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Los vasos de whisky ya no alcanzaban para callar todas las penas que podían
llevo encerrado en mi casa, no puedo levantarme del sillón por mucho que lo
intente. La imagen que los demás tenían de mi está completamente enterrada bajo
tierra, pero como mi madre solía decir, a quién le importa. Ella me enseño esa
frase cuando yo era muy chico. Mis compañeros se reían de mi por mis gustos,
por mi apariencia, la ropa que llevaba, básicamente buscaban cada mínimo detalle
que podían encontrar con el fin de burlarse de mí. Pero mi querida madre me
decía sonriendo con sus ojos marrones brillando, “A quién le importa, no les
prestes atención, ya vas a ver que cuando crezcas ellos van a arrepentirse de todo
lo que te hacían al ver todo lo que vas a lograr.” Aparte de esas situaciones, ella
usaba esa frase en cada oportunidad que encontraba, le gustaba mucho. Ojalá
único que podían escuchar mis vecinos eran llantos incontrolables toda la noche.
lágrimas para dejar caer. La depresión me está consumiendo más rápido que los
mosquitos a los moribundos que divulgan las calles en la madrugada. Siento que
mi corazón cada día se marchita más, como una flor que no recibe la suficiente luz
del sol para seguir floreciendo. Esa luz es mi madre, y ya no la tengo conmigo.
Hoy es un día especialmente duro para mí, es el cumpleaños de ella, la mujer que
siempre cuido de mí no solo porque era su deber como madre sino porque me
quería de verdad. Nunca la fui a visitar, me rompería el corazón ver como una
persona tan alegre y llena de vida haya pasado a ser solo un nombre en una
lápida como si no valiera nada. Decidí dejar el sillón de una vez por todas y fui
Agarré mi billetera llena de polvo y abrí la puerta sin pensarlo dos veces. Fui
margaritas. Una vez que ya las tenía en mis manos, empecé a correr hacia el
cementerio donde ella descansaba. Nunca sentí a mi corazón tan vivo en tanto
tiempo. Podía ver la puerta del cementerio a lo lejos, cada vez estaba más cerca.
Estaba sintiendo muchas emociones al mismo tiempo, la ansiedad corría por mis
venas. Cada paso que daba, le echaba una ojeada a las flores para saber que
estaban los más perfectas posibles. Ya estaba dentro del cementerio sin siquiera
Estuve horas contándole todo lo que pasó desde que se fue, lo mucho que la
extrañaba y recordando muchos de los momentos por los que pasamos juntos. Y
fondo, quería creer que sí. Pero después de hablar por tanto tiempo, me quedé en
silencio un rato, hasta que decidí hacer lo que venía queriendo hacer hace ya
Me despedí de ella con mis ojos llorosos y me fui del cementerio. Pero no estaba
dirigido hacia mi casa. Estaba yendo a nuestro lugar favorito, del cual estoy casi
seguro que solo ella y yo sabíamos que existía. Era un puente “abandonado”, si es
que así podía llamarse, donde nunca había nadie. Íbamos juntos ahí a disfrutar de,
Una vez que llegué, ya estaba tan oscuro a causa de la luna que lo único que
podía verse eran las estrellas que iluminaban poco y nada, pero seguían siendo
mamá”. Una última lagrima cayó sobre mi mejilla. Estaba completamente solo, la
paré sobre la cornisa del puente. Debería tener cuidado, un paso en falso y podría