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Título: El lugar donde nacen las olas

Género: Dramaturgia

Seudónimo: Arroz
“Madre

Del latín mater, -tris.

1. f. Mujer que ha concebido o ha parido uno o más hijos.

2. f. Mujer en relación con sus hijos.

3. f. Mujer con cualidades atribuidas a una madre, especialmente su carácter


protector y afectivo. Era su madre en los asuntos del corazón.

4. f. Mujer que ejerce de madre.

5. f. Animal hembra que ha concebido o ha parido una o más crías.

6. f. Título que se da a ciertas religiosas.

7. f. En los hospitales y casas de recogimiento, mujer a cuyo cargo estaba el


gobierno en todo o en parte.

8. f. Matriz en que se desarrolla el feto.

9. f. Causa, raíz u origen de donde proviene algo. La pereza es la madre de


todos los vicios.

10. f. Aquello en lo que figuradamente concurren circunstancias propias de la


maternidad. La madre patria.

11. f. Cauce por donde ordinariamente corren las aguas de un río o arroyo.

12. f. Acequia principal de la que parten o donde desaguan las hijuelas


(canales que conducen el agua desde una acequia).

13. f. Alcantarilla o cloaca maestra.

14. f. Heces del mosto, vino o vinagre, que se sientan en el fondo de la cuba.

15. f. Mujer anciana del pueblo.”

Madre

Diccionario de la lengua española

Real Academia Española

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“No hay nadie más”. Dije. “En este universo solo estamos tú y yo”.

Me miraste fija, e inexpresivamente. “Pero toda la gente en la Tierra…”

“Todos son tú. Diferentes encarnaciones de ti misma”.

“O sea que, ¿Yo soy todas?”

“Ahora lo estás entendiendo”, te dije palmeándote la espalda a manera de


congratulación.

“¿Yo soy cada humano que ha vivido?”

“Y cada humano que vivirá. Exactamente”.

El huevo

De Andy Weir

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GABRIELA, tiene quince años y el pelo muy corto.

BLANCA, tiene sesenta y algunos y el pelo muy blanco.

LEONARDO, tiene algunos menos de los sesenta que aparenta y los ojos tan
blancos que no ve.

LEO, tiene doce y las piernas bien cortitas.

DOMINGO, de los años de la estatua y un bigote demasiado oscuro.

CAMIONERA, tiene todas las edades y nunca tuvo prisa.

TETÉ, tiene muchos más de los cincuenta que ella aparenta y bien cascada la
voz.

LA SEÑORA.

MINNIE, muchos kilos más de los que quisiera contar.

LUNA, tiene quizás treinta y un cabello largo muy largo.

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I

La urna y GABRIELA y una carta.

GABRIELA

“(…) por último, Gabriela. Esto queda apenas de mí: cenizas. Yo sé que es
poco, pero hay más y te lo prometo. Esto queda apenas de mí: cenizas y una
promesa. Y un deseo. Un querer que cruzará, yo lo sé, mi propia nada y
seguirá sonando enorme a través de tu voz y de tu sangre. Este querer último,
Gabriela, te lo pido a ti. Descansar ahí, en el lugar donde nacen las olas.”

Hoy es mi cumpleaños. Parece que este es mi regalo: una carta en la que


parece mi mamá hablando y una urna en la que mi mamá estaría dentro. No
puedo decir si me encanta o si lo detesto, no puedo decir si lo siento o si no lo
siento; así, tampoco ella se atreve a decirme hija. No me acuerdo de ella y
menos puedo saber entonces si esas palabras son sus palabras o si mi voz es
un eco de su voz. Tal vez lo sea. En eso, crecer sin madre y sin padre es igual
a crecer con madre y con padre: nunca los vamos a conocer, pero siempre los
vamos a extrañar aunque no sepamos por qué. Al menos eso creo yo, que
todavía los extraño y que todavía no los conozco.

Pero mañana no es mi cumpleaños. Y aunque el resto de los días tampoco, es


mañana que esa persona que nunca estuvo me pide que esté: a la luz del
crepúsculo azul del alba bien temprano. Conocer quizás a mamá o despedir
quizás a mamá; por primera vez y por última vez. Perdonar a mamá o
abandonar a mamá; por única vez y para siempre. De tan simple y de tan
complejo, no tengo ni idea de qué hay que hacer. De tan claro y de tan de
repente, no tengo ni idea de qué quiero hacer. Y estoy cansada de tanto no
saber. Y estoy con miedo de tanto preguntarme.

Y al final, en eso capaz nos parecemos un poco porque su pedido es bastante


el de una atrevida: me pide descansar, la muy pretensiosa, en el punto más al
sur de Piriápolis, el lugar donde, dice ella, nacen las olas…

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II

El perfume del pan casero con BLANCA y con GABRIELA y con la urna
también sentada a la mesa. Un ruido breve como de algo que se cae o que se
levanta.

BLANCA

¿“Dónde nacen las olas…”?

GABRIELA

Lo quiero hablar contigo… Porque no lo sé todavía…

BLANCA

¿Dónde nacen las olas?

GABRIELA

¿En el mar que nunca vi?

BLANCA

Pero estamos en Villa Serrana: acá hay sierra y no hay mar; menos hay olas.

GABRIELA

Piriápolis no es tan lejos, Blanquita.

BLANCA

Que no me digas Blanquita que soy tu abuela.

GABRIELA

Se puede ir en el día y sí, sos mi abuela, pero también tenés el pelo blanco y
entonces sos Blanquita, Blanquita.

Un ruido breve como de algo que se cae o que se levanta.

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BLANCA

¿Y no vas a festejar tu cumpleaños? ¿Conmigo y con la gente que te quiere?

GABRIELA

La carta no dice nada de festejos.

BLANCA

¿Y tirarlas exactamente a las cinco y cuarenta y tres? ¿Con ese frío?

GABRIELA

La carta no dice nada del frío.

BLANCA

¿Y tiene que ser mañana? ¿Con tan poco anticipo?

GABRIELA

La carta me manchó de tinta las manos.

BLANCA

¿Y tenés que hacerlo vos? ¿No puede hacerlo alguien más?

GABRIELA

La carta da a entender que soy su hija.

BLANCA

Las cartas son lo que les conviene ser a ellas.

GABRIELA

¿Soy su hija?

BLANCA

Las hijas se cuidan y las madres se hacen, no se nacen. Las madres se


quedan, no se van. Las madres aguantan lo que hay que aguantar y lo que no
se aguanta se aguanta igual. Las madres no escriben a sus hijas pidiéndoles lo
imposible cuando cumplen quince y menos escriben si hace quince años que
no les escriben. Esas palabras no son tu madre; tu madre es polvo.
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GABRIELA

Esa madre sería tu hija.

BLANCA

Esa no es mi hija.

GABRIELA

¿No extrañás a tu hija?

BLANCA

Esa no es mi hija.

GABRIELA

Porque yo extraño a mi madre.

BLANCA

Esa no es tu madre.

Un ruido breve como de algo que se cae o que se levanta.

GABRIELA

Y yo te quiero a vos como se quiere a una madre, pero no sos mi madre; sos
mi abuela. Y sea polvo o sea ceniza, sea el aguante o sea el abandono, sea la
palabra que dice en la hoja o sea el silencio que nunca se fue; dice que es mi
madre. Y si dice que es mi madre, capaz lo es. Lo digo entonces fuerte y lo
digo entonces más claro: fue mi madre. Y ahora que lo pienso creo que sí, creo
que quiero que descanse. Y si ayudando a que descanse la puedo conocer,
entonces la quiero conocer.

BLANCA

Ya te lo dije hoy, te lo dije ayer, y también antes de ayer: no hay nadie para
conocer.

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GABRIELA

Creo que sí; creo que te lo estoy pidiendo: ¿me ayudás?

BLANCA

Te ayudo a pensar y a darte cuenta.

GABRIELA

Blanquita, te lo pido una vez más: ¿me ayudás?

BLANCA

¿Ayudarte a qué? ¿A conocer lo que no se puede conocer? ¿A decirte que lo


que no puede ser puede llegar a ser? Eso no es ayudar; eso es engañar, y yo
no engaño a nadie. Menos a mi sangre; menos a mi nieta; menos a vos. Yo ya
conté esa historia una vez y otra vez y otra vez de nuevo y no quiero ya
contarla más: el que abandona, muere; el que resiste, vive. Yo resistí y sigo
resistiendo y soy eterna como las piedras que sostienen este pueblo. Y ya te
pedí que sacaras esa urna de la mesa que la comida es para los vivos.

GABRIELA

¿No te importa que sea lo que quiero hacer?

BLANCA

GABRIELA

Blanquita, te lo pedimos por última vez: ¿nos ayudás?

BLANCA

¿A vos y a cuantos más?

GABRIELA

A mí y a Ruth: las mujeres que llegamos después de vos.

