y contraria a sus postulados (Fábrega, 2022). Esto otorga a los
trabajadores venezolanos una sólida protección en cuanto a derechos fundamentales,
considerando lo estipulado en el artículo 21 de la CRBV (1999):
Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el
credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de
toda persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que
la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a
favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados
o vulnerables; (…)
Por ende, un despido como el que ocurre en la película, es nulo al violar el
consagrado derecho a la igualdad ante la ley, concretando que un patrono solo puede
aplicar como justa causa para un despido, las causales contempladas en el artículo 79
de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT, 2012),
instrumento que no define como tal el despido nulo, pero que dentro de dichas
causales no incluye como causa justa la enfermedad, que al contrario se considera
causa justificada de inasistencia al trabajo.
De hecho, esta Ley en sus artículos 18 y 21 consagra la prohibición de
discriminación en el trabajo, estableciéndola como un principio. De allí que, toda
forma de despido no justificado es nulo, y por ende, no se puede terminar la relación
laboral con base en discriminación por razones de raza, sexo, religión, nacionalidad,
pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, o por tener orientación
sexual distinta.
Así las cosas, el despido del protagonista de la película Philadelphia, atenta
contra una serie de principios, obligaciones y derechos fundamentales, tales como la
igualdad ante la ley, la no discriminación, la estabilidad laboral, el derecho y el deber
de trabajo, pero fundamentalmente, vulnera la dignidad humana, base del Estado de
Derecho consagrada en el artículo 3 de la CRBV (1999). Y es que, en esta película, se
evidencia con claridad como el ámbito laboral y la sociedad en general manejan
prejuicios erróneos sobre el VIH/SIDA, que desencadenan una serie de hechos que
conducen a la vulneración de los derechos de “Andrew Beckett”, quien resulta
estigmatizado por su condición.
En este sentido, la Organización Internacional del Trabajo (2022), considera
que, “40 años después de la aparición de la epidemia del VIH y el sida, el estigma y
la discriminación relacionados con el VIH siguen existiendo, incluso en el trabajo”
(p. 02). De este modo, las personas con VIH/SIDA no solo ven vulnerados sus
derechos fundamentales, sino que son sometidas a violencia y acoso en sus espacios
laborales, donde generalmente se les señala como “personas sin moral”,
“pecaminosos”, o se les da un estereotipo de poco productivas en el trabajo,
brindándoles un trato desigual y denigratorio.
En Venezuela, la Ley para la Promoción y Protección del Derecho a la
Igualdad de las personas con VIH o SIDA y sus familiares (2014), tiene por objeto
promover y proteger el derecho a la igualdad de todas las personas con esta
condición, a los fines de asegurar que disfruten y ejerzan todos sus derechos,
garantías, deberes y responsabilidades, sin discriminación alguna (Artículo 1). Así, en
su artículo 7, “Se prohíbe todo acto o conducta de discriminación cometido por
cualquier persona natural o jurídica, de naturaleza pública o privada, contra las
personas con VIH/SIDA, y sus familiares, fundado en su condición de salud”.
En lo que se refiere al derecho al trabajo, esta Ley también garantiza la
igualdad del mismo (Artículo 23), por lo cual se establecen una serie de regulaciones
contempladas en su artículo 24, dentro de las cuales se prohíbe la exigencia de
diagnóstico de VIH como requisito de ingreso o permanencia, aclarando que esta
condición no podrá ser impedimento ni para contratación ni tampoco causal para la
terminación de la relación laboral. Esto garantiza a las personas con VIH/SIDA el
disfrute de las mismas condiciones de trabajo, contratación, remuneraciones,
beneficios, oportunidades de educación, promoción, ascenso y prestaciones de
seguridad social que los demás trabajadores y trabajadoras. También se prohíbe el
trato personal inhumano, discriminatorio o degradante, así como cualquier forma de
hostigamiento, presión o coacción por su condición de salud.
Asimismo, en el artículo 25 de esta Ley, se deja claro que:
La condición de portador o portadora con VIH/SIDA no podrá ser
considerada como una causa justificada para terminar la relación de trabajo, y
estarán protegidos y protegidas con inamovilidad laboral, de conformidad con
lo establecido en la Ley que regula la materia laboral.
