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Conflictos y convivencia democrática

La convivencia democrática es un concepto que exige de todos los


miembros de una comunidad un compromiso con determinados
valores ciudadanos, tales como la apertura al diálogo y al consenso.
A nivel nacional, esto implica que las diversas organizaciones
políticas y la sociedad civil establezcan lineamientos que
promuevan el bienestar de toda la población. En este sentido, la
convivencia democrática exige la participación de todos los
sectores sociales bajo un clima de cooperación y respeto mutuo.
Sin embargo, en la historia reciente de nuestro país, ocurrieron
procesos que afectaron seriamente la convivencia social
y la estabilidad política. La violencia terrorista causó una
profunda crisis que afectó al Estado y a la sociedad peruana.
Afortunadamente, la acción conjunta del Estado y los ciudadanos
permitió que ese nefasto periodo llegue a su fin. El Informe
Final de la CVR resume ese proceso y propone medidas para
la reconciliación nacional. En ese sentido, es importante la
participación de todos para construir una convivencia pacífica
basada en la justicia, el respeto y la voluntad de diálogo.

Convivencia y participación
Conflicto. Es una situación de
desacuerdo irresuelto entre dos
o más personas por razones
diversas.

A menudo escuchamos que es necesario que todos seamos


educados con el fin de contribuir en la construcción de una
cultura de paz. Esto significa que la educación que recibimos
debería ayudarnos a reconocer un conjunto de valores éticos
que nos permitan establecer relaciones de armonía y paz con
nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno.
En este sentido, construir la paz no es solo evitar la violencia,
sino actuar en concordancia con los valores en los que
creemos. Para cumplir una tarea tan compleja, es necesario
que estemos atentos a las diversas situaciones que afectan
la convivencia pacífica y el modo en que nos relacionamos
con los demás, lo que implica desarrollar habilidades para
resolver situaciones difíciles y para conseguir relaciones
interpersonales satisfactorias.

Conflicto y convivencia
El concepto de convivencia alude a un fenómeno propio, aunque no
exclusivo de lo humano: el vivir con otros. La vida en comunidad nos
permite aprender a regular nuestras acciones para no afectar a quienes
comparten con nosotros un mismo espacio.

Democracia y convivencia social


Para fortalecer los vínculos de solidaridad e identidad entre los miembros
de una comunidad determinada, se necesitan poner en práctica
ciertos principios de convivencia que guíen nuestra conducta y promuevan
el bienestar de todos.
La tarea de dirigir la vida en comunidad fue afrontada de distintas maneras
a lo largo de la historia. En las sociedades más antiguas, se optó
por delegar esta función a una sola persona (monarquía absoluta) o
bien a una minoría privilegiada (teocracia, aristocracia u oligarquía).
Sin embargo, en el siglo v a. C., surgió en la polis griega de Atenas una
nueva forma de gobierno que integró a todos los individuos libres (ciudadanos)
en la labor de legislar la vida pública de la comunidad. Este
nuevo sistema político se denominó democracia, palabra griega que
significa ‘gobierno del pueblo’.
Este concepto ha pasado por un proceso continuo de implementación
y mejoramiento, buscando integrar cada vez más a sectores sociales
que anteriormente estuvieron marginados de la vida pública, como los
esclavos, las mujeres, las minorías étnicas y sexuales, las personas con
habilidades diferentes, etc.

Retos para la convivencia democrática


En nuestro país, la democracia como sistema político
se instauró luego de la guerra de independencia. Desde
entonces –a lo largo de sus casi dos siglos de existencia–,
nuestro Estado ha implementado una serie
de medidas y construido una estructura que amplía
la oportunidad de los ciudadanos de participar en la
vida democrática. Ahora, por ejemplo, está consagrado
el voto universal, mientras que a fines del siglo XIX
excluía a las mujeres y a los analfabetos.
No obstante, nuestra democracia, a pesar de esos
avances, aún muestra debilidades: algunas prácticas
discriminatorias y racistas han subsistido y aún persisten
en la vida social, afectando el bienestar y la dignidad
de las poblaciones vulnerables, integradas por
analfabetos, grupos étnicos indígenas y afroperuanos,
niños, mujeres, ancianos, homosexuales, seropositivos
y personas con habilidades diferentes o en extrema pobreza.
Frente a esa situación, es necesario construir consensos
que se plasmen en disposiciones legales que favorezcan
la convivencia y promuevan un cambio en los
hábitos de las personas. Esto quiere decir que, junto
con la práctica política democrática, se debe desarrollar
una cultura democrática cotidiana que exprese el
sentido de la democracia como un estilo de vida.

