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Unidad Temática I: ENTORNO A LA POLÍTICA

1. CONCEPTO DE POLÍTICA
A través de la historia encontramos una serie de apreciaciones sobre política en pensadores de
genial dimensión como Platón, Aristóteles, Séneca, Polibio, Maquiavelo, Santo Tomás, Hobbes,
Bodin, Lecke, Suárez, Belarmino. Montesquieu, Rosseau, Tosqueville, Marx, Stuart Mill, Lenin,
Bertrand Bussell y otros.

Platón decía que la política es la "ciencia regia", Aristóteles, sostenía que era una mixtura
institucional y social.

Siendo la acción política objeto de estudios cada vez más especializados, los pensadores modernos
que se preocupan por el tema en la gran mayoría son científicos políticos, aunque hay también
sociólogos, economistas, juristas y filósofos, al igual que sus antecesores clásicos han planteado
una serie de definiciones y elaborado diversos conceptos que a continuación exponemos:

En uno de sus múltiples ensayos, "La Política como vocación", el famoso sociólogo alemán Max
Weber sostiene que la política es "sólo dimensión, o la influencia sobre la dirección de una
asociación política". Según el tratadista germano, política significa esfuerzo por compartir el
poder, o esfuerzo para influir sobre la distribución del poder, ya sea entre Estados o entre grupos
dentro de un Estado. Observa Weber, que "los que actúan en política luchan por el poder, bien
para servir otros fines, ideales o egoísmos o bien como "poder por el poder"; es decir, para
disfrutar de la sensación que proporciona el poder. Con estas palabras Weber está señalando un
elemento esencial de la política: su naturaleza agonal.
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La política es lucha por el poder. Los móviles que dan sentido a esta lucha son variados. Pueden ser
fines nobles como la toma y toma del poder para liberar a los pueblos de la dominación y explotación
de los poderosos; pueden ser fines innobles como la captura del poder con el solo y único afán de
gozar de las prebendas, privilegios y prestigio que éste ofrece.

Una de las notas esenciales del poder - según Weber -es la dominación, que se sustenta en el uso de
la fuerza física, de la represión, y del cuadro administrativo (burocrático-administrativo), que
garantizan el establecimiento de un statu-quo determinado.

Maurice Duverger, politólogo francés, medita sobre la política como "ciencia del poder" y como
"ciencia del Estado" y aunque estima importante considerar al Estado, por ser una estructura
fundamental en donde actúa y se desenvuelve la vida política, se pronuncia a favor de la política
como "ciencia del poder". Señala Duverger que la política, su significado y naturaleza, es siempre
ambivalente. Para demostrarlo da un ejemplo partiendo del mito romano del dios Jano, al sostener
que "la imagen de Jano, el dios de las dos caras, es la verdadera representación del Estado y la
expresión más profunda de la realidad política".

Para dicho científico-político galo, la política como organización institucional (Estado) y como
realidad social (política práctica) es lucha e integración. Ello es así porque el Estado, institución
de poder a través de la historia, no es sólo un instrumento de dominación sino también de
integración que intenta asegurar "cierto orden social".

La tesis de comprender la política como realidad social e institucional organizada es expuesta, con
meridiana claridad, por el politólogo norteamericano David Easton, para quien la política es una
"forma de hacer" que se traduce en actividades grupales (partidos políticos, grupos de presión) y en
formas de gobierno que establecen medidas de interés para el conglomerado social. En Easton
siempre encontraremos una identificación de la política con la autoridad, al sostener que "se hace
política o luchan los diferentes grupos para influir en el tipo de medidas de carácter autoritario".
Luego, a este concepto agrega lo siguiente: "Si fuera a resumir el concepto de política inspirado en
nuestro sentido común probablemente tendría la siguiente forma: la vida política se refiere a toda
actividad que influye de manera importante en el tipo de medida autoritaria que adopta una sociedad
y la forma en que la pone en práctica".

Para David Easton "la vida política es un sistema de conducir, incorporado a un ambiente a cuyas
influencias está expuesto al sistema político mismo, que a su turno reacciona frente a ellos”.

Esta concepción de Easton no se limita a admitir que la política es un "sistema de conducta" y que se
trata de un "Sistema aislado", es decir, cerrado. Por el contrario, desde el punto de vista de Easton,
la vida política es un sistema abierto, expuesto a la influencia de otros sistemas y rodeado de los
ambientes físico, biológico, social y psicológico. Más aún, Easton no se queda allí: pretende ir más
lejos al sostener que el sistema político, en sí toda la vida política, tiene capacidad de
autorregulación para responder a las perturbaciones que lo engloban, de manera que tiene una
especie de capacidad de adaptación.

De la visión eastoniana de la política se desprende la siguiente conclusión: "los sistemas políticos


acumulan gran cantidad de mecanismos mediante los cuales pueden tratar de enfrentarse a sus
ambientes. Gracias a ellos son capaces de regular su propia conducta, transformar su estructura
interna y hasta llegar a remodelar sus metas fundamentales. Pocos sistemas, aparte de los sociales,
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gozan de esta posibilidad.

Hemos hecho un breve comentario de las tres más importantes definiciones que se han dado sobre
política en los últimos años; pero sin duda dentro de este período hay otras muy importantes que no
se pueden descartar y que vamos a indicarlas, si bien no es nuestro propósito analizarlas en estas
líneas como hemos hecho con las de Weber, Easton y Duverger.

"Política es la actividad humana fundada en intereses justificados ideológicamente, que pretende


conseguir objetivos valederos para toda la comunidad mediante el ejercicio del poder público
organizado y el flujo sobre él" (Pablo Lucas Verdú).

"Un sistema político es cualquier patrón persistente de relación interhumana que englobe, en un
significado extenso, el poder, la regla y la autoridad" (Robert Dahl).

"La política es la toma de decisiones por medios públicos" (Larl W. Deutsch).