BLANCA

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Te voy a ayudar a vos solamente como te ayudo y te ayudé siempre: te prohíbo
que vayas y te prohíbo que la nombres.

GABRIELA

¿Qué no hizo Ruth para dejar de ser hija y dejar de ser madre?

Un ruido breve como de algo que se cae o que se levanta.

BLANCA

¿Quién anda aquí en esta casa del amparo del Señor haciendo ruidos que no
dejan pensar? ¿Quién está entre las sombras oculto atormentando o
inquietando? Si sos un fantasma, o la cuarta parte de un fantasma, o la mera
esencia del nombre que se nombró y que no voy a volver a nombrar, aparecé
valiente y enfrentate al terror de mi presencia infatigable. Los abandonos no se
perdonan. Esta es mi casa y acá las cosas se hacen como yo digo que se
tienen que hacer. Y punto final.

GABRIELA se pone en pie. BLANCA no llora; enorme, inamovible.

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III

La música radio de hombres que hablan y que hablan llena el taller ya


atiborrado de cosas de taller metal hojalata. LEONARDO manipula atento
algunas de esas cosas de taller y oía sin escuchar esa música como un
zumbido.

LEONARDO

Mis manos están secas, pero son tus manos. ¿Qué necesitás?

GABRIELA

Necesito que me ayudes. ¿Vos ya eras mi vecino cuando ella se fue?

LEONARDO

Yo soy más que vecino desde siempre para vos. ¿Por qué cargas con esa urna
así?

GABRIELA

Se llama Ruth y es mi mamá; necesita que la acompañe a descansar y la voy a


llevar hasta que descanse. ¿No sabes qué cosas pasaron o por qué se fue mi
madre o por qué Blanquita no la quiere?

LEONARDO

Blanquita la quiso, pero ella se fue porque pasaron cosas. Yo la quise, pero ella
se fue porque pasaron cosas. Cosas algunas que oí que se dijeron, cosas que
pasan en un pueblo, pero como ya ves, cosas que no pude ver bien. Ruth.
¿Cómo sabes que es de verdad la carta y el pedido y tu madre así?

GABRIELA

De la misma manera que sé que la luna va a estar ahí a la noche: solamente lo


sé. ¿Qué cosas se dicen que pasaron?

LEONARDO

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Cosas que no puedo saber bien ni puedo decir tampoco. Pero estás acá.
¿Estás segura de todo esto?

GABRIELA

Sí. ¿Por qué?

LEONARDO

Porque te estás enfrentando a la vida. ¿No tenés miedo?

GABRIELA

Le tengo miedo a la nada; tanto no ver, tanto no escuchar, tanto no saber. No


sé qué sentir ni como me siento; no sé qué está bien sentir o si está mal no
sentir. ¿Fuiste muchas veces a Piriápolis?

LEONARDO

Fui muchas veces a Piriápolis. Fui muchas veces a los cerros. Fui muchas
veces a la a la costa. Es un camino largo de un día de a pie y de una tarde si
corta si vas motorizada. No te olvides: siempre hay tiempo. ¿No vas a festejar
tu cumpleaños hoy conmigo y con la gente que te quiere?

GABRIELA

Yo no sé si mi madre me quiso, pero yo la quiero y lo quiero festejar con ella.


¿Desde Piriápolis se ve donde nacen las olas?

LEONARDO

Se ve; es demasiado mar como para no verlo. ¿Vas a desobedecer a


Blanquita?

GABRIELA

Voy a cumplir con mi madre. ¿Cuál es el punto más al sur de Piriápolis?

LEONARDO

En Piriápolis hay algunos muelles que se adentran en el agua. Capaz que el


sur más al sur sea eso: justo donde empieza el mar justo donde termina un
cerro. Lo vas a saber. ¿Por qué lo haces?

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GABRIELA

Porque quiero hacerlo.

LEONARDO

No siempre hay que esperar algo bueno de lo se quiere.

Un ruido breve como de algo que se cae o que se levanta.

LEONARDO

No te puedo ayudar porque no soy tu abuelo para discutir con tu abuela. Lo


siento mucho. Y me alegro que hayas venido porque yo necesito que me
ayudes vos a mí. Ahora. Yo hice dos bolas de hierro para Domingo. Domingo
es mi amigo y Domingo trabaja en la Agencia de los ómnibus. Necesito que
vayas a la Agencia de los ómnibus y que le cobres el trabajo a Domingo en mi
nombre. Necesito que sepas que ese cobro va a ser exactamente el que tiene
que ser; ni más, ni menos. Necesito que se lo cobres en la forma de un pasaje
de ómnibus. Necesito que uses ese pasaje.

GABRIELA

¿Para qué sirven las bolas de hierro?

LEONARDO

Para moler las cosas u otras cosas.

GABRIELA

¿Qué tipo de cosas?

LEONARDO

En los pueblos de las sierras nunca se pide poco, se explica poco, y se


pregunta menos que poco. ¿Me vas a ayudar?

GABRIELA

No entiendo, ¿de qué manera te estoy ayudando yo a vos?

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LEONARDO

Haciendo eso y algo más por mí.

GABRIELA

¿Qué puedo hacer por vos?

LEONARDO

Que sepas que no te estoy ayudando.

GABRIELA

¿Nada más que eso?

LEONARDO

Necesito que la próxima vez que nos veamos dejes de mirarme las manos y
empieces a mirarme a los ojos.

Un ruido breve como de algo que se cae o que se levanta.

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IV

El paso de GABRIELA levanta las piedritas del camino que da a la agencia; el


paso liviano de LEO levanta el polvo y lo arremolina inquieto de salto en salto.

GABRIELA

De ninguna manera.

LEO

¿Somos amigos o no somos amigos?

GABRIELA

Me acuerdo de verte gatear; somos como familia.

LEO

¿Y a la familia se la deja atrás?

GABRIELA

Pero no somos familia.

LEO

A la familia no se la elije y a los seres queridos sí.

GABRIELA

A los seres queridos se los cuida.

LEO

Me podés cuidar ayudándome: yo quiero conocer el mundo.

GABRIELA

El mundo es lo que vos quieras que sea. Este puede ser todo tu mundo si vos
lo querés.

LEO

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Este mundo no es el que yo quiero. Yo quiero un mundo más grande. Un
mundo con cosas que no conozco y que quiero conocer.

GABRIELA

Primero: te escondiste y me espiaste.

LEO

Yo solo quería un poquito de pan casero.

GABRIELA

Segundo: no dijiste que no eras un fantasma.

LEO

Papá me dice que los fantasmas no existen y además Blanquita me da


bastante miedito.

GABRIELA

Tercero: me seguiste cuando me fui para otro lugar.

LEO

Es que justo tenía que volver a mi casa.

GABRIELA

Y cuarto: entendiste todo y aún así no me dejás hacer lo que tengo que hacer.

LEO

Yo puedo hacer lo que tenga que hacer para que vos hagas lo que tengas que
hacer. Puedo llevarte el frasco feo ese.

GABRIELA

A mi madre la llevo yo.

LEO

Puedo correr tan rápido como el viento.

GABRIELA

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Dice tu padre que hay el tiempo justo para ir a paso seguro.

LEO

Puedo cargarte y llevarte aúpa cuando se te cansen los pies.

GABRIELA

LEO

Ves: también puedo hacerte reír cuando no te puedas reír.

Se ríe GABRIELA.

LEO

Te puedo cuidar.

GABRIELA

No necesito que me cuiden.

LEO

Todos necesitamos que nos alguien nos cuide.

GABRIELA

¿Y vos sabés cuidar?

LEO

Sí. Te prometo que te voy a cuidar y que voy a hacer todas las cosas que sean
necesarias. Voy a tener la botellita de agua siempre cargada. Voy a ponerte el
gorro para el sol y a juntártelo cuando se te caiga. Voy a llevar la mochila y te
prometo que no te la voy a hacer cargar. Voy a caminar con cuidado para que
no entren piedritas en los zapatos y a saltar bien alto cuando haya que treparse
a algún árbol. Voy a leerte un cuento si querés quedarte dormida y a

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despertarte temprano cuando todavía sea de noche. Te prometo que te voy a
cuidar y que voy a hacer todas las cosas que sean necesarias.

GABRIELA

¿Y vos podés cuidarte?

LEO

Es solamente un día.

GABRIELA

Por eso: es solamente un día…

LEO

Por eso: es solamente un día.

GABRIELA

¿Y tu mamá?

LEO

¿Y Blanquita?

GABRIELA

No siempre se gana con un chiste. Es en serio: ¿y tu mamá?

LEO

Mi mamá no te quiere, pero a mí sí me quiere. Se va a enojar cuando descubra


que no estoy y se va a enojar cuando vuelva y le explique; pero después se va
a poner muy feliz cuando le cuente lo que viví.

GABRIELA

¿Y tu papá?