El conflicto
Un conflicto es un enfrentamiento que involucra a
dos o más partes. Para que surja, estas deben percibir
que sus objetivos no son compatibles, lo cual –si no es
manejado adecuadamente– puede desencadenar actitudes
hostiles. A pesar de ello, los conflictos no son
necesariamente negativos, pues cuando las partes involucradas
se acercan para buscar soluciones basadas
en acuerdos, se producen la integración y el cambio.

Tipos de conflicto
Son variados los criterios que podemos tomar en
cuenta para clasificar los conflictos. Según las consecuencias
que generan, los conflictos pueden ser:
• Primarios. Son aquellos que afectan directamente
las estructuras del poder en la sociedad. Un ejemplo
de este tipo de conflicto fue el que suscitó el grupo
terrorista Sendero Luminoso durante la década de
los ochenta e inicios de los noventa y que puso en
riesgo el orden democrático del país.
• Secundarios. Son los que no afectan la estructura
de poder, pero sí intereses de diferentes personas o
colectivos. Por ejemplo, el conflicto producido por
la promulgación de decretos legislativos aprobados
durante el segundo gobierno de Alan García en el
año 2009 y que perjudicaba directamente los derechos
de las poblaciones originarias.
Según el escenario en el cual ocurren, los conflictos
pueden ser:
• Interpersonales. Son conflictos en los que se encuentran
involucradas dos personas con diferentes
creencias, formas particulares de percibir la realidad
y de comunicar sus ideas.
• Grupales. Son los conflictos que se producen tanto
al interior de un grupo como por el enfrentamiento
entre diferentes grupos. Por ejemplo, la competencia
por el liderazgo entre individuos de un colectivo
determinado. Asimismo, las disputas que se presentan
entre distintos grupos porque poseen intereses,
pensamientos o ideologías diferentes.
• Sociales. Son enfrentamientos por motivos raciales,
étnicos, religiosos o alguna otra razón que involucra
la identidad de sus integrantes.
• Nacionales. Se presentan al interior de un país y
son causados por el enfrentamiento de sectores armados
contra el Estado, por factores religiosos, políticos,
económicos o étnicos, o por la lucha entre sectores
de la población civil con intereses o ideologías
opuestas. Por ejemplo, la crisis de violencia desatada
por Sendero Luminoso contra el Estado durante la
década de los ochenta e inicios de los noventa, y que
ha alcanzado gran complejidad recientemente por la
alianza de este grupo terrorista con el narcotráfico.
• Internacionales. Son los que se presentan entre
diferentes Estados u organismos que representan
o agrupan determinadas nacionalidades. Quienes
participan en ellos, deben operar bajo convenios
internacionales que regulan este tipo de conflictos.

