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Análisis Del Caso Enron
Análisis Del Caso Enron
Los principales involucrados del caso Enron fueron su director ejecutivo Kenneth Lay y
su mano derecha, Jeffrey Skilling. Además de ellos dos, también había otras piezas
claves en este problema, que eran su director de finanzas, Andrew Fastow, la empresa
auditora, Arthur Andersen, y su jefe de contabilidad, Richard A. Causey. Todas estas
personas tenían conocimiento acerca de los malos manejos financieros y contables que
llevaba la empresa, pero poco o nada les importó, pensando que no llegaría a pasarles
nada.
El problema central de este caso fueron los engaños financieros que mostraba y
registraba la empresa a sus principales socios y accionistas. Principalmente, lo que pasó
fue que los pasivos se convirtieron en activos, los créditos se presentaron como ingresos
y todos los beneficios fueron inflados. La compañía tenía activos estimados en 63.000
millones de dólares y supuestamente facturaba 100.000 millones de dólares anuales,
pero todo esto no eran más que viles mentiras. Estas falsedades llevaron a que las
acciones de la empresa, que se cotizaban sobre los 90 dólares en el año 2000, pasaran
a costar solo un dólar (en apenas un año), lo que representaba un 99 por ciento menos.
Esto sucedió tras salir a la luz que la empresa alteraba o fabricaba registros contables
para engañar a sus accionistas.
Cada uno de los fraudes financieros se fueron conociendo poco a poco, llegando a
saberse que Enron tenía deudas acumuladas en más de 30 mil millones de dólares.
Jeffrey Skilling fue la mente maestra y realizador de dichas acciones, haciendo ingresos
ficticios, y poniendo valor presente a los flujos de negocios que no estaban
materializados, lo que formaba parte de los beneficios de la firma energética. De
acuerdo con las investigaciones, Enron disfrazaba las pérdidas y encubría sus deudas.
Desde el punto de vista ético, considero que el principal error de Enron fue realizar
prácticas fraudulentas tratando de conseguir un enriquecimiento ilícito propio, sin pensar
en cómo estas acciones afectarían a los demás miembros de su empresa (accionistas,
empleados, socios, etc.).
El ‘caso Enron’ puso de manifiesto un fallo en cadena de los controles que deben
considerarse irrenunciables en una economía desarrollada. En primer lugar, falló el
equipo directivo de la compañía, que no vigiló debidamente la gestión de sus dos
máximos responsables, Kenneth Lay (presidente) y Jeffrey Skilling (CEO). Y es que, en
ocasiones, cuando los resultados de una corporación son buenos (o lo parecen), sus
máximos ejecutivos pueden caer en la tentación de adoptar actitudes arrogantes
amparándose en su supuesta buena gestión, llegándose a creer por encima de toda
regla. Además, los controles tienden a relajarse. Esa situación debería ser una señal de
alarma para inversores y opinión pública en general.
El ‘caso Enron’ dejó también en evidencia a los medios de comunicación, que actuaron
de forma condescendiente y no pusieron límites a la falta de transparencia mostrada por
la compañía desde sus orígenes. Enron basaba sus relaciones con los periodistas de
forma exclusiva en el press release y tenía por costumbre blindar a sus directivos ante
la prensa. Los medios tampoco cuestionaron en ningún momento los resultados
económicos que la empresa publicaba periódicamente. Como prueba, basta decir que
Enron fue nombrada durante seis años por la revista Fortune la empresa más
innovadora del país. Sabiendo todo esto, puedo decir que la empresa Enron no fue la
única que incurrió en severas faltas éticas. Considero que la prensa también debe
llevarse un poco de nuestra atención respecto a este tema en particular.
Ante toda esta información, yo me planteo un supuesto. Si este escándalo hubiera
ocurrido en la actualidad, ¿Enron se habría salido con la suya por tanto tiempo?
Sinceramente creo que no, ya que gracias a la tecnología se habría conseguido detener
sus fechorías en el momento idóneo, por la falta de transparencia que tuvo.
Existen casos similares al de Enron, tal y como lo fue lo sucedido con el caso Madoff, el
caso Lehman Brothers, el caso Toshiba o el reciente caso de las emisiones de
Volkswagen.
Para concluir, puedo señalar que este caso nos deja varias lecciones que podemos
aprender. Primero, toda esta situación nos enseña la importancia del manejo contable-
financiero en el desarrollo de una empresa en nuestro país. Este suceso nos deja en
claro que los estados financieros y los libros contables no son un juego que podemos
manejar a nuestro antojo (tal y como sucedió en el caso Enron). Este hecho también
nos enseña a no caer en las tentaciones de obtener dinero de manera fácil, y a ser
personas de un comportamiento moral y ético intachable. Finalmente, nos demuestra e
instruye que toda empresa debe cumplir una serie de reglas y lineamentos para su
correcto funcionamiento, y que nosotros como directivos no debemos intentar hacernos
los ‘vivos’ por obtener un beneficio para nuestros bolsillos.