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Sin embrago, muchas personas tienen conceptos vagos o incluso ideas irracionales sobre lo que
implica ser asertivo, por ejemplo:
No molestar a la gente.
Estas ideas demuestran que juzgamos nuestro rendimiento personal muy severamente, y sólo
desde una perspectiva de “éxito o fracaso”. Pero ser asertivos no significa “agradar a todo el
mundo”, sino simplemente expresarnos sinceramente y afrontar las consecuencias. Es decir, la
idea de que “debemos ser siempre asertivos” como sinónimo de “ser buenos con los demás” es lo
menos asertivo que hay. Otra idea errónea es la de que “la comunicación asertiva sólo aplica en
situaciones conflictivas o desagradables con otras personas”. Sin embargo, empatizar, transmitir
emociones positivas, aprender a dar y recibir elogios también es comunicarse asertivamente. Para
ser más claros, podemos decir que la comunicación asertiva es la habilidad de expresarse
respetando los derechos propios y ajenos.
Para Albert Ellis, la idea de que “podemos ser asertivos siempre” es un pensamiento irracional.
Nadie es perfecto, los seres humanos somos falibles y como tal, estamos expuestos a un
aprendizaje basado en el ensayo y el error. Por lo tanto, aprender a comunicarnos asertivamente
consta de un proceso de 4 fases, que describe de la siguiente manera:
1. ANALIZAR MI REACCIÓN
Todos los comunicadores expertos saben muy bien que la calve para comunicarse asertivamente
comienza por evaluar nuestra forma de pensar. Ya que nuestros pensamientos determinan en
gran medida nuestro comportamiento y manera de reaccionar ante ciertos eventos. Así que, el
primer paso que recomendamos para mejorar las habilidades asertivas consiste en analizar a
fondo la forma en que reaccionamos. Análisis que no debes hacer de forma escueta, sino
ejercitando al máximo tu capacidad analítica para obtener buenos resultados.
Ejercitación
Responde en una hoja en blanco o envía un audio al docente indicando: Cómo reaccionas
cuando…
Una vez que hayas identificado tu forma de reaccionar en estas situaciones, vuelve a analizarlas y
pregúntate: ¿Por qué reacciono así? Es muy importante que anotes tus razones a manera de lista,
ya que más adelante nos servirán para identificar tu estilo de comunicación. ¿Qué tal tus
respuestas?, ¿Te resulta fácil expresarte en situaciones así?, ¿Te gusta tu forma de reaccionar?,
¿Tienes una estrategia para enfrentarlas?…
La mayoría de personas con problemas para expresarse tienen un concepto distorsionado de sus
derechos o los ignoran por completo. Generalmente su actuación se ve limitada por el temor a ser
muy agresivos, exigentes o a transgredir los derechos de otros. Su falta de claridad, les hace tomar
una actitud de empatía extrema, como mecanismo de defensa para evitar conflictos con los
demás. Podría decirse que son personas “muy comprensivas”, pero ser empático (ponerse en el
lugar del otro) no es una actitud positiva “per se”. Tomar una actitud 100% empática para cada
persona y situación implica que tarde o temprano otros avasallen nuestros derechos. En ocasiones
debemos ocupar nuestros propios zapatos y los de nadie más, pero es difícil si no se tiene una
conciencia de autorrespeto.
En el polo opuesto tenemos a personas que, al desconocer los derechos personales, desarrollan un
miedo inconsciente a mostrar debilidad. Por lo tanto, siempre están involucrados en riñas y
desacuerdos, tomando una actitud hostil o de agresividad casi permanente.
Con el fin de identificar tus creencias respecto a los derechos asertivos, te recomendamos analizar
las siguientes situaciones: A qué crees que tienes derecho cuando…
Si estas situaciones te generan conflicto o no tienes claro cómo actuar ante ellas, debes empezar a
analizarlas bajo esta óptica. Para facilitarnos la tarea A. Ellis describió los 4 Derechos
Fundamentales de la Comunicación Asertiva que son la base del autorrespeto.
Tengo derecho a:
1. Expresar mis creencias, deseos y sentimientos.
Darse a la tarea de analizar e interiorizar los derechos asertivos es un requisito para desarrollar
la comunicación asertiva.
La Congruencia
Hay personas que están muy conscientes de sus reacciones y derechos personales, pero aún así no
se atreven a actuar en consecuencia. Para ellos comunicarse asertivamente es todo un acto de
heroísmo, ya que la costumbre los ha encerrado en una zona de confort. A toda acción
corresponde una reacción, y una de las mayores trabas de la comunicación asertiva es el temor a
la reacción de los demás. Comunicarse asertivamente implica ser congruentes con nuestras
palabras, y si no estás dispuesto a ello no puedes ser asertivo.