Actitudes para la resolución de conflictos


A diario se nos presentan situaciones que generan conflicto, ya sea con
personas muy cercanas o muy ajenas a nosotros. En esta circunstancia
debemos desarrollar diversas actitudes que nos permitirán afrontar
constructivamente situaciones problemáticas en nuestra vida cotidiana.
El diálogo constructivo en la comunicación
El diálogo constructivo es una forma de asumir el conflicto que se caracteriza
porque las personas involucradas acuden al autocontrol y,
por medio del diálogo, exponen sus ideas en busca de una solución
pacífica. Las personas, luego de dialogar, proponen alternativas para
encontrar una solución al conflicto y se sienten tranquilas.
Estas son algunas sugerencias para establecer un diálogo constructivo:
• Saber elegir el momento oportuno para comunicarnos.
• Escuchar con atención a las otras personas.
• Ponernos en el lugar del otro.
• Formular preguntas cuando no entendamos lo que nos dicen.
• Pedir la opinión del otro y aceptar las críticas.
• Manifestar los sentimientos o los deseos con mensajes en los que el
sujeto sea uno mismo y no el otro (“yo me siento…”).
La asertividad
La asertividad es una habilidad emocional que nos permite expresar
sentimientos, opiniones y pensamientos en el momento oportuno, de la
forma adecuada y sin negar ni dejar de considerar los derechos de los
demás. La asertividad incrementa el respeto, la confianza y la seguridad
en uno mismo, y mejora la aceptación y el respeto de los demás.
La resiliencia
La resiliencia es la capacidad de respuesta positiva para afrontar situaciones
difíciles o situaciones de riesgo. La resiliencia nos permite
responder adecuadamente a los problemas cotidianos, es decir, afrontar
las situaciones difíciles con autocontrol. También nos permite ser
persistentes ante el fracaso. Las características que distinguen a las
personas resilientes son las siguientes:
• Introspección. Son capaces de examinarse internamente, plantearse
preguntas difíciles y darse respuestas honestas.
• Sentido del humor. Permite alejarse del foco de tensión y convertir
las situaciones en experiencias positivas.
• Creatividad. Son capaces de proponerse objetivos, a partir de situaciones
en las que predominan el caos y el desorden. Su creatividad les
permite transformar los problemas en oportunidades.
• Iniciativa. Son capaces de hacerse cargo de los problemas y ejercer
control sobre estos. No esperan que otros decidan y actúen por ellos.
• Conciencia. Poseen principios éticos y morales, que los orientan a
tomar decisiones correctas.

La resolución de conflictos: la conciliación


La conciliación es un mecanismo que procura que las
partes en disputa lleguen a un entendimiento que satisfaga
sus demandas básicas. La conciliación busca
que ambas partes logren acuerdos a partir de concesiones
recíprocas y equitativas.
La legislación sobre la conciliación
En el Perú, desde fines de la década de los noventa,
la legislación contempla el acceso a mecanismos alternativos
para la solución pacífica de conflictos. La intención
de las leyes fue disminuir la carga de procesos
judiciales que enfrentaba el Poder Judicial, promover
entre la población una cultura de paz que no recurra al
litigio como medio para resolver conflictos y permitir
que amplios sectores de la población accedan a procesos
de justicia más económicos que los juicios.
Las leyes que recogen estas propuestas son la Ley
26872, conocida también como Ley de Conciliación
Extrajudicial, y la Ley 26752, denominada Ley General
de Arbitraje. En ambos casos se reconoce la
necesidad de contar con un tercero que ayude a las
partes a resolver sus conflictos sin necesidad de llegar
a un juicio.
Las diferencias más importantes entre estos dos procesos
están relacionadas con el papel que el tercero
desempeña y los procedimientos que se utilizan.
Mientras que en el caso del arbitraje el tercero decide
a partir de la evaluación de lo que las partes señalan
(su decisión tiene carácter vinculante, pues obliga
a las partes a hacer algo), la conciliación exige un
acuerdo entre ambas.
La mediación y la negociación
Los mecanismos utilizados en la conciliación son los
siguientes:
• La mediación. Permite que el tercero facilite la relación
entre las partes en conflicto, pero no toma
decisiones ni tiene ningún tipo de relación de jerarquía
ni poder sobre ellas.
• La negociación. Supone que el tercero ayude a
las partes a descubrir cuáles son las necesidades
y los intereses que defienden, y negociar teniendo
en cuenta la satisfacción de estos (negociación por
intereses).
El papel del Estado en la prevención de
conflictos
En el año 2012, el gobierno del presidente Ollanta
Humala creó la Oficina Nacional de Diálogo
y Sostenibilidad (ONDS), cuyo principio rector es
el establecimiento de medidas preventivas que busquen
evitar el recrudecimiento de este tipo de conflicto.
Otra institución que participa en la prevención de
conflictos es la Defensoría del Pueblo.