"Por política entendemos el conjunto que se establece entre individuos y grupos animados de
deseos contradictorios y de relaciones estables de autoridad y de dependencia" (Francoise
Parroux).
En estas definiciones encontramos conceptos que son propios de la acción política como poder,
decisión, autoridad, interés, ideología, acción grupal, dependencia.
Hay politólogos que prefieren abstenerse de dar una definición sobre política, porque consideran
que el término es ambiguo e impreciso, Así lo cree, por ejemplo, Robert Murphy al afirmar que hay
dificultades en dar una definición única y omnicomprensiva de política; y Beiley, quien está más
preocupado por comparar la política con el juego, porque sostiene que ambos se mueven dentro de
ciertas reglas.
Los soviéticos Yákivlev, Bieglov, Bikkenin, Brutents, Kelle, Okorelov, Vólkov, Petrenko y Zeglandin,
quienes parten de la concepción de Lenin sobre la política, sostienen que "la política es la expresión
concentrada y la culminación de la economía".

Los politólogos soviéticos admiten que la política tiene una relativa independencia de la economía,
y también la capacidad para influir sobre ella.
Consideran que, por ser la expresión concentrada de la economía, depende de ésta, porque sirve
para mantener y sostener un régimen. La política es una superestructura de lo económico, que es la
base de lo social.
La concepción marxista de política vincula correctamente la acción política con la acción
económica y está atenta a sus interrelaciones.

Así como hay diferencias de regímenes políticos y existen diferentes regímenes económicos, la
sociedad se diferencia siempre en ambos regímenes.
La concepción soviética de la política es clásica y está fuertemente ligada a las interpretaciones que
ha hecho Lenin sobre ella.
Otras interpretaciones marxistas de la política distinguen la política de los políticos; distingo que
también hacen politólogos "no marxistas" como Jiménez de Parga y Burdeau. Desde la perspectiva
marxista, lo político se reduciría al Estado: es pues, la superestructura jurídico-política del Estado; en
cambio, la política es la práctica política de clase.

Nicos Poulantzas diferencia con acierto la organización política de la práctica. Dice que mientras
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la primera es una superestructura, la segunda es la acción conflictual. En este caso, la política
como acción humana es lucha de clases. Esta idea coincide con las de Marx y Engels, quienes
sostienen en "El Manifiesto Comunista" que "toda la lucha de clases es una lucha política".
Es significativo, por otra parte, el aporte de los politólogos argentinos para la comprensión de la
política. Según Carlos A. Floria "la política" es una dimensión constitutiva del hombre, de modo que
no se puede proponer no tener un comportamiento político o ser apolítico, porque de alguna forma
ello es una posición política" (16). Entiende Floria que la política se ocupa del poder, que es un
fenómeno intrínsecamente político.
El planteamiento de Floria nos parece correcto. Las posiciones apolíticas son políticas en la
medida en que evitan el desenvolvimiento dinámico de la política y contribuyen al mantenimiento
de las injusticias sociales en un sistema. Esta posición "apolítica" tiene las características propias
del pensamiento y conducta totalitarios y reaccionarios, que intentan encapsular la vida política
dentro de marcos institucionales y categorías ideológicas consideradas inmutables. Las posiciones
apolíticas contribuyen al mantenimiento del sistema y en tal sentido son conservadoras. Ven un
peligro en la difusión de ideas distintas a las del sistema imperante y en conflicto social.

Ello sucede frecuentemente con las corrientes tecnocráticas, administrativas y burocráticas que
pretenden desvincular la ciencia y la técnica de la política, haciéndolas vivir en compartimientos
distintos como si el ejercicio del poder no fuera el producto de una técnica orientada a inclinar
voluntades, que con acierto llama Mario Justo López, aspecto formal de la política.
También nos parece correcto el planteamiento de Floria sobre las dimensiones políticas, pues la
característica de toda relación de poder es la de mando- obediencia, que se produce a
consecuencia de los mecanismos que utilizan los grupos de poder dominantes para inclinar
voluntades, a fin de poner en práctica un proyecto político determinado. Estos mecanismos de
poder son: la Fuerza Armada, la ley positiva y los sistemas educativos y propagandísticos; reflejo
de la mezcla de tres elementos claves en toda política formal de dominación: fuerza, Derecho e
ideología.
Según Jorge Venossi, "cuando se hace política se está creando o se está tratando de reemplazar un
sistema de lealtades por otro”.

Estas lealtades pueden ser hacia las ideas, hacia los hombres o hacia los intereses. Para que la
política funcione bien estas tres lealtades deben interrelacionarse, pues de no ser así se produciría
el descalabro. La política como acción no es sólo lucha; es proyecto y construcción de estructuras
sociales y de Instituciones. De allí que es más importante el político fundador que el conductor,
sostiene Vanossi. El político fundador y visionario es escaso. Por lo general, la vida política
cotidiana favorece a los conductores.

Luis R.M. Dellera Jofré sostiene que la acción social se convierte en acción política cuando su
finalidad es el poder. Para este científico-político argentino "el fenómeno social se trasmuta en
política recién cuando el objetivo último perseguido es posible de ser merituado como finalidad de
poder". Agrega luego que "la relación así generada se interesa en provocar presión a full de uno de
los términos sobre otro; en tratar de alterar la voluntad, en pretender modificar la conducta: el emisor
puede intentar o transformar la relación social en relación de poder definitivo, o utilizar para adquirir,
conservar, aumentar o disminuir su propio poder”.

De estas observaciones se desprende que las relaciones sociales, tal como sostiene Puolantzas,
Onofri y Pissorno, son relaciones de poder. Su característica principal, la de inclinar voluntades y
conductas para poner en práctica un proyecto político, es consecuencia de la dinámica de la
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sociedad en su faz agonal y arquitectónica.

El planteamiento de Mario Justo López.


Mención especial y estudio detenido merece el planteamiento que hace el politicólogo y jurista
argentino Mario Justo López. El considera que la política es un término de difícil definición por su
naturaleza múltiple, polifacética, variable, simbólica y multirrelacionada. Para López, la política es
una realidad plenaria en donde interactúan una serie de elementos que constituyen las diversas
fases de la misma.

Como realidad polifacética, la política tiene una fase estructural, otra dinámica, una agonal y otra
arquitectónica.