Piensa por un momento en una situación en la que te sea difícil ser asertivo… ¿Cómo crees que
reaccionen los demás cuando empieces a comunicar lo que realmente deseas? Así es, puede que a
muchos no les venga nada bien tu nueva forma de reaccionar, sobre todo a quienes solían sacarte
algún provecho.
Para poner en práctica la congruencia primero debemos identificarla, y para ello basta con
hacernos una sencilla pregunta:
¿Qué tal tu respuesta? pues bien, cualquier otra conducta que no se corresponda a tu respuesta es
tu comportamiento no congruente.
La Responsabilidad
Hacernos responsables por la forma en que nos expresamos es otra línea que divide
la comunicación asertiva de aquella que no lo es.
Una persona asertiva únicamente toma responsabilidad por las acciones que ella misma ha
provocado, pero nunca por las reacciones de otros. Por consecuencia lógica, la forma de
comunicarse de otras personas o sus reacciones es responsabilidad de ellos mismos y de nadie
más. Es decir, las personas asertivas se hacen responsables de sus actos, sin que esto implique
hacerse responsables de la reacción de otros.
La comunicación asertiva no se define por las reacciones de los demás ante nuestros dichos, sino
por la forma en que los expresamos.
Sin embargo, el no ser responsables por la conducta de otros no significa que en ciertos casos no
podamos mostrar empatía o compasión.
Estilo Pasivo
Los comunicadores pasivos son personas que difícilmente expresan sus verdaderas intenciones, y
algunos evitan hacerlo a toda costa.
Creen que no deben expresarse, no lo merecen o les da mucha vergüenza, así que le dan “mil
vueltas a las cosas” y nunca “van al grano”. Como es obvio, esta manía de no expresarse
abiertamente es una carga cuando llega el momento de defender sus derechos.
Ante todo, evitan situaciones conflictivas y la confrontación con otras personas, por lo que
siempre buscan la manera de “estar a salvo”. Pocas veces consiguen lo que quieren, o lo hacen
con mucha dificultad, y padecen de sentimientos de temor, resignación o culpa.
Su personalidad generalmente es tímida, distante o sumisa, calculan al extremo sus decisiones y
tienden a ser demasiado amables.
Esta inseguridad provoca que la gente a su alrededor no les tenga confianza, los subestime o se
aproveche de ellos muy fácilmente. Su expresión no verbal se caracteriza por una postura
encorvada, movimientos lentos y predecibles, miran hacia abajo y son poco expresivos.
Estilo Agresivo
Generalmente el comunicador agresivo logra conseguir lo que desea, pero la mayoría de sus
resultados suelen ser muy mediocres. Controlan a la gente mediante gritos o amenazas, y sus
directivas son aceptadas con reticencia y no con una motivación genuina.
El comunicador asertivo está muy consciente de sus derechos personales, y los hace valer para sí
mismo y para otras personas. No tiene miedo a decir lo que piensa, pero nunca intenta imponer
sus ideas o convicciones. Se expresa abierta y libremente. Concibe las relaciones humanas como
un péndulo, que inevitablemente le devolverán el trato que él mismo haya impulsado. Por lo
tanto, prefiere alimentar sus relaciones expresándose honestamente, antes que instigar o adular
para lograr sus objetivos.
Tiene un especial interés en involucrar a otros en sus logros, lo que le hace maximizar sus
resultados y ser un excelente colaborador.
En cuanto su expresión no verbal tiene una postura relajada y serena, sus movimientos son
acompasados y establece contacto visual.
Un amigo del trabajo te invita a salir por la noche, pero tuviste un día difícil, estás cansado y sólo
quieres llegar a casa y dormir.
Para rechazar su invitación, tu reacción “si o si” terminará por encajar en alguno de los 3 estilos
de comunicación:
Agresiva: “¿No te das cuenta que estoy harto? ¡Piérdete, no quiero saber de nadie!”
Si has analizado tus reacciones y conoces tus derechos personales no tendrás problema para
mostrarte asertivo en una situación así.
Demos por hecho que rechazas la invitación asertivamente, pero ahora viene la contraparte
¿Cómo reaccionará tu amigo al rechazo?
Un rechazo asertivo “pasa la bola” al otro, de tal forma que ahora él “tiene que jugar con ella” y de
la misma forma tendrá 3 opciones:
Agresiva: “Lo sabía, ¿para qué gasto mi tiempo en ti? ¡por eso siempre estás solo!”