La mediación del Estado en los conflictos


Con la finalidad de brindar asesoría legal gratuita a los ciudadanos que
deseen resolver conflictos de distintos tipos, el Estado peruano, a través
del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, creó la Dirección
General de Defensa Pública y Acceso a la Justicia (DGDPAJ). Esta
instancia se encarga de “conducir, regular, promover, coordinar y supervisar
los servicios de Defensa Pública, Conciliación Extrajudicial y
el Arbitraje Popular, garantizando el acceso a la justicia y el derecho de
defensa de todas las personas” (DGDPAJ, s. f.). Dentro de la DGDPAJ, el
área dedicada específicamente a la mediación de conflictos es la Dirección
de Conciliación Extrajudicial y Mecanismos Alternativos de
Solución de Conflictos.
Estos son algunos de los servicios que brinda esta institución:
• Defensa pública en materia civil, familiar y laboral. Consiste en
la asistencia legal gratuita para la ciudadanía en torno a los problemas
de familia, civiles y laborales. Este beneficio está dirigido, principalmente,
a personas en condición de vulnerabilidad, es decir, a quienes
no cuentan con recursos económicos o a grupos con especial protección,
como menores de edad, personas con habilidades especiales,
mujeres y ancianos, entre otros.
• Defensa pública y acceso a la justicia. Es un derecho universal reconocido
en la Constitución peruana. Así, en su artículo 139, numeral
16, garantiza a todas las personas el acceso efectivo a la justicia –en
particular las de mayor vulnerabilidad–, sin discriminación alguna.
Asimismo, busca defender la dignidad de toda persona, cuyo respeto
es –de acuerdo con la Constitución– el fin supremo de la sociedad y
el Estado.
• Defensa de víctimas. Conlleva brindar al ciudadano el asesoramiento,
patrocinio o acompañamiento legal en el caso de indefensión; es
decir, cuando una persona ha sufrido la vulneración de sus derechos
en cualquiera de sus formas, como accidentes de tránsito, violencia
física, trata de personas, problemas relacionados con pagos de pensiones,
indemnizaciones, etc.
• Defensa pública penal. Consiste en brindar asesoramiento legal a
personas de escasos recursos que se encuentren involucradas en un
proceso penal en calidad de procesadas. Este servicio puede ser solicitado
por el interesado o por las mismas autoridades judiciales, fiscales
o policiales. También supone ofrecer asistencia legal a personas
privadas de libertad, como los condenados, quienes pueden obtener
–a través de este servicio– beneficios penitenciarios, cumplimiento de
sentencias, rehabilitaciones y derechos de gracia, entre otros servicios.
• Arbitraje popular. Es un mecanismo de solución de conflictos que
se caracteriza por ser rápido y económico para las partes enfrentadas.
Se pone en práctica cuando estas deciden recurrir a un árbitro, quien
dará una solución definitiva al problema. Los árbitros designados son
personas especializadas en el tema del conflicto.