LEO

Mi papá te quiere, y me quiere a mí también. Se va a enojar cuando descubra


que no estoy, y se va a enojar cuando vuelva y le explique, pero después se va
a poner muy feliz cuando le cuente lo que vi.

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GABRIELA

¿Qué pensas que vas a ver?

LEO

Quiero conocer el mar.

Se detiene GABRIELA.

GABRIELA

¿Sabés para qué sirven las bolas de hierro?

LEO

No.

GABRIELA

Estamos yendo a la agencia a ver a Domingo; ¿me ayudas a averiguarlo?

LEO

No te voy a ayudar; ¡lo voy a averiguar!

Siguen su camino de piedritas del piso sueltas GABRIELA y LEO.

LEO

Hay una sola cosa que no te dije.

GABRIELA

¿Qué?

LEO

No sé nadar.

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GABRIELA

Yo tampoco. Creo que todavía no aprendí.

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V

Las ñatas coloradas de los hombres se sostienen por los codos en el


mostrador; el mostrador se sostiene del otro lado por DOMINGO, siempre
despierto.

DOMINGO

¿Y por qué no viene tu papá a cobrar?

GABRIELA

Es mi vecino.

DOMINGO

Y antes que tu vecino es mi amigo. Le estoy preguntando al hombre que ya es


grande y ya es un hombre.

LEO

Es domingo y le gusta descansar. ¿Vos no descansás los domingos?

DOMINGO

¿Y quién va a trabajar si yo no trabajo? ¿Vos, que venís preguntando por el


descanso en vez de venir preguntando por el trabajo? Con botijas como vos
estamos perdidos.

LEO

Era una broma…

DOMINGO

Lo que yo te dije también... No hago más que querer cuidarlos; ustedes son el
futuro.

GABRIELA

¿A qué hora pasa el próximo ómnibus que va por Piriápolis?

DOMINGO

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Piriápolis… ¿No te enteraste que hoy es domingo? Pasa uno solo y pasa en
una hora.

GABRIELA

Perfecto; queremos dos boletos.

DOMINGO

Perfecto; quiero que me pagues.

GABRIELA

Te pago con el cobro de las bolas de hierro de Leonardo.

DOMINGO

Te cuento que con eso no te va a alcanzar.

LEO

¿Para qué sirven las bolas de hierro?

GABRIELA

Leonardo me dijo que el cobro era exactamente el que tenía que ser; ni más, ni
menos. Y debería no ser menos de dos pasajes.

DOMINGO

¿Y por qué no viene Leonardo a cobrar lo que tiene que cobrar?

LEO

Yo también me llamo Leonardo y estoy acá. Y además queremos saber para


qué sirven las bolas de hierro.

GABRIELA

Porque vine yo a cobrar lo que tengo que cobrar.

DOMINGO

Un pasaje es lo que tenés para cobrar. Una hora tenés para decidir.

GABRIELA

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LEO

GABRIELA

LEO

¿Cómo mi papá es amigo de Domingo?

GABRIELA

No creo que lo sepa él tampoco.

LEO

Creo que no te voy a poder cuidar todo lo que te tengo que cuidarte; aunque
prometí hacer lo que tenga que hacer para que vos hagas lo que tenés que
hacer. ¿Será que a veces hacer lo mejor es hacer nada? Creo que lo mejor
ahora es que vos compres el pasaje.

GABRIELA

¿Un solo pasaje, yo sola?

LEO

Sí.

GABRIELA

¿A mí suerte?

LEO

Que con todo por ahora no es mucha.

GABRIELA

¿Y la vuelta?

LEO

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La vuelta es la vuelta; se disfruta más y con suerte se vuelve con el pecho
inflado y la cabeza tranquila. Podes venir por la ruta, caminando, haciendo
dedo o esperando algo de alguien.

GABRIELA

Nunca hice dedo en la ruta.

LEO

Yo tampoco pero tampoco fui nunca a tirar las cenizas de mi madre.

GABRIELA

DOMINGO

Sería una verdadera pena que no pudieran ir juntos… ¿Cuántos años tiene?

LEO

Doce y cumplo trece en trece días.

DOMINGO

Vos no; ella. ¿Cuánto tiene?

GABRIELA

Yo respondo: ayer tuve catorce, hoy ya tengo quince.

DOMINGO

¿Y te vas a ir y no vas a festejar tu cumpleaños con nosotros, la gente que te


quiere?

GABRIELA

Voy a festejar mi cumpleaños buscando y encontrando a la gente que me


quiere.

DOMINGO

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Yo entiendo de ganas y de voluntad que así avanza uno en la vida. Entonces
festejar tu cumpleaños no querés, y tantas ganas de ir a Piriápolis no tenés; el
que quiere y tiene ganas, cuando le cierran una puerta se mete por la ventana.

GABRIELA

¿Qué hay atrás de la ventana?

DOMINGO

Lo que vos necesites.

GABRIELA

¿Y qué precio cuesta lo que yo necesito?

DOMINGO

El precio de la necesidad.

GABRIELA

¿Y cuál es ese precio?

DOMINGO

GABRIELA

DOMINGO

Si estás curiosa me podes acompañar a ver si queda hay algún pasaje más…
Pero calladita, porque tengo acá en Villa Serrana la reputación de un caballero,
y quiero que valores que la estoy poniendo en juego toda por vos.

LEO

GABRIELA

Tres pasajes. Más. Es decir, cuatro pasajes. En total.

DOMINGO
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No sé; vamos a revisar juntos… ¿Habrá?

GABRIELA

Si voy es porque están.

DOMINGO

Si están es porque venís.

GABRIELA

DOMINGO

GABRIELA

Voy.

DOMINGO

Vení.

GABRIELA

DOMINGO

¿Me cuidas a la clientela? Si se ponen complicados deciles que sos el hombre


de la casa que lo van a entender.

LEO

Gabriela, ¿qué hace la gente atrás de la ventana?

GABRIELA

DOMINGO a lo profundo de la Agencia y GABRIELA a los pies de DOMINGO


hasta que la oscuridad se lo traga todo. LEO ahí, solo entre tantos hombres,

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simplemente queda. Cuenta uno, cuenta dos, cuenta cinco, y cuenta diez. Si
hubiera contado sesenta hubiera coincidido con el grito de dolor enorme desde
las profundidades y con el ímpetu que emerge desde la oscuridad.

GABRIELA

¡Corré conmigo!

LEO

¿Estás bien?

GABRIELA

LEO

¿Una de las bolas de hierro? ¿Para qué sirve?

GABRIELA

Por cortarle la lengua a una serpiente.

LEO

GABRIELA

¡Salgamos ya de acá!

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VI

En el desierto de al lado de la ruta, las piedritas ya no se levantan al paso de


GABRIELA y el polvo se aplasta silencioso a los pies de LEO.

LEO

¿Estás bien?

GABRIELA

LEO

Hablame.

GABRIELA

LEO

Por favor.

GABRIELA

Bueno.

LEO

¿Te hizo algo?

GABRIELA

No.

LEO

¿Te quiso hacer algo?

GABRIELA

LEO

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Eso te hizo.

GABRIELA

¿Y si no llegamos a tiempo?

LEO

Mi papá te dijo que un día. Entero y a pie en el peor de los casos.

GABRIELA

¿Y si nos morimos de hambre?

LEO

Muchas veces me acuesto con hambre, y nunca me morí.

GABRIELA

¿Y si nos agarra la noche?

LEO

Agarremos nosotros a la noche antes de que ella nos agarre a nosotros.

GABRIELA

¿Y cómo se hace eso?

LEO

No tengo ni idea. Pero suena muy bonito. Hagámoslo.

GABRIELA

LEO

Al menos nos quedamos con la bola de hierro. No sabemos para qué es; pero
es mucho más que nada. ¿De verdad le cortaste la lengua?

GABRIELA

De verdad que no va a hablar más.

LEO

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Me dejás sin palabras.

GABRIELA

¿Qué querés ser cuando seas grande? Podrías ser un poeta.

LEO

¿De verdad lo pensás?

GABRIELA

De hecho, creo que podrías ser un gran poeta. Un poeta del chiste y de la vida.

LEO

“Las vacas no bailan; las niñas no cantan. Los niños son rudos; los monstruos
peludos.”

GABRIELA

LEO

GABRIELA

Eso es muy malo.

LEO

Al final ya soy grande y siendo poeta me pagan muy mal; hice reír, pero igual
viajo a pata.

GABRIELA

Si vos ya sos grande yo soy una vieja.

LEO

Si vos sos una vieja yo soy un adulto; dejémoslo así mejor: dos niños.

GABRIELA

Me gusta la idea. Seamos niños y cualquier cosa después lo vamos viendo.

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Un auto o un camión o una camioneta pasa y los dedos pulgares a GABRIELA
y a LEO se les vuelven locos.

GABRIELA

Al menos hay vida…

LEO

¿Lo estamos haciendo bien?