Sostiene dicho profesor argentino que "la actividad política no se desarrolla en el vacío, no tiene
sentido sino como relación interhumana, y tal relación implica una estructura que se presenta como
jerarquizada, existente entre los seres humanos, que permite a los unos inclinar la voluntad de los
otros. Esa estructura, aunque puede presentarse, a veces, muy débil y fluida, ofrece siempre una
tendencia natural a traducirse en instituciones políticas-órganos y normas- con vocación de orden
y estabilidad.

Si concebimos la estructura social como el conjunto de grupos que desempeñan roles y funciones,
que son complementarios y diferenciados dentro de una relación jerarquizada, no cabe duda que la
política acontece en ella como actividad humana y relación interhumana. Las diferencias en la
organización funcional de las estructuras son las que determina, en gran medida, la jerarquización
y el ejercicio del poder político. Es una secuencia de órdenes verticales entre las diversas instancias
institucionales de la estructura. Así, quienes desempeñan roles y funciones de más alto nivel en la
estructura social son aquéllos que tienen mayor capacidad de decisión para encausar el
comportamiento individual y social.
La estructura social vendría a ser el terreno en donde se desenvuelve la acción política, pero ésta
no es un terreno baldío: es un terreno organizado, debidamente planeado a través de las
instituciones. La revolución social consistiría en la ruptura de la estructura jerarquizada de
dominación y de poder y el cambio de una estructura por otra en donde no existan jerarquías y los
roles sean funcionales.
La actividad política que opera dentro de la estructura social es dinámica y está en constante
movimiento y cambio. La actividad en la política tiene como principal fin la captura del poder político,
o en otros términos, de los roles y funciones que permiten el ejercicio de ese poder. Al respecto
Mario Justo López sostiene que la política como "actividad, tiende inmediatamente a la conquista y
conservación de los cargos o roles, o también, caso contrario, a resistir la actividad desplegada
desde ellos. La faz dinámica de la política traduce una vocación de movimientos y cambio".
Los participantes en la acción política que actúan dentro de la estructura y en relación dinámica,
entran en conflicto por razones de orden ideológico, social y personales, es decir que entre ellos se
produce una lucha por conquistar o conservar el poder. A esta lucha se le denomina faz agonal.
Indica López que "esa competencia, esa lucha por la conquista, y en un momento, por la
conservación de los cargos y roles, forma parte de la faz agonal de la Política". En la faz agonal, la
lucha puede darse dentro de los cruces normativos e institucionales establecidos en la estructura
social. En tal sentido, los grupos antagónicos actúan dentro de los límites señalados por la ley. Esto
sucede, por ejemplo, en la democracia representativa y competitiva, o también en las monocracias.
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Pero la lucha puede extenderse más allá de los cauces normativos e institucionales llegándose a la
"destrucción organizada", como dice Mannheim, a través de la guerra revolucionaria, o a través de
medidas revolucionarias que paulatinamente van mellando y desdibujando el orden institucional de
una estructura social. El fenómeno de la influencia, tan frecuente en política, también desempeña
una función importante como elemento integral de la faz agonal.
El acto de influir es diferente al acto de capturar el poder. A los grupos de influencia y de presión no
les interesa capturar el poder para ejecutar un proyecto político determinado, sino por el contrario,
persiguen modificar las medidas y las conductas de quienes ocupan roles y funciones en las
instituciones de la estructura social, para que éstos tomen medidas a favor de sus intereses.

Los grupos de presión y de influencia se valen de una serie de medidas para llevar a la práctica sus
objetivos. Desde el chantaje, pasando por los medios de comunicación o utilizando relaciones
directas de contacto cara a cara con quienes ejercen el poder.

La realidad política, que es agonal y que opera dentro de una estructura social, tiene, por último, la faz
arquitectónica. No cabe duda que de alguna manera los hombres elaboran "modelos" de organización
social y que luego luchan para llevarlos a la práctica.

De allí que la política sea también organización, conducción y administración del comportamiento
individual y colectivo. La ejecución de un proyecto determinado impone una secuencia de pasos
aparentemente prefijados, que pasan de la simple concepción teórica del modelo, a la planificación,
organización y control de la sociedad. Así los políticos que ponen en acción "su modelo" son
arquitectos o ingenieros sociales, hombres eminentemente prácticos, ejecutores de un plan
determinado. López dice que la faz arquitectónica "es la actividad creadora, constructora,
conductora, integradora, sin que estos calificativos importen en modo alguno, juicios de valor". Lo
que debe admitirse es la necesidad de organizar la sociedad. El problema consiste en saber cuál de
los "modelos" propuestos es el más adecuado.

La realidad política es variable, cambia en el tiempo; con los hechos políticos, al igual que los hechos
históricos, no se repiten de igual manera.
No obstante, habría que buscar ciertas constantes de regularidad cíclica que nos permitan precisar
objetivamente leyes de la política aplicadas en todas las épocas de la historia. Quizás el desgaste
progresivo de los sistemas políticos, el desgaste de los gobiernos y las revoluciones, se repiten a
pesar de sus diferencias y, en tal sentido, podrían formularse leyes de esta naturaleza que sean
universales para todas las épocas y para todos los casos posibles.

Por último, la realidad política es una realidad simbólica. La ideología, como concepción del
mundo y como expresión de clase social, determina el comportamiento social y político. Los
hombres crean una serie de teorías para justificar la posición privilegiada que ocupan en la
estructura social. Incluso, llegan a afirmar que la situación es objetiva, racional y científica.

El elemento subjetivo juega un papel importante en la vida política y esta subjetivación conduce a
internalizar una visión determinada como un fenómeno universal, válido e inmovible. Lo ideológico y
lo político están íntimamente ligados, y muchas veces las ideas que tenemos sobre las cosas no son
la fiel expresión de su objetividad sino el reflejo de una deformación de la realidad.

La sociedad política está organizada en función de esas ideas, y el agente sujeto de la política, el
hombre político, actúa en función de valores internalizados, como expresión del proceso de
socialización del comportamiento.
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A la adecuación de las conductas, al conjunto de ideas rectoras que justifican un "modelo político", se
le llama proceso de ideologización.

