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LA PR U D EN C IA
virtud
T) sconnrlros que la prudencia- esenuna Ia razo¡
I("ü;áú-i- iirYo asiento está
somos capaces
6tict-i"á,- y gracias a la cualque voluntad
ái*áéiái"ii"át los medios -Ia Es1 pugs:
alcanzar Su fln'
áE¡"*
"Jóóáéi-para
i"árir-á-dúi"" incumbe la carg? de eu-tar^l.o^s
pues' elra
;;ü A"=iá; otras tres virtudes' rlace.r
áiüü J caoa una Io que es necesario
;;ü.ji,ñ;"nforme a ta razó¡; qi la const-
de aqur en
-en hemos. g'e hacer
áÉií"iJJ,--como
;&íñiél su actividad concreta' se nos
;;;;;;éi'á como manif-estándose por 911.P:-
que consrrru-
iñ"'a?-éüat1¿ades - intelectualesintegrante-s'
;;. ;ó. decirlo así, las partes
'3f;;ütñ-óruáélte e!' ante todo' un hom-
prudenci?-esta
¡ñ'qüé lá¡e iecordar., pues Ia
iuá¿=uoa-e" la expe4encia, y Ia experrencra
'rü'iitit?"-át Gqoró ae los récuerdos' sraclas
á" iói-"uár"s podemos hacer que PeioI-e- Ltle:-
ensenan-
í.á-uiál pt"iente. -por medio de las memorr.? oe
áe núestta vid-a pasada' La
oité áqúi- há¡Iamos no es -evidentementeeslo
"ál -la
."iñpülaéuitad. de recordar,. aunque,
de
iüii5iiiuvá-lá- base; es más bien el ar¡e
340 E. crlsoN.-sro. rouÁs DE Aeurro SEGUNDAPARTE.-CTPÍTULOU 341
j
346 E. crr,soN.-sro. ToMÁsDEAerrrNo 347
SEGUNDA PABTE.-CAPÍTt'LO II
liberar bien, se subordina inmediatamente
a la prudencia, pero no se confunde con ella. pa"l. el buen consejo se ondena €n vlsta
áé-'ta prucencia cómo en vista de una
virtrl¿ superior, y sin la c-ual no $'eria
E[ ofbjeto propio al que tiende ]a virtud etla,mismá una virtud, como tamipoco las
es eü asto que ,ella hace busno; po,r esto, virtu'des morales sin la prudencia ni' nin-
a actos dlf er'entes dehen corr'esponder suna virturd Sin la caridad. (Sunx. teal"
virtudes dif erentes, so'br.e todo cuando
no es por la mis,m,arazón por lo que los éu. 51, art. 2. Concl')
actos son bueno,s.Si, ,en ef'ecto, s,e en- EI vicio opuesto a la. prudencia. en g.ene-
contiara. en ellos la misma razón d,e ral, es el que se llama, Ímprudencta'y er.vr-
bondad, estos ac€os dife¡entes procede- cio opuesto a un buen conseJo'en partrcu-
úan de la mlsrmavfrtud, asi cormoI'a bon- lar, due es el que constituye la caus-am-as
da'd de un amor, de un dese,o,de ,una di- frecuénte de confusión y de error en las oe-
cha, dependen de la,misma cosa y proce- liberaciones,es la precipitaciÓn.Esta et'(pre'
sión no es. sin duda, más que una meterora
den, por gon'secuencia,de [a qnisma vlr- orestada al orden sensiblepara expresar un
tud de caridad. Pero los 'aotos Ia ra- inovimiento puramente interior, pero e-sex-
zón difieren 'entre ellos cqno rlo'de
que pro- presiva. Precipitarse es, literalmente' t¡rarse
y
ducen noson buenos ,por üa misma ra- bor un precipicio, es decir, roclar' en vez <re
zón; otra, ren,efecüo,es,1,a
razón qu,ehaoe a üescendérgrádo a grado.