GABRIELA

Capaz que ellos lo están haciendo mal.

LEO

GABRIELA

LEO

GABRIELA

LEO

¿Y por qué Piriápolis?

GABRIELA

No sé. ¿Por qué Piriápolis?

LEO

¿Porque haya pasado lo que haya pasado se fue cerca para ahorrarse camino,
pero lejos para no conocer a nadie, cerca para no extrañar las sierras y los

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cerros, pero lejos para vivir en el mar, cerca para saber de vos, pero lejos para
que no sepas de ella?

GABRIELA

Gracias. Ahora sabemos algo más.

LEO

¿Y solamente eso sabés?

GABRIELA

¿Cómo es saber algo solamente?

LEO

¿Solamente ese papel? ¿Solamente esas palabras?

GABRIELA

Ese papel es una carta y esas palabras son la voz de Ruth, mi madre.

LEO

¿Solamente un pedido y una hora y un lugar?

GABRIELA

Es más de lo que tuve alguna vez.

LEO

¿Y tu padre existe?

GABRIELA

Existió, creo, o existe, creo. Tengo un recuerdo, borroso. Mi padre mirando


nada, de espaldas allá a lo lejos, en el borde de un camino sobre el campo;
como mirando el silencio. Y eso es todo.

LEO

Para ser todo es bastante poco.

GABRIELA

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No sé bien cuánto es; pero es mucho más que nada.

LEO

¿Y por qué no preguntas?

GABRIELA

Porque nadie responde.

LEO

Capaz que no le preguntaste a la persona indicada. O estás haciendo las


preguntas que no son. No dejes de preguntar.

GABRIELA

LEO

Ojalá la conozcas. Como puedas. A tu mamá. ¿No te pusiste triste con la


noticia?

GABRIELA

No lo sé. Ahora, por primera vez, creo que sí. Sí. Estoy triste. ¿Está bien estar
triste?

LEO

GABRIELA

LEO

Astronauta.

GABRIELA

¿Quién?

LEO

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En la escuela me preguntaron: que qué quería ser cuándo fuera grande.
Primero dije “feliz” y me dijeron que eso no era una respuesta. No supe qué
decir. Después pensé y ahora lo sé: quiero ser un astronauta.

GABRIELA

Pero ni siquiera sabes nadar.

LEO

¿Para qué tiene que saber nadar un astronauta?

GABRIELA

Para nadar flotando en el espacio; tendrías que aprender primero a nadar en el


agua.

LEO

Todavía no sé nadar. Como vos.

GABRIELA

Podemos aprender juntos.

LEO

Empecemos.

Un camión pasa y los dedos pulgares a GABRIELA y a LEO se les vuelven


locos rompiendo un abrazo mientras el camión deja de correr. Las vacas,
desde ese limbo que es el camión, mugen agitadas.

LEO

¿Cuántas vacas van ahí?

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VII

La música radio de hombres que hablan y que hablan y que se cortan y hablan
llena la cabina ya atiborrada de cosas de cabina sin lujos de camión. El calor y
el ruido a voces lejanas lo acurrucan a LEO que descansa entre el crepúsculo
bañándole una cara y el regazo de GABRIELA cuidándole la otra.

CAMIONERA

Nos va a llevar más tiempo del normal porque desvío por un camino más largo.
Disculpe, señorita. Créame, no lo hago por mí, lo hago por ellas. Ellas las
vacas. La ruta corta está deshecha. Si se van a ir de este mundo, mejor que
viajen cómodas. ¿Entiende lo que digo? La ruta larga está nueva. Por Pan de
Azúcar. Es lindo Pan de Azúcar. Y así se quedan ellas un rato más por acá.
Les damos más tiempo. Y miran el paisaje. ¿Entiende lo que digo? Pobres
bichas.

GABRIELA

¿Y si dándoles más tiempo estuvieras alargando su sufrimiento?

CAMIONERA

GABRIELA

CAMIONERA

¿Usted me tiene miedo?

GABRIELA

CAMIONERA

No lo tenga. No tenga miedo en general.

GABRIELA

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Gracias por llevarnos.

CAMIONERA

Gracias a usted y al chico. Por la compañía. Deberían cuidarse ustedes. Así en


estos lugares. Cuidarse de los hombres. No es fácil estar acá, así. No es
normal. Menos con la niebla que está empezando a llegar. ¿Entiende lo que le
digo? Pero me gusta. Me gusta mucho. La noche. La mañana. Las ciudades y
los caminos. ¿Cuál es su camino?

GABRIELA

Recibí las cenizas de mi madre fallecida y las estoy llevando al mar para que
pueda descansar.

CAMIONERA

Por eso la urna.

GABRIELA

Por eso la urna.

CAMIONERA

Lo siento mucho. Gracias por la confianza. Entre desconocidos nos


entendemos mejor. Mi camino son los caminos de los otros. Donde me dicen,
yo voy; lo que me digan, yo llevo. Y lo he llevado todo: vacas, piedras, árboles
y llantas; ladrillos, bebidas, ropas y molinos; he llevado pastillas de las buenas
y pastillas de las malas, metales de verdad y autos de mentira; he llevado
gente, y he llevado vacío; canciones, fiestas y hasta alguna bomba de tiempo.
Y ahora los estoy llevando a ustedes.

Las vacas allá mugen inquietas.

GABRIELA

¿Tenés comida para comer?

36
CAMIONERA

No.

GABRIELA

¿Comés?

CAMIONERA

Conduzco.

GABRIELA

¿Te aburrís?

CAMIONERA

Sí. No. A veces es aburrido; pero así es la vida. Todo no se puede. ¿Entiende
lo que le digo? Es normal aburrirse. Pero la mayoría del tiempo no. Conduzco.
Sola. Miro la ruta. Miro los paisajes. Mire para afuera: estamos empezando a
pasar por una zona muy vistosa, de dinero y de casas con dinero. Hay mucho
dinero en este mundo. Y se ve muy bien. Algunas veces, como hoy que no se
ve, miro la niebla.

GABRIELA

¿Viste el mar alguna vez?

CAMIONERA

Muchos mares vi.

GABRIELA

¿Y cómo son las olas?

CAMIONERA

Que linda pregunta esa. Usted hace muy lindas preguntas. Yo le diría que las
olas son como latidos. Se oyen de a una. A veces vienen más rápido y a veces
más lento, según lo agitado que esté. Las olas son el mar que está vivo.
¿Entiende lo que le digo? Como el tiempo pasando, infinito hasta que un día ya
no pasa.

37
GABRIELA

¿Y viste nacer alguna ola alguna vez?

CAMIONERA

Olas vi nacer muchas veces.

GABRIELA

¿Y dónde nacen las olas?

CAMIONERA

Que lindas preguntas que hace. No son normales, pero son hermosas. En el
mar. Nacen en el mar. Profundo. Como nace todo. Del agua venimos y hacia el
agua vamos. ¿Entiende lo que digo?

GABRIELA

¿Y cómo se ve nacer una ola?

CAMIONERA

Mirando atenta, queriendo encontrar lo que se busca.

Las vacas mugen inquietas.

CAMIONERA

Pobres bichas.

GABRIELA

¿Vos no tenés familia?

CAMIONERA

No, señorita. El camión. Usted ahora por un rato y mañana quién sabe. Todo
es muy frágil.

38
Las vacas mugen inquietas.

CAMIONERA

¿Y qué edad tenía? ¿Ella? ¿Cuándo sucedió lo que sucedió?

GABRIELA

CAMIONERA

Usted es muy joven, señorita. Y si ella ya no está; eso no es normal. ¿Entiende


lo que le digo?

GABRIELA

CAMIONERA

Tampoco tiene por qué. Como las vacas: tal vez si hubiera tenido más tiempo
se hubiese alargado su sufrimiento.

Las vacas mugen inquietas.

CAMIONERA

Y disculpe la indiscreción, señorita. ¿Quién le envió las cenizas?

GABRIELA

El correo.

CAMIONERA

Sí, señorita. Entiendo. Eso es normal. Pero, ¿quién las puso en una urna y se
las dio al correo para que el correo se las diera a usted?

GABRIELA

39

Las vacas mugen exaltadas.

CAMIONERA

Pobres bichas.

GABRIELA

CAMIONERA

¿Pudo ser su padre?

Las vacas mugen frenéticas.

GABRIELA

Creo que no me estoy sintiendo bien…

CAMIONERA

He mirado muchas cosas ya, pero esta niebla es espesa como yo no he visto.

GABRIELA

Creo que necesito vomitar…

CAMIONERA

¿Qué es eso ahí adelante?

GABRIELA

CAMIONERA

40
¡¿Qué está haciendo una vaca en el medio de la ruta así?!

Las vacas mugen desesperadas y los frenos tapan sus mugidos y los gritos
tapan los frenos y el sonido lata metal hierro contra asfalto que tapa el sonido
de los gritos. Silencio y las vacas mugen simplemente. Oscuridad.

