A tener nuestras propias necesidades, y que sean tan importantes como las de los demás. A protestar cuando se nos trata injustamente. A intentar cambiar lo que no nos satisface. A detenernos y pensar antes de actuar. A ser independientes. A ser tratados con respeto y dignidad. A rechazar peticiones sin sentirnos culpables o egoístas. A elegir entre responder o no hacerlo. A hablar sobre el problema con la persona involucrada y aclararlo, en casos límite en que los derechos de cada uno no están del todo claros. A hacer cualquier cosa mientras no violes los derechos de otra persona.
b)
Técnica de la escucha activa
Técnica del rechazo sutil
Técnica de clarificación
Técnica del cambio ajeno
Técnica del disco rayado
Técnica del acuerdo asertivo
Técnica de la pregunta asertiva
Técnica del aplazamiento
Técnica del banco de niebla
Técnica para el cambio
Técnica de la primera persona.
Técnica de ignorar. c)
• En primer lugar, saludar con seguridad al entrevistador o entrevistadores,
darles la mano con firmeza (pero sin exagerar), mirando a los ojos y con expresión sonriente y confiada • Ser sincero acerca de nuestra situación actual y no ponernos nerviosos cuando se nos pregunte por ella. • En tercer lugar, contestar autoafirmándonos a lo que nos preguntan, utilizando un vocabulario positivo y remarcando nuestros logros personales con expresiones que potencien esa autoafirmación personal: “Por supuesto”, “he realizado”, “he participado en…”, “estoy muy satisfecho con…” etc. • Utilizar la técnica de reformulación positiva; esto es, darle la vuelta a los argumentos negativos que nos planteen convirtiéndolos en positivos. Debemos tener en cuenta que el entrevistador, en muchas ocasiones interpretará el rol de “abogado del diablo”, planteándonos objeciones, intentando descubrir carencias o inseguridades por nuestra parte; pero esta actitud pretende de nosotros que las rebatamos y le contradigamos potenciando nuestros puntos fuertes • Por último, emplear de forma adecuada la comunicación no verbal para que potencie y refuerce nuestra comunicación verbal. Debemos tener en cuenta que si nuestra comunicación no verbal (nuestros gestos, nuestra actitud) entra en contradicción con nuestra comunicación verbal (lo que estamos diciendo; por ejemplo, si decimos que estamos muy seguros de poder aceptar las responsabilidades del puesto pero lo decimos con la miraba baja), el interlocutor siempre hará más caso de lo que diga nuestra comunicación no verbal.
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