Crisis de violencia y cultura de paz


Entre los años 1980 y 2000, nuestro país vivió un periodo de crisis de
violencia provocado por la acción de grupos terroristas.
Surgimiento y desarrollo de la crisis de violencia
Los principales responsables de los años de violencia fueron los movimientos
terroristas, especialmente Sendero Luminoso (SL). Este grupo,
de ideología maoísta, tenía como líder a Abimael Guzmán Reynoso,
un profesor de filosofía de la Universidad Nacional San Cristóbal de
Huamanga, en Ayacucho. SL inició sus actividades en 1980, justamente
cuando la democracia se establecía en el país. Desde sus inicios, su estrategia
consistió en innumerables actos de terror contra la población
civil: atentados, matanzas indiscriminadas, destrucción de poblados,
etcétera.
Inicialmente, el gobierno de Fernando Belaúnde no le dio importancia
a la subversión. Pero ante el avance senderista, en 1982, las Fuerzas
Armadas iniciaron la lucha antiterrorista. Empezó así la aplicación de
métodos de contrainsurgencia que, en varios casos, vulneraron los derechos
fundamentales de los ciudadanos. En 1984 apareció otro grupo
terrorista: el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA),
agrupación que se especializó en asesinatos selectivos y secuestros.
Durante el gobierno de Alan García se intentó, en un principio, moderar
las estrategias contrasubversivas. Sin embargo, luego de la masacre de
los penales en 1986 –en la que cientos de reclusos fueron asesinados–,
el Gobierno dejó que las Fuerzas Armadas actuaran casi sin control. En
respuesta, las acciones de Sendero Luminoso y el MRTA se intensificaron
y se trasladaron a las ciudades.
La derrota de la subversión
Dos hechos fueron fundamentales para la derrota del terrorismo:
• La participación civil de campesinos organizados en comités de autodefensa,
que se convirtieron en el principal bastión de la resistencia
contra el terrorismo.
• La captura de Abimael Guzmán en 1992 por la Dincote, una agencia
de la Policía Nacional.
Las secuelas de la violencia
A pesar de la derrota del terrorismo, para miles de personas, la violencia
que vivieron fue una experiencia traumática, que llegó a profundizarse
a causa del silenciamiento por parte de las autoridades y la sociedad
civil capitalina respecto a este hecho. Las secuelas psicológicas afectaron
seriamente las relaciones de convivencia y la identidad personal, y
produjeron sentimientos de inseguridad, desamparo e impotencia. En
casos más graves, como la muerte y la desaparición de personas cercanas,
las torturas y las violaciones sexuales, los trastornos psicológicos y
emocionales han sido profundos y duraderos.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación


En el año 2001, el presidente Valentín Paniagua
convocó a diferentes personalidades académicas y
políticas para formar un grupo que investigara los
principales hechos de violencia desencadenados durante
la década de los ochenta y sus causas estructurales.
Esta comisión fue presidida por el entonces
rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Salomón Lerner Febres.
Las dimensiones del conflicto
La CVR calculó en 69 280 el número de víctimas
fatales. Esta cifra supera a las pérdidas humanas de
todas las guerras que ha librado el Perú durante su
vida republicana. La población campesina fue la más
golpeada por la violencia. De las víctimas reportadas,
el 79 % vivía en zonas rurales, lo que demuestra
la notoria relación entre la situación de pobreza, la
exclusión social y la posibilidad de ser víctima de la
violencia. Además, el 75 % de las víctimas fatales tenía
como lengua materna el quechua u otras lenguas
nativas. También se constató que los muertos y los
desaparecidos tenían grados de instrucción muy inferiores
al promedio nacional.
Consecuencias y responsabilidades en el conflicto
La crisis de violencia afectó en mayor medida a los
sectores de la población más postergados por los gobiernos
de turno. Además, puso en evidencia el carácter
discriminatorio de nuestra sociedad, la cual vio
con indiferencia los atropellos cometidos en las zonas
rurales por los grupos armados terroristas.
El Informe Final de la CVR señaló a los siguientes
agentes como los principales responsables de la crisis
de violencia:
• El Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso.
Este grupo terrorista fue el principal perpetrador
de crímenes a los derechos humanos. Fue
responsable del 54 % de las víctimas fatales reportadas.
• El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA). Este grupo terrorista fue responsable del
1,5 % de las víctimas del conflicto.
• Los aparatos del Estado. Los Gobiernos y las
fuerzas del orden, en diversos momentos, no mostraron
el conocimiento y la destreza necesarias para
manejar este conflicto; por ello, en muchos casos,
sus acciones vulneraron los derechos humanos