41
VIII

La urna y GABRIELA y un grito profundo y dolido en la niebla y en el campo y


las vacas que mugen simplemente libres caminantes por un campo verde como
el dinero.

GABRIELA

¡Ahora siento y ahora pienso y ahora lo sé y lo veo claro: no es un regalo; es


una urna y es un cuerpo sobre mi espalda de apenas quince años vividos! Y es
tristeza y es angustia; y es nervio y es locura: son muchas preguntas. Siempre
estuvieron ahí. ¡Ahora yo llegué ahí y acá es insoportable!

¿Por qué las hijas somos madres de las madres? ¿Cómo su sangre sigue
siendo nuestra sangre? ¿O por qué a las hijas nos pesan nuestras madres?
¿Qué hicimos además de nacer? ¿Qué hay que hacer además de vivir? ¿Para
qué siguen naciendo niñas? ¿O cómo los años se olvidan de lo malo a veces?
¿Para qué seguir con esto? ¿Quién es ella? ¿Y quién soy yo?

Son demasiados huecos.

Pero igual voy a seguir. Quiero viajar muy lejos para seguirme encontrando
muy adentro; aunque el mundo que descubra sea el mundo que me invente yo.
Quiero ver quién está ahí: rodeando lo que fui, dando forma a lo que soy,
proyectando lo pueda ser. Quiero conocer a mi mamá. Porque sigo cansada de
tanto no saber; pero estoy ansiosa de empezar a preguntarme.

Y al final, en eso quizás nos seguimos parecemos porque su pedido es el de


una valiente que se da contra las preguntas: me pide descansar, la muy
atrevida, en el punto más al sur de Piriápolis, el lugar donde, dice ella, nacen
las olas…

Todavía queda tiempo. Siempre queda tiempo.

Las vacas que mugen simplemente libres caminantes por un campo sumergido
en la niebla. La urna a los brazos de GABRIELA.

42
IX

Vacas libres caminantes por el campo en niebla y GABRIELA y LEO por ahí
perdidos por ahí; buscándose.

GABRIELA

¿Estamos?

LEO

Estamos…

GABRIELA

Te lo voy a preguntar una sola vez y por el cariño que sé que me tenés te pido
que me contestes con el corazón: ¿querés volver a tu casa?

LEO

No.

GABRIELA

¿Podés y querés seguir acompañándome?

LEO

No sé y sí. Sí. Puedo y quiero.

GABRIELA

Gracias. De verdad. ¿Sabías qué?

LEO

No.

GABRIELA

No sé quién soy o quién es mi familia, pero te quiero como se quiere a un


hermano. Y si eso se siente eso se sabe: vos sos mi hermano.

LEO

43
Yo te quiero a vos.

En la niebla al costado de la ruta, las piedritas muertas al nuevo paso lento de


GABRIELA y los pies de LEO.

LEO

Todavía queda niebla. ¿Todavía queda tiempo?

GABRIELA

Siempre hay tiempo. Vamos caminando y si algo aparece, movemos los brazos
y pedimos por favor. Si seguimos la ruta, vamos a pasar por una estancia; si
pasamos la estancia, vamos a pasar por una escuela; si pasamos la escuela,
vamos a pasar por Pan de Azúcar; si pasamos por Pan de Azúcar, Piriápolis
está al amanecer.

LEO

GABRIELA

LEO

Que rico un pan de azúcar…

GABRIELA

LEO

Por acá nada aparece. Si siempre hay tiempo quiero hacerme un tiempo:
necesito comer. Por favor.

GABRIELA

Sí.

44
LEO

Necesito ir al baño. Por favor.

GABRIELA

Sí.

LEO

Necesito un abrigo. Por favor.

GABRIELA

Vamos.

LEO

¿Y el camión?

GABRIELA

El camión se quedó sin las vacas.

LEO

¿No la vamos a esperar?

GABRIELA

Necesitamos comida, baño y abrigo. Ella está triste por la vaca en la ruta, y ya
hizo lo que tenía que hacer por nosotros. Eso está bien; ni más, ni menos.
Vamos a seguir por la ruta. Vamos a confiar en las luces.

LEO

¿Cómo se confía en las luces?

GABRIELA

De la misma forma en que se confía que esta vida es esta. Confiando.

LEO

¿Y cómo se hace eso?

GABRIELA

45
Conozco a un poeta que dice que no tiene la menor idea, pero que suena muy
bonito. Hagámoslo. Ya hay un poco menos de niebla.

LEO

O nosotros nos alejamos de la niebla.

GABRIELA

Ni siquiera se oyen las vacas.

LEO

O las vacas se alejaron de nosotros.

GABRIELA

LEO

¿Y si no hay nada ahí?

GABRIELA

Siempre hay algo en algún lado.

LEO

¿Y si no vemos donde nacen las olas?

GABRIELA

LEO

¿Y si la ayudas a descansar a tu madre, pero ella no te ayuda a que la


conozcas?

GABRIELA

LEO

46
¿Y si al final no hay nadie, solo cenizas, polvo?

GABRIELA

LEO

¿Y si el mar de tan inmenso es apenas nada en vez de serlo todo?

GABRIELA

LEO

Creo que tengo miedo. Esta noche; así de esta manera. Tengo miedo.

GABRIELA

Mirá.

LEO

¿Qué hay que mirar?

GABRIELA

Allá.

LEO

No veo nada.

GABRIELA

Más adelante hay algunas luces…

LEO

No me estoy sintiendo muy bien.

GABRIELA

Más adelante hay algunas luces que parecen de una construcción...

LEO

47
No me estoy sintiendo nada bien.

GABRIELA

Más adelante hay algunas luces que parecen de una construcción de una
casa…

LEO

Estoy mal.

GABRIELA

¡Es una casa!

LEO

Estoy muy mal.

GABRIELA

Ya estamos cerca; ¡preguntemos si nos pueden dar comida, baño y abrigo!

LEO

GABRIELA

¿Leo?

Atolondrado cae LEO al suelo duro de un frío que lo sostiene. GABRIELA grita
y la oscuridad la ahoga. Se lo quita al suelo como puede. Avanza, torpe pero
extraordinaria, con un cuerpo arriba y las cenizas a cuestas hacia la luz. Y en el
camino, la oscuridad.

48
X

Un hogar es donde una o más personas viven, sienten seguridad, calma, y paz.
Luces bajas y cálidas, pero luces al fin, seguras. El perfume delicioso de una
mesa llena de cena casera y con la urna ya sentada en la mesa. LEO observa
que es mirado.

GABRIELA

¿Ves la luz?

LEO

Te veo a vos.

TETÉ

Nos asustaste por un rato. Después vimos que dormías. Estás cansado.

LEO

¿Dónde es acá?

TETÉ

Acá es donde te vamos a dar comida, abrigo y baño. Pero antes te vamos a dar
un vaso con agua.

GABRIELA

Ella es Teté y es su casa y la de La Señora.

LEO

¿Y La Señora quién es?

TETÉ

¿No te alcanza conmigo? Ella te estuvo cuidando y ahora te cuido yo. Ya tenés
abrigo; acá, tenés comida. Y cómo lo último siempre será lo primero, allá, el
baño.

49
LEO se adentra en la casa a encontrarse con el baño.

GABRIELA

Gracias. Por todo. De verdad.

TETÉ

Este es nuestro hogar y hoy este hogar queremos compartirlo con ustedes.

GABRIELA

¿Por qué su hogar es acá, en el medio de la nada?

TETÉ

Nuestro hogar es acá, en el centro del todo. ¿Cuál es tu hogar?

GABRIELA

¿Con mi abuela? ¿En Villa Serrana? ¿Creo?

TETÉ

¿Y cómo es que nos encontramos entonces, tan lejos de tu hogar, si éste es el


medio de la nada?

GABRIELA

Tengo que llevar las cenizas de mi madre a que descanse.

TETÉ

Pobre tu madre. Seguro fue una gran madre y una gran mujer. Lo siento
mucho.

GABRIELA

LEO

Hay luces en los espejos del baño; hay luces en las escaleras; hay luces en los
rincones; hay muchos cuartos y hay más de una escalera; hay estufas y hay
alfombras; hay cosas que vi. Gabriela: lo que vi... También hay un rico olor.
50
TETÉ

El olor debe ser a pescado; y a mí el olor del pescado me repugna bastante.


Tal vez, Leo, no importe el aroma en sí, importa lo que uno huele.

LEO

¿Pescado pescado del mar?

TETÉ

Por La Señora con sus propias manos.

LEO

Por eso huele a casero y no a pescado.

TETÉ

Vos pescás los olores que querés, y no los pescados que aparecen; vas a
tener que cuidarte.

LEO

¿Y La Señora?