Rasgos característicos de la política.

A continuación como resumen y utilizando todo lo expuesto, vamos a señalar los rasgos
característicos de la política. Creemos que son constitutivos los rasgos siguientes:

a. La política es parte de la realidad social y está inmersa en ella.


b. La política es actividad humana interrelacionada.
c. La política es la expresión del ejercicio del poder coactivo físico dentro del proceso de
decisiones de efectos colectivos.
d. La política es una actividad dinámica y agonal.
Se basa fundamentalmente en la lucha por el poder político y en los diversos intereses
ideológicos y materiales que expresa acción humana.

Teniendo en cuenta las anteriores características, podemos intentar una definición de Política:

La política es una actividad humana y una relación Inter-humana que acontece en una estructura
social, dinámica y agonal; la misma que, dentro de una medida significativa del ejercicio del poder
físico coactivo que manifiesta aspiraciones ideológicas para poner en práctica un modelo societal,
afecta el comportamiento colectivo con el fin de inclinar voluntades, de una manera eficaz.
2. LA POLÍTICA COMO PRÁCTICA SOCIAL.
Para Poulantzas, la política y la historia están íntimamente ligadas. La política es la expresión de una
práctica social, de una acción dinámica. La práctica política como expresión de la dinámica política,
en el devenir histórico ligado a las luchas de clases, haría de la política una ciencia revolucionaria
orientada a los cambios profundos de la sociedad.
Sostiene Mihailo Markovic que la política es la "realización de todas aquellas actividades y la toma
de todas aquellas decisiones mediante las cuales son regulados y dirigidos los procesos sociales
públicos esenciales".

Este filósofo yugoslavo estima que en la política hay dos formas de realización y manifestación. Por
una parte, es actividad y, por otra, es decisión. La actividad y la decisión tienen una función de
regulación y dirección de los procesos políticos. La política es un mecanismo de regulación del
comportamiento inter-subjetivo y de los conflictos sociales. Partiendo de Marx, Markovic señala los
rasgos esenciales de la política como forma de deshumanización y despersonalización. Las formas
de alienación política según Markovic serían:

a. El hombre pierde el control de las instituciones políticas, del Estado, del partido, que él
mismo ha creado y que funcionan en su nombre.
b. En una sociedad burocrática (entiéndase contemporánea) el hombre se aliena respecto a
los demás, tanto si pertenece a los dominadores como a los dominados. En la elección de
aquéllos con quienes desearían mantener relaciones estrechas, no tiene fundamental
importancia para él quién sea el otro hombre sino qué función ejerce.
c. En la sociedad burocrática la actividad política deja de ser creadora.
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d. Todas estas condiciones llevan a la ruptura total entre la existencia política del hombre y su
esencia auténtica posible.

La política es la lucha por el poder. Pero no es lucha ciega, al menos modernamente, pues se halla
condicionada por intereses morales, por ideologías que conforman una cultura política, o sea un
ámbito que es parte de la cultura general. La realidad social es gobernada y orientadas por la política
en cuanto a vocación de poder. La actividad política se diferencia de las demás funciones sociales en
el hecho de que sobre ella recae la responsabilidad de dirigir lo social. Mucho antes de que hubiera
Estado, la actividad política existía como función social que organizaba la cooperación del grupo. El
concepto de lo político es más amplio que el de lo estatal; no sólo la actividad política es anterior a la
aparición del Estado sino que existen grupos políticos dentro del Estado y entre los Estados. No toda
actividad del Estado es actividad política, pues la mayor parte de sus funciones constituyen aspectos
de mera administración. Ordinariamente, la actividad de los órganos estatales subordinados, que se
realiza siguiendo pautas precisa, no es función política. Esta consiste en dirigir la marcha del Estado
o en disputar la tenencia del Poder.

La idea del poder ha sido obsesiva en muchos pensadores alemanes, sobre todo desde el siglo
diecinueve. "La voluntad de poder" fue exaltado por Nieztche y primó como teoría sicológica y racial
con el nazismo. Cuando el Estado resulta un ente ávido de poder, ello conduce, inevitablemente, a
la dictadura en lo interno y a la guerra en lo exterior. La política se explica por la aspiración al poder y
a la ostentación de él, lo que pervierte con frecuencia todo sistema de valores y lleva a constatar que
los recursos jurídicos de nada sirven frente a los hechos de poder. Si la vida internacional se mira
con realismo, no puede negarse que ella obedece, casi siempre, a un pugna de poder, pugna que
puede ser sutil o con despliegue de fuerza, pero que subyace respecto de las doctrinas y las
declaraciones retóricas.
El poder político es el único que puede ejercerse sobre la comunidad entera, a diferencia del poder
económico, del poder religioso o del poder sindical. El poder es multiforme e incluye desde la
jefatura de una organización de cualquier tipo hasta el de la burocracia. Pero el cargo político es
el único que inviste de autoridad global, el que dota de la aptitud para imponer un orden de
conducta. El poder económico o el sindical son prominentes, pero no alcanzan la amplitud y
eficacia del poder gubernativo, que es el máximo. El empuje de una convicción determinada mueve
a los hombres a una acción unida, como sucede con los nacionalismos que ofrecen motivación
eficaz para el todo social. Los poderes distintos al poder político pueden ser temporalmente muy
fuertes o aún dominantes, pero si bien influyen en la vida del Estado al punto que no cabe afirmar
que existe una forma de poder social con carácter de absoluto, el poder del gobierno resulta
siempre distinto e impone a la comunidad el sentido unitario que esta requiere. Puede ser influido,
a veces quebrantado, pero se reconstituye por necesidad vital del grupo humano y emprende su
propia dirección, para realizar un orden determinado. Al final de toda crisis, es el poder de signo
político el que predomina sobre el mando militar, la influencia económica o la presión sindical.

El poder cumple una triple función: de dirección, de especialización y de coacción. En efecto dicta
reglas, las aplica de modo continuo y sanciona a los infractores.