Esto implica, que los derechos laborales de las personas con VIH/SIDA están
jurídicamente protegidos, sin embargo, considerando que en el país según Carrasco
(s/f), “el grupo etario más afectado por el VIH/SIDA es el que oscila entre los 20 y 45
años, que es precisamente el período de mayor actividad laboral del individuo” (s/p),
aun se siguen presentando problemas de discriminación y estigmatización en los
espacios de trabajo por causa de esta condición, reportándose despidos con negativa
al pago de prestaciones sociales, permisos remunerados impuestos, reposos
injustificados violando normas del Seguro Social, de la LOTTT y la contratación
colectiva, lo que finalmente constituye una violación del principio y el derecho a la
igualdad ante la ley y la no discriminación.
En este sentido, se ha hecho público a través de organizaciones como
DIVERLEX (2011), la situación particular de las personas transexuales y
transgénero, a quienes se considera la minoría LGBTTI más discriminada y
vulnerable y la más expuesta a la epidemia del VIH, señalando que, “A menudo son
objeto de situaciones de cuasi esclavitud, tráfico de personas y de prostitución como
única forma de vida” (p. 04).
Por esta razón, según Quitería (2020), una persona que en Venezuela atraviese
por una situación similar en cuanto a la vulneración de sus derechos laborales, puede
acudir a la Defensoría Delegada Especial con Competencia a nivel nacional para la
Protección de las personas de la Sexodiversidad, adscrita a la Defensoría del Pueblo,
organismo creado mediante la Resolución 42.007 publicada en Gaceta Oficial el 13
de noviembre de 2020.
Sobre este particular, en la película “Philadelphia”, el protagonista logra
constatar a través de la “decisión Harland”, un precedente que establecía que las
personas con VIH/SIDA no pueden ser objeto de discriminación, por lo cual al ser
despedido se contravenía la ley, conformándose un despido injustificado y arbitrario
por motivos discriminatorios antijurídicos. Aunque la “decisión Harland” es ficticia,
actualmente en Estados Unidos, El Título I de la Ley para establecer una prohibición
clara y completa en la discriminación por motivos de discapacidad (Ley ADA, 1990),
prohíbe que los empleadores discriminen a postulantes o empleados por discapacidad,
protegiendo también a los postulantes y empleados que se consideran como
portadores de una discapacidad. La Sección 501 de la Ley de Rehabilitación prohíbe
de igual manera que las agencias federales discriminen a los postulantes o empleados
por una discapacidad y adopta los estándares establecidos en la Ley ADA.
De modo que, alguien que sea VIH positivo en Estados Unidos responde a la
definición de discapacidad, porque este virus limita sustancialmente las principales
actividades cotidianas, tales como las funciones del sistema inmunitario, por lo cual,
si es sometido a una medida laboral prohibida, como no ser contratado o ser
despedido debido al VIH o su sospecha, también podría mostrar fácilmente que se
tomó una medida en su contra debido a una deficiencia real o percibida. En ese país,
se han sentado precedentes como los de EEOC vs. Gregory Packaging, Inc., EEOC
vs. Christian Care Center, EEOC vs. Plasma Biological Services, LLC, and Interstate
Blood Bank, Inc. d/b/a Plasma Biological Services y EEOC vs. KAY QSRS, Inc.
d/b/a Subway, todos ellos casos donde fueron despedidos empleados con diagnóstico
y/o presunción de VIH/SIDA y su consecuente discriminación, demostrándose la
violación a la Ley ADA (Página Web de la Comisión para la Igualdad de
Oportunidades en el empleo, EEOC).
Todas estas leyes, que han ido surgiendo en cada país, tienen por fin la
protección de los derechos humanos de las personas que padecen este síndrome, dado
que la discriminación aumenta el miedo al VIH y por ende la vulnerabilidad a la
infección, obstaculizando su detección y tratamiento oportuno. Además, favorece el
autoestigma, dificultando que las personas se perciban como sujetos de derechos.
Asimismo, la legislación busca hacer valer los distintos tratados internacionales
existentes en esta materia, tales como la Declaración Universal de Derechos
Humanos (1948), cuyo artículo 1 protege la igualdad en dignidad y derechos, y su
artículo 7 decreta la igualdad ante la ley y la protección ante toda discriminación.
Se agregan, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de
San José, 1969), artículo 1 que establece el compromiso de los Estados Partes de
respetar los derechos y libertades y garantizarlos sin discriminación, así como el
artículo 24 que declara la igualdad ante la ley y el derecho a su protección; la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948), artículo 2,
que establece también el derecho de la igualdad ante la Ley sin distinción de raza,
sexo, idioma, credo ni otra alguna; así como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (1966), cuyo artículo 2 define el compromiso de los Estados de
respetar y garantizar los derechos reconocidos sin distinción, además de adoptar las
leyes requeridas para ello y también, garantizar que toda persona pueda interponer un
recurso efectivo cuando le sean violados sus derechos o libertades.