un hom,bre oapaz de delib'era,rque la qtre
le hace capaz de juzsar hien, y. aun Pero la cum'bre d'el. alma es la razÓ,n;
la que tre h,ace capaz d,e prescribii bien, fo-Uáio son las opereciones.efestua'das
y la prueba manifi€sta es que estas di- por el cuerpo; Ios grados lntermeq-los'
que es necesario d'esc'enderen oroen'
vers&s cualidades se encuentran a me-
nudo separadas unas de otras. Deb.e, iün: ta memoria del pasado, Ia inteli-
pues, h,aber una virtud d,ebuen consejo. sencla del presente, Ia habilidad de pr'e-
que haga al hombr,e ca{paz de delib-erár ler el porvenir, el razonamlento'- que
bien, y otra virtud, la prudencia, que com'para unos a oüros, y la doci'lidad' por'
c'apacite al hornbre para pféscribir bien; la cüal se accdd'eal sentimiento'de sus'
y como no se delibera r¡Iás güé-en vista mavoret. He aquÍ los grados por los que
de una pr'escripción, que es el fln ¡rrinci- el úue deílibera bien d'esciende hasta 6u
arté; pe¡o eI qüe se d'ejrallwar a obmr
I
fe¡im'os a lo que la consumra, la irncons- tado desde do's puntos de vista. Pr¡ede¡
tancia proce'de de la imprudencia. Lo primexarnente, considerarse la inr¡enciÓn
rn¡smo, ipues, que la preciplt'ación nac'e mlsma de es,tos carm,inos, y pert€nec,e
de un defec,to en ,el ,aato d,e deliber,ar, y propiamente a la astusia, de la mlsma
la reflexión de un tdofesüo en el asto d€ manera que la 'lnvención de caÍninos ree'-
juzgar, la inconst,arnrcianac,e de un d,e- tos q'u,econducen a un nn legÍtirno per-
fecto en e,l 'acto d,e prescrihÍr, ,p,u,e6se ienec'e a la ,prud,enci'a,Fu,e'de,después,
llama inconstanie a aquel cuy,a razón no considerarse en la inve:}cÍÓn de 'estos
prrescrlbe üo qu,eestá deliberado y juzga- carrninos lo que es nec'esario h'aser para
do. (S¿n¿.teol., If, II, qu. 53, art. 5. Con- ponerlo en eie€ución, y ést'a es la maña;
dlusión.) la maña ,es,pues, en cierto modo €il po-
ner en ej,ecuciónla astuoia, a I'a qu€, por
Nos queda,por último, que considerar,pa- tanto, p,erüeneo'e. (Sum. teoil,., U, [I,
ra acabar con esto el estudio práctico de Ia qu. 55, art. 4. Conel.)
prudencia, una serie de vicios que, aunque
no la conürarian direcüamente,a menudo El fraude entrar'Ía a su vez en la misma
la limitan y, por decirlo asÍ, la parodian -de no es más que una
catesorÍa. puesto que
Bastará nombrar, por ejemplo, la prudencia variédadba-rticular Ia maña. Se puede,en
de la carne para que se conciba iñmediata. efecto. dar eI nombre de maña a todo pre'
mente la deformación que este vicio hace cedimiento dirigido a poner la astucia en
a la virtud de prudencia, ordenando todos ejecución por palabras o por acciones: eL
nuestros actos en vista de un bien corporal, nombre de fraude designa más proplamente
en vez de ordenarlos,como harÍa la.pruden- una maña que se traduce en acto: pero sj-
cia, en vista del soberano bien. Pdro hay queda sometido a la
eue siendo una maña v-poi
otros vicios donde se descubremenos fácil- ñrisma deflnición. Es, el contrario, más
mente el disfraz impuesto a la prudencia; diflcil marcar la diferéncia entre la verda-
por ejemplo, la astucia y la mañá. dera virtud de la prudencia y la simple in-
quietud de la.s cosas temporales, que se le
L¡a astucia consiste en tom,ar cerninos asemeja,nen algunos aspectos.
que no son sincerors,aunqr¡e sÍ simurla.dos
y aparentes, par,a conseguir ,un fln,cuajl- Unaa inquietud su.pone una cierta p'ena
qulera, bueno o rnalo. Pe¡o sl heeho de q,ue se torna al ad,quirir 'al'guna cosa;
tmrar üales cariinos puddte ser afrcrn- pero se disü)ensa mani:nrestarn€nie rnás
E:TIANilE GII^SON t2
354 E. crlsoN.+To. rouÁs DEaeltrNo p¡[rn.-cepftu¡,o
SEGUNDA rr 355
¡rena cu,ando hay miedo d,e perderla, y dado ya mi¡chos 'biehes lnás grandéS, sili
por esto, cuando se está cierto de adqui- que hayamos teni'do que inq,Uietaffios, a
rir[.a, la inquietud que se experiimenta es sa,ber: nuestro ;cu,erpoy nuestra alm6¡
rrlenori esto supuesto, la inquietud d'e después, porque DioS socorre las nesesi-
las cosas term¡rorralesplrede ser illcita porr dades de las plantas y de los animail'es
tres razon'es: primeram'ente, desd,e el sin el concurso d,el hormbr'e y segrln lo
,purr-tod'e vista de l,os objetos por los que qu'e con'vi'ene a su naiuraleza, y, por úfl-
experi,m,entamos,e.sta inqui'etud;'esdecir, üirno, ppr la providenci'a divina, cuya
cuando pers.eguimostrascosas terrnporailes ignorancia in'd,ucíaa los paganos a po-
como nuestro fln; y err este sentido, n€r su principal inquietud en la busca
AgustÍn declara en su ltrbro Sobre las de los bienes tomporatres. Por esto San
abras nzond,süic¿s: <Cuando e,].Señor diao Argustín deduce que deb'enros inquietari
<no tengáis inquietud por vuestra co- nos anüe todo por los bienes es'pirltuales,
mida ni por vuestros vestidos>,nos dice con la esperanzade eue los bienes tem=
qüe no tenga,trnosestas cosas por opje- poralles nesesarlos nos serán dados por
tos y que no hagarnos ipor armor a ellas añadidura si ha,cemos lo que debsmos
todo lo que la pnedicaclón de los Evan- hacer. (Surn. teol., Ir, II, qu. 55, art. 6.
