La Técnica de la Tortuga parece realmente una herramienta de gran valor para que los niños puedan aprender a gestionar sus emociones: en lugar de reaccionar de manera impulsiva ante situaciones desafiantes o adversas, esta técnica les ofrece un método para detenerse, respirar pausadamente y reflexionar antes de actuar. Además de la evidencia científica que existe en el hecho que controlar la respiración nos permite manipular la química cerebral, y que esta es una técnica que podrán generalizar a edades posteriores y que les ayudará a seguir gestionando sus emociones en su versión adulta. Hemos aprendido que las rabietas y las conductas agresivas suelen responder a sentimientos de colapso emocional o no saber expresarse de una forma más adecuada. Con dicha técnica, al enseñarles a reconocer las señales de advertencia de la ira o la frustración, como el aumento cardíaco o las sensaciones de tensión corporal, se les invita a retirarse temporalmente, y no solo para aplacar dichas emociones, sino que también para buscar formas más constructivas de lidiar con la situación precedente. Así, la Técnica de la Tortuga en una actividad que ayuda a los niños a autorregularse en diversas esferas (emocional y socialmente). Además, esta técnica también fomenta la empatía y la comprensión social hacia los demás, pues al invitar a los niños a tomarse un momento para reflexionar cómo se sienten, también podemos invitarles a que reflexionen sobre las consecuencias de sus acciones y como afecta a los que le rodean, pudiendo desarrollar así una mayor conciencia de las necesidades y sentimientos de los demás. En resumen, la Técnica de la Tortuga brinda a los niños una forma práctica y efectiva de gestionarse emocional y conductualmente. Al ofrecerles estas herramientas para autorregularse y aprender a ser consecuentes, les estamos ayudando a desarrollar habilidades importantes para la vida cotidiana que les servirán en su madurez emocional y consciencia social.