La cultura de paz
Este es un concepto que define un sistema de comportamientos y prácticas
sociales cuyo objetivo principal es rechazar todo tipo de violencia,
tanto en la vida cotidiana de los individuos como en el ámbito público.
Como esto plantea la necesidad de incorporar a nuestras normas
de convivencia modelos de comunicación que promuevan el respeto y
el intercambio de experiencias, valores como el diálogo y el consenso
son sumamente importantes y deben ser inculcados y practicados para
fomentar la cultura de paz.
En tal sentido, para la instauración de una cultura de paz es fundamental
la colaboración de las familias, la sociedad civil y las diversas instituciones
públicas encargadas de la formación educativa de niños y
adolescentes.
Ámbitos de acción para promover una cultura de paz
Según la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura
de Paz emitido por las Naciones Unidas en 1999, se establecen ocho
ámbitos de acción cuya finalidad es difundir la cultura de paz:
• Promover una cultura de paz por medio de la educación. Los
planes de estudio deben promover valores como la no violencia, la
solución pacífica de los conflictos y la búsqueda de consensos a través
del diálogo.
• Promover el desarrollo económico y social sostenible. De esta
manera se busca suprimir las desigualdades económicas, sociales y
culturales, las cuales originan insatisfacción entre la población y pueden
desencadenar actos violentos.
• Promover el respeto de todos los derechos humanos. El respeto
por la integridad y dignidad de las personas posibilita la instauración
de una convivencia armoniosa y dialogante.
• Garantizar la igualdad entre mujeres y varones. Es necesario
asegurar la participación de las mujeres en la toma de decisiones colectivas
para construir una sociedad más inclusiva.
• Promover la participación democrática. La democracia asegura
el respeto de los derechos fundamentales y la participación en la
promoción de políticas públicas destinadas a la búsqueda del bien
común.
• Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad. Esto
implica que los diversos grupos sociales deben construir un espacio
de diálogo intercultural que les permita compartir experiencias para
fomentar la cultura de paz.
• Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de
información y conocimientos. Las brechas tecnológicas deben ser
suprimidas para posibilitar el acceso igualitario a la información y a
los medios de comunicación que las TIC producen.
• Promover la paz y la seguridad internacionales. Se deben reforzar
las instituciones internacionales con el objetivo de que sean capaces
de tomar decisiones para mantener la paz en el mundo.

