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Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia

Facultad ciencias de la Educación


Licenciatura en filosofía
Ruth Mery Ramírez Acevedo
Manuel Avila – Seminario Autor siglo XX II
TRAS DE LAS HERIDAS DE LO QUE SOMOS: Arte y nihilismo en la era del
vapor
§ Conjurar a Shibboleth a la luz de la consternación del ser

“La vida superior a la que nos conduce el instinto es


desde luego, la vida en el amor”1

Continuando con la “búsqueda” de sanación, de quiebre de ese dolor y


desprendimiento del recuerdo de la herida que hemos heredado, consumado y
abrazado sin culpa alguna, Ávila nos expone un escenario, de carácter
aparentemente utópico, donde hemos de cortar con ese pensar “heredado” el cual
nos ha obligado, por decirlo así, a mantener esa herida y vivir de ella como elemento
inherente de la humanidad, camino que se nos abrirá mediante Heidegger, quien
inspirado en las palabras de Jünger y dando respuesta a través de En torno a la
cuestión del ser termina conjurando esa herida continua del nihilismo (…)a partir de
la consternación misma de ser2

Esta segunda parte del camino busca “pasar la línea” que Jünger ya había
bocetado, una búsqueda que parte desde el punto cero, el cual sería para Heidegger
el punto mismo del reinado del nihilismo, más allá de intentar encontrar una solución
o “cura” Ávila ira intentando responder a la pregunta de ¿Cómo guiarnos hacia una
posible respuesta al nihilismo? Cuando en la cotidianidad del mundo esa fuerza
pasiva nos ha ido cegando al problema de evidentes caracteres negativos y
dañinos, una fuerza de autodestrucción que seguimos alimentando cual monstruo
hambriento dispuesto a devorarnos hasta los huesos, pero con el cual convivimos y
creemos que es inofensivo, cual bestia simplemente domesticada para nuestras

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propias ansias de “poder” y dominio “habilitar la grieta se ha vuelto tan habitual, que
ha terminado por tornarse invisible”3 como reflexiona Heidegger, ni con dos guerras
mundiales hemos aprendido a frenar o desviar esa ambición de destrucción, habría
entonces que partir por una interpretación nueva del ser, una nueva forma de
correlacionar ese dolor raudo del mundo.

Una forma, como lo planta Heidegger, puede ser a través de la conexión entre “dolor
y trabajo” entendiéndose según Ávila, como indica Heidegger “aquello que recoge
en lo más íntimo” esa relación de lo ente4 con el dolor, para ello, la importancia de
un desprendimiento de la idea tradicional del lenguaje metafísico, saliéndonos de la
principal óbice entre el ser y la pregunta por la nada, dos cuestiones que se han
dejado de lado con la época actual, y pareciesen olvidadas, tal vez por su aparente
“inutilidad” donde el ejercicio reflexivo ha sido descartado por un mundo de
proyecciones medibles en valores económicos y “progresistas”

Estos tipos de pensamientos consumistas, materializados y monetarios nos han


llevado a esa desconexión con esa parte sensible, esa que nos conecta a lo más
“humano” de nosotros donde el sufrimiento nos es empático, donde los
cuestionamientos por la nada o el mismo nihilismo con encontraría un lugar para
encubar y acuñar de manera tan aparentemente cómoda.

Para Heidegger será necesario “abrir para reparar” y abrir esta herida es entender
y ser consiente de ella, ver a ojos abiertos ese pululante daño continuo, y como el
“trabajo” de nuestra vida pareciese ser esa adicción al dolor, pero al igual que todo
despertar es incómodo, doloroso, pero necesario para realizar una nueva
dedicación del ser y a su vez poder, como dice el autor, conjurar a shibboleth en el
sentido de una nueva dedicación-donación del ser, este cambio se ve mejor
expresado en ser una pequeña, no negación del “ser” más bien a lo entendido por
mucho tiempo a lo que se entiende de esa expresión <ser> “cortando” esa relación
entre sujeto y objeto, dejando la nada como, una parte correspondiente a su vez del
hombre, que no se aleja de ese nada aun estando incluido en ese <ser> no se trata

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de estar negando el nihilismo, es tener claridad que el “hombre” hace parte
fundamental de nihilismo y a su vez de su propia consumación; siendo así el mismo
“la fractura, la herida, Shibboleth”5

Siendo así de este modo, no un camino, más bien una guía, un posible camino o
recorrido para poder llegar a un punto donde se puede inquirir, escudriñar,
sucumbirse en esa pérdida del ser, donde se ha ausentado y dejado en el olvido,
como algo innecesario, algo que ha perdido su utilidad e importancia.

A este des-olvido <A-letheia> como lo nombre [Ávila] se resume la superación


metafísica misma del <ser>. De esto ahora surge la pregunta ¿Qué es metafísica?
A la cual Ávila responderá con Heidegger como “la distención entre esencia y
existencia”6 una “separación” que de manera más clara consiste en una conciliación
entre los opuestos, donde no es necesario enfrentarlas como si se tratase de un
combate a muerte, donde solo una se pudiese sobre poner en la otra y a su vez
negarla de la realidad, excluyendo a la “perdedora” en ese combate de mutua
eliminación, por el contrario, se trata de una dinámica, un movimiento de relación y
confluencia, siendo un camino de salida, contrario a lo que se pudiese pensar, no
está en huir del nihilismo, por el contrario la propuesta, la guía o el camino acá
planteado es ahondarse en él, como si se tratase de resolver el camino más
acertado al laberinto, el cual no se puede resolver desde afuera, por el contrario
solo ingresando a él, aceptándolo al contrario de negarlo, conciliándose con el
origen del mismo se encuentra en la propia “existencia” en el Da- sein mismo.

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