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A. El plazo procesal
Así es que en su relación con el plazo legal la “razón” actúa con sentido de
medida, prudencia y mensuración en el “deber ser” del término procesal.
Vemos como la “porción de tiempo” reglada legalmente no solo debe ser justa
cuando se legisla, sino también, y fundamentalmente, cuando se la aplica. El
plazo tiene que ser “razonable” cuando se legisla en abstracto y cuando se
cumple en concreto. Vale una reflexión: ¿de qué sirve tener en abstracto una
norma que tutela el plazo razonable de detención y duración del proceso si en
concreto, por desidia omisión o negligencia, no se hace nada para que dichos
plazos se cumplan?
No basta que las leyes contengan “tiempos” cuya duración a priori es adecuada
a la materia específica Vg. duración de proceso, duración de encierro cautelar,
término para dictar la prisión preventiva, tiempo de detención y juzgamiento,
etc.; hace falta que la observancia práctica de los plazos sea razonable y
ajustada a derecho, vale decir, justa.-
De esta manera, la duración con que el poder judicial trata los derechos debe
ser acorde al sentido de justicia, más allá del espacio temporal que en
abstracto indica la norma: por lo general el cumplimiento del plazo legal
significa justicia, pero si la índole de la cuestión hace inviable, injusta, utópica o
dañoso el estricto cumplimento de los plazos, resulta “irrazonable” esperar
dicho plazo legal, debiendo el juez decidir en un plazo menor.-
El sujeto común sabe que no solo tiene derecho a una resolución fundada y
acertada técnicamente –justa- sino que esa decisión tiene que ocurrir en un
plazo legal y fáctico razonable, acorde con una duración racional del proceso.-
Cada semana, cada mes, cada año de encierro preventivo mutan el estado de
cosas inicial que convencieron, justificadamente o no, que el reo se escapará o
destruirá prueba, lo que debería provocar un re-examen o constatación del
estado actual del peligro procesal para sostener la medida o dictar una menos
gravosa o excarcelar al reo. Es preferible que en ese “nuevo contralor del
riesgo procesal” el Juez certifique por sí, y con la mayor inmediación posible, la
necesidad contemporánea y real de la media preventora11.-
Repito, no es válido la excusa de que “no han variado las condiciones que
justificaron oportunamente la prisión preventiva” sin hacer una evaluación
concreta y actualizada del supuesto peligro procesal, es decir, si el riesgo
cautelar inicial tiene vigencia o entidad en el presente. Desde la conducta del
imputado, la acreditación de su trabajo y domicilio cierto, la recolección de
pruebas, o el tiempo del plazo mismo, hacen conveniente una evaluación
paulatina de la subsistencia y entidad del riesgo procesal.-
No es valido sostener un encierro preventivo solo por inercia, más cuando los
procesos se prolongan más allá del plazo razonable y la fecha de debate se fija
a largo plazo.-
En caso de subsistencia del riesgo, el plazo podrá ser prorrogado por una sola
vez y por un plazo menor Vg. si cuando se dictó se estableció un plazo
prudencial de dos meses, solo podrá renovarse por un mes.-
D.- Conclusiones:
Finalmente, resumo lo expuesto:
- El riesgo procesal varía con el paso del tiempo, y merece re-evaluarse. Solo
un peligro procesal actual justifica la entidad y mantenimiento de la prisión
preventiva.-
-Un periódico re-examen sobre la existencia y entidad del riesgo procesal, por
un lado, y la determinación a priori de la duración de la coerción, por otro,
resultan medidas idóneas y justas para dotar de eficacia el plazo razonable de
la coerción.-
[1] Sin desmedro que haremos referencia a leyes vigentes y fallos recientes.
[3] O sea, la que se “ajusta” al caso en particular, más allá del plazo establecido
abstractamente en la norma.
[4] Así lo dice la corte suprema “…. es derecho de todo imputado lograr un
pronunciamiento por parte del órgano judicial que ponga fin a una situación de
incertidumbre frente a la ley y a la sociedad en un plazo razonable, evitando así
que los procesos se prolonguen indefinidamente (cfr. fallos 272:188 "Matei").-
[5] Tal es la importancia del tema que la Casación Bonaerense resolvió “No es
posible fijar judicialmente en abstracto un término para el plazo máximo
razonable de duración de la prisión preventiva, siendo de incumbencia de los
jueces su determinación en cada caso particular.
En tal determinación corresponde tener en cuenta que, cuando no medie
complejidad en las causas, la prisión preventiva no puede durar más de dos
años hasta la sentencia no firme del juicio oral, sin computarse en dicho
término el tiempo insumido por el diligenciamiento de prueba fuera de la
jurisdicción, los incidentes, los recursos, o mientras el Tribunal no esté
integrado. Que cuando se verifiquen supuestos de suma complejidad del
proceso derivados de la pluralidad de imputados, las circunstancias del hecho y
el concurso de delitos se deberá estar a las previsiones del “plazo razonable”
puntualizado en el artículo 2° del C.P.P., sujeto a la apreciación judicial en cada
caso.