3. LA POLÍTICA COMO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.

La Ciencia Política es una ciencia crítica que ha venido a destruir la ingenuidad del derecho
constitucional, que encubría en parte los hechos al atribuir a las formas una realidad separada de la
vida que las inspira. Equivale a la sociología política, o sea que es una ciencia pragmática y
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realista, empírica. Sus especialistas se denominan politólogos y en los países anglosajones
«científicos políticos». La nueva disciplina se ha desprendido de la Sociología, con dimensión propia,
a partir de la Segunda Guerra Mundial. Analiza la naturaleza y el ejercicio de la autoridad. Es objeto
de su estudio la relación mando-obediencia dentro de la sociedad. Hace luz sobre el gobierno como
hecho y sobre el origen y la formación de las decisiones políticas. Este estudio del proceso decisional
(decision-making processus) permite particu-larizar lo político dentro del marco de lo social. Se trata
de un conocimiento preferentemente sociológico, dado que el poder reprime pero a la vez absorbe la
influencia innovadora de los gobernados.
3.1. POLÍTICA Y CIENCIA POLÍTICA
También debe distinguirse entre política, que es acción práctica, disputa del poder, y la ciencia
política, que es conocimiento reflexivo del objeto de la política. Ni la teoría del Estado ni el derecho
constitucional pueden hacer abstracción del acontecer real, de esa «vida estructurada en que
consiste el Estado» como anotó Hermann Séller. Por eso, el ser y el deber ser no pueden ser
totalmente emancipados; cuando se pretende hacerlo, nos encontramos con que todo lo estatal se ha
volatilizado y flotamos en la vaguedad.

Es tan grande la importancia alcanzada por la ciencia política que Georges Burdeau, eminente
profesor de la materia, pretende que el derecho constitucional sea segregado de las disciplinas
propiamente jurídicas y pase a ser considerado como complemento de la ciencia política, en el área
de las ciencias sociales. En verdad, la politología refleja una nueva actitud mental, pues aborda los
temas con realismo penetrante. Mediante el análisis de lo fáctico esclarece lo doctrinario e incita a
remodelar las estructuras tradicionales. El estructuralismo, corriente filosófica que es ante todo un
método, comienza a ser aplicado a la ciencia política, con el ánimo de encontrar invariantes en las
relaciones de poder. Pero su estudio del comportamiento político es todavía incipiente, por lo que no
cabe hablar de constantes.
No es demás subrayar que la ciencia política propiamente dicha es sociología. Estudia el
comportamiento humano en un área de la actividad social. Se ha enriquecido con observaciones de
la sicología social y guarda relación con disciplinas no sociológicas, como son el derecho
constitucional y la teoría del Estado, de carácter jurídico y filosófico, respectivamente. El poder se
legitima por su institucionalización como Estado, o sea cuando se organiza como autoridad
impersonal. A partir de entonces se entiende que ejerce coacción con miras de proteger los
derechos de cada cual y a cautelar el cumplimiento de lo deberes.
No basta hoy el análisis de las disciplinas constitucionales o el razonar sobre las teorías políticas que
justifican el ejercicio del poder. La investigación sociológica ha penetrado todas las disciplinas
atañederas al Estado y trata de elucidar la conducta política. Por ello, como quieren Duverger, Gatlin
y Bentley, las expresiones sociología política y ciencia política son equivalentes. Explicarse la política
sobre bases científicas, es decir descubriendo las leyes del comportamiento político, es la aspiración
de la ciencia política. Desde luego, sin incurrir en la exageración de formular leyes de rigor
matemático o con la precisión de un recetario, puesto que la observación de la conducta humana
sólo permite esbozar leyes tendenciales.

El trasfondo económico y social, antes ignorado por los expositores políticos, aflora modernamente
con interés avasallador. Se analiza el papel que cumplen los sindicatos, la Fuerza Armada, los
medios de comunicación o información (prensa, radio, televisión), la Iglesia, los grupos de presión,
los electores, la opinión pública. Toda la política ha entrado en crisis y sus fundamentos doctrinarios
son revisados hasta llegara posiciones anárquicas. En algunos países la opinión se divide por
mitades, determinado gobiernos precarios, o de indefinición obligada. Por doquiera se indaga e
impugna respecto de la alineación, del burocratismo, de la tecnocracia privilegiada, de los
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mecanismos de poder, de la dominación y del «poder popular». La redistribución de la renta nacional
entre los diversos sectores, la conducción de masas, la fabricación de mitos, la estrategia
revolucionaria, la prioridad de acumulación de capital nacional, las aspiraciones a una justicia social
real, las superestructuras y la correlación entre el poder y el status de diversos grupos, todo ello ha
determinado una movilización del interés intelectual, dirigida a desmontar la teorización abstracta.
Claro está que tal inflación sociológica, acompañada casi siempre del uso de un lenguaje esotérico,
ocasiona distorsiones de la realidad y de las ideologías, pero el cúmulo de observaciones y
planteamientos inquietantes resulta sumamente útil para hallar la verdad.

3.2. LA ÉTICA Y LA POLÍTICA.


La Ética es la encargada del estudio de la conducta moral y de las obligaciones del hombre en la
vida social; es decir, ética es la investigación filosófica de los problemas relativos a la conducta
humana. Ética es la parte de la filosofía que trata sobre la moral y las obligaciones del hombre. Es la
filosofía de la moral. En las ciencias de las costumbres, la moral al fijar las normas que deben regir
la conducta del hombre en todos los momentos y circunstancias, la ética se erige como fundamento
de la vida social.

4. OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA.


La descripción e interpretación del fenómeno político, es decir de la movilidad del poder, o sea de los
hechos políticos, es decir de la vida política, constituye el área propia de la ciencia política. Pero con
frecuencia, sobre todo cuando la tratan autores franceses, la ciencia política ensancha su ámbito y
pretende constituirse en ciencia global del Estado. En su acepción estricta, la ciencia política es el
conocimiento de la vida política, del comportamiento humano en relación con el poder, la
dominación y la toma de decisiones. En una acepción amplia o globalizadora, atañe al Estado:
ideas, instituciones y vida. Hasta hoy no existe unanimidad respecto a establecer si el estudio de las
realidades y de las abstracciones que conforman el Estado constituye una sola ciencia o varias, o sea
si cabe emplear la expresión ciencias políticas o solamente la de ciencia política.
Distinguiendo entre teoría del Estado y ciencia política, repetiremos que esta última es la ciencia
del poder; de los hechos y no de los principios. La teoría del Estado se propone desentrañar la
esencia del Estado, o sea lo que éste tiene de permanente, aquello que le confiere identidad. Pero,
dado que existe una conexión indisoluble entre lo teórico y lo práctico, la actitud teórica no alcanza
a desprenderse de los factores reales para cobrar una autonomía radical. Por eso, en todo estudio
doctrinario sobre el Estado advertimos la presencia, o cuando menos la referencia ilustrativa, de
hechos reales, con valoración política.
El estudio del derecho constitucional, que debería circunscribirse a los textos legales supremos, se
extiende hoy al análisis de las instituciones políticas, tal y como funcionan en la realidad. Casi
siempre existe disconformidad entre los textos legales y los hechos. Tal contraposición entre los
hechos y el derecho distingue qué parte del derecho tiene aplicación real y qué parte no la tiene.
Más aún, hoy reluce que el ordenamiento jurídico se esfuerza por coordinar la realidad con la
legislación, adecuando ésta a aquélla. El derecho constitucional, para analizar instituciones que la
constitución ignora, tales como los partidos políticos, la prensa, los grupos de presión, la manipulación
de la opinión pública, recurre a la ciencia política, desprendida de la sociología.

4.1. MÉTODOS Y TÉCNICAS DE LA CIENCIA POLÍTICA.


Efectúase así un valioso proceso de abstracción. Dicho proceso, partiendo del estudio de los hechos
políticos (ciencia político), conduce al estudio de la organización formal del Estado (derecho
constitucional), y por último, se eleva a lo especulativo racional (teoría del Estado). El eslabonamiento
de las tres disciplinas es constante y resulta imposible demarcarlas con nitidez excluyente. Pero, en
sus líneas fundamentales, cada una tiene su ámbito propio y constituye una etapa de la operación
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gnoseológica que permite penetrar en la naturaleza del ente estatal.

La técnica de la ciencia política tiene mucho de sociología y aún de micro- sociología, como cuando
estudia la formación de líderes o el discurrir de las opiniones en grupos de magnitud menor que la
sociedad nacional o regional. Pero guarda gran conexión con el derecho, como que muchos de los
investigadores llamados científicos políticos (political scientist) han ejercido primero como
constitucionalistas y recaen en lo jurídico, no obstante el móvil de su disciplina. Su pragmatismo no
les impide elevarse a abstracciones, a conceptos generales que están más allá de los datos
materialmente identificables. Al aprehender el fenómeno político que está inextricablemente unido al
conjunto de fenómenos sociales, realizan un proceso de abstracción para expresar la unidad de la
esencia. Como dice Burdeau, sin tal abstracción la ciencia política resulta encadenada a la política
menuda; se hace de ella una simple recopilación de recetas para cada contingencia. El científico
político realiza investigación valiosa, pero se halla lejos de la objetividad que proclama. Al fin y al
cabo, está implicado en la «la aventura humana que analiza», aunque no se crea comprometido;
tanto más en los casos en que se sabe comprometido y considera que tiene por ello un mayor título
moral.

4.1.1. BOSQUEJO DE LA EVOLUCIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA

Democracia, definía el Dr. Raúl Ferrero, es la forma de gobierno que se concentra en la libertad y la
justicia. Está orientada al bien común y al respeto de los derechos humanos. Se basa en el
predominio de la mayoría y en el derecho de oposición.

En síntesis, quien fuera profesor de este Centro, nos decía lo siguiente: el predominio de la mayoría
y el derecho de la oposición, se reflejan sólo en lo que se ha dado en llamar democracia
representativa, forma de gobierno en que el pueblo depositario de la soberanía elige a sus
mandatarios para que ejerzan el Poder.

La minoría es un problema de legislación electoral, si se acepta su presencia tal como lo demandan


las doctrinas democráticas. La cuestión es que se debe conciliar la decisión (mayoría), con la
representación (minoría), a fin que se pueda gobernar. La misión de la minoría es supervisar; la de
la mayoría, gobernar. En consecuencia, minoría puede ser un tercio, un cuarto, un quinto de
representantes y, a veces, mediante la cifra repartidora, se introduce no una sino varias "minorías"
lo que, a nuestro juicio, entorpece el desenvolvimiento de las instituciones políticas.

Su destino, agrega el maestro, en la síntesis que interpretamos, es asegurar la libertad y la justicia,


consagrar la plena vigencia de los derechos humanos y, sobre todo que el poder se oriente hacia el
bien común.

John Stracey en "El desafío de la Democracia", estimaba que un país era democrático, cuando en
los ciudadanos adultos procuran gobernarse a sí mismos en vez de dejarse gobernar por una
autoridad que escape totalmente a su control, entre sus preocupaciones señalaba: que si el pueblo
desea ser gobernado en su propio interés, debe hacerlo el mismo, pues nadie lo haría mejor. "...No
hay nada que pueda sustituir satisfactoriamente al gobierno propio, cuando el gobierno está en
manos de terceros resulta al final un gobierno de beneficios de terceros. Si se encomienda la
función de gobierno a un sólo individuo, como es más frecuente, a una sola clase, se termina
siempre siendo explotado".

Las libertades que este autor invoca, son clásicas, las de asociación, de palabra, de reunión y la
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cuarta que denominaba el imperio de la Ley. Esta última, un poco difícil de explicar, le reducía el
deseo de todos los hombres de ser regidos por las leyes y no voluntades arbitrarias.

Lenín en "El Estado y la Revolución" caracteriza a la utópica sociedad que quería formar como
aquella en donde había "la completa elegibilidad y revocabilidad en cualquier momento de todos
los funcionarios, sin excepción". Si comparamos, vemos que la alternabilidad de la democracia
representativa es realidad, mientras que la promesa de alternabilidad marxista, no se ha cumplido.

