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Monologo de Dido, amor y deber.

Emily Ruiz Narvaez


Yo que he sido su mano derecha, la fundadora de Cartago, mujer tan virtuosa, deambula mi alma
maldiciendo con sangre y lagrimas cada paso que da en el inframundo, con la herida aun abierta y
ardiente de amor, que me tuvo suplicante al hado por un rayo que me liberase de tal condena, de la
cual me ha liberado mi espada hecha de furia digna de sanar el amor más doloroso, el fuego de mi
alma no yace ni en los caminos del descanso eterno donde esta monarca agonizante de amor merece
reposar.
Le susurro al rio Estigia por la voluntad divina de Júpiter que se ha llevado a mi marido, le ha
arrebatado el honor, sin removerle ni un poco de gracia o gratitud por mí al marcharse, dejándome a
la deriva con el peso de tan desgarrador amor, llevándose consigo su respeto por los dioses, dejando
atrás los añicos de nuestra sagrada unión, abandonándome con la sangre burbujeante.
Ha de ser la voluntad de Júpiter que adoleciera siempre de amor, que cumpliera la voluntad de
Siqueo aguardando por mi muerte, merezco el castigo al rechazar mi destino de enviudar y
permanecer virgen ante los dioses, acá estoy al lado del único merecedor de derramar mis lágrimas
suplicantes, que estuvo esperando mi llegada mientras en la tierra encendía mis venas por Eneas,
que me desvío del hado mientras el con egoísmo seguía el suyo sin su amada.
Curare mi herida en la ausencia de aquel hombre sin palabra, con el amor del más puro rociare mi
sangre hasta que deje de hervir destruyendo mi desolado corazón.

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