Es importante añadir, que Venezuela también es signataria del Convenio N°
111 sobre la Discriminación en el Empleo y la Ocupación (1958), aprobado mediante
ley por el extinto Congreso de la República el 3 de diciembre de 1964 en Gaceta
Oficial Nº 27.609 y ratificado el 3 de junio de 1971, cuyo artículo 1.1 explica que la
discriminación comprende:
a) cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de
raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen
social que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de
trato en el empleo y la ocupación.
b) cualquier otra distinción, exclusión o preferencia (…) que podrá ser
especificada por el miembro interesado previa consulta con las organizaciones
representativas de empleadores y de trabajadores, cuando dichas
organizaciones existan, y con otros organismos apropiados.
Sobre este tema, Peña (2022), aclara que para que un acto sea discriminatorio,
debe satisfacer al menos tres elementos: “1) el acto debe ser negativo o peyorativo; 2)
el acto peyorativo debe motivarse por un carácter social que no tiene relación con
capacidades individuales o meritorias y; 3) el acto tiene que tener resultados dañinos”
(p. 861). De allí que, retornando a la película “Philadelphia”, además del despido
nulo, resulta evidente la discriminación sufrida por el protagonista, quien padece
prácticas laborales y sociales discriminatorias por parte de sus compañeros de trabajo,
lo que conduce a su desmoralización, al rechazo y a un comportamiento hostil por
parte de la sociedad, incluido su propio abogado, quien inicialmente muestra una
conducta distante y temerosa, rechazando bridar sus servicios, lo que refleja poca
ética profesional.
En este sentido, el prejuicio existente hacia el VIH/SIDA se constituye en una
aniquilación o “muerte social” para el individuo (Fábrega, 2022), que precede a la
muerte física, siendo esta la consecuencia primaria de la discriminación. En la
película, el abogado defensor reflexiona sobre esta realidad y modifica su conducta,
lidia contra sus propios prejuicios, adopta una práctica ética dirigida por el respeto y
la búsqueda de justicia social, acompañando al protagonista en su lucha legal hasta
lograr una recompensa por daños irreparables, posterior a lo cual este último muere.

Conclusiones
En primer término, es importante resaltar como este trabajo muestra que el
cine ofrece opciones para el análisis e interpretación jurídica de distintos casos, en
esta oportunidad a través de la película “Philadelphia” con la presentación de una
situación en materia laboral que, adicionalmente, permite reflexionar sobre la
actuación ética del abogado en su práctica profesional.
El análisis de la situación presentada refleja la interconexión de temas que
afectan la vida social y laboral de trabajadores con VIH/SIDA, no solo en Estados
Unidos, país de origen de la película, sino en cualquier país del mundo, incluida la
República Bolivariana de Venezuela, donde se ha venido generando legislación en
esta materia que busca la protección de los derechos fundamentales de las personas
con esta condición, especialmente la igualdad ante la ley, la no discriminación y el
derecho al trabajo.
Estos derechos existen para todas las personas, sin distinción, desde la
Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), siendo avalada por la distintas
convenciones y pactos posteriores. Sin embargo, en los años 80 con la aparición del
VIH/SIDA, se hicieron manifiestas una serie de violaciones a los mismos, debido al
desconocimiento y los prejuicios existentes, que generan situaciones evidentes de
discriminación a estas personas en todos los entornos sociales, incluido el laboral,
como lo muestra la película.
Aunque la problemática descrita se ha venido solventando en los años
subsiguientes, sentando además precedentes de obligada consulta en materia de
derecho, todavía hoy día se dan casos de discriminación por esta causa, que en
ocasiones conducen a despidos que pueden ser calificados como nulos según la
legislación venezolana, razón por la cual es fundamental conocer las normas que
sustentarían una defensa, tales como las contempladas en el Convenio N° 111 sobre
la Discriminación en el Empleo y la Ocupación (1958), la propia CRBV (1999), la
LOTTT (2012) y la Ley para la Promoción y Protección del Derecho a la Igualdad de
las personas con VIH o SIDA y sus familiares (2014).
Asimismo, es fundamental que todo abogado asuma un conocimiento pleno,
no solo de la legislación en esta materia, sino de la forma ética de actuación que debe
prevalecer para guiar a las personas con VIH/SIDA que requieran sus servicios al ser
vulnerados sus derechos laborales, lo cual requiere educación, disposición de
orientación, conocimiento de los medios disponibles, haciendo uso de los principios
éticos que deben caracterizar su ejercicio profesional, intentando siempre alcanzar el
ideal de justicia que señala el Código de Ética Profesional.

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