gelios nos o¡dena ha,cer.> En segundo Concl.)
lugar, la inquietud de las cosas ternpo-
rales puede ser iliciüa en razón al exceso De este modo se encuentra a la vez re
de pena que nosotros ponemos para ad- suelta la cuestión de saber si debemos in-
qulrlrlas y que nos aparta de las.cosa.s quietarnospor el mañana.
espirituales, a las que dehernos, ante
to.,do,consa,gr'axnos;por esto San Mateo Nin'grln acto pu€de ser consi'derado
nos dice q.uela inquietud del ¡nundo aho- coorrovirtuoso sl no se rodea de las cir-
ga la .pa,labra de Dios. En tercer lugar, cunstancias desead'as.Pero una de estas
puede haher exceso de iernor cuando un cincunstancias es el tiempo conveniente'
hom,bre teme que si no hace lo que d,ehe, según estas palabras .del Ecl,esiastés:<En
no ha de faltarle 1o necesario, pues este toda cosa hai un tiempo Y una opor-
miedo está triplemente excluÍdo por el tunidad.> Y esto no es solam€n'üecierto
Señor, prim,era,mente, polque nos ha de los actos exteriores, pues se aplica
356 E. crLsoN.-sro. ToMÁsDEaeurNo
igualrnente a las inquietudes de antes.
A cada tiempo, en efecto, le conviene la
inquietud que tre es propia: al verano
conviene la de la cosecha, y ,ailotoño la
d'e la ven'dirnia,de tal suerte que tpreosu-
parse de Ia venrdimia en el verano serÍa
cargarse inutilmente con una zozobta CAPIT'ULO III
que mira,a los tiempos que han de,venir.
Y por esto el Señor tacha corno sup'er- LA JUSTICIA
flua esta solicitud, diciéndonos: (No in-
quietaros por o1 mañana.> A 1o que aña-
d'e: <El irnañana se ,cuidará de ,sí mis- pr. objeto.-plopio de ta justicia (justítid,)
rno.> Es decir, tendrá sru inquietud pro- rJ es a^quel:fo que es justo (justutn), es dv
pia, y que bastará para afligir el espÍri- crr. en nn o€ cuentas, lo que exige eI dere.
c.\to._(ius). Tl derecho que visa lalusticia se
tu, como indica Ia palabra siguitente: <"{, olvlde en dos: clerecho natural v derecho
cada día le basta su mal>, es decir, la positivo. Para que Ia justicia sea satislecha
aflicción que la inqui'etud aport/a. (Sunx, es necesario. en efecto, que asegure el resDe_
teol., ff, Iü, qu. 55, art. 7. Concl..) lo a la legalidad entre lás personas diferén-
tes interesadas por un mismb acto. pero esta
legalÍdad puede ser de dos maneras. SuDon-
gamos que se trata de cambiar producios:
podrá primeramente reglarse el óambio no
t-eniendo en cuenta más que la naturaleza
de los productos cambiadosl dando cada, unó
tanto _como recibe, y éste'será et deieóho
naturali pero podrá reglar el cambio invo
cando un pacto_ o convenio, ya privado, va
puprlco y-promutgado por el prÍncipe, y se¡á
un caso de cterecho positivo.
L_a ley escl'ila no és otra cosa que la fór-
mula de esüosdos derechos, aunqúé et céái-
go sos-tengadistinta relación con -el uno oue
con- el otro; e1 código contiene, en efec-[o,
el cterecho natural, pero no lo instituye. r: