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II. HISTORIA: AUTORES EN SUS TEXTOS 2.

ESPIRITUALIDAD DEL MEDIEVO ‐ 113

2. ESPIRITUALIDAD DE LA ÉPOCA MEDIEVAL (S. XIII)

En esta época se va a realizar el tránsito de las Sentencias a la Suma. Previamente se


había realizado el paso del Símbolo a las Sentencias. San Anselmo de Canterbury (S.
XI), así como el principio de la ‘fides quaerens intellectum’. Se vuelve la mirada a una
tradición patrística iluminada desde la razón. Pedro Lombardo (S. XI-XII), con su obra
las Sentencias decidirá el manual por el que se estudie teología hasta Trento, donde se
recogen sentencias o afirmaciones de los Padres articuladas en diversos capítulos que se
inician con una pregunta1. Se da así el paso de una teología bíblica y narrativa a otra
más crítica y especulativa.

Con Santo Tomás, dominico, se daría el paso de las Sentencias a la Suma: es el triunfo
del sistema y la pedagogía. La estructura de la Suma es muy sencilla: en un esquema
circular se habla de la salida de Dios de sí mismo al mundo y al hombre, y de nuevo
vuelta hacia Dios a través de Cristo comprendido como camino. Se trata del esquema
neoplatónico del ‘exitus-reditus’. Y no podemos hablar de Tomás de Aquino sin
mencionar a su oponente, San Buenaventura, de la escuela franciscana, más pendiente
de una teología cordial, de una teología que tiene más de sabiduría humanan y divina
que de ciencia positiva.

Entramos en una época de renovación en el monacato y en el surgimiento de las


órdenes mendicantes. En la rama benedictina surgen dos ramas fundamentales: en
primer lugar (S. X), está Cluny, cuya espiritualidad constituye una variación sobre la
‘Regla’ de San Benito, son los llamados monjes ‘negros’; y más tarde vendrán los
monjes ‘blancos’ (finales S. XI) con el Císter y la figura clave de san Bernardo de
Claraval, una reforma hacia la austeridad, frente a los abusos de los cluniacienses. Y no
hay que olvidar la tendencia al eremitismo y la soledad presentes en la Cartuja y San
Bruno.

Respecto a las órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos, carmelitas y agustinos),


nacen como respuesta alternativa a las órdenes monásticas. Pobreza, apostolado y vida
fraterna serán algunas de las notas que definen a las nuevas órdenes. Suponen una
auténtica renovación con respecto al monacato tradicional anterior. Estos movimientos
salen de esas fortalezas de los monasterios, salen de esos espacios cerrados, van al
pueblo, están con la gente. Tienen una mayor libertad de espíritu. Cada uno de ellos
tiene un carácter propio y diferencial. Por ejemplo, la cuna y la cruz, serán las dos
grandes devociones franciscanas, y en el centro, como siempre, la cruz2.

Otra figura destacada en este momento histórico es la de Bernardo de Claraval (S. XI-
XII), que en 1113 entra en Citeaux, el nuevo monasterio cisterciense fundado en 1098
para vivir la Regla de san Benito reformada. En 1115 es enviado a fundar en Claraval
(‘Clairvaux’), monasterio del que será abad hasta su muerte. Personaje controvertido y
crítico, predicó con no poca pasión la segunda Cruzada. Entre sus fuentes, a parte de la
Escritura, hay que señalar Agustín y Gregorio Magno o Casiano. Su obra maestra es
Sermones sobre el Cantar de los Cantares, enmarcada dentro de la así llamada ‘mística
nupcial’.

1
CF. CORDOVILLA, Á., El ejercicio de la teología, o.c., pp. 241-45.
2
Cf. ANDÍA, YSABEL DE, Homo Viator. Antropología del camino espiritual, Madrid: BAC, 2017, p. 66.
II. HISTORIA: AUTORES EN SUS TEXTOS 2. ESPIRITUALIDAD DEL MEDIEVO ‐ 114

Para Bernardo teólogo es el que ha gustado la bondad de Dios y sabe hacérsela gustar a
los demás. La suya es una teología monástica apoyada en la experiencia, frente a la
teología de escuela de carácter más especulativo. Se le ha llamado el ‘doctor melifluo’.
La Humanidad de Cristo, con los misterios de la Encarnación, Nacimiento y Pasión,
constituye uno de los grandes legados de san Bernardo a la espiritualidad occidental.

Y aunque tiene la reputación de ser ‘doctor mariano’, la debe sobre todo a textos que le
han sido atribuidos por error. Él mismo se opuso a la doctrina de la Inmaculada
concepción de María. He aquí un ejemplo de la retórica encendida que usaba en sus
sermones, y que ha perdurado hasta nuestros días: “Si se levantan los vientos de las
tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, invoca a
María. Si eres agitado por las ondas de la soberbia, mira a María. En los peligros, en las
angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca,
no se aparte de tu corazón…”

En uno de sus sermones sobre los Cantares afirmaba: “Si tienes cordura, te mostrarás
concha, y no canal. El canal despide el agua fuera de sí casi al recibirla, la concha no la
vierte sino al estar ya llena; entonces comunica lo sobrante sin perjuicio de sí misma…
Abundan hoy en la iglesia de Dios los canales y escasean las conchas”.

Obras de referencia y bibliografía base:

-SAN BERNARDO, Sermones sobre el Cantar de los Cantares, Madrid: BAC, 1987.
-CAVALLERA, F. “Bernard”, en: Ditionnaire de spiritualité ascétique et mystique,
Beauchesne: Paris, 1932-1995, vol. II, 1454-1502.
-PABLO MAROTO, D., Historia de la espiritualidad cristiana, Madrid: Editorial de
Espiritualidad, 1990.

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