Por el contrario, en los países en donde gobiernan marxistas el político vitalicio es la realidad
mientras que la alternabilidad sigue siendo promesa.

Hemos citado este pasaje de Lenín, porque nos preguntamos si el concepto democracia, tal como lo
conocemos hoy, ha existido siempre.

Y aquí es bueno hacer un primer deslinde. Hablamos de democracia, porque la evolución de las ideas
políticas tienen que encararse alrededor de este término. La política está siempre vinculada al
poder, se dice incluso, poder político. Todo análisis de la política debe llevarnos, necesariamente al
poder. Y, si rechazamos el poder despótico, debemos admitir que hay un poder democrático. Esa es
la razón por la cual nuestro análisis gira alrededor de esta palabra. Y si hemos hecho este primer
enfrentamiento con Lenín, es porque los marxistas critican lo que llaman democracia burguesa, por
oposición a la que denominan democracia popular.
Debemos señalar que no existe un contrasentido o redundancia en usar ambos términos.
Etimológicamente democracia significa demos-pueblo; cratos, poder, poder del pueblo. Decir
democracia popular no es decir poder del pueblo popular; se quiere graficar la idea de un gobierno
ejercido por la clase explotada, el pueblo, pero por el pueblo sólo comprenden el proletariado y al
campesinado, y llaman a nuestra democracia burguesa, (también la califican de formal, literal),
porque consideran que es un sistema que naciendo con la revolución francesa, descansa en la clase
media (burgo viene de ciudad), y sólo la sirve. Hay aquí cuando menos, dos planteamientos
encontrados.
Y vemos que la alternabilidad propuesta por la democracia se cumple, mientras que el buen
propósito marxista ha trocado la alternabilidad por la perpetuación política en el poder.
Podríamos decir que la evolución de la sociedad humana se ha dado entre despotismos y poderes
compartidos, entre concentración del poder y el poder ejercido democráticamente. Si las naciones
han sido gobernadas transitoriamente por tiranías, ello no invalida la esencia de la democracia, así
como un eclipse no destruye la presencia de los astros.
Igualmente, en medio de ambas ha surgido el cristianismo para decir lo que se entiende por
democracia, en un esfuerzo por hacernos comprender que su reino puede edificarse en este mundo.
Antes de la Revolución Francesa hay un despotismo, absolutismo lo han llamado, encarnado por
los reyes, quienes presumen que su poder viene de Dios. La voluntad de los monarcas es ley
suprema. Nadie osa contrariarlos, hasta que Voltaire, Rousseau, Montesquieu, llamados los
enciclopedistas, van a cuestionar la teoría de los reyes, forjada por Bodin, desplegando el centro
del poder hacia el pueblo como única fuente de la soberanía. Este es el fin de los gobiernos
hereditarios, vitalicios, sin controles. Es el comienzo de los gobiernos fundados en la voluntad de
poder y sujetados a la normatividad de la ley. La doctrina democrática es muy simple: el poder
emana del pueblo, el pueblo elige a sus gobernantes, los gobernantes se deben al pueblo; la
libertad es el centro de toda la decisión política y la justicia es la meta de todo esfuerzo del poder.
Ello lleva a elaborar toda una arquitectura administrativa que va desde la separación de funciones,
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hasta la fijación de plazos para cambios de los gobernantes, como garantía de la libertad y la
igualdad. El liberalismo va a oponer al feudalismo, el concepto de igualdad por contraposi- ción a
las estructuras estamentarias; la individualidad frente al sometimiento colectivo; el derecho de
todos los hombres como reivindicación al derecho de un solo hombre.
El liberalismo distingue entre sociedad y estado; entre el hombre, como individuo y la sociedad.
Priman los derechos naturales que son inherentes al hombre y anterior al Estado. El derecho a la
vida, a la libertad, a la propiedad son propios de la naturaleza humana, y toda la arquitectura legal
sólo puede edificarse alrededor de estos cimientos. De allí, reiteramos, se diseña la política de la
representación porque el pueblo es el depositario de la soberanía; se esboza la teoría de la
"separación de poderes" como garantía de esa libertad, para que el poder no se concentre en pocas
manos, con el consecuente peligro de la dictadura; y se enmarca un Estado dentro de las normas -
Estado de Derecho -, para que la arbitrariedad no sea la medida de todas las cosas.
Comparado con el feudalismo, el liberalismo es un avance indiscutible. Pero se agota ante las
exigencias contemporáneas, los hombres tienen ansias de justicia, urgencia de dignificación. Sobre
el individuo prima el interés social. Ante la infinidad de problemas, el Estado no puede ser
espectador. La indiferencia estatal no puede institucionalizarse. De aquí deriva otra concepción; el
Estado social de Derecho, enfatizando que tiene prioridad en lo social sin sacrificar el individuo.

El marxismo, convertido en una religión, surgió para oponerse al liberalismo. El materialismo


dialéctico explica los procesos naturales a través del método de los contrarios: tesis o afirmación, le
sigue su antitésis o negación, cuya solución momentánea es la síntesis, la que vuelve otra vez a ser
tésis de una escala superior. Se denomina materialismo, porque se funda en la materia, a la que
considera anterior a la conciencia. El materialismo histórico, basándose en las mismas leyes, se
esfuerza en explicar la evolución social: del feudalismo surge el liberalismo, de éste el socialismo,
cuya negación lleva al comunismo. Habría, eso sí, que preguntarse : ¿Sí el comunismo se convierte
en tesis cuál es su contrario, antitésis?.

La realidad económica, formada por las relaciones que surgen de la propiedad de los medios de
producción, determina una estructura concreta, la que a su vez da origen a una superestructura
formada por leyes, el arte, la religión, etc. Toda estructura social tiene un equivalente de
superestructura. He aquí un fatalismo que rechazamos: la realidad determina el espíritu; la estructura
origina una superestructura. Si fuera totalmente cierto, ¿Cuáles son las posibilidades de liberarse de
un medio opresor?.
A la burguesía como clase social, dueña de los medios de producción, dueña del aparato político, se
le va a oponer el proletariado, como clase antagónica, hasta arrebatarle el poder y fundar una
dictadura que servirá de medio para la construcción del socialismo y pasar de este estado a otra
etapa, que es la sociedad sin clases que llama comunismo y en la que se extinguirá el Estado.
No se puede negar la importancia del marxismo. Frente al liberalismo que partía del supuesto del
hombre libre, nos llamó la atención hacia la dominación del hombre y postuló su liberación, por lo
menos en teoría.