La seguridad ciudadana
Los problemas de convivencia pueden desencadenar situaciones en las
que los ciudadanos se sientan inseguros en su entorno cotidiano. Para
construir una convivencia segura, es fundamental la acción concertada
del Estado y la ciudadanía.
El concepto de seguridad ciudadana
La seguridad ciudadana es un conjunto de políticas desarrolladas por
el Estado y la sociedad que implican medidas preventivas y punitivas
dirigidas a asegurar la convivencia pacífica, el uso adecuado del espacio
público y el respeto a la integridad de los ciudadanos.
El Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana
El año 2003, mediante la Ley 27933, se creó el Sistema Nacional de
Seguridad Ciudadana, cuyo principal objetivo es proteger el ejercicio
de los derechos y las libertades, garantizar la seguridad, la paz, la
tranquilidad, el cumplimiento y el respeto de las garantías individuales
y sociales a nivel nacional. Este sistema se encarga de coordinar eficazmente
la acción del Estado y promover la participación ciudadana para
garantizar una situación de paz social.
Entre las instituciones estatales encargadas de la prevención del delito
y la administración de justicia se encuentran la Policía Nacional, el Poder
Judicial, el Ministerio Público y el Instituto Nacional Penitenciario
(INPE), así como instituciones cuya función es la protección de derechos,
tales como la Defensoría del Pueblo y los ministerios de Salud,
Educación y Mujer y Desarrollo Social. A ellas se agregan agrupaciones
ciudadanas como las juntas vecinales y rondas campesinas.
Funciones de la ciudadanía y del Gobierno en materia de seguridad
La ciudadanía debe llevar a cabo las siguientes tareas:
• Informar a la policía acerca de las necesidades ciudadanas, como
la protección frente a las pandillas, así como las percepciones sociales
sobre la criminalidad. De esta manera, la policía identifica y manifiesta
las prioridades de los ciudadanos en materia de seguridad.
• Supervisar la acción policial. Sirve como un mecanismo social de
control y de rendición de cuentas.
El Gobierno, por su parte, debe realizar las siguientes acciones:
• Identificar sus prioridades y comunicarlas. En tal sentido, tiene
que determinar las medidas más urgentes para combatir el crimen y
la delincuencia con la finalidad de solucionar los problemas de seguridad
más agudos.
• Anunciar los principios de su gestión y trabajar en función de
estos. Además, debe tener una política de transparencia informativa
con la población.
• Educar a la ciudadanía en materia de seguridad.
PARA INICIAR
¿Crees que las ciudades peruanas
son seguras? ¿Por qué?
La seguridad ciudadana
Estrategias de lucha contra la inseguridad
Frente al problema de la inseguridad ciudadana, los
distintos actores sociales han desarrollado soluciones
diversas y adaptadas a sus necesidades.
Las rondas campesinas
Las rondas campesinas son organizaciones formadas
en las comunidades andinas que tienen como objetivo
luchar contra el crimen y mantener el orden comunal.
La primera ronda campesina fue creada en 1967
en la comunidad de Cuyumalca, provincia de Chota,
región Cajamarca, con el fin de combatir a las bandas
de abigeos (ladrones de ganado) que asolaban el
lugar y atentaban contra la economía agropecuaria
local. Con el tiempo, las rondas campesinas fueron
adquiriendo nuevas prerrogativas y responsabilidades,
además de luchar contra la delincuencia, también
se encargaban de administrar justicia, de resolver
conflictos internos, de la vigilancia ciudadana
y de promover el desarrollo rural. El 7 de marzo de
1986, las rondas campesinas lograron ser reconocidas
oficialmente por el Estado.
En nuestro país, las rondas campesinas se rigen por
la Constitución, en cuyo artículo 149 se establece que
las autoridades de las comunidades campesinas y
nativas, con el apoyo de las rondas campesinas, pueden
ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de
su ámbito territorial, de conformidad con el derecho
consuetudinario, siempre que no violen los derechos
fundamentales de la persona. Sobre este mismo punto,
la Ley de Rondas Campesinas (Ley 27908) señala
que las rondas, en uso de sus costumbres, pueden
intervenir en la solución pacífica de conflictos suscitados
entre los miembros de la comunidad u organizaciones
de su jurisdicción. Para el ejercicio de sus
funciones, las rondas campesinas deben coordinar
con las autoridades políticas, policiales, municipales,
representantes de la Defensoría del Pueblo y otras de
la administración pública.
Las juntas vecinales
Las juntas vecinales son asociaciones integradas por
personas que viven en el mismo barrio o entorno y
cuya función central es la autoprotección. Entre sus
principales objetivos están:
• Colaborar y participar con la policía en actividades
preventivas.
• Coordinar acciones permanentemente entre los vecinos
y la comisaría.
• Promover e interiorizar una cultura de seguridad.
La policía comunitaria
La policía comunitaria consiste en adaptar la acción
de la policía a las demandas ciudadanas para darle
importancia a la participación de la comunidad. Esta
estrategia se desarrolla de manera coordinada entre
los ciudadanos y las autoridades a fin de elaborar las
medidas de seguridad y plantear mecanismos de rendición
de cuentas.
Una experiencia de policía comunitaria en el país fue
el plan piloto de la ciudad de Trujillo durante los años
2003-2005. Las conclusiones fueron muy alentadoras,
ya que logró desarrollar programas preventivos y no
solo correctivos, además de lograr una plena identificación
de la población con la institución policial.
Seguridad y defensa nacional
El concepto de defensa nacional describe las políticas
y las acciones llevadas a cabo por el Estado para resguardar
la soberanía y la paz de la sociedad nacional
frente a diversas amenazas. En tal sentido, se debe
diferenciar dos ámbitos o dimensiones del ejercicio
de la soberanía:
• El ámbito interno. El Estado está en la libertad
de ejercer el poder que le ha delegado el pueblo en
todo tipo de asuntos internos, sin la injerencia de
otras instancias externas. Los problemas que afectan
la seguridad interna del país, como el narcotráfico
o el terrorismo, corresponden al ámbito interno
de la soberanía.
• El ámbito externo. La participación de los Estados
en la comunidad internacional se realiza siguiendo
el principio de igualdad jurídica. En tal sentido, las
relaciones diplomáticas entre los Estados se llevan
a cabo en un ambiente de igualdad de condiciones.
Las discrepancias por problemas limítrofes entre
Estados vecinos corresponden a problemas que involucran
al ámbito externo de la soberanía.

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