Pasiva: “Me sabe tan mal, pensé que eras mi amigo…” (chantaje emocional)
Asertiva: “No te preocupes, te ves fatal, descansa, que podemos salir otro día”
En el ejemplo anterior, si tu amigo reacciona de manera asertiva no hay más que hablar, se
despiden y sería el fin de la conversación. Pero si es agresivo, debes recordar que ¡él es
responsable de sus reacciones, no tú!, y tienes derecho a ocupar tu tiempo como prefieras.
Generalmente cuando una persona se torna agresiva la técnica más útil (y sutil) es terminar la
interacción señalando su conducta no asertiva.
Y acto seguido retirarte de la escena, como dijera Buda “La única forma de salir airosos de una
discusión es no estando presentes”. Se trata de ahorrarse objeciones, o lo que llamamos “batalla
de egos”, un bucle de “dimes y diretes” que nos llevan a ninguna parte. Al señalar su conducta
agresiva y retirarnos el agresor no tiene oportunidad de réplica, lo que genera un poderoso efecto
psicológico en él. Este mecanismo tiene por objeto darle la oportunidad a la persona agresiva de
“enfriar su cabeza” y acomodar mejor sus ideas o intenciones.
“¡El que se enoja pierde!”, la mayoría de las veces la persona cae en cuenta de su error, algunos
incluso piden disculpas después. ¡Ponlo a prueba!
La persona asertiva tiene claro que la idea de “ganar una discusión” es una ilusión, en ella todos
pierden, ya sea respeto o tranquilidad.
El Chantaje Emocional
En el ejemplo anterior, podemos identificarlo muy bien cuando ante la negativa, tu amigo
reacciona diciéndote: “pensé que eras mi amigo…”
La mejor forma de lidiar con el chantaje emocional es “desmantelarlo”, de tal forma que
evidenciemos la intención oculta del mensaje.
Cuando la gente escucha una respuesta así, la mayoría se torna asertiva, rectifica su posición y
pide disculpas (sobre todo si hay más gente).
Al evidenciar el chantaje, será poco probable que tu interlocutor lo intente de nuevo, puesto que
se dará cuenta que no funciona contigo.
La Calibración Conductual
A veces sucede que la gente se comunica de forma agresiva o pasiva, porque no puede o no sabe
cómo comunicarse de otra manera.
Estoy seguro de que al leerlo te dio curiosidad, o al menos te dejó con algunas dudas, vale, pues
aplica precisamente para estos casos. Comunicarnos asertivamente implica no tomar
responsabilidad de la reacción ajena, pero no significa que evitemos ser empáticos. Por ejemplo, si
cuando rechazas asertivamente la invitación de tu amigo, lo notas profundamente abatido o
desencajado.
En este caso, puedes acercarte a él y decirle algo como: “¿Todo bien? Parece que estás muy
desconcertado porque te dije que no”. Con esto estableces un lazo de empatía, demostrándole a
tu interlocutor que, aunque rechazas la invitación no lo estás rechazando a él.
Sin embargo, debemos ser muy cautos, hay muy buenos actores que pueden darnos “gato por
liebre”, de ahí que le llamemos “calibración”.
El viejo adagio que dice “¿cómo se aprende a nadar? ¡pues metiéndote al agua!” aplica totalmente
cuando se trata de comunicación asertiva.
Sin embargo, la comunicación asertiva se aprende con más celeridad “metiéndose al agua”, en
vivo y directo en situaciones reales.
Existen cientos de técnicas de comunicación asertiva, pero los mejores “hacks” son los que uno
mismo “se inventa” a base de práctica. No tengas miedo a equivocarte, como ya vimos no hay
nada más “antiasertivo” que querer ser asertivos siempre y en todo lugar. La asertividad es un
aprendizaje que requiere mucha práctica y paciencia, pero no significa que debamos
obsesionarnos con ella. El mejor síntoma de que estamos desarrollando la comunicación asertiva,
es cuando surge de manera espontánea, como un reflejo. Pero para llegar a estos niveles,
debemos cometer antes muchos errores, y aprender a evaluar las situaciones con “ojo crítico”. El
mismo Albert Ellis admite que el desarrollo de la comunicación asertiva es un proceso de ensayo y
error ¡Equivocarte es un requisito!
Créeme, por mucha práctica que tengas, en algún momento volverás a errar, sin embrago,
practicar esta habilidad vale su peso en oro.
Ahora bien, si tus habilidades asertivas son prácticamente nulas, al grado de afectar tu calidad de
vida ¡no dudes en pedir ayuda profesional!