TETÉ

¡Que insistente con La Señora! La Señora llega cuando tiene que llegar.

Llega LA SEÑORA cuando tiene que llegar, ni antes, ni después.

LA SEÑORA

Hola Leo. Bienvenido a nuestra casa.

LEO

Nunca estuve en una casa así.

LA SEÑORA

Y yo nunca conocí a un Leo como vos; estamos idénticos.

51
GABRIELA

Gracias por esto. De verdad. Viene siendo un día muy duro.

TETÉ

Se ven como si hubieran tenido un día muy duro.

GABRIELA

Y todo empezó muy temprano; y debería terminar muy temprano también.

TETÉ

“Al que camina en la zanja; no le ha de faltar chiquero. Mas si la mujer es


verdadera; y quiere empujar la carreta; aunque patine en el barro; seguro
hallara sendero. El tiempo tiene verdades; que naides’ puede alegar. Suele
ponerse a mirar; como uno dentra’ al espacio. Y lo rempuja despacio; paque’
no le vaya a errar. Y uno se mete en la vida; como por una rendija. Dentra’
apretar la clavija; de su propia humanidad. Y ande encuentra esa verdad; teme
y le mete cubija. Tapar la verdad por miedo; es más viejo que la helada.”

LEO

¿Eso es una poesía?

TETÉ

Suena mejor como canción, aunque una le cambie alguna palabra cada tanto.

GABRIELA

Estamos cansados y nos queda camino; la ayuda que nos dan nos llena de
alegría en esta noche.

LA SEÑORA

Todas las noches tienen un final; y todos los finales tuvieron una noche.

GABRIELA

No falta mucho para la hora a la que tenemos que llegar y muy pronto tenemos
que seguir.

LA SEÑORA

52
No falta mucho para que termine tu cumpleaños. Feliz cumpleaños.

TETÉ

¿Cómo no avisaste que era tu cumpleaños? ¡Feliz cumpleaños!

GABRIELA

¿Gracias…?

LA SEÑORA

Ya te lo dijeron antes y te lo dijeron con razón: siempre hay tiempo para el paso
seguro.

GABRIELA

LA SEÑORA

Y aunque no puedas estar segura, yo sí te lo aseguro: estás festejando con


gente que te quiere y con gente que te quiso.

LEO

Yo la quiero, y ella me dice hermano. Ahora yo te digo Gabriela, hermana.

TETÉ

No pensé ni por un segundo que no fueran hermanos.

LEO

¿Nos deja esta casa cantarle el cumpleaños a mi hermana?

TETÉ

En este momento, la casa sos tú; lo que quieras, lo hacés.

GABRIELA

Yo quiero saber.

53
Las vistas se nublan con el tintineo repentino de la luz que, al final, vuelve más
brillante.

LA SEÑORA

Yo he conocido madres y he conocido hijas. Acá, en Pan de Azúcar, en


Piriápolis, y en Villa Serrana. Acá, en el centro de todo; allá, en el medio de la
nada. He conocido mujeres del mundo y mujeres del tiempo. Antes y después
de ti. Las he conocido a todas.

GABRIELA

¿Conoció a mi mamá?

LA SEÑORA

Sí.

GABRIELA

¿La conoció de verdad?

LA SEÑORA

La conocí a Ruth y Ruth me conoció a mí.

GABRIELA

¿Y ella me quiso?

LA SEÑORA

Mucho.

GABRIELA

¿Y por qué se fue?

LA SEÑORA

...

GABRIELA


54
LA SEÑORA

Por la misma razón que hoy están ustedes acá.

GABRIELA

TETÉ

LEO

Yo también quiero saber.

LA SEÑORA

Leo.

LEO

¿Señora?

LA SEÑORA

Eso que viste. En la casa. Eso es para ver el futuro.

55
XI

Ya no quedan vacas y ya no queda niebla; a la noche la iluminan las estrellas y


las luces de Pan de Azúcar que se acerca entre las casas. Las piedritas y el
polvo ya son asfalto, que tiembla al paso firme y en silencio de respeto por la
palabra. Ya es casi ciudad.

GABRIELA

LEO

GABRIELA

LEO

Es largo el camino.

GABRIELA

LEO

Es confuso el camino. Aunque no haya niebla.

GABRIELA

LEO

Se abren demasiadas calles; se prenden demasiadas luces amarillas.

GABRIELA

LEO

56
Feliz no cumpleaños.

GABRIELA

Feliz no cumpleaños para ti también.

LEO

Tal vez no seas una vieja, pero a esta hora te pareces más a una adulta.

GABRIELA

¿Y si quiero ser una niña?

LEO

Me gusta esta idea: juguemos a que sos adulta y después lo vamos viendo.

GABRIELA

Nunca un cumpleaños me había cambiado tanto la edad tan de repente. Creo


que me parece bien.

LEO

Pero yo sigo siendo un niño.

GABRIELA

Eso ya lo sabemos todos.

LEO

GABRIELA

LEO

Me quedé pensando.

GABRIELA

Yo también.

LEO

57
Me quedé pensando en lo que dijo.

GABRIELA

Yo también.

LEO

No. En una cosa que me dijo en un momento como cualquier otro. Lo que vi es
para ver el futuro.

GABRIELA

¿Y qué viste?

LEO

Una bola de cristal.

GABRIELA

¿Y qué viste?

LEO

No lo vi.

GABRIELA

LEO

Pero ese es el punto: si una bola de cristal sirve para ver el futuro, ¿para qué
puede servir una bola de hierro?

Una esquina como cualquiera en las afueras de Pan de Azúcar y MINNIE


apoyada sosteniendo un árbol; acercándose al ritmo de interés, GABRIELA y
LEO enlenteciéndose a ritmo de precaución.

MINNIE

58
¿Qué buscan por mi esquina una mujer y un hombrecito a las horas en que los
niños duermen y las señoras se hacen las dormidas?

LEO

Buscamos seguir como haya que seguir. No tenemos tiempo para dormir ni
para hacernos los dormidos.

MINNIE

El tiempo se hace siempre; lo sé por experiencia.

LEO

Buscamos seguir como haya que seguir. Por favor.

MINNIE

¿Les tienen miedo a los lobos?

GABRIELA

No.

MINNIE

¿Entonces por qué me ignoran?

GABRIELA

Ya te lo dijo: buscamos seguir como haya que seguir.

MINNIE

Yo puedo ofrecer muchas cosas para que sigan.

LEO

Venimos de ruta en ruta y ahora hay calles y más calles. ¿Sabés cuál es el
camino?

MINNIE

¿Y qué camino es ese que buscan?

LEO

59
El más corto; el que nos lleve a la costa.

MINNIE

La costa desde acá es un rato no tan largo pero un rato al fin. ¿Por qué no
vamos al arroyo que es más cerca y hay ojos que no miran y labios que
ocupados no hacen preguntas?

GABRIELA

Porque precisamos olas.

MINNIE

¿Y de qué camino vienen los que precisan olas?

GABRIELA

Del camino de la sierra.

MINNIE

Es un camino largo el de la sierra y que lleva hasta el mar. Me saco el


sombrero. Yo sé el camino que atraviesa la ciudad; de entrada a entrada, de
salida a salida.

GABRIELA

¿Nos decís por dónde?

MINNIE

Los acompaño si quisieran. En las noches en Pan de Azúcar, como me ven a


mí, no andan los mismos animales que en las noches de la sierra. Yo puedo
ofrecer muchos caminos para que sigan; depende de lo que tengan para
darme.

GABRIELA

Yo soy Gabriela. Tengo una historia.

MINNIE

Hola Gabriela con una historia. Yo soy Minnie con mil historias. ¿De qué se
trata tu historia y por qué me puede interesar?

60
GABRIELA

Si sos hija, la vas a querer escuchar. Si sos madre, la vas a querer ver.

MINNIE

Contame más.

GABRIELA

Ayer cumplí quince años y hoy estoy acompañando a mi madre a quien nunca
conocí a que pueda descansar en paz. Ese fue el deseo último que dejó: que
yo, su hija, esparza sus cenizas en el mar a las cinco y cuarenta y cuatro del
día de hoy.

MINNIE

Yo soy madre y soy hija. Y también soy mujer y me gustas vos y tu historia.

GABRIELA

¿Te gustaría oír más?

MINNIE

Me gustaría ver más.

GABRIELA

Entonces acompañanos por esta noche salvaje. ¿Caminamos?

61
XII

Las luces de Pan de Azúcar van quedando detrás de los pies largos y otros
cortos y otros pesados; el Cerro inmenso y la Cruz los contemplan desde todos
los sitios.

LEO

¿Cuánto falta?

MINNIE

Cada vez menos.

LEO

Las piernas me pesan.

MINNIE

La noche es para andar ligero de equipaje.

LEO

Pero la bola de hierro no la llevo yo, la tiene Gabriela en la mochila.

MINNIE

¿Por qué llevan una bola de hierro ustedes?

