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EL REPARTO ECONÓMICO DEL MUNDO ENTRE LAS ALIANZAS

DE CAPITALISTAS
LOS MONOPOLIOS INTERNACIONALES

La intensa penetración de los monopolios en la vida económica del país bajo el


imperialismo les garantiza su pleno dominio en el mercado nacional. Pero el volumen de
la producción de las asociaciones monopolistas rebasa paulatinamente los límites del
mercado interno.

Entablase una lucha de los monopolios de diversos países por los mercados del interior.
La competencia entre ellas adquiere formas particularmente agudas y destructivas. En
tales condiciones surge la tendencia al reparto económico del mundo, a la conclusión de
acuerdos internacionales que consoliden su predominio monopolista.

Lenin consideraba la formación de monopolios internacionales como un grado nuevo, más


alto, de concentración de la producción y del capital, y les dijo el nombre de
supermonopolios. Las primeras asociaciones monopolistas internacionales comienzan a
formarse en los años del sesenta al ochenta del siglo XIX, en las ramas industriales muy
concentradas. En la industria electrotécnica, a causa del rápido progreso de la técnica y
del gigantesco aumento de la concentración del capital, surgieron las más grandes
alianzas monopolistas. La enconada competencia de los dos gigantes del petróleo, dio
como resultado el reparto del mercado mundial del petróleo entre ambos monopolios.
Lenin señaló, asimismo, entre los primeros monopolios de tipo internacional, las alianzas
del transporte marítimo, el cartel ferroviario, el sindicato del cinc y la asociación de
fabricantes de explosivos.

Después de la primera guerra mundial, ya en el período de la crisis general del


capitalismo, se observa un reparto económico el mundo más intenso todavía entre las
alianzas monopolistas de diversos países. Es entonces cuando se constituyen los
mayores monopolios internacionales en las principales ramas de la industria,
acentuándose su papel reaccionario y agresivo en la economía y en la política de los
países capitalistas.

Entre las alianzas internacionales más fuertes y reaccionarias, con múltiples


ramificaciones y vínculos, ocupan uno de los primeros puestos los carteles internacionales
de la industria química. Entre la primera y la segunda guerras mundiales se constituyen
poderosas asociaciones internacionales monopolistas que abarcaron a casi todos los
metales no férricos, a la producción de tuberías, de alambre y de artículos de la industria
ligera.

¿Qué importancia tienen estas asociaciones monopolistas de diversos países? ¿Cuál es


su papel en la economía y en la política del imperialismo? El principal objetivo de los
carteles internacionales es el de asegurar a sus integrantes ganancias monopolistas
explotando a la población de todo el mundo capitalista, y ante todo a la de las colonias y
países dependientes. La consecución de este propósito se lleva a cabo fijando altos
precios en acuerdos internacionales, regulando la producción y la venta de tal o cual
mercancía mediante el establecimiento de las cuotas correspondientes para cada
integrante de la asociación, repartiéndoselos mercados internacionales y concertando
acuerdos de intercambio y utilización conjunta de las patentes.

A causa del alto precio impuesto por el cartel internacional del petróleo existente en la
actualidad, el petróleo del próximo Oriente, cuyo costo de producción es tan sólo de 500
francos de tonelada, se vende en Francia a 5,000.

Gracias al reparto de los mercados entre los monopolios asignados a cada compañía, y
mediante los acuerdos sobre patentes y sobre limitación de la producción, los monopolios
consiguieron elevar los precios del titanio hasta una altura astronómica. El cartel trata de
comprar todas las patentes que guardan relación con esta rama, ofreciendo grandes
compensaciones a aquellas firmas que podían competir con él en la producción de titanio.

La distribución de los mercados trajo consigo un descenso de la producción y el


establecimiento de precios monopolistas para los álcalis, lo que, a su vez, frenó durante
largo tiempo el incremento de varias ramas de la industria: la farmacéutica, la del caucho
sintético, la del vidrio, la electrolítica, etc.

El rápido descenso de los precios de la industria de nitratos en 1929-1930 indujo a los


monopolios ingleses a concertar, en julio de 1930, un acuerdo con los productores
chilenos y europeos. Estableciese un reparto de los mercados mundiales, la disminución
de la producción y la estabilización de los precios.

A causa del reparto de los mercados mundiales, el consumidor debe obligado, en algunos
casos, a conformarse con mercancías de calidad inferior. Otra forma de monopolio
internacional, bastante difundida delos acuerdos sobre patentes. Los monopolios tratan de
apoderarse del control absoluto de las patentes de una determinada rama de la industria,
ya que su posesión les permite batir a los rivales y contribuye a un enriquecimiento rápido.
Y como, en escala mundial, algunos monopolios pueden poseer patentes que se
complementan recíprocamente, surge la tendencia a unificarlas y a concertar acuerdos
internacionales en este plano.

El capitalismo propugna la nueva técnica tan sólo cuando esta promete incrementar las
ganancias. Una ilustración evidente la tenemos en la política monopolista de patentes. El
intercambio de éstas de información técnica contribuye a perfeccionar la producción ya
disminuir sus gastos, incrementando, por consiguiente, las ganancias de los monopolios.

Las asociaciones monopolistas de un país no pueden mantener las patentes inactivas


durante mucho tiempo, ya que esto las debilitaría ante los monopolios de otros países.
Pero los acuerdos internacionales sobre patentes, concertados por los monopolistas,
pueden dificultar seriamente el progreso técnico y científico.

Interesados en conservar sus cuantiosos beneficios, los monopolios encargan a hombres


de ciencia que averigüen el modo de empeorar la calidad de la producción.