Pero el marxismo no ha creado instituciones políticas propias ni ha cumplido con abolir el Estado, ni
lo ha debilitado como preconizaba Lenin; por el contrario, el Estado se ha fortalecido en dimensiones
fantasmales. No se han atendido las necesidades básicas del hombre, el pueblo no elige a sus
representantes; hay perpetuación en el poder. Los postulados teóricos no han alcanzado concreción
real.

Hay, pues, en ambos sistemas, el liberal como el marxista, graves fallas, pero mientras por la vía de la
libertad es posible concretar alguna forma de socialismo, por el camino del socialismo marxista no
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se alcanza la libertad, como lo prueban los diversos Estados regidos bajo este signo.

Como una solución del choque de los extremos, surgiría el fascismo, aunque tarde se comprobaría
que era otra forma abominable de dictadura. Si el marxismo adecuaba el diseño político a la
infraestructura económica, el fascismo consideraba al Estado como el supervisor del sistema
económico; si el marxismo hizo de la lucha de clases, irreconciliable motor de la historia, el fascismo
se esforzó en soldar o conciliar las diferencias de clases; y, si el liberalismo exaltó la libertad
individual, el fascismo lo hizo sinónimo de egoísmo, en lugar de la soberanía popular proclamó la
autoridad y en sustitución de la igualdad propuso la jerarquía.

El fascismo fue un intento de conciliar ambos sistemas. No extraña por eso la denominación del
nacional socialismo que acuñara Hitler. Ni que Mussolini arguyera que había bebido el socialismo
desde los senos maternos. El falanguismo español y el cooperativismo portugués reivindicaban
idéntica posición. Por descontado que hubo diferencias. El Nazismo se centró en el endiosamiento
de la raza aria, más el estilo de gobierno fue el mismo y todos enfrentaban los males del capitalismo y
el peligro comunista. Podría agregarse que el Nazismo hizo del Estado un servidor de la Nación,
mientras que el facismo pensaba que el Estado es el creador de la Nación. Podría complementarse
esta disertación diciendo que el Nazismo basó su fuerza política en los terratenientes mientras que
el facismo lo hizo en la burguesía; en tanto que el nazismo no trató de corporatizar el Estado, lo que
sí hizo el facismo, la verdad es que ambos tuvieron como común denominador la violencia, la
opresión, la intolerancia. Y acabaron siendo desplazados como sistemas políticos, por la más grande
conflagración que haya atormentado a la humanidad, la segunda guerra mundial.

Frente a esas concepciones surgió el social-cristianismo. Creemos que en el futuro cercano, la lucha
se dará entre el social-cristianismo y el marxismo, por la natural extinción del liberalismo. No se trata
de una tercera posición. El social cristianismo, contenido en las encíclicas toma del liberalismo su
profundo sentido de la libertad humana y los derechos que son esenciales al hombre.

Rechaza el egoísmo individualista, en cuanto trata de prevalecer sobre los intereses generales. Pero
admite, como el marxismo, que si bien el hombre nace libre, hay un orden que le impide desarrollar
su personalidad, por lo que trata de liberarlo; admite las profundas desigualdades económicas y
sociales y postula un replanteamiento de la sociedad para hacerla girar alrededor del bien común.
No cree, a diferencia del marxismo, que el hombre sea un producto de la materia, sin posibilidad de
salvación, ni que deba sacrificar su libertad presente por su utopía venidera.

De allí que la doctrina social de la iglesia preconice una igualdad y un rol más activo por parte del
Estado y un régimen que, menoscabo de la libertad, pueda afirmar la libertad total. La dignidad del
hombre no debe ser atacada. Si admitimos que el marxismo alerta a los cristianos, no queremos
decir que una alianza entre ellos sea inevitable.
Esta pugna que vemos rondando los umbrales, no se dará en el nivel de la satisfacción de las
necesidades, sino en el del respeto a la libertad, de la dignidad, en la trascendencia del hombre;
será la batalla por la primicia del espíritu en esfuerzo por edificar en la tierra el mundo que Dios
quiso a su semejanza.

4.1.2. FINALIDAD DE LA CIENCIA POLÍTICA


La Ciencia Política tiene como finalidad el darnos una valiosa explicación de la dinámica del Estado,
o sea de los grupos que lo dominan. La evaluación hecha por la ciencia política es útil
particularmente a los países en desarrollo para la adopción de una política de mejoramiento social y
de reforma o sustitución de estructuras.
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De este modo, la ciencia política, que es de naturaleza sociológica, se entrelaza con la teoría del
Estado, que es filosofía, y con el derecho constitucional, que es jurídico-positivo, para hacernos
comprender que el Poder, el Estado, el Gobierno, entre otros conceptos, son instituciones
fundamentales para el desarrollo de la sociedad.

Bibliografía
 BIDART CAMPOS, Germán Lecciones elementales de Política. Edic. auspiciada por la UPLA
2002. Leer las Lecciones 1 y 2.
 MIRO QUESADA RADA, F. Manual de Ciencias Políticas. Edit. Libros y Publicaciones. Lima
Perú 2001, 2da Edic. Leer Cap. I.
 FERRERO REBAGLIATI, R. Ciencias Politicas-Teoria del Estado y Derecho Constitucional. 7ma
Edic. Lima Perú 1984. Leer Pag. 17 a 30.
 ANDRADE SANCHEZ, Eduardo Introducción a la Ciencia Política. Edit. HARLA, Mexico 2da Edic.
Leer Cap. I.
 GARCIA BELAUNDE, Domingo Constitución y Política. Lima Perú 1981. Leer paginas 15 a 63.
 BIDART CAMPOS, Germán Ob. Cit. Leer P. 11 a 28.
 MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. Cit. Leer Cap. II.

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