LEO

¿Sabes para qué sirve una bola de hierro?

MINNIE

Sé de algunas cosas para las que se puede usar una bola de hierro.

LEO

¿Para qué?

MINNIE

No te lo puedo decir.

62
LEO

Yo tampoco te lo digo entonces. ¿Cuánto falta?

MINNIE

Menos.

LEO

Estoy cansado.

MINNIE

La noche cansa. Mucho cansa.

LEO

¿Por qué cantan tan alborotados esos pájaros si la noche es noche y la noche
cansa?

GABRIELA

Porque el día está cerca.

LEO

¿Y por qué cantan si el día está cerca?

GABRIELA

MINNIE

Mi mamá contaba que son las madres llamando a sus hijos. Al borde de la
noche, llamándolos para que sepan a dónde volver; al borde de la mañana,
llamándolos para que comiencen el día. Yo siempre hice lo mismo.

GABRIELA

¿Y qué pasó?

MINNIE

63
Crecieron; echaron alas; hicieron otros nidos; algunos volaron lejos y otros
quedaron cerca. A algunos les hablo algunas veces y algunos otros no me
dejan hablarles.

LEO

¿Y por qué no te dejan hablarles?

MINNIE

Piensan que no saben o no quieren saber; piensan que soy un animal o algún
tipo de cosa. No lo sé, pero lo lamento casi todas las mañanas. Gabriela: me
diste tu historia. Te escuché sobre no recordar y sobre no saber; sobre el
silencio y sobre las palabras en papel; te escuché sobre las dudas y sobre
extrañar lo que no conocés. Te oí y te lo agradezco mucho. Ahora me gustaría
contarte yo a vos. ¿Me querés escuchar?

GABRIELA

Te oigo.

MINNIE

No voy a hablarte de mi madre, no voy a hablarte de mis hijos. Pero te quiero


contar de madres como tu madre. Algunas que conocí, otras que podría
adivinar, aunque no las haya visto nunca. De madres que sobreviven y que
para sobrevivir hacen lo que haga falta. Son mujeres antes que madres, y
muchas veces las mujeres no la pasamos bien. Mujeres que luchan y que a
veces no les alcanza; mujeres que cuentan y no son creídas; mujeres que no
quieren y sin embargo deben. Gabriela: este no es un buen mundo, y las
pájaras no les cantan bellas a sus hijos para que sepan tranquilos dónde está
el hogar; las pájaras cantan para alertarse de la muerte y gritan fuerte para
poder ser escuchadas porque la oscuridad no deja que se vean. Vos sos una
mujer, y desde esa mujer que sos estás siendo hija; te pido que desde esa
mujer que sos conozcas a tu madre.

Las manos de MINNIE con las manos de GABRIELA.

64
MINNIE

Tuve el cuidado de no preguntarte por tu padre, pero, ¿dónde está? Tuve el


cuidado de no preguntarte por tu abuelo, pero, ¿dónde está? Quizás aparezcan
ambos abrazados de golpe entre las sombras de la noche de un pueblo como
el tuyo, como sé muy bien que nos ha pasado a muchas, y entonces te
horrorices y no lo entiendas. Quizás no aparezcan nunca y se guarden
entonces al silencio que deje escuchar el canto de las olas. Esa es tu madre: el
latido de las olas. Andá a buscarla. Andá a entenderla.

GABRIELA

¿Y vos?

MINNIE

A mí me cuesta mirar para atrás a lo que fue y lo que ya no es. De a poco


pasará. No quiero entender: quiero ser entendida y con eso me alcanza. Pero
miren adelante; ¿lo ven?

LEO

¿Qué es?

MINNIE

Llegaron: es el mar.

LEO

¿Aquello tan chiquito?

MINNIE

Cuando lo tengan enfrente lo van a saber: es insondable.

GABRIELA

Lo veo. Justo cuando el crepúsculo se arrima y los pájaros se vuelven locos.


Escuchen.

65
Suena el mar y canta el monte; lejos, cerca.

MINNIE

Ya casi llegamos a las olas, y las olas son el final del camino. Yo no llego hasta
ahí, así que los dejo aquí. Me vuelvo al pasado.

GABRIELA

Nos trajiste por la noche.

MINNIE

Nos trajimos por la noche.

GABRIELA

Y ahora ahí el día.

MINNIE

Ahora vos el día.

GABRIELA

Gracias.

Los labios de MINNIE con los labios de GABRIELA.

GABRIELA

...

LEO

MINNIE

LEO

66
Esperá. No te vayas. Esto es para vos. Hay bolas para ver el futuro; esta es
una bola para no ver el pasado. Al menos hasta que quieras verlo. Sirve para
aferrarte a lo que fue, hasta que quieras lo que va a venir. Ya vas a saber hasta
cuándo, y en ese momento, la soltás. Mientras tanto, hasta entonces. Te deseo
mucha suerte.

67
XIII

El mar. Ellos ahí, lento hacia cada vez más el sur.

GABRIELA

LEO

GABRIELA

LEO

Es inmenso.

GABRIELA

LEO

Le voy a contar a mi papá y a mi mamá.

GABRIELA

¿Este es un mundo suficientemente grande para vos?

LEO

No sé. Creo que no. Creo que quiero más. Pero por ahora está bien. Ya
aprenderé a nadar y veré otros mundos. Hoy no es el día.

GABRIELA

Es allá. Donde termina un cerro y empieza el mar. Allá donde tiene que haber
un muelle. Me lo imagino viejo. Roto. Un muelle de madera oxidada que se
mete tímido en el agua a mojarse un poquito los pies.

LEO

68
¿Después nos podemos mojar las patitas?

GABRIELA

Después podemos aprender a nadar. Despacito y con mucho cuidado.

LEO

¿Y después?

GABRIELA

Después podemos aprender a viajar. A que nos encuentren otros, a dejarnos


llevar con calma y sin ningún sol que nos apure.

LEO

¿Y después?

GABRIELA

Después podemos aprender a descansar. A dormir largo y en paz, descalzos y


con las sábanas limpias que seguro nos esperan en casa.

LEO

¿Y después?

GABRIELA

Después empieza otra cosa.

LEO

¿Qué cosa?

GABRIELA

Otra cosa, otra sensación, otro pensamiento. Otro mundo. O no sé


exactamente cuál o cómo; pero quiero saber y quiero vivirlo.

LEO

Yo me siento más liviano.

GABRIELA

69
Yo también.

LEO

No creo que sea el cansancio. Creo que es el aire que nos llega. Sentí.

Suena el mar.

LEO

¿Esto ya es el día?

GABRIELA

Es casi el día. Al día exacto es que mi madre se va hacia el mar. No parece. No


hay sol. Es el crepúsculo del amanecer.

LEO

¿Y cuánto falta para que sea finalmente el día?

GABRIELA

No tengo, pero supongo que ya sabemos la respuesta.

LEO

¿Lo justo?

GABRIELA

Falta lo justo.

LEO

GABRIELA

LEO

70
GABRIELA

Ahí.

LEO

¿Será?

GABRIELA

Eso parece.

LEO

Es inmenso. No se moja las patitas; se moja una pierna entera. ¿Tenemos que
ir hasta la puntita?

GABRIELA

¿Desde acá podes ver el lugar dónde nacen las olas?

LEO

No.

GABRIELA

Entonces sí; tenemos que ir hasta la puntita más puntita del muelle a la punta
sur del sur de este lugar.

LEO

Suena a que nos vamos a caer.

GABRIELA

Estoy segura de que no.

LEO

GABRIELA

LEO

71
¿Qué es eso allá?

GABRIELA

¿Allá dónde?

LEO

Allá en la puntita más puntita del muelle a la punta sur del sur de este lugar.

GABRIELA

LEO

Es una persona.

GABRIELA

Es una persona.

LEO

Es alguien mirando nada, de espaldas allá a lo lejos, en el borde de un camino


sobre el mar; como mirando el silencio.

GABRIELA

LEO

¿Qué hace alguien a esta hora en ese lugar?

GABRIELA

¿Qué hacemos nosotros a esta hora en este lugar?

LEO

¿Lo mismo que hace ese alguien?

GABRIELA

Lo mismo que hacemos nosotros: acompañar a mamá.

LEO

72
Tengo miedo.

GABRIELA

No lo tengas. Todo lo hoy que tuvo que ser hoy, fue. Y a esta hora, que sea lo
que tenga que ser.

73
XIV

Al filo del mar y al filo del sol; LUNA espera con los pelos al viento al final y al
principio de todas las cosas.

LUNA

Hola Gabriela.

GABRIELA

Hola.

LUNA

¿Cómo estás?

GABRIELA

LUNA

LEO

Hola. Soy Leo.

LUNA

Hola Leo, ya sé quién sos.

LEO

Ni yo sé quién soy, ¿cómo vas a saber vos quién soy yo?

