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El trono de Satanás.

Apocalipsis 2 del 12 al 13.

Carta a la iglesia de Pérgamo.

Al ángel de la iglesia de Pérgamo escríbele:

«Esto dice el que tiene la espada tajante de doble filo:

Sé dónde habitas; allí donde está el trono de Satanás. que mantienes mi nombre y no has
negado mi fe, ni en los días en que Antípas, mi testigo fiel, sufrió la muerte entre vosotros, allí
donde habita Satanás.

No se sabe mucho acerca de la persona Antípas en este pasaje. Las tradiciones cristianas de
tiempo después mantienen que fue ordenado obispo de Pérgamo por el apóstol Juan, tal como
fue Policarpo en la ciudad de Esmirna. La tradición mantiene que fue hervido vivo en un
caldero de bronce con apariencia de toro.

El trono de Satanás, también llamado altar de Zeus o altar de Pérgamo, era un monumento
religioso de la época helenística, que originalmente se encontraba en Pérgamo, una de las
ciudades más importantes del siglo I. Allí se realizaban sacrificios a Zeus (identificado también
como Satanás) para obtener favores.

En 1879 se inicia el traslado del trono de Satanás a Alemania, en virtud a un convenio entre
Alemania y el Imperio Otomano, quien lo poseía, y quien lo vendió por 20,000 marcos de oro.
Poco a poco el Imperio Otomano fue perdiendo territorios. Participó en la Primera Guerra
Mundial aliado con Alemania y la Triple Alianza, siendo derrotados. Finalmente en 1923 se
proclamó la república Turca. El gran Imperio Otomano, que duró más de 7 siglos y que abarcó
tres continentes llegó a su fin.

Mientras tanto en Berlín, Alemania, se construía el Museo de Pérgamo (Pergamonmuseum),


siendo inaugurado en 1930, en donde el trono de Satanás era la atracción principal.

Tres años después Hitler es nombrado Canciller y al año siguiente es proclamado Fírer.

Hitler tenía en mente crear el Tercer Reich, un imperio alemán que duraría 1,000 años.

Si algo caracterizaba a Hitler, era su megalomanía, comparable sólo a su pasión por el


ocultismo y su antisemitismo. Es así que Hitler ordena al arquitecto Albert Speer construir en
Nuremberg, una megaestructura jamás antes construida: el Campo Zeppelín, un estadio con
capacidad para 240,000 personas. La tribuna principal de esta construcción, era una réplica del
trono de Satanás, pero a escala gigantesca.

Aquí mismo se maquinó la Segunda Guerra Mundial.

Desde este mismo lugar, Hitler anunció la Solución Final.

En 1945, los aliados llevan a cabo el bombardeo de Nuremberg destruyendo casi


completamente esa ciudad. Asombrosamente el Campo Zeppelín (en donde estaba una
gigantesca réplica del trono de Satanás), quedó intacto, como si alguien lo protegiera de los
bombardeos.

El 20 de Abril de 1945, la Unión Soviética lanzó una ofensiva sobre Berlín, iniciando la Batalla
de Berlín, llevándose como botín de guerra el trono de Satanás a Leningrado (actual San
Petesburgo). El 30 de Abril Hitler se suicidó en Berlín y el 8 de Mayo Alemania se rindió
incondicionalmente ante la Unión Soviética. El tercer Reich llegó a su fin.

Ya con el trono de Satanás en su poder, y finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Unión


Soviética se convierte en una superpotencia mundial.

Simultáneamente Estados Unidos se apodera de la Lanza del Destino el 30 de Abril


(curiosamente, ese mismo día Hitler se suicidó), convirtiéndose luego de la guerra en otra
superpotencia mundial.

El Museo de Pérgamo en Berlín alberga la reconstruida Puerta de Ishtar, el punto de la entrada


norte a la ciudad de Babilonia bajo el mandato de Nabucodonosor. Por supuesto, es una
reconstrucción.

Berlín no está libre de este deseo de emular la preeminencia económica de Babilonia. Un


notable ejemplo se encuentra en el área de alimentos de KDW (Kaufhof des Westerns o Tienda
Departamental Occidental) de la capital alemana. Los clientes pueden adquirir casi cualquier
alimento o bebida conocido. En cualquier momento se encuentran en exhibición 600 tipos de
pan, de 1,600 a 1,800 tipos de queso y cientos de variedades de vinos y licores, entre muchos
otros productos. Y eso sólo es el área de alimentos. En otros pisos está disponible una gran
variedad de cada tipo concebible de producto de consumo. En el exterior, a lo largo de los
bulevares arbolados, se encuentran los lujosos locales de venta al menudeo que rivalizan con
cualquiera del mundo.

A finales del siglo primero se advirtió a los cristianos de Pérgamo sobre los peligros que
representaba su entorno politeísta. En una serie de cartas enviadas a siete iglesias en Asia
Menor el apóstol Juan se vio forzado a escribir a la comunidad de Pérgamo «Yo conozco tus
obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has
negado mi fe» (Apocalipsis 2:13). ¿Es esta referencia al Gran Altar y a la adoración del culto de
Asclepio, representado por una serpiente, el símbolo de Satán? Cualquiera que sea la relación,
al escritor del Nuevo Testamento también se le había informado que la iglesia de Pérgamo
estaba comprometida por una religión falsa: «que tienes ahí a los que retienen la doctrina de
Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la
doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco» (versículos 14–15).

¿Participaban en algunos de los ritos sexuales practicados en los misterios antiguos? Parece
bastante posible. El peligro de la falsa religión siempre está presente para los cristianos. El
mundo occidental reclama su herencia judeocristiana, aunque es una herencia diferente a la
babilónica que aún nos influye en la vida económica, política, religiosa y cultural de nuestros
tiempos.

Dos símbolos importantes de ese mundo oriental antiguo yacen en el corazón de una ciudad
occidental moderna y nos invitan a reconocer que aún existe otra Babilonia por venir, una
Babilonia que nos tocará a todos. Sin estar ya restringida al mundo antiguo, la futura Babilonia
de la globalización traerá consigo la etapa final de la humanidad.

Los cristianos de Pérgamo vivían en una ciudad especialmente adversa a su fe. Esto porque era
una ciudad especialmente comprometida con el culto al emperador, y con la adoración a
prominentes dioses griegos. Tanto es así, que el Señor Jesús en su carta describe a la ciudad
diciendo: “Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono” (v. 13).

En primer lugar, ¡Qué privilegio y qué consuelo! El Señor afirma que sabe dónde ellos viven. Él
los está mirando, está pendiente de ellos, los está cuidando, no los ignora ni los pasa por alto,
¡El Señor está con ellos! Muchas veces pasamos por momentos de duda, en donde nos
preguntamos si realmente el Señor estará con nosotros, si será verdad que él efectivamente
nos guarda y está sosteniendo nuestras vidas. Estas simples palabras, “Sé dónde vives…” traen
muchísimo aliento a una iglesia que está sufriendo persecución.
La palabra “trono” aparece 42 veces en Apocalipsis, 40 de ellas referidas al Trono de Dios, y 2
al trono de satanás. Vemos que en el libro se contrasta permanentemente el reinado universal,
absoluto e indiscutido de Dios con el reinado temporal y limitado de satanás, siempre sujeto al
control del Señor.

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