Caracterizando el imperialismo, V. I. Lenin demostró que la dominación de los monopolios


engendra fatalmente la tendencia al estancamiento y la putrefacción y que, en
determinadas condiciones, esta tendencia termina por imponerse. Todos estos datos,
llevados de sus fines egoístas, suelen ejercer una influencia retardataria en el desarrollo
de las fuerzas productivas: reducen la producción, limitan el comercio internacional,
obstaculizan el fomento de la ciencia y la aplicación de la técnica moderna en la industria,
empeoran deliberadamente la calidad de la producción y apoyan a las empresas
atrasadas.

Son las alianzas monopolistas internacionales las fuerzas siniestras que impulsan a los
gobiernos de los países capitalistas a preparar y desencadenar sangrientas guerras
imperialistas y coloniales. Ya durante la primera guerra mundial, Lenin subrayó que los
imperialistas se enriquecían con la matanza.

En la posguerra, los círculos gobernantes de Inglaterra y de los Estados Unidos de


América se han dedicado a restaurar los monopolios bélico-industriales de Alemania
occidental, a la que se esfuerzan por arrastrar a las alianzas y bloques agresivos.

Existe actualmente una alianza internacional secreta de los monopolios de las industrias
bélicas, en la que participan los mayores monopolios productores de armas en todas las
grandes potencias, imperialistas.

Después de la segunda guerra mundial resucitaron muchos de los monopolios que se


habían desmoronado. Han sido restablecidos también, y en algunos casos creados,
carteles internaciones en el terreno de las materias primas. Lo peculiar de los monopolios
internacionales fundados en el periodo de posguerra es el aumento de la fuerza y la
influencia del imperialismo americano dentro de ellos.

En los últimos años, las tentativas de robustecer el bloque militar imperialista de las
potencias occidentales han tenido su expresión en la creación de la llamada Pequeña
Europa o Comunidad Económica Europea, cuya base económica es el Mercado Común.
El Mercado Común representa una amenaza de sometimiento de Francia y de otros
países de Europa occidental a la hegemonía económica de los monopolistas alemanes.

Es asimismo inevitable la agudización de las contradicciones americano-germanas. Está


claro que el imperialismo alemán occidental, cada día más vigoroso, no se resignará largo
tiempo a ocupar un puesto secundario en los asuntos europeos y tratará de emanciparse
de la "tutela" del capital americano, obteniendo su libertad de acción.

Un análisis del pacto creando el Mercado Común evidencia que las componendas
internacionales de los monopolistas son incapaces de resolver las contradicciones del
imperialismo. Con la concertación del acuerdo, lo único que cambian son los métodos de
lucha, que se desplazan al interior de la alianza formada. Cualquier pacto o cualquier
reparto del mundo se lleva a cabo "según el capital" y "según la fuerza" de que se
dispone.

Uno de los ejemplos más instructivos en este sentido es la enconada y larga lucha por el
petróleo entre los imperialistas de diversos países. En los últimos años, la pugna de los
monopolios por los yacimientos petrolíferos se ha encarnizado visiblemente, lo cual se
explica, en parte, por el hecho de que el petróleo comienza a ocupar un puesto cada vez
más prominente en los recursos de combustible y de energía de los distintos países.

Gracias al cambio de la correlación de fuerzas entre Inglaterra y los Estados Unidos de


América después de la guerra, pudieron los monopolistas norteamericanos desplazar al
capital inglés en esta región.
De 1937 a 1955, la extracción de petróleo por Inglaterra en el Cercano y Medio Oriente
descendió del 76.8% al 31%, mientras que la de los Estados Unidos de América subió del
13,1 al 57,1%. Los monopolistas norteamericanos dominan absolutamente la industria
petrolífera de la Arabia Saudí, de Bahréin y de la zona neutral y controlan la mitad de la
extracción en el Kuwait y cerca del 24% en el Irak y en Katara.

Ha pasado también a poder de los imperialistas norteamericanos buena parte de las


riquezas petrolíferas del Irán, controladas anteriormente en su totalidad por el capital
inglés. Inglaterra, aunque sus posiciones hayan sido muy quebrantadas, sigue resistiendo
obstinadamente. En el nuevo consorcio internacional creado para controlar el petróleo
iraní a raíz del derrocamiento del gobierno de Mussadeq, la participación del capital
británico y anglo- holandés asciende al 54%, la del americano al 40%, y la del francés al
6%. Por otra parte, Inglaterra, en virtud de un acuerdo oneroso para 379 el Irán, debe
percibir, en concepto de compensación 25 millones de libras esterlinas y otros 214
millones que han de abonarle sus socios por los activos de la Compañía Petrolífera Anglo-
Iranesa que les han sido transferidos.

A lo largo de los últimos años viene observándose que, además de los monopolios
ingleses, norteamericanos, franceses y holandeses, se incorporan a la lucha en que se
disputan los recursos petrolíferos del Oriente Árabe, los monopolios de Alemania
occidental, de Italia y del Japón, los cuales despliegan singular actividad.

Si examinamos las alianzas monopolistas internacionales actualmente en funcionamiento,


nos convenceremos una vez más de cuán acertada era la tesis leninista en la que se
afirmaba la imposibilidad de que las mencionadas asociaciones pudieran servir de
instrumento para resolver pacíficamente las contradicciones y los conflictos de todo orden
que surgen entre los grupos imperialistas. Los monopolios internacionales son incapaces
de eliminar la competencia, como también lo son las asociaciones de capitalistas en el
interior de cada país. Lenin subrayaba que "precisamente la unión de dos <<principios>>
contrapuestos entre sí -la competencia y el monopolio- es lo sustancial en el imperialismo,
y precisamente esta unión es la que prepara su bancarrota, es decir, la revolución
socialista".

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