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Jenny Mondragón Alegría, 270555

18 de marzo del 2024

Que te sirva de vela.

¿Qué quiero saber?

¿Cómo se relaciona la idea de un "sacrificio de duelo" con la transformación del


duelo en un acto?

¿Qué aprendí?

El duelo aquí se interpreta como un acto capaz de concretar una pérdida sin
ofrecer ningún tipo de “compensación”. Frente a ciertas concepciones que podrían
reducir el duelo a un mero “trabajo” psicológico de elaboración, donde el fin es
superar la pérdida, esta perspectiva enfatiza la importancia de un acto puro de
duelo. Este acto es descrito no solo como la aceptación de la pérdida, sino como
hacer frente a la realidad cruda de la muerte sin buscar remplazos o consuelos (no
se sustituye a objeto). Hay una clara distinción entre el concepto de "trabajo de
duelo" (proceso con un objetivo reparador o completivo), y la "subjetivación de una
pérdida" (implica una confrontación más directa y sin mediaciones con el vacío
dejado por lo perdido). El primer término me pareció justamente un proceso,
donde se busca “salir” del duelo (como lo maneja la psicología tradicional);
mientras que la subjetivación de la pérdida habla de integrar esta experiencia de
vacío de manera que transforme al sujeto. Esta transformación no supone la
superación del dolor o la restauración de lo que fue, sino la inscripción de la
pérdida dentro de la estructura misma de quien experimenta el duelo.

Otra dimensión que se aborda, y que llamó mi atención es la necesidad de un acto


de duelo que permita "entregar al muerto a su muerte". Pienso que esta expresión
va más allá de una mera aceptación de la muerte como evento natural de la vida;
me parece que implica un reconocimiento y aceptación de la irrevocabilidad de la
pérdida y de la imposibilidad de mantener vivo al ser querido en cualquier forma
que no sea la memoria. El acto de duelo sería entonces el lograr honrar esta
irrevocabilidad, entendiendo que no hay consuelo posible ni retorno. Me lleva a
pensar que siendo así, puede verse como la expresión máxima de amor y respeto
hacia quien ha fallecido, permitiéndole ser en su total y definitiva ausencia; y
aunado a esto, pensé en la (aún actual) oposición social contra la eutanasia, y
cómo muchos mantienen a sus seres queridos ya casi desahuciados por amor,
amor desde su egoísmo, pues se mantiene con vida a la persona, pero al mismo
tiempo se posterga su sufrimiento.

El concepto de "pequeño trozo de sí" (descrito como no perteneciente ni a uno


mismo ni al otro sino a ambos) emerge como un objeto dentro del proceso de
duelo, connotando un segmento del ser que se ofrece en sacrificio durante este
periodo de pérdida. Este fragmento, mientras se mantiene la indistinción entre el
doliente y el perdido, es vital en el contexto del sacrificio del duelo. La erotización
de este "pequeño trozo" vendría a ser, por así decirlo, necesaria; sin esta carga
erótica, la noción de una pérdida pura sería incomprensible.

La noción tradicional de trabajo de duelo podría oscurecer más que iluminar el


verdadero sacrificio y la naturaleza del proceso, sugiriendo que este "trabajo" no
siempre permite una confrontación genuina con la pérdida. Al desechar este velo,
no se pierde pudor, sino que se gana claridad, poniendo sobre la mesa la
adecuación de la noción de trabajo en el contexto del duelo auténtico. La “eficacia”
del "trabajo de duelo" como concepto, podría servir más como una barrera que
como un medio de comprensión o “tramitación”. En vez de adherirse a una
estructura preconcebida de luto, me parece que el texto invita a considerar el
duelo como un acto más espontáneo y personal, donde el "pequeño trozo de sí"
sacrificado desempeña un papel importante en la navegación y eventual
resolución de la afectación de la pérdida.

Junto con esto y el “pequeño trozo de sí”, me pareció interesante la frase de


Shakespeare "My heart is in the coffin there with Caesar", junto con las dos
posibles lecturas: La primera sugiere un sufrimiento donde el corazón de la
persona en duelo se ha visto arrancado por la muerte, figurando en un ataúd junto
al ser querido perdido. Esta interpretación claramente representa el dolor y la
sensación de vacío que experimenta quien está de duelo. La segunda lectura
plantea una perspectiva de “aceptación”, donde quien está en duelo reconoce que
el corazón pertenece ahora a ese lugar de descanso junto al fallecido; refleja el
momento en que el dolor se transforma, permitiendo que quien sufre realice un
sacrificio, marcando el final del proceso de duelo.

El acto en el duelo no se trata tan solo de atravesar un periodo de sufrimiento


pasivo, sino de llevar adelante acciones que subjetiven la pérdida, sin buscar
compensación alguna: Darle otro sentido. Este acto, este sacrificio sin
expectativas de recuperación equivalente, es el que finalmente permite entregar al
ser querido a su muerte. La transmutación del duelo en un acto de sacrificio
implica una resignificación del dolor y la pérdida. El acto mismo de sacrificar
simbólicamente lo perdido permite redimensionar el vínculo con el fallecido. Por
tanto, el acto de duelo se revela como esencialmente transformador.

No me quedó claro por ejemplo lo que menciona acerca de lo que mencionó un


doctor, que no donar órganos como llevarse un tesoro a la tumba. Lo que alcancé
a leer en esta parte es que, médicamente hablando, pudiese parecer así;
pensando en un ejemplo, que si muere un ser querido, que su muerte sirva para
alargarle la vida a alguien más con la donación de sus órganos. Pero no creo que
sea así de fácil para todos, no creo que sea así de sencillo para esa familia que
perdió al niño. Se me ocurre que una posibilidad podría ser que por sus mentes
pase “¿cómo quitarle una parte de sí (un órgano) al niño muerto para dárselo a
uno vivo (¿una vida por otra vida)?”, y no me refiero meramente al órgano, a lo
orgánico, sino a lo que representa ese órgano, esa parte del niño.

No sabría cómo concluir esta ficha puesto que me deja pensando todavía. Qué
doloroso es ese sacrificio, qué doloroso me resulta entregar al muerto a su muerte.

Allouch, J. (1996). Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca. Argentina:


Edelp. Cap. Que te sirva de vela.

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