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Para comenzar podría decir que la definición de Naturaleza que me hubiera animado a dar previo

a la lectura de los textos, sería que es todo aquello que existe en el mundo sin la intervención del
hombre.
En relación con la definición de Cultura hubiera dicho algo así como que es el conjunto de
conocimientos y creencias de una sociedad y la manera en que éstas afectan su vinculación y
conducta.
En el caso del hombre, hubiera definido como natural, aquello que es innato y como cultural, todo
lo que es adquirido y aprendido.
A partir del texto de Savater me atrajo mucho la idea de pensar en una definición de Naturaleza lo
más abarcadora posible como “todo lo que existe en el universo o puede existir, lo conocido o lo
desconocido, sea animado o inanimado, racional o irracional” y según Stuart Mili: “el nombre
colectivo para todos los hechos, tanto para los que se dan como para los meramente posibles”.
Me parece muy interesante tener también en cuenta que a través de la norma de lo “natural”, se
descalificaron y se descalifican muchos reclamos y reivindicaciones sociales por ser
consideradas como “antinaturales”, a través de una aceptación o naturalización de lo arbitrario.
En cuanto a la relación de los conceptos de Naturaleza, Cultura y Etica, según Galileo “la
Naturaleza no tiene obligaciones con los hombres”, por lo cual podríamos decir a partir de ello
que no hay Ética ni Moral en la Naturaleza. No existe “lo bueno y lo malo”en ella. Existen si,
valoraciones humanas que como tales, pertenecen a su Cultura. Como expresa Savater “valorar
es la tarea cultural por excelencia, lo menos natural de nuestra naturaleza, la base de cualquier
cultura humana” y lo que nos permite comparar, elegir y diferenciar.
Me quedo también con la idea de que la dicotomía “naturaleza/cultura” tal vez tienda cada vez
más a la necesidad de disolución de los límites que la establece en tanto cualquier definición de
naturaleza involucra necesariamente un acto cultural y teniendo en cuenta el concepto de que la
naturaleza es interior a la cultura.
Suárez Urtubey comenta en su artículo el rechazo que produce en ocasiones la voz de
contratenor por no ser un registro “natural”, y al cual se llega de manera artificial. Sin embargo, se
trata de la misma técnica o “artificio” necesario para el desarrollo de cualquier otra tesitura de la
voz humana. En todo caso, la preferencia o no por dicho registro puede estar fundada en una
cuestión de respetable gusto personal, pero nunca por el hecho de considerarlo “artificial o
antinatural”.
Tuve que dejar para el final de esta participación en el foro el texto de Nelly Schnaith porque tal
cual nos anticipara el Profesor Rodríguez, tiene una intensidad, complejidad y profundidad
únicas. Me llevó mucho tiempo de lectura (y re lectura) de párrafos y aún así, considero que no
tengo los elementos necesarios al día de hoy para dilucidarlos completamente, por lo cual, habrá
que seguir en la tarea.
No obstante todo lo anterior, me animo a decir que hay una pregunta que atraviesa todo el texto
que se refiere a qué fuentes vamos a recurrir para definir el concepto de mujer. Considero que
todo concepto tiene un componente de ideología y esa ideología está impuesta siempre por los
vencedores. Por ello el concepto de mujer a lo largo de la historia también ha respondido a los
intereses del hombre opresor. El primer problema que se encuentra en la definición de mujer,
parte del hecho de que todas han sido hechas por hombres y a partir de ellos mismos como
modelos. La definición de mujer, provendrá entonces de la Biología? Es la diferencia de los
sexos una mera cuestión anatómica? La autora dice que no. Para ello recurre a dos fuentes que
según ella otorgan una visión distinta de la usual en este tema. Ellos son Freud desde el
Psicoanálisis.) y Hegel desde la Filosofía. Uno de los conceptos que toman ambos para este fin
es el del deseo como eje de articulación entre naturaleza y cultura, considerando que a la mujer
se le ha negado tanto el derecho de buscar su propio placer (siempre supeditado al del hombre)
como así también el reconocimiento como sujeto autónomo, como persona. En el final del texto,
la autora insta finalmente a que en pos de lograr una libertad y una igualdad, el oprimido no se
transforme en opresor diciendo que “el impulso vengativo sólo impone justicia cuando está
animado por el goce anticipado de una libertad general”.

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