LUNA

Porque escuché de vos. Mucho.

LEO

¿Cómo?

LUNA

74
Palabras que vienen, palabras que van. Es corta la distancia de Villa Serrana a
Piriápolis. Se oye todo.

LEO

A nosotros nos llevó un día entero; y a Gabriela le costó lo que una vida.

LUNA

Lo sé. Lo lamento.

GABRIELA

¿Quién sos?

LUNA

Me llamo Luna.

GABRIELA

¿Por qué estás acá?

LUNA

Te estaba esperando.

GABRIELA

¿Y por qué me estabas esperando?

LUNA

Eso no es tan fácil de responder.

GABRIELA

LEO

LUNA

¿Ven? ¿Allá? Profundo. Llegaron.

LEO

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Ahí nacen las olas.

LUNA

Acá nacen las olas.

LEO

Es muy hermoso.

LUNA

¿Verdad que sí? Acá es donde termina todo y donde todo vuelve a nacer.

GABRIELA

¿Vos escribiste la carta?

LUNA

No hubiera podido aunque quisiera.

GABRIELA

¿Vos leíste la carta?

LUNA

No hubiera podido aunque pudiera.

GABRIELA

¿Entonces quá hacés acá esperándonos?

LUNA

No es tan fácil. Todo a su tiempo que todavía sigue faltando. Perdón. Hago lo
que puedo.

GABRIELA

Lo siento.

LUNA

No lo sientas. Yo lo siento. Lo siento mucho. De verdad.

GABRIELA

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LUNA

Quiero que sepas que siempre te amó. Siempre te va a amar. No importa


dónde, no importa cómo: Ruth, tu madre, te ama.

GABRIELA

Ya lo sé.

LUNA

GABRIELA

¿Cómo lo sabés vos?

LUNA

Porque siempre lo dijo; siempre. A la mañana cuando veía amanecer y a la


noche antes de dormirse; en la cena antes de la comida, y en el almuerzo
después de la mesa.

GABRIELA

Veo que sos todo oído.

LUNA

Sí. La escuché mucho y ella me escuchó mucho a mí. Nos acompañamos


desde casi siempre.

GABRIELA

Supongo que no fue fácil.

LUNA

No lo fue.

GABRIELA

LUNA
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Sos enorme; en mi mente vos seguías siendo una niña. Supongo que en las
historias que nos cuentan todas parecemos niñas.

GABRIELA

Supongo que hay que contar mejor las historias o habrá que aceptar que todas
somos niñas, aunque ya no lo seamos.

LUNA

Algo así diría tu madre. Sos idéntica a tu madre.

GABRIELA

Esas son cosas que se dicen.

LUNA

Son cosas como las cosas son: se digan o no se digan.

GABRIELA

LUNA

Gracias por venir. Gracias por estar. Ella lo sabe.

GABRIELA

¿Lo sabe?

LUNA

Siempre lo supo.

GABRIELA

LEO

Está saliendo el sol. Es muy hermoso.

LUNA

Es el momento. ¿Te das cuenta Gabriela?

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GABRIELA

¿De qué?

LUNA

Ya nos conocimos; ya no hay marcha atrás.

GABRIELA

LUNA

¿Lo hacemos?

GABRIELA

Bueno.

LUNA

Antes; un segundo antes, tengo esto para vos.

GABRIELA

¿Otra carta? ¿Más palabras?

LUNA

Me dijo que te había hecho una promesa. Hizo lo que pudo, pero la cumplió.

GABRIELA

LUNA

¿Vamos?

GABRIELA

Vamos.

La urna al sol que lo baña todo y las cenizas al viento y Ruth al lugar donde
nacen las olas.

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XV

GABRIELA leyendo una carta o una carta leyendo a GABRIELA.

GABRIELA

“Por último, Gabriela, esto queda apenas de mí: vos. Y si tu voz me dice ahora
somos el eco y vos una mujer; yo cumplo entonces la promesa y vos cumpliste
mi querer. ¿Cómo se le agradece a una hija que se convirtió en hija por deseo
y no por deber? ¿Cómo explicarle a esa hija lo que no es el olvido, pero sí la
distancia? ¿Cómo contar una vida sin la vida? Empezando, supongo, no tan
por el principio.

Blanca es una madre hermosa, pero es una madre dura; dura de corazón, dura
de ideas, dura de mano. Muy dura de mano. No la culpo; no la señalo: la
entiendo. Blanca sin tu abuelo; Blanca sin familia; Blanca sola o conmigo
indefensa, lo que es peor. Blanca en las sierras, es colosal como el mar.
Crecer, Gabriela, fue obedecer para sobrevivir y no ahogarse en esa masa
gigantesca e inconmensurable de agua que es mi madre y es tu abuela.

Y así fue irse estirando. De pequeñita a pequeña, de pequeña a niña, de niña a


joven muy joven: en la sierra se crece rápido. Fue en aquel momento de yo
joven cuando la vida es larga y los cuerpos rápidos, curiosos. Fue en aquel
momento de pueblo chico cuando el arrojo es grande y los cuerpos curiosos,
atrevidos. Una da una mano, y le tocan el cuerpo; una da una sonrisa, y le
agarran el alma.

Leonardo. Fue joven y fue guapo y fue encantador. Leonardo. Fue extraño y
fue tonto y fue hombre. Es hombre. Y aunque no vea lo que hace, hace más de
lo que debería. Él es tu padre, si un padre es el exceso. Él es tu padre, si un
padre es una tarde a la hora de la siesta. No hubo maldad; hubo estupidez. Él
preguntaba y en secreto me veía crecer la vida adentro; él se acercaba y
pasaban minutos y pasaron meses. No hubo maldad; hubo silencio. Pero
Leonardo y su vida ya marcada desde siempre prefirieron a Leonardo y su vida
marcada desde siempre: sus padres y su taller y su prometida y su pueblo
viéndolo echar raíces y secarse las manos y el alma y los ojos cada vez más

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blancos todos los días. En los pueblos de las sierras nunca se pide poco, se
explica poco, y se pregunta menos que poco. Y a mi soledad y mis gritos se los
tragaron los rumores y los ojos que miran buscando el mal. Y nadie creyó, y
nadie escuchó; y nadie lo sabe. Lo sabe él, y quizás Blanca, cuando quiera
escuchar. Quedé sola. Por favor, entendeme: el cariño del que nunca supe
apareció una buena tarde de otoño en un hombre que era tierno lo que podía y
que volvía a su cama compartida a la hora de dormir; así un día, así dos días;
así hasta que no hubo ternura más. Quedé sola. O no; apareciste vos.

Allí empezó mi recuerdo de vos, Gabriela, fuerza de mis días. Allí empezaron
los días contigo y nunca más fueron los días sin ti. Yo estaba feliz; yo estaba
radiante. De pronto, la vida era mucho más que esperar a la lluvia o acompañar
a Blanca al Baño de la India; de pronto, la vida era vida y mi futuro, tu vida. La
alegría no cabía en mi cuerpo y si no había padre, perfecto; y si no había
abuela, perfecto también. Y te quise como no existen palabras para explicarte y
te quise como solo el cuerpo lo sabe.

Pero la vida no es amor. Yo estaba contigo; yo estaba aislada. Las cosas y los
pueblos no son fáciles. Una madre niña antes que madre y una hija sin un
padre es lo que no se debe y es lo que no se puede. Lo prohibido fue mi
sentencia y el castigo un ejemplo: las palabras y los dedos; los ojos y el
maltrato. Así nada; así Blanca: los días y las noches y el encierro. Mi vida sin
vida, aunque mi sangre fueras vos. Y a esa oscuridad profunda, hija, no supe
más que correr como pude. Escapé, pero ¿cómo dejarte y cómo llevarte?
¿Cómo no estar contigo y cómo darte dignidad? Yo era una mujer, pero era
una niña. Espero, hija mía, esta palabra sola pero profunda como el cielo
alcance, aunque sea el más mínimo algo: disculpame. A pesar de la distancia,
creeme, estuve atenta.

Después vino el mar; después vino Luna y los días abajo del cerro y la piel al
sol. Ese es otro capítulo que cierra ahora en el mismo lugar, donde alguna vez
por un rato, fui algo feliz. Hubo más todavía y hubo la amargura de las
despedidas; un irme en el momento de irse que muy pronto vas a descubrir.
Pero ese irse cierra contigo, y entonces estoy, y lo puedo decir sin estar, feliz,
en el aire y en el todo.

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Descanso Gabriela, gracias a ti y por gracia de luna. Vuelvo, después de una
vida larga y triste y larga y amarga y larga y dulce a veces, al principio. Aquí,
donde el todo comienza y seguirá comenzando cada vez que el mar baña la
costa y los pies de los que se atreven. Estamos, tú y yo juntas, hija mía, en el
lugar donde nacen las olas. Siempre